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ANALES DE LA REFORMA
1863
Agustín Rivera
Enero, principios.
Muerte del general Antonio Haro y Tamariz en Orizaba, de enfermedad.
Enero 19.
El general Juan José de la Garza ocupó a Tampico, desocupado un día antes por los franceses.
Enero, fines.
El general constitucionaillsta Luis Ghilardi, de vuelta de su patria, Italia, se presentó a Juárez, le ofreció sus servicios en el ejército (que el presidente aceptó, empleándolo luego) y le entregó una carta autógrafa de Garibaldi, en que felicitaba a Juárez por las Leyes de Reforma y por su resistencia a la invasión francesa.
Febrero 5.
Celebración entusiasta del aniversario de la Constitución de 1857, en México, Puebla y otras muchas ciudades (1).
Febrero 26.
Decreto de Juárez de exclaustración de las monjas (2).
Febrero 28.
Viaje de Juárez a Puebla.
Marzo 1.
Arenga que González Ortega, a la cabeza de todos los jefes que guarnecían a Puebla, dirigió a Juárez, en la que le protestó que todo el ejército de Oriente moriría antes que permitir que el enemigo pisase la ciudad, y arenga de Juárez en contestación, en la que se mostró en gran manera complacido de la conducta del general en jefe y de todos los jefes y soldados que guarnecían a Puebla.
Marzo 2.
Gran parada, revista hecha por Juárez a todas las tropas que guarnecían a Puebla, y arenga entusiasta del Presidente a dichas tropas.
Marzo 3.
Juárez visitó todas las fortificaciones, se informó detenidamente de los preparativos para la defensa de la ciudad y el día 5 se volvió a México.
Marzo 10.
El coronel Antonio Rojas, después de haber militado algunos meses en el ejército de Oriente, regresó a Jalisco, atacó y tomó a Jocotepec y fusiló a 33, que hizo prisioneros, de los que los principales fueron el conservador jefe de la plaza Antonio Aedo y el cura Bernabé Pérez.
Marzo 16.
El señor Labastida, hasta entonces obispo de Puebla, fue nombrado arzobispo de México y el señor Colina fue nombrado obispo de Puebla.
Marzo 16.
Erección de los arzobispados de Michoacán y de Guadalajara. El señor Munguía fue nombrado primer arzobispo de Michoacán, y el señor Espinosa fue nombrado primer arzobispo de Guadalajara (3).
Marzo 16.
Principio del sitio de Puebla. Forey tenía 30,000 hombres, a saber: 22,000 franceses y 8,000 mexicanos en dos divisiones, una al mando de Leonardo Márquez y otra al de Juan Vicario; y González Ortega tenía 22,000 hombres (4). El ejército del centro se componía de 8,000 hombres, los cuales debían amagar a los sitiadores por diversos puntos, en combinación con las fuerzas de la plaza, introducir víveres y municiones dentro de ésta, y batir a diversas guerrillas conservadoras que recorrían diversos puntos de aquel rumbo. (Zamacois).
Marzo 20.
Exclaustración de las Capuchinas de Lagos (5).
Abril 6.
Una de las bombas arrojadas por los franceses sobre la plaza, hirió a un monje y a siete monjas, y mató a otra monja y a una hermana del monje (6).
Mayo 10.
Batalla de San Lorenzo cerca de Puebla, ganada por Bazaine y su subalterno Leonardo Márquez a Comonfort y sus subalternos, el general José María Yáñez y el coronel Sóstenes Rocha (7). Dice Zamacois:
Las pérdidas que el ejército de Comonfort tuvo en este descalabro, fueron 2,000 hombres, entre muertos, heridos y prisioneros; 8 piezas de artillería, de las cuales 5 eran rayadas, 3 banderas, 11 banderolas de guías, 20 carros cargados con víveres y municiones, 400 mulas y un número crecido, de carneros.
