Índice de Vidas de los filósofos más ilustres de Diógenes LaercioAnteriorSiguienteBiblioteca Virtual Antorcha

LIBRO OCTAVO

Segunda parte


EMPÉDOCLES

1. Empédocles, como dice Hipoboto, hijo de Metón, que lo era de otro Empédocles, fue agrigentino. El mismo Hipoboto y Timeo, en el libro XV de sus Historias, dicen que Empédocles, abuelo del poeta, fue un varón insigne, y lo mismo atestigua Hermipo. También Heráclides, en el libro De las enfermedades, dice que su abuelo fue de una casa ilustre, y que criaba caballos (603). Igualmente Erastótenes, en sus Olimpiónicos, dice por testimonio de Aristóteles que el padre de Metón venció en la Olimpiada LXXI. Apolodoro, gramático, dice en sus Crónicas que era hijo de Metón; y Glauco asegura que se pasó a los turios, colonia entonces recién fundada. Y más abajo dice que los que afirman que fugitivo de su casa se fue a Siracusa y militó con los siracusanos contra los atenienses, parece que proceden con suma ignorancia, pues o ya no vivía entonces o era viejísimo. Lo cual no es verosímil, pues Aristóteles dice que él y Heráclito murieron de sesenta años, y el que venció a caballo (604) en la Olimpiada LXXI tenía el mismo nombre. Así concuerda el tiempo Apolodoro.

2. Sátiro dice en las Vidas que Empédocles fue hijo de Exeneto; que dejó un hijo llamado también Exeneto, y que en la Olimpiada él venció a caballo, y su hijo en la lucha, o bien en la carrera, como menciona Heráclides en el Epítome. Y yo hallo en los Comentarios de Favorino que Empédocles inmoló a los espectadores un buey de miel y harina, y que tuvo por hermano a Calicrátides. Telauges, hijo de Pitágoras, en su carta a Filolao, dice que Empédocles fue hijo de Arquinomo. Que fue de Agrigento en Sicilia, lo dice él mismo al principio de sus Lustraciones:

¡Oh vosotros amigos
que habitáis la ciudad ilustre y grande,
de alcázares excelsos,
del dorado Atragante a ras orillas!, etc.

Hasta aquí su descendencia.

3. Que fue discípulo de Pitágoras, lo escribe Timeo en el libro IX de sus Historias, diciendo que se le halló el plagio de cierto discurso (lo dice también Platón), y por ello se le prohibió concurrir a las lecciones, y que hace mención de Pitágoras diciendo:

Había allí un varón sabio en extremo,
riquísimo de bienes de la mente.

Otros aseguran que esto lo dijo de Parménides. Deantes dice que los pitagóricos hasta Filolao y Empédocles se comunicaban mutuamente sus discursos; pero que luego que éste los publicó en verso, pusieron por ley que no participara de ellos versista alguno. Lo mismo dicen que sufrió Platón, pues también le fue negada la concurrencia. De quién de éstos fue discípulo Empédocles, no lo dijo; y la carta de Telauges que se conoce, de que lo fue de Hipaso y de Brontino, no es fidedigna. Teofrasto dice que fue émulo (605) de Parménides, y lo imitó en los poemas, pues también aquél publicó en verso un libro (606) De la naturaleza. Hennipo dice que no fue émulo o imitador de Parménides, sino de Jenófanes, con quien vivió algún tiempo y lo imitó en los versos, y finalmente se pasó a los pitagóricos. Alcidamas dice en su Físico que en los mismos tiempos Zenón y Empédocles oyeron a Parménides, pero que al fin lo dejaron, y Zenón filosofó por sí mismo, y Empédocles oyó aAnaxágoras y a Pitágoras, imitando de uno la gravedad de vida y hábito, y del otro, la ciencia fisiológica.

4. Aristóteles en su Sofista dice que Empédocles fue inventor de la retórica, y Zenón, de la dialéctica. Y en el libro De poética llama homérico a Empédocles, grave y vehemente, en la frase y en metáforas, y que usó de todas las figuras poéticas. Y que además de otros poemas escribió el Tránsito de Jerjes (607) y un Proemio a Apolo, y que después lo quemó todo una hermana suya o hija, como dice Jerónimo; el Proemio contra su voluntad; pero lo tocante a Persia lo quemó a sabiendas, por ser obra imperfecta. Dice asimismo que también escribió tragedias y asuntos de política. Pero Heráclides, hijo de Serapión, asegura que las tragedias son de otro Empédocles. Jerónimo dice haber visto cuarenta y tres suyas, y Neantes, que las escribió siendo joven y las halló después.

