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Capítulo 56
El fusilamiento del General Garcia Aragón y el homenaje de la División del Norte al apóstol Francisco I. Madero.
Fueron muy agitados los primeros días de la presidencia del General Eulalio Gutiérrez. Su gobierno parecía una paradoja. En efecto, ios carrancistas que lo habían elevado al poder en Aguascalientes, votando por él, lo abandonaron unos y lo estaban abandonando los restantes. Su mismo hermano mayor, el General Luis Gutiérrez, que era jefe de las armas en Coahuila, había declarado abiertamente su adhesión a don Venustiano Carranza, no obstante que el Coronel Juan Aguirre Escobar que lo representó en la Convención, había votado por su hermano Eulalio. El General Obregón que propuso la candidatura del General Gutiérrez en Aguascalientes e hizo propaganda muy intensa por su triunfo, con el pretexto de que el Presidente Gutiérrez había nombrado al General Villa jefe del ejército convencionista, violando el acuerdo del cese de este último, habíase puesto a las órdenes de Carranza que terminantemente se negó a respetar el mismo acuerdo.
La protesta de los Ministros.
El lunes 7 de diciembre de 1914, rindieron la protesta de ley los Secretarios de Estado que deberían integrar su primer gabinete. Era necesario efectuar una reorganización total. Desde la rendición del ejército federal, la ciudad de México carecía de tribunales. La educación pública estaba completamente abandonada y hasta se había apuntado la tendencia de don Venustiano de suprimir la Secretaría de Instrucción Pública. Sin embargo, desde que me hice cargo de la lnspección General de Policía había imperado el orden.
Ni se habían efectuado ejecuciones sumarias ni nadie había ocupado a manu militari los palacios y las casas de los ricos.
A las 12 se efectuó con toda solemnidad el acto de protesta de los nuevos Ministros: el licenciado José Vasconcelos como Secretario de Instrucción Pública; el ingeniero Felícitos Villarreal, de Hacienda; el ingeniero Valentín Gama, de Fomento; el ingeniero José Rodríguez Cabo, subsecretario de Comunicaciones, y el licenciado Miguel Alessio Robles, subsecretario de Justicia, estos dos últimos con el carácter de encargados de los despachos de los ministerios respectivos.
El licenciado Vasconcelos, a quien llamaban el canciller, sentiase feliz. Todos consideraban que sería un magnífico Secretario de Instrucción, como lo fue efectivamente años después. Este abogado sentiase feliz con esta designación muy honrosa que parecía llenar en aquellos momentos tempestuosos, el colmo de sus aspiraciones. Carranza lo había subestimado nombrándolo director de la Escuela Nacional Preparatoria, con lo cual quedó a las órdenes del licenciado José Natividad Macías, designado rector de la Universidad Nacional.
Quizá en aquellos momentos ignoraba las amenazas y las aviesas intenciones del General Juan Banderas El Agachado. Después de su protesta, radiante de júbilo declaró la necesidad de federalizar la enseñanza, tanto primaria como secundaria.
Una junta para coordinar las operaciones militares.
Pero antes de la protesta de los Secretarios de Estado, a las 10 de la mañana habíase iniciado una importante junta militar para decidir la forma en que deberían desarrollarse las operaciones encaminadas a someter a los que habían manifestado su inconformidad contra los acuerdos de la Convención. Concurrieron los Generales Emiliano y Eufemio Zapata, Otilio Montaño, Antonio Barona, Vicente Navarro, y los miembros del Estado Mayor del primero. El Presidente Gutiérrez estuvo presente acompañado por el General José Isabel Robles, Secretario de Guerra y Marina. La junta se suspendió por unos momentos, a las 12, para que Eulalio tomara la protesta a sus nuevos Ministros.
Por llamado especial, a la 1 de la tarde se presentó el General Francisco Villa. Se llegó al acuerdo de que las fuerzas de Zapata, veinte mil hombres, marcharían sobre Puebla, entonces en poder del General Francisco Coss, y que una poderosa columna de treinta mil soldados mandados por el General Villa, marcharía por Apizaco, a copar a los carrancistas de Puebla y proseguir a Veracruz.
Nueva Mesa Directiva de la Comisión Permanente de la Convención.
El mismo día se efectuó la primera sesión de la Comisión Permanente de la Convención. Desde luego varios delegados propusieron que se eligiera nueva Mesa Directiva, para sustituir a la que había sido elegida en Aguascalientes. Tras reñido debate fue aprobada la proposición. Efectuada la votación resultaron electos los siguientes:
Presidente, General Martín Espinosa; Vicepresidente, General Guillermo García Aragón; Secretarios, Coroneles David G. Berlanga y Manuel Zevada y Prosecretarios, Tenientes Coroneles Saúl B. Gallegos y Miguel A. Peralta.
