Índice de El falansterio de Charles FourierAnteriorSiguienteBiblioteca Virtual Antorcha

III

El falansterio.

Confieso que es anuncio muy inverosímil el de un procedimiento para asociar trescientas familias desiguales en fortuna y retribuir a cada persona, hombre, mujer, niño, según las tres facultades: capital, trabajo, talento. Más de un lector se creerá muy gracioso, diciendo: Que pruebe el autor a asociar tan sólo tres familias, de conciliar en un mismo departamento tres hogares en reunión socialista, en combinación de compras y gastos, y en perfecta armonía de pasiones, de caracteres y de autoridad; cuando haya logrado conciliar tres dueñas de casa asociadas, creeremos que puede lograrlo de treinta y de trescientas.

Reproduciré -porque es bueno repetir ciertas cosas- la respuesta que en otro lugar di a ese argumento: He observado que las economías no pueden surgir sino de las grandes reuniones. Dios ha debido de componer una teoría social aplicable a masas numerosas y no a tres o cuatro familias.

Una objeción más sensata en apariencia, y que será preciso más de una vez refutar, es la de las discordias sociales. ¿Cómo conciliar las pasiones, los conflictos producidos por el interés, los caracteres incompatibles, en fin, los disparates innumerables que engendran tantas discordias?

Se ha podido ver que hago uso de una balanza completamente desconocida y de cuyas propiedades no puede juzgarse hasta que no las haya explicado. La serie pasional contrastada no se alimenta sino de esos disparates que desorientan a la política civilizada; obra como el labrador que, de un montón de estiércol, saca gérmenes de riqueza; los detritus, el fango, el excremento y las materias inmundas que sólo servirán para ensuciar e infectar nuestras casas se convierten para él en fuentes de fortuna.

Si las pruebas socialistas han fracasado, es porque la fatalidad ha impulsado a todos los especuladores a operar con masas de gentes pobres a quienes se somete a una diciplina monástico-industrial, obstáculo principal para el juego de las series. En esta, como en toda cuestión, la sencillez extravía a los civilizados que, abortados sus ensayos de asociación pobre, no pueden concebir el éxito bueno de una asociación de ricos. Son verdaderos "lemmings ( ratas viajeras de Laponia) que prefieren ahogarse en un estanque, antes que desviarse en su camino, de la línea adoptada (1).

Se necesita para una Asociación de 1.500 a 1.600 personas un terreno de una legua cuadrada, o sea una superficie de seis millones de toesas cuadradas (no olvidemos que con el tercio basta para el método sencillo) (2).

Que el país esté provisto de una buena corriente de agua, cortado por colinas y propio para cultivos variados, cercano a un bosque y poco alejado de una gran ciudad, aunque lo bastante para evitar importunos.

La Falange de ensayo, estando sola y sin apoyo de falanges vecinas tendrá, por consecuencia de tal aislamiento, tantas lagunas de atracción, tantas calmas pasionales que temer en sus maniobras, que será necesario proporcionarle cuidadosamente el recurso de un buen local apropiado a las variedades de las funciones. Un país llano como Amberes, Leipzig, Orleans, sería del todo inconveniente y haría abortar muchas series, con igual superficie de terreno.

Será preciso, pues, buscar un país quebrado como los alrededores de Lausana o a lo menos un hermoso parque de agua corriente y bosque, como el que se extiende entre Bruselas y Halle. Un hermoso sitio cerca de París sería el terreno situado entre Poissy y Conflans o entre Poissy y Menlan.

Se reunirán mil quinientas o mil seiscientas personas de desiguales fortunas, edades, caracteres y conocimientos teóricos y prácticos, graduando la desigualdad; se cuidará de que exista la mayor variedad posible, pues cuanto mayor variedad exista en las pasiones y facultades de los asociados, más fácil será armonizarlos en poco tiempo.

Se deben, pues, reunir en ese cantón de ensayo, todos los trabajos de cultivo practicables, incluso los de jardinería natural y de estufa; añádanse para los ejercicios de invierno y de los días lluviosos a lo menos tres manufacturas accesorias y además diversas ramas de práctica en ciencias y artes, independientemente de las escuelas.

