Índice de Anales mexicanos de Agustín RiveraANALES DE LA REFORMA - AÑO 1856ANALES DE LA REFORMA - AÑO DE 1858Biblioteca Virtual Antorcha

ANALES DE LA REFORMA

1857

Agustín Rivera


Enero 1°.

El coronel Domingo Herrán, por orden de Mejía, se apoderó de 240,000 pesos depositados en el consulado inglés de San Luis Potosí, pertenecientes a fondos particulares. El robo se hizo con el nombre de préstamo forzoso.


Enero 3.

Miguel Lerdo de Tejada, no estando conforme con Comonfort en cuanto a algunos puntos del ramo de Hacienda, renunció a la cartera. José María Iglesias fue nombrado ministro de Justicia, Negocios Eclesiásticos e Instrucción Pública.


Enero 26.

Acción de Tunasblancas, hacienda de campo situada en la boca de la Sierra Gorda, cerca del mineral de la Luz, ganada por el general Anastasio Parrodi (habanero) y sus subalternos los generales Miguel Negrete e Ignacio Echegaray, y los coroneles Sóstenes Rocha y José María Arteaga, a Mejía.

Enero 27.

Ley estableciendo el registro del estado civil.

Enero 30.

Ley secular izando los cementerios.

Febrero 5. Constitución política de México (1).


Febrero 7.

Acción del cerro de la Magdalena, cerca de Tunasblancas, ganada por Parrodi y sus subalternos a Osollo, quien salió herido en el brazo derecho por una bala de cañón y cayó prisionero. Fue tratado muy bien por Parrodi, fue indultado por Comonfort, se le hizo felizmente la amputación en la hacienda de la Esperanza y vivió algún tiempo en la capital de México en la vida privada.


Febrero 8.

Juramento de la Constitución por todos los diputados, Comonfort y otros muchos empleados públicos.


Febrero 11.

Ocupación de San Luis Potosí por Vidaurri, por rendición de José María Alfaro, comandante, y de Juan Othón, que fungía de gobernador. Calvo escapó, pero poco después fue aprehendido en Aguascalientes.


Febrero 19.

Decreto de Comonfort por el que concedió a los franciscanos de la capital establecer su convento en la parte del edificio que quedaba.


Marzo, principios.

Juan Antonio de la Fuente tomó posesión del Ministerio de Hacienda.


Marzo 17.

Decreto de Comonfort mandando a todos los empleados públicos que jurasen la Constitución, so pena de privación de empleo. El señor arzobispo y los señores obispos expidieron circulares a los curas en las que mandaban que no se administraran los sacramentos a los juramentados, hasta que se retractasen públicamente del juramento. Muchísimos empleados no quisieron jurar y dejaron los empleos (2).


Abril 19.

Prisión del abogado Ignacio Aguilar y Marocho en la capital de México por indicios de conspiración (3).


Abril 6.

Acción de Caborca (Estado de Sonora), ganada por una tropa de compañías presidiales mexicanas, a Crabb, filibustero norteamericano, a la cabeza de una expedición de 103 filibusteros norteamericanos, muy bien armados y con bastantes pertrechos de guerra. De los 104, 31 murieron en la acción; Crabb y 58 cayeron prisioneros y fueron fusilados inmediatamente, y 14 huyeron. Los mexicanos tuvieron 26 muertos y 30 heridos. José María Yáñez, comandante general de Sinaloa y Sonora, no se halló en la acción; pero desde Mazatlán dio las disposiciones más acertadas que produjeron el triunfo.


Abril 8.

Manuel Elías, capitán de una de las compañías presidiales, persiguió a los 14 filibusteros restantes, los aprehendió y fusiló.


Abril 9.

