Henri de Lubac

PROUDHON Y EL CRISTIANISMO



PRESENTACIÓN

La obra que ahora coloco en los estantes de la Biblioteca Virtual Antorcha, del controvertido jesuita francés Henri de Lubac, Proudhon y el cristianismo, para que sea leída o consultada por cualquier persona, fue escrita en 1944, siendo dedicada a la memoria del Padre Yues de Montcheuil. Testigo de la caridad de Cristo, asesinado por la Gestapo, siendo traducida y publicada en español por la editorial hispana ZYX, en 1965.

Henri de Lubac prácticamente no se mide con el increible número de citas que integran su trabajo. En realidad, y si dejamos un poco de lado su indiscutible, notoria y justificada fama en cuanto teólogo del catolicismo, tendríamos que reconocer que nos encontramos frente a una inmensa pegatina, calificativo que en mis tiempos de estudiante utilizábase para calificar o describir aquellos escritos en los que él o los autores dedicábanse a pegar cita tras cita buscando la estructuración de un texto entendible, esto es, una especie de recopilación de citas del autor que se abordase.

Pues bien, en el caso de la obra que aquí pretendo presentar, el método empleado para su elaboración por su autor, encaja muy bien dentro de este tipo de molde. Ciertamente, y eso hay que tenerlo muy presente, el abordar a un autor de la talla de Pierre-Joseph Proudhon, no es precisamente el clásico enchílame otra, sino que es un asunto bastante complicado, tanto por lo intrincado y en ciertos aspectos, lo contradictorio, de la obra del tenido como padre del anarquismo, al igual que por lo complejo de su estilo. Y, por supuesto, más complicado se vuelve el asunto cuando se le pretende abordar ligándole con una temática paralela.

En sí, si partimos del hecho de que la obra de Proudhon es prácticamente desconocida por la inmensa mayoría de las personas, y que su influencia actual tan sólo repercute en pequeñísimos círculos de la intelectualidad y la academia francesa, ligados más que con la filosofía, con la sociología y el derecho, podriamos quizá entender la razón principal del camino seguido por de Lubac en la estructuración de esta obra. A lo mejor, el célebre jesuita no encontró mejor camino para buscar la proyección de su escrito que, el conformarlo como una especie de recopilación de citas sobre puntos muy precisos relacionados con la temática de Proudhon y el cristianismo.

Definitivamente la tarea que se echo a cuestas de Lubac, fue realmente una tarea titánica, máxime si tomamos en cuenta su particular condición de prelado católico, inmerso, además, en una corriente teológica que buscaba abrir nuevas brechas al desarrollo del catolicismo.

Si bien el desmedido uso de citas que realiza en su trabajo podría interpretarse como una clara muestra de falta de seguridad en lo que se escribe, recurriendo a la clásica muletilla del, no lo digo yo, lo dice el autor, y, de paso, sorrajando al azorado lector cita tras cita, puede ser ello tan sólo aparente, sobretodo si tomamos en cuenta, vuelvo a repetirlo, su papel dentro de lo que, con toda propiedad, podríamos denominar los medios políticos eclesiásticos del catolicismo.


En el caso específico de Henri de Lubac, su enfrentamiento con ciertos sectores de la alta jerarquía eclesiástica encumbrada en el Vaticano, trájole fatales consecuencias, al ser prácticamente tachado de hereje, ya que en su labor como teólogo, llegó a desarrollar una corriente que fue llamada la nueva teología, en la que contradecía varias tesis teológicas avaladas por muchos sectores eclesiásticos y, particularmente, por algunos muy ligados a la administración pontificia encabezada por el Papa Pio XII. El asunto fue de tal trascendencia, que llegó a suspendérsele en su labor de docente en la Universidad Católica de Lyon, recomendándose, igualmente, a las autoridades de su orden, esto es, a las autoridades de la Compañía de Jesús, el retiro de sus escritos de las bibliotecas de la orden, al igual que la prohibición de la circulación de sus escritos. Todo esto ocurrió durante el pontificado del Papa Pío XII, a principios de la década de 1950, existiendo, incluso, quienes llegaron a opinar que la encíclica Humanis generis, (Sobre las falsas opiniones contra los fundamentos de la doctrina católica), escrita por el Papa Pío XII, llevaba como uno de sus principales destinatarios, precisamente, a Henri de Lubac.

Todo este rollo persecutorio y represivo deriva, como ya lo he señalado, de ciertas interpretaciones teológicas que, por supuesto, no eran compartidas por ciertos sectores eclesiásticos de la alta jerarquía vaticana. Dos escritos serían determinantes para entender este zipi-zape. Me refiero a Sobrenatural, elaborado en 1946, y a El drama del humanismo ateo, puesto que las tesis que de Lubac desarrollaba en esos trabajos les cayeron como un auténtico balde de agua helada a ciertos sectores de la jerarquía católica, los cuales, sintiéndose ofendidos y agredidos reaccionarían con una furia inusitada.