Se deberá, ante todo, legislar sobre la avaluación de los capitales entregados accionariamente; tierras, materiales, rebaños, instrumentos, etc. Este detalle es uno de los primeros de que hay que ocuparse, creo, con objeto de su reembolso. Limitémonos a decir que se acreditarán todas esas entregas con acciones y cupones de acciones transferibles.

Una gran dificultad que superar en la Falange de ensayo, será la de llegar a formar los vínculos de alta mecánica o colectivos de las series, antes de que termine el estío. Será preciso, antes de que vuelva el invierno, llegar a ligar pasionalmente la masa de los asociados, conducirlos a la abnegación colectiva e individual para el sostenimiento de la Falange, y sobre todo para el acuerdo perfecto en el reparto de los beneficios en razón a las tres facultades: Capital, Trabajo, Talento.

Esta dificultad será mayor en los países del Norte que en los del Mediodía, por la diferencia del tiempo que dura el ejercicio agrícola; de cinco a ocho meses.

Una Falange de ensayo, como no puede principiar sino con los trabajos agrícolas, no entrará en ejercicio hasta el mes de mayo (en un clima a los 50 grados), como los alrededores de Londres o París; puesto que necesita, antes de que cesen esas faenas, antes de octubre, llegar a formar los vínculos generales, los nudos armónicos de las series, y sólo tendrá unos cinco meses de pleno ejercicio en las regiones a 50 grados, lo que obliga a efectuar tal operación en muy corto plazo.

La prueba será, pues, mucho más cómoda en los países templados, como Florencia, Nápoles, Valencia, Lisboa (3) en los que pueden contarse ocho o nueve meses de pleno cultivo; y resulta tanta mayor facilidad para consolidar esos vínculos, cuanto que sólo se necesitan franquear tres o cuatro meses de calma pasional para que llegue la segunda primavera, época en la cual, al reanudar la Falange sus faenas agrícolas, reestrechará sus vínculos con mucha mayor actividad, dándoles un grado de intensidad muy superior al del primer año; entrará entonces en el período de consolidación y será bastante fuerte para evitar las calmas pasionales en el segundo invierno.

Se verá en el capítulo de las lagunas de atracción, que la primer Falange por causa de su soledad social y otras trabas inherentes al cantón de ensayo, tendrá que salvar doce obstáculos especiales, los cuales no existirán ya para las subsiguientes falanges. Por eso importaría mucho, en ese cantón de ensayo, contar con el auxilio de los cultivos prolongados, de ocho a nueve meses, como en Nápoles, Valencia o Lisboa.

En cuanto a la elección entre los pretendientes ricos y pobres, deberá hacerse, fijándose para ella en ciertas cualidades que la civilización considera viciosas o inútiles. Tales son:

La fineza del oído musical;

La cultura en el seno de las familias;

La aptitud para las bellas artes;

y seguir varias reglas opuestas a las ideas filosóficas:

Preferir las familias con pocos hijos;

Introducir un tercio de célibes;

Buscar los caracteres tildados de caprichosos;

Establecer la escala graduada en edades, fortunas y luces.

Dada la necesidad de la educación unitaria y la fusión de las clases con los niños, recomendé y reiteré como consejo, que se elijan para la Falange de ensayo familias cultas y educadas, sobre todo en las clases inferiores, ya que será preciso en los trabajos mezclar esta clase con la rica, y hacerles encontrar en tal amalgama un encanto, que dependerá en mucho de la cortesía de los inferiores. Por eso, y salvo mejor elección, sería muy conveniente para el ensayo, los pueblos de los alrededores de París, Blois y Tours.

Continuemos con los detalles del ayuntamiento.

Deberá tener, a lo menos, las siete octavas partes de sus miembros entre agricultores y manufactureros; el octavo se compondrá de capitalistas, sabios y artistas.

La Falange estaría mal graduada, y sería difícil de equilibrar, si entre los capitalistas se hallasen varios ricos de 100.000 francos y varios de 50.000, sin fortunas intermedias. En tal caso, habría que procurarse capitalistas intermedios de 60, 70, 80 y 90 mil francos. La Falange mejor graduada en todo sentido, eleva la armonía social y los beneficios al más alto grado.