5. Sátiro escribe en las Vidas que también fue médico y orador excelente, y que fue discípulo suyo Gorgias Leontino, varón eminente en la retórica, el cual nos dejó un Arte de ella, y que, según escribe Apolodoro en sus Crónicas, vivió ciento nueve años. El mismo Sátiro refiere que Gorgias dijo había estado presente cuando Empédocles ejercitaba sus encantamientos. Y lo anuncia así él mismo en sus poesías, entre otras muchas cosas, cuando dice:

Oirásme tú solo
beneficios, prestigios, amuletos
que la vejez ahuyenten y los males.
Enfrenarás la furia de los vientos
inquietos y perennes,
los cuales, excitados con sus soplos
sobre la madre tierra, la devastan,
y destruyen del campo las labores.
Si acaso se aplacaren,
harás que se levanten nuevamente.
Un temporal oscuro
lo volverás del hombre alegre calma.
A la apestada y árida sequía
darás aguas suaves
que fecundicen árboles y frutos;
aun soplos les darás que los oreen.
Finalmente, del Orco a nueva vida
las almas sacarás de los difuntos.

6. Dice Timeo, en el libro XVIII, que fue también varón admirado por muchas causas, pues soplando una vez con vehemencia los vientos etesios, tanto que destruían los frutos, mandó desollar asnos, hacer odres y ponerlos en los collados y vértices de los montes para atrapar el soplo (608). Cesando efectivamente, fue llamado Colusanema (609). Heráclides dice, en el libro De las enfermedades; que Empédocles dictó a Pausanias lo que escribió acerca de una mujer que no respiraba (610). Este Pausanias, como dicen Aristipo y Sátiro, era su bardaja, y le dedicó sus libros De la naturaleza en esta forma:

Oyeme tú, Pausanias,
hijo del sabio Anquito.

Y le compuso también este epigrama:

Gela es ilustre patria de Pausanias,
hijo de Anquito, médico eminente,
que, cual nuevo Esculapio,
revocó del umbral de Proserpina
los míseros enfermos,
de mortales dolencias consumidos.

Y añade Heráclides que lo de la mujer que no respiraba, fue que una se mantuvo treinta días sin respiración ni comida; y así lo llama médico y adivino, tomándolo también de los versos siguientes:

¡Oh amigos que habitáis la ciudad grande
del Acragante flavo a las orillas
y en el excelso monte, procurando
sus útiles negocios!, yo os saludo.
Yo, ya dios inmortal, entre vosotros
habito venerado dignamente,
ceñido con diademas y guirnaldas
vistosamente verdes y floridas,
con las cuales andando las ciudades
florecientes y nobles,
seré adorado de hombres y mujeres,
y de gente seguido, preguntando
cuál es y dónde se halla
el trillado camino para el lucro.
Me seguirán también los adivinos
que oráculos anuncian, y aun aquellos
que eterna fama buscan
curando toda suerte de dolencias.

7. Potamila dice que llama grande a Agrigento porque tenía 800,000 habitantes. Y así, como Empédocles los viese redundando en delicias, les dijo: Los agrigentinos se deleitan como si hubieran de morir mañana, y edifican casas como si hubieran de vivir siempre. Dicen que el rapsodista Cleomanes cantó en Olimpia sus Lustraciones; lo mismo confirma Favorino en sus Comentarios. Aristóteles escribe que fue libre y muy ajeno del mando, pues rehusó el reino que se le daba (como lo dice Janto en sus escritos sobre Empédocles), teniendo su frugalidad en mayor estima. Esto mismo refiere Timeo, poniendo también la causa de haber sido hombre tan popular y republicano. Dice que habiéndolo convidado uno de los magnates, sacaron de beber antes que la comida, y como los demás callasen, él no lo soportó, sino que mandó sacarla; pero el convidador le dijo que estaba esperando al ministro del Senado. Luego que éste vino, fue hecho principal (611) del convite; constituyéndolo así el convidante, y aparentando con ello una imagen de tiranía, pues mandaba al convidado o que bebiese o que se le vertiese la bebida en la cabeza. Calló entonces Empédocles; pero al día siguiente juntó Senado, y condenó a los dos, quitando la vida al convidante y al príncipe del convite. Este fue el principio de haber entrado en el gobierno de la República.