La base o el quid de esa controversia, radico, vuelvo una vez más a repetirlo, en asuntos interpretativos de carácter teológico, que no veo ningún caso en abundar en esta presentación, ya que ello nos desviaría por completo de nuestro objeto, por lo que tan sólo me concretaré a señalar que años más tarde, y como producto de importantes cambios políticos en el seno del Vaticano, con el arribo de Juan XXIII al pontificado de Roma, de Lubac sería reivindicado, recibiendo, nuevamente, la aprobación o luz verde para reintegrarse a sus actividades como docente e, incluso, un poco más adelante se le nombraria asesor de la Comisión Preparatoria de Teología para el concilio que estaba organizándose, y que no fue otro que el famoso Concilio Vaticano II, al cual se integraría como perito, llegándosele a considerar, por los que de estas cosas saben, como el alma misma del Concilio. Es de entenderse que, a raíz de ello, los bonos de Henri de Lubac se cotizarían muy, pero muy alto, llegándosele a considerar como uno de los más importantes teólogos católicos, lo que le convertiría en un elemento básico dentro de los pontificados de Juan XXIII y Paulo VI, llegando, incluso, este último Papa, a pretender nombrarle Cardenal a finales de la década de 1960, nombramiento al que el propio Henri de Lubac se opuso, argumentando que al no ser él obispo, no podía, salvo contrariando las normas, ser nombrado Cardenal; sin embargo, y no obstante las opiniones de Lubac, el Papa Juan Pablo II pasaría por alto la tal normatividad, nombrándole Cardenal a inicios de la década de 1980.



En relación a Pierre-Joseph Proudhon, al haber sido un escritor sumamente prolífero pero de quien desgraciadamente en la actualidad tan sólo se conocen fragmentos de su obra, e incluso podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que si nos atenemos al universo del lector mexicano, la obra del tenido como padre del anarquismo, resulta prácticamente inexistente, y es por ello que desde hace ya años hemos procurado, aquí, en la Biblioteca Virtual Antorcha digitalizar, en la medida de nuestras posibilidades, algunas de sus obras, intentando ponerlas al alcance de quien pueda estar interesado. A este respecto, pueden consultarse:

- ¿Qué es la propiedad?
- El principio federativo.
- De la capacidad política de la clase obrera.
- Sistema de contradicciones económicas.
- Amor y matrimonio.
- Solución al problema social.
y, sobre todo, sus comentarios a Los evangelios.

En sí, el forjador de la famosa frase la propiedad es un robo, resulta, en México, mucho más conocido por su polémica o controversia con Carlos Marx, que por los méritos propios de su obra, lo que sin duda constituye algo muy lamentable.

Sin embargo, y como ya lo he apuntado, su discurso y sus planteamientos, han sido retomados, e incluso reivindicados, por escuelas sociológicas y jurídicas, siendo de destacar la que realizó el principal teórico del derecho social, el ruso-francés Georges Gurvitch.

Ahora, en el terreno específicamente filosófico, el ateismo del que Proudhon hacia gala, paréceme algo indiscutible, y si bien sus manifestaciones no llegan, en el caso del llamado filósofo de Besancon, a los excesos desarrollados por uno de sus principales seguidores, el ruso Miguel Bakunin, no por ello han de considerarse peccata minuta.

Conviene, desde luego, el precisar que, para el caso que nos ocupa, es de destacar, más que su ateismo, su profundo anticatolicismo. Proudhon es, sin duda alguna, un pensador eminentemente anticatólico, que rabiosamente la emprende en contra de la jerarquía eclesiástica, y que, por supuesto, su objetivo es, sin duda, minar el omnipresente poder jerárquico católico, cosa que en sí, nada de extraña tiene, puesto que no viene siendo sino la lógica consecuencia del actuar de los pensadores decimonónicos, llamados de avanzada.

En su crítica al catolicismo, Proudhon le da sus buenos coscorrones precisamente a los jesuitas, a los que llega a poner como cola de cochino, lo que, imagino, no habrá sido muy del agrado de de Lubac. Y sin embargo, esto a nadie deberá sorprender, porque, en primer lugar, los jesuitas habían logrado cultivar una imagen de ellos mismos muy proclive a que se les colocara en la pasarela, señalándoles de grillos e intrigosos; y, en segundo, no es posible pasar por alto, la trascendencia que tuvo, en la historia misma de Francia, el agarrón entre la Compañia de Jesús y los jansenistas, broncón cuyas consecuencias trascenderían los años, extendiéndose por mucho tiempo.

