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COMUNISMOS
Primera parte
Entre Marx, soñando que un día desaparecerá el gobierno de unos hombres sobre otros, y Kropotkin, preconizando que han de vivir fraternalmente en libertad, no existe una gran díferencia conceptual, ya que ambos entrevieron la posibilidad de un mundo anárquico en el que los individuos vivirían como hermanos, sin gobiernos que los explotaran y oprimieran. Pero si coincidieron en ese sueño de más o menos lejana y feliz libertad -¡qué hombre no sueña con esos paraísos humanos de concordia y de belleza!-, se trazaron diferentes caminos para poder llegar a alcanzar el bien imaginado, sin apartarse, por supuesto, del que ambos consideraron como inconmovible cimiento de la vida de relación con las personas: el comunismo, idea substantiva y germinal de ambos.
Llegaron a concebir esa idea en virtud de meditaciones y sondeos en la vida de los hombres, y si Marx se dedicó al estudio de las relaciones no humanas de unos hombres con otros a través de las edades, viendo cómo los poderosos explotaban indignamente a los desventurados, los amos a los esclavos, Kropotkin, observador de la naturaleza, creyó comprobar las relaciones de afecto existentes entre los animales. Así, el uno partió del mal comprobado entre los hombres para ir al bien soñado para ellos, en tanto que el otro llegó de la idea de afecto vista por él (quizá sentida) en las especies animales, a la idea de respeto cordial entre los hombres. Esa idea le llevó a elaborar su teoría del apoyo mutuo como factor de evolución. Porque Kropotkin era, a su modo, un evolucionista.
Para que los hombres pudieran alcanzar la feliz etapa del anarquismo que soñó, Marx no halló otra solución que la dictadura, considerando que por medio del Estado director, y una vez establecido éste por el triunfo de una revolución en la que los proletarios dominasen y destruyesen a los burgueses, se crearía el clima adecuado para que los triunfadores llegasen, con el correr del tiempo, a sentir la satisfacción de vivir en comunidad, puesto que la obligada educación y la forzada convivencia irian haciendo que apareciesen poco a poco las capacidades y desarrollando los gustos que necesita el hombre para vivir armónicamente con el hombre, y como el origen de todos los males, según creía Marx, radicaba en la propiedad, causa y fuente de todos los egoísmos y explotaciones, se imaginó que aboliendo la propiedad individual, el ansia de poseer desaparecería de la mente humana, partiendo voluntariamente unos con otros el pan y la sal que el Estado tutelar les suministraria generosa y desinteresadamente.
Como los actuales hemos visto y comprobado con el establecimiento del comunismo marxista en varios pueblos, el sueño de Marx fue sólo una utopía, la más grande y desgraciada utopía que inventó la mente humana, y, como tal, no sólo no pudo cumplirse, sino que al practicarla se causó grandes males a los hombres por los que se decía trabajar para hacerles el obsequio de la felicidad.
Kropotkin es, como Marx, comunista; como él, proletarista u obrerista; como él, divide a la humanidad en dos partes: los que explotan y los que son explotados; como él también, revolucionario, creyendo buenamente que para establecer el ambiente humano en el que se pueda vivir en comunismo fraternal por haber desaparecido las clases burguesa y proletaria, es necesaria, urgente, imprescindible, una revolución niveladora. Como Marx, declara que, para que eso pueda suceder, la propiedad individual es un estorbo. El individuo no debe ser propietario, porque, según Proudhon, cuya definición aceptan ambos, aunque no lo proclaman, la propiedad es un robo.
