Índice de Vidas de los filósofos más ilustres de Diógenes Laercio | Anterior | Siguiente | Biblioteca Virtual Antorcha |
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LIBRO SÉPTIMO
Tercera parte
CLEANTES
1. Cleantes, hijo de Fanio, fue nativo de Asso. Al principio fue púgil, como dice Antístenes en las Sucesiones, pero al irse a Atenas con sólo cuatro dracmas, como dicen algunos, y uniéndose a Zenón, se dedicó fuertemente a la filosofía, y persistió en los dogmas de aquél. Fue celebrado por su aplicación al trabajo; tanto, que apretado por la necesidad, se aplicaba con ahínco al jornal, de noche sacando agua en ciertos jardines, y de día se ejercitaba en el estudio, por lo cual se llamaba phreantles (545). Dicen que fue conducido al tribunal para que dijera de qué se mantenía y vivía tan robusto, y que se limpió de esto dando por testigo a aquel en cuyo jardín sacaba agua, y a la vendedora de polenta a quien giraba la tahona. Lo celebraron mucho los areopagistas, y decretaron darle diez minas, las que Zenón le prohibió tomar. Dicen que Antígono le dio tres mil dracmas. Como condujese una vez ciertos jóvenes a un espectáculo, un soplo de aire le retiró el palio y fue visto sin túnica; por lo cual los atenienses le dieron un crocoto (546), como dice Demetrio de Magnesia en sus Colombroños, por lo cual fue generalmente admirado.
2. Se cuenta que Antígono, que era de su escuela, le preguntó por qué sacaba agua, y que él respondió: ¿Sólo saco agua? ¿Y por qué no también cavo, riego y hago todas las cosas por amor de la Filosofia? Incluso Zenón lo animaba a ejercitarse en esto, y de su jornal le mandaba traer un óbolo diariamente; y habiendo recogido con el tiempo buena cantidad, lo manifestó a los condiscípulos diciendo: Cleantes podría sustentar otros Cleantes si quisiera; los que tienen bienes de que sustentarse van solicitando de otros lo que han de comer, y no obstante, filosofan sin ahínco. Por esta razón era Cleantes llamado el segundo Hércules. Era muy aplicado, pero de naturaleza tarda y obtusa, por lo cual Timón habla de él así:
¿Quién es ese carnero
que discurriendo va por el gentío?
¿Ese parlero de Asso?
¿Ese mortero, estólido, gallina?
Sufría con paciencia la burla de sus condiscípulos; y como se oyese llamar asno, se conformaba y decía que él sólo podía llevar la carga de Zenón.
3. Una vez que le dijeron cobarde, respondió: Aun por eso cometo pocos pecados. Prefería su pobre vida a la de los ricos, diciendo: Mientras ellos juegan a la pelota, yo cavo la tierra yerma y estéril. Se reprendía muchas veces a sí mismo; lo cual, oído por Aristón, le dijo: ¿A quién reprendes? Y él respondió, riendo: A un viejo que tiene canas y entendimiento no. Al decirle uno que Arcesilao no hacía lo que debia, le respondió: Cesa y no lo culpes, pues aunque él no cumpla de palabra, lo ejecuta con obras. A esto dijo Arcesilao: No gusto de lisonjas, a lo que repuso Cleantes: Sí, yo te lisonjeo diciéndote que unas cosas dices y otras haces. Preguntándole uno qué era lo que debía amonestar a su hijo, respondió: Aquello de Electra:
Calla, guarda silencio, pisa quedo (547).
4. Cuando un lacedemonio dijo que el trabajo era bueno, respondió muy alegre:
De sangre generosa eres, oh hijo (548).
