Índice de Psicología del socialista-anarquista por A. Hamon | Capítulo VI: Del sentimiento de justicia | Capítulo VIII: De la curiosidad de conocer | Biblioteca Virtual Antorcha |
---|
CAPÍTULO VII
Del sentido de la lógica
Creemos que una verdad sólo tiene valor cuando se ha evidenciado por sí misma, cuando se ve todo el orden de ideas al cual está unida.
E. Renan.
Littré define la lógica de la siguiente manera: raciocinio eslabonado, ordenación de las ideas. El sentido de la lógica es, por consiguiente, la facultad de encadenar el raciocinio, de tener ordenación de las ideas. Nosotros no formamos ninguna hipótesis sobre la exactitud o inexactitud del principio de partida del raciocinio.
¿Posee el sentido de la lógica el socialista-anarquista? ¿Viene este carácter psíquico a agregarse a los que hemos encontrado que forman la mentalidad filosófica de los adeptos de los Reclus, Bakunin, Malatesta, D. Lum, etc.?
Si se leen con atención los libros de doctrina y de propaganda socialista-anarquista, se observa cuán a menudo sus autores emplean las palabras lógica y lógicamente. Esto parece indicar que pretenden desarrollar en sus lectores el poco frecuente sentido de la lógica. No quieren, en nombre de una entidad cualquiera, obligar a creer; quieren convencer y conducir al individuo a que vea por sí mismo la verdad de lo que enseñan. Estos teóricos se esfuerzan en ser lógicos, en hacer un llamamiento a la lógica de sus lectores, en hablar en nombre de la lógica.
En apoyo de esta opinión, damos como testimonio los siguientes extractos de los libros y folletos socialistas-anarquistas:
Para que la iniciativa del individuo pueda adaptarse libremente a la acción de otros individuos, es necesario que sea consciente, razonada, basada en la lógica del orden natural de los hechos... solamente una discusión cerrada, lógica y precisa de las ideas, puede abrir el cerebro de los que han de adoptarlas y guiarles a reflexionar por sí mismos. De ahí nuestra manera de proceder que hace que, cuando tomamos una idea, en lugar de sacar de ella un fuego artificial de frases efectistas, la tomamos y damos vueltas bajo todos sus aspectos, la disecamos hasta sus últimos átomos, a fin de sacar toda la suma posible de argumentación... No insistiremos, pues, sobre lo que hemos dicho sobe su formación (de la propiedad); pero si los trabajadores fuesen lógicos, en lugar de ir a batirse por la patria... de los demás, principiarían por desembarazarse de los que les mandan y explotan, invitarían a hacer lo mismo a los trabajadores de las demás naciones y se unirían para producir y consumir a satisfacción suya... Esta conducta (de los anarquistas en tiempo de guerra) dependerá de las circunstancias, del estado de los espíritus y de una multitud de cosas que no nos es posible prever; sólo queremos tratar la cuestión bajo el punto de vista lógico, y la lógica nos responde que como las guerras se emprenden en provecho de nuestros explotadores, nosotros no debemos tomar parte en ellas... Nuestro ideal consiste en hacer obra menos grandiosa, menos brillante, pero más duradera. En lugar de limitarnos a cautivar a los individuos por el sentimiento, buscamos conquistarles especialmente por medio de la lógica y de la razón... En lugar de buscar creyentes queremos hacer convencidos. (Juan Grave. La Sociedad moribunda y la Anarquía, págs. 32, 138, 140, 293, 294.)
En la muy cercana paz de la naturaleza vencida, los hombres reconstruirán la única humanidad. En espera de que esto suceda, la alianza es fácil; las dificultades son ya menos urgentes; los hombres, cuando nada les separa, pueden verse y amarse ya. Frente al enemigo común pueden apoyarse mutuamente y organizar también la lucha. Añadimos que están en el deber de hacerlo. La asociación es un deber lógico. Es uno de los medios de expansión que la inteligencia impone a la voluntad. Siempre es la Razón -el yo definitivo- quien ordena; la ley está siempre dentro de nosotros, expresión simplemente sincera de nuestro Ser... El instinto no ha hecho más que confirmar la Razón; la sociedad actual fue una muy imperfecta realización de las imperiosas deducciones que actualmente puede percibir una lógica esclarecida. La anarquía admite la sociedad si es racional... la experiencia más constante y también las conclusiones ciertas de la mecánica, afirman el considerable doble valor de las fuerzas combinadas. La adición de los esfuerzos es una verdadera multiplicación... La sociedad es, por lo tanto, obligatoria... Es lógica, y, por consiguiente, moral. Debiera ser querida si no se adelantara a la voluntad; sería un deber si no fuese ya una necesidad...(Daniel Saurin. El orden por la Anarquía, págs. 69, 70, 71.)
