Índice del Los héroes de Thomas CarlyleAnteriorSiguienteBiblioteca Virtual Antorcha

PRIMERA CONFERENCIA

El héroe como divinidad
Odín
El paganismo: mitología escandinava

Segunda parte

(Martes, 5 de mayo de 1840)

Ésa es la verdad que vislumbro en el Paganismo de los viejos pueblos, velada por antigua y desusada vestidura; pero el espíritu que lo vivifica es sincero. La Naturaleza es aún divina revelación de la obra de Dios; el Héroe es venerable todavía: esto es lo que se esforzaron en manifestar las religiones paganas, en formas raquíticas e incipientes. Creo que el Paganismo escandinavo encierra más interés para nosotros que los demás: es el más reciente, ya que perduró en estas regiones de Europa hasta el siglo XI; los noruegos adoraban a Odin hace ochocientos años. Nos interesa también, por ser creencia de nuestros antepasados, de hombres cuya sangre circula por nuestras venas, a quienes nos parecemos en muchos aspectos. Lo extraño es que el credo sustentado por ellos difiera tanto del nuestro. Consideremos un momento la sencilla creencia noruega; para ello disponemos de suficientes medios, pues las mitologías escandinavas se conservan perfectamente.

En esa isla singular llamada Islandia, surgida del fuego del fondo del Océano, según afirman los geólogos, tierra salvaje de aridez y de lava, sumida en negras tempestades gran parte del año, que se yergue severa y formidable en el Mar del Norte con sus ventisqueros, ruidosos géiseres, charcas sulfurosas y horrendos precipicios y cráteres, como el informe campo de una batalla entre el Hielo y el Fuego, lugar donde no hubiéramos ido a buscar documentación literaria, fue donde se escribió la crónica de estas cosas. Junto a las playas, de ese quebrado país se desliza una cinta de rica tierra, que sirve de pasto a los rebaños, en la que vive el hombre de su comercio y de los productos del mar; parece que sus moradores fueron poetas, gente de profundos pensamientos, que melódicamente manifestaron. ¡Qué desgracia si Islandia no hubiera surgido del Océano, si no hubiera sido descubierta por los Nórdicos! Muchos de los antiguos poetas escandinavos vieron la luz en Islandia.

Saemundo, uno de los primitivos Sacerdotes cristianos de aquellos lugares, que quiza sentía inclinación al Paganismo, recopiló algunos de sus viejos cantos paganos, que iban desapareciendo, Poemas o Cánticos de carácter místico, profético, casi todos religiosos; los críticos noruegos llaman a esa colección Edda Poética o Clásica, palabra de etimología incierta, que se supone significa Ancestral. Snorri Sturluson, caballcro islandés, personaje notabilísimo, educado por el nieto de Saemundo, emprendió casi un siglo después la tarea de formar una especie de Sinópsis en prosa de toda la Mitología, uno de los muchos libros debidos a su pluma, enriquecido con nuevos fragmentos de verso tradicional. Es obra construída con gran habilidad, talento natural, lo que llamaríamos arte inconsciente, trahajo de claro entendimiento, cuya lectura agrada; es la Edda Prosaica o Moderna. Con este libro y las numerosas Sagas islándicas en su mayoría, y los comentarios del país o extranjeros que hoy se escriben celosamente en el Norte, es posible adquirir idea exacta y mirar cara a cara el antiguo sistema Noruego de Creencias. Olvidemos que se trata de religión errónea; considerémoslo como Pensamiento de los antiguos, procurando simpatizar algo con él.

La principal característica de esta antigua Mitología Nórdica es la Encarnación de las obras visibles de la Naturaleza. Férvido y simple reconocimiento de las obras de la Naturaleza Física, como cosa milagrosa, sorprendente y divina. Lo que ahora consideramos Ciencia les maravillaba, cayendo de rodillas confundidos como si fuese Religión. Las oscuras Potencias hostiles de la naturaleza, las imaginaron Jötuns (Gigantes), enormes y velludos seres demoníacos. El Hielo, el Fuego, la Tempestad eran sus Jötuns. Las Potencias amigas, como el Calor del Verano, el Sol, eran los Dioses que compartían el imperio del Universo, viviendo separados y en guerra sin cuartel. Los Dioses moraban en Asgard, o Jardín de los Asen o Divinidades; la mansión de los Jötuns era Jötunheim, región lejana, tenebrosa, confusa.

