Índice de Vidas de los filósofos más ilustres de Diógenes LaercioPresentación de Chantal López y Omar CortésSiguienteBiblioteca Virtual Antorcha

LIBRO PRIMERO

Primera parte

PROEMIO

I. Hay quienes piensan que la Filosofía se originó entre los bárbaros, pues como dice Aristóteles en su Mágico, y Soción en el libro XXIII De las sucesiones, los magos la inventaron entre los persas; los caldeos entre los asirios y babilonios; los gimnosofistas, entre los indios, y entre los celtas y galos, los druidas, con los llamados semnoteos. Que Oco (1) fue fenicio; Zamolxis, tracio, y Atlante, líbico. Los egipcios dicen que Vulcano, hijo del Nilo, fue quien inició la Filosofía, y que sus profesores eran sacerdotes y profetas. Que desde Vulcano hasta Alejandro Macedón transcurrieron cuarenta y ocho mil ochocientos sesenta y tres años (2); en los cuales hubo trescientos setenta y tres eclipses de sol y ochocientos treinta y dos de luna. Desde los magos (el primero fue Zoroastro entre los persas) hasta la destrucción de Troya pasaron cinco mil años, según Hermodoro Platónico en sus escritos de Matemáticas. Janto de Lidia calcula seiscientos años desde Zoroastro hasta el pasaje de Jerjes (3), y dice que después de Zoroastro hubo muchos otros magos, como: Ostanas, Astrapsicos, Gobrias y Pazatas, hasta que Alejandro destruyó Persia.


II. Quienes opinan esto, atribuyen a los bárbaros, en forma ignorante, las ilustres acciones de los griegos, entre los cuales no sólo comenzó la Filosofía, sino también la humanidad (4). Museo fue ateniense, y Lino, tebano. Museo fue hijo de Eumolpo, y según cuentan, el primero que escribió en verso la Generación de los dioses, y De la esfera, como también que todas las cosas proceden de una y se resuelven en la misma. Dicen que murió en Falera y le pusieron por epitafío esta elegía:

En este monumento sepultado
guarda el suelo falérico a Museo,
hijo de Eumolpo, muerto cuanto al cuerpo.

Los eumólpidas de Atenas todavía tienen este apellido de Eumolpo, padre de Museo.


III. Lino fue hijo de Mercurio y de la musa Urania. Él escribió en verso la creación del mundo, el curso del sol y de la luna y la generación de los animales y frutos. Su obra comienza de esta manera:

Hubo tiempo en que todo fue creado unidamente.

De donde, al tomarlo Anaxágoras, dijo que todas las cosas fueron creadas al mismo tiempo, y sobreviniendo la mente divina las puso en orden. Y que Lino murió en Eubea de una flecha que le lanzó Apolo, y se le puso este epitafio:

Aquí yace el cuerpo del tebano Lino,
cual hijo de la musa Urania,
hermosamente coronado.

Así que la Filosofia comenzó con los griegos, puesto que hasta en el nombres excluye cualquier origen bárbaro.


IV. Aquellos que atribuyen su invención a los bárbaros, citan a Orfeo Tracio, y dicen que fue un filósofo muy antiguo. No sé si es posible llamar filósofo a quien dijo ciertas cosas de los dioses; porque, ¿qué nombre se puede dar a quien atribuye a los dioses todas las pasiones humanas, y hasta aquellas sucias acciones por la boca que aun los hombres cometen algunas veces? (6) Dicen que murió despedazado por las mujeres; pero del epitafio que hay en Dión, ciudad de Macedonia, se deduce que lo mató un rayo. Dice lo siguiente:

Aquí dieron las Musas sepultura
al tracio Orfeo con su lira de oro.
Jove, que reina en tronos celestiales,
con flecha ardiente le quitó la vida.

Los que adjudican a los bárbaros la creación de la Filosofia, exponen también el modo en que la trató cada uno de ellos. Dicen que los gimnosofistas y los druidas filosofaron, mediante enigmas y sentencias, que se ha de adorar a Dios; que a nadie se ha de hacer daño, y que se ha de ejercitar la fortaleza. Clitarco, en el libro XII, agrega que los gimnosofistas no temían a la muerte; que los caldeos se dedicaron a la Astronomía y las predicciones; y los magos, al culto, sacrificios y súplicas a los dioses, como si sólo ellos fueran escuchados, y manifestaron su sentir en orden a la esencia y generación de los dioses mismos, creyendo que son el fuego, la tierra y el agua. Que no admiten sus representaciones o esculturas, y están en contra de los que opinan que también hay diosas.

V. En el libro XXIII, Soción dice que los magos tratan mucho de la Justicia; que consideran impiedad quemar los cadáveres, y que está permitido casarse uno con su madre o con su hija (7). Que hacen adivinaciones y predicciones, y dicen que se les aparecen los dioses; que el aire está lleno de visiones que, fluyendo de los cuerpos, con los vapores se hacen visibles a los ojos de más aguda vista, y que prohíben el maquillaje del rostro y usar oro. Visten de blanco, duermen sobre tierra, comen hierbas, queso y pan ordinario; utilizan una caña como báculo, y en su extremo ponen un queso y se lo van comiendo. Aristóteles dice en su Mágico que ignoran el arte de adivinar por encantos. También Dinón lo dice en el libro IV de su Historia, y añade que Zoroastro fue muy dedicado a la observación de los astros, deduciéndolo por el significado de su nombre. Lo mismo escribe Hermodoro. Aristóteles, en el libro primero De la Filosofía, supone a los magos más antiguos que los egipcios, y que tenían dos principios en el mundo, un genio bueno y otro malo; uno llamado Júpiter y Orosmades; y el otro, Plutón y Arimanio. También Hermipo lo menciona en el libro primero De los magos; Eudoxo, en su Periodo (8). Y Teopompo, en el libro VIII De la historia filípica.

VI. Dice éste, por sentencia de los magos, que los hombres han de resucitar, y entonces serán inmortales. Y que las cosas existen a beneficio de sus oraciones. Esto mismo refiere Eudemón de Rodas. Ecato dice, como doctrina de ellos, que los dioses fueron engendrados. Clearco Solense escribe, en el libro De la enseñanza, que los gimnosofistas descienden de los magos. Algunos opinan que de ellos descendían los judíos. Los que hablan de los magos reprenden a Herodoto; pues es falso que Jerjes haya disparado dardos contra el sol y que haya echado grillos en el mar, como Herodoto dice, ya que los magos los consideraban dioses. Pero sí derribó sus estatuas e imágenes.