Una cosa hay cierta y es: que el partido cuyos principios están basados en los hechos históricos y cuyos ideales tienen una base científica, es el único que puede lograr realizar estos principios y estos ideales. En este sentido, espero poder demostrar que el comunismo-anárquico está de acuerdo con el desenvolvimiento histórico que encierra la filosofía del siglo XIX y que ofrece una base científica al progreso continuo... La ley no es un elemento necesario de la sociedad humana. La naturaleza sociable del hombre, la acción de la población sobre los medios de subsistencia, impulsan a los hombres a asociarse para la satisfacción del deseo intuitivo de la compañía de sus semejantes; de ese modo se hacen capaces de someter las fuerzas de la naturaleza y de ayudarse para la producción suficiente a la satisfacción de las necesidades de la raza. Además, la ley, por una abstracta teoría del bien y del mal, trata al hombre como si viviera aislado, como si las fuerzas de la herencia, de la educación, del ambiente circundante social, etcétera, no tuvieran una parte en la génesis de sus acciones... La sociedad no existe a causa de, sino a pesar de la ley, cuya tendencia demasiado a menudo es contraria a la natural asociación, de la que pervierte y desmenuza los beneficios...(H. H. Duncan. A plea for Anarchist Communism, págs. 4, 11, 12.)
Hemos dicho, además, que el salariado, como específica forma del desarrollo social, cedería el lugar, por necesidad de la lógica, a formas más elevadas de la civilización... Ciertamente que no he dicho (en el mítin de Haymarked) que nosotros proponemos inaugurar la revolución social. Dejadme decir aquí: Las revoluciones obran como los terremotos y los ciclones. Las revoluciones son los efectos de ciertas causas y condiciones. Desde hace diez años que me he entregado al estudio especial de la filosofía social, y no pude haber dicho semejante contrasentido... En The Alarm, de enero de 1886, dije que: El socialismo es simplemente un resumen de los fenómenos de la vida social del pasado y del presente, resumen según sus causas fundamentales y de la lógica conexión de aquéllos... Esta socialización de los medios de producción, del terreno, etc., no es tan sólo una cosa deseable, es una imperativa necesidad. En toda la historia encontramos que, cuando una cosa se ha hecho necesaria, el próximo progreso la realiza a consecuencia de una necesidad lógica... (A. Spies.Defensa ante el tribunal, págs. 3, 4, 8, 9.)
Según nuestro vocabulario, anarquía es aquel estado de sociedad en el cual el único gobierno es la razón; en el cual todos los hombres hacen el bien por la simple razón de que es el bien y odian el mal porque es el mal... La anarquía es un sueño, momentáneo sueño, pero que se realizará. La razón cree, a despecho de todos los obstáculos...(Miguel Schwab. Defensa ante el tribunal. The Chicago Martyrs, págs. 15.)
Sobremanera nos gustaría aportar otras citas, pero son tan largas, que nos ocuparían demasiado espacio. El curioso que personalmente quiera convencerse de que las doctrinas socialistas-anarquistas están impregnadas del sentido de la lógica, puede leer los folletos de propaganda.
Que hojee, aunque sea rápidamente, el folleto de Daniel Saurin, El orden por la anarquía; los dos pequeños trabajos, obras maestras de claridad y precisión, que llevan por título Entre campesinos y Anarquía, de Enrique Malatesta; la despiadada crítica La sociedad moribunda y la anarquía, de Juan Grave, libro que hace pensar, según expresión de Clémenceau (1); la breve y amplia exposición de Kropotkin, Anarchist Communism; el sabio estudio de Ricardo Mella, La Anarquía; The Philosophy of Anarchism, de Alberto Parsons; las obras de Bakunin, etc. Que hojee algo de estos libros y no le quedará la menor duda de que la doctrina anarquista está impregnada de lógica. Los teóricos Reclus, Merlino, Malato, C. L. James, Faure, etc., son unos lógicos, se esfuerzan en desarrollar el sentido de la lógica en los que les siguen.
Que se encuentre falsa o verdadera la doctrina, poco importa; pero hay una cosa cierta, y es que representa un gran esfuerzo de lógica, que nadie podrá negar.
No obstante es necesario hacer una restricción: Hay más esfuerzo hacia la lógica, que lógica realizada. Si en la exposición negativa de las dotrinas, es decir, en la crítica de las formas sociales contemporáneas o pasadas la lógica es despiadada, sin defecto de ninguna clase, no se puede decir lo mismo de la exposición positiva de las doctrinas socialistas-anarquistas.
No es que ésta se halle del todo desprovista de lógica, pero es débil, y en el encadenamiento del raciocinio faltan a menudo algunos eslabones. Los autores se esfuerzan para obtener una lógica reconstrucción social, sin alcanzarlo. Dejan las riendas sueltas a la loca de la casa y entonces su imaginación les arrastra a su pesar. Su lógica, en lugar de ser cerrada, sin solución de continuidad, es descontinua, a saltos bruscos. Los raciocinios se eslabonan difícilmente, se percibe el esfuerzo, se ve que no siempre lo corona el éxito.
De un modo general se puede decir, que la doctrina socialista-anarquista es lógica o se esfuerza en serlo. Tiende a ser lógica, y, por consiguiente, a desarrollar en los que la adoptan el espíritu de la lógica.
Se concibe fácilmente que los adeptos de las teorías socialistas-anarquistas, al encontrar justas y buenas estas teorías con tendencias lógicas, deban poseer asimismo esta tendencia a la lógica. Autores y discípulos de una doctrina, están en necesaria correlación con esta doctrina; si ésta se halla impregnada de lógica, sus discípulos serán lógicos. No se concibe pueda ser de otro modo.
Racionalmente vémonos conducidos a afirmar la existencia en la mentalidad específica del socialista-anarquista del carácter: sentido de la lógica.
