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Capítulo 11
Peligrosas maniobras del General Alvaro Obregón.
Consultando todas las fuentes de los diversos colores y tendencias sobre los tormentosos momentos del mes de septiembre de 1914, se encuentran muchas noticias contradictorias y tendenciosas sobre las actividades del General Obregón en sus dos sucesivos viajes a la ciudad de Chihuahua. Esas actividades debieron disgustar profundamente a Carranza, ya que en determinados momentos hicieron aparecer a Obregón como un aliado de Villa, y al último, provocaron las peligrosas iras del Centauro del Norte, cuando llegó a barruntar el doble juego de Obregón y tuvo la certeza de que éste había enviado de Chihuahua a El Paso, al entonces Mayor Julio Madero para que desde este último punto telegrafiara a los Generales Hill y Calles que no obedecieran las órdenes telegráficas firmadas por él, que les fueran transmitidas desde el territorio dominado por la División del Norte.
La habilidad de Carranza.
Mientras se desarrollaban estos acontecimientos, Carranza había logrado fraccionar el Cuerpo de Ejército del Noroeste, dejando a Obregón sin el mando de sus principales unidades. Según el General Julio Barragán Rodríguez, aprovechando las armas y municiones entregadas por el disuelto Ejército Federal, el Primer Jefe las repartió entre los Generales más adictos suyos, que tenían mando de tropas.
Y además alentó o cuando menos consintió los sucesivos viajes de Obregón a Chihuahua. Don Venustiano conocía bien los episodios de la vida de Juárez y quizá no ignoraba que al surgir graves dificultades entre éste y Vidaurri, desde Saltillo envió al General Manuel Doblado, de quien desconfiaba, a Monterrey, e invitó a Vidaurri a que fuera a Saltillo a conferenciar con él, ofreciéndole como garantía, prenda o rehén, que Doblado permanecería en la capital de Nuevo León hasta que Vidaurri regresara sano y salvo a Monterrey.
Y cuentan que Vidaurri, que tenía una gran fe en la penetración y buen juicio de su esposa, a quien todos consideraban una verdadera zahurina (sic, por zahorí), le consultó la propuesta de Juárez para que fuera a Saltillo. Las crónicas agregan que la respuesta fue inmediata y tajante:
No vayas -le dijo-. A Juárez le conviene deshacerse de ti y de Doblado, y puede ocurrírsele matar a dos pájatos con una sola piedra.
Y Vidaurri se negó a ir a la conferencia propuesta por Juárez.
Las actividades de Obregón en la capital de la República.
Como recordarán nuestros lectores, el General Obregón había firmado junto con Villa, las proposiciones que casi en su totalidad rechazó el Primer Jefe. Solicito, Obregón marchó a la ciudad de México en el mismo tren en que lo hicieron el doctor Miguel Silva y el licenciado Miguel Díaz Lombardo, comisionados de Villa para entregar el memorial a Carranza. Llegaron a la capital el 6 de septiembre.
El día siguiente el General Obregón dirigió a Villa un afectuoso mensaje. Decíale que había conferenciado con Carranza, encontrándolo en la mejor disposición para la mejor solución de los asuntos generales de la República. Y agregaba que el General Antonio Rábago sería conducido a Chihuahua de acuerdo con sus deseos. Villa lo acusaba del asesinato de don Abraham González.
En los días siguientes, intercambio de mensajes telegráficos entre Villa y Obregón, en que el primero apremiaba la marcha del General Juan G. Cabra! para solucionar las dificultades entre el General Hill y el gobernador Maytorena.
El 9 de septiembre el General Obregón y los comisionados de Villa pusieron en manos del Primer Jefe el memorial a que nos hemos referido. Carranza ofreció estudiarlo y darle contestación a la mayor brevedad posible. Obregón anunció que el 13 de septiembre saldría para Chihuahua en compañía del General Cabral.
Obregón de nuevo en Chihuahua.