Creerán algunos que nuestros sibaritas no querrán asociarse con Bertoldo y la Marcolfa; lo están ya hoy, y creo haberlo hecho advertir en otro lugar. El rico, ¿no está hoy obligado a debate sobre sus intereses con veinte campesinos que tienen sus granjas y que se ponen de acuerdo para explotarlo? Es, pues, de hecho, socio de los campesinos, y está obligado a enterarse de los buenos y malos arrendatarios, a informarse de su carácter, de sus costumbres, de su competencia y de su solvencia. Está, pues, en sociedad muy directa y fatigosa con Bertoldo y la Marcolfa. En la Armonía, no será más que su socio indirecto, desembarazado de las cuentas de gestión que son arregladas por el regente, procurador y oficiales especiales, sin que el capitalista tenga necesidad de intervenir en ellas ni corra riesgo alguno de fraude. Será, pues, librado de los disgustos producidos por su actual sociedad con los campesinos; contrayendo una nueva, en la que no tendrá que facilitarles nada, y en la que no serán para él sino amigos oficiosos y desinteresados, con arreglo al régimen de las series y unión. Si en las festividades aparece a su cabeza, es que le habrá convenido aceptar el grado de capitán.

Así el argumento sobre repugnancias de asociación entre Creso y Juan Pueblo, ya asociados de hecho, no es, como los demás, sino una argucia sin sentido.

El edificio que habita una Falange no tiene ninguna semejanza con nuestras construcciones de la ciudad y campiña; y para fundar una gran armonía de mil seiscientas personas, no se podrá hacer uso de ninguno de nuestros edificios, ni aún de un gran palacio como el de Versalles, ni de un tan gran monasterio como el de El Escorial. Solamente podría aprovecharse uno u otro fundando una Armonía mínima de 200 o 300 y todo lo más 400 personas.

Los alojamientos, plantaciones y establos de una sociedad que opera por series de grupos, deben diferir prodigiosamente de nuestras ciudades y pueblos poblados por familias que no tienen ninguna relación socialista y que obran contradictoriamente: en vez de ese caos de casetas que rivalizan en suciedad y deformidad de nuestros pueblos (4) una Falange; se construye un edificio tan regular como lo permita el terreno. He aquí un esquicio de su distribución:

El centro del palacio o falansterio, debe dedicarse a las funciones apacibles, comedores, Bolsa, biblioteca, salas de reunión y de estudio, etc. En ese centro estará el templo, la torre del vigía, el telégrafo, las palomas mensajeras, el observatorio, la campana de ceremonias y el patio de invierno, adornado con plantas resinosas y situado al respaldo del patio principal.

Una de las alas debe reunir todos los talleres ruidosos, como carpintería, herrería, etc., y todas las reuniones infantiles que son tan bulliciosas en industria como en música. Se evitará con esta reunión uno de los más molestos inconvenientes de nuestras ciudades civilizadas, donde se encuentran en cada calle obreros de martillo, forjas o aprendices de clarinete, que rompen el tímpano de cincuenta vecinos.

La otra ala debe contener el hospedaje para viajeros, con salas de baile y de reunión de extranjeros a fin de que no asalten el centro del palacio, ni molesten la vida doméstica de la Falange.

El falansterio, o edificio de la Falange de ensayo, deberá constituirse con materiales de poco valor: maderas, hierro; porque, repito, que será imposible, en la primera prueba, determinar exactamente las dimensiones necesarias, sea para las series, bien para cada taller, almacén, establo, etc.

Un indicio del espíritu erróneo y de la impericia que reinan a este respecto, es que ley alguna no ha estipulado las obligaciones relativas sobre salubridad y embellecimiento.

Por ejemplo, que un municipio compre y derribe una manzana de casas ruinosas; ciertamente, las casas de los cuatro lados adyacentes ganarán en valor, porque el aire circulará sin estorbo y tendrán enfrente, en vez de ruinosas y sucias fachadas, una hermosa plaza con árboles y fuentes; habrán, pues, ganado considerablemente con esa demolición, y subido los alquileres respectivos en proporción. En buena justicia, deberían dar a la municipalidad una parte de sus beneficios, pues que les ha proporcionado un aumento de riqueza y de atractivo, esa transición del mal al bien.

Sin embargo, ley alguna les obliga a indemnizar con la mitad siquiera de ese beneficio obtenido. Lejos de ello, el propietario favorecido con esa mejora, no legará un óbolo a la municipalidad que lo enriqueció, y si aquélla le pide alguna subvención, alguna parte del beneficio, aunque sólo sea la cuarta, contestará irónicamente: Yo no he solicitado el derribo de esas casas que quitaban luz y aire a las mías; yo no debo indemnizar a la municipalidad por esos gastos de embellecimiento.