Como en las obras de teoría la lógica se ve influida por la imaginación, podemos deducir que en las mentalidades el sentido de la lógica estará modificado, atenuado por la sensibilidad y la pasión. De un modo general estará poco desarrollado, embrionario. El individuo tendrá el deseo de ser lógico, se dirigirá hacia este objetivo, se esforzará, pero sin lograrlo por completo. El sentido de la lógica estará en él, más en estado de aspiración, de porvenir, que en estado de realidad. Asistimos al desarrollo de un carácter psíquico, que tiende cada día más a extenderse y a caracterizarse netamente, pero que no llega a una caracterización clara y precisa, ni a una expansión considerable.
En suma, el método racional nos permite afirmar la existencia del sentido de la lógica en la mentalidad del socialista-anarquista, pero en un estado de desarrollo mínimo, casi embrionario.
¿Conduce el método positivo al mismo resultado? Estudiemos los siguientes extractos de las respuestas que recibimos de diferentes nacionalidades.
Mi carácter se distinguía... por sus audacias intelectuales, pero secretas, por el sentido de la lógica... Fue... violentando mi lógica irresoluta, como pude poco a poco persuadirme de que mi filosofía era libertaria...(A. Veidaux.)
Soy de una lógica muy cerrada; voy hasta el final del raciocinio, sin detenerme en el camino, sea cual fuere el atrevimiento fatal de las conclusiones. La mayor parte de mis críticos han comprobado esta excesiva lógica...(Q. 7.)
En aquellos tiempos, yo discutía con los anarquistas que me contradecían durante mis campañas electorales, y los encontraba más lógicos que mis amigos políticos, demasiado sectarios e inclinados a los odios mezquinos...(K. 11.)
Héme vuelto anarquista-comunista por el raciocinio, por la lógica. Me impresionó mucho el ejemlo y la obra de Tolstoi; su renuncia de la fortuna, de su situación, me parecieron justas y me pareció lógico seguir su ejemplo. Ser pobre voluntariamente... yo titubeaba, me faltaba valor. Despechado, entreguéme de nuevo al estudio de la medicina, pero siempre preocupado con la idea del sacrificio... Posesionéme de mí; había comprendido que, lógicamente, podía ser anarquista-comunista sin renunciar a mi situación, sin volverme pobre voluntariamente...(Dr. H. 6.)
Razones que ma han conducido a la anarquía: 5° la lógica, la honradez...(J. 5.)
Es tiempo de confesaros, señor, que aunque se me conceda un poco de buen sentido, juicio, clarividencia, tan extendidos en otros, mi espíritu no ha podido jamás acomodarse a las soluciones medias y que siempre à outrance, voy hasta el final de mis ideas, hasta su última consecuencia lógica... Cautivóme la anarquía desde que la conocí y hoy estoy plenamente satisfecho de esta doctrina absoluta, en la que mi pensamiento se siente en reposo al servicio de su lógico desarrollo...(Ph. D. 4.)
¿Cómo me volví anarquista? Fue por instinto, por razón, por necesidad... Se nos reprocha nuestro espíritu revolucionario... Contad más bien con el tiempo, se nos dice, con el progreso de la moral, de la ciencia y del arte, para mejorar la suerte de la sociedad. Pero los que gozan actualmente de las prerrogativas, quieren conservarlas y legarlas a sus descendientes. Para defender sus fortunas y sus privilegios, todos los medios les parecen buenos, hasta el crimen, que se contentan con disfrazarlo con el nombre de leyes. Y si las torturas de esta tiranía disimulada hacen estallar a veces hechos brutales, como el choque inflama la pólvora, ¿a quién echar la culpa? La lógica explica desde hoy la conducta de estos rebeldes, como la historia la disculpa con el ejemplo de numerosos antecedentes...(B. 2.)
Puedo añadir que antes de ser anarquista, fluctuaba entre cien sistemas filosóficos; hoy hegeliano, mañana pesimista, al siguiente católico, ¡qué sé yo! Estaba como un gallito entre las raquetas de aquellos fantasmas que juegan entre las ruinas. Desde que he comprendido, desde que ya no creo, desde que soy anarquista, en una palabra, he adquirido la luz interior, la convicción inquebrantable, la serenidad. Todos los días medito la Idea y siempre con mayor placer; todos los días se me ensancha el horizonte y el porvenir humano me parece más bello, porque veo que la anarquía no puede dejar de realizarse, porqu veo que asimismo que está realizada virtualmente, puesto que está en nosotros. Antes yo hacía actos de fe y despreciaba a mis semejantes; hoy razono y compadezco a los que están sepultados en las tinieblas de la ignorancia...(A. Retté.)
Soy anarquista de razón pura...(Séverin L.)
Creo que es el único estado racional de sociedad...(T. W. B. Turner.)
Porque no me contento con aceptar la opinión corriente sobre lo que pueda interesarme, sino que me veo impulsado a examinar los hechos por mí mismo, y su razón lógica, tanto como me es posible... Tuve la buena fortuna de trabar relación con dos sabios anarquistas. El uno, gracias a su espíritu de moralidad, me ilustró respecto al lado moral y emocional de la cuestión, mientras que el claro y lógico espíritu del otro me convencía intelectualmente...(H. 12.)