El caudillo sonorense llegó a la capital chihuahuense el 16 de septiembre en la madrugada. Según el mismo General Obregón, encontró a Villa muy cambiado. Y agrega: Yo tuve desde luego, la seguridad de que la guerra sería inevitable, y no nos quedaba otro recurso que tratar de restar a Villa algunos de los buenos elementos que, incorporados a él por circunstancias de la lucha contra la usurpación, sentían natural repugnancia hacia muchos de los actos de su jefe. ¡Y para eso era un verdadero maestro! Agrega el mismo General Obregón: A ese fin encamino mis esfuerzos, secundándome los miembros de mi Estado Mayor, quienes tenían más oportunidad de conversar con los jefes de Villa.
Villa invitó a Obregón a presenciar el desfile de sus tropas con motivo de la celebración del aniversario de la proclamación de la Independencia. Para esa fecha Cabral había llegado a Sonora, pero Hill se negó a entregarle el mando de sus fuerzas y poco después se registró un choque entre las del mismo Hill y las de Maytorena. Afirma Obregón que empezó a trabajar cerca de Villa en el sentido de que él y todos sus Generales pasaran a tomar parte en la Convención de México convocada por el Primer Jefe.
En su obra Ocho mil kilómetros en campaña, el General Obregón asienta que por haber sido objeto de muchas atenciones y agasajos en Chihuahua, desde su anterior permanencia, habiéndole servido una comida en la casa del General Raúl Madero y dedicado dos bailes en el Teatro de los Héroes, quiso corresponder a esas atenciones, y el 17 nombró una comisión compuesta de algunos miembros de su Estado Mayor para organizar un baile esa misma noche en el teatro mencionado. A las 4 de la tarde mandó llamar a Obregón el General Villa. Seguimos el relato del General Obregón sobre la tormentosa entrevista:
Al entrar en la habitación en que Villa se encontraba, éste se levantó de su asiento, sin ocultar su indignación, y desde luego me dijo. El General Hill está creyendo que conmigo van a jugár ...; es usted un traidor, a quien voy a mandar pasar por las armas en este momento, y dirigiéndose entonces a su secretario, señor Aguirre Benavides, que estaba en la pieza contigua presenciando estos hechos, le dijo: Telegrafíe usted al General Hill, en nombre de Obregón, que salga inmediatamente para Casas Grandes.
Luego se dirigió nuevamente a mí, y me preguntó: ¿Pasamos ese telegrama? A lo que contesté: Pueden pasarlo. (Más adelante dice Obregón que recomendó al Mayor Julio Madero, de su Estado Mayor, saliera por El Paso y se trasladase a Douglas a informar confidencialmente a don Francisco S. Elías, Agente del Gobierno Constitucionalista, y al General Hill, sobre la situación en que se encontraba en. Chihuáhua, y hacer a éste la advertencia de que no debería atender las órdenes transmitidas en su nombre por la oficina particular del General Villa).
Obregón afirma que Villa ordenó a uno de sus escribientes pidiera por teléfono una escolta de veinte hombres de la escolta de los Dorados, para que fusilara al traidor. Poco después llegó la escolta y todos los oficiales del Estado Mayor de Obregón estaban presos. Villa se paseaba furiosamente. Transcurrida una hora, mandó retirar la escolta. Hizo que Obregón tomara asiento a su lado en un sofá, y agrega el sonorense:
Villa, con una emoción que cualquiera hubiera creído real, en tono compungido, me dijo: Francisco Villa no es un traidor; Francisco Villa no mata a hombres indenfesos, y menos a ti, compañerito, que eres huésped mío. Yo te voy a probar que Pancho Villa es hombre, y si Carranza no lo respeta, sabrá cumplir con los deberes de la patria.
Luego entró un sirviente anunciando: Ya está la cena. Y Villa enjugando sus lágrimas, dijo a Obregón: Vente a cenar, compañerito, que ya todo pasó. Y cenaron juntos. Los oficiales del Estado Mayor de Obregón fueron puestos en libertad. Y el baile se efectuó en el Teatro de los Héroes. Concurrió el caudillo de Sonora. Villa se excusó.
Relato truculento de un viaje.