Ahora bien, como la riqueza existe, porque está en la naturaleza y la crea y apetece el hombre, si el individuo humano ha de vivir sin ser propietario ni de su cuerpo ni de la riqueza que produce, preciso es que haya algo o alguien que disponga de esa propiedad de las cosas para distribuirlas entre los necesitados de ellas -pan, vestido, casa-. En Marx, ese algo o alguien es el Estado, qué no sólo es el poseedor de la riqueza, su administrador y distribuidor, sino el que como cabeza visible (la sociedad es acéfala), ordena lo que se le ha de dar a cada uno y vigila que sus órdenes sean cumplidas, para lo que dicta leyes y nombra a individuos que obliguen a cumplirlas. A poco esforzarse, el hombre normal ve claro que lo han convertido en pobre de solemnidad, quedando envuelto en las mallas del Estado, siendo su prisionero, su esclavo. En Kropotkin ... lo veremos más adelante, ya que no es muy clara la solución que da a la tenencia y disfrute de la propiedad.
En cuanto a coincidencias, Marx y Kropotkin, los dos grandes teóricos del comunismo, dictatorial uno, libertario otro, mantienen: 1) el comunismo, del que parten ambos como de firme, sólido y único cimiento sobre el que levantar con seguridad el edificio social; 2) la sociedad, conjunto de criaturas humanas, ligadas entre sí por indisoluble lazo, sin el cual no podrían existir; 3) la revolución, necesaria e ineludible para cambiar la estructura social; 4) la abolición de la propiedad privada, pasando toda la riqueza a ser, no individual, sino social; 5) abolición de las clases sociales, por lo que en beneficio del bien social todos los hombres han de ser trabajadores, obreros, proletarios.
Las discrepancias, menos fundamentales de lo que a simple vista parecen, son: Marx, dictadura del proletariado para ir convirtiendo al proletario en hombre libre, única manera posible de llegar un día, aunque lejano, al anarquismo, en tanto que Kropotkin afirma que por la revolución social el proletario al tomar la riqueza en sus manos se convierte de explotado en hombre libre, o sea, de proletario en hombre comunista libertario, ya que la revolución ha de preparar para él un clima de libertad, en el que vivirá contento y satisfecho.
Pero vayamos despacio, con calma y con tiento. Primero, para echar una ojeada a las coincidencias de estos dos hombres; segundo, para ver y analizar sus discrepancias.
¿Existió el comunismo en los pueblos antiguos? Si se considera como comunismo el de los incas, póngase como ejemplo, sometidos, como estuvieron, a una casta de príncipes guerreros que los envilecieron al someterlos a trabajos forzados e indignos, el comunismo existió, aunque no pueda ser tomado como ideal de vida ni aceptarse que el que adquirió hábitos de sumisión pudiera sentirse un día hombre libre, anárquico; si como modelo de comunismo ponemos el de los esenios, del cual se habla con frecuencia, diremos que el comunismo de aquel pueblo, rama de los antiguos hebreos, era estrictamente monástico, vale decir, religioso; que renunciaban al matrimonio, siendo de tal manera reservadas sus comunidades que no ha sido posible la investigación. Podemos incluirlo, pues, entre el comunismo religioso de nuestros monjes actuales, que también se someten a la comunidad de bienes dentro de su orden y viven en el más completo celibato; pero también decir que no puede ser tomado como ideal del hombre libre, porque vivían sometidos a una terrible disciplina conventual; quiero decir, que a Marx le sirvieron de ejemplo y de guía los más desgraciados acontecimientos de la vida del hombre, extrayendo las más caprichosas deducciones, al considerar que por medio de una violenta tiranía pueden cambiarse la mentalidad y la cultura de un pueblo, pues la dictadura obliga a obedecer y prohibe pensar, y la historia nos enseña que los pueblos más impiadosamente sometidos fueron siempre los menos cultos y los más ineptos para una vida de respeto a sus prójimos y de sosiego entre ellos; y si pudo servirle de modelo Esparta, afirmamos que aquel pueblo fue creado y criado para la guerra, o sea, para la depredación, para el saqueo de otros pueblos, sirviendo sus conquistas y robos no para el bienestar de sus unidades componentes, sino para acrecentar la riqueza de sus dirigentes. No es posible saber, porque no lo consignó en sus textos, si la idea de hombre-masa, de masa-humana, se le vino a las mientes a Marx al contemplar imaginativamente al pueblo espartano en el que no se pudo distinguir nunca una unidad humana de valor. Porque el comunismo de los espartanos les fue impuesto por medio de una brutal e inmisericorde dictadura, como se les impuso al ruso, al chino y al cubano.