Como el objeto principal del ejército de Comonfort era introducir víveres en Puebla, la derrota de San Lorenzo decidió la rendición de Puebla.
Mayo 14.
Carta de Ogazón, gobernador de Jalisco, a Juárez. Cláusulas más notables:
Calcule usted el valor de los elementos reaccionarios. Por una parte, Lozada en Tepic, que dispone de todo aquel cantón, y en el que tiene una fuerza de 6 a 8 mil indios, armados en su mayor parte, aspirando a extender su dominación hasta el cantón de Ahualulco, para de allí hacerlo hasta esta capital. En combinación con Lozada se encuentra Tovar (Remigio) en Mascota, con 1,500 hombres, aspirando también por absorberse el resto del cantón de Autlán. Las gavillas de Larrumbide (Valeriano) y Chávez (Juan) por el oriente del Estado, volviéndose a reunir para continuar sus trabajos con las otras muchas gavillas de otros muchos puntos, con intento de combinarse para obrar sobre Guadalajara de acuerdo con Lozada y Tovar, según lo demuestra la correspondencia de Mejía con Larrumbide, que tengo en mi poder. Si esa combinación general de tanto contrario llega a realizarse y Jalisco se pierde, ¿cuál será la suerte de los Estados de Zacatecas, Aguascalientes, Michoacán, Colima y aun Guanajuato?
Mayo 17.
Rendición de Puebla. A las 6 de la mañana, González Ortega, previa junta y convenio de generales, envió a Forey con un ayudante esta comunicación:
Señor general.
No siéndome ya posible seguir defendiendo esta plaza por la falta de municiones y víveres, he disuelto el ejército que estaba a mis órdenes y roto su armamento, incluso toda la artillería. Queda, pues, la plaza a las órdenes de V. E. y puede mandarla ocupar, tomando, si lo estima por conveniente, las medidas que dicta la prudencia para evitar los males que traería consigo una ocupación violenta, cuando ya no hay motivo para ello.
El cuadro de generales, jefes y oficiales de que se compone este ejército, se halla en el palacio de gobierno, y los individuos que lo forman se entregan como prisioneros de guerra.
No puedo, señor general, seguir defendiéndome por más tiempo: si pudiera, no dude V. E. que lo haría.
Acepte, V. E., etc.
Dice Zamacois:
Desempeñada la comisión por el ayudante, volvió éste a la plaza, acompañado de algunos jefes de alta graduación del ejército francés ... Uno de ellos, después de haber entrado a la pieza que habitaba en el palacio el general Ortega, manifestó a éste que iba comisionado para decirle que entraría a la ciudad el número de fuerzas francesas que designase, que ocuparía los puntos que el mismo Ortega estimase conveniente ... y terminó diciéndole que los referidos generales, jefes y oficiales quedarían con sus equipajes, armas y distintivos militares.
Pocos momentos después, se presentó al general Ortega otro jefe francés diciéndole, que en el atrio de la catedral estaba colocada una escolta de cazadores de Africa y una guardia de zuavos en la puerta de palacio, no teniendo más objeto la una y la otra que prestar garantías a toda la oficialidad prisionera.
Los que se rindieron en Puebla fueron aproximadamente 12,000 hombres.
Mayo 18.
Forey remitió a González Ortega el documento siguiente para que lo firmaran él mismo y todos los generales, jefes y oficiales:
Los que abajo firmamos, oficiales mexicanos hechos prisioneros, nos comprometemos bajo nuestra palabra de honor, a no salir de los límites de la residencia que nos estará asignada, a no mezclarnos en nada por escritos o por actos en los hechos de guerra o de política, por todo el tiempo que permaneceremos prisioneros de guerra, y a no corresponder con nuestras familias y amigos sin el previo consentimiento de la autoridad francesa.
