Índice de Congreso anarquista de Amsterdam de 1907 | Presentación | Preliminares | Biblioteca Virtual Antorcha |
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INTRODUCCIÓN HISTÓRICA
Desde 1880, existe en Francia un divorcio entre anarquistas y democrátas-socialistas. El año anterior, en el congreso de Marsella, todas las tendencias se habían unido: posibilistas, colectivistas y anarquistas habían adoptado la misma bandera. Entonces, escribía hace algún tiempo el viejo posibilista Eugène Fournière (1) nos separaba de los anarquistas una pared extremadamente delgada, puramente ideal, o más bien verbal... Incluso en el grupo de l'Égalité, hubo anarquistas hasta 1880: Jeallot, María, Jean Grave encargado conmigo de rotular las direcciones, de doblar y de enviar el periódico del que era yo el gerente, como quien dice, el delegado a las multas y a los meses de cárcel, al mismo tiempo que ocupaba el cargo de secretario del periódico obrero el Proletario. Sólo nos dejaron cuando el joven Partido obrero decidió entrar en la acción electoral, y es en el Congreso del Havre en noviembre de 1880, en donde fue adoptado el programa redactado en Londres bajo el dictado de Karl Marx y presentado por Malon para que lo aceptáramos, que se consumió la escisión entre anarquistas y colectivistas revolucionarios.
El divorcio era definitivo y debía rapidamente extenderse a los anarquistas y a los social-demócratas de todos los países. Sin embargo, los anarquistas, o más exactamente, algunos de ellos, nunca dejaron, a pesar de todo, de estar vinculados espiritualmente a la gran familia del socialismo universal. Así, cuando, en París en 1889, y en Bruselas en 1891, los social-demócratas se esforzaron en resucitar la práctica de los congresos socialistas internacionales, algunos anarquistas creyeron poder participar en éstos.
Su presencia provocó los conflictos más asperos que pueda haber. Los social-demócratas, teniendo la fuerza del número, sofocaron cualquier contradicción por parte de sus adversarios quienes fueron expulsados en medio de abucheos: Es cierto, escribió Bernard Lazare -en un artículo de l'Écho de Paris de julio de 1896-, que una gran parte de los delegados obreros, ingleses, holandeses e italianos, se retiraron en signo de protesta. Sin embargo, como los triunfadores no se sentían aún con la suficiente fuerza, no votaron ninguna resolución importante y prefirieron evitar el asunto del parlamentarismo y él de la alianza con los partidos gubernamentales. A pesar de ello, la actitud de la mayoría significaba claramente: Ya no nos ocuparemos de luchas económicas, sino de luchas políticas, y la acción revolucionaria la substituiremos por la acción legal y pacífica.
En el congreso internacional siguiente que tuvo lugar en Zurich en 1893, los social-demócratas lograron finalmente (eso creyeron) librarse de sus adversarios. Un reglamento fue votado; versaba lo siguiente: Todas las cámaras sindicales serán admitidas en el próximo congreso, así como los partidos y agrupaciones socialistas que reconozcan la necesidad de la organización de los trabajadores y de la acción política.
Pero el porvenir no es de nadie, y lo que no se tenía previsto ocurrió. En el congreso siguiente (Londres, 1896) numerosos anarquistas se presentaron, ya no, es cierto, en calidad de anarquistas, sino como sindicalizados, delegados de cámaras sindicales (2) . Es entonces cuando los social-demócratas, después de una batalla de tres días en donde casi fallaron, promulgaron esas famosas resoluciones que excluían de los futuros congresos a todas las agrupaciones, incluso corporativas, que rechazaran admitir la necesidad del parlamentarismo.
La mayoría quería acabar con los anarquistas; no sospechaba que acababa de alejar de ella, para siempre, al proletariado organizado.
Colocados en la imposibilidad de participar desde ahora en adelante en los congresos socialistas internacionales, los anarquistas concibieron el proyecto de organizar congresos especiales y de invitar a éstos a la clase obrera. Pero el Congreso obrero revolucionario internacional, preparado desde hace mucho tiempo, que debía abrirse en París el 19 de septiembre de 1900, fue prohibido el día anterior por una decisión del ministerio Waldeck-Rousseau.
Varios años transcurrieron. Parecía que los anarquistas habían abandonado toda veleidad de congreso. Pero así no era, y en el verano de 1906, la idea del congreso de Amsterdam nació, casi simultáneamente, en la mente de los compañeros belgas y holandeses. En el momento de su fundación (1905), la Federación de los Comunistas libertarios de Holanda había emitido el deseo de que se establecieran relaciones internacionales entre los anarquistas. La joven Agrupación comunista libertaria de Bélgica pensaba, por su lado, realizar este anhelo. Así, un compañero holandés acudió a la asamblea que la Agrupación organizó en Stockel-Bois el 22 de julio de 1906, y fue ahí precisamente cuando, de común acuerdo, un congreso internacional fue decidido y acordado que tuviera lugar en Amsterdam en el año siguiente. En su asamblea general de Utrecht (23 de septiembre), los Holandeses ratificaron estas decisiones. Además se encargarían de la organización material del congreso, mientras que los Belgas, preocupados por asegurar al congreso la mayor publicidad posible, comenzaban la publicación de un boletín de propaganda gratuito: el Boletín de la Internacional Libertaria, del que Henri Fuss era el principal redactor.(3)
De inmediato los holandeses pusieron manos a la obra. Su primera preocupación fue asegurar la adhesión formal de las organizaciones europeas ya existentes. La obtuvieron sin la menor dificultad, ya que todas estas organizaciones sentían también la necesidad de un congreso. La primera circular, que fue distribuida en diciembre-enero, llevaba las firmas siguientes: John J. Lodewijk, por la Federación de los Comunistas libertarios de Holanda; G. Thonar, por la Agrupación comunista libertaria de Bélgica; Paul Fraubôse, por la Federación Anarquista de Alemania; K. Vohryzek y L. Knotek, por la Federación Anarquista de Bohemia; y A. Schapiro, por la Federación de los anarquistas de habla yiddish en Londres.
He aquí los principales extractos:
Las abajo firmantes Federaciones de grupos libertarios y comunistas han decidido convocar a un cuarto (4) congreso internacional, cuya preparación ha sido asumida por Bélgica y Holanda y que tendrá lugar, en una fecha que se fijará ulteriormente durante el verano de 1907, en Amsterdam.
Es intención nuestra admitir a este congreso, no solamente a los delegados de los grupos libertarios y comunistas, sino también a los camaradas que acudan a título individual.
En efecto, aunque tal vez se desee contar los votos a favor y en contra de ciertas proposiciones, no sabríamos atribuir a la existencia de una mayoría y de una minoría el mismo sentido que les dan las agrupaciones y los congresos parlamentarios, en donde las minorías deben someterse a las decisiones de la mayoría. No admitimos decisiones de carácter obligatorio, lo que no nos impide encontrar interesante saber cuantos grupos y camaradas comparten una opinión determinada. Las discusiones en nuestras sesiones tienen el mismo carácter que las de los congresos científicos internacionales. No vemos entonces ningún inconveniente a que camaradas llegados a título individual, sean bienvenidos al congreso, tanto como los delegados de las agrupaciones, mientras a estos camaradas se les suponga de buena fe.
Además de los grupos y de los camaradas libertarios, todos los delegados de sindicatos, todos los organizadores sindicalistas que acudan a título individual y todos los delegados de las colonias comunistas, etc..., serán también bienvenidos. Nos dirigimos a todos aquellos que desean trabajar en la preparación de una mejor sociedad, de una sociedad en donde reinarán los principios del comunismo y de la libertad...
La circular así proseguía:
Les convocamos durante nuestro congreso, a discusiones, no solamente sobre una parte de nuestros principios y de nuestra propaganda libertarios y comunistas, como lo hacen por ejemplo los congresos del libre-pensamiento y los congresos antimilitaristas, sino a discusiones sobre estos principios y sobre esta propaganda en toda su extensión. Pues sabemos que en la vida social todos los problemas están unidos. Y creemos que la necesidad de entendernos sobre varios puntos esenciales de principio y de táctica, vuelve útil, si no es que indispensable, un encuentro en una reunión internacional.
En estos últimos años, los principios y la táctica comunistas-libertarios, han mostrado nuevos caminos. Sin querer anticipar sobre la orden del día, que será ulteriormente fijada por los grupos, notaremos que la acción directa ha sido tan fuerte y concienzudamente inaugurada en varios países, precisamente bajo la influencia de nuestros camaradas, testimoniando así del progreso que hacen nuestras ideas en los círculos obreros, de tal suerte que la discusión de los problemas que plantea justificaría ya, por sí sola, la convocación a un congreso internacional.
Pero, existen otros asuntos tan interesantes, como son la propaganda antimilitarista, las relaciones entre el movimiento comunista-libertario y anarquista por una parte, y por otra, ciertos movimientos religiosos (tolstoismo, anarquismo cristiano), punto que no ha podido ser discutido en el congreso de 1900. En fin, los medios a los cuales se deben recurrir para entrar internacionalmente en relaciones más directas, piden una discusión profundizada.
Esta circular, redactada en siete idiomas y difundida en el mundo entero, no contribuyó de manera mediocre a despertar el interés de los camaradas. En Francia, un artículo de Cornélissen en el Almanach de la Révolution y un artículo de Dunois en los Temps Nouveaux habían incluso anticipado su aparición de algunas semanas. No es menos cierto de que en Francia el congreso encontró más resistencias que en cualquier otro lugar; se contraponía a las viejas costumbres de individualismo y es lo que explica que la representación francesa en el congreso haya sido de las más restringidas.
Sin embargo, en su conferencia de Harlem (28 de abril de 1907), los Holandeses solventaban los últimos detalles de organización. Fue decidido que el congreso tendría lugar del 26 al 31 de agosto de 1907, y la orden del día fue elaborada de la manera siguiente:
1. El anarquismo y el sindicalismo; ponentes: Pierre Monatte (París) y John Turner (Londres).
2.- Huelga general y huelga política; ponentes: Errico Malatesta (Italia) y Dr. R. Friedeberg (Berlín).
3.- Anarquismo y organización; ponentes: Georges Thonar (Lieja), Amédée Dunois (París) y H. Croiset (Amsterdam).
4.- El antimilitarismo como táctica del anarquismo; ponentes: R. de Marmande (París) y Pierre Ramus (Londres).
5.- Educación integral de la infancia; ponente: Léon Clément (París).
6.- La asociación productiva y el anarquismo; ponentes: E. Chapelier (Bélgica) e I.I. Samson (La Haya).
7.- La revolución en Rusia; ponente que deberán nombrar los grupos rusos.
8.- Alcoholismo y anarquismo; ponente: Dr. J. van Rees (Holanda).
9.- La literatura moderna y el anarquismo; ponente: P. Ramus.
10.- Los libertarios y el idioma mundial; ponentes: E. Chapelier y Gassy Marin.
11.- El anarquismo y la religión; ponente: G. Rijnders (Amsterdam).
12.- El anarquismo como vida y actividad individuales; ponentes: E. Armand y Mauricius (París)
Además, dos sesiones debían estar reservadas a los camaradas partidarios de relaciones internacionales, durante las cuales debían discutirse los puntos siguientes:
1.- Organización de la internacional libertaria. Proposición de la Agrupación Comunista Libertaria de Bélgica.
2.- Redacción de una declaración de principios comunistas-anarquistas. Proposición de la Federación anarquista de Alemania.
3.- Creación de un boletín internacional, órgano de informaciones. Proposición del periódico brasileño Terra Livre.
4.- Finalidad de la nueva Internacional. Proposición de Hans Peter (Austría), ponente.
Durante los primeros días del mes de junio, el rumor corrió en la prensa de que, a demanda formal de las potencias, el gobierno holandés acababa de prohibir el congreso.
Este rumor, cuyo origen policiaco no podría ser puesto en duda, estaba desprovisto de fundamento alguno. La monarquía holandesa -vale señalar el hecho- observó desde el comienzo hasta el final, en relación al congreso y a los congresistas, una actitud de neutralidad que calificaríamos de republicana, si no nos acordaramos de nuestro congreso de 1900 prohibido por la República francesa, siendo ministros los señores Waldeck-Rousseau y Millerand.
1.- Eugène Fournière, La Crise socialiste, p. 41-42.
2.- Jean Grave y Malatesta representaban a los metalúrgicos de Amiens; Émile Pouget, entonces director del Père Peinard, a los metalúrgicos de Beauvais y a los pizarreros de Trélazé; Tortelier, a los carpinteros del departamento del Sena; Guérineau, a los pulidores sobre metales de París, etc....
3.- Por falta de fondos, únicamente cinco números fueron publicados de Octubre de 1906 a Agosto de 1907.
4.- A la par del congreso de Zurich (1893) los revolucionarios y los anarquistas se encontraban cada noche en el Plattengarden para sostener conferencias que resultaron ser muy relevantes. Sucedió lo mismo en 1896 en Londres (en el St Martin's Town-Hall), en donde los anarquistas, después de su exclusión del congreso, así como los revolucionarios que se les habían unido, mantuvieron varias sesiones especiales. Pero sea cual sea haya sido el interés que despertaron, ni las conferencias de Zurich, ni las de Londres tienen derecho al apelativo de congreso. En cuanto al congreso de París, fue prohibido. Por consiguiente, el congreso de Amsterdam fue realmente el primer congreso anarquista internacional y no el cuarto.
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