VII. La filosofía de los egipcios acerca de los dioses y de la justicia era esta: que la materia fue el principio de las cosas, y que de ella procedieron después por separado los cuatro elementos y los animales perfectos. Que el sol y la luna son dioses; uno llamado Osiris y la otra, Iris; y que los representan simbólicamente mediante la figura del escarabajo, el dragón, el gavilán y otros animales. También lo dice Manetón, en su Epítome de las cosas naturales, y Hecateo, en el libro primero de la Filosofía de los egipcios; agregando que les construyen templos y esculpen esas estatuas porque no conocen la figura de Dios; que el mundo fue creado, es corruptible y de forma esférica; que las estrellas son fuego, y por la mezcla equilibrada de sus influjos (9) la tierra produce algo; que la luna se eclipsa cuando entra en la sombra de la Tierra; que el alma permanece en el cuerpo cierto tiempo, y luego transmigra a otro; que la lluvia proviene de los cambios del aire (10). Muchas cosas debaten sobre la Fisiología, según se ve en Hecateo y Aristágoras. Tienen también sus leyes acerca de la justicia, y las atribuyen a Mercurio. De los animales elevaron al rango de dioses a los que son útiles al ser humano. Y finalmente, dicen que ellos fueron los inventores de la Geometría, la Astrología y la Aritmética. Con esto es suficiente en lo que respecta a la invención de la Filosofia.

VIII. Acerca del nombre, Pitágoras fue el primero que lo utilizó al llamarse filósofo cuando conversaba familiarmente en Sición con Leontes, tirano de los sicioneses o fliaseos, como menciona Heráclides Póntico en el libro De la intercepción de la respiración (11): Ninguno de los hombres -dijo Pitágoras- es sabio; sólo Dios lo es. Antes la Filosofia se llamaba sabiduría, y sabio el que la profesaba y llegaba a lo máximo de su perfección; pero el que se dedicaba a ella se llamaba filósofo; aunque los sabios se llamaban también sofistas, e incluso los poetas; pues Cratino, en su Arquíloco, citando a Homero y a Hesíodo, así los llama. Fueron considerados sabios: Tales, Solón, Periandro, Cleóbulo, Quilón, Biante y Pitaco. Además, Anacarsis, Escita, Misón Queneo, Ferecides Siro y Epiménides Cretense. Algunos añaden a Pisístrato Tirano.

IX. Las sectas o sucesiones de la Filosofia fueron dos: una desciende de Anaximandro, y otra de Pitágoras. Del primero fue maestro Tales; y de Pitágoras, Ferecides. Una se llamó jónica porque Tales, maestro de Anaximandro, era de Jonia, nacido en Mileto; la otra se llamó italiana porque Pitágoras, su creador, vivió casi siempre en Italia. La secta jónica termina con Clitomaco, Crisipo y Teofrasto; la italiana, con Epicuro, pues a Tales sucedió Anaximandro; a este, Anaxímenes; a Anaxímenes, Anaxágoras; a este, Arquelao; a Arquelao, Sócrates, quien inventó la Moral. A Sócrates siguieron sus discípulos, principalmente Platón, instituidor de la Academia primitiva. A Platón sucedieron Espeusipo y Jenócrates; a éste le siguió Polemón; a Polemón, Crantor y Crates; a éste, Arcesilao, que introdujo la Academia media; a Arcesilao siguió Lacides, inventor de la Academia nueva; a Lacides siguió Caméades; y a Caméades, Clitómaco. Así termina la secta jónica.

X. En Crisipo terminó de este modo: a Sócrates le siguió Antístenes; a éste, Diógenes Cínico; a Diógenes, Crates Tebano; a Crates, Zenón Citio; a Zenón, Cleantes, y a Cleantes, Crisipo. Por último, en Teoftasto acabó así: a Platón le siguió Aristóteles, y a Aristóteles, Teofrasto. De esta manera finalizó la secta jónica. La italiana, en la forma siguiente: a Ferecides le siguió Pitágoras; a Pitágoras, Telauges, su hijo; a éste, Jenófanes; a Jenófanes, Parménides; a Parménides, Zenón de Elea; a éste, Leucipo, y a Leucipo, Demócrito. A Demócrito le siguieron muchos, pero los más notables son Nausifanes y Naucides, a los cuales siguió Epicuro.

XI. Algunos filósofos se llamaron dogmáticos; otros, efécticos (12). Los dogmáticos enseñan las cosas como comprensibles. Los efécticos se abstienen de ello, suponiéndolo todo incomprensible. Algunos de ellos han dejado escritos; otros, no escribieron. Entre estos últimos están Sócrates, Estilpón, Filipo, Menedemo, Pirro, Teodoro, Caméades, Brisón y, según algunos, Pitágoras y Aristón Quío, que sólo escribieron cartas. Otros dejaron un escrito nada más, como Meliso, Parménides y Anaxágoras. Zenón escribió mucho; Jenófanes, más aún; Demócrito más

XII. Los filósofos tomaron sus apellidos, unos de pueblos, como los eleenses, megarenses, erétricos y cirenáicos. Otros los tomaron de algunos parajes, como los académicos y los estoicos; otros, de algunas circunstancias, como los peripatéticos; otros, de sus cavilaciones, como los cínicos; otros, de ciertas afecciones, como los eudemónicos; otros, finalmente, de su opinión, como los llamados filaletes, los eclécticos y los analogéticos. Algunos tomaron el nombre de su maestro, como los socráticos, epicúreos y semejantes; otros, se llamaron fisicos porque escribieron de Física; otros morales por la doctrina moral que enseñaron; otros, por último, se llaman dialécticos por ejercitarse en argumentos y sutilezas.

XIII. Entonces, las partes de la Filosofia son tres: Física, Moral y Dialéctica. La Física trata del universo y de las cosas que contiene; la Moral de su vida humana y cosas pertenecientes a ella; y la Dialéctica examina las razones de ambas. Hasta Arquíloco predominó la Física. Desde Sócrates comenzó la Moral, y desde Zenón de Elea, la Dialéctica. De la Moral hubo diez sectas, que son: académica, cirenaica, elíaca (13), megárica, cínica, erétrica, dialéctica, peripatética, estoica y epicúrea.

XIV. Platón fue el fundador de la Academia primitiva; de la media, Arcesilao, y de la nueva, Lacides. De la secta cirenaica lo fue Aristipo de Cirene; de la elíaca, Fedón de Elea; de la megárica, Euclides Megarense; de la cínica, Antístenes Ateniense; de la erétrica, Menedemo de Eritrea; de la dialéctica, Clitómaco Cartaginés; de la peripatética, Aristóteles Estagirita; de la estoica, Zenón Citio; y finalmente, la epicúrea se llama así por su autor, Epicuro.