En la misma sesión se aprobó la designación de una Comisión integrada por cinco miembros para que se encargase del estudio y dictamen de todos los proyectos relacionados con las reformas que debía implantar el gobierno emanado de la Convención. Fueron nombrados para formar esta Comisión los delegados David G. Berlanga, Roque González Garza, Felipe Gutiérrez de Lara, Miguel A. Peralta y Lázaro Gutiérrez de Lara.
El fusilamiento del General García Aragón.
El día 7 había sido de gran agitación en la Inspección General de Policía, entonces a cargo del autor de estas líneas. En mis oficinas se presentaron los familiares del General García Aragón a quejarse de que una hora antes, una fuerza zapatista se había presentado en su domicilio y allí capturó al citado jefe, que el mismo día había sido nombrado Vicepresidente de la Comisión Permanente de la Convención. Destaqué agentes para que averiguasen su paradero. Me informaron que se hallaba preso en uno de los Cuarteles de San Lázaro por orden del General Zapata. Procuré inútilmente, entrevistar al jefe supremo. Puse en conocimiento del Presidente Gutiérrez lo que acababa de ocurrir. Me contestó que dejara el asunto en sus manos.
Poco después se presentó un ayudante del General Villa diciéndome que ordenaba que me presentara a las 11:30 de la noche en la Estación de Buenavista con diez automóviles.
¿Con policías? -pregunté.
No, vacíos, sólo con los choferes, contestó el ayudante.
Creí que se trataba del rescate de García Aragón. A la hora indicada me presenté en Buenavista. Comuniqué al General Villa lo que sabía sobre la captura de García Aragón y la necesidad de obtener su inmediata libertad.
Es inútil. Ya se lo echaron. Era de las fuerzas del General Zapata y con todos sus soldados se pasó a servir a Victoriano Huerta. Cuando la revolución estaba por triunfar, se pasó de nuevo a las fuerzas revolucionarias. Es la muerte que merecen todos los traidores.
Una altruista redada de niños desvalidos.
Cambió rápidamente de conversación. Expresó:
Anoche hice un recorrido por las calles más céntricas de la capital y me partió el corazón mirar a muchos niños casi desnudos, durmiendo en las calles, sólo cubiertos con papeles arrancados de los anuncios pegados en las paredes. Yo también sufrí de niño. Sus padres los han abandonado. Yo voy a ser su padre.
Y acompañado de varios ayudantes que ocuparon los taxímetros, emprendimos la marcha, recogiendo hasta sesenta muchachos. Muchos de ellos papeleros. Tomo del diario El Monitor, de 9 de diciembre de 1914, el texto de la noticia:
El señor General Villa ha tenido un bello gesto de altruismo. Durante la madrugada de ayer se hizo acompañar del señor Inspector General de Policía, Coronel Vito Alessio Robles, y ambos personajes estuvieron recorriendo la mayoría de las calles de la ciudad en busca de niños a quienes el destino ha negado sus dones.
Cuando por la céntrica avenida encontraba algunos de esos niños pobres, quienes, por no tener donde recogerse, vagaban, el automóvil se detenía y el niño ocupaba un lugar en él ocupado por el General Villa. Siguieron recorriendo las calles, y en otro automóvil que a determinada distancia los seguía, iban subiendo los niños recogidos.
A las primeras horas de la mañana después de una peregrinación en pos del que sufre, el General Villa y el Coronel Alessio Robles habían reunido a más de sesenta niños bajo su valiosa protección.
Pocas horas después de esto, en un tren especial salían todos los niños rumbo a Chihuahua. Al partir el convoy, el General Villa, dando muestra de estar satisfecho, se volvió al señor Inspector General de Policía y le dijo: Yo haré que esos niños sean mañana útiles; de todas esas cabecitas hay mucho y bueno que sacar.
Y así será, efectivamente. El General Villa tiene ya dispuesto en Chihuahua un dormitorio, una escuela y un comedor para huérfanos.
Algunos de aquellos muchachos fueron recogidos sin dificultad. Otros corrían como gamos perseguidos por los dorados. Muy pocos pudieron escapar. En la Estación de Buenavista se les instaló en dos coches de ferrocarril, de segunda clase. A cada uno se le dio un traje de mezclilla y una cobija. Villa los acariciaba enternecido y les entregaba dos tortas compuestas. Les dijo que en la ciudad de Chihuahua ya les tenía preparado todo para que vivieran cómodamente y se educaran. Los muchachos lo miraban con recelo y se advertía en ellos el deseo de recuperar su libertad.
