Índice de El falansterio de Charles FourierAnteriorSiguienteBiblioteca Virtual Antorcha

IV

De las series y de los grupos.

¡Una teoría de grupos ...!

Y ¿con qué objeto? Con el de enseñar el procedimiento para establecer el vínculo socialista, tan impracticable según las costumbres civilizadas. No se puede organizarlo sino por el empleo de grupos y series; de grupos industriales de cortas sesiones; no hay otro medio.

Es suficiente decir para que se comprenda la atención que merece este punto, base del edificio, No se podría, sin la lectura de este capítulo, pasar a la del tratado.

Los grupos o modos elementales de las relaciones sociales son cuatro, en relación con los elementos materiales del Universo. He aquí el cuadro analógico:

Grupos mayores: De amistad (afección unisexual) ... Elemento: Tierra.

De ambición (afección corporativa) ... Elemento: Aire.

Grupos menores: De amor (afección bisexual) ... Elemento: Aroma.

De familia (afección consanguínea) ... Elemento: Fuego.

Eje: Uniteísmo o fusión de los vínculos ... Elemento: Fuego.

El grupo eje no es más que un vínculo compuesto y no elemental; es aplicable a cada uno de los otros cuatro.

No se puede descubrir otros vínculos para el hombre social. Si no forma en ninguno de esos cuatro grupos resulta, como el salvaje de Aseyron, una bestia con figura humana, No hay progresos sociales hasta no llegar a formar uno, o dos, o tres, o cuatro grupos, Es preciso empezar, pues, por el análisis de los grupos el estudio del hombre social, completamente descuidado hoy, dígase lo que se quiera.

Los sentidos no están aislados de los resortes de sociabilidad, porque el más influyente de ellos, el gusto, necesidad de alimentarse, arrastra a la antropofagía. La sociabilidad depende, pues, de la formación de los grupos o ligas pasionales.

Los cuatro grupos ejercen alternativamente influencia en las cuatro fases de la vida, cada uno domina en una de las fases, según el siguiente cuadro:

Dominio alternativo de los grupos

En la fase anterior o infancia ... de 2 a 15 años: la amistad.

En la fase citerior o adolescencia ... de 16 a 35 años: el amor.

En la fase doméstica o virilidad ... de 36 a 45 años: amor y ambición.

En la fase ulterior o madurez ... de 46 a 65 años: la ambición.

En la fase posterior o vejez ... de 66 a 80 años: la familia.

Dicha sucesión de influencia corresponde a la de capullo, flor, fruto, grano, las cuatro edades de la vegetación.

Este cuadro no necesita comentario. No se podría comprobar que el amor no predomina en la adolescencia, así como la amistad en la infancia y la ambición en la madurez; de igual modo la vejez, aislada del mundo, se reconcentra en los afectos de la familia, por inhabilitación de las otras tres; aún de la amistad, ya que frecuentemente se reprocha a los ancianos civilizados de desconfianza para entregarse a la amistad, por predominar en ellos el egoísmo que es contrario a aquélla (1).

Hay grupos armónicos y subversivos.

El armónico es una reunión completamente libre y ligada por uno o varios afectos comunes a los diversos individuos de que se compone el grupo.

Si es armónico, la dominante o pasión real es conforme a la tónica o pasión ostensible.

El grupo es subversivo cuando la dominante es distinta de la tónica.

Ejemplo: nada más común que las reuniones de pretendidos amigos, petrificados por el egoísmo, no teniendo de la amistad más que una máscara, ni otro móvil real que el interés. Tales son las reuniones de etiqueta donde no se alcanza a ver ni la sombra del desinterés que se afecta. Cada uno concurre con miras particulares de ambición, de galantería, de glotonería, proclamando alto que es la amistad más pura su único móvil.

Estos grupos tienen una dominante en contradicción con la tónica. En efecto: su tónica o pasión ostensible es la amistad, y su dominante o resorte real es el interés personal.

En tónica una asamblea de políticos pretenden no amar sino a la patria, la fraternidad y la salud del pueblo soberano. En dominante no son movidos sino por el deseo de enriquecerse y de monopolizar las funciones administrativas.

La contradicción entre la tónica y la dominante, constituye el grupo subversivo que es el general en la mecánica civilizada. Los cuatro grupos son comúnmente subversivos y casi nunca armónicos o movidos por pasiones que sean a la vez dominantes y tónicas.

Los grupos regulares o armónicos, los que tienen la dominante conforme a la tónica, deben llenar los tres requisitos siguientes:

1° Asociación espontánea sin vínculo obligado y sin otro compromiso que el de las conveniencias.