Todo eso es curioso, sin tontería ni vacuidad, de fijarnos en su fundamento. El poder del Fuego o Llama, designado ahora con término químico, ocultando el carácter maravilloso residente en él como en todo lo demás, lo llamaban Loke, Demonio rápido y sutil, de la ralea de los Jötuns. Algunos viajeros españoles dicen que los salvajes de las Islas de los Ladrones creían que el Fuego, que nunca habían visto, era dios o demonio, que mordía cruelmente al que lo tocaba, que se alimentaba de leña seca. La Química no puede ocultamos la maravilla de la Llama, de no intervenir la Estupidez. ¿Qué es la Llama? El viejo Vidente noruego considera que el Hielo es un monstruoso y albo Jötun, el Gigante Thrym, Hrym, o Rime, palabra arcaica casi en desuso, que en Escocia significa escarcha. Entonces la escarcha no era como ahora, cosa de la Química, sino un Jötun viviente o Diablo; el monstruoso Jötum Rime, conducía sus caballos al establo por la noche, sentábase peinando sus crines; estos Caballos eran las Nubes de Granizo, los Vientos Glaciales marinos. Las Vacas de uno de sus parientes, las del Gigante Hymir, son los Icebergs; este Hymir deja caer sus ojos sobre las rocas y su mirada endiablada las destroza.

El trueno no era entonces Electricidad, vítrea o resinosa, sino el Dios Donner: (El Trueno) o Thor, Dios del benéfico calor del Verano. El trueno era su ira; los nubarrones las fruncidas cejas de su rabia; el rayo que lanzaban los Cielos era el Martillo demoledor, agitado en manos de Thor, que aceleraba su pesado carro, cuyo choque con los picos de las montañas producía el ruido; el dios de roja barba soplaba desencadenando el ruidoso y t9rmentoso huracán antes que el trueno. Balder, el Dios Blanco, el bello, el justo y benigno (que los primitivos Misioneros Cristianos dedan se pareda a Cristo), es el Sol, la más bella de las cosas visibles; maravilloso, divino, a pesar de la Astronomía y los Almanaques. Quizás el más notable de los dioses de la tradición es aquel cuya pista descubrió Grimm, el etimólogo alemán; es Wünsch, o Deseo, capaz de concedernos cuanto anhelamos. ¿No es ésta la voz más sincera y tosca del espíritu del hombre? Es el más rudo ideal que ha podido concebir, que se muestra aun en las últimas formas de nuestra cultura espiritual. Si el Dios Deseo no es verdadero Dios, cosa es que deben demostrar superiores especulaciones.

Entre los otros Dioses o Jötuns mencionaremos sólo, en gracia a la etimología, a Aegir, o Borrasca, peligroso Jötun; hoy, en la ribera del Trent, cuando el río crece, debido a una especie de reflujo que arremolina sus aguas con grave peligro para los barqueros de Nottingham, éstos, que lo llaman Eager, gritan: ¡cuidado, que viene Eager! Cosa curiosa: esa voz sobrevive como el picacho de un mundo sumergido. Los más antiguos barqueros de Nottingham creyeron en el Dios Aegir. Nuestra sangre inglesa contiene muchas gotas de danesa o noruega; tal vez en el fondo no exista distinción entre Danés, Noruego y Sajón, o sea sólo superficial, como en los Paganos, Cristianos y otros. En nuestra Isla abundan los daneses puros debido a las incesantes invasiones; los hay de mayor proporción a lo largo de la costa oriental y, mucho más aun, en el Norte. Allende el Humber, en toda Escocia, el habla del vulgo es islándica en alto grado; su germanismo conserva un matiz peculiar noruego. Son Normandos, es decir, Hombres del Norte. ¡Si es que hay algún mérito en ello!