En esta época leí Dios y el Estado de Bakunin y tuve conciencia de que me impresionó enormemente la clara, intrépida y convincente lógica que demostraba para disecar nuestras instituciones políticas y sociales...
Soy anarquista porque creo que ningún otro estado de sociedad que no sea el anarquismo-comunista puede conducir a una conclusión lógica, justa y humana...(D. K. G. M. 17.)
Todo el progreso individual tiende hacia una división del trabajo cada día más acentuada. Cuanto más avanza el progreso, más la producción de las riquezas se convierte en una función social que requiere un número de individuos cada día mayor para cumplirla; siendo la producción una función social, su disfrute también debe serlo, porque es la correlación necesaria de la producción. Si el disfrute y la producción no se cumplen conjuntamente, la producción no da todos sus beneficios sociales. Esto es verdad, y el único camino para asegurar el goce social es la propiedad social, resultando que la propiedad común implica lógicamente la posesión común de las riquezas adquiridas por los miembros de la comunidad... (W. H. Van Ornum.)
Aunque devoto en una determinada época, una atenta observación de las diversas sectas, y el descubrimiento de contradicciones flagrantes en el libro sobre la autoridad en que se basa la fe cristiana, me condujeron de pronto a aceptar una especie de deísmo a lo Spinoza, pero al fin, por el proceso de un raciocinio lógico, convertirme en un ateísta... (O. Gutzkow.)
Precisamente porque la propiedad ha creado condiciones económicas que necesariamente han producido la explotación del hombre por el hombre. Por otra parte, las riquezas sociales pueden ser consideradas como el producto del trabajo de las generaciones pasadas y presentes. Es tan compleja esta labor que es de todo punto imposible limitar la parte de cada individuo. Según mi modo de ver, el comunismo es una cosa de derecho y de razón. Actualmente es también una cosa necesaria. La evolución económica de nuestros tiempos es causa de que la vida social sin comunismo resulte una monstruosidad. (J. Methoffer.)
Una discusión con un anarquista me abrió los ojos; habiendo hallado justo su razonamiento, me coloqué en las filas de los que, en la vanguardia, combaten rudamente por la desaparición de las iniquidades sociales...(Lidée.)
Todo individuo, por limitada que esté su inteligencia, tiene siempre una tendencia a querer ser dichoso. La felicidad de cada individuo existe en la satisfacción de sus propios sentimientos y pasiones. La actividad que despliega el hombre para realizar su felicidad, representa una lucha que ha de sostenerla en el ambiente en que vive. La lucha obliga a tener una lógica, de la cual se desprende una moral. De este modo se forma el carácter, que se transforma según el modo de lucha que le hace obrar...(G. P. 20.)
El hombre no debe quedar satisfecho con la explicación Dios. Debe, además, buscar las explicaciones por medio de su razón. Para esto, es necesario derrocar los prejuicios religiosos...(Z. B. 26.)
Convencido de la lógica de las ideas que sostengo...(Manuel Recober.)
Porque estoy completamente convencido de que el comunismo-anarquista es el sistema económico más justo y racional, visto que es el que más se conforma a las leyes sublimes e irrevocables de la naturaleza... Yo seguí la corriente que desgraciadamente sigue la juventud de nuestros días, abandonándome a diversiones grotescas y vacías que sólo conducen a la corrupción. Pero afortunadamente me detuve a tiempo y principié a razonar. Dirigí una mirada investigadora a la sociedad actual y la ví sumergida en el más vil despotismo... Esta sociedad no tiene razón de ser, su lógica está en la punta de las bayonetas, exclamé...(J. E. Martí.)
Yo aceptaba lo que mi razón me decía ser bueno sin estar jamás inspirado por el despecho o por odio... (José Prat.)
Soy anarquista-comunista porque creo lógico que cada uno contribuya a la producción según sus facultades y consuma según sus medios...(Agustín Sineriz.)
Soy anarquista porque la anarquía satisface plena y abundantemente, además de mi razón y de mis sentimientos... Desde poco tiempo hace, soy antivacunador y estoy convencido de la inutilidad de la vacuna; puesto que además de que mi razón está satisfecha de este hipótesis, veo derrumbarse todo el andamiaje de funcionarios parásitos que viven de esta mentira, veo derrumbar un monopolio... (S. P. 29.)
Resulta de las precedentes citas que el sentido de la lógica existe en ciertos individuos preguntados, individuos que notan su espíritu lógico, que quieren satisfacer su razón. En algunos, hasta puede observarse que dicho sentido de la lógica está tan exasperado que se llaman lógicos hasta el extremo.
Hagamos observar, no obstante, que nosotros no podemos notar directamente la existencia de este sentido de la lógica, sino en una tercera parte de los preguntados, mientras que las demás características psíquicas se revelan en un (porcentaje illegible) de las confesiones.
De esto resulta que la observación confirma lo que racionalmente hemos deducido, que el sentido de la lógica está solamente en estado embrionario, o a lo menos en un estado de desarrollo menor que los demás caracteres psíquicos ya determinados o por determinar.
Lo que confirma aún más nuestras deducciones, es que el estudio de las respuestas -de los que no notan su espíritu lógico o su deseo de satisfacer su razón- demuestra en estos individuos de diferente nación, clase social, profesión, etc., un buen esfuerzo para ser lógicos. E por una serie de razonamientos, a veces muy bien concatenados, por lo que se ven conducidos a la adopción de las doctrinas socialistas-anarquistas.
