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CAPÍTULO DÉCIMOCUARTO
El muy venerable prosiguió:
Todavía voy a exponerte la suprema y excelsa ciencia de las ciencias, conociendo la cual todos los Munis pasan de este mundo a la eterna bienaventuranza. Los que han adquirido esta ciencia llegan a obtener una condición semejante a la mía; ya no renacen ni aun en una nueva creación (emanación), ni son perturbados en la disolución (del mundo). El gran Brahma es mi útero; en él deposito mi germen; de él procede el nacimiento de todos los seres, oh descendiente de Bharata. Brahma es, oh hijo de Kunti, la gran matriz de los seres, que se engendran en todos los úteros. Yo soy el padre que doy el semen. La bondad, la maldad y la indiferencia; las cualidades así llamadas proceden de la naturaleza: ellas, oh muy poderoso, atan, en el cuerpo, al alma, que es eterna. De éstas, la bondad, por su pureza, esparce luz y está libre de pena; ella pone al alma en unión con el placer y con la ciencia, oh inmaculado. Ten sabido, oh hijo de Kunti, que la maldad, siendo propia del deseo, es origen de la avaricia y del interés, y envuelve al espíritu con los lazos de la acción. Ten en cuenta que la indiferencia nace de la ignorancia; es el engaño de todos los mortales. Ella, oh descendiente de Bharata, envuelve al alma en el orgullo, la indolencia y la pereza. La bondad hace que el alma se adhiera a la felicidad; la maldad al acto, oh descendiente de Bharata; pero la indiferencia, envolviendo a la ciencia, hace que el alma caiga en el orgullo. Cuando uno se sobrepone a la maldad e indiferencia, predomina en él la bondad, oh Bharata; si a la indiferencia y bondad, la maldad. Cuando la brillante luz de la ciencia penetra en el cuerpo, entonces por todas sus puertas se conoce que la bondad está en su apogeo. La codicia, la actividad, el acometimiento de empresas, la inquietud y la avaricia, éstas, oh excelso Bharata, nacen cuando la maldad está madura. La ignorancia, la indolencia, el orgullo y la fatuidad son, oh hijo de Kuru, producto de la indiferencia, cuando está en su madurez. Cuando, habiendo llegado la bondad a su madurez, emprende el mortal la marcha hacia su disolución, logra los mundos inmaculados propios de los que poseen la ciencia trascendental. Quien, mientras está en su auge la maldad, llega a su disolución, renace en la familia de quienes están entregados a la acción; y el alma, que se separa del cuerpo, cuando la indiferencia está en su madurez, renace en las tribus de los fatuos. Dicen que el fruto de una buena acción es bondadoso y puro; el de la maldad, la desgracia, y el de la indiferencia, la ignorancia. De la bondad nace la ciencia; de la maldad, la codicia; de la indiferencia, la soberbia, la fatuidad y la ignorancia. Quienes se mantienen en la bondad, a lo alto van; en medio se paran quienes poseen la cualidad del mal; quienes poseen la de la indiferencia, permaneciendo en una condición que es de cualidad vil, van hacia abajo. Cuando el espectador (1) contempla que no hay más agente que las cualidades y sabe que es superior a ellas, ha llegado a participar de mi condición. Cuando el alma ha dominado estas tres cualidades, que nacen con el cuerpo, quedando ya libre de renacimiento, muerte, vejez y dolores, disfruta de la inmortalidad (2).
Arjuna preguntó:
¿Qué señales distinguen, oh poderoso, al hombre que ha llegado a dominar estas tres cualidades? ¿Qué ha de practicar y cómo ha de proceder para sobreponerse a ellas?
El muy venerable contestó:
Aquel que ni odia el esplendor, ni la actividad, ni la fatuidad (3), oh hijo de Pandu, cuando ellas están en ejercicio, ni las ama, cuando en reposo; que, permaneciendo como si fuera extraño, no es conmovido por ellas; que, pensando que las cualidades están en acto, permanece firme y no vacila, manteniéndose resuelto en el placer y dolor, siendo continente, estimando por igual un pedazo de barro que una piedra y una pieza de oro, y que, apreciando lo mismo al amigo que al enemigo, es constante, recibe lo mismo el elogio que el ultraje, el honor que el desprecio, es el mismo para su aliado que para su enemigo y está exento de interés en todas sus empresas, es el que se ha sobrepuesto a las cualidades. Y quien me honra con devoción y adoración constante, si ha dominado las cualidades, es elegido para existir en el Supremo Espíritu, pues soy yo el representante del Espíritu Supremo y de su imperecedera ambrosía, de su eterna religión y de su completa felicidad.
Tal eso ... en el venerable Bhagavad-Gita ... el capítulo decimocuarto, titulado:
LA DEVOCIÓN EN RELACIÓN CON LAS TRES CUALIDADES
Notas
(1) El jiva es la individualidad, la mónada o entidad que se reencarna.
(2) Literalmente, como ambrosía.
(3) O sea, las tres cualidades.
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