Índice del Bhagavad-gita de autor anónimo | Presentación de Chantal López y Omar Cortés | Capítulo segundo | Biblioteca Virtual Antorcha |
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CAPITULO PRIMERO
Dhritaraxtra preguntó:
¿Qué hicieron, oh Sañjaya, mis partidarios y los de Pandu, cuando, deseosos de combatir, se encontraron dentro de la llanura sagrada en el campo de Kuru?
Sañjaya contestó:
Cuando el rey Duryodhana vio el ejército de los Pandavas puesto en orden de batalla, se acercó a su preceptor (1) y le habló en tales términos: Mira, oh maestro, este poderoso ejército de los hijos de Pandu, ordenado para el combate por tu sabio discípulo el hijo de Drupada (2). Allí están con sus grandes arcos los héroes que igualan a Brima y a Arjuna en el combate, y (cuyos nombres son) Yuyudhana, Virata y Drupada, el de gran carro; Dhrishtaketu, Chekitana y el valiente rey de Kazi; Purujit, Kuntibhoja y Zaivya, ilustre jefe de guerreros; Yudhamanyu, el esforzado, y el valeroso Uttamauja; el hijo de Subhadra (3) y los de Draupadi (4), todos con sus grandes carros.
Mira también a éstos que son los más distinguidos entre los míos; y para que los conozcas voy a decirte cuáles son los jefes de mi ejército: Tú, Brishma, Karna, y el victorioso en la guerra, Kripa; Azvatthama, Vikarna y Saumadatti; hay, además, otros muchos héroes que por mi causa exponen su vida, armados de todas armas e instruidos en la guerra.
Insuficiente es éste mi ejército que manda Brishma (para triunfar del enemigo), y por el contrario suficiente es el de ellos, capitaneado por Brishma. Debes tú, y también todos los demás, ordenados para el combate según su distinta graduación en todas las filas del ejército, cuidar de la defensa de Brishma.
Con objeto de reanimar el valor de éste (5), el anciano y ardiente abuelo de los Kauravas (6) tocó su trompeta, haciéndola resonar como el rugido del león. Y resonaron al mismo tiempo con estruendo las trompetas, los timbales, los címbalos, los tambores y los cuernos; el ruido fue estrepitoso. Entonces, montados en un magnífico carro tirado por blancos caballos, el matador de Madhu (7) y el hijo de Pandu (8) hicieron sonar sus divinas trompetas: Hrixikeza (9) tocó la llamada Panchajanya, y el despreciador de la riqueza (10) la denominada Don de los dioses, el de actos terribles y entrañas de lobo (11) tocó la gran trompeta Paundra, el rey Indhishthira, hijo de Kunti, la Victoria sin fin, Nakula y Sahadeva tocaron el primero la De dulce sonido y el segundo la Adornada de joyas. El rey de Kazi, excelente arquero, Zikhandin, el de gran carro, Dhrishtadyumna, Virata y Satyaki, el invencible; Drupada, todos los hijos de Draupadi y el hijo de Subhadra, de fuerte brazo, hicieron resonar, oh rey de la tierra, cada uno sus trompetas. Este sonido hirió el corazón de los hijos de Dhritarashtra y el estruendo que producía hacía retumbar el cielo y la tierra. Mas, oh rey, cuando Arjuna vio que los hijos de Dhritarashtra estaban ya en orden de batalla y que las flechas empezaban a cruzarse en el aire, blandió su arco y dijo a Krishna:
Coloca, oh eterno, mi carro en el sitio que media entre los dos ejércitos para que yo dirija una mirada a éstos que, ordenados en batalla, están ansiosos de combatir y con los cuales he de luchar en esta porfiada guerra. Con ánimo de combatir veo yo a estos que están aquí reunidos, y con deseos de hacer, en el combate, lo que sea del agrado del mal intencionado hijo de Dhritarashtra (12).