Pero en este eslabonamiento de razonamientos faltan a veces eslabones, y las conclusiones que estos individuos deducen a menudo dejan mucho que desear bajo el punto de vista de la lógica. En el género de los fenómenos sociales les escapan factores -¡y hay tantos!- y su raciocinio se resiente de ello. Son, por lo general, muy emotivos y sensibles, su efectividad influye entonces sobre su sentido de la lógica y ésta se atenúa considerablemente hasta el punto de desaparecer a la observación poco ejercitada. Su amor a la libertad y a los demás es muy grande, y algunos, bajo la influencia exasperada de este amor, aspiran a ser los dueños, odian a los burgueses y desean la venganza. Su sentido de la lógica está velado por sus demás sentimientos.
A pesar de este menor desarrollo del sentido de la lógica, se ve fácilmente que los socialistas-anarquistas tienden a convencerse por la razón de la verdad de las doctrinas que adoptaron y no a creer a ciegas por la fe. Se esfuerzan para ser conscientes, para explicarse la génesis de su opinión filosófica por medio de una serie de ideas eslabonadas, cadena que ensayan forjarla lo más cerrada y apretada posible. Intentan ser lógicos, desean poseer el carácter psíquico sentido de la lógica. Todas sus respuestas prueban este esfuerzo enorme hacia el eslabonamiento cerrado de las ideas, hacia la lógica despiadada de los razonamientos. El lector podrá juzgarlo por los siguientes extractos:
Joven aún, en un país (Suroeste de Francia) yo era un furioso realista. De Mun, Cassagnac, eran mis dioses, y me ponía contentísimo cuando les veía combatir de firme al gobierno. Vine a París, y no encontrando trabajo, sufrí la mayor miseria... Al fin pude hallarlo. Entonces leía el Intransigeant y ya no era el realista furioso de antes, complaciéndome la oposición que hacían al gobierno los boulangistas y los revolucionarios. La casualidad puso en mis manos un libro de Malato que hallé en casa de un amigo. Me gustó mucho y dió un rudo golpe a mis ideas, convenciéndome. Entonces me puse a estudiar... (D. 3.)
He creído que no, porque, a pesar de todo, soy optimista, es decir, que creo se debe esperar algo de la vida, si no inmediatamente, en el porvenir; si no para nosotros, para nuestros hijos. El camino recorrido desde los orígenes me ha hecho creer que es posible marchar más adelante. Durante algún tiempo he creído que las panaceas del socialismo bastarían, pero pronto me disgusté de ellas al ver el modo de presentarlas que tienen los comerciantes de antídotos que las venden, habiendo comprendido la vanidad que encierran. La historia futura se me apareció bajo otro aspecto. Hasta el presente, las revoluciones se han hecho únicamente para cambiar el sistema de gobierno, es decir, para sustituir una autoridad por otra. Por esto la obra de las revoluciones ha sido efímera. Si algo bueno ha habido en ellas, es porque la mayor parte han disminuido el poder de la autoridad, o por lo menos lo han intentado, pero siempre han sido malas, porque siempre han dejado subsistente el principio de autoridad. Los socialistas no harían más ni menos de lo que han hecho los demás; crearían un estado nuevo, que dominaría, dificultaría, encerraría al individuo. Por esto no pude ser socialista y volvíme anarquista, porque el mal de todo el mundo proviene de la autoridad, de este hecho monstruoso que un ser, una colección de seres se imaginan poder dirigir a los demás, seres que no les son adecuados, y sobre los cuales, por consiguiente, no deberían tener poder alguno... Estas convicciones, lenta y abstractamente elaboradas, son las que me volvieron anarquista... (Bernard Lazare.)
Establecido este preámbulo, creo que la lectura de periódicos diarios, tan pobres, tan cobardes, y siempre tan despreciables, son los que en el primer momento contribuyeron a las evoluciones sucesivas por las cuales he pasado, viniendo del rojo ordinario, pasando por el rojo más violento, hasta llegar al rojo absolutamente incoloro, con el único desprecio de las escuelas, viviendo sobre los demás en lugar de vivir para... El otro porque, es que si elevo mi pensamiento hacia las fuerzas ciegas de la naturaleza, hacia su espacio y su eternidad, hacia estos soles que no son otra cosa que bujías mal despabiladas, comparadas con las grandes tinieblas, e inmediatamente contemplo las cosas de esta baja tierra, mi vida, entonces, no es nada, mi existencia es nula, sin saber siquiera si soy o no accidental, sólo queda una cosa grande en mí, mi pensamiento. (A. 15.)
¿Cómo me he vuelto anarquista? Esta evolución se efectuó gradualmente. Como tantos otros, yo también he sufrido sus consecuencias (de las condiciones sociales)... Republicano al principio, yo no estaba, no obstante, satisfecho del ideal confuso que me imaginaba. Me interesaban las concepciones más o menos socialistas emitidas por los periódicos y folletos. Por otra parte, mis lecturas... En fin, hace cerca de once o doce años, tuve la ocasión de leer los periódicos anarquistas de Lyon, después el Révolté y la Révolte. Comprendí que allí estaba el ideal más en armonía con las aspiraciones del hombre hacia su integral libertad. Esta convicción se ha ido afirmando en mí desde entonces. No me sedujo tan sólo la grandeza y la armonía de la concepción anarquista, sino también porque siendo la más conforme a las aspiraciones humanas, debe ser la más prácticamente realizable. (M. 14.)
