Índice de La Convención Revolucionaria de Aguascalientes de Vito Alessio RoblesCapítulo anteriorCapítulo siguienteBiblioteca Virtual Antorcha

Capítulo 45

Una asamblea convertida en Torre de Babel, concentración de tropas y conatos de disgregación.

Noviembre de 1914, puede señalarse como el mes más confuso y tormentoso de la historia de México. La Convención reunida en Aguascalientes, había ordenado los ceses de don Venustiano Carranza y del General Francisco Villa y designó sendas Comisiones para comunicárselos. Ya la revolución tenía una bandera social con la adopción de los principios contenidos en el Plan de Ayala. El General Alvaro Obregón había llevado una bandera nacional y propuso que todos los delegados juraran cumplir y hacer cumplir los acuerdos de la Convención, firmando sobre el lienzo patrio.

Al principio, se desataron las ambiciones de algunos ante el acuerdo tácito y patriótico, de que para evitar una nueva lucha fratricida, era indispensable la eliminación de Carranza y Villa. Antonio I. Villarreal y Eduardo Hay recogieron firmas, asegurando votos en su favor, para escalar la presidencia de la República. Al primero lo apoyaban los delegados que militaban en el Cuerpo de Ejército del Noreste, a las órdenes del General Pablo González, primo hermano de Villarreal.

Aseguróse por algunos adictos a Carranza -y ya hemos publicado una carta sobre el particular-, que para restar elementos a Villa, se había acordado elegir a Villarreal, quien no removería uno solo de los gobernadores y convocaría a elecciones, asegurando la designación de don Venustiano. Por el veto de los zapatistas, naufragó la elección de Villarreal, casi asegurada, y Obregón echó por tierra la candidatura del General Cabral, haciendo recaer la elección en el General Eulalio Gutiérrez, que ni siquiera sospechaba que por una sorpresa, llegaría a la presidencia de la República.

Don Venustiano Carranza habíase rehusado abiertamente a obedecer los mandatos de la asamblea, y apenas supo de su cese mandó concentrar tropas en el Bajío, que ascendían a unos veinte mil hombres, a las órdenes del General Pablo González, con Cuartel General en Querétaro y una avanzada de tres mil soldados en Estación Pedrito.

Muchos Generales, cuyos representantes en la Convención habían votado por los ceses y que aunque no lo hubieran hecho, estaban obligados al acatamiento de los acuerdos tomados, habían desconocido a la asamblea revolucionaria. Heriberto Barrón, que se jactaba de haber disuelto una asamblea en San Luis, acompañaba a Carranza y organizaba manifestaciones populacheras en Puebla y en Córdoba, adonde se había trasladado don Venustiano.

Nadie sabía lo que realmente ocurría. La casi totalidad de los delegados acreditados ante la Convención, hombres sencillos y valerosos, se preguntaban si la Convención había sido sólo una trampa para atrapar incautos. Ellos habían tomado sus decisiones inspirados en el más puro patriotismo, sacrificando unos, sus afectos por Carranza y otros, sus simpatías por Villa, pensando que el bienestar de la patria estaba por encima de cualquiera otra consideración. Llegó un momento de desorientación tal que cada uno desconfiaba de todos los demás.

Entonces era muy difícil descifrar los múltiples enigmas; ahora con la publicación de muchos documentos, es relativamente fácil rehacer la historia verdadera de la revolucionaria asamblea, en donde campeó en casi todos un gran patriotismo.

La patriótica respuesta de Villa.

Recordamos que fue nombrada una Comisión integrada por los delegados Juan C. Cabral, Martín Espinosa, Fidel Avila, Enrique W. Paniagua, Samuel Vázquez y Miguel A. Peralta. Esta debería trasladarse a Zacatecas para comunicar al General Villa su cese y entregarle un pliego que contenía el acuerdo respectivo de la Convención.

La Comisión no encontró ningún obstáculo para llegar a su destino. El 5 de noviembre, los que la integraban regresaron a la ciudad de Aguascalientes y entregaron la respuesta de Villa, que fue leída en la asamblea y recibida con aplausos. Decía:

Impuesto debidamente de los acuerdos tomados por esa Soberana Convención, en que constan los relacionados con mi retiro de la jefatura de la División del Norte, les manifiesto que, respetuoso como siempre, de las decisiones de esa asamblea, por considerarla emanada de la voluntad popular, estoy enteramente de acuerdo con su resolución.

El General Martín Espinosa informó que conversando con el General Villa, éste le había manifestado que si la Convención creía necesario el retiro del General Emiliano Zapata, él creía poderlo convencer.

Falsa versión de Vasconcelos.