8. Igualmente, cuando el médico Acrón pidió al Senado sitio para construir un sepulcro para su padre, como el mayor de todos los médicos, concurriendo Empédocles, lo prohibió; y entre las cosas que dijo acerca de la igualdad, le preguntó así: Decid: ¿qué inscripción pondríamos a ese sepulcro? ¿Acaso ésta?

¿A Acrón, médico sumo, agrigentino
hijo de un padre sumo, cubre y guarda
la excelsa sumidad de patria suma? (612)

Algunos leen el segundo verso así:

La sumidad extrema
de la suma vertiz la tumba tiene.

Dicen algunos que esto es de Simónides.

9. Posteriormente, Empédocles disolvió la Asamblea de los Mil, sustituyendo magistrado trienal, compuesto no sólo de los ricos, sino también de los instruidos en los negocios populares y plebeyos. Timeo, sin embargo, en sus libros I y II (pues hace memoria de él en muchos lugares), dice que se creyó que era de ánimo contrario al gobierno republicano, cuando se ostenta tan jactancioso y amante de sí mismo en sus versos, al decir:

Yo os saludo ya dios, que entre vosotros
vivo inmortal, a muerte no sujeto, etc.

Cuando concurría a los juegos olímpicos, todos lo miraban, y de nadie se hablaba tanto como de Empédocles en las conversaciones. Finalmente, cuando se volvió a poblar Agrigento, los parientes de sus contrarios se opusieron a que regresara allá, por lo cual se retiró al Peloponeso, y murió allí. No lo perdonó Timón, y le hace sus injurias, diciendo:

Y Empédocles, hinchado,
con sus voces forenses
abarcó cuanto pudo siendo arconte.
Los magistrados que hizo
necesitaron de otros magistrados.

10. Acerca de su muerte hay variedad de opiniones. Heráclides, tratando de la mujer que no respiraba y de la celebridad que consiguió Empédocles con haber restituido la vida a una difunta, dice que ofreció sacrificio junto a la quinta de Pisianacte, convidando a algunos de sus amigos, y Pausanias entre ellos. Concluido el convite, unos se retiraron, otros se acostaron bajo de los árboles vecinos, y otros en otras partes; pero él se quedó en el mismo sitio donde había cenado. Al llegar la mañana, levantándose todos, sólo él no fue hallado. Hecha pesquisa, examinados los criados y familiares, y respondido que nada sabían, hubo uno que dijo que a media noche había oído una gran voz que había llamado a Empédocles, y que, habiéndose levantado, había visto una luz celeste, luminarias de teas, y nada más. Hallándose todos atónitos con lo sucedido, bajó Pausanias para enviar algunos a que lo buscasen; pero luego fue prohibido hacer más diligencias, y dijo: Que el suceso era muy conforme y consiguiente para ruegos; así que convenía hacerle sacrificios como que ya era dios.

11. Hermipo dice que hizo el sacrificio habiendo curado a una mujer agrigentina, llamada Pantea, desahuciada ya de los médicos, y añade que fueron convidadas al sacrificio hasta ochenta personas. Hipoboto asegura que cuando se levantó se encaminó al Etna, y que habiendo llegado, se arrojó al volcán y desapareció, queriendo dejar fama de sí de haber sido hecho dios; pero después fue descubierto, arrojando fuera la fuerza de las llamas una de sus sandalias, que eran de bronce, de cuyo metal solía llevar el calzado. Pausanias, sin embargo, siempre contradijo esto. Diodoro Efesio, escribiendo de Anaximandro, dice que Empédocles fue su imitador (613), tomando la hinchazón trágica y hasta la gravedad de los vestidos.

