Índice del Sistema de las contradicciones económicas o Filosofia de la miseria de Pierre Joseph ProudhonAnteriorSiguienteBiblioteca Virtual Antorcha

Quinta época. - La policía o las contribuciones

La humanidad, al ir sentando sucesivamente sus principios como si obedeciese a una orden suprema, no retrocede nunca. Parecida al viajero que, por oblicuas tortuosidades sube del profundo valle a la cumbre del monte, sigue intrépidamente su angustioso camino y va a su objeto con paso seguro sin arrepentirse ni detenerse. Al llegar al ángulo del monopolio, dirige hacia atrás una mirada melancólica y reflexionando hondamente, dice para sí misma:

El monopolio lo ha quitado todo al pobre mercenario; pan, vestido, hogar, educación, libertad y seguridad. Pondré a contribución el monopolio, y sólo a este precio le conservaré su privilegio.

La tierra y las minas, los bosques y las aguas, patrimonio primitivo del hombre, son frutos vedados para el proletario. Intervendré en su explotación, tendré una parte en los productos, y será respetado el monopolio de la tierra.

La industria se ha feudalizado; pero yo soy el soberano. Los señores me pagarán tribUto, y conservarán el beneficio de sus capitales.

El comercio exige del consumidor beneficios usurarios. Sembraré de peajes su camino, sellaré sus pagarés y sus letras, visaré sus envíos y dejaré que pase.

El capital ha vencido al trabajo con la inteligencia. Voy a abrir escuelas, y el trabajador, instruído a su vez, podrá a su vez ser capitalista.

Falta circulación para los productos, y la vida social está comprimida. Construiré caminos, puentes, canales, mercados, teatros y templos; y esto constituirá a la vez un trabajo, una riqueza, un medio de poner en circulación los productos.

Vive el rico en la abundancia, mientras llora el obrero de hambre. Estableceré contribuciones sobre el pan, el vino, la carne, la sal y la miel, sobre los artículos de necesidad y los objetos de lujo; y será esto una limosna para mis pobres.

Y crearé guardas para las aguas, los bosques, los campos, las minas y los caminos; enviaré recaudadores para las contribuciones, y preceptores para la infancia; tendré un ejército contra los refractarios, tribunales para juzgarlos, cárceles para castigarlos, y sacerdotes que los maldigan. Y todos esos empleos serán conferidos a proletarios y pagados por los hombres del monopolio.

Tal es mi voluntad eficaz y cierta.

Debemos ahora probar que la sociedad no podía pensar mejor ni obrar peor; lo cual será objeto de una revista que, así lo espero, arrojará sobre el problema social una luz completamente nueva.

Toda medida de policía general, todo reglamento de administración y de comercio, del mismo modo que toda ley tributaria, no es en el fondo sino uno de los innumerables artículos de esa antigua transacción siempre violada y siempre reanudada entre los patricios y los proletarios. Importa poco que las partes o sus representantes lo hayan ignorado, y hasta hayan considerado frecuentemente sus constituciones políticas desde un punto de vista enteramente distinto: no es al hombre, legislador o príncipe, a quien preguntamos el sentido de sus actos, sino a los actos mismos.

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