Unicamente para que pueda apreciarse hasta dónde ha sido falseada la historia de la Convención, voy a reproducir una falsa versión del filósofo José Vasconcelos, con acotaciones mías entre paréntesis, contenida en su libro La Tormenta:

Para notificar el doble acuerdo, desconocimiento y retiro del mando de los Generales Carranza, Villa y Zapata (Zapata no fue cesado), y la elección de Eulalio Gutiérrez, se nombraron Comisiones distintas. Obregón, Villarreal y Lucio Blanco (este último no), se comprometieron a presentar el acuerdo a Carranza. Y me tocó hacer la notificación respectiva al General Francisco Villa, en compañía de los Generales José Isabel Robles y Raúl Madero. (Ninguno de los tres figuraba en la Comisión, cuyos nombres acabamos de citar. Vasconcelos ni siquiera fue miembro de la Convención. Si él fue, lo hizo como agregado espontáneo).

Hable usted -me dijeron sus dos Generales cuando estuvimos a la puerta del carro privado del tren en que Villa despachaba. Y tan pronto como nos sentó y se quedó aguardando, sin preámbulos, le dije:

Como usted ya lo supondría, General, esta misma tarde la Convención acordó agradecer a usted y a los Generales Carranza y Zapata, sus servicios tan importantes para la Revolución y pedirles que abandonen el mando de sus tropas, poniéndose a las órdenes del Presidente Provisional Eulalio Gutiérrez.

Rápidamente -agrega Vasconcelos-, se le inyectaron al General los ojos en la forma que ya me habían dicho era habitual en él cuando le acometía furia homicida. Pero se dominó.

Está bien -dijo después de una pausa larga-. Está bien ... Dígales -expresó sin mirar a sus Generales-, dígales usted que Pancho Villa se va ... les dejo todo ... esta División que yo he formado ... No me llevaré sino veinte hombres ... Organicen ustedes su gobierno, pero eso sí ... se los advierto: Presidente Municipal que yo les capture ... ¡lo cuelgo!

La brusca, salvaje amenaza, me irritó también. Hice una seña a los colegas Robles y Madero y dejando el asiento, afirmé:

General: nuestra misión se concreta a comunicar a usted los acuerdos de la Convención. Con permiso ...

Y los tres nos salimos, convencidos de que las promesas de obediencia a la Convención iban a ser puramente una farsa..

Esta versión es enteramente falsa. Vasconcelos fue a Zacatecas por otros motivos, como lo veremos después.

Obregón, Hay, Benavides, Villarreal y Gutiérrez de Lara detenidos en Querétaro.

En Aguascalientes se tuvieron noticias de que la Comisión nombrada por la Convención para comunicar a Carranza su cese, había sido detenida en Querétaro por orden del Primer Jefe. Ahora gracias a los importantes documentos publicados por el General Juan Barragán en su libro Historia de la Revolución y del Ejército Constitucionalista, podemos reconstruir este episodio y los motivos aducidos por don Venustiano. Dice el General Barragán:

Cuando los delegados llegaron a Querétaro, en tránsito hacia el lugar donde se hallaba don Venustiano, éste giró instrucciones al General Pablo González, que tenía su Cuartel General en la capital queretana, para que no les permitiera seguir adelante. Los delegados solicitaron una conferencia del señor Carranza para saber las razones de esa disposición y para pedirle en todo caso, que fuera revocada la orden.

Y en el mismo libro se transcriben los telegramas cambiados entre Carranza y Obregón. Dice el segundo:

Casa del General González, Querétaro, 4 de noviembre de 1914.

Señor General V. Carranza. Puebla. Saludamos a usted con todo afecto. Nos encontramos aquí únicamente los señores Generales Hay, Aguirre Benavides, Villarreal y doctor Gutiérrez de Lara, que juntamente conmigo, fuimos nombrados por la Convención de Aguascalientes para entregar a usted un documento (el de los ceses), en que la referida Convención contesta el memorial de usted de fecha 23 de octubre próximo pasado. La Convención sigue instalada en Aguascalientes.

La categórica negativa de don Venustiano Carranza.

Inmediatamente, el Primer Jefe contestó lo que sigue:

Puebla, 4 de noviembre de 1914. General Alvaro Obregón y demás miembros de la Convención de Aguascalientes. Querétaro.

En vista de la actitud asumida por la Convención, no puedo permitir que pasen ustedes adelante. La resolución tomada por la junta, requiere una amplia discusión y, para el efecto, sírvanse esperarme en Querétaro, adonde me dirigiré dentro de unos tres o cuatro días a mi regreso de Córdoba, adonde tengo que ir en vista de las graves circunstancias por que atravesamos. Anoche conferencié con el General Aguilar, el cual me informa que la situación es realmente grave con motivo de la excitación que reina entre nuestras fuerzas, a causa de contactos con las avanzadas americanas. Este asunto es de verdadero interés para la patria y en cumplimiento de nuestro deber, tanto ustedes como yo ...