12. Que habiendo acometido a los selinuncios un contagio de peste por el hedor de un río cercano corrompido, de modo que no sólo morían, sino que también se les dificultaban los partos a las mujeres, discurrió Empédocles conducir a él a costa suya dos de los ríos más inmediatos, con cuya mezcla se endulzaron las aguas. Terminada la peste, y hallándose los selinuncios banqueteando a las orillas del río, apareció allí Empédocles; y ellos, levantándose, lo adoraron como a dios y le ofrecieron sus votos. Así, queriendo confirmar esta opinión, se arrojó al fuego. Pero Timeo contradice esto, diciendo abiertamente cómo Empédocles se retiró al Peloponeso y ya no volvió; por cuya razón es incierta su muerte. A Heráclides le contradice ex profeso en el libro IV, por cuanto Pitanacte dice que fue siracusano y no tuvo quinta alguna en Agrigento. Y que Pausanias le construyó una memoria como amigo; pues divulgada aquella fama, como era hombre rico, le hizo una estatua pequeña, o bien una capilla como a dios. ¿Cómo se arrojaría al volcán quien, teniéndolo cercano, ninguna mención hizo de él? Así que murió en el Peloponeso.

13. Que no vea su sepulcro, no es cosa extraña, pues tampoco se ven los de otros muchos. Después de haber alegado Timeo otras razones como éstas, añade: Pero siempre Heráclides es paradójico en sus cosas, y escritor que afirma haber caído un hombre de la luna. Hipoboto dice que la estatua de Empédocles estuvo al cubierto, primero en Agrigento, y después descubierta delante de la curia de los romanos, adonde éstos la trasladaron. De pincel todavía quedan algunas imágenes suyas. Neantes Ciziceno, uno de los que tratan de los pitagóricos, dice que muerto Metón, comenzó a germinar la tiranía, y que entonces Empédocles indujo a los agrigentinos a que, dejadas las sediciones, usasen la igualdad de gobierno. Además, que a muchas hijas de los ciudadanos, las cuales carecían de dote, las dotó de propio, como era rico. Y aun por eso vestía púrpura y se ceñía con cíngulo de oro, como dice Favorino en el primero de sus Comentarios. Que llevaba también sandalias de bronce y corona délfica (614). Que tenía el pelo muy largo, llevaba detrás muchachos de servicio, y siempre se dejó ver tan severo y en un mismo estado (615). Que de esta forma salía siempre que los ciudadanos iban a buscarlo, y aun veneran esto en él como a insignia regia. Que después, yendo en coche a Mesina por causa de cierta festividad, cayó y se quebró un muslo, y enfermando a causa de esto, murió, siendo de setenta y siete años. Y, finalmente, que su sepulcro está en Megara (616). En orden a los años que vivió, Aristóteles difiere de los otros, pues dice que murió de sesenta; los demás, que vivió ciento nueve. Floreció hacia la Olimpiada LXXXIV.

14. Demetrio de Trezene, en el libro Contra los sofistas, dice por estos versos de Homero que

Cogió una soga, atósela al gaznate,
y se colgó en la copa más excelsa
de un altísimo guindo, desde donde
a los infiernos descendió su alma.

Y en la carta que dijimos de Telauges se refiere que, siendo ya viejo, cayó en el mar, y murió. Esto por lo tocante a su muerte. En mi Panmetro hay unos epigramas jocosos para él, que son los siguientes:

Tú también, tú, EmpédocIes, otro tiempo,
sorbiéndote la llama transparente
de inmortales ardores,
purificaste el cuerpo.
No diré que te echaste voluntario
del Etna entre los ígneos manantiales;
pero sí que queriendo
desaparecer, caíste no queriendo.

Y este otro:

Es fama que Empédocles
cayó del carruaje en un camino,
y quebrándose un muslo, murió de ello.
Si al Etna se arrojó, si sus ardores
sorbió, ¿de qué manera
aún vemos en Megara su sepulcro?

15. Sus dogmas son estos: Los elementos son cuatro: fuego, agua, tierra y aire; la Concordia con que se unen, y Discordia con que se separan; pues habla así:

Albo Jove, alma Juno, Pluto y Nestis,
que en llanto anega los humanos ojos.

Entiende por Jove el fuego, por Juno la tierra, por Plutón el aire, y por Nestis el agua; y dice que estos elementos alternan con perpetua vicisitud, no se aquietan nunca, y este orden es eterno. Infiere, finalmente, que

La Concordia unas veces
los amista y en uno los compone;
otras, por el contrario, la Discordia
a todos los separa y enemista.