González Ortega, previa junta y convenio de generales, envió a Forey en contestación esta Protesta:
Los generales prisioneros que subscriben, pertenecientes al ejército mexicano de oriente, no firman el documento que se les ha remitido en la mañana de hoy del cuartel general del ejército francés, tanto porque las leyes de su país les prohíben contraer compromiso alguno que menoscabe la dignidad del honor militar, como porque se lo prohíben también sus convicciones y opiniones particulares.
Jesús González Ortega.
Ignacio de la Llave.
Epitacio Huerta.
Porfirio Díaz.
Felipe B. Berriozábal.
Alejandro García.
Ignacio Mejía.
Mariano Escobedo.
Ignacio R. Alatorre.
Pedro Hinojosa.
Florencio Antillón.
Francisco de Lamadrid.
Juan D. Caamaño.
Francisco Paz.
José María Mora.
José María Patoni.
Joaquín Colombres.
Domingo Gayoso.
Antonio Osorio.
Eutimio Pinzón.
Miguel Auza.
Manuel G. Cosío.
Luciano Prieto.
Manuel Sánchez.
Pedro Rioseco.
Jesús Loera.
En Puebla había 27 generales. La protesta anterior la firmaron 26; el otro que era el cuartelmaestre José María González de Mendoza, envió aparte su protesta a Forey, que en substancia decía lo mismo que la de los otros generales. González Ortega entregó a éstos una copia de su protesta para que la leyesen a los coroneles y demás jefes subalternos y oficiales, y la firmaron todos los coroneles y casi todos los demás jefes subalternos y oficiales: firmaron la protesta 1,400 militares, incluso los generales (8).
Mayo 19.
Entrada solemne de Forey en Puebla a la cabeza de su ejército franco-mexicano. Se dirigió a la catedral, que estaba espléndidamente adornada, donde se cantó un Te-Deum.
Mayo 20.
Los jefes subalternos y oficiales que aceptaron las condiciones del vencedor y los soldados rasos, a los que ni Forey mandó documento alguno para que lo firmasen, ni González Ortega mandó la protesta, fueron puestos en libertad: de ellos cosa de 4,000 se incorporaron en el ejército de Márquez; otros muchos fueron a engrosar las guerrillas de Comonfort, de Doblado, de Negrete, de Porfirio Díaz en Oaxaca, y de otros guerrilleros, pues luego pulularon las guerrillas en todos los Estados de la República, como lo habían previsto Prim, José Ramón Pacheco y otros políticos y el mismo Márquez; y otros se retiraron a la vida privada. El mismo día se les intimó destierro a Francia a todos los coroneles y demás jefes subalternos y oficiales que habían firmado la protesta, y salieron de Puebla a pie y desarmados, entonando el himno nacional: caminaron a pie unos hasta Orizaba y otros hasta Veracruz.
Mayo 21.
Primera visita de Francisco de Paula de Arrangoiz a Maximiliano. Arrangoiz dice en su Historia:
Estando en París a principios de mayo, me manifestó el señor Gutiérrez de Estrada, 2 cartas del archiduque, en que le decía que me hiciera presente, que desearía conocerme y verme pronto en Miramar: Fui allá; llegué el 21 de mayo; permanecí seis días, me hizo S. A. muchas preguntas sobre México, su hacienda, la política que creía que debía seguirse. Le contesté lo que sabía, y a todo con la lealtad debida, sin ocultarle los peligros de la empresa, que no veían otros mexicanos, y que parecieron sorprenderle. Creí entonces que el archiduque había dado crédito a mis palabras y quedado complacido de mi visita, por los elogios que me prodigó en sus cartas a los señores Gutiérrez de Estrada e Hidalgo; pero me ha desengañado más tarde su confesión, hecha en una carta dirigida al barón de Pont, que verá el lector más adelante ... S. A. no creía lo que le decíamos con toda verdad los mexicanos, y nos engañaba fingiendo darnos crédito.
Mayo 21.