Jamás se ha soñado en la civilización con perfeccionar esa porción del vestido que se llama atmósfera, y con la cual estamos en continuo contacto. No basta modificarla en los salones de algunos ociosos, quienes, no por ello, al salir de ese hotel, dejarán de coger reumas y pulmonías. Es preciso modificar la atmósfera en sentido general, adaptado a todas las funciones del género humano; y esta reforma debe ser compuesta, llevada sobre lo esencial, o sea la gradación general de los climas, y sobre lo accesorio o gradación local, aún no conocida en nuestras capitales; pero se ve en París un bazar abierto titulado Palais Royal, cuyas cubiertas galerías no son ni calentadas en invierno ni refrescadas en verano. Es el superlativo de la pobreza en relación con el sistema socialista, en el cual, el más pobre de los hombres, tendrá calentadores y ventiladores, comunicaciones y tiendas al abrigo del calor y del frío, para todas las funciones, salvo algunas, como el correo, que es preciso hacer a pleno aire, cualquiera que sea la temperatura que reine; pero, sobre que la excepción confirma la regla, estas funciones se encargarán a individuos cuyos temperamentos se acomodarán a ellas y harán de ellas un juego por el gran beneficio que les proporcionarán.

Un armónico de los más miserables, sin un céntimo ahorrado, montará en carruaje en un pórtico templado y cerrado; se comunicará desde el Palacio a los establos por subterráneos bien pavimentados y cómodos; irá de su alojamiento a las salas públicas y a los talleres por calles abovedadas que serán calentadas en invierno y ventiladas en verano. Se pueden recorrer el mes de enero en la Armonía los talleres, establos, almacenes, salas de baile, de banquetes, de asambleas, Iglesia, etc., sin conocer si hace calor o frío, sin saber si llueve, nieva o ventisca: y los detalles que voy a dar sobre este particular me autorizan para decir, que si los civilizados en mi! años de estudios no han aprendido aún a alojarse, es poco sorprendente que no hayan llegado a saber dirigir y armonizar sus pasiones. Cuando fallan los más pequeños cálculos materiales pueden fallar mejor los grandes cálculos pasionales.

Esta comunicación abrigada, es tanto más necesaria en la Armonía, cuanto que los traslados son muy frecuentes, pues las sesiones de los grupos duran sólo una o dos horas. Si hubiera necesidad, en esos traslados, de una sala a otra, del establo al taller, salir a pleno aire, sucedería que en una semana de crudo invierno, los armónicos serían agobiados por reumas, fluxiones y pleuresía, cualquiera que fuese su vigor. Un estado de cosas que obliga a tan frecuentes traslaciones, exige imperiosamente comunicaciones abrigadas y esta es una razón para que sea difícil organizar en un monasterio la menor de las armonías, la del grado mínimo K, y eso que ésta sólo emplea gente de la clase más baja, ya bastante curtida contra las inclemencias del aire.

La calle-galería o Peristilo continuo está colocada en el primer piso. No puede adaptarse al piso bajo, el cual es preciso penetrar en diversos puntos con arcadas de carruaje.

Los que han visto la galería del Louvre o Museo de París, pueden considerarla modelo de una calle-galería de la Armonía que será casi igual y colocada en el primer piso, pero con diferencia de luces y de altura.

Se debe adoptar la proporción de engranaje por medio de la cual, un hombre o mujer que habite en el centro, puede ser inferior en fortuna a otro que habita en las alas, puesto que las principales habitaciones de las alas pagarán 650 francos, mientras las últimas del centro, sólo pagarán 550. Este engranaje de los valores de locación progresivos, da relieve a las series extremas de las alas o alones y previene las distinciones de la escala sencilla, que serían muchas veces ofensivas para el amor propio, germen de discordia que no se podría evitar por completo.

Toda Falange agrícola establece en sus distribuciones de comestibles siete clases, que son:

1° El comando, aproximadamente. 50 individuos.

2° Enfermos y patriarcas, también 50 individuos.

3° Primera clase, aproximadamente 100 individuos.

4° Segunda clase, aproximadamente 300 individuos.