XV. En su tratado De las sectas filosóficas, Hipoboto dice que fueron nueve: primera, la megárica; segunda, la erétrica; tercera, la cirenaica; cuarta, la epicúrea; quinta, la anniceria; sexta, la teodórica; séptima, la zenónica o estoica; octava, la académica antigua; y novena, la peripatética. De la cínica, eleática y dialéctica no hace mención. La pirrónica se estima poco por su oscuridad, pues unos dicen que es secta, y otros que no lo es. Parece que lo es, dicen; porque llamamos secta a la que sigue, o tiene todas las apariencias de seguir, alguna norma de vida; por cuya razón podemos muy bien llamar secta a la de los escépticos. Pero si por secta entendemos la tendencia a los dogmas que tienen séquito, no se podrá llamar secta, puesto que carece de dogmas. Hasta aquí de los principios, sucesiones, varias partes y número de sectas que tuvo la Filosofia. Aunque no hace mucho tiempo que Potamón Alejandrino introdujo la secta electiva, eligiendo de cada una de las otras lo que le pareció mejor. Según escribe en sus Instituciones, son dos los modos de indagar la verdad. El primero y principal es aquel con que formamos juicio. El otro es aquel por medio de quien lo formamos, como con una imagen muy exacta. También piensa que la causa material y eficiente, la acción y el lugar son el principio de las cosas; pues siempre inquirimos de qué, por quién, cuáles son y en dónde se hacen. Y dice que el fin al cual deben dirigirse todas las cosas es la vida perfecta por medio de todas las virtudes, incluso los bienes naturales e inesperados del cuerpo.

Pero entremos en materia acerca de la vida de los filósofos, y el primero es:


TALES

1. Según escriben Herodoto, Duris y Demócrito, el padre de Tales fue Examio, y su madre, Cleobulina, de la familia de los Telidas, que son fenicios muy nobles descendientes de Cadmo y de Agenor, como lo ratifica Platón. Fue el primero que tuvo el nombre de sabio, cuando se nombraron así los siete, siendo Arconte (14) en Atenas Damasipo, según escribe Demetrio Falereo en el Catálogo de los arcontes. Fue hecho ciudadano de Mileto, cuando estuvo allá en compañía de Neleo, que fue echado de Fenicia; o bien, como dicen muchos, fue natural de la misma Mileto y de sangre noble.

2. Además de los negocios públicos se dedicó al estudio de la Naturaleza. Algunos dicen que nada dejó escrito; pues la Astrología náutica que se le atribuye, es de Foco Samio. Calímaco lo cree inventor de la Ursa menor, diciendo en sus yambos:

Del Carro fue inventor, cuyas estrellas
dan rumbo a los fenicios navegantes.

Pero, según otros, escribió dos obras, que son: Del regreso del sol de un trópico a otro, y Del equinoccio; lo demás -dijo- era fácil de entender. Algunos suponen que fue el primer estudioso de la Astrología, y predicó los eclipses del sol y cambios del aire, como escribe Eudemón en su Historia astrológica; y que por esta causa lo celebraron tanto Jenófanes y Herodoto. Lo mismo aseveran Heráclito y Demócrito.

3. Muchos opinan que fue el primero en defender la inmortalidad del alma; de este grupo es el poeta Querilo. Fue el primero que averiguó el trayecto del sol de un trópico a otro; y el primero que, comparando la magnitud del sol con la de la luna, manifestó ser ésta setecientas veinte veces menor que aquel, como escriben varios. El primero que llamó triacada a la tercera década del mes (15); y también el primero, según algunos, que disputó de la Naturaleza. Aristóteles e Hipias dicen que Tales atribuyó alma a cosas inanimadas, demostrándolo mediante la piedra imán y el electro. Pánfilo escribe que al aprender de los egipcios la Geometría, inventó el triángulo rectángulo en un semicírculo, y que sacrificó un buey a causa del hallazgo. Otros, lo atribuyen a Pitágoras (16); uno de los cuales es Apolodoro logístico (17). También promovió mucho lo que dice Calímaco en sus Yambos que halló Euforbo Frigio, a saber, el triángulo escaleno y otras cosas respecto a la especulación de las líneas.

4. Se sabe que en asuntos de gobierno sus consejos fueron muy útiles; pues cuando Creso envió embajadores a los de Mileto, solicitando su confederación en la guerra contra Ciro, lo estorbó Tales, lo cual, al resultar Ciro victorioso, fue la salvación de Mileto. Refiere Clitón que fue amante de la vida privada y solitaria, como leemos en Herác1ides. Algunos mencionan que fue casado y que tuvo un hijo llamado Cibiso; otros dicen que vivió soltero, y adoptó un hijo de su hermana; y que al preguntarle por qué no tenía hijos, respondió que por lo mucho que deseaba tenerlos (18). También se cuenta que cuando su madre le pidió que se casara, respondió que todavía era temprano; y que pasados algunos años, al urgirlo su madre con más fuerza, dijo que ya era tarde. Escribe Jerónimo de Rodas, en el libro II De las cosas memorables, que al querer Tales manifestar la facilidad con que podía enriquecerse, en cuanto supo que habría gran cosecha de aceite, tomó en amendo muchos olivares, y ganó muchísimo dinero con esto.

5. Dijo que el agua es el primer principio de las cosas; que el mundo está animado y lleno de espíritus. Fue el creador de las estaciones del año, y asignó a éste trescientos sesenta y cinco días. No tuvo ningún maestro, excepto que cuando viajó por Egipto se familiarizó con los sacerdotes de aquel país. Jerónimo dice que midió las pirámides por medio de la sombra, proporcionándola con la nuestra cuando es igual al cuerpo. Y Minies afirma que vivió en compañía de Trasíbulo, tirano de Mileto.

6. Se sabe lo del trípode que encontraron en el mar unos pescadores, y el pueblo de Mileto lo envió a los sabios. Fue el caso que ciertos jóvenes jonios compraron a unos pescadores de Mileto un lance (19) de red, y como en ella sacaron un trípode (20); se originó la controversia sobre ello, hasta que los milesios consultaron el oráculo de Delfos, y obtuvieron esta respuesta:

¿A Febo preguntáis, prole milesia,
cuyo ha de ser el trípode? Pues dadle
a quien fuere el primero de los sabios.

Así que lo dieron a Tales; él lo dio a otro sabio; éste a otro, hasta que paró en Salón, el cual, diciendo que Dios era el primer sabio, envió el trípode a Delfos (21).

7. Calímaco cuenta esto de otro modo en sus Yambos, como tomado de Leandrio Milesio, y dice: Cierto arcade llamado Batic1es, dejó una taza para que se diera al primero de los sabios. Habiéndola dado a Tales, y vuelta al mismo hecho el giro de los demás sabios, la dio a Apolo Didimeo, diciendo:

Gobernando Nileo a los milesios
hizo a Dios Tales este don precioso
que dos veces había recibido.

Lo cual, escrito en prosa, dice: Tales Milesio, hijo de Examio, dedicó a Apolo Délfico este ilustre don que había recibido dos veces de los griegos. El que llevó la taza de unos sabios a otros era hijo de Batilo, y se llamaba Tirión, como dice Eleusis en el libro De Aquiles, y Alejo Mindio en el nono De las cosas fabulosas.

8. Eudoxo Cnidio y Evantes Milesio mencionan que Creso dio una copa de oro a cierto amigo para que la regalara al más sabio de Grecia, y que después de dársela a Tales, de uno en otro sabio vino a parar a Quilón. Al preguntar a Apolo quién era más sabio que Quilón, respondió que Misón. De este hablaremos más adelante. Eudoxo pone a Misón por Cleóbulo, y Platón lo pone por Periandro. La respuesta de Apolo fue:

Cierto Misón Eteo, hijo de Queno,
en la ciencia sublime es más perito.