Menciona Hecatón en sus Críos que preguntándole un joven que si de quien se da golpes en el muslo se dirá que musliza, como de quien se los da en el vientre decimos que ventriza, respondió: Mancebo, quédate para ti esas muslizaciones, y sábete que las voces análogas no siempre significan las cosas análogas. Debatiendo una vez con otro joven, le preguntó si sentía, y diciéndole que sí, respondió Cleantes: ¿Pues cómo no siento yo que tú sientes? Como el poeta Sositeo se le pusiese delante estando en el teatro y le dijese:
A quienes la estulticia
de Cleantes conduce como bueyes (549).
no se alteró ni inmutó en nada. Admirados de esto los circunstantes, aplaudieron a Cleantes y echaron de allí a Sositeo; mas arrepentido éste de haberlo ultrajado, fue por aquel admitido, diciendo que era un absurdo que él se indignara por una palabra injuriosa, cuando ni Libero-Padre ni Hércules se indignan al ser burlados por los poetas.
5. Decía que a los peripatéticos les sucede lo que a las liras, las cuales suenan bien, pero no se oyen a sí mismas. Se refiere que habiendo dicho, en sentencia de Zenón, que por el aspecto se pueden comprender las costumbres, algunos jóvenes alegres le trajeron un bardaja rústico y campesino, y le preguntaron acerca de las costumbres de éste. Estuvo dudoso un rato, y luego mandó que se fuese; pero como al irse estornudase, al punto dijo Cleantes: Ya lo cogí, muelle es. A un hombre solitario que hablaba consigo mismo, le dijo: Hablas con un hombre no malo. Objetándole uno la vejez, respondió: También yo quiero ya marcharme; pero luego que me considero perfectamente sano, y que escribo y leo, vuelvo a quedarme. Dicen que escribía en ostras y en omoplatos de buey cuanto había oído a Zenón, careciendo de dinero para papel. Así que, siendo tal, sólo él consiguió entre tantos discípulos ilustres suceder a Zenón en la escuela.
6. Dejó los excelentes libros que siguen: Del tiempo, De la filosofía de Zenón, dos libros; cuatro de Exposiciones de Heráclito, Del sentido, Del arte, Contra Demócrito, Contra Aristarco, Contra Herilo, dos libros Del apetito, Antigüedades, De los dioses, De los gigantes, De los himeneos, Del poeta, tres libros Del oficio, Del buen consejo, De la gracia, Exhortatorio, De las virtudes, De la buena índole, De Gorgipo, De la envidia, Del amor, De la libertad, Arte amatoria, Del honor, De la gloria, El político, Del consejo, De las leyes, Del juzgar, De la educación, Del raciocinio, tres libros; Del fin, De lo honesto, De los negocios, De la ciencia, Del reino, De la amistad, Del convite, Que la virtud de los hombres y mujeres es toda una, Que es propio del sabio el filosofar, Críos, dos libros de Diatribas, Del deleite, De las propiedades, De las cosas ambiguas, De la Dialéctica, De los tropos o modos, De los predicamentos.
7. Murió en esta forma: Habiéndosele entumecido las encías, estuvo dos días sin tomar alimento por orden de los médicos; con lo cual se curó tan bien, que los médicos le permitieron que comiera ya lo mismo que solía. No lo ejecutó; antes bien, permaneció así, diciendo que ya tenía mucho camino andado; y de este modo sufrió más tiempo hasta que murió. Igualó en edad a Zenón, y vivió ochenta años, como dicen algunos, habiendo sido discípulo suyo por espacio de diecinueve. Yo le hice los versos siguientes:
A Cleantes celebro;
pero más a la muerte, que no quiso,
mirándole ya anciano,
retardarle el descanso bien que muerto
si agotó tanto pozo cuando vivo.
ESFERO
1. Esfero Bosforano, como ya dijimos, fue discípulo de Cleantes después de haberlo sido de Zenón; y habiendo salido muy aprovechado, se fue a Alejandria para estar con Tolomeo Filopator. Haciendo conversación una vez acerca de si el sabio opina o no, y habiendo dicho Esfero que no, queriendo el rey convencerlo, mandó sacar unas granadas de cera que tenía; con lo cual engañado Esfero, exclamó el rey diciéndole que había dado cabida a una imagen o fantasía falsa; a lo cual respondió Esfero bien y pronto, diciendo que había consentido, no que aquellas fuesen granadas, sino que era probable que lo fuesen; y que la fantasía que aprende se diferencia de la que aprueba. A Mnestrato, que lo acusaba de que no decía que Tolomeo era rey, respondió: No lo es; pero siendo tal Tolomeo, es también rey.