Dice que el sol es una gran masa de fuego y mayor que la luna. Que ésta es semejante a un disco; el cielo al cristal, y que el alma se viste de toda especie, de animales y plantas; pues dice:

Muchacho fui, y muchacha, en otro tiempo;
fui planta, ave también, fui pez marino.

Lo que escribió de Física y De las lustraciones asciende a cinco mil versos; lo de Medicina, a seis mil. De sus tragedias ya hablamos antes.


EPICARMO

1. Epicarmo, hijo de Elótalo, nativo de Cos, fue también discípulo de Pitágoras. A los tres meses de edad fue llevado de Sicilia a Megara, y de allí a Siracusa, como lo dice él mismo en sus obras. Le hicieron estos versos, puestos al pie de su estatua:

Cuanto del grande sol los resplandores
en luz exceden los lucientes astros;
cuanto del mar la fuerza
es mayor que la fuerza de los ríos,
tal, la sabiduría de Epicarmo
(a quien orla su patria Siracusa)
excede las demás sabidurías.

Escribió Comentarios, en los cuales trata cosas filosóficas, sentenciosas y de medicina. A muchos de estos Comentarios pone versículos acrósticos, con los cuales manifiesta que aquellos escritos son suyos. Murió de noventa años.


ARQUITAS

1. Arquitas, taréntino, hijo de Mneságoras, o según Aristójenes, de Hestico, fue también pitagórico. Fue quien libró a Platón cuando Dionisio quería matarlo, recomendándoselo por cartas. Fue admirado de muchos en todas las virtudes; y gobernó siete veces a sus ciudadanos, cuando los demás no gobernaban más de un año por prohibirlo la ley. Le escribió Platón dos cartas en respuesta de la que él le había escrito antes, la cual dice lo siguiente:


ARQUITAS A PLATÓN: SALUD

Haces bien de significarme por cartas el haberte librado de tu enfermedad, lo cual ya me lo había anunciado Damesco. Acerca de los Comentarios he practicado las diligencias, y pasé a Lucania y hallé los parientes de Ocelo. Lo que escribió De la ley, Del reinar, De la santidad y De la generación del universo, ya lo tengo, y te envío algo; los otros escritos no se hallan por ahora; irán a ti luego que comparezcan.

Así escribió Arquitas. Y Platón respondió de esta manera:


PLATÓN A ARQUITAS: OBRAR BIEN

Los Comentarios que me han venido de tu mano los he recibido con el mayor gusto, y he admirado en extremo a su autor. Se nos muestra éste un varón muy digno de sus ascendientes y mayores, que, según dicen, fueron mireos, y éstos fueron de aquellos troyanos que transmigraron con Laomedonte, hombres buenos, como nos significan las historias: Los Comentarios míos que me pides en tu carta están todavía imperfectos; te los envío así como están. Acerca de su conservación, ambos pensamos de un mismo modo; y así no necesita encargarlo. Vale.

Esto es lo que dicen sus mutuas epístolas.

2. Hubo cuatro Arquitas: el primero, éste de quien hablamos. El segundo, un músico de Mitilene. El tercero fue escritor de agricultura; y el cuarto, poeta epigramático. Algunos hacen quinto a un arquitecto, de quien hay un libro de máquinas cuyo principio es: Estas cosas las he oído de Teucro, cartaginés. Del músico se cuenta que notándole que su voz no se oía, dijo: Pero el instrumento me defiende y habla por mí. Del Arquitas pitagórico dice Aristójenes que siendo capitán, nunca fue vencido su ejército; pero luego que cediendo a la envidia dejó el mando, cayó el ejército en poder del enemigo.

3. Arquitas fue el primero que trató de mecánica por principios mecánicos, y el primero que dio movimiento orgánico a una figura geométrica, procurando hallar por medio del semicilindro dos medias proporcionales para la duplicación del cubo, como dice Platón en su República (617).


