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Capítulo 51
Toda la República convertida en una inmensa Babel.
Dejamos a la Comisión Permanente de la Convención instalada en la ciudad de San Luis Potosí, sitio adonde se había trasladado también el Presidente Provisional de la República, General Eulalio Gutiérrez. Dejamos también al General Pablo González con sus tropas en actitud amenazante, ocupando todo el Bajío, sin cumplir el acuerdo de la asamblea que mandó cesaran en sus mandos todos los Jefes de los Cuerpos de Ejército y de las Divisiones. Ya hemos visto cómo el 9 de noviembre de 1914, este Jefe desconoció a la Convención, a pesar de la firma que había estampado en la bandera patria su representante, que era a la vez su jefe de Estado Mayor, el Coronel Alfredo Rodriguez y no obstante también, que el mismo General González auspició en forma decidida la candidatura presidencial de su primo hermano, el General Antonio I. Villarreal, recomendando a todos sus subordinados votaran por él.
Resulta oportuno echar una ojeada a lo que pasaba en la ciudad de México, en Córdoba, en donde se encontraba don Venustiano Carranza, en Puebla, donde era Gobernador el General Coss y en el resto de la República, sumergidas en una mar de confusiones.
Todo México convertido en una Babel revolucionaria.
Nadie sabía quién estaba con quién. Muchos revolucionarios estaban sumidos en un mar de dudas acerca de la actitud que deberían adoptar. La actitud del General Lucio Blanco se prestaba a las más variadas conjeturas. Era el jefe de las caballerías del Cuerpo de Ejército del Noroeste, de guarnición en la capital de la República y se aseguraba que en una junta de Generales celebrada en la casa de Casasús, que ocupaba el mismo Blanco, el General Obregón puso en duda la lealtad del jefe de las caballerías y éste contestó con durísimas frases al caudillo sonorense.
El hecho, que sorprendió a muchos, fue que el General Blanco se trasladó a la ciudad de Aguascalientes y el 9 de noviembre estuvo presente en el acto de la protesta del General José Isabel Robles como Secretario de Guerra y Marina del Gobierno presidido por el General Gutiérrez, actitud que no se compaginaba con la realidad amarga de que las tropas del mismo Blanco sostenían combates con los zapatistas en las estribaciones del Ajusco, por el rumbo de Xochimilco y San Gregorio. Los mismos zapatistas peleaban con las tropas del General Murguía en las cercanías de Toluca.
El General Hill combatía con fiereza en Naco, Sonora, contra las fuerzas de Maytorena. El General Maclovio Herrera peleaba contra las fuerzas de la División del Norte en las cercanías de Parral. Los Generales a las órdenes de Alberto Carrera Torres, que mandaban las tropas, estacionadas en Empalme de González, agregadas a las que mandaba el General Pablo González, enviaron adhesiones, al mismo tiempo, a Carranza y a Gutiérrez.
Mensaje del célebre Barrón al General Lucio Blanco.
El General Blanco había enviado su adhesión a don Venustiano y poco después, como hemos visto, se trasladó a la ciudad de Aguascalientes. El celebérrimo Heriberto Barrón, que primero, a raíz de la decena trágica, envió su adhesión a Victoriano Huerta y días después, hizo labor contra el usurpador, antes de tener noticias del viaje de Blanco a la ciudad de Aguascalientes, le envió un mensaje de felicitación que publicaron todos los diarios carrancistas de la capital.
En el diario El Liberal, en su edición correspondiente al lO de noviembre, se publicó dicho mensaje fechado en Córdoba, dos días antes. Decía:
Hace pocos días en un brindis, después de enumerar tus más brillantes méritos revolucionarios, dije: Pondría la mano en el fuego asegurando que quien se ha conducido como Lucio Blanco, no puede seguir en estas graves circunstancias para la Patria, otra senda que la de la lealtad y la del honor.
He visto hoy tu mensaje dirigido a los Generales Cándido Aguilar, Alvaro Obregón, E. Hay, Antonio Villarreal y Francisco Coss, en que les participas que estás dispuesto con la División de Caballería de tu mando, a sostener la autoridad del señor don Venustiano Carranza.
Este mensaje fue conocido aquí en los momentos en que la Comisión de la Junta de Generales de Aguascalientes, notificaba su furiosa destitución al señor Carranza y causó el efecto de un rayo. Creo que la patriótica y leal actitud en los instantes en que el Primer Jefe de la Nación sufre los rigores de la ingratitud y la deslealtad, será estimada y agradecida por toda la República. No hay premio mejor para el General Blanco, para el militar que cumple con su deber, que la gratitud nacional y el afecto de sus conciudadanos.
Heriberto Barrón.