El que hizo la pregunta fue Anacarsis. Démaco Plateense y Clearco dicen que Creso envió la taza a Pitaco, y de él pasó a los otros sabios; pero Andrón, tratando del trípode, afirma que los argivos pusieron el trípode por premio de la virtud al más sabio de los griegos, y habiendo considerado a Aristodemo Esparciata como tal, éste lo cedió a Quilón. Aleeo recuerda a Aristodemo de esta manera:

Pronunció el Esparciata Aristodemo
aquella nobilísima sentencia:
El rico es sabio; el pobre, nunca bueno.

9. Hay quienes dicen que Periandro envió a Trasíbulo, tirano de Mileto, una nave cargada, y habiendo zozobrado en los mares de Cos, hallaron después el trípode unos pescadores. Pero Fanódico escribe que fue hallado en el mar de Atenas, remitido a la ciudad, y por decreto público enviado a Biante. El porqué se dirá cuando tratemos de Biante. Otros dicen que lo fabricó Vulcano, y se lo regaló a Pélope el día de sus nupcias; que vino a quedar en poder de Menelao; que lo robó Alejandro con Helena, y, por último, Lácenas lo arrojó al mar de Cos, diciendo que sería motivo de discordias. Después, cuando unos de Lebedo compraron a los pescadores un lance de red y encontraron el trípode, se inició una discusión sobre ello. Llegaron a Cos las querellas; pero como nada se decidía, dieron parte a Mileto, que era la capital. Los milesios enviaron comisionados para que arreglaran el problema, pero al no conseguirlo, tomaron las armas contra Coso Viendo que morían muchos de ambas partes, el oráculo dijo que se diera el trípode al varón más sabio, y las partes convinieron en darlo a Tales. Éste, después que circuló por los demás y regresó a su mano, lo dedicó a Apolo Didimeo. A los de Cos el oráculo les respondió así:

No cesará de Cos y de Mileto
la famosa contienda, mientras tanto
que ese trípode de oro (que Vulcano
tiró al mar) no salga de vuestra patria
y llegue a casa del varón que sepa
lo pasado, presente y venidero.

Y a los milesios, dijo:

¿A Febo preguntáis, prole milesia ...?

como ya lo habíamos mencionado.

10. En las Vidas, Hermipo atribuye a Tales lo que otros dicen de Sócrates. Tales decía que por tres cosas daba gracias a la fortuna: la primera, por haber nacido hombre y no bestia; la segunda, por ser varón y no mujer; y la tercera, por ser griego y no bárbaro. Se cuenta que cuando una vieja lo sacó de casa para que observara las estrellas, se cayó en un hoyo, y como se quejó de la caída, la vieja le dijo: ¡Oh, Tales, tú presumes de ver lo que está en el cielo, y no ves lo que tienes a los pies! Ya escribió Timón que fue muy dedicado a la Astronomía, y lo nombra en sus Sátiras (22), diciendo:

Así como el gran Tales
astrónomo fue y sabio entre los siete.

Según dice Lobón Argivo, sólo escribió unos doscientos versos (23); y que a su retrato se pusieron estos:

Tales es el presente a quien Mileto
en su seno nutrió; y hoy le dedica,
como el mayor astrónomo, su imagen.

Entre los versos adomenos (24), son de Tales los siguientes:

Indicio y seña de ánimo prudente
nos da quien habla poco.
Alguna cosa sabia
alguna cosa ilustre elige siempre:
Quebrantarás así locuacidades.

11. Estas sentencias se le atribuyen: De los seres, el más antiguo es Dios, por ser ingénito; el más hermoso es el mundo, por ser obra de Dios; el más grande es el espacio, porque lo encierra todo; el más veloz es el entendimiento, porque corre por todo; el más fuerte es la necesidad, porque todo lo vence; el más sabio es el tiempo, porque todo lo descubre. También dijo que entre la muerte y la vida no hay diferencia alguna; y cuando alguien le preguntó: Pues ¿por qué no te mueres tú?, respondió: Porque no hay diferencia. A uno que deseaba saber quién fue primero, la noche o el día, le respondió: La noche fue un día antes que el día. Al preguntarle otro si los dioses veían las injusticias de los hombres, contestó: Y aun los pensamientos. A un adúltero que le preguntó si juraría no haber cometido adulterio, respondió: Pues ¿no es peor el perjurio que el adulterio?

12. Cuando le preguntaron qué cosa es dificil, respondió: Conocerse a sí mismo. Y al preguntarle qué cosa es fácil, dijo: Dar consejo a otros. ¿Qué cosa es suavísima? Conseguir lo que se desea. ¿Qué cosa es Dios? Lo que no tiene principio ni fin. ¿Qué cosa vemos raras veces? Un tirano viejo. ¿Cómo sufrirá uno más fácilmente los infortunios? Viendo a sus enemigos peor tratados de la fortuna. ¿Cómo viviremos mejor y más santamente? No cometiendo lo que reprendemos en otros. ¿Quién es feliz? El sano de cuerpo, abundante en riquezas y dotado de entendimiento. Decía que nos debemos acordar de los amigos ausentes tanto como de los presentes. Que no es cosa loable hermosear el exterior, sino adornar el espíritu con las ciencias. También decía: No te enriquezcas con injusticias; ni publiques un secreto que te han confiado. El bien que hicieras a tus padres, espéralo de tus hijos. Opinó que las inundaciones del Nilo son causadas por los vientos etesios que soplan contra la corriente.

13. Apolodoro, en sus Crónicas, dice que Tales nació el año primero de la Olimpiada XXXV, y murió el setenta y ocho de su edad, o bien el noventa, habiendo fallecido en la Olimpiada LVIII, como escribe Sosícrates. Vivió en los tiempos de Creso, a quien prometió que lo haría pasar el río Halis sin usar un puente, esto es, dirigiendo las aguas por otro cauce.

14. Demetrio de Magnesia, en la obra que escribió de los Colombreños (25), dice que hubo otros cinco Tales. El primero fue un retórico calanciano, imitador despreciable; el segundo, un pintor sicionio muy ingenioso; el tercero, fue muy antiguo y del tiempo de Hesíodo, Homero y Licurgo; el cuarto, lo nombra Duris en su Libro de la pintura; y el quinto, es moderno y no muy conocido, al cual menciona Dionisio en su Critica.

15. Tales, el sabio, murió estando en unos espectáculos gimnásticos, afligido del calor, sed y debilidad propia, por ser ya viejo. En su sepulcro se puso este epigrama:

Túmulo esclarecido, aunque pequeño,
es este; pues encierra la grandeza
de los orbes celestes, que abreviados
tuvo en su entendimiento el sabio Tales.