Motín en la capital de México. Zamacois, en su Historia de México, tomo 14, pág. 538, dice: Don Juan José Baz (gobernador del Distrito), resuelto como estaba a asistir a los oficios en corporación, no creyó digno de la autoridad civil obsequiar el deseo manifestado por el señor arzobispo (de que no asistiesen a los oficios), y al siguiente día 9 de abril, que era Jueves Santo, a las nueve menos cuarto de la mañana, en unión del Ayuntamiento y bajo las mazas, se dirigió a la iglesia catedral. Llegado al atrio de ésta, envió a su ayudante, comandante de escuadrón don Mucio Reyes, y en seguida al jefe de policía don Francisco Iniestra, a que avisasen a los canónigos que esperaban en la puerta con el ayuntamiento. La respuesta, dada primero por un capellán de coro y después por el canónigo Gárate, fue que no se le podía recibir, porque tal era la orden del señor arzobispo. La multitud, que se había reunido en el atrio, en la plaza y en las puertas de la catedral, se hallaba excitada, y hombres y mujeres profirieron gritos sediciosos contra las autoridades y el gobierno. La fuerza de policía se puso en actitud amenazadora para contener al pueblo: dos o tres soldados hicieron disparos al aire para disolver un grupo que creían hostil; pero su imprudencia fue castigada por el gobernador don Juan José Baz, que les puso arrestados. Dentro del templo, la inquietud, la zozobra y exaltación dominaban los espíritus. Los canónigos, temiendo que se tratase de atropellarles por la autoridad, se encerraron en el coro (4).


Abril 11.

Decreto de Comonfort prohibiendo la coacción para recibir las obvenciones parroquiales, declarando que son limosnas. Este decreto, obra de José María Iglesias, se erigió en ley.


Abril 12.

Arresto del señor arzobispo en su palacio durante dos días, y arresto de los canónigos de la metropolitana en la sala capitular durante dos días, por orden de Comonfort.


Abril 26.

Juan José Baz descubrió en una casa del Puente de Alvarado una conspiración, en su mayor parte de militares, y aprehendió a los más.


Abril 27.

El coronel Domingo Herrán y los demás militares aprehendidos en el Puente de Alvarado, salieron con el grillete y estuvieron algunas horas barriendo el callejón de Santa Clara.


Abril.

Motín en muchísimas poblaciones el día del juramento de la Constitución. Los más notables fueron los de Mascota, Lagos, San Juan de los Lagos, San Luis Potosí, Morelia, Zamora, Celaya, Indaparapeo y San Juan del Río (Estado de Durango) (5). Rarísimos eclesiásticos aceptaron las leyes llamadas de Reforma, y uno de ellos fue José de Jesús Huerta, cura propio de Atotonilco el Alto en el obispado de Guadalajara (6),l quien, consultado por su coadjutor sobre lo que debía hacer con los juramentos, le contestó (y esta contestación se publicó en los periódicos): Sobre adjudicaciones y denuncias, que es otro punto de los contenidos en su apreciable comunicación de la fecha referida, lo más que puedo decir a usted es que obre según lo que le dicte su prudencia, no dando lugar a que en la efervescencia de pasiones y de partidos, se formen comentarios en que aparezca usted o esa mi parroquia aumentando el catálogo de las personas que, por ilusión, fanatismo o ambición, reprueban la moderada ley de desamortización o entorpecen su ejecución. Algo más (7) podía hacerse en bien de la humanidad, y yo en mi tanto lo hubiera hecho, si sucesos que no pude evitar no me hubieran cortado, como suele decirse, el pie de la navaja. También se publicó en los periódicos un artículo del doctor Huerta en que, a pesar de ser cura, escribió contra los derechos parroquiales (8).


Mayo 19.

Embarco de Ezequiel Montes en Veracruz, enviado por Comonfort de embajador a Roma para arreglar los asuntos eclesiásticos. Pío IX no quiso recibirlo.


Mayo.

Acción cerca de Tixtla ganada al coronel Navarro con 200 hombres por el indio Juan Antonio, a la cabeza de un número de indios mucho mayor. Hizo prisioneros a todos los jefes y a 130 soldados y a todos los fusiló. Habiéndose negado algunos curas del Estado de Guerrero a jurar la Constitución, el general Juan Alvarez los envió presos al castillo de Acapulco, y esta fue la causa del levantamiento de Juan Antonio, quien, además, mató al prefecto de Chilapa y a otros empleados públicos.


Julio 4.

Inauguración del primer ferrocarril mexicano: de México a la Villa de Guadalupe. En el primer tren fueron Comonfort y muchos altos empleados públicos.

Julio, principios.

Comonfort organizó su Ministerio de la manera siguiente:

Relaciones: Sebastián Lerdo de Tejada.
Justicia, Negocios Eclesiásticos e Instrucción Pública: Antonio García.
Gobernación: Marcelino Castañeda.
Hacienda: José María Iglesias.
Fomento: Manuel Siliceo.
Guerra: Juan Soto.


Julio, principios.

Manifiesto del general Juan Alvarez para contestar a los cargos que le hizo un periódico de no haber impedido los asesinatos de San Vicente (9).