2° Pasión ardiente y ciega por una función industrial o de placer común a todos los congregados.

3° Abnegación sin límites a los intereses del grupo; disposición a sacrificarse para el sostenimiento de la pasión común.

Esta abnegación debe reinar hasta en el grupo familiar; el único de los cuatro que tiene el vínculo inmutable materialmente; será preciso en la Armonía que este vínculo forzoso de la sangre, sea conducido por afecto a la espontaneidad; que sea apasionado entre los consanguíneos como entre los adoptivos (2).

Dediquemos ahora una página a las nociones elementales del resorte de la Asociación en lo referente a la serie de grupos o pasional. Es una liga de diversos grupos de los cuales cada uno ejerce alguna especie en una pasión de género. Veinte grupos cultivan veinte clases distintas de rosas, formando una serie de rosistas en cuanto al género y de rosistas blancos, rosistas amarillos, rosistas rojos, etc., en cuanto a las especies. Es la única palanca que se emplea en la Asociación.

En toda asociación numerosa se necesita clasificar a los trabajadores por grupos homogéneos en gustos y afiliarlos en series ascendentes y descendentes, a fin de desarrollar las indicaciones de cada uno, y que surja la acumulación metódica de los contrastes.

La acumulación, el perfeccionamiento industrial y, por consecuencia, los beneficios, aumentan en razón de la exactitud que se ponga en escalonar los grados de las inclinaciones y formar de cada grado tantos grupos como los de que se componga la serie.

Una serie apasionada es una liga de tantos grupos, escalonados en orden ascendente y descendente, reunidos apasionadamente por identidad de gusto para alguna función, como el cultivo de la fruta, y afectando un grupo especial a cada variedad de trabajo que contenga el objeto a que se dedica. Si cultivan los jacintos o las patatas, se deben formar tantos grupos como variedades de jacintos o patatas sean cultivables en aquel terreno.

Estas distribuciones deben estar reguladas por la atracción; cada grupo sólo debe componerse de sectarios, comprometidos por pasión, sin recurrir a los vehículos de necesidad, razón, moral, deber y obligación.

Nada menos fraternal y menos igual, que los grupos de una serie apasionada. Para su equilibrio, necesítase que reuna y asocie extremos en fortuna, en inteligencia, en carácter, etc.; como el millonario y el hombre sin patrimonio, el fogoso y el pacífico, el sabio y el ignorante, el anciano y el adolescente; de esta amalgama resulta nada menos que la igualdad.

Otra condición es que los grupos de cada serie estén en irreconciliable rivalidad. Que se critiquen o censuren sin piedad los menores detalles de su industria, que sus pretensiones sean incompatibles y contrarias a la menor fraternidad; que organicen, por el contrario, escisiones, envidias e intrigas de todo género. Un régimen tal; estaría tan lejos de la fraternidad, como de la igualdad, y sin embargo, de ese mecanismo surgirá la libertad sobrecompuesta que está en plena oposición con las doctrinas filosóficas. Estas ordenan el desprecio de las riquezas pérfidas y el fomento del tráfico arbitrario o libre mentira; el orden socialista o libertad sobrecompuesta exige, por el contrario, el amor a las riquezas y al lujo, la extirpación de la mentira comercial y la garantía de verdad en las transacciones.

El estado filosófico o civilizado conduce a la riqueza por la práctica de la mentira y a la ruina por la práctica de la verdad; el estado socialista conduce a la riqueza por la práctica de la verdad y a la ruina por el uso de la mentira.

La filosofía quiere, en el régimen doméstico e industrial, la reunión menor posible, limitado a un hombre y una mujer; el socialismo quiere, en el régimen doméstico, la reunión mayor posible, que alcance a 1.500 personas, las que, en vez de tedio conyugal, las monotonías civilizadas y la fraternidad republicana, deben obrar por:

Intrigas celosas y rivalidades patentes, según las leyes de la décima pasión, llamada intrigante o disidente;

Variedad frecuente y habitual de las funciones, según la undécima pasión: Voluble o alternante;

Fogosidad industrial, entusiasmo general, según la duodécima pasión denominada compuesta o coincidente.

Si la escala de gustos está bien establecida, cada uno de los grupos está en escisión con sus contiguos, sea en la serie de doce grupos: A, B, C, D, E, F, G, H, I, J, L, M, N.