En la anterior versión del General Obregón las escenas y palabras acusan un marcado tinte de inverosimilitud, con transiciones por parte de Villa, que parecen increíbles. El relato que el mismo caudillo hace en su apasionado libro citado antes, es asaz truculento. Obregón salió de Chihuahua, acompañado por el Coronel Roque González Garza. Carranza había mandado cortar la vía férrea al sur de Zacatecas. Ahora seguimos el relato de don Enrique Pérez Rul, empleado de la Secretaría particular de Villa y que después fue su secretario particular. En El Universal, fechado el 11 de junio de 1933, se publicó un artículo suyo, con el título: Cómo salvé la vida al General Obregón. Relata la partida de este último, y agrega que al día siguiente de la partida del tren, a eso de las 8 de la mañana, llegó a la secretaría particular, un señor apellidado Orozco, jefe del telégrafo nacional en Chihuahua, preguntándole al secretario Aguirre Benavides, si debería dar curso a un telegrama que exhibía. El mencionado secretario, después de leerlo atentamente, ordenó que no se transmitiera bajo su personal responsabilidad. Me llamó a su habitación y con todo y que excepcionalmente me comunicaba cosas de positiva importancia, me mostró el telegrama que decía más o menos:
Señor General Mateo Almanza, Jefe de las Operaciones. Torreón, Coahuila. En cuanto llegue ese tren especial que conduce a Obregón en compañía de González Garza, Aguirre Benavides, Chao, Ceniceros y otros Generales, aprehenda a Obregón y fusílelo inmediatamente. Conteste. El General J. de la División del Norte. Francisco Villa. Agrega que Aguirre Benavides le sugirió que convenciera al General Villa de que esa orden no debía ejecutarse.
Agrega Pérez Rul que con verdadero temor se dirigió a Villa, preguntándole si era de él el telegrama. Villa contestó: Sí, ¿por qué me lo pregunta? Pérez Rul manifestó que el jefe de telégrafos había querido ratificarlo. El Centauro del Norte replicó: Sí, es bueno el telegrama y debe transmitirse para que cumpla esa orden. Yo mismo lo deposité en la oficina.
Pérez Rul afirma que él intercedió por la vida del General Obregón, alegando que su persona era y debía ser sagrada para todos los miembros de la División del Norte. Abogó calurosamente porque se le diera toda clase de garantías en su viaje. Villa contestó:
Usted está equivocado, habla así por su buen corazón; pero no se fija en que Obregón es un tal que va a ensangrentar a la República mucho más que Pascual Orozco; que Obregón va a causar más daño que el propio Victoriano Huerta.
Replicó Pérez Rul diciendo a Villa que si mandaba matar a Obregón, iba a aparecer como un asesino y Obregón como un mártir.
Usted se va a acordar -repuso Villa- de mí. Ese hombre nos ha de causar mucho daño. Lo autorizo, en fin, a destruir ese telegrama y para que le ordene a Almanza que le dé garantías a Obregón.
Satisfecho Pérez Rul, hizo que el Mayor Daniel R. Delgado, jefe del telégrafo particular del General Villa transmitiera un telegrama al General Almanza, ordenándole que en cuanto llegara a Torreón el tren que conducía a Obregón y a otros Generales, diera al primero toda clase de ayuda y de consideraciones y le facilitara los elementos para continuar su viaje. Almanza contestó que enterado expresando que cumpliría al pie de la letra las instrucciones que acababan de transmitírsele.
Los tres puntos de Villa y Obregón para la consolidación de la paz.
Parece que Obregón antes de partir de Chihuahua había Iogrado limar todas las asperezas con Villa. Lo demuestra el documento firmado por los dos Generales citados, en Chihuahua, el 21 de septiembre. Reza así:
Sr. D. Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista.
México, D.F.
Tenemos el honor de referirnos a la atenta nota que se sirvió usted dirigirnos como contestación a nuestro memorándum.
A fin de que la presente sea la expresión del sentir general de la División del Norte y para poder estudiar el asunto con toda la atención que su importancia requiere, han sido consultados los señores Generales de dicha División y se les han sometido, tanto la Convocatoria que se sirvió usted hacer para la Junta que debe tener lugar en México el 1° de octubre próximo, como la nota a que al principio nos referimos.