Barragán asegura que falta el final del telegrama. Pero por cuenta propia asegura que esta respuesta envolvía una crítica para la Convención por el hecho de emplear sus actividades en asuntos baladíes en vez de ocuparse del problema internacional, como era el de gestionar la evacuación del puerto de Veracruz.

La terca insistencia de Obregón y la reiteración de la negativa de Carranza.

Ante la descortés negativa de don Venustiano, a Obregón, como jefe de la Comisión nombrada por la asamblea de Aguascalientes, decorosamente no le quedaba otro recurso que el de retornar a la ciudad de Aguascalientes y dar cuenta a la Convención de su detención en Querétaro y de la negativa de Carranza. Sin embargo, insistió en que se le permitiera seguir su camino. Barragán no publica el telegrama de Obregón. Sólo aparece en su libro la respuesta del Primer Jefe:

Siento mucho no poder acceder a sus deseos, pues tengo razones poderosas para no cambiar el lugar designado anteriormente para que nos veamos. Me apena verdaderamente que la Comisión venga compuesta de mis mejores amigos; pero no me conviene que esa Comisión, que no es más que un órgano de la Convención pase a territorios donde podrían provocarse nuevas dificultades, si la Convención le ordenara alguna cosa contraria a lo que yo determinara como jefe del Ejército Constitucionalista. Cuando nos veamos espero encontrará usted justificado mi proceder, al conocer todos los motivos que tengo para insistir en esta determinación.

Otro mensaje de Obregón.

Ya no cabían nuevas súplicas de una Comisión que representaba a la asamblea revolucionaria de Aguascalientes. Sin embargo, Obregón insistió. Expresó que por primera vez sentíase lastimado por su jefe al que había respetado siempre. Agregó una gran mentira: La Convención de Aguascalientes jamás ha pretendido desconocer a usted ni como Primer Jefe ni como Encargado del Poder Ejecutivo ... Expuso que al presentar Carranza un memorial en el que declaró a la Convención estar dispuesto a separarse con sólo el cumplimiento de las condiciones que en dicho memorial se expresaban, se creyó que al cumplirse con ellas, su renuncia quedaba en pie, debiéndose a esta interpretación las medidas que con este respecto se tomaron. Después habla de yerros, para terminar con lo que en seguida se expresa:

Al venir (yo) a la Convención de Aguascalientes, manifestó usted de una manera franca, estar enteramente dispuesto a separarse del poder, siempre que el General Villa se separara también y hasta me autorizó para tratarle en este sentido, lo que he conseguido ahora; no veo de usted por qué trata usted de orillar a un conflicto a tantos hombres honrados que no hemos economizado sacrificios para defender a la patria ...

Carranza sigue en sus trece.

El Primer Jefe contestó que la conferencia debería efectuarse en Querétaro por razones de dignidad personal.

Yo sigo dispuesto a retirarme, pero tengo que hacerlo guardando las formas que convienen a mis servicios y al importante papel que ustedes mismos me han confiado ... Agregaba: Yo no quiero orillar a mis amigos a una lucha fratricida por mera ambición personal, pero no puedo abandonar el gobierno ni la jefatura de la Revolución, sin estar seguro de que no pongo en peligro la Revolución y de que no entrego al país a una situación peor de la que quiere evitarse ...

El mensaje contenía grandes elogios para Obregón y para Villarreal.

Zalamería del General Obregón.

Obregón insistió en forma suntuosa, insinuante y zalamera en que se permitiera a la Comisión la prosecución de su viaje para informar verbalmente a Carranza. Terminaba con la confesión de que la Convención sólo había sido una trampa tendida a Villa para nulificarlo y asegurar la nueva elección de Carranza. Decía:

Yo lamento las inconsecuencias que la Convención haya tenido para usted y puedo asegurarle que al nombrar un Presidente cuyo nombramiento será ratificado o rectificado a los veinte días, lo hicimos no por herir a usted y sí porque tenemos una mayoría con la que creemos enteramente seguro nuestro candidato para el periodo preconstitucional ...

¡Ni el propio Maquiavelo se hubiera atrevido a proferir estas palabras! Don Venustiano accedió a que Obregón y los demás comisionados prosiguieran su viaje.


Índice de La Convención Revolucionaria de Aguascalientes de Vito Alessio RoblesCapítulo anteriorCapítulo siguienteBiblioteca Virtual Antorcha