Julio 19.

Elevado el territorio de Colima a la categoría de Estado por la Carta Federal, se instaló el Congreso Constituyente y tomó posesión del gobierno del nuevo Estado el general Manuel Alvarez, veterano de la guerra de la Independencia y que fue jefe político del territorio.


Julio 24.

Pronunciamiento del 7° Batallón de línea en el cuartel de San Francisco, Guadalajara, a las diez de la noche, por Religión y Fueros. Los generales José Silverio Núñez y Juan N. Rocha, lograron sofocar el motín; pero no pudieron impedir la fuga de todo el batallón armado, fuerte de 500 hombres. El jefe de la asonada fue el teniente coronel Sóstenes Garavito.

Julio.

Matrimonio clandestino en Guanajuato (10).


Agosto 26.

Pronunciamiento de la guarnición de Colima por Religión y Fueros. Pereció en el motín el gobernador, general Manuel Alvarez. Hízose cargo del nuevo orden político el coronel José Washington de Velasco.


Agosto 31.

Sale de Guadalajara el general Núñez con la brigada de su nombre a someter a los pronunciados de Colima.


Septiembre 7.

Descúbrese en Guadalajara una conspiración reaccionaria. El plan de los conjurados era apoderarse de palacio de acuerdo con los sargentos de la guardia y del reten de la batería; ocupar al mismo tiempo las alturas de catedral y tocar alarma con la campana mayor; simultáneamente sorprender al 5° Batallón de línea que estaba acuartelado en la Compañía, entrando por la iglesia, y los cuarteles de los batallones activo y de artillería. Los principales de los agitadores eran el teniente coronel Sóstenes Garavito y el médico Joaquín Martínez, quien ministraba fondos para la empresa.


Septiembre 8.

Arresto del señor obispo Verea y de los canónigos de Monterrey en la casa del Ayuntamiento, por orden de Vidaurri, por no haber querido recibir a las autoridades civiles en la catedral, en una fiesta que se celebró ese día. Algunas horas después, los canónigos fueron puestos en libertad y el señor obispo salió desterrado del Estado y residió en el Colegio de Guadalupe, de Zacatecas.


Septiembre 9.

Decreto de Comonfort, declarando que cesaba la intervención de los bienes del clero de Puebla. Poco después el general Miguel Cástulo Alatriste, gobernador de Puebla, en virtud de facultades extraordinarias concedidas por Comonfort, dio orden de nueva intervención de dichos bienes.


Septiembre 11.

Muerte de fray José María de Jesús Belaunzarán (que había sido obispo de Linares) en la Profesa. El señor obispo Madrid le ministró los últimos sacramentos, el señor arzobispo Garza cantó la misa de exequias y el delegado apostólico y los señores obispos Madrid y Manuel Pardio asistieron a ellas (11).


Septiembre, fines.

Pronunciamiento del bandido Manuel Lozada en la hacienda de Puga, en el municipio de Tepic, por Religión y Fueros.


Octubre 20.

Comonfort organizó su Ministerio de la manera siguiente:

Relaciones: Juan Antonio de la Fuente.
Justicia, Negocios Eclesiásticos e Instrucción Pública: Manuel Ruiz (abogado de Puebla).
Gobernación: Benito Juárez.
Hacienda: Manuel Payno.
Fomento: Bernardo Flores (12).
Guerra: José María García Conde.


Noviembre 2.

Toma de Querétaro por Mejía: en la acción salió herido el general José María Arteaga, gobernador del Estado.


Noviembre, mediados.

Ocupación de Querétaro por Doblado: Mejía abandonó la ciudad y se fue a Sierra Gorda.


Noviembre 18.

Fueron electos Comonfort, Presidente de la República, y Juárez, presidente de la Suprema Corte de Justicia y Vicepresidente de la República.


Diciembre 19.

Comonfort y Juárez tomaron posesión de sus respectivos cargos, y aquél en su discurso en el Congreso, dijo: El más eficaz de éstos (remedios para salvar a la Nación) será hacer en el Código fundamental saludables y convenientes reformas.


Diciembre 15, en la noche.

Entrevista secreta de Comonfort y Juárez, referida por Payno en un opúsculo. Comonfort le comunicó a Juárez que iba a dar el golpe de Estado y le suplicó que lo auxiliase en su nueva marcha política, a lo que contestó Juárez: Te deseo muy buen éxito y muchas felicidades en el camino que vas a emprender; pero yo no te acompaño en él.