El grupo G está en desacuerdo con los grupos F y H, cuyos gustos juzga muy defectuosos, y en semi-desacuerdo con los sub-contiguos E, I, no comienza a entrar en afinidad sino con D, J, C, L, E, M, que resúltanle un tercio, un cuarto y un quinto simpáticos; pero los grupos vecinos en la escala, son antipáticos en la industria, celosos, se disputan la fama. Es la imagen de las escalas musicales, una nota no acuerda con las contiguas.

Sólo a este precio se hacen nacer los sublimes acuerdos descriptos y cuya propiedad es absorber el egoismo y las discordias individuales en los acuerdos de las masas; propiedad cuyos usos especiales, en el régimen socialista, he explicado con frecuencia.

Para obtener un éxito pasional o mecanismo apasionado hace falta poner en juego una masa de series lo menos de 50 y lo más de 500, y abreviar de tal modo las sesiones, que cada asociado pueda figurar en un gran número de series, 50 o 100 si se puede; y engranarlas entre sí: es la condición sine qua non.

Para cumplirla, se necesita especular con el número. Si tal trabajo cuesta cincuenta horas a un jardinero, poned cincuenta hombres y lo realizarán en una hora; así, cada uno de ellos podrá en las cincuenta horas ocuparse en cincuenta funciones y no en una. Sobre este engranaje o variedad de funciones, reposa todo el mecanismo de las series apasionadas y de sus brillantes propiedades. ¿Qué hay de asustador en esta doctrina, si es la del placer?

He ahí la doctrina de las series que los alarmistas creen tan asustadora. Se limita a observar cómo tres pasiones ponen en acuerdo y en discordia aprovechándose de ello, a una veintena de grupos. Se han perdido tres mil años en buscar el medio de acabar con las discordias y fraternizar al género humano; ¿no se podrá conceder tres horas al arte de utilizar esas discordias puesto que está visto que no se pueden destruir? Dios no las habría creado si no las hubiese juzgado necesarias como alimento de la décima pasión.

Se admite toda manía inocente en la categoría de impulso loable y armónico, siempre que los maníacos puedan reunir un núcleo de series compuesto de nueve personas a lo menos y distribuído en grupo regular como los demás.

Por ridícula que sea una fantasía, obtiene patente de pasión útil y respetable, si puede contar con esa reunión corporativa; tiene derecho de bandera en sus reuniones, derecho de distintivo entre sus sectarios y lugar honorable en el ceremonial de tal grado, provincia o región, si no puede figurar en el de Falange.

Así Dios suele ir al objeto de la unidad por la doble vía: de los infinitamente pequeños como de los infinitamente grandes, del infinito ridículo, como de lo infinito sensato.


Notas

(1) Es un chocante liberalismo el que quiere todo para sí y nada para los otros. Tal sucede con los testamentos civilizados: dan todo a la familia como si no hubiera otras clases dignas de liberalismo. El sacerdote ha tenido el buen sentido de alzarse contra ese egoísmo familiar, comprometiendo a los testadores a legar algo a las parroquias, hospicios, monasterios, etc.

Los pretendidos liberales deberían propagar esta disposición en sentido amistoso, llevando la idea de hacer legados a las corporaciones de sabios y artistas, a los ayuntamientos para obras públicas y embellecimiento de las ciudades. Un célibe o casado opulento, cuya familia disfruta de todas las comodidades, testando exclusivamente en favor de ella, resulta imperdonable. (Nota de C. Fourier).

(2) Nuestros legisladores quieren subordinar el sistema social al último de los cuatro grupos: el de la familia, que Dios ha exclúído casi del todo de influencia en la Armonía social, porque es un grupo de vínculo material o forzado y no un ayuntamiento libre, apasionado, disoluble a voluntad.

¡Digno de las gentes que, en todos sus cálculos, están en contra de la naturaleza, tomar como eje del mecanismo social aquél de los cuatro grupos que debe tener menos influencia puesto que se forma sin libertad ...! En la Armonía no tiene empleo activo más que en el caso en que sea absorbido por los otros tres y obre en tal sentido.

Toda obligación engendra la falsedad, y por lo tanto, no siendo ni libre ni soluble el grupo de familia, no puede eximirse de la regla. Así vemos que no hay nada más falso que las dos sociedades, civilizada y material, en que domina ese grupo. La sociedad bárbara más sanguinaria, más opresora que la nuestra, es sin embargo menos falsa por estar menos influída del grupo de familia que es uno de los mayores gérmenes de falsía que existen. A título de lazo indisoluble está en abierta contradicción con el espíritu de Dios, quien sólo por la atracción o libertad absoluta de los vínculos y de los impulsos apasionados, quiere dirigir las relaciones sociales. (Nota de C. Fourier).

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