2. Escribió los libros siguientes: dos libros Del mundo, Del principio de la semilla, De la fortuna, De las cosas pequeñas, Contra los átomos y las ideas
CRISIPO
1. Crisipo, hijo de Apolonio, solense, o bien tarsense, según Alejandro en las Sucesiones, fue discípulo de Cleantes. Al principio se adiestraba en el manejo de la lanza; después oyó a Zenón, o según Diocles y otros, a Cleantes, de quien se apartó viviendo todavía. No fue un filósofo vulgar, sino varón ingenioso y agudísimo en todo; tanto, que en muchas cosas opinó contra Zenón, y aun contra Cleantes, a quien solía decir que sólo necesitaba saber sus dogmas, pues él hallaría luego las demostraciones. Sin embargo, siempre que le contradecía se arrepentía de manera que solía decir:
Nací en todo feliz sino en Cleantes.
Seguramente en él no soy dichoso.
Fue tan gran dialéctico, que muchos eran de la opinión que si la Dialéctica estuviese entre los dioses, no sería otra que la de Crisipo.
2. Siendo como era un hombre llenísimo en todas las cosas, con todo eso no fue muy elegante en el decir. Fue muy laborioso sobre todos los otros, como consta por sus libros, que son setecientos cinco. La causa de ser tantos es haber tratado unos mismos dogmas repetidas veces, escribiendo cuanto le ocurría y corrigiéndose mil veces; de manera que habiendo una vez injerido en uno de sus escritos poco menos que toda la Medea de Eurípides, como uno tuviese este escrito en la mano y otro le preguntase qué contenía, respondió: La Medea de Crisipo. Y Apolodoro Ateniense, en su Colección de dogmas, queriendo probar que los escritos de Epicuro, siendo trabajados de caudal propio y sin auxilio ajeno, eran muchísimos más que los de Crisipo, lo dijo: Si quitamos de los libros de Crisipo las cosas ajenas que contienen, quedarán las hojas en blanco. Son palabras de Apolodoro. Una vieja que vivía con él decía, según refiere Diocles, que escribía diariamente quinientos versículos.
3. Hecatón dice que se dedicó a la Filosofia habiéndole sido confiscado su patrimonio. Era muy pequeño de cuerpo, como demuestra su estatua que está en el Cerámico, a la cual cubre casi del todo la ecuestre contigua a ella; por esta razón Carnéades lo llamaba Crupsippon (552). Como uno le objetara que no frecuentaba la escuela de Aristón en compañía de tantos otros, dijo: Si yo atendiera a muchos, ciertamente no filosofaría. A un dialéctico que enredaba con argumentos y sofismas a Cleantes, le dijo: Deja ya de apartar de cosas gravísimas a un varón anciano, y propónnos a nosotros los jóvenes esas cosas. También, como uno estando a solas con él conferenciase modestamente, y luego que vio venir personas comenzara a contender con desentono, le dijo:
¡Qué es esto, hermano mío!
Todo el semblante conturbado tienes.
Para bien discurrir, la rabia deja.
Cuando tomaba vino se estaba quieto, moviendo solamente las piernas; por eso solía decir su dueña, que de Crisipo no se embriagaba otra cosa que las piernas.
4. Opinaba de sí tan altamente, que preguntándole uno a quién encargaría un hijo suyo, respondió: A mí; pues si yo supiera que alguno me excede, me iría a estudiar con él. Por esto dicen que se le aplicaba lo siguiente:
Éste es sólo quien sabe.
Los demás son tan vanos como sombra.
Y también esto:
Si no hubiera Crisipo,
seguramente pórtico no hubiera.