Diciembre 17.

Golpe de Estado, dado por Comonfort, ayudado por Payno, Manuel Siliceo y Juan N. Navarro (13), o sea Plan de Tacubaya, proclamado por Zuloaga en la madrugada de ese día en dicha ciudad. Los artículos principales fueron los siguientes:

1° Desde esta fecha cesa de regir en la República la Constitución de 1857.
2° Acatando el voto unánime de los pueblos, expresado en la libre elección que hicieron del Excmo. señor presidente don Ignacio Comonfort para Presidente de la República, continuará encargado del mando supremo con facultades omnímodas.
3° A los tres meses de adoptado este plan por los Estados en que actualmente se halla dividida la República, el encargado del Poder Ejecutivo convocará a un Congreso extraordinario, sin más objeto que el de formar una Constitución que sea conforme con la voluntad nacional.

Reunido el Congreso el mismo día 17, los diputados en su mayoría protestaron contra el pronunciamiento de Tacubaya, de los cuales citaré los siguientes:

Apolonio Angulo.
Amado Camarena.
Daniel Larios.
Félix Barrón.
José María Castro.
Próspero C. de la Vega.
Manuel Ruiz.
Jesús D. Rojas.
Fermín G. Riestra.
Luis G. Solana.
Juan Francisco Román.
Miguel Blanco.

El señor Vigil dice: El gobernador del distrito general, don Agustín Alcérreca, publicó una proclama adhiriéndose al plan. El Ayuntamiento se disolvió; los ministros Lafuente y Ruiz (Manuel) renunciaron; lo mismo que el administrador de correos, don Guillermo Prieto, don Manuel Romero Rubio, secretario del gobierno del Distrito, el general Trías, segundo en jefe de la brigada México y otros empleados; mientras que eran reducidos a prisión don Benito Juárez, presidente de la Suprema Corte; don Isidoro Olvera, presidente de la Cámara y los diputados Garza, Melo y Banuet (14).


Diciembre 17.

Pronunciamiento de la guardia cívica de Veracruz por el Plan de Tacubaya.


Diciembre 19.

Manifiesto de Comonfort, adhiriéndose al Plan de Tacubaya (15).


Diciembre 21.

Protesta de la legislatura de Jalisco contra el Plan de Tacubaya. La firmaron, como presidente Silviano Camberos y como secretarios Emeterio Robles Gil y Anastasio Cañedo.


Diciembre 23.

Decreto del señor arzobispo Garza, en el que dijo: Contéstese al señor cura N. que los juramentados que de público y notorio se hayan adherido o adhieran al Plan de Tacubaya del 17 del corriente, aceptado el 19 del mismo por el Supremo Gobierno, no se comprenden ya en la circular de marzo, ni en lo que con respecto a ellos previene la circular del 13 del pasado.


Diciembre 24.

Decreto del señor Munguía (cuyo confinamiento había terminado el 17), en que después de copiar el decreto anterior del señor Garza, dijo: Hemos venido en disponer y declarar lo mismo para nuestra diócesis.


Diciembre 30.

Despronunciamiento de Veracruz o sea pronunciamiento por la Constitución de 1857 (16).



NOTAS

(1) Los que juraron la Constitución fueron 95, y los más notables fueron:

Valentín Gómez Farías, presidente del Congreso;
León Guzmán, vicepresidente;
Francisco Zarco.
José María Mata.
Ignacio Ramírez (El Nigromante).
Guillermo Prieto.
Ponciano Arriaga.
Santos Degollado y su hijo Joaquín María.
Miguel María Arrioja.
Miguel Auza.
José María del Castillo Velasco.
José Antonio Gamboa (médico oaxaqueño).
Isidoro Olvera.
Francisco Cendejas.
Ramón I. Alcaraz.
José María Cortés Esparza (nativo de Guanajuato).
Ignacio L. Vallarta.
Ignacio Mariscal.
Manuel Romero Rubio.
Benito Gómez Farías.
Juan de Dios Arias.
Basilio Pérez Gallardo.
Esphidión Moreno (laguense).
Mariano Torres Aranda (abogado laguense).
Albino Aranda (idem).
Jesús Anaya Hermosillo (médico laguense).
Manuel Barbachano.