Existe otro mío en el libro I de los Epigramas, o Colección de metros (26), y es:

Las gimnásticas luchas observando
atento en el estadio el sabio Tales,
arrebatóle Júpiter Eleo.
Bien hizo en acercarle a las estrellas,
cuando por la vejez ya no podía
las estrellas mirar desde la tierra.

De Tales es aquella sentencia: Conócete a ti mismo, aunque Antístenes, en las Sucesiones, dice que es de Femonoe, y se la adjudicó Quilón.

16. De los siete sabios, cuya memoria en general es digna de este lugar, se dice lo siguiente: Damón Cirineo, que escribió De los filósofos, los censura a todos; pero en especial a los siete. Anaximenes dice que fueron más afectos a la poesía que otra cosa. Dicearco, que no fueron sabios ni filósofos, sino sólo hombres expertos y legisladores. Dice también haber leído el Congreso de los siete sabios en presencia de Cipseto, que escribió Arquétimo Siracusano. Euforo refiere que se congregaron los siete en presencia de Creso, excepto Tales. Otros dicen que también se hallaron juntos en Panionio (27), en Corinto y en Delfos. Hay igualmente opiniones diversas acerca de sus dichos o sentencias, atribuyéndose algunas a otros, como la siguiente:

Dijo el sabio Quilón Lacedemonio:
Todo exceso es dañoso: obrar a tiempo
es el mejor y más laudable
.

17. También hay controversia en cuanto a su número; pues Leandrio pone a Leofante Gorsiada, natural de Lebedo o de Efeso, y a Epiménides Cretense, en vez de Cleóbulo y Misón; Platón, en su Protágoras, pone a Misón por Periandro. Eforo, por Misón a Anacarsis; otros añaden a Pitágoras. Dicearco, por consentimiento general, cita cuatro, que son: Tales, Biante, Pitaco y Solón. Luego nombra otros seis: Aristodeino, Pánfilo, Quilón Lacedemonio, Cleóbulo, Anacarsis y Periandro; de los cuales elige tres. Algunos agregan a Acusilao y a Caba o Escabra Argivo. Hermijo, en su tratado De los sabios, apunta diecisiete, y deja que el lector elija de ellos los siete que quiera. Son estos: Solón, Tales, Pitaco, Biante, Quilón, Cleóbulo, Periandro, Anacarsis, Acusilao, Epiménides, Leofanto, Ferecides, Aristodemo, Pitágoras, Laso (hijo de Carmantides o de Simbrino, o bien, según dice Aristoxeno, hijo de Cabrino Hermioneo) y Anaxágoras. Finalmente, Hipoboto, en su libro De los filósofos, los menciona en el orden siguiente: Orfeo, Lino, Solón, Periandro, Anacarsis, Cleóbulo, Misón, Tales, Biante, Pítaco, Epicarmo y Pitágoras.

18. Se atribuyen a Tales las epístolas siguientes:


TALES A FERECIDES

He sabido que eres el primer jonio que estás para publicar en Grecia un escrito acerca de las cosas divinas. Tal vez será mejor consejo publicar estas cosas por escrito, que no fiarlas a algunos pocos que no hagan mucho caso del bien común. Quisiera, si te parece bien, que me comunicaras lo que escribes; e incluso si lo permites, pasaré a Sirón a verte, porque es verdad que no somos tan estólidos yo y Solón Ateniense, que habiendo navegado a Creta a fin de hacer nuestras observaciones, y a Egipto para comunicarnos con los sacerdotes y astrónomos, lo dejemos de hacer ahora para ir a verte. Así que irá Solón conmigo, si gustas, ya que tú, enamorado de ese país, pocas veces pasas a Jonia, ni solicitas la comunicación con los forasteros; antes bien, según pienso, el escribir es tu única ocupación. Nosotros, que nada escribimos, viajamos por Grecia y Asia.


TALES A SOLÓN

19. Si te vas de Atenas, creo que puedes habitar con mucha comodidad en Mileto, porque es colonia vuestra, pues en ella no sufrirás ninguna molestia. Si detestas a los tiranos de Mileto, como haces con todos los demás tiranos, podrás vivir alegre en compañía de nosotros tus amigos. Biante te envió a decir que pasaras a Priena; si determinas vivir en Priena, iremos también nosotros a habitar contigo.


SOLÓN

l. Solón, hijo de Execestides, nativo de Salamina, quitó a los atenienses el gravamen que llamaban sisactia, que era una especie de redención de personas y bienes. Se hacía comercio de personas, y muchos servían por pobreza. Se debían siete talentos al patrimonio de Solón; él perdonó a los deudores, e instó a los demás con su ejemplo a hacer lo mismo. Esta ley se llamó sisactia, la razón de cuyo nombre es evidente (28). Después estableció otras leyes (cuya lista sería largo enumerar), y las publicó escritas en tablas de madera (29).

2. También fue célebre otro hecho suyo. Se disputaban con las armas los atenienses y megarenses la isla de Salamina, su patria; hasta que habiéndose ya derramado mucha sangre, comenzó a ser delito capital en Atenas proponer la adquisición de Salamina mediante las armas. Entonces Solón, fingiéndose loco de repente, salió coronado a la plaza, donde por medio de un pregonero, leyó a los atenienses ciertas elegías que había compuesto sobre Salamina, y los conmovió tanto que renovaron la guerra contra los megarenses y los vencieron, motivados por esta sutileza de Solón. Los principales versos con que indujo a los atenienses son estos:

Primero que ateniense, ser quisiera
isleño folegandrio, o sicinita.
Aun por ellas la patria permutara,
puesto que ha de decirse entre los hombres:
Este es un ateniense de los muchos
que a Salamina abandonada dejan
.

Y después:

Vamos a pelear por Salamina,
isla rica y preciosa, vindicando
el gran borrón que nuestro honor padece.

3. También indujo a los atenienses a que tomaran el Quersoneso Táurico. Para que no pareciera que los atenienses habían tomado a Salamina sólo por las armas, y no por derecho, abrió diferentes sepulcros e hizo ver que los cadáveres estaban sepultados de cara al Oriente, lo cual era rito de los atenienses al enterrar sus muertos. Lo mismo demostró con los edificios sepulcrales, construidos de cara al Oriente y esculpidos con los nombres de las familias, lo cual era propio de los atenienses. Se dice que al Catálogo (30) de Homero, después del verso

Ayax de Salamina traía doce naves,

añadió el siguiente:

y las puso donde estaban las falanges
de los atenienses.

4. Con esas acciones tuvo en su favor al pueblo, que gustoso aceptaría que fuera su rey (31); pero él no sólo no se aprovechó, sino que aun, como dice Sosícrates, se opuso en forma rotunda a su pariente Pisístrato, cuando supo que intentaba tiranizar a la República. Cuando el pueblo estaba congregado, Solón salió armado con peto y escudo, y manifestó las intenciones de Pisístrato. Además, también se mostró dispuesto a ayudar, diciendo: Oh, atenienses, yo soy entre vosotros más sabio que unos y más valeroso que otros; soy más sabio que los que no advierten lo que planea Pisístrato, y más valeroso que los que lo conocen y callan por miedo. El Senado, que apoyaba a Pisístrato, decía que Solón estaba loco, pero él respondió:

Dentro de un breve tiempo, oh atenienses,
la verdad probará si estoy demente.