Asi pues, y en pocas palabras, los jesuitas mismos habíanse ganado a pulso la famita de grillos e intrigosos, por lo que cuando Proudhon les atiza, no esta, en cierta medida, sino guiándose por una actitud generalizada, incluso dentro de la misma estructura del catolicismo.



Conviene también el tener presente el particular carácter del llamado filósofo de Besancon. Proudhon era particularmente rijoso en sus polémicas con sus adversarios, buscando siempre hacerles el mayor daño posible, y si añadimos a ello que, por lo general, tendía a ponerle mucha crema a sus tacos, llegando, a veces, a creerse la mama de los pollitos, no es de extrañar su explosividad en cuanto a criticar muy agriamente a las personas, instituciones o situaciones que le contrariaban. De ello, quizá, el exceso de exhabruptos, e incluso francas majaderías, en sus críticas y polémicas. Todo esto, sin embargo, no lo señalo con el objeto de minimizar, contrariar, ni mucho menos ridiculizar su evidente e innegable anti-catolicismo, sino simplemente para dar a entender que el tono por él usado no llevaba sino a la confrontación y, por supuesto, al enervamiento de las pasiones, lo que visto con objetividad ni a él, ni absolutamente a nadie beneficiaba. No vaya a pensarse o suponerse alguna intención de mi parte para tratar de volver más digerible, de cara a los sectores creyentes católicos, la figura y el pensamiento de Proudhon. ¡Nada de eso! Proudhon era como era, para bien o para mal, y muy lejos de mis intenciones el buscar crear una imagen falsa de él. Quien no concuerde con su pensamiento, está, por supuesto, en todo su derecho, pero no se vale buscar el tergiversar la realidad tratando de ajustarla a determinados modelos.

Consciente soy de que el tema religioso y muy particularmente el anti-catolicismo, resulta ser bastante espinoso sobre todo en países como México, en donde es muy alto el porcentaje de población católica. Resulta claro que, abordar este tema, no es algo digamos sencillo, puesto que ya desde un inicio encuéntrase una clara resistencia por parte de amplísimos sectores sociales, y de aquí, precisamente, la importancia que guardan estudios como el de Henri de Lubac, ya que tienden puentes de comunicación e intentos de entendimiento entre corrientes ciertamente muy opuestas.

No sé hasta que punto los católicos, en México, estén interesados en retomar los planteamientos de Henri de Lubac, de la misma manera que también ignoro hasta que punto los anarquistas y/o libertarios mexicanos, están dispuestos a escuchar, atentamente, las opiniones y criticas de Henri.

En sí lo que busco al colocar esta obra en los estantes de la Biblioteca Virtual Antorcha, es ponerla al alcance de unos y otros, esperando que ello sea de utilidad.

Este estudio de Proudhon y el cristianismo, fue publicado, como ya lo he señalado, en el año de 1965, por la editorial hispana ZYX, esto es, hace ya cincuenta y un años, sin que se haya realizado otra edición en español. Prácticamente esta obra en México no ha circulado, de aquí la importancia de colocarla en los estantes de la biblioteca, para que cualquier interesado pueda aprovecharla para sus estudios o reflexiones.

Por otra parte, he de señalar que, si en la obra editada en papel se separan por completo las secciones correspondientes a las notas, en esta edición virtual he logrado colocar las citas correspondientes a cada uno de los capítulos y apartados, al final de éstos, lo que sin duda representa un notable avance dado el enorme número de citas. A este respecto haré notar que si bien la edición impresa en papel consta de 366 páginas, noventa corresponden íntegramente a notas.

A continuación he colocado el índice de la obra para que las personas interesadas aborden, directamente, el tema de su interés.

Para finalizar, tan sólo me resta el desear que quien se adentre a la lectura o consulta de esta obra, extraiga todo el provecho que le sea posible.

Febrero de 2016
Omar Cortés



PROUDHON Y EL CRISTANISMO

INDICE

Prólogo de Henri de Lubac

Capítulo I
EL HOMBRE Y LA OBRA
I Biografía
II El luchador y el escritor
III Virtudes proudhonianas

Capítulo II
ANTICLERICAL Y TEÓLOGO
I Proudhon anticlerical
II Proudhon teólogo

Capítulo III
LA DIALÉCTICA DE PROUDHON
I Proudhon, Marx y Hegel
II Proudhon y Kant. La antinomia proudhoniana
III Síntesis hegeliana y equilibrio proudhoniano

Capítulo IV
ANTITEISMO SOCIAL
I Contra el mito de la Providencia
II Caridad y justicia

Capítulo V
INMANENTISMO MORAL
I Evolución y simbolismo religioso
II La conciencia moral

Capítulo VI
TRANSCENDENCIA DIÁLOGO CON PROUDHON
I Crítica del Absoluto
II Adoración de la Justicia
III El testimonio de Proudhon

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