(2) El Arzobispo era don Lázaro de la Garza. Nació el 17 de diciembre de 1785 en la Villa del Pilón, en la entonces provincia y hoy Estado de Nuevo León. Hoy se llama la ciudad de Montemorelos.

(3) Era nativo de Morelia, fue ministro de Santa-Anna, fundó varios periódicos, entre ellos el actual La Voz de México, y en las épocas de la Reforma y del 2° Imperio fue el político más hábil del partido conservador, según el juicio del señor Vigil en México a Través de los Siglos.

(4) Con motivo de este suceso circuló secretamente entre los conservadores una poesía bajo el seudónimo de El Cronista de los Reyes, impresa e intitulada La Batalla del Jueves Santo, que según se supo después fue compuesta por Aguilar y Marocho. Por haber colocado Baz soldados alrededor de la catedral, por la escaramuza que montado a caballo hizo en la plaza para disolver los grupos, por los tiros que dispararon los de la policía y por los gritos y gran desorden de la gente que henchía la catedral asistiendo a los oficios de Jueves Santo, los que se interrumpieron, supone Aguilar y Marocho que Baz entabló formal batalla contra la catedral, los canónigos, los monaguillos, las beatas, las imágenes de los santos y demás personas y cosas inermes e incapaces de resistir. He aquí algunos versos:

Bajo este sistema ruin
En que no impera la ley,
¿Qué es Comonfort? Es el Rey.
¿Y Juan Baz? Es el Delfín.

Fija cual buen general
Su primera paralela
En medio de la plazuela
Para sitiar catedral.
El en un punto central
Dirige al coro visuales,
Para que de los ciriales
Los fuegos bien combinados.
Queden al punto apagados
Por sus fuegos transversales.

Contra un rojo monacillo
Una pieza diestro aboca,
En tanto que otra coloca
Frente del Empedradillo.
Infatigable el caudillo
Asesta una batería
Para enfilar la crujía,
Y ordena que a los Mandones,
Que son hombres de calzones
Cargue la caballería.

Previene que haya desmocha,
Si resiste sin empacho
El Señor del Buen Despacho
O el Santo Niño de Atocha.
Una culebrina mocha
Apunta a San Valentín,
Un obús a San Martín
Y diez pistolas de muelles
A los pobres Santos Reyes,
Bisabuelos del Delfín.

Supone que Comonfort dice a Baz después de la batalla:

Mi gratitud es inmensa,
Igual a tu sacrificio:
¿Tan eminente servicio
Dejaré sin recompensa?
El elogio de la prensa
¿Qué vale aunque sea sesudo?
Yo mis decretos no mudo,
Mi resolución tomé
Y por premio te daré
Dos títulos y un escudo.

Acéptalos, son primícias
Que tu denuedo y tu fe
Bien merecen. Así es que,
Formando tú mis delicias,
En uso de mis franquicias
Y amparado con el manto
Del Plan de Ayutla, por tanto:
A más de mi Adelantado,
Quedas desde ahora nombrado
El Duque del Jueves Santo.

De tu Casa en el blasón
Es bueno que se registre
Con escudo lanza en ristre
Manopla y yelmo un campeón,
Que al correr de su trotón,
Entre aplauso general
Lleno de furia infernal,
Se vea con estudio y arte
Pasando de parte a parte
A la iglesia catedral.

Moribundas dos navetas,
Desangrándose un telliz
Manca una sobrepelliz,
Una estola con muletas,
Una alba huyendo en chancletas,
Prisioneros dos manteas,
Dispersos seis solideos,
Contuso un bonete adulto,
Un misal pidiendo indulto:
Estos serán tus trofeos.

(5) En Mascota hubo un verdadero pronunciamiento, acaudillado por el coronel Remigio Tovar que vive proclamando Religión y Fueros. En Lagos (abril 12), se amotinó el pueblo bajo, tratando de asesinar al jefe político coronel Domingo Reyes (padre del general Bernardo Reyes, actual gobernador de Nuevo León), que se ocultó en la cárcel de mujeres y fue libertado por el cura Rafael Larios y el médico Antonio Barajas. Desde la mañana hasta la noche estuvieron dichos señores a la puerta de la cárcel de hombres, en cuyo zaguán estaba la puerta de la cárcel de mujeres, conteniendo con exhortaciones y con muchos trabajos al pueblo que quería penetrar en el interior. Cuando anocheció, salieron todos los presos y entre ellos el jefe político disfrazado, y en un caballo acompañado por un mozo a caballo que le proporcionó el doctor Barajas, salió esa noche para Guadalajara. En San Juan de los Lagos (abril 12), se amotinó también el pueblo bajo; cuando el secretario de la jefatura estaba leyendo el bando en la plaza principal, fue apedreado, huyó y se ocultó; el jefe político, médico Toribio Esquivel se ocultó en la casa del capellán mayor del Santuario de Nuestra Señora, presbítero Ignacio Rosales, quien le salvó la vida poniéndose de rodillas delante de los fanáticos, que lograron penetrar en la casa; y en el motín hubo muchos heridos y más de veinte muertos.