5° Tercera clase, aproximadamente 900 individuos.

6° Niños de 2 a 4 1/2 años, aproximadamente 100 individuos.

7° Los huéspedes, forasteros, número ilimitado.

K. Un lote de animales que comen los desperdicios y sobras.

La suma de los individuos es de 1 500.

No hay que decir que los platos de la clase tercera, destinados al alimento del pueblo, superarán en delicadeza a los que hoy día deleitan tanto a nuestros gastrónomos. En cuanto a la variedad, no se la puede estimar en menos de 30 o 40 platos renovados por terceras partes todos los días, con una docena de bebidas diferentes y variadas a cada comida (5).

Se ve ya en nuestras ciudades un germen de hogar progresivo: los Círculos o Casinos de hombres y mujeres; los cuales hacen ya que se desierte de las insípidas veladas de familia, proporcionando a los asociados, por una insignificante cuota, bailes, conciertos, juegos, gacetas y comodidades que costarían cien veces más en cada casa particular. Cada placer, resulta allí económico de dinero y de fatiga; porque cuidan de los preparativos, socios oficiosos como en el menaje progresivo. Pero los Círculos o Casinos están sujetos a una igualdad, que impide el desarrollo de la ambición, mientras que el hogar progresivo, subdividido en grupos rivales y desiguales, abre un vasto horizonte a las tres intrigas ambiciosas de protector, protegido e independiente.

Maravilla pensar en los enormes beneficios que proporcionaría la reunión de trescientos hogares en un solo edificio, en el cual encontrarían habitaciones de diversos precios, comunicaciones abrigadas, mesas de varias clases, funciones distintas y, en fin, todo cuanto puede abreviar, facilitar y hacer amable los trabajos.

Abordemos los detalles. Examino las ventajas del granero y bodega comunes en primer término.

Los 300 graneros, que emplean hoy 300 familias de aldeanos (1.500 a 1.600 personas) , serán reemplazados por un granero vasto e higiénico, dividido en compartimentos especiales para cada artículo y hasta para cada variedad de artículo. Se podrían reunir en él todas las ventajas de ventilación, sequedad, calor, exposición de los productos y otras con que no puede soñar el labrador lugareño, porque, a veces, hasta su choza se encuentra mal situada y en malas condiciones para conservar los comestibles. Una Falange, en cambio, escoge el local más favorable y conveniente, tanto para el conjunto como para los detalles: graneros, bodegas, etc.

Los gastos de ese vasto granero, paredes, techos, carpintería, puertas, poleas, vigilancia de incendio, garantía contra insectos y roedores, etc., serían apenas la décima parte de lo que cuestan esos 300 graneros particulares, limitados a un solo piso, cuando se podrían hacer tres bajo el mismo techo. El granero socialista no emplearía más de diez puertas en vez de las 300 necesarias a los de los lugareños. Y así lo demás.

Sobre todo en las precauciones contra incendios, contra la epizootia y las pérdidas, es donde el beneficio resultaría colosal. Toda medida de seguridad general es impracticable entre trescientas familias civilizadas, las unas pobres, otras mal intencionadas o malévolas. Así se ve cada año, la imprudencia de un vecino incendiar toda una manzana, o infectar por el contagio todo el ganado del país.

Las precauciones contra los insectos y animales dañinos resultan también ilusorias en nuestros pueblos, porque la masa general no coopera con su esfuerzo al bien común; así las batidas a los lobos, no impiden que esos animales funcionen. Si a fuerza de cuidados destruís las ratas de vuestros graneros, los asaltarán muy pronto las de los vecinos, y de los campos no purgados con medidas generales y enérgicas, que son imposibles en la civilización, donde no se puede ni aún efectuar el hormiguicidio ordenado por los alcaldes todos los años, y nunca ejecutado. En las regiones cultivadas socialmente no habrá hormigas. Este insecto desaparecerá al cabo de tres años de explotación combinada.

La gestión combinada produce una multitud de economías sobre los derroteros que hoy creemos más productivos. Por ejemplo: trescientas familias de una aldea agrícola, envían a las Lonjas y a los mercados, no una vez, sino veinte veces, en el transcurso de cada año. Al campesino le agrada holgar en ferias y tabernas; aunque sólo tenga que vender una fanega de habas, va a pasar un día en la ciudad; lo que resulta para las trescientas familias una pérdida anual de 6.000 jornales, sin contar los gastos de carruaje, veinte veces mayores que los de la Asociación. Esta vende sus artículos en grandes partidas, pues en el orden socialista no se adquiere más que para falanges de mil quinientas personas aproximadamente.