Al final, cuando llegaron a la Academia Arcesilao y Lacidas, se unió a filosofar con ellos, como dice Soción en el libro VIII; por cuya causa emprendió a debatir contra la costumbre, y aun por ella; como también de las magnitudes y multitudes, usando la misma vehemencia que los académicos. Hermipo dice que estando Crisipo filosofando en el Odeo lo llamaron sus discípulos al sacrificio, y habiendo bebido allí mucho vino dulce y dándole vahídos de cabeza, murió al quinto día, a los setenta y tres años de edad, en la Olimpiada CXLIII. Mis versos para él dicen así:
Bebió excesivamente,
y vértigos le dieron a Crisipo
con que olvidó su pórtico, su patria,
y hasta su misma vida,
por irse luego a la mansión oscura.
Algunos dicen que murió de risa, pues al comerle un asno ciertos higos, dijo a su vieja que le diese de beber vino generoso detrás de los higos; y así, suelto en carcajadas, murió.
5. Tal parece que fue un hombre muy soberbio y despreciador; pues habiendo escrito tantas obras, ninguna dedicó a un rey. Se contentaba sólo con su viejecita, como dice también Demetrio en sus Cambroños. Habiendo Tolomeo escrito a Cleantes que se fuera a estar con él o le enviase alguno, envió a Esfero, pues no quiso ir Crisipo. El mismo Demetrio escribe que Crisipo fue el primero que tuvo valor para poner escuela al descubierto en el Liceo, haciendo venir a Aristocreón y a Filócrates, hijos de su hermana, y juntando auditorio.
6. Hubo otro Crisipo nativo de Gnido, médico de profesión, de quien confiesa haber aprendido mucho el mismo Erasístrato. Otro, hijo de éste, médico de Tolomeo, el cual, acusado calumniosamente, fue azotado y matado en suplicio. Otro hubo discípulo de Erasístrato, y aun otro, que escribió de agricultura.
7. Nuestro filósofo solía hacer estos argumentos: Quien manifiesta los misterios a los no iniciados, es impío; aquí, el Hierofanta los manifiesta a los no iniciados; luego el Hierofanta (553) es impío. Lo que no está en la ciudad, tampoco está en la casa; aquí, el pozo no está en la ciudad; luego ni en la casa. Asimismo: Si en un lugar hay una cabeza, no la tienes tú; aquí, hay tal cabeza que tú no tienes; luego tú no tienes cabeza. Otro: Si uno está en Megara, no está en Atenas; aquí, hay un hombre en Megara; luego no hay un hombre en Atenas. También: Si dices algo, ello pasa por tu boca; aquí, dices carro; luego un carro pasa por tu boca. Y asimismo: Si no perdiste una cosa, la tienes; aquí, no perdiste los cuernos; luego los tienes. Algunos atribuyen esto a Eubílides.
8. Hay quien culpe a Crisipo de haber escrito muchas cosas torpes y obscenas, pues en el libro que compuso De los filósofos antiguos finge torpemente cuanto escribe de Juno y Júpiter, diciendo en seiscientos versos lo que si no uno de boca impura, nadie hubiera dicho. Dicen que fingió esta obscenísima historia; y aunque la aplica a las cosas naturales, es más propia para meretrices que para dioses. No hicieron mención de ella los que compusieron tablas; no la trae Polemón, ni Hipsicrates, ni menos Antígono, sino que Crisipo la fingió toda. En su libro De política admite matrimonio (554) entre madres e hijos y entre hijas y padres. Lo mismo trae al principio de su libro titulado De las cosas no apetecibles por ellas mismas. En el libro III Del derecho, que contiene hasta mil versos, quiere que se coman las carnes de los difuntos. En el II De la vida y sus medios, dice: se ha de procurar el modo de que el sabio los tenga. ¿Y para qué uso? Si es -dice- para vivir, el vivir es indiferente; si es para deleite, también éste es indiferente; y si es para la virtud, ella le basta para la felicidad. Son, sin duda, ridículos estos haberes o lujo, pues si vienen de mano de rey, será fuerza habérsele humillado; si vienen de amistad, será vanal en la intención; y si provienen de sabiduría, será sabiduría necesaria.