Un recto concepto del honor.
Exhibido el falso concepto del cumplimiento de la palabra empeñada, ahora expondremos un recto y razonado concepto del honor. Acudimos al testimonio del entonces Mayor Juan Barragán, que pertenecÍa al Estado Mayor de don Venustiano y que había sabido captarse toda su confianza. En su libro Historia del Ejército y de la Revolución Constitucionalista, nos informa que estando él en Córdoba, lo comisionó el Primer Jefe para que marchara a la ciudad de México a conferenciar con los Generales Andrés Saucedo, Ernesto Santos Coy, Gustavo A. Elizondo y Abelardo Menchaca para tratar de convencerlos de que era patriótico permanecer leales al constitucionalismo ... Santos Coy, rotundamente, se rehusó a volver al frente de sus tropas que se hallaban en el Estado de Puebla, expresando como principal razón, que el General Coss había refundido entre sus fuerzas las de aquél, lo cual era cierto, porque Coss, al enterarse de la actitud vacilante de Santos Coy, creyó que la columna de éste se rebelaría contra la Primera Jefatura.
Además -nos dice-, que habló con el Coronel Fernando Dávila, subalterno de Santos Coy, y le propuso su traslado a Puebla, para ponerse a las órdenes del General Coss, comprometiéndome a telegrafiar al señor Carranza para que Coss le diera el Comando de las tropas que habían pertenecido a Santos Coy. Así se hizo y Dávila fue aceptado por Coss, quedando desde entonces como jefe de aquellas fuerzas ...
Parodiando a Enrique IV, podría decirse que el mando de un batallón bien valía una adhesión.
Un recto concepto del honor y del cumplimiento de la palabra empeñada.
Ernesto Santos Coy fue uno de los primeros en levantarse con don Venustiano. Como muchos otros Generales que no concurrieron personalmente a la Convención de Aguascalientes, Santos Coy nombró su representante al Teniente Coronel Dionisio Marines Valero, honorable profesor normalista, quien firmó en la bandera patria comprometiéndose por su honor de ciudadano armado, cumplir y hacer cumplir las decisiones de la Convención. Santos Coy, que se encontraba en la capital, disfrutando de una licencia, envió un telegrama a su representante Marines Valero, ratificándole su confianza y ofreciendo cumplir los acuerdos de la revolucionaria asamblea.
Ello bastó para que los jefes y oficiales del Batallón Vicente Guerrero, que fue el primer cuerpo que recibió bandera del Primer Jefe, levantaran un acta en la que expresaron que no obedecerían órdenes de su jefe, el General Santos Coy, que reconocerían como único jefe a don Venustiano y que desconocían todo acto, autoridad u orden de la llamada Convención y de todo General o jefe adictos a ella.
Llamaron a Santos Coy traidor y matricida y expresaron: Si los Generales traicionan; los soldados permanecen leales.
El claro remitido del General Santos Coy.
El General Santos Coy defendió con inteligencia, gallardía y claridad su conducta. En el diario Carrancista El Liberal, edición del 14 de noviembre, apareció el siguiente remitido calzado con su firma. Dice:
En el número 87 de El Liberal, correspondiente a la publicación del día 12 de los corrientes, he visto publicada el acta que fue levantada por un grupo de oficiales de los que componían el Batallón Vicente Guerrero, correspondiente a la Sexta Brigada del Noreste, que es a mis órdenes, en cuya acta, so pretexto de que yo manifesté obedecer y sostener los acuerdos de la Convención de Aguascalientes, se sustraen a la obediencia del jefe de dicha Brigada y declarándose fuera de la jurisdicción de la misma, se constituyen en Cuerpo Militar Independiente, y para colmo de cinismo, me califican de traidor, de la manera más cobarde.
... Es preciso que el público conozca los móviles de mi conducta con respecto a la Convención de Aguascalientes, en la que he obrado ajustado a los principios a que debe ajustarse todo hombre de honor.
Se toma como pretexto para el acto de desobediencia a que antes me referí, el hecho de que yo haya manifestado a la Convención, mi deseo de respetar y sostener los acuerdos tomados en ella; pero yo invito a los militares honrados, a los que se precien de merecer el título de soldados y los galones que portan, para que digan qué otra cosa puede hacer un hombre de honor, si no cumplir con el solemne compromiso contraído, personalmente o por medio de su representante, de respetar y sostener los acuerdos tomados en el seno de la asamblea, en la que todos los concurrentes se han obligado bajo su fe de patriotas a sostener y apoyar, como ciudadanos y como soldados, los acuerdos tomados en ella.