ALCMEÓN

1. Alcmeón, crotoniata, también fue discípulo de Pitágoras. Trata por lo común cosas de medicina, aunque justamente discute algo de fisiología, diciendo que ordinariamente son dos los géneros de las cosas humanas (618). Parece que es el primero que escribió del orden de la naturaleza, como dice Favorino en su Historia varia, y que afirmó que la naturaleza de la luna es eterna. Fue hijo de Pirito, como él mismo dice al comenzar su libro: Alcmeón, crotoniata, hijo de Pirito; pronuncia de este modo a Brontino, León y Batilo. De las cosas invisibles y de las mortales tienen los dioses pleno conocimiento, en cuanto podemos alcanzar los hombres, etcétera. Dijo también que el alma es inmortal y está en movimiento continuo, como el sol.


HIPASO

1. Hipaso, metapontino, también pitagórico, dijo que está determinado el tiempo de la transmutación del mundo; que el universo es infinito y está en perfecto movimiento. Dice Demetrio en sus Colombroños que no dejó ningún escrito. Hubo dos Hipasos: éste y otro que describió en cinco libros la República de los lacedemonios.


FILOLAO

1. Filolao, crotoniata, también fue pitagórico. Eran suyos los libros cuya compra encargó por carta Platón a Dión. Murió sospechoso de que quería introducir la tiranía. Yo escribí para él este epigrama:

Digo que una sospecha
es cosa de muchísima importancia,
pues por más que la cosa no imagines,
si a los demás parece la ejecutas,
caerás en las desdichas.
Así avino otro tiempo a Filolao,
que Crotona su patria le dio muerte
creyendo maquinaba tiranía.

2. Opinaba que todas las cosas se hacen por necesidad y armonía. Y se le atribuye haber dicho primero que la tierra gira circularmente, aunque algunos piensan que fue Hicetas Siracusano el primero que lo dijo. Escribió un libro, que es (según refiere Hermipo tomándolo de cierto escritor) aquel que Platón, habiendo pasado a Sicilia para estar con Dionisio, compró de los parientes de Filolao, por cuarenta minas de plata alejandrinas, y que de este libro copió su Timeo. Otros dicen que Platón lo recibió habiendo intercedido con Dionisio por la libertad de un joven discípulo de Filolao que estaba preso. Demetrio, en sus Colombroños, dice que Filolao fue el primer pitagórico que publicó cuerpo de dogmas de esta escuela acerca de la naturaleza, cuyo principio es: La naturaleza en el mundo está coligadamente compuesta de infinitos y finitos, igualmente que el universo y cuanto él contiene.


EUDOXO

1. Eudoxo, hijo de Esquines, nativo de Gnido, fue astrólogo, geómetra, médico y legislador. En la geometría fue discípulo de Arquitas, y en la medicina, de Filistión Siciliano, como dice Calímaco en sus Tablas. Soción, en las Sucesiones, dice que también oyó a Platón. Que siendo de veintitrés años de edad, y viéndose constituido en suma estrechez, movido por la celebridad del nombre socrático, partió a Atenas con Teomedonte, médico, el cual lo mantenía, y aun hay quien opina que era su bardaja. Desembarcó y se alojó en El Pireo, desde donde subía diariamente a la ciudad; y después de haber oído en ella a los sofistas, regresaba. Habiendo estado allí dos meses, volvió a su casa, de donde, siendo socorrido por sus amigos, se fue a Egipto con Crisipo, médico, llevando cartas de favor de Agesilao para Nectanabis, el cual lo recomendó a los sacerdotes. Que habiendo permanecido allí un año y cuatro meses, se rayó la primera barba y las cejas, y escribió, según algunos, un Octaérides (619). Pasó de allí a Cízico y Propóntide a profesar la Filosofía; de allí se fue a visitar a Mausolo; y de allí regresó a Atenas acompañado de un gran número de discípulos, sólo por dar envidia a Platón, como dicen algunos, porque en sus principios lo había despedido. Otros dicen que celebrando Platón un convite, como fuesen muchos los convidados, introdujo poner los tric1inios en medio círculo. Nicomaco, el hijo de Aristóteles, dice que Eudoxo llama bien al deleite.