En fin, volvíme libertario, o si queréis, anarquista, más por observación de los fenómenos sociales, que a causa de la lectura de los teóricos anarquistas. Ciertamente que me interesaban los folletos y los libros de Grave, Malato, Kropotkin, etc., y que todas las semanas leía con marcada atención la Révolte, pero a pesar de todo, yo continuaba siendo socialista-colectivista matizado de autoritarismo. Una teoría, para aceptarse, debe estar basada sobre hechos de observación o de experimentación. Yo buscaba, por consiguiente, verificar las doctrinas anarquistas, las relativas a la autoridad, que son las que diferencían de las demás escuelas socialistas. Para esta comprobación, observaba la vida diaria. Ví que la autoridad engendraba más nocividades, que no las impedía, y deduje lógicamente la negación de la autoridad, la necesidad de su supresión... (O. 7.)
En aquella época (1889 o 90) cayóme entre manos un número de la Révolte, y en lo sucesivo me procuré este periódico, no por su doctrina, que yo rechazaba, sino a causa del suplemento literario que daba y que a mí me divertía. Poco a poco la idea anarquista fue tomando cuerpo, se filtró en mi espíritu, y un día me dí cuenta que, lentamente, por etapas, había acabado por mofarme de las diferentes entidades en las cuales yo tenía antes fe: autoridad, patria, familia... aquel día fuí feliz... (P. 10.)
Mi eduación fue religiosa. Yo he sentido profunda y apasionadamente la religión, y en ella es donde he encontrado mi existencia más intensa. Pero en ella he hallado también la opresión y he tenido que luchar contra ella en lo más íntimo de mi ser. He sido cristiano a pesar de los curas, y a pesar de las formas estrechas en que querían encerrar mi sentimiento; su libertad, su integridad, se defendían contra todo lo que tendía a mecanizarlas. Ni siquiera se extinguió, cuando no me bastaron los dogmas y tuve que abandonarlos; entonces la lucha se trabó entre esta alma viviente y libre y las formas nuevas, sistemas filosóficos, o métodos morales a los que mi sentimiento se consagraba sucesivamente y donde pronto se hallaba encerrado en límites siempre insuficientes, hasta el punto que su investigación fue un vértigo fatigoso que terminó en el sueño. Para no recibir leyes, siquiera de mí mismo, yo había renunciado a todo pensamiento cierto, a toda concepción en la que hubiera descansado mi vida. Yo no creí ya sino en mi emoción, fuere cual fuere el objetivo, y en ella reconocía el principio y el criterio de la belleza. Pero la emoción debía necesariamente hacerme suponer la vida que la producía, la vida con todas sus determinaciones diversas, llámense el bien o el mal, la pasión, el interés, el amor, etcétera... (M. Pujo.)
Pasaron los años, conocí la lucha por la existencia, los días sin pan y las largas etapas en la nieve, con los pies calzados con zapatos rotos. Ví mis economías, agotadas por los forzosos paros del trabajo, desaparecer en los bolsillos de los agentes de colocaciones; estuve al borde del suicidio, agotadas las fuerzas, aplastado por la miseria. No sé por qué titubeé. Una colocación prometida, un imprevisto trabajo, me salvó la vida. Se especuló sobre mi penuria y el patrono que me alquiló me pagó tanto menos cuanto más miserable me encontraba (en el sentido de la palabra miseria). Jamás había mendigado ni robado; había seguido solo, sin ayuda de nadie, lo que se llama el recto camino. Por recompensa tuve el consuelo de ser explotado más audazmente que otros. Pude comprobar lo siguiente: se me dejaba languidecer en la escasez, y sólo se me ofrecía trabajo cuando llegaba a tener ya ni el derecho ni la posibilidad de debatir mi salario... Al fin, vinieron mejores días; gracias a la casualidad, mejoró un poco mi situación; pero en la ruda adversidad, se había desarrollado el germen de la rebeldía que Victor Hugo había sembrado en mi corazón. Entonces yo leía el Cri du Peuple; los artículos de Vallés me enardecían, su Jacques Vingtras, publicado en folletín, y Germinal, de Zola, que le siguió, me trazaron el camino. Formé parte de un grupo revolucionario. Sin embargo, aún me quedaban algunas simpatías para esto que llaman el patriotismo. El regimiento, por el cual pasé, las hizo desaparecer por completo. Ví lo que realmente era la gloria militar y lo que valía el honor de la noble profesión. El cuartel fue para mí la escuela del antipatriotismo... (S. 1.)