De Odin, dios principal, hablaremos luego. Estudiemos la esencia del Paganismo escandinavo, la de todo Paganismo; consiste en reconocer las fuerzas de la Naturaleza como Actividades divinas, estupendas, individuales, Dioses y Demonios. Los concebimos. Es el rudimentario pensamiento humano, que se dilata, medroso y maravillado ante el estupendo Universo. En el Sistema Noruego hay algo genuino, grande, viril: el escandinavo se distingue del remoto Paganismo griego, suave y elegante por su gran sencillez y rusticidad. Es el Pensamiento de mentes profundas, rudas, ansiosas, que considera lo que les rodea, característica principal de todo buen Pensamiento en todo tiempo. No tiene la suave elegancia, ni la gracia del Paganismo heleno; en él hay cierta veracidad vulgar y fuerza tosca, grande y ruda sinceridad. Tras las bellas estatuas de Apolo y sonrientes mitos nos extrañamos ante los Dioses noruegos fermentando cerveza para su festín con Aegir, el Jötun del Mar, enviando a Thor al país de los Jötuns, en busca del caldero; tras muchas aventuras vuelve ante este Dios con el caldero en la cabeza como un vasto sombrero que lo tapa y casi lo pierde, pues las asas alcanzan hasta los pies. Lo que caracteriza el Sistema noruego es la inmensidad vacía, la gigantez torpe en grado sumo; enorme fuerza cerril por completo que avanza desamparada a grandes e inciertas zancadas. Consideremos sus primitivos mitos sobre la Creación. Una vez mataron los Dioses al Gigante Ymer, hijo del viento cálido, producto de la lucha entre el Hielo y el Fuego; tras confusas manipulaciones, lograron construir un mundo con sus restos. Su sangre integró el Mar; su carne la Tierra, sus huesos las Montañas; con sus cajas formaron su divina morada, Asgard, siendo su cráneo la enorme bóveda azul de la Inmensidad; su cerebro originó las Nubes. ¡Fue cosa Hiper-Brobdingnagiana! Pensamiento indómito, grande, gigantesco, enorme, que debía refrenar a su tiempo la sólida grandeza, ni gigantesca, sino divina y más fuerte que la gigantería, de los Shakespeare y los Goethe. Aquellos hombres fueron nuestros genitores, psíquica y somáticamente.

Me deleita su representación del Árbol Igdrasil. Figuráronse la vida como un Árbol: Igdrasil, el Fresno de la Existencia, que introduce sus raíces profundamente en los reinos de Hela o la Muerte; su tronco llega hasta el cielo, extendiendo sus ramas sobre el Universo entero: es el Árbol de la Existencia. A sus pies, en el Reino de la Muerte, se posan Tres Normas (Parcas), el Pasado, el Presente y el Porvenir; sus raíces se nutren en el Pozo Sagrado. Sus ramas, con sus brotes y hojas, o sea los acontecimientos, sufrimientos, aventuras, catástrofes, se extienden por todos los pueblos y épocas. ¿No es cada una de sus hojas una biografía; cada una de sus fibras un hecho, o una palabra? Sus ramas son Historias de Naciones; su crujido es el rumor de la Existencia Humana a partir de su origen; crece, y el soplo de la pasión Humana, circula por todo él, y cuando el viento huracanado lo sacude y agita, silba cortado por sus hojas como la voz de todos los dioses. Es Igdrasil, el Árbol de la vida. Es el pasado, el presente y el porvenir, lo que se hizo, hace y hará, la infinita conjugación del verbo Hacer. Cuando considero la marcha de las cosas, que se entrelazan laberínticamente, cuando pienso que lo que estoy diciendo no son sólo palabras de Ulfilas el Moesogodo, sino síntesis de lo expresado por todos los hombres a partir del instante en que habló el primer hombre, no puedo hallar símil más exacto que el del Árbol. Bello, tan bello como grande. La Maquina del Universo, ¡recapacitemos sobre el contraste!