Sañjaya prosiguió:
Así que Arjuna acabó de hablar a Krishna, éste situó el mejor de los carros entre ambos ejércitos, delante de Brishma, Drona y de todos los reyes de la tierra, y le dijo: Mira, oh rey, a los Kauravas aquí reunidos. Allí vio el rey que estaban, en uno y otro ejército, los padres y los abuelos, los preceptores y tíos maternos, los hermanos y los hijos, los nietos y los amigos, los suegros y conocidos; y habiendo contemplado el hijo de Kunti (13) a todos sus parientes ordenados para la batalla, lleno de extrema compasión y enternecido, habló así:
Arjuna dijo:
Al ver, oh Krishna, a mis parientes, que ansiosos de combatir están aquí reunidos, se relajan mis miembros, y mi rostro se marchita; temblor y horripilación en mi cuerpo se producen; mi Gandiva (14) resbala de mi mano, mi piel se abrasa, no puedo tenerme en pie y mi entendimiento parece que anda errante. Motivos opuestos veo, oh Krishna, y considero que no haré bien si mato en la batalla a mis parientes. Yo no deseo victoria, ni soberanía, ni placeres. ¿De qué nos sirve la soberanía, Govinda, de qué los goces, de qué la vida ( si matamos a nuestra familia)? Porques éstos, por cuya causa deseamos la soberanía, los goces y los placeres, están aquí en orden de batalla, despreciando su vida y sus riquezas. A los preceptores, padres, hijos, abuelos, tíos maternos, suegros, nietos, cuñados y demás parientes, yo no deseo matarlos, aunque me maten, oh matador de Madhu, ni aun por la soberanía de tres mundos, ¿cuanto menos por la de la tierra? Si matamos a los hijos de Dhritarashtra, ¿qué placer hemos de tener, oh vejador de los mortales? Un crimen cometeríamos si matásemos a estos criminales. Por esto no soy capaz de matar a los hijos de Dhritarashtra, mis parientes, pues ¿cómo, oh matador de Madhu, podremos ser felices matando a nuestra familia? Porque si éstos, que tienen la razón turbada por la ambición, no ven el crimen que van a cometer, destruyendo a su propia tribu, ni el pecado, oprimiendo a sus parientes, ¿cómo no lo hemos de ver nosotros para apartarnos de tal pecado, sabiendo que es un crimen el destruir la propia tribu, oh vejador de los mortales? Con la destrucción de la tribu se destruyen las eternas instituciones de la misma, y arruinadas las instituciones, la injusticia domina sin duda a la tribu entera. Por el predominio de la injusticia, oh Krishna, se pervierten (15) las mujeres de la tribu, y con la licencia de ellas, oh hijo de Vrishni, empieza al momento la confusión de las castas. Esta confusión conduce al infierno, sin duda, a los que han arruinado la tribu y a la misma tribu; pues los padres (antepasados) de ella, privados de las ceremonias fúnebres en que se les ofrecen las tortas sagradas y libaciones, caen (en él desde el cielo). Por los pecados de los que arruinan las tribus, pecados que causan la confusión de las castas, se destruyen las eternas instituciones de la casta y de la tribu. La morada necesaria para los hombres que son causa de la destrucción de la tribu es, oh, Krishna, el infierno. Así lo he aprendido (de las sagradas escrituras). ¡Oh ...! Dispuestos estamos a cometer un gran crimen, nosotros que, por ambición de la soberanía y del placer, vamos a matar a nuestra familia. Preferible me fuera que, indefenso e inerme, me mataran los hijos de Dhritarashtra, que están con las armas en la mano.
Sañjaya prosiguió:
Habiendo hablado de este modo en medio de la batalla, Arjuna, que tenía el corazón oprimido por la pena, dejó caer el arco y las flechas, y se sentó en el carro.
Tal es en las Escrituras, en el Venerable Bhagavad-Gita, en la ciencia del Ser Supremo, en el libro de la devoción, en el coloquio entre Krishna y Arjuna, el primer capítulo, titulado:
EL DESALIENTO DE ARJUNA
Notas
(1) Drona, que fue maestro de muchos guerreros de uno y otro ejército.
(2) Dhrishtadyumna, hijo mayor de Drupada.
(3) Llamado Abhimanyu, hijo de Arjuna y Subhadra, la hermana de Krishna.
(4) Fue hija de Drupada y esposa de los cinco hijos de Pandu; sus hijos fueron Prativindhya, Sutasoma, Zrutakirti, Zatanika y Zrutasena, habidos cada uno con uno de sus maridos.
(5) Del rey Duryodhana.
(6) Bhishma.
(7) Krishna.
(8) Arjuna.
(9) Krishna.
(10) Arjuna.
(11) Bhima.
(12) Duryodhana.
(13) Arjuna.
(14) Nombre del arco milagroso que Indra regaló a Arjuna.
(15) Las mujeres cuyos maridos y parientes han muerto todos en la guerra, libres de su tutela, buscan marido entre los hombres de las castas inferiores, produciendo esto la mezcla de la sangre.
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