Aunque me haya costado mucho, pronto llegué a la grave comprobación de que el mal de que nos quejamos resulta de que todos los hombres gastan utilidades económicas (pan, carne, muebles, casas, vestidos, etcétera), cuando, relativamente, son pocos los individuos a producirlas; que los que nada hacen, económicamente hablando, viven bien y hasta mejor que los que producen, y es necesario que éstos trabajen, no solamente para subvenir a sus propias necesidades, sino aun para mantener a los que nada producen; en fin, que el sistema de la propiedad individual exigirá siempre para su servicio y seguridad, digan y hagan lo que quieran, toda una inmensa legión de no productores, soldados, aduaneros, policías, gendarmes, magistrados, legisladores, empleados y funcionarios de todas clases, los cuales, incluso los rentistas y los propietarios que no cultivan sus propios asuntos, estarán, a pesar de todas las reformas imaginables, nutridos, vestidos y mantenidos por todos aquellos que cumplen una función realmente útil en la sociedad. Dediquéme a un concienzudo examen del comunismo-anarquista, y pronto víme obligado a reconocer que esta concepción libertaria era, por fin, la tan buscada solución... (Séverin L.)
Y viendo que las condiciones de los proletarios no pueden mejorarse por los métodos parlamentarios, abracé el anarquismo... (Ernesto Young.)
Principié a pensar que un estado tal de cosas, en que la clase que produce toda la riqueza se ve obligada a vivir en una perpetua miseria, era injusto... Llamóme la atención esto que dijo el orador: la propiedad privada de los medios de producción es la causa de la pobreza... Después de haber trabajado durante dos años con el partido socialista, y viendo cuán podridos estaban estos hombres por la política y viendo que la lucha del trabajo... era un combate por la libertad económica, y principiando a ver que los gobiernos son instintivamente opuestos a la libertad, uníme a este partido... al anarquismo... (F. W. 8.)
Actualmente el gobierno es necesario, en interés de los ricos, para protegerles su propiedad; con el comunismo, el gobierno sería inútil, porque si los trabajadores pueden producir suficientemente para todos, también serán aptos para administrar sin el sobierno de algunos individuos. Prefiero comparar el comunismo-anarquista con una verdadera familia. Si, de momento, los ingresos en una familia son bastantes para cubrir las necesidades de todos, los padres no repartirán más a uno que a otro, sino que a todos los miembros de su familia tratarán por igual; es la parte comunista del arreglo. Por lo que se refiere a la parte anarquista, un verdadero padre enseñará a sus hijos el bien en lugar de descuidarlos y castigarles inútilmente, porque sabe que los castigos a nada conducen. Aplicado este sistema a la totalidad de la humana familia, creo daría buenos resultados. (A. Bird.)
Volvíme anarquista al descubrir que el gobierno monárquico, republicano, o de cualquier clase que fuere, está siempre al lado del monopolio o privilegio, sea cual fuera su índole. Que sea el monopolio de los medios de existencia o el monopolio de la enseñanza, los resultados serán los mismos, dos clases dentro de la sociedad, una dominando a la otra... Y al descubrir asimismo que la religión ha perseguido siempre y excomulgado a la ciencia y sus discípulos; y al darme cuenta que todas las religiones (exceptuando la religión de humanidad, la anarquía) están basadas sobre lo que en parte es falso y parte verdad; las más peligrosas no se basan tan sólo en los conocimientos científicos, sino en juicios sobre diversos fenómenos de la naturaleza antes que la ciencia haya demostrado su naturaleza real, etc., al descubrir que los diversos partidos políticos, incluso la Social Democracia, conservarían en el porvenir una gran cantidad de ídolos del pasado y del presente... (Henry Campbell.)
Soy anarquista porque el anarquismo, en sus actuales líneas generales, claramente definidas, me parece tan natural, tan conforme a mi manera de pensar, que no puedo dejar de estar acorde con dicho anarquismo. Lo considero como el más elevado ideal que el espíritu pueda concebir... (C. H. 13.)
Yo reflexionaba que estaba entre gentes que gastaban en un día, para satisfacer vanos caprichos, lo necesario a varias familias, y esto que nada producían. Reflexionaba que yo, al contrario, abrumado bajo una labor aplastante desde la mañana hasta la noche, ganaba apenas la mitad de mi necesario... Miré en torno mío y observe que la misma miseria existía entre mis hermanos de trabajo. Y me decía que, sin embargo, la naturaleza no nos había creado así, que éramos víctimas de un impune robo, de un robo protegido...(Carlos Hansenne.)
Un día encontré un hombre que me dijo: Todo lo que propagan los republicanos es una farsa, su libertad está mal comprendida, como se ve si se mira lo que pasa en todas las repúblicas de Europa y de América. Observé y comprendí que tenía razón... (Francisco Freixas.)
La propiedad individual es un robo, como dijo Proudhon, y el robo es, sin ningún género de duda, un crimen, y el crimen merece, en todos sentidos, ser abatido y combatido. Nadie ha creado la tierra, es obra de la naturaleza, y natural es que pertenezca a todos... Escribiréis un libro y diréis: este libro es mío porque soy yo quien lo ha escrito; según mi modo de ver no es exacto; el libro no es exclusivamente vuestro, es una obra producto del concurso de muchos. Ni la tinta, ni la pluma, ni los caracteres, ni la máquina de imprimir, son la obra del que escribió el libro, y sin todo esto seguramente no lo escribiría. Si el maestro no le hubiese enseñado a leer y escribir, si la sociedad no le hubiese dado la posibilidad de estudiar y suministrado el motivo, ¿acaso se escribiría el libro? Seguramente que no, y por consiguiente el libro pertenece a la sociedad a la cual beneficia y que por lo tanto debe al autor lo que es necesario para satisfacer todas sus necesidades...(Palmiro.)