La antigua opinión de los escandinavos sobre la Naturáleza es muy extraña; diferente de la que tenemos ahora. Nada grato sería se nos obligase a exponer su origen minuciosamente, aunque pudiéramos aducir se originó en la imaginación de los hombres escandinavos, sobre todo en la del primero de vigorosa inteligencia, el primer hombre genial escandinavo pudiéramos decir. Muchos fueron los que contemplaron el Universo con sorpresa muda y vaga, a la manera de los irracionales, o inquiriendo dolorosa y estérilmente sobre la maravilla, como sólo el hombre puede hacer, hasta que surgió el gran Pensador, el original, el Vidente, cuyo pensamiento hablado despierta la adormecida capacidad de los demás transformándola en Inteligencia, cosa propia del Pensador, del Héroe espiritual. Lo dicho por él es lo que todos los hombres estaban por decir, anhelaban decir. Al oírlo se despiertan las Ideas de todos como de un penoso sueño encantado, asintiendo y afirmando: así es, glosando el primer Pensamiento, alegrándoles como la aurora que sucede a la noche, porque para ellos es el paso del no-ser al ser, de la nada a la vida. Todavía veneramos a tales hombres, llamándoles Poetas, Genios, otras cosas, pero para esos rústicos eran verdaderos magos, operadores de milagros e inesperados beneficios, Profetas, Dioses. Cuando el Pensamiento ha despertado, no se adormece, sino que se multiplica en serie de Ideas, se desarrolla en un hombre tras otto, generación ttas generación, hasta adquirir su completo desarrollo; entonces la Serie de Ideas no puede llegar más allá y deja su lugar a otro.

Creemos que el Hombre a quien llamamos Odin y su Dios principal era eso: un Maestro, un capitán en cuerpo y alma; un Héroe de inmensurable mérito, al que tanto admiraron que rebasaron los límites, llegando a la adoración. ¿No tenía poder para expresar el Entendimiento y ottas muchas cualidades milagrosas? El rudo corazón escandinavo sentiría ilimitada gratitud. ¿No había resuelto para ellos el enigma de la Esfinge del Universo, indicándole su destino? Él fue quien enseñó cómo tenían que obrar, qué esperanzas podían abrigar. La vida era ahora explícita, era melodiosa para él; él fue el primero que dió vida a la Vida. Llamaremos a Odin origen de la Mitología escandinava, Odin, o el nombre que llevó el primer pensador escandinavo mientras fue un hombre entre los hombres. Una vez promulgada su concepción del Universo floreció en todas las inteligencias, acrecentándose incesantemente, grabándose en todos los cerebros como escrita con tinta simpática, haciéndose visible para todos. El gran acontecimiento de la época, enlazado con los demás, es la aparición del Pensador.

No hay que olvidar tampoco otta cosa que explicará la confusión de las Eddas escandinavas; no es una serie coherente de Pensamientos, es la suma de varias series consecutivas. Esas viejas Creencias noruegas que vemos a una misma distancia en la Edda, como cuadro pintado en el mismo lienzo, no lo está en realidad; lo pintaron sucesivas generaciones a partir del origen de la Creencia ocupando distintos términos y planos. Todos los pensadores escandinavos, contribuyeron al Sistema escandinavo de Pensamiento, elaborando y añadiendo siempre algo nuevo: es trabajo combinado de todos. Su historia, la transformación debida a la contribución de un pensador tras otro, hasta adquirir la forma definitiva que vemos en la Edda, es cosa que nunca sabremos; sus Concilios de Trebisonda, los de Trento, los Atanasios, Dantes, Luteros, desaparecieron en la oscura noche sin dejar eco. Lo que sabemos es cómo se escribió. Cuando aparecía un pensador contribuía con su pensamiento, dando un nuevo paso, modificando algo. La revolución más importante, la efectuada por el mismo Odin, quedó en la sombra para nosotros, como las demás. ¿Cuál fue la historia de Odin? Lo extraño es reflexionar que tuvo historia, que este Odin, vestido a la nistica usanza noruega, con su barba y ojos feroces, y ruda habla nórdica, era hombre como nosotros, con nuestros pesares, alegrías, manos, pies y rasgos fisonómicos, intrínsecamente como nosotros y ¡que llevase a cabo tal trabajó! Pero su obra pereció en gran parte, quedando reducido el agente a su nombre. Wednesday, dirán los hombres mañana; el día de Odin. No hay historia de Odin, tampoco hay documentos, ni conjeturas sobre él dignos de mención.