Decreto de Forey, cuya parte principal era la siguiente:
Se hará el secuestro sobre todas las propiedades inmuebles que pertenezcan a los ciudadanos de la República, que hacen armas contra la intervención francesa; que sirvan, ya sea en el ejército regular o en las bandas de guerrilleros y otras, en estado de hostilidad contra la Francia. Los bienes muebles pertenecientes a los individuos comprendidos en dichas categorías, estarán igualmente afectos a esta medida, en tanto que estos bienes puedan ser ocupados.
Mayo 21.
Forey quitó a los 27 generales las espadas y pistolas que hasta entonces les había permitido portar, y les comunicó que otro día saldrían desterrados para Francia. Esa noche se fugaron de Puebla Podirio Díaz, Berriozábal, Antillón y Caamaño.
Mayo 22.
Los 23 generales restantes salieron de Puebla en coches, resguardados por un ejército francés.
Mayo 25.
Llegaron a Orizaba los desterrados que habían salido de Puebla el día 20 y los que salieron el día 22, y fueron puestos en el cuartel francés, que era el ex convento de San José de Gracia. En razón de la poca vigilancia de los franceses, en la noche de ese día se fugaron del cuartel 868, de los que los más notables fueron González Ortega, Llave, Alejandro García, Hinojosa, Alatorre, Escobedo, Patoni, Auza, Naranjo, Pedro Martínez y Sánchez Román; y algunos como González Ortega, salieron disfrazados por la puerta principal del cuartel a la vista de los soldados franceses, que no se habían fijado en sus personas y menos en las facciones de su rostro. Todos fueron a militar en diversos puntos. Los 532 restantes fueron estrictamente vigilados, conducidos a Veracruz y embarcados pronto para Brest. Los más notables fueron González de Mendoza, Huerta e Ignacio Mejía (9).
Mayo 30.
Circuló en la capital de México, desde el día anterior, la noticia de que el Presidente iba a abandonar la ciudad. Dice Zamacois:
No se veía el día 30 por todas las calles más que preparativos de viaje: carros y mulas con baúles y colchones, que salían para el interior; personas a caballo que marchaban en la misma dirección, y coches de camino con familias de generales y de altos funcionarios públicos, llevando el mismo rumbo que los primeros.
Mayo 31 al mediodia.
Clausura de las sesiones del Congreso.
Mayo 31 en la noche.
Salida de Juárez de la capital de la República para San Luis Potosí, con su esposa e hijos, sus ministros, muchísimos individuos del Congreso, otros muchos empleados públicos, bastantes personas notables pertenecientes al partido liberal y el ejército que estaba de guarnición en la ciudad. El Presidente encargó al ayuntamiento que cuidara el orden de la ciudad mientras llegaba Forey. Dispuso también que de los 12,000 hombres que había a la sazón en la ciudad de México, parte lo acompañase a él y a los demás empleados y ciudadanos que se dirigían a San Luis, y la otra parte al mando de Berriozábal se fuese a situar en Toluca (10).
NOTAS
(1) Se celebró también esta fiesta por el ejército del centro, y no sé qué papel haría Comonfort en dicha fiesta y en otras muchas que celebraron en esa época los liberales, en las que echaban mueras a la intervención francesa y vivas a la Constitución de 57. Con los mueras estaba Comonfort enteramente de acuerdo; pero respecto de los vivas no sé qué diría.
(2) Por lo visto, Juárez, a pesar de tener encima a la poderosa nación francesa y una espantosa guerra causada principalmente por las leyes llamadas de Reforma, no cesaba de dar más leyes de Reforma, lo que indicaba que tenía confianza en el éxito de aquella guerra.
(3) A los ultraliberales les desagradará que consigne en estos Anales las erecciones de obispados, consagraciones de obispos y otros hechos semejantes; pero a mí me parece muy conveniente consignar también estos hechos para que se conozca el paralelismo del movimiento político y el movimiento religioso.
(4) Zamacois, obra citada, págs. 335 y 473.