(6)Por su edad de más de noventa años tenía en Atotonilco cura coadjutor, que era el presbítero Abundio Fernández, y él vivía en Santa Ana Acatlán, pueblo a 10 leguas de Guadalajara.

(7) Nacionalización de bienes eclesiásticos.

(8) Acerca de este y otros muchos hechos semejantes, yo no soy más que analista. Otros de los sacerdotes que (desde el tiempo del gobierno español y antes de la época de Reforma) opinaban que los derechos parroquiales son unas limosnas enteramente voluntarias y que no se pueden exigir en manera alguna, fue el doctor Maldonado famoso en nuestra Historia; cura, primero de Mascota y después de Jalostotitlán, en donde (según me han referido testigos oculares y fidedignos), cuando le iban a entregar algún dinero por bautismo, matrimonio o entierro, lo recibía en la mano poniéndola por detrás. Los padres Huertas, jaliscienses notables, fueron cuatro: don José de Jesús, don Esteban, don Tiburcio, los tres hermanos, y don José Guadalupe Gómez Huerta, sobrino de aquéllos. Los cuatro eran nativos de Santa Ana Acatlán, indios, hombres de letras y liberales. Don José de Jesús era de gran talento: doctor en teología, liberal radical, opositor a canonjías en Guadalajara y en Durango, aunque en ninguna catedral se le concedió alguna, y catedrático de gramática latina y filosofía en el Seminario de Guadalajara, en los últimos años del siglo próximo pasado, y bastantes de sus discípulos tuvieron después una excelente posición social como don Anastasio Bustamante, Presidente de la República; don Juan Cayetano Portugal, obispo de Michoacán, cuyas opiniones políticas fueron bien conocidas, como también lo son las grandes rebajas que estableció en su diócesis en el pago de diezmos y de derechos parroquiales; fray Francisco Carciadiego, nativo de Lagos, guardián del colegio de Guadalupe de Zacatecas, orador en la fiesta que se hizo en su convento en 1821, para celebrar la Independencia, en el cual sermón (que tengo impreso) habló tan dura como justamente contra el gobierno español, misionero en las Californias y primer obispo del mismo país: fray Francisco Frejes, guardián de Guadalupe, liberal e ilustre historiador: fray José María Guzmán, guardián de Guadalupe e ilustrado viajero en Roma y en la Tierra Santa; Valentín Gómez Farías, que bebió sus ideas en las lecciones y conversaciones de su maestro, y Juan de Dios Cañedo. Luego que el doctor Huerta tuvo noticia del grito de Hidalgo, abrazó la causa de la Independencia, y en 1821 publicó un opúsculo con título de Reflexiones (lo tengo), en el que dijo: No, el púlpito de Atotonilco no ha querido parecerse a los de ... qué sé yo cuántos son; no se ha profanado con discursos seductores; y a pesar de las fieras disposiciones del Califa que nos tiranizaba, no ha podido convertirse en cátedra de error y de engaño ... No se han oído aquí sandeces, injurias, maldiciones, mentiras y aun proposiciones hereticales ... ¿Se olvidará don José de la Cruz, de que en su plan entró la observación aun de los naturales desahogos del dolor? ¡Francisco Huerta!, tú te ocupabas en fecundar el campo regándolo con el sudor de tu rostro; tus manos desentrañaban la tierra para hacerla producir los copiosos frutos que esperabas recoger a su tiempo. Allí, en tal afán, te encontró una pistola tan aleve como impune: caíste herido mortalmente casi a la vista de tus tiernecitos hijos ... ¿Pude yo lamentar sensiblemente tamaña desgracia? ¡Ay! ¡Amado hermano mío! Mis pasos fueron contados, mis palabras examinadas y mi semblante observado: el espionaje me seguía hasta el rincón de mi casa ... Tu cadáver quedó expuesto por muchos días a ser pasto de las bestias; tu afligida anciana madre, tu esposa desconsolada, tus caros hermanos y parientes no tuvieron valor para depositar tus cenizas en un religioso sepulcro; creyeron que aun intentado sería un delito irremisible. ¡Ah! ¡Despotismo inhumano, cómo triunfas hasta de la naturaleza misma! ¿Se olvidará don José de la Cruz...? Pero, señores, diez años de un gobierno musulmánico bajo exterioridades de dulzura y de beneficencia de que a veces quedaba