9. Y como sus libros son muy célebres, me ha parecido bien hacer una lista de ellos por clases. De los pertenecientes a lógica, y en especial tesis o conclusiones, son su Lógica y Consideraciones del filósofo, Definiciones dialécticas a Metrodoro, seis libros, uno dirigido a Zenón acerca de los nombres que usa la dialéctica, y cuatro a Dioscórides, De conexiones probables.
TRATADOS LÓGICOS ACERCA DE LAS COSAS
Clase primera. Un libro de Axiomas, otro Axiomas no simples, dos a Atenades, Del copulado o complejo; tres libros a Aristágoras, De las negaciones; uno De los predicables, a Atenodoro; dos De las cosas que se dicen por privación, uno a Teario, tres a Dión, De axiomas excelentes; cuatro De la diferencia de los acristos o indefinidos, dos De las cosas dichas según el tiempo, dos De axiomas perfectos.
10. Clase segunda. Un libro a Gorgípides, Del verdadero disyuntivo; cuatro al mismo Gorgípides, Del verdadero conyuntivo; uno también a Gorgípides, titulado División; otro acerca de lo que pertenece a los consiguientes, otro De lo que se hace por tres, dirigido igualmente a Gorgípides; cuatro a Clitón, De las cosas posibles; uno contra el libro de Filón Sobre los significados, otro De las cosas falsas.
11. Clase tercera. Dos libros De preceptos, otros dos De interrogaciones, cuatro De la pregunta, uno Epítome de interrogación y pregunta (555), otro Epítome de respuestas, dos libros con el título de Pregunta y cuatro con el de Respuesta.
12. Clase cuarta. Diez libros De los predicamentos, a Metrodoro; uno De las cosas rectas y oblicuas, a Filarco; otro De conjunciones, a Apolónides, y cuatro De los predicamentos, a Pasito.
13. Clase quinta. Un libro De los cinco casos (556), otro De los enunciados definitivos según el sujeto, dos De la significación, a Esteságoras, y dos libros De apelativos.
TRATADOS LÓGICOS ACERCA DE LAS DICCIONES DE QUE SE COMPONEN LOS DISCURSOS
14. Clase primera. Seis libros De enunciaciones singulares y plurales, cinco De dicciones, a Sosígenes y a Alejandro; cuatro De las anomalías de las dicciones, a Dión; tres acerca de las voces en los argumentos sorites, uno De los solecismos, otro De las oraciones que solecisan, a Dionisio; otro titulado Oraciones contra la costumbre, y otro Dicciones, a Dionisio.
15. Clase segunda. Cinco libros De los elementos de la oración y discursos, cuatro De la sintaxis o composición de los discursos, tres De la sintaxis y elementos de los discursos, a Filipo; uno De los elementos del discurso, a Nicias, y otro De lo que se dice a otro fin (S57).
16. Clase tercera. Dos libros Contra los que no dividen (558), cuatro De las anfibologías, a Apola; uno De los tropos anfibológicos, dos De los tropos anfibológicos o ambiguos conexos, dos Contra las anfibologías de Pantedo, cinco de la Introducción a las anfibologías, uno titulado Epítome de las anfibologías, a Epícrates, y dos de Adiciones a la Introducción a las anfibologías.
TRATADOS LÓGICOS ACERCA DE LAS ORACIONES Y TROPOS
17. Clase primera. Cinco libros con el título de Arte de oraciones y tropos, a Dioscórides: tres De los discursos, dos De la esencia de los tropos, a Esteságoras; uno De la comparación de los axiomas figurados, otro De las oraciones recíprocas y conjuntas
18. Clase segunda. Un libro De los argumentos concluyentes, a Zenón; otro De los silogismos primeros y no demostrativos, a Zenón; otro De la solución de los silogismos, dos De los argumentos redundantes (560) a Pasilo; uno De teoremas acerca de los solecismos, otro De los silogismos introductorios, a Zenón; tres De modos para la Isagoge o Introducción, a Zenón; cinco De silogismos construidos sobre figuras falsas; otro titulado Oraciones o argumentos silogísticos por resoluciones en cosas indemostrables; otro Cuestiones trópicas, a Zenón y a Filómates. Este libro parece supuesto.