Relata Snorro, como quien no dice nada, casi en conciso estilo comercial en su Heimskringla, que Odin era un Príncipe heroico de la región del Mar Negro, con Doce Pares y un gran pueblo que necesitaba expansión. Snorro no abriga duda sobre cómo sacó a los Asen (Asiáticos) de Asia, estableciéndolos en el norte de Europa, afirmando fue por expediciones guerreras; inventó las Letras, la Poesía y otras cosas, logrando se le venerase como Dios Principal por los escandinavos, convirtiendo a sus Doce Pares en Doce Hijos, Dioses como él. Saxo Grammaticus, curioso norteño de aquella centuria, duda menos aun, viendo sin escrúpulo un hecho histórico en cada mito individual, redactándolo como ocurrido en Dinamarca u otro lugar. Torfeo, sabio y cauteloso, indica, algunos siglos después, una fecha calculada, diciendo que Odin llegó a Europa alrededor del año 70 antes de J. C. No mencionamos lo que se basa en meras conjeturas, imposibles de verificar. Mucho antes, muchísimo antes del año 70, fecha de Odin, las hazañas y completa historia terrena, figura y ambiente, desaparecieron para nosotros por siempre en incalculables milenios.

Grimm, el arqueólogo alemán, llega a negar la existencia de Odín como hombre, probándolo por etimología. La palabra Wuotan, forma original de Odin, extendida como nombre de su Divinidad principal sobre todos los pueblos teutónicos, se relaciona, según Grimm, con la latina vadere, con la inglesa wade y otras; significó primitivamente Movimiento, Origen de Movimiento, Poder; es el nombre que cuadra al dios superior; pero a ningún hombre. La voz significaba Divinidad entre los antiguos pueblos sajones, alemanes y todos los teutónicos; los adjetivos formados de ella significaban divino, supremo, algo propio del dios principal. Con esto basta, debiendo inclinamos ante Grimm en materia etimológica. Supongamos que Wuotan significa Wading o Movimiento. Y, ¿qué impide fuera el nombre de un Hombre Heroico y Motor lo mismo que de un dios? En cuanto a los adjetivos y palabras derivadas de él, ¿no adquirieron los españoles la costumbre de decir, a causa de su admiración por Lope, una flor-Lope, una dama-Lope, si tanto una como la otra eran de insuperable belleza? De seguir así, Lope hubiérase convertido en España en adjetivo significativo de divino. Afirma Smith, en su Ensayo sobre el lenguaje, que todos los adjetivos se formaron precisamente de ese modo; algo muy verde, notable por su verdor, adquirió el apelativo de Verde, y luego lo más afín notable por dicha cualidad, v. g., un árbol, se llamó árbol verde, como decimos the steam coachs four horse coachs y otras cosas. Todos los adjetivos primitivos, según Smith, se formaron de ese modo, siendo al principio substantivos o cosas. No podemos aniquilar a un hombre a fuerza de etimologías. Hubo sin duda un Primer Maestro y Capitán; hubo sin duda un Odin, perceptible por los sentidos, no adjetivo, sino Héroe real de carne y hueso, estando todos conformes en que la reflexión confirmará la voz de la tradición, de la historia o eco de la historia, verificándolo y aclarándolo.