muy pagado el candor americano, ¿qué pueden hoy presentar a nuestros llorosos ojos que no excite la idea tremenda de unas manos déspotas y opresoras? Yo soy el rey, yo soy la Constitución, yo soy la Ley, decía don José de la Cruz. Soy eclesiástico, dice alguno, y como tal no debía referir hechos públicos y notorios, que presentan la horrible imagen de un mandatario del gobierno opresor. Pero ¿por ventura se ignora que los Cuatro Evangelistas también fueron eclesiásticos y modelos de eclesiásticos? Sin embargo, ellos refieren paso por paso la traición del pérfido Judas y la injusticia de Poncio Pilato. El día 25 de marzo de 1822. Don José de Jesús predicó un sermón (que tengo impreso) en el Santuario de Guadalupe, de Guadalajara, en el que, recordando que Hidalgo en los primeros días de enero de 1811 había asistido a una fiesta en el mismo Santuario, dijo: ¡Oh primeros días de enero de 1811! ¡Días de suspiros y votos! ¡Días de deseos y esperanzas! Entonces derramando nuestros corazones al pie de ese mismo altar, pusimos la causa de nuestra suspirada libertad en manos del Dios que preside las victorias. Hace una reseña de la guerra de la Independencia, diciendo: A los agigantados pasos con que los héroes del pueblo de Dolores corrían presurosos en pos del ídolo de la libertad nacional, se siguieron inmediatamente tres acciones desgraciadas que alentaron al enemigo, haciéndole concebir la esperanza de introducir en el partido de la justicia la confusión y anarquía, sin la cual era imposible asegurar el triunfo de la tiranía: La malograda victoria del Monte de las Cruces y las pérdidas de Aculco y de Guanajuato se reparan en la batalla de Zacoalco, que poniendo en precipitada fuga a los que en esta ciudad mal sostenían el sistema del gobierno antiguo, allanó el paso para la ocupación de esta importante plaza. Mas a la imponente fuerza que vuestros ojos vieron reunida aquí mismo bajo el mando inmediato de los primeros padres de la patria, Hidalgo y Allende, y al espantoso tren de artillería, que en poquísimos días te dispuso a derramar un torrente destructor de metralla y de balas sobre el enemigo, no muy satisfecho de sus fuerzas, se le tenía ya señalado por término el puente de Calderón. Allí, allí fue en donde se eclipsó toda la gloria con que la Nueva Galicia esperaba representar un brillante papel en la historia de nuestra revolución. Los fugitivos restos de aquella jornada, tantas veces celebrada por el partido del vencedor, logran reunirse con numerosas divisiones en la ciudad de Zacatecas y en la villa del Saltillo, y cuando se dirigía al norte llevando el designio de volver, no muy tarde con una fuerza irresistible, no hacían otra cosa más que acercarse aceleradamente a su total ruina. Sí, Acatita de Baján los espera con un puñado miserable de alucinados, para cortar el vuelo a las ideas sublimes que habían concebido en el entusiasmo de su espíritu. De la villa del Saltillo se desprende una división respetable, que en su contramarcha arrolla la fuerza que se le opone en el puerto de Piñones, y en seguida vuela a Zacatecas, impelida del deseo de reparar con mejores disposiciones los descalabros de las anteriores jornadas. Mirad allí al valiente Rosales coronado de laureles, y mirad también al insigne Rayón que, rectificando o desenvolviendo con exactitud las ideas que formaban el plan de nuestra libertad y que hasta entonces habían obrado, lo diré de esta manera, confusa y tumultuariamente, concibe él mismo y hace concebir a los demás la esperanza de que cambiase la suerte de las armas independientes ... Agregad que Zitácuaro se hace célebre aun en las naciones extranjeras, Zitácuaro triunfa repetidas veces, humillando entre otros al vencedor del campo de los Magueyes; pero Zitácuaro no se escapa de verse muy pronto abrasado en vivo fuego reducido a cenizas. Y si Cuautla de Amilpas, Oaxaca, Acapulco, teatros del valor y de las glorias de Morelos, hubiesen podido proceder con previsión de lo porvenir, entre las festivas demostraciones con que celebran las proezas de aquel general impávido, habrían vuelto