Me volví anarquista al ver los crimenes y las traiciones de los hombres del orden y de los acaparadores de la riqueza social. Reflexioné sobre las condiciones miserables de mis compañeros de taller... Observé que los talleres estaban llenos de víveres mientras que nosotros teníamos hambre, y mi razón se negaba a creer posible ignominia semejante. Busque las causas de nuestra miseria y las hallé en la propiedad, en la religión y en la patria... (Mariano Lafarga.)
Así, pues, que el individuo sea un intelectual o un ignorante, siempre es por eslabonamiento de raciocinios como llega la adopción de las doctrinas anárquicas. Poco nos importa que el raciocinio inicial sea justo o falso; lo que vale es la comprobación de una serie de ideas que conducen a adoptar la opinión de los teóricos de la anarquía. El individuo asiste como testigo o tomando parte activa en los fenómenos sociales; los observa, los compara y saca deducciones por medio de un encadenamiento de ideas, una serie de raciocinios más o menos concisos. El punto de partida, es decir, el resultado de la comparación de los fenómenos puede ser erróneo, pero siempre las ideas se encadenan con más o menos precisión. Si algún salto brusco se sucede, lo cual ocurre medianamente, el individuo, no obstante, se ha esforzado para encadenar bien las ideas, para sacar lógicas conclusiones. Si no ha podido ser absolutamente lógico, su esfuerzo ha sido grande para lograrlo. Tenía el deseo, hasta la voluntad de ser lógico.
El adepto de las doctrinas socialistas-anarquistas es un individuo consciente cuya reflexión le ha dado la convicción de que estas doctrinas representan la verdad. Ésta es la conclusión que se impone después del examen de las confesiones, tanto si el socialista anarquista ha recibido una instrucción clásica, como si desde joven se vió obligado a ganarse el pan de cada día.
En suma, al propio tiempo que son sensitivos y sensibles, los socialistas-anarquistas son individuos que reflexionan y razonan, que quieren ser lógicos.
Este resultado, al cual nos han conducido los sucesivos exámenes de las teorías y de las respuestas individuales, no debe extrañarnos, pues ya el estudio de las profesiones manuales de los socialistas-anarquistas conduce a las mismas comprobaciones generales. En el Péril anarchiste (pág. 49), Félix Dubois dice textualmente:
Los zapateros, los carpinteros, los sastres, los entarimadores, los tejedores, son los cuerpos de oficio que han suministrado el mayor contingente al movimiento. Los mineros han tomado igualmente gran parte, aunque entraron más tarde en él. Después siguen los tintoreros y los curtidores.
En suma, las profesiones sedentarias son las que están más inclinadas a la anarquía. Por otra parte, el obrero anarquista no es por lo general el que trabaja en vastos talleres en una obra común. Los anarquistas se reclutan con preferencia entre los trabajadores que están a solas con su trabajo; el carpintero y el tornero que pasan el día ante su banco o su torno y pueden reflexionar sin dejar de cumplir su tarea; el sastre, el zapatero especialmente, agachados por el trabajo, a veces maquinal, de la aguja y del tirapié, durante el cual dan vueltas en su cerebro a las teorías recogidas un poco en todas partes sobre las desigualdades sociales y el medio que debe aplicarse. (2)
Tenemos por lo tanto, que los individuos que por su profesión tienen la posibilidad de poder reflexionar, meditar y estudiar, tienen tendencia a ser anarquistas. He ahí lo que se observa al examinar las diversas profesiones de los socialistas-anarquistas, es decir, que estas personas se vuelven adeptos de las doctrinas de los Malatesta, Grave, etc., por reflexión, por su esfuerzo para ser lógico o por serlo realmente, en fin, conscientemente.
El análisis de las respuestas y el examen de las profesiones, método positivo, estudio de las teorías y método racional, conducen a idéntica conclusión: Presencia, en la mentalidad del socialista-anarquista, del carácter sentido de la lógica en estado de desarrollo embrionario, o ligeramente acentuado.
Podemos, pues, fijar ahora los caracteres psíquicos constitutivos de la mentalidad filosófica, específica, de los socialistas-anarquistas:
1° Espíritu de rebeldía. 2° Amor a la libertad. 3° Amor al yo o individualismo. 4° Amor a los demás o Altruismo. 5° Sensibilidad. 6° Sentimiento de justicia. 7° Sentido de la lógica.
El socialista-anarquista es un individuo rebelde, libertario, individualista, altruista, sensitivo y sensible, sediento de justicia, algo lógico.
**NOTAS**
(1).- Justice, 25 de febrero de 1894. La mêlée sociale, págs. 441-442, un volumen in-18. París, 1895.
(2).- En las respuestas que obtuvimos de los españoles, argentinos y uruguayos, hay un gran contingente de obreros tabaqueros. En Inglaterra, Bélgica, Italia, etc., las respuestas dan asimismo un fuerte contingente de profesiones sedentarias. Nuestra investigación es, pues, confirmativa de la observación hecha por Dubois referente únicamente a Francia.
Índice de Psicología del socialista-anarquista por A. Hamon | Capítulo VI: Del sentimiento de justicia | Capítulo VIII: De la curiosidad de conocer | Biblioteca Virtual Antorcha |
---|