El historiador Joseph H. L. Sclarman, cuya obra traducida al castellano, México, Tierra de Volcanes. De Hernán Cortés a Miguel Alemán, acaba de publicarse, refiriéndose a la estadía de Villa en la capital de la República y a sus escarceos amorosos con la cajera der Hotel Palacio, escribe:
Nadie podía predecir cómo (Villa) se iba a portar en adelante ya que si por un lado se desacreditaba con escapatorias amorosas, por otro se mostraba humanitario, haciendo que centenares de chicuelos desharrapados, vendedores de periódicos, que dormían en los zaguanes, fuesen enviados, por cuenta del Erario, a Chihuahua, para ser educados en la vida deÍ campo, y que algunos muchachos de talento fueran a recibir educación en los Estados Unidos.
Homenaje al mártir Madero.
Mientras la ciudad de México estuvo ocupada por las fuerzas constitucionalistas, el ayuntamiento dispuso que las calles llamadas de Plateros se llamasen de Francisco I. Madero. A raíz de la evacuación de la plaza por las fuerzas carrancistas cuando la ciudad fue ocupada por los soldados que tenían por jefe a Zapata, fueron destruidas las placas que ostentaban el nombre de Madero. Desde hora muy temprana del día 8, se situó en la esquina de las calles de Madero e Isabel la Católica una banda de música. A las 10 llegó el General Villa, y abriéndose paso entre la multitud ascendió por una escalera y descubrió la placa con el nombre del apóstol de la democracia.
Las campanas del inmediato templo de la Profesa, fueron echadas a vuelo y la música dejó oír las vibrantes notas del Himno Nacional. El General Villa se retiró entre los vítores de la multitud.
En la tumba del apóstol.
Luego se dirigió al Panteón Francés de la Piedad, al sitio en que se halla la tumba del apóstol Madero, que se encontraba rodeada por multitud de personas. Allí pronunció un bello y sentido discurso el sabio doctor don Miguel Silva, ex gobernador de Michoacán, paradigma de honradez y rectitud. Comenzó con las siguientes palabras:
Apenas sacudido el polvo del camino y enjugado el sudor del combate, viene hoy la División del Norte a cubrir con su ofrenda de flores y sus banderas victoriosas la tumba del Apóstol, como las legiones romanas presentaban sus trofeos y sus águilas en el templo de sus dioses, antes de ascender la colina del Capitolio ...
Y refiriéndose a la génesis de la gloriosa División del Norte, agregó:
Cuando el eco doloroso repercutía en las montañas, y aún no se oreaba la sangre de los primeros mártires, cruzó la frontera un grupo de hombres que oyó en el destierro el lastimoso grito de la patria, sin otras armas que la fe en el cerebro y el sentimiento del deber en el pecho; y en ese grupo, el más pequeño y el más lejano, venía el hombre que había sentido en su persona y en su raza todas las persecuciones y todas las afrentas; que llevaba sobre él como una especie de presentimiento, el odio de todos los caciques; que arrojado de la comunidad humana con el estigma de réprobo, él que había sido sólo el vengador de su honra, vivió en la soledad de la montaña la vida del hombre primitivo, buscando amparo en la espesura del bosque y en las entrañas de la tierra y disputando a las fieras el alimento y el agua; y en ese prolongado divorcio y en ese íntimo abrazo con la naturaleza, adquirió su cuerpo la resistencia de la roca, tomó su voluntad la impetuosidad del torrente; fortaleció su brazo la constante defensa de la vida, y el dilatado acecho dio a su mirada la penetración de las águilas ...
Y refiriéndose al apóstol Madero, el doctor Silva, en forma justiciera y elocuente, expresó:
La muerte del grande hombre cuyos despojos cubre en estos momentos la insignia nacional vivirá eternamente no sólo en el corazón de los mexicanos, sino en toda la América Latina. Madero no es una gloria nacional, es americana. Cuando el tiempo, ese destructor de injusticias y rencores, haya grabado con su cincel las grandes líneas del conjunto, desaparecerá el hombre para surgir el héroe cuya figura colosal tendrá por marco las banderas del continente ...
Francisco Villa, con palabras entrecortadas por la emoción y lleno el rostro de lágrimas, dijo:
Mexicanos: me faltan palabras para haceros comprender los sentimientos de mi corazón para con este hombre que no cometió otro delito que el defender al pueblo hasta su muerte ... yo ... me levanté en armas en el Norte ... para defender nuestros derechos, los derechos del pueblo, por los cuales ya se había derramado tanta sangre. Aquí en este lugar, juro que pelearé hasta lo último por esos ideales; que mi espada ha pertenecido, pertenece y pertenecerá al pueblo. Me faltan palabras ...
Ya no pudo continuar, ahogado por las lágrimas.
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