19. Clase tercera. Un libro De los argumentos degenerantes (561), a Atenades; es libro supuesto; tres De argumentos degenerantes en su medio, supuestos; uno Contra los disyuntivos de Amenio.
20. Clase cuarta. Tres libros De hipótesis, a Meleagro; dos De argumentos hipotéticos para la Isagoge o Introducción, dos con el título de Argumentos hipotéticos de los teoremas, dos con el de Solución de los hipotéticos de Hedilo, tres Solución de los hipotéticos de Alejandro, supuestos; uno De exposiciones, a Laodamante.
21. Clase quinta. Un libro titulado Isagoge a lo falso, dirigido a Aristocreón; otro Argumentos falsos para la Isagoge, seis De lo falaz o falso, a Aristocreón.
22. Clase sexta. Un libro Contra lo que juzgan que hay verdadero y falso, dos Contra los que sueltan un argumento falaz cortándolo, a Aristocreón; uno titulado Demostración sobre que no conviene cortar los infinitos (562), tres Contra las objeciones hechas a lo escrito contra la división o sección de los infinitos, a Parsilo; uno titulado Solución según los antiguos, a Dioscórides; tres De la solución de la falacia, a Aristocreón; uno Solución de los hipotéticos de Hedilio, a Aristocreón y a Apola.
23 Séptima clase. Un libro Contra los que dicen que un argumento falso tiene asunción falsa, dos De la negación, a Aristocreón; uno con el título de Argumentos negativos para el ejercicio (563), dos Del mismo argumento o Contra lo mismo, a Esteságoras; dos De los argumentos contra las opiniones o conjeturas, y De los tácitos o pacíficos, a Onetor; dos Del argumento encubierto, a Aristóbolo; y uno Del argumento oculto, a Atenedes.
24 Octava clase. Ocho libros acerca del argumento a Utides, a Menécrates; dos De los argumentos compuestos de indefinido y de definido, a Pasilo; uno Del argumento Utides, a Epicrates.
25. Novena clase. Dos libros De los sofismas, a Heráclides y a Polis; cinco De las oraciones dialécticas intrincadas o impenetrables, a Dioscórides; uno a Esfero Contra el viático de Arcesilao.
26. Décima clase. Seis libros a Metrodoro Contra la costumbre, siete De la coStumbre, a Gorgípides; Lugares lógicos que contienen las cosas no incluidas en las cuatro divisiones referidas, y Cuestiones lógicas, esparcidamente y no reducidas a un cuerpo. Y treinta y nueve libros de Cuestiones selectas. Son trescientos once libros lógicos en total.
TRATADOS MORALES ACERCA DE LA RECTITUD DE COSTUMBRES
27. Primera clase. Un libro titulado Descripción de la oración o discurso, a Tesporo; otro Cuestiones morales; tres De asunciones probables para los dogmas, a Filomantes; dos De definiciones del urbano, a Metrodoro; otros dos De definiciones del rústico, a Metrodoro, otros dos De definiciones medias, también a Metrodoro. Siete libros De Definiciones según el género, a Metrodoro, y dos al mismo, De definiciones según otras artes.
28. Segunda clase. Tres libros de Símiles o Cosas semejantes, a Aristocles; siete De las definiciones, a Metrodoro.
29. Tercera clase. Siete libros De las no rectas objeciones puestas a las definiciones, dos con el título de Cosas probables para las definiciones, a Dioscórides; dos De las especies y géneros, a Gorgípides; uno De las definiciones, dos De los contrarios, a Dionisio; Cosas probables para las divisiones, géneros y especies, y uno De los contrarios.