¿Acaso el Primer Jefe no estuvo de acuerdo con el establecimiento de la Convención de Aguascalientes y se obligó a pasar por sus acuerdos, puesto que esta Convención no es sino la continuación de la por él convocada para el primero de octubre, en cuyas manos se puso incondicionalmente? ¿Por qué los gobernadores y Generales que ahora manifiestan no estar de acuerdo con las resoluciones tomadas, no protestaron o mandaron retirar sus representantes cuando éstos se obligaron en nuestro nombre, sellando con su firma la bandera nacional, a sostener y obedecer los acuerdos de la Convención? ¿Por qué ahora se califica de traidor al soldado que trata honradamente de cumplir con los deberes entonces contraídos? ¿Por qué se pretende que el nombre del ejército y la palabra del militar se manchen con tal ignominia, incitándolo a que desconozca lo que antes, por su honor de soldado, ha jurado cumplir?
Gérmenes de indisciplina.
Señala el General Santos Coy el acto de indisciplina del Batallón Vicente Guerrero, que se debió a la ambición de mando y al deseo de ascenso con que soñaron los oficiales indisciplinados. Expresó que era un morboso germen la conducta observada por la oficialidad del mencionado batallón. Califica tal acto como el de una injustificada rebelión digna de un severo castigo. Agregó:
No hago ningún llamamiento para que el rebelde batallón vuelva por el camino de la obediencia, porque aun en el caso de que lo atendiera, no permitiría en la Sexta Brigada la permanencia de la oficialidad rebelde que, con su ejemplo, ha manchado la bandera que en otras épocas nos ha guiado al campo del honor y que no se les entregó como signo de obediencia ciega a una persona, sino como emblema de la Patria y para conducirnos a la defensa del honor y la libertad ...
Terminaba la formidable requisitoria con estas palabras:
... la Patria que hoy se agita temblorosa en nuestras manos, sabrá distribuir a cada quien los cargos o merecimientos a que con sus actos se haya hecho acreedor.
El reverso de la medalla.
Me duele publicar las líneas que siguen. Esta bella página escrita por el General Santos Coy fue borrada un mes después con una claudicación: un libramiento por la cantidad de tres mil pesos expedido por el Oficial Mayor de la Secretaría de Guerra y Marina, dependiente del Primer Jefe, fechada en Veracruz el 15 de diciembre de 1914.
El citado General continuó en el Ejército encabezado por Carranza, aunque sin mando de tropas, es decir, en situación harto desairada. Y así continuó hasta el mes de noviembre de 1923 en que se suicidó en la ciudad de Saltillo.
La actitud del General Obregón.
Ya hemos visto que a principios de noviembre de 1914 era Comandante militar de la plaza de México el General Salvador Alvarado. El día 16 del mismo, el General Alvaro Obregón lo relevó en este cargo. El día anterior dirigió un mensaje al Primer Jefe concebido en los siguientes términos:
Hónrome participar a usted haber resuelto obrar militarmente desde mañana en esta Capital, y en tal virtud, ruégole atentamente comunicar esta disposición a las oficinas correspondientes. Salúdolo respetuosamente.
Carranza contestó de enterado el día siguiente, desde Córdoba, agregando que lo comunicaba a la Secretaría de Guerra para que lo hiciera del conocimiento de las oficinas correspondientes. Obregón hizo publicar los dos mensajes seguidos de un breve y pomposo manifiesto, expresando que sólo en aquellos casos en que las circunstancias requieran procedimientos militares, se usarán éstos bajo un espíritu de justicia y con la energía necesaria. Duró muy poco este mando. El día 23 abandonó la plaza el General Obregón y asumió el mando el General Lucio Blanco, quien, a su vez, la abandonó el día siguiente.
La evacuación de Veracruz por las tropas americanas.
Día de júbilo debió haber sido para todos los mexicanos el 23 de noviembre de 1914, fecha en que las tropas norteamericanas que habían ocupado la ciudad de Veracruz, la abandonaron. La noticia fue publicada por una extra del diario El Liberal, edición que vio la luz. En la capital se efectuó una gran manifestación que recorrió las principales calles. Entraron a la ciudad de Veracruz tropas de la División de Oriente a las órdenes del General Cándido Aguilar. Allí se registraron imponentes manifestaciones de regocijo. Fue izada la bandera nacional en todos los edificios públicos. Don Venustiano Carranza se trasladó a Veracruz poco después.
Esta noticia se ensombreció por la guerra civil que se iniciaba. Mientras el General Lucio Blanco, con sus tropas evacuó la ciudad de México por el rumbo de San Pedro Atzcapotzaltongo, los zapatistas entraban a Xochimilco. En la noche irrumpieron algunas avanzadas del Ejército Libertador del Sur en la capital de la República.
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