2. Fue recibido en su patria con mucho honor, como consta por el decreto que de él dio; también fue muy celebrado entre los griegos. Escribió Leyes a sus conciudadanos, como dice Hermipo en su libro IV De los siete sabios; Tratados de Astrología, De Geometría, y algunas otras cosas excelentes. Tuvo tres hijas: Actis, Filtis y Delfis. Eratóstenes, en sus libros a Batón, dice que Eudoxo compuso Diálogos cínicos. Otros opinan que los habían escrito los egipcios en su lengua, y que él no hizo más que traducirlos en griego. Crisipo Gnidio, hijo de Erineo, oyó de él lo que escribió acerca de los dioses, del mundo y de los meteoros. En la medicina fue discípulo de Filistión Sículo, y dejó bellísimos Comentarios. Fue hijo suyo Aristágoras, cuyo discípulo fue Crisipo, hijo de Aetlio, del cual quedan escritos médicos acerca de los ojos, compuestos accidentalmente mientras estaba meditando en cosas naturales.

3. Hubo tres Eudoxos. El primero, éste mismo; el segundo fue rodio e historiador; el tercero, siciliano, hijo de Agatoc1es, poeta cómico, el cual venció tres veces en los certámenes urbanos y cinco en los leneos (620), como dice Apolodoro en sus Crónicas. Hallamos otro que fue médico de Gnido, del cual Eudoxo, en su Circunferencia de la tierra, dice que solía aconsejar a mover con frecuencia los miembros y articulaciones en todo género de ejercicios, y lo mismo los sentidos. Este mismo refiere que Eudoxo Gnidio floreció hacia la Olimpiada CIII, y que inventó lo que pertenece a las líneas curvas. Murió a los cincuenta y tres años de edad.

4. Cuando estaba en Egipto con Iconufi Heliopolitano, Apis (621) le lamió en rededor todo el palio; de lo cual agoraron los sacerdotes que sería hombre célebre, pero de vida corta. Así lo dice Favorino en sus Comentarios. Mis versos para él son los siguientes:

Dicen que Eudoxo, cuando estuvo en Menfís,
su suerte saber quiso
de un buey hermoso, hermosamente astado.
Nada le respondió; porque ¿de dónde
había de venir al buey locuela?
No concedió Natura
habla al novillo Apis; pero supo
situarse oblicuamente a su costado
y lamerle la ropa,
enseñando con ello claramente
que moriría presto.
Y así fue: ni la muerte tardó mucho;
pues vino solamente mientras daban
sus cincuenta y tres giros las Vergilias.

Por lo célebre de su fama y nombre, en vez de Eudoxo solían llamarlo Endoxon (622).

5. Y como ya hemos tratado de los pitagóricos más célebres, ahora hablaremos de otros en general y esparcidamente.


Notas

(603) Para los juegos de los circos.

(604) Caballo indómito o saltador.

(605) Puede significar imitador.

(606) Vocablo griego que no podemos reproducir.

(607) De Asia a Grecia por un puente de barcos sobre el Helesponto, a imitación del que su padre había hecho en el Bósforo de Tracia.

(608) Parece que no puede haber expediente más propio para un cuento de niños. Plutarco dice en dos lugares de sus opúsculos que lo que hizo Empédocles fue mandar cerrar cierta abertura o quebrada de monte por donde pasaban estos aires y comunicaban el contagio que había en la otra parte.

(609) Prohibidor de los vientos.

(610) De esto se habló en la nota 11.

(611) Princeps compotationis.

(612) La repetición de la voz que significa sumo, excelso, elevado, etc., hace toda la agudeza de este epigrama. Aun la misma Agrigento, llamada Acragas por estar fundada en un monte alto, y el río que pasaba junto a él tenían el mismo nombre. La moderna Girgento está a la otra parte del río.

(613) 0emulabatur.

(614) Acaso sería corona de laurel, como cosa perteneciente a Apolo Délfico. Suidas dice: llevaba en las manos coronas délficas.

(615) De una figura.

(616) Megara de Sicilia, nombrada en la Vida de Epicarmo.

(617) Vitruvio, lib. IX, cap. III. De Arquitas quedan algunos opúsculos.

(618) Los nombra Aristóteles, lib. I, Metaph., capítulo V, diciendo que son las cosas opuestas entre sí; como blanco y negro; dulce y amargo; caliente y frío, etc. Esta es opinión de Heráclito, como se ve en su Vida, pár. 6.

(619) Libro de matemática, como dice Censoríno.

(620) Certámenes poetico-dramáticos en honor de Baco.

(621) Un buey, dios de los egipcios.

(622) Célebre, famoso, glorioso.

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