Ahorrando la complicación de venta, el abuso de enviar trescientas personas al mercado en vez de una sola, y hacer trescientas negociaciones en vez de una sola, ahorra del mismo tiro la complicación de empleados. Si un cantón vende 3.000 quintales de cereales a otros tres cantones, los cuidados de transporte y depósito no se extenderán a las novecientas familias, sino a tres solas. Así, después de haber ahorrado en la venta el 99 por 100 del trabajo distributivo, se renovará el ahorro en el empleo y gestión del consumidor. Será, pues, una economía dos veces repetida de 99 por 100. ¡Cuántas como éstas han de realizarse ...!

Observemos a este respecto que las economías socialistas son casi siempre de índole compuesta, como ésta que, al ahorro de los gastos del vendedor, añade el de los gastos del comprador o consumidor.

Pasemos de los granos a los líquidos. Los trescientos hogares aldeanos tienen trescientas bodegas con sus correspondientes cubas y toneles, cuidados ordinariamente con tan poca destreza como conocimiento. La lástima es mucho mayor en las bodegas que en los graneros, pues la conservación del líquido es más delicada y peligrosa que la del sólido.

Una Falange, bien para sus vinos, bien para sus aceites y leches, sólo tiene un depósito.

En cuanto a los envases, bastará una treintena de grandes pipas, en vez del millar de toneles que emplean las trescientas familias civilizadas. Habría, pues, además de la economía del 90 por 100, sobre el edificio, una economía de diecinueve vigésimos sobre el tonelaje o envases, objetos muy costosos y doblemente ruinosos para nuestros cultivadores; que a menudo, con grandes gastos, no saben mantener la salubridad en sus bodegas y exponen el líquido a la corrupción por mil faltas que evitará la gestión socialista.

La enología es, de todas las ramas de la industria agrícola, la que menos conocen los civilizados. Es imposible a los campesinos, y aun a los buenos propietarios, dar al vino los cuidados convenientes.

En el otoño de 1819, el establecimiento en que yo me hospedaba perdió más de diez mil toneles de vino, que se avinagraron porque sus cualidades especiales requerían tres clases de cuidados que es imposible darles en la civilización:

1° Buenas bodegas situadas en local oportuno, sea sobre rocas, bien sobre terreno agotado, y bien expuestas al Norte. ¿Puede realizar esto el labriego? Ni aún el propietario, pues usa su bodega tal como el azar se la dió.

2° Refrescamiento diario de las bodegas y envases. No se toman en pueblo alguno tales precauciones, pues el campesino carece para ello de tiempo, de talento y de medios. Sólo una serie pasional de bodegueros puede emprender semejantes trabajos.

3° Encabezado de los vinos flojos con cualidades fuertes que les den fuerza. Ni el labriego, ni el colono pueden soñar en procurarse vinos fuertes en Portugal, España, Calabria, Chipre, etc. Una Falange que trata para mil quinientas personas, tiene correspondencia con todos los países, y se procura fácilmente, por el modo comercial verídico, todos los comestibles necesarios y de la calidad que los desea.

Todos estos contratiempos que paralizan la agricultura civilizada, no existen entre los armónicos. Por otra parte, las cosechas son hechas gradualmente, y cuando se evita el mezclar lo verde, lo maduro y lo pesado, se deja mucho menor resquicio a los gérmenes corruptores; en todo caso, una Falange los previene y los evita, aplicando a cada trabajo grupos especiales y entusiastas, ahorrando los desperdicios que nuestros estadistas olvidan de tomar en cuenta.

No hay economía reconocida como más urgente que la del combustible; ésta resulta enorme en el estado socialista; una Falange no tiene más que cinco cocinas en vez de trescientas, a saber:

La del comando, o extra;

La de primera, segunda y tercera clases;

La preparación para los animales.

Su unión hace que puedan subsistir con tres grandes hogares, en vez de los trescientos hornillos de las cocinas de una aldea, resultando una economía de nueve décimas de combustible.