los ojos a Puruarán y San Cristóbal Ecatepec, sin omitir el Tribunal de la Inquisición, para ver disipadas como el polvo contra la más fundada expectación, a las formidables huestes que dominaban el sur, y a un hombre, digno del respeto y veneración de los siglos, cubierto del oprobio y de la ignominia en las degradantes ceremonias de un tribunal inhumano, y expirando luego como un malhechor. En Cóporo se levanta una fortaleza inexpugnable, a donde no pudo penetrar la intrepidez más acreditada, y Cóporo vilmente vendido, se ve obligado a rendirse cuando menos lo pensaba ... La isla de Mezcala ... resiste al valor y pericia de este jefe incomparable (Negrete), y la isla mil veces más gloriosa por esta resistencia que por sus anteriores triunfos, al fin vino a sucumbir ... A las victorias de la Jaula y de los Altos de Ibarra, a las brillantes acciones de Peotillos y de San Juan de los Llanos ... se siguieron bien presto el horroroso sitio del Sombrero y la sorpresa del Venadito, que terminaron desgraciadamente la carrera de dos héroes, cuya pérdida nos precipitó en el abismo de la desesperación. ¡Mina!, ¡Moreno!, vuestra preciosa vida debía alargarse por siglos según el voto de nuestros deseos, pues que en vuestros esfuerzos unidos vinculaba entonces su esperanza la más perseguida de las causas. No es fácil hacer en pocas palabras un detalle circunstanciado de los reveses y desgracias que en el espacio de once años turnaron con las efímeras ventajas, que de cuando en cuando lograba nuestra suspirada Independencia ,.. Reflexionad, señores, que desde la memorable campaña que convirtió en escombros las fortalezas del Sombrero y de San Gregorio, de día en día se fueron debilitando a toda prisa las armas de la patria, hasta el grado de no quedar más que los escasos restos que constancia heroica del virtuoso Guerrero había podido mantener bajo de su mando. La reseña de la guerra de Independencia está hecha con una corrección de lenguaje que no era común en aquella época, con una concisión e integridad que envidiaran hoy algunos oradores del 16 de Septiembre, y en un estilo verdaderamente oratorio, y sin embargo, no está la parte más interesante del sermón; porque no es lo más difícil referir lo pasado, sino prever el porvenir. Tomando por base esta frase de Iturbide: Ya sabéis el modo de ser libres; a vosotros toca señalar el de ser felices, el doctor Huerta, con la voz profética del gran pensador, hace la reseña del porvenir de México desde el tiempo en que hablaba, 1822, hasta nuestra época contemporánea. Dice: Conque somos libres, señores; pero aún no somos felices. Es decir, que es cuando más la mitad del camino la que llevamos recorrida. Porque, ¿quién puede dejar de conocer la gran distancia, que separa el uno del otro extremo? Si ha sido inmenso el espacio que se ha corrido desde la esclavitud hasta la libertad, no es menos extenso el que aún se tiene que andar desde la libertad hasta la felicidad. Y si en carrera tan dilatada no hay la energía necesaria para remover los obstáculos que pueden oponer el egoísmo, el interés, la ambición, el orgullo, la preocupación y tantos otros enemigos capitales de la común felicidad; si zanjando los cimientos de este grandioso edificio no se eligen los mejores principios ... en fin, si en lugar de máximas filantrópicas no se adoptan más que providencias rutineras e insignificantes que, o nada adelantan o sólo sirven para arraigar los abusos que ha introducido la arbitrariedad; si esto sucede, repito, o alguna otra cosa semejante, y nuestra regeneración política no viene acompañada de establecimientos benéficos y de reformas saludables, ¡ah!, ¿quién es capaz de comprender todo el peligro a que quedamos expuestos de ser agitados con convulsiones intestinas? Los descontentos y aquella clase de hombres inquietos y bulliciosos que desconocen el modo legítimo de poner respetuosamente aun a las supremas autoridades en la estrecha necesidad de cumplir con sus deberes, ¿dejarán de aprovechar la ocasión para turbar el sosiego y tranquilidad de los pueblos? ¿Y no es de temer también que