Kropotkin ve las cosas de diferente manera, pues aunque conocedor de la historia, no funda sus ejemplos, no los toma de grupos humanos, sino de los rebaños o manadas de animales. Por ello dice: A medida que adquirimos un conocimiento más exacto del hombre primitivo, se fortalece nuestro convencimiento de que en los animales con los cuales vivía en estrecha, comunidad encontró el hombre las primeras lecciones de espíritu de sacrificio para sus semejantes y el bien de su grupo, de infinita afección paternal y de reconocimiento de la utilidad de la vida en común, convencimiento suyo que no nos convence a nosotros, porque no existe comprobación alguna de que el hombre haya vivido alguna vez en estrecha comunidad con los animales, ya que para vivir, para convivir así, es necesario que exista en los que forman o componen la comunidad un igual o aproximado grado de desarrollo mental, y en los animales no existió jamás tal grado de desarrollo intelectual porque tanto ayer como hoy los animales carecieron y carecen de mente, en tanto que en el hombre existía y se desarrollaba. Por ello fue imposible que los hombres vivieran en estrecha comunidad con los animales, ni que éstos pudieran reconocer la utilidad de la vida en común, reconocimiento del que no gozaron ni los hombres primitivos que formaron las primeras tribus, que se agruparon, como los animales, no por conocimiento del bien que les reportaba la unión, sino por instinto de protección y defensa. El hombre primitivo tribal careció del conocimiento de sí, pues formaba un todo con su tribu de manera inconsciente. Así, lo que pudo ver en los rebaños de animales fue lo que vivía dentro de él. Cuando ascendió en la escala de los seres, cuando creó el lenguaje, pensó y sintió con conciencia, cuando quedó formado el homo sapiens, que fue cuando estuvo en condiciones de aprender, no tuvo como maestro al animal, porque lo domesticó, sometiéndolo, dominándolo. Si los animales hubieran podido dar lecciones de la utilidad de la vida en común, hubiera sido porque se hallaban en un grado superior de discernimiento, porque su mente estaba más desarrollada que la de sus discípulos, lo que hubiera dado como resultado que los animales maestros hubieran esclavizado a los hombres, sus discípulos. Y pensarlo solamente sería, más que un contrasentido, una aberración de la mente del fundador de la teoría.
Lo mismo podemos decir de la afirmación de que las aves construyen sus nidos después de repartirse entre ellas praderas y acantilados, porque ello presupone entendimiento y para que pudieran repartirse la tierra, preciso les hubiera sido razonar, juzgar, realizar operaciones mentales, y nada de eso ha sido no sólo no probado, pero ni aun imaginado siquiera, porque hubiera equivalido a reconocerles inteligencia que, por lo menos, hubiera corrido parejas con la humana. Y por mucho que los observadores han observado y los investigadores investigado, no les ha sido posible comprobarlo.
Lo que sucede es que algunas aves, no todas, por instinto se separan de las otras para cuidar sus huevos y atender sus crías cuando éstas nacen. Es decir, no se reparten la tierra, sino que se esconden en ella para mejor proteger su célula sexual y después sus crías, siempre en peligro de ser devoradas por otros animales. Y esto nos habla no de la utilidad de la vida en común, sí de la huida de la comunidad, porque dentro de ella peligra la continuidad de la especie. Pero ni aun las que hacen sus nidos en las mismas arboledas o en los mismos acantilados viven en comunidad, sino juntas, protegiéndose, por instinto, de otros animales rapaces.
De modo, y es a lo que quería llegar, que el comunismo no existe en la naturaleza, porque ni las hormigas, ni las abejas ni las grullas tienen conciencia de su vida, pues la comunidad es creación del hombre, y no, nunca, del hombre anarquista, porque comunismo es tiranía, y en ese clima no puede nacer la libertad.
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