No es menos enorme la economía en el calórico. Al tratar de las series pasionales veremos que sus grupos, sea en la relación industrial, ya en la de placer, bailes, etc., se ejercitan siempre en reuniones numerosas y en salas comunes que se caldean por medio de vapor a la temperatura necesaria. Por eso los fuegos particulares son muy raros. Como nadie entra en su habitación sino para acostarse, únicamente en el rigor del invierno se enciende un pequeño brasero que dura muy poco rato.

Por otra parte, el frío es insensible en el interior del Falansterio donde, tanto en salas y talleres como en las galerías cubiertas, reina una agradable temperatura, estando todo el interior del edificio al abrigo del aire.

Acabo de pasar revista a algunos de los ahorros socialistas; su examen sucesivo da siempre una disminución de tres cuartos, nueve décimos y hasta el 99 por 100. Se ha visto hace poco, a propósito de los mercados, compras y ventas de comestibles y hasta de pequeños objetos, que hoy no se dignan tener en cuenta los civilizados y que resulta de gran importancia cuando la economía resulta de 99 por 100 o aunque sólo sea de 49 por 50 como en las lecherías. Si una villa es vecina de la ciudad, veremos a las trescientas familias enviar cien vendedoras con cien cántaros de leche cuya venta y viaje hacen perder cien mañanas a esas mujeres. He observado que se las puede reemplazar por un carro conducido por un macho y guiado por una mujer, lo que da un beneficio de 49 por 50. El ahorro resulta doble si se considera que esa mujer distribuyendo la leche en dos o tres talleres (llamados hogares progresivos que constituirán el régimen socialista de las ciudades) podrá estar de vuelta en la mitad menos del tiempo que emplearían las cien lecheras; es un beneficio de 99 por 100 sobre el tiempo y los agentes.

Las economías que acabo de citar son todas relativas a trabajos conocidos y practicados ya; podría enumerar una multitud de otros que versarán sobre trabajos evitados; yo las denominaría. economías negativas, en oposición a las precedentes que son positivas o trabajo abreviado sin supresión de servicios.

Definamos algún trabajo evitado o economía negativa de la asociación; hay una inmensa, que es la de las precauciones contra el latrocinio.

El riesgo del robo obliga a las trescientas familias de una aldea, o a lo menos a las cien familias más acomodadas, a un gasto improductivo de cien tapias de cerco, cerraduras, barras de hierro para atrancar las puertas, perros, vigilantes diurnos y nocturnos, y otros medios de defensa contra el ladrón. Ese inútil y dispendioso gasto sería suprimido por la asociación, que tiene la propiedad de prevenir toda ratería y dispensar de toda precaución contra ese peligro, como se verá más adelante.

En las relaciones socialistas será imposible al ladrón sacar partido del objeto robado, si éste no es dinero; y en ese caso, un pueblo que vive cómodamente y está imbuído de sentimientos honrados, no forma propósitos de robo. Se demostrará que los niños, tan esencialmente ladrones de fruta, no tomarán, en el socialismo, una manzana del árbol.

Analicemos, en cuanto a la fruta solamente, las molestias del robo. Cada uno ha podido ver en las ciudades populosas, los mercados atestados de fruta verde. Si se pregunta a los campesinos la razón, reprochándoles ese asesinato vegetal, responden: ¡Si espero a que estén maduras, me las robarán ...! Hemos visto que ese robo vicia las cualidades de los vinos por efecto de la cosecha íntegra y simultánea. Eso perjudica también a los demás frutos, obligando la cosecha. prematura. Por causa de no hacer la cosecha en tiempo oportuno para evitar la mezcla de lo verde, maduro y pasado, se hace difícil y aún imposible, conservar las frutas. Este defecto concurre, con la falta de buenos frutales y procedimientos científicos, a reducir a un vigésimo la cantidad de los frutos conservados, y en la misma proporción su cultivo.


Notas

(1) Se ha propagado que yo hice un ensayo en Condé S. V., y que no habia resultado. Es una calumnia. Nada hice en Condé porque el arquitecto que allí dominaba no quiso admitir nada de mi plan. Era un espíritu de contradicción, que rechazaba todo cuanto de él no procedía; un anglómano a machamartillo, que no quería sino lo que había visto en Inglaterra, o mejor, sus fantasías mudables de la noche a la mañana.

