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COMUNISMO LIBERTARIO
Cuando pronuncio o escribo esas dos palabras juntas -comunismo libertario- para expresar con ellas una actitud de los hombres frente a la vida, y cuando las aplico a una determinada manera de su vivir, comunismo es el nombre, lo substantivo y principal, y libertario el adjetivo, lo circunstancial, lo secundario. O sea: al acto de vivir los hombres en común le llamo comunismo, y ese nombre es entonces claro, rotundo, inconfundible, porque es el que nombra, marca y señala, en tanto que a la cualidad, clase, condición o manera de ser de ese comunismo le digo adjetivo, pues mientras el nombre es fijo, monolítico, incambiable, el adjetivo es cambiante, porque puedo permutarlo, modificarlo, reemplazarlo. Así, al inamovible comunismo, yo puedo aplicarle, además del de libertario, otros adjetivos: inca, esenio, espartano, marxista, religioso, ya que, vivido por los incas, los esenios y los espartanos, lo viven actualmente millones de hombres en pueblos que se llaman a sí mismos marxistas, o sea, seguidores de Marx, y lo practican otros en no pocos conventos.
Ahora bien, inca, esenio, espartano, marxista y religioso son adjetivos bien aplicados porque expresan, sin lugar a equívoco, lo que se proponen expresar con ellos quienes los emplean. Pero ¿ sucede igual con libertario, aplicado o unido a comunismo? ¿Expresa ese adjetivo realmente libertad, como desean, se proponen y dicen los comunistas libertarios?
Comunismo es liga, y liga es unión de fuerza, porque ligar es atar. Pero el que se liga queda más sujeto todavía que el que lo atan, porque un compromiso ideológico ata más que una cuerda, por lo que esos compromisos no permiten al hombre ser libre.
Además, si comunismo es, en sí, administración, ordenamiento, gobierno, en suma, de las cosas y de los hombres, porque éstos, que carecen de cosas; quedan de por sí atados a los que las tienen, ¿pueden unirse, con lógica, las dos palabras comunismo y libertario, que significaría gobierno libertario?
He dicho antes que hace falta, para comprender bien, no fijarse solamente en el significado mondo y escueto de las palabras, sino imaginárnoslas en funciones, en actividad, viviendo; de esa manera, si miro al comunismo en actividad, funcionando, llámese inca, esenio, espartano, marxista o religioso, lo veo desenvolviéndose siempre dentro de un marco inhumano de despotismo. De nada me sirve que me diga el comunista libertario que triunfante la revolución social el proletario tiene la riqueza en sus manos, porque eso es solamente una afirmación, y hasta quizá un buen deseo, pues para que exista el comunismo, hasta el llamado libertario, y de él hablamos, preciso es que desaparezca la propiedad individual, y tan ha de desaparecer que no se le permitirá al individuo ninguna libertad de acción cuando insista en mantenerse como propietario. De modo que en ese comunismo libertario, y por considerarse inmoral poseer, al individuo le es prohibido tener, y quien se lo puede prohibir es porque tiene fuerza para ello. A esa fuerza, que obra contra el hombre insumiso, llámesele comité, consejo, cabildo, y disfrácese como se disfrace, siquiera sea de libertaria, debe llamársele gobierno, pues las palabras hermosas sirven muchas veces para encubrir hechos desdorosos.
Hay recomendaciones comunes tanto al comunismo marxista como al libertario que más que recomendaciones son disposiciones, pues alguien o algunos las pusieron en circulación verbal y han de ser puestas en práctica apenas el comunismo libertario se halle actuando, quiero decir, apenas esas dos palabras juntas entren en funciones de vida. Esas disposiciones, que al aplicarlas se han de transformar en órdenes, son: de cada uno según sus fuerzas y a cada uno según sus necesidades, que son herencia de aquellas otras viejas ordenanzas tribales a cada uno según sus merecimientos o a cada uno según su comportamiento, con las que se premiaba la sumisión y acatamiento al jefe. Saint Simón, creyendo ser más justo, habla de que debe exigirse de cada uno según su capacidad, fórmula que sirve también para premiar su trabajo, y quien tiene atribuciones para exigir no es nunca compañero de aquel a quien exige, como el que premia no lo es del premiado. Aun disfrazado por el palabrerío social, en el que exige y en el que premia, por mucho que las tapen, se ven asomar las orejas del gobernante, porque gobierno, quiérase o no, es el que ha de poner en marcha el comunismo libertario que, como régimen de vida, ha de aplicarse a un pueblo.
Porque dígase lo que se diga, tras la implantación de esos comunismos, o antes, han de llegar las ordenanzas, las leyes, y con las leyes, los jueces que han de interpretarlas y los policías encargados de obligar a que sean cumplidas, y como el hombre es rebelde por naturaleza -la rebeldía sí que es natural-, las cárceles en donde han de encerrarse a los que no las cumplan y los carceleros que no han de permitir que los presos huyan, por lo que se tendrá el cuadro completo de lo que se quiso o trató de abolir: el gobierno con todo su aparato represor, aunque se continúe llamando a ese estado de cosas comunismo libertario.
Sin embargo, yo no tengo nada que oponer a los que quieran vivir en comunismo libertario; lo que sí pido es que, para evitar confusiones, no llamen comunismo anarquista a ese comunismo porque anarquista y libertario no son sinónimos, pues si anarquismo es no-gobierno, o sea no-dominio de una persona sobre otra, el comunismo, aun el más benigno, tiene siempre un bien marcado tinte gubernamental, pues gobierno es, aunque quiera taparse, el dar a cada uno según sus necesidades y exigir de cada uno según sus capacidades, porque eso habla de que unos disponen de todo -son como los dueños-, en tanto que otros no disponen de nada- son como los esclavos-, pues ¿quién podrá medir la necesidad de cada criatura humana? ¿Y quién aquilatar su capacidad? Si los comunistas libertarios, para obrar con justicia -la Justicia es uno de sus principales postulados-, se esforzasen en querer exigir equitativamente de cada uno según su capacidad para dar también a cada uno según su necesidad, se verían obligados a crear un enorme cuerpo de jurisperitos, que aumentaría terriblemente la burocracia. Porque, ¡ahí es nada, justipreciar lo que cada organismo con su complejo de mente e inteligencia, necesita!, ¡y valorar estrictamente lo que cada uno puede dar de trabajo productivo a la comuna, por lo que habría que tener muy en cuenta su lozanía, su desgaste y su decrepitud, a más de su voluntad, que nadie sabría cómo la habría de medir! Además, habría que contar de antemano con que los jueces fuesen justos, estrictamente justos, para no tolerar que algunos trabajasen menos de lo que debían trabajar o recibiesen más de lo que debían recibir. Y pensándolo detenidamente se comprende que eso es imposible, por lo que los individuos tendrán que ser reducidos a masa, es decir, que es preciso, para bien del régimen, que los individuos pierdan su individualidad, los hombres su personalidad.
En fin, ni objeto ni quiero objetar nada a los comunistas libertarios, siempre que para implantarlo no desencadenen una revolución violenta que habría de costar infinidad de vidas, pues los que no quisieran ser comunizados opondrían resistencia armada al ataque armado, quiero decir que la guerra que se desataría entre unos y otros sería brutal, sanguinaria. Y esa guerra y la imposición que, caso de triunfar los revolucionarios, se instauraría, ni tiene ni tendría nada que ver con el anarquismo, pues toda codificación de los actos del hombre es gobierno y del peor carácter, aunque afirmase Proudhon que el hombre tiene como principal finalidad no el amor (no la ayuda), sino la ley, que es más elevada que el amor. ¡Y esa definición es muy gubernamental, pero muy poco anárquica!
No puede negarse una gran verdad, que está en la superficie de ese comunismo y debe estar en la conciencia de cada individuo: quien pueda dar a cada uno lo que necesite será porque de antemano se haya apoderado de toda la riqueza, dejando sin ella al hombre, y quien pueda exigir a cada uno que trabaje según sus fuerzas, será también por haber concentrado en él toda la autoridad.
¿Comunismo libertario? Enhorabuena, que yo puedo vivir con los hombres en las condiciones más inverosímiles que se les e antoje implantar -¿no estuve viviendo en los campos de concentración, y no vivo en esta sociedad en la que la barbarie anda suelta cometiendo desmanes?-; pero no se me diga que ese comuniamo es anarquismo, porque con ello se desprestigia a los anarquistas, que son personas morales, presentándolos ante las gentes como seres anormales que no persiguen otro objetivo que el de la violencia, que engendra el caos.
Con razón, cierto comunista libertario gritaba desde la prensa que debían borrarse el nombre de anarquistas para poder hacer una propaganda que llegase al alma de los trabajadores, ya que el nombre de anarquista les prohibía acercarse a ellos.
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