¿Cómo llegó Odín a ser considerado como dios, dios principal? Es cuestión que nadie gustaría de dogmatizar; he dicho que su pueblo sentía por él ilimitada admiración; además, no disponía de escala para medirla. Supongamos que la cordialidad más generosa sentida por el más sublime de los hombres se intensifica hasta rebasar todo límite conocido, hasta ocupar todo el campo del pensamiento. ¿No es posible que el hombre llamado Odin se creyese divino, emanación de Wuotan, Movimiento, Potencia Suprema y Divinidad, cuyo éxtasis le hiciere creer que la entera Naturaleza era su temible Imagen Flamígera, existiendo en él cierto efluvio de Wuotan, puesto que su alma, grande y profunda, arrebatada por la inspiración y la misteriosa marea de la visión y el impulso en él existente, que ignoraba de dónde provenía, lo asustó y maravilló enigmáticamente? No es que falsease, sino que se equivocaba de buena fe. El alma grande, la sincera, ignora lo que es, y como tan pronto planea en las más elevadas regiones como bucea en las más bajas profundidades, es la menos indicada para estimarse. Los datos que obran de extraña manera recíprocamente, los que se determinan uno al otro, son lo que uno supone ser y lo que creen es los demás. ¿Qué pudo pensar que era al verse reverenciado por todos, cuando su indómito espíritu rebosante en nobles ardores y afectos, caótico torbellino de tinieblas y esplendente fulgor desconocido, se veía circundado por el divino Universo que destella deifica belleza, no hallando hombre que fuere su igual? ¿Wuotan? Todos le tomaron por tal.

Consideremos el poder del Tiempo en estos casos, que el grande hombre decuplica su grandeza cuando muere; la Tradición es enorme cámara oscura ampliadora; las cosas aumentan en la Memoria, en la Imaginación, cuando el amor, la veneración y cuanto reside en el corazón las anima; que todo adquiere mayor proporción en la oscuridad, en la completa ignorancia, sin fecha, certificado, archivo ni mármoles de Arundel que lo precisen; sólo algún mudo bloque de granito lo recuerda. Si durante treinta o cuarenta años no se imprimiesen libros, todo grande hombre se trocaría en mito, pues los que lo trataron habrían desaparecido, y a los trescientos años, a los tres mil ... De poco sirve teorizar sobre esto, porque rechaza el teorema y el diagrama; la Lógica debería reconocer que no puede explicarlo. Contentémonos con vislumbrar en lontananza algún ligero resplandor de minúscula luz real que brilla en el centro de la Imagen de esa enorme cámara oscura, con el fin de comprender que el eje de todo ello no era demencia y nadería, sino cordura, algo.

Esta luz, encendida en el gran vórtice tenebroso de la mente germánica, oscuro pero vivo, que sólo esperaba la luz, es para mí el núcleo de todo. El modo como esa luz brille con maravillosa intensidad mil veces mayor, en formas y colores, no depende de ella tanto como de su recipiente que es la Mente Nacional. Los colores y formas de nuestra luz serán los del prisma que atraviesa. Curioso es pensar cómo modela la naturaleza humana cualquier hecho cierto en cada individuo. Dije que el hombre serio debió afirmar lo que para él era hecho, Aparición real de la Naturaleza, al dirigirse a sus hermanos. Pero el modo como esa aparición o hecho se formaba, la especie de hecho que para él era, fue modificado y lo es por las leyes de su entendimiento, profundas, sutiles, pero universales y eternas. El mundo Natural es para el hombre su propia Fantasia; este mundo es múltiple Imagen de su propio Ensueño. ¡Quién sabe a qué inefables sutilidades de ley espiritual deben su forma esas fábulas paganas! El número Doce, el más divisible de todos, que puede partirse en una mitad, un cuarto, en tres, en seis partes, el más notable de los números, bastó para determinar los Signos del Zodíaco, el número de los Hijos de Odin y otros muchos Doces. Cualquier vago rumor de número tendió siempre a estabilizarse en el Doce. Lo mismo acontece con todo, inconscientemente, sin intención de componer Alegorías. Pero la primera ojeada sagaz de aquellos primitivos Tiempos descubriría rápidamente las relaciones secretas de las cosas, dispuesta a obedecerlas. Schiller halla en El Cinturón de Venus una eterna verdad en cuanto a la naturaleza de toda Belleza; es curioso, pero se cuida de insinuar que los antiguos Mitólogos Griegos pensasen en discurrir sobre la Filosofía de la Crítica. Debemos abandonar estas regiones ilimitadas. ¿Es posible concebir que Odin fuere realidad? Eso es erróneo, evidente falsedad, pero no necia fábula, alegoría premeditada, no podemos admitir que nuestros Padres les dieran fe.

Índice del Los héroes de Thomas CarlyleAnteriorSiguienteBiblioteca Virtual Antorcha