El sentir general de esta División, debemos decirlo con franqueza, es contraria a la celebración de esa Junta, no sólo porque ésta no fue prevista en el Plan de Guadalupe que en un principio sirvió de única bandera a la Revolución, sino porque las bases para la constitución de dicha Junta se consideran poco democráticas; pues que los senores Generales y gobernadores convocados no llevan la representación de sus tropas, sino que su nombramiento procede de una sola y misma persona.
En verdad que en el pacto de Torreón la División del Norte propuso la celebración de una Convención y podría ahora tachársenos de inconsecuentes a la celebración de la Junta por usted convocada; pero hay que advertir que aquella Convención se propuso sobre bases más democráticas y con un objeto de zanjar dificultades que por fortuna en la actualidad ya no existen.
Al no estar prevista en el Plan de Guadalupe la celebración de esa Junta, se falta, en nuestro humilde concepto, a lo que en el mismo Plan se propone de un modo inmediato; es decir, la reorganización del Gobierno Constitucional; y al no especificarse de antemano en la Convocatoria la clase de reformas que habrán de acordarse, se corre el riesgo de que la cuestión agraria, que, puede decirse, ha sido el alma de la Revolución, sea postergada y hasta excluida por la resolución de otras cuestiones de menor importancia.
Consideramos, por otra parte, que el estado de desorden, de debilitamiento económico y financiero a que ha llegado nuestro país por virtud de una guerra prolongada, exigen, imperiosamente, antes que todo, el restablecimiento en el interior y en el exterior, del crédito nacional, y esto sólo podrá conseguirse mediante la constitución de un Gobierno que tenga por origen la voluntad popular y no un movimiento revolucionario.
Hemos ofrecido al pueblo de un modo explícito el inmediato restablecimiento del orden constitucional y no la continuación del actual estado de incertidumbre, que sin duda seguirá si se establece un interinato largo, que, como todos los interinatos, carecerá de la fuerza que tiene un Gobierno electo popularmente.
No debe ocultársenos que la invitación a la Junta, por no precisar programas ni indicar las cuestiones que serán tratadas, ha producido en el país gran alarma que es necesario hacer cesar, y esto sólo se conseguirá haciendo público que los objetos primordiales de ella son la inmediata convocatoria a elecciones de Poderes Federales y la implantación de la Reforma Agraria.
Desde el punto de vista de la conveniencia política, es también de capital importancia que las elecciones se lleven a efecto cuanto antes para evitar que el elemento reaccionario, en la actualidad desorganizado, pueda oponer obstrucciones al nuevo Gobierno, como vimos desgraciadamente en la época del señor Madero.
Por otra parte, como es nuestra convicción de que para que haya paz orgánica no sólo es condición indispensable el establecimiento de un Gobierno Popular, sino que también lo es la repartición de las tierras, no podremos asistir a la Junta por usted convocada sin tener previamente la seguridad de que en su seno será resuelta esa cuestión en un sentido prácticamente favorable para las clases populares.
En tal virtud, aunque somos opuestos a la idea de la Junta, tal como va a funcionar y por las razones asentadas, sin embargo, como un testimonio de subordinación y de respetuosa consideración al Primer Jefe del movimiento constitucionalista, iremos a ella; pero en la inteligencia de que, en primer término, se resolverá el refrendo a dicho Primer Jefe del cargo de Presidente Interino de la República; en segundo, la inmediata convocación a elecciones generales, y en tercero, la aprobación de medidas cuyo resultado sea el reparto de tierras, a reserva de ser sancionado por el próximo Congreso General.
Es nuestro deber manifestar a. usted que fuera de las cuestiones apuntadas, la División del Norte no se podrá considerar obligada por ningún otro acuerdo que se tome en la Junta.
Protestamos que al obrar así sólo buscamos honradamente dar satisfacción a los ideales de la Revolución y, con ello, una paz firme y duradera a nuestra República.
Sírvase usted aceptar las muestras de nuestra consideración muy distinguida.
Constitución y Reformas.
Chihuahua, septiembre 21 de 1914.
Creo que la resolución favorable de los tres puntos indicados consolidarán la paz y salvarán los intereses nacionales.
General Alvaro Obregón. Rúbrica. General Francisco Villa. Rúbrica.
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