En vano le observé que él no pudo haber visto en Inglaterra edificios distribuidos para la industria ejercida por series de grupos, pues que no existe en parte alguna; no tomó en cuenta mis observaciones y tras de cambiar veinte veces de plan y de estilo comenzó a construir una gran rapsodia provisional en un terreno fangoso y más bajo del nivel de las aguas. No podía yo adherirme a ese pastel arquitectónico que de nada hubiera servido, sino para disgustar a los visitantes, impedir sus adhesiones y hacer fracasar la obra, y abandoné la partida, no mezclándome ya en nada para no comprometerme, pareciendo cooperar a la organización de ese ensayo, pues la descabellada construcción carecía de toda utilidad para el mecanismo socialista. (Nota de C. Fourier).

(2) Habia prometido un articulo muy detallado sobre las aproximaciones del mecanismo socialista; compañías poco afortunadas podrán desear fundarlo en pequeño; es la manera favorita de los franceses: vacilar, tantear. La mayoría opinará por un ensayo reducido a la mitad: 900 personas; o al tercio: 600.

Les observo que reduciendo un mecanismo se falsea el sistema, si no se conservan todas las piezas. Sabemos reducir un inmenso reloj de torre a un relojito de una pulgada de diámetro, pero este reloj contiene todas las piezas del grande. Luego el sistema, aunque reducido, no cambia.

No sucede lo mismo con un mecanismo de pasiones; para reducirlas en la proporción de un reloj de catedral a uno de bolsillo, serían precisos hombres en miniatura, liliputienses de medio pie de altura y vegetales y animales en proporción; pero no menor número de piezas. (Nota de C. Fourier).

(3) La creación da a cada parte del mundo un hogar o sede central del gobierno unitario. El nuestro es Constantinopla, ciudad favorecida con todas las perfecciones:

Embocadura de un soberbio e inmenso río salado, que permite la navegación de los mayores buques; y que no forma ni aluviones ni deltas.

1° Puerto gigantesco tan cómodo como magnífico.

2° Riachuelo de aguas purísimas, en la cima del puerto y que basta para las necesidades.

3° Exclusas que permiten limpiar el puerto y elevar las aguas.

4° Situación central.

5° Situación al alcance de los productos de todas las zonas.

6° Cruzado por toda clase de comunicaciones marítimas y terrestres.

7° Belleza suprema en puntos de vista y horizontes.

Clima el más propio y agradable, una vez corregida la temperatura por el cultivo general y la transformación de los vientos periudiciales del Mar Negro, producidos por el estado inculto del E. y N.

Dotado de tantas ventajas, ese local será el elegido para capital del Globo desde la tercera generación de la Armonía, una vez reconstruída la ciudad y distribuída en falanges urbanas, que no querrán nuestras malsanas habitaciones. (Nota de C. Fourier).

(4) El principio de propiedad simple es el derecho de molestar arbitrariamente los intereses generales para satisfacer fantasías individuales. Asi se ha concedido plena licencia a los vándalos que, por seguir su fantasia, comprometen la salud y el embellecimiento públicos con construcciones grotescas, caricaturas más costosas a veces que un hermoso y buen edificio. Frecuentemente, esos vándalos, por avaricia asesina, construyen casas malsanas y desprovistas de aire, o amontonan económicamente hormigueros de populacho; ¡y se decora todavia con el nombre de libertad esas indignas y matadoras especulaciones ... ! Tanto valdria autorizar los charlatanes que abusan de la credulidad del vulgo ejerciendo la medicina sin conocimiento alguno. Pueden decir también que hacen valer su industria, que hacen uso de los derechos imprescriptibles. (Nota de C. Fourier).

(5) Un padre de familia dice al leer esto: Mi mayor gusto es el de comer con mi mujer y mis hijos, y suceda lo que quiera, conservaré esta costumbre que me agrada. Es un error; le agrada hoy porque no tiene cosa mejor, pero cuando haya gozado por dos días las costumbres de la Armonía y haya mordido el anzuelo de los atractivos e intrigas de las series, querrá comer con sus compañeros y dejará de hacerlo con su mujer y sus hijos, quienes, por su parte, no pedirán cosa más agradable para ellos que librarse de las tediosas comidas de familia. (Nota de C. Fourier).

Índice de El falansterio de Charles FourierAnteriorSiguienteBiblioteca Virtual Antorcha