30. Cuarta clase. Siete libros De las etimologías, a Diocles, y cuatro con el título de Etimológico.
31. Quinta clase. Dos libros De proverbios, a Zenodoto; uno De los poemas, a Filomates; dos De cómo conviene oír los poemas, y uno Contra los críticos, a Diodoro.
TRATADOS MORALES ACERCA DE LOS TRATOS Y CONVERSACIONES COMUNES EN LAS ARTES DEPENDIENTES DE ELLOS Y EN LAS VIRTUDES
32. Primera clase. Un libro Contra el retocar las pinturas (564), a Timócrates; otro De cómo decimos y pensamos cada cosa, dos de Nociones, a Laodamante; dos De la opinión, a Pitonacte; uno titulado Demostración de lo que dicen que el sabio no ha de opinar; cuatro De la aprensión, de la ciencia y de la ignorancia; dos De la oración o raciocinio, dos Del uso del raciocinio, a Leptina.
33. Segunda clase. Dos libros acerca de que los antiguos juzgaron rectamente de la dialéctica, con demostraciones, a Zenón; cuatro De la Dialéctica, a Aristocreón; tres De las objeciones hechas a los tratados dialécticos y cuatro De la Retórica, a Dioscórides.
34. Tercera clase. Tres libros Del hábito, a Cleón; cuatro Del arte y la inercia, a Aristocreón; cuatro De la diferencia de las virtudes, a Diodoro; uno De que las cuatro virtudes son o tienen cualidades y dos De las virtudes, a Polis.
TRATADOS MORALES ACERCA DE LOS BIENES Y MALES
35. Primera clase. Diez libros De lo honesto y del deleite, a Aristocreón; cuatro con el título Que el deleite no es fin, cuatro con el de Demostraciones de que el deleite no es bien,
Notas
(545) Significa sacador de agua de pozos.
(546) El texto dice: Por lo cual fue honrado con un crocoto por los atenienses. Del crocoto (que era una vestidura amarilla, propia de mujeres) trata Pólux, libro VII, núm. 56. Los intérpretes latinos traducen: plausu exceptum, atque ab atheniensibus veste donatum. El llamarlo segundo Hércules, como Laercio dice después, pudo nacer del mismo crocoto, cuyo nombre tuvo Hércules por la misma causa de llevar ropa amarilla.
(547) De la Electra de Eurípides.
(548) Es el verso 611 del lib. IV de la Odisea.
(549) Puede significar no sólo conducir como bueyes, sino también destruir, corromper, etc.
(550) Frase en griego que no podemos reproducir.
(551) Ibid.
(552) Crupsippos significa cubierto por un caballo.
(553) Era el sacerdote que presidía en los ritos y ceremonias gentílicas.
(554) Vocablo griego que no podemos reproducir.
(555) Frase en griego que no podemos reproducir.
(556) Consta de aquí nuevamente que los griegos carecen de hablativo.
(557) Vocablo griego que no podemos reproducir.
(558) Frase en griego que no podemos reproducir.
(559) Ibid.
(560) Fray Ambrosio traduce falaces.
(561) Vocablos griegos que nom podemos reproducir.
(562 Parece que se opone por esto a la división en infinito.
(563) Acaso debe leerse ad Gimnasium, nombre propio de aquel a quien dirigió la obra, y no ad exercitationem.
(564) Ya en aquellos tiempos debía de cundir la plaga de los que llaman retocadores o restauradores de pinturas maltratadas, aunque la mayoría son unos verdaderos corruptores de ellas. Ningún pintor hábil está bien con tales mamarrachos, que se aplican a este ejercicio porque carecen de todas las cualidades de buenos pintores.
(565) Falta todo lo demás hasta el número de setecientos cinco libros, habiendo hasta aquí nombrado sólo cuatrocientos treinta y uno. Jonsio, en su Historia filosófica, procura suplir parte de este defecto recogiéndolos de varios autores. Ello es que faltan muchos libros morales y todos los fisicos, según la división establecida.
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