Los élegos que pronunció sobre la dominación tiránica que premeditaba Pisístrato, son los siguientes:

Como las nubes, nieves y granizos
arrojan truenos, rayos y centellas,
así en ciudad de muchos poderosos
caerá el ciego pueblo en servidumbre.

Como Solón no quiso apoyar a Pisístrato, que finalmente tiranizó a la República, dejó las armas delante del Pretorio, diciendo: ¡Oh, patria!, te he ayudado con palabras y con hechos. Luego navegó a Egipto y Chipre. Estuvo con Creso, y al preguntarle éste a quién consideraba feliz, respondió que a Tello Ateniense, a Cleobis y a Bito, con lo demás que de esto se cuenta. Algunos dicen que habiéndose adornado Creso una vez con toda clase de ornatos, y sentándose en su trono, le preguntó si alguna vez había visto un espectáculo más bello, a lo que respondió: Lo había visto en los gallos, faisanes y pavos, pues éstos resplandecían con adornos naturales y de maravillosa hermosura.

5. Después viajo a Cilicia; fundó un ciudad a la que llamó Solos, y la pobló de habitantes atenienses, los cuales, como al paso del tiempo perdieran en parte el idioma patrio, se dijo que solecizaban. De aquí se llamaron estos solenses, y los de Chipre solios. Al enterarse que Pisístrato quería seguir reinando, escribió a los atenienses:

Si oprimidos os veis, echad la culpa
sobre vosotros mismos, no a los dioses.
Dando a algunos poder, dando riquezas,
compráis la servidumbre más odiosa.
De ese varón os embelesa el habla,
y nada reparáis en sus acciones.

Cuando Pisístrato tuvo conocimiento de la partida de Solón, le escribió esto:


PISÍSTRATO A SOLÓN

6. Ni yo soy el primer ateniense que se encumbró con el reino, ni me arrogo cosas que no me pertenezcan, como descendiente de Cécrop. Sólo tomo lo mismo que los atenienses juraron dar a Codro y sus descendientes, y no se lo dieron. Respecto a lo demás, en nada peco contra los dioses ni contra los hombres, pues gobierno según las leyes que tú mismo diste a los atenienses, observándose mejor así que por democracia. No permito que se perjudique a nadie; y aunque soy rey, no me diferencio de la plebe, excepto por la dignidad y el honor, contentándome con los mismos estipendios otorgados a los que reinaron antes. Cada ateniense separa el diezmo de sus bienes, no para mí, sino con el fin de que haya fondos para los gastos de los sacrificios públicos, utilidades comunes y guerras que puedan ofrecerse. No me quejo de ti porque anunciaste al pueblo mis planes, ya que los anunciaste más por el bien de la República que por el odio que me tengas, como también porque ignorabas la calidad de mi gobierno, pues de poder saberlo, quizá te hubieras adherido a mis acciones, y no te hubieras ido. Regresa, pues, a tu casa, y créeme, aun sin juramento, que en Pisístrato nada habrá ingrato para Solón. Sabes que ningún detrimento han padecido por mí ni siquiera mis enemigos. Si gustas ser uno de mis amigos, serás de los más íntimos, pues no veo en ti ninguna infidelidad ni dolo. Pero si no deseas vivir en Atenas, haz como quieras, con tal que no estés ausente de la patria por causa mía.

7. Solón decía que el término de la vida son setenta años. También parece que son suyas estas ilustres leyes: Quien no alimente a sus padres, será infame, y lo mismo quien consuma su patrimonio en glotonerías. El que viviera ocioso, pueda ser acusado por quien quiera acusarlo. Lisias dice, en la Oración que escribió contra Nicia, qne Dracón fue quien dejó escrita dicha ley, y que Solón la promulgó. También, que quien hubiese padecido el nefas fuera removido del Tribunal.

8. Reformó los honores que se daban a los atletas, y estableció que a quien ganara en los juegos olímpicos se le dieran quinientas dracmas; al que en los ístmicos, cien; y así en las demás competencias. Decía que ningún bien se seguía de engrandecer semejantes honores; antes bien, debían darse a los que hubieran muerto en la guerra, para criar e instruir a sus hijos a expensas del público, pues con este estímulo se portarían fuertes y valerosos en los combates; como lo hicieron Policelo, Cinegiro, Calmaco y todos los que pelearon en Maratón. Lo mismo que Harmodio, Aristogitón, Milcíades y otros infinitos. Pero los atletas y gladiadores, además de ser de mucho gusto, aun cuando vencen son perniciosos, y antes son coronados contra la patria que contra sus contendientes. Y en la vejez

son ropa vieja, a quien dejó la trama,

como dice Eurípides. Por este motivo los premios fueron modificados por Solón.

9. También fue autor de la ilustre ley que dice: El curador no cohabite con la madre de los pupilos; y que no pueda ser curador aquel a quien pertenezcan los bienes de los pupilos cuando mueran éstos. También que los grabadores de sellos en anillos, al vender uno, no retuvieran otro con el mismo grabado. Que a quien sacara el ojo que le quedaba a un tuerto, se le sacaran los dos. Y estas otras: No tomes lo que no pusiste; pues quien haga lo contrario, será reo de muerte. El príncipe que fuese hallado embriagado, será condenado a la pena de muerte.

10. Trató de que se coordinaran los poemas de Homero, para que sus versos y contexto tuvieran entre sí mayor correlación. Vemos entonces que Solón ilustró más a Homero que Pisístrato, como dice Dieuquidas en el libro V de la Historia Megárica. Los principales versos eran:

A Atenas poseían, etc.

También Solón fue el primero que llamó viejo y nuevo al último día del mes (32), y el primero que estableció los nueve arcontes (magistrados) para sentenciar las causas, como escribe Apolonio en el libro II De los legisladores.

Cuando hubo una sedición entre los de la ciudad, los del campo, y marinos, no apoyó a ninguna de las partes.

11. Decía que las palabras son imagen de las obras. Rey, el de mayores fuerzas. Las leyes son como las telarañas, pues enredan lo leve y de poca fuerza, pero lo grande las rompe y se escapa. Que la palabra debe sellarse con el silencio, y el silencio, con el tiempo. Que los que pueden mucho con los tiranos son como las notas numerales que usamos en los cálculos; pues así como cada una de ellas ya vale más, o menos, igualmente los tiranos exaltan a unos y abaten a otros. Al preguntarle por qué no había hecho ley contra los parricidas, respondió: Porque espero que no los haya. Y ¿de qué forma no harán los hombres injusticias? Aborreciéndolas los que no las padecen igualmente que los que las padecen. También dijo que de las riquezas nace el fastidio, y del fastidio, la insolencia (33). Dispuso que los atenienses contaran los días según el trayecto de la luna. Prohibió a Tespis la representación y enseñanza de tragedias, por considerarla una inútil falsilocuencia (34). Y cuando Pisístrato se hirió a sí mismo, Solón dijo: De allí provino esto.

12. Apolodoro menciona en el libro De las sectas filosóficas, que daba a los hombres estos consejos: Ten por más fiel la probidad que el juramento. Piensa en acciones ilustres. No hagas amigos de pronto, ni dejes los que ya hubieras hecho. Manda cuando ya hubieras aprendido a obedecer. No aconsejes lo más agradable, sino lo mejor. Toma por guía la razón. No te familiarices con los malos. Venera a los dioses. Honra a los padres.

13. Se dice que cuando Mimnenno escribió:

Ojalá que sin males ni dolencias,
que lo consumen todo, circunscriban
el curso de mi vida sesenta años,

lo reprendió, diciendo:

Si creenne quisieras, esto borra.
Mimnenno, y no te ofendas te corrija.
Refúndelo al momento, y así canta:
Mi vida se tennine a los ochenta.

Los adomenos (35) de Solón que se celebran son:

Examina los hombres uno a uno,
y observa si con rostro placentero
ocultan falsedad sus corazones,
y si hablan con doblez palabras claras
de oscuro entendimiento precedidas.

Se sabe que escribió: leyes, oraciones al pueblo, algunas exhortaciones para sí mismo, elegías. sobre las Repúblicas de Salamina y Atenas, hasta cinco mil versos; diversos yambos y épodos. A su efigie se puso este epigrama:

La ilustre Salamina, que del Medo
el orgullo abatió, fue dulce madre
del gran Solón, legislador divino.

14. Tuvo su mayor auge cerca de la Olimpiada XLVI, en cuyo tercer año fue príncipe de los atenienses (36), como dice Sosícrates, y fue cuando instituyó las leyes. Murió en Chipre el año ochenta de su edad. Dejó a los suyos orden de llevar sus huesos a Salamina, reducirlos a cenizas y esparcirlas por toda la ciudad. Por esta razón Cratino le hace hablar en su Quirón de este modo:

Habitó, según dicen, esta isla,
por todo el pueblo de Ayax esparcido.

En mi Panmetro, ya citado (37), en que procuré componer epigramas en todo tipo de versos y ritmos acerca de los varones célebres en doctrina, hay sobre Solón uno que dice lo siguiente:

De Solón Salaminio al frío cuerpo,
de Chipre el fuego convirtió en cenizas,
que de su patria en los fecundos campos
producirán ubérrimas espigas;
pero el alma ya fue derechamente
a la celeste patria conducida
por los ligeros ejes, (38) en que un tiempo
sus soberanas leyes dejó escritas.

Se considera suya la sentencia: Nihil nimis (39). Dioscórides refiere en sus Comentarios que cuando Solón lloró por habérsele muérto un hijo (cuyo nombre no se sabe), al decirle uno que de nada le aprovechaba el llanto, respondió: Por eso mismo lloro, porque de nada me aprovecha (40). Sus epístolas son las siguientes:


SOLÓN A PERIANDRO

15. Me dicen que muchos ponen asechanzas contra ti. Aunque quieras exterminarlos, no podrás ser precavido; te las pondrá el que menos sospeches; uno, porque te tema; otro, conociéndote digno de muerte, por ver que no hay cosa que no temas. Aun hará obsequio al pueblo el menos sospechoso que te quite la vida. Para quitar la causa, lo mejor seria dejar el imperio; pero si quieres absolutamente perseverar en él, será preciso que tengas fuerzas mayores que las de la ciudad. De esta manera ni habrá quien te sea temible, ni te desharás de ninguno.


SOLÓN A EPIMENIDES

16. Ni mis leyes, en la realidad, habían de ser de gran emolumento para los atenienses, ni menos lo fuiste tú con irte de la ciudad; pues no sólo pueden auxiliar a las ciudades los dioses y los legisladores, sino también los que siempre forman la multitud, a cualquier parte que se inclinen. A estos les son provechosos los dioses, y las leyes, si proceden debida y rectamente; pero si administran mal, de nada les sirven. No cedieron ciertamente en mayor bien mil leyes y establecimientos; porque los que manejaban el común han perjudicado con no estorbar que Pisístrato se convirtiera en rey, ni dieron crédito a mis predicciones. Él, que halagaba a los atenienses, fue más creído que yo, que los desengañaba. Armado delante del Senado, dije que yo era más sabio que los que no advertían que Pisístrato quería tiranizarlos, y más valeroso que los que por miedo no le repelían. Pero ellos creyeron que Solón estaba loco. Por último, di público testimonio en esta forma: ¡Oh patria! Solón está aquí dispuesto a darte socorro de palabra y de obra, aunque, por el contrario, creen estos que estoy loco. Así, único enemigo de Periandro, me ausento de ti. Esos otros sean, si gustan, sus alabarderos. Sabes, oh amigo, con cuánta sagacidad invadió el solio. Empezó adulando al pueblo; después, hiriéndose a sí mismo, salió ante el Senado, diciendo a gritos que lo habían herido sus contrarios, y suplicó que le concedieran cuatrocientos alabarderos de guardia. Y ellos, sin escuchar mis amonestaciones, se los otorgaron, armados con clavas; y en seguida subyugó a la República. Así que en vano me esforzaba en libertar a los pobres de la servidumbre, puesto que en el día todos son esclavos de Pisístrato.


SOLÓN A PISÍSTRATO

17. Creo que de ti no me vendrá ningún daño, puesto que antes de tu reinado era tu amigo, y hoy no te soy más enemigo que los demás atenienses que aborrecen el estado monárquico. Que piense cada quien si le parece mejor ser gobernado por uno o por muchos. Confieso que eres el más benigno de los tiranos; sin embargo, veo que no me conviene volver a Atenas, no sea que se queje alguno de que habiendo yo puesto el gobierno de ella en manos de todos igualmente, y abominando el monárquico, ahora con mi regreso parezca lisonjear tus acciones.


SOLÓN A CRESO

18. Me causa gran maravilla la amistad que me tienes; y te juro por Minerva que, de no haber ya resuelto habitar en un gobierno democrático, querría mejor vivir en tu reino que en Atenas, violentamente tiranizada por Pisístrato. Pero yo vivo más gustoso en donde los derechos son iguales entre todos. Bajaré, no obstante, ahí, siquiera por ser tu huésped un breve tiempo.


NOTAS

(l) Otros lo llaman Mochos.

(2) Esta portentosa antigüedad que se atribuían los egipcios es una mera fanfarronada suya, si es que hablaron de años solares. Es probable que de cada mes lunar hiciesen un año, con lo cual se hace menos absurdo el número de eclipses que ponen (incluidos únicamente los que fueron observados en Egipto), y menos arriesgados los cálculos.

(3) Se entiende del tránsito o pasaje de Jerjes, quinto rey de Persia, a Europa por el celebrado puente de barcos que construyó sobre el Helesponto (uniendo así el Asia con el Quersoneso) en la Olimpiada LXXV, unos cuatrocientos ochenta años antes de la era cristiana.

(4) Sin embargo, algunos padres de la Iglesia no dudan al afirmar que, mucho antes que los griegos vinieran al mundo, era ya muy antigua la Filosofia. Así opinan San Justino Mártir, San Clemente Alejandrino, Teófilo, Taciano, etc.

(5) Filosofia o Philosophía es palabra griega, compuesta de philos, que significa amigo, y sophia, sabiduría; de manera que filósofo viene a significar amigo de la sabiduría, y filosofia, amor de la misma. Véase también el párrafo VIII.

(6) Consta bastamente que lo que aquí se atribuye a Orfeo es una literal y errada inteligencia de sus opiniones, pues los antiguos poetas ocultaban debajo de estas figuras varias operaciones de la Naturaleza y elementos, siendo todo cosas tocantes a la Fisiología.

(7) Esto también lo permitieron Epicuro y otros filósofos, y aun se practicó por algunas personas.

(8) Es la circunferencia de la Tierra que describió este gran geómetra en varios libros, obra muy citada de los antiguos.

(9) De sus influjos. Añado esto porque no comprendo cómo puedan los astros mezclarse entre sí, excepto por sus rayos e influencias, de las cuales se burlan muchos de nuestros sabios modernos.

(10) Vocablo griwgo que nos es imposible reproducir, significa lluvias y no ríos, como traduce el intérprete latino.

(11) De esta obra se habla en la Vida de Empédocles, núm. 6. Plinio la menciona, lib. VII, cap. II.

(12) De estos filósofos se trata en el lib. IX, número 7 de la Vida de Pirrón.

(13) Mejor eliaca, como tiene el texto griego, por ser denominada de la ciudad de Elea, patria de Fedón, su autor. El intérprete latino pone Elíaca, teniendo por diptongo la e y la i.

(14) Arconte fue entre los atenienses la dignidad suprema y cuasi real, como entre los romanos el dictador. Eran nuevos los arcontes; pero sólo el primer arconte tomaba el nombre de rey o príncipe; y de éste se entiende cuando se cita el arcontado de alguno.

(15) Los griegos dividían los días del mes en tres décadas o decenas, que son: Comenzante o Incipiente, Media y Declinante o Terminante. Así, la voz triacada de Tales fue tanto como decir tercera década; y siendo cumplida, es el día 30 del mes.

(16) Cicerón, Vitruvio y otros antiguos atribuyen este hallazgo a Pitágoras. Acaso pueden conciliarse ambas opiniones diciendo que Pitágoras inventó la escuadra, según la describe Vitruvio, libro IX, cap. II, y Tales demostró que en un triángulo inscrito en un semicírculo, cuyo diámetro sea la hipotenusa de aquel, el ángulo a la circunferencia es siempre recto, lo cual es cosa diversa.

(17) Logístico, esto es, computador o contador.

(18) Otra lección dice todo lo contrario, a saber: Porque no deseaba tenerlos. Me parece muy probable el sentir de Isaac Casaubono, el cual dice que Tales en esta respuesta quiso jugar con la frase ambigua (Dos vocablos griegos que nos es imposible reproducir), cuya variación es insensible al pronunciarse, y dice lo contrario.

(19) A saber, todo lo que sacasen en una vez que echasen la red al agua, fuese poco o mucho; jactus rectis. (Véase Valerio Máximo, lib. IV, cap. L).

(20) Era un banquillo de oro, con tres pies. Valerio Máximo lo llama aurea mensa. Plutarco, Vida de Solón.

(21) A Apolo Délfico.

(22) (Vocablos griegos que nos resulta imposible reproducir), in Sillis. Eran versos satíricos, por cuya razón traduzco Sátiras.

(23) Se entienden versículos o renglones de la obra.

(24) (Vocablo griego que no podemos reproducir). Eran versos muy largos, semejantes a la prosa, como muchos de Plauto, con los cuales escribían los antiguos filósofos algunas sentencias útiles y deleitables.

(25) (Vocablo griego que no podemos reproducir): in homonymis. Esta obra de Demetrio se intitulaba: De los poetas que tuvieron un mismo nombre.

(26) (Vocablos griegos de imposible reproducción). Otras veces traduzco Miscelánea métrica.

(27) Panionio fue una ciudad y templo de la Jonia: Herodoto, Estrabón, Vitruvio, Mela, Estéfano, Diodoro, etc.

(28) Significa remisión o condonación de las deudas.

(29) De estas tablas (Vocablo griego que no podemos reproducir) de Solón se dice que tuvieron origen las Leyes de las doce tablas entre los romanos.

(30) Al catálogo que forma Homero de las naves que los pueblos de Grecia enviaron a la expedición de Troya.

(31) Laercio usa algunas veces promiscuamente el nombre de tirano y el de rey, a pesar de que son cosas muy distintas. Tirano, era entre los griegos cualquiera que se alzaba rey en algún pueblo libre o República, por ejemplo: Pisístrato en Atenas. Y rey era el que tenía el reino por voluntad de los vasallos.

(32) Véase la nota 15. Aristóteles en sus Nubes; Plutarco en la Vida de Solón.

(33) Aquí pueden usarse otras palabras, como son: injuria, injusticia, fausto, soberbia, petulancia, orgullo, protervia, maldad, etc. Todos o algunos de estos vicios pueden y suelen originarse de las riquezas en el hombre. Me pareció que la voz insolencia es la que mejor cuadra aquí.

(34) Así traduzco la voz pseudología por evitar perífrasis, persuadido de que la entenderá cualquiera. En cuanto a la prohibición de las tragedias, digo que me parece una humorada de Solón, y aun puerilidad pensar que el haberse Pisístrato herido a sí mismo (a fin de que el Senado ateniense le diese gente de guardia, suponiendo que le habían querido matar) pudiera originarse de las tragedias. Este fue un golpe de política refinada con que comenzó Pisístrato a fraguar su tiranía, como lo consiguió. Véase la carta de Solón a Epiménides.

(35) Qué cosas fuesen adomenos, se dijo en la nota 24.

(36) Esto es, fue primer arconte.

(37) Véase la nota 26.

(38) Parece que usa aquí Laercio un equívoco para significar tanto el eje de una carroza como las tablas en que Solón escribió sus leyes, usando esta figura de traslación con decir: que dichos ejes lo condujeron a la inmortalidad como en carro de triunfo.

(39) He dejado en latín la sentencia por no haber podido hallar en español palabras tan breves que la expresen con energía. Quien no quede satisfecho, podrá leer: No haya exceso en nada, o cosa semejante.

(40) Parece que quiso significar que la causa de su llanto era no haber ningún remedio para la muerte; pues si lo hubiera, no llorara.

Índice de Vidas de los filósofos más ilustres de Diógenes LaercioPresentación de Chantal López y Omar CortésSiguienteBiblioteca Virtual Antorcha