(5) Salieron 30 y viven, de las que una es octogenaria: y ninguna es nativa de Lagos, sino que dos son de la Encarnación de Díaz, dos de la Unión de San Antonio y una de San Juan de los Lagos.
(6) Catálogo Aljabético de los Hechos de Armas, etc., por el coronel Rafael Echenique, página 158.
(7) Nativo de Guanajuato por cuya hoja de servicios consta que se halló en 150 acciones de guerra. (Los Hombres Prominentes de México).
(8) Diré algunos de los militares subalternos que firmaron la protesta.
Coroneles:
Anacleto Herrera y Cairo,
Miguel Palacios.
Jesús Lalanne (veracruzano, amigo mío).
Gaspar Sánchez Ochoa.
José Joaquín Herrera (amigo mío, hijo del Presidente de la República, del mismo nombre).
Serapio Villalobos (discípulo mío).
Pedro Rioseco (guadalajarense).
Zeferino Macías.
Lorenzo Vega.
Tenientes coroneles:
Ricardo Villanueva (después notable en la intriga de la princesa Inés de Salm Salm en Querétaro).
Luis Terán (después gobernador de Veracruz y de Oaxaca).
Gregorio Saavedra (guadalajarense, discípulo mío).
Comandante:
Jenaro KimbalI (zacatecano).
Capitanes:
Licenciado Manuel Azpiros (después fiscal en el proceso de Maximiliano).
Alejandro Casaoarín.
Jesús A. Zúñiga (laguense).
Agapito Soto (íd.).
Jesús Ronquillo (íd.).
Subtenientes:
Manuel Santibáñez (el autor de la Reseña).
Gumesindo Mendoza (después director del Museo Nacional).
Rafael Vargas. (Reseña de Santibáñez, tomo I, págs. 425 y siguientes).
(9) Apuntes para servir a la Historia de los defensores de Puebla, por Epitacio Huerta, publicados en 1868. Manuel Santibáñez se fugó en Acultzingo y después de haber atravesado el Mezcala y pasado muchísimos trabajos durante algunos meses, se presentó con una corta tropa a Porfirio Díaz en el Estado de Oaxaca. Reseña, tomo II, pág. 113.
(10) Opinión del conde de Kératry, militar en la expedición francesa en México.
Lo que debía ante todo llamar la atención de un general observador es, que Juárez no había sido arrojado por la población de la capital. El jefe del Estado cedía la plaza a la fuerza, pero sin compromiso. En su retirada llevaba consigo el poder republicano; pero no le dejaba caer de sus manos. Estaba encorvado, pero no abdicaba: tenía la obstinación del derecho. Ese fue, durante cinco años, el secreto de la fuerza de inercia o de la resistencia del viejo indio, al retirarse de pueblo en pueblo, sin hallar jamás a su paso un traidor y un asesino. (La Elevación y la Caída del Emperador Maximiliano, pág. 27).
Yo viví en esa época en la ciudad de San Luis Potosí, es decir, de junio a octubre de 1863. Porque con motivo de haber venido a Lagos, primero un jefe constitucionalista que exclaustró a las Capuchinas; después el tremendo Antonio Rojas, quien acababa de fusilar al cura de Jocotepec, y puso presos en el mesón de Guadalupe a mis tíos carnales, presbítero doctor Clemente Sanromán y presbítero licenciado Cástulo Sanromán, y los obligó a entregarle 15,000 pesos; después el guerrillero conservador Juan Chávez, que era tan bandido como Rojas; después el guerrillero constitucionalista Antonio Guzmán, hijo de Gordiano; después el ídem, ídem, italiano AIvarelli; y estos cinco guerrilleros, en menos de cuatro meses, que fue el tiempo que corrió desde la exclaustración de las Capuchinas (marzo 20), hasta la escaramuza de Matagorda (junio 28), en que el guerrillero conservador Valeriano Larrumbide derrotó a Alvarelli y a Toro; con este motivo, repito, no se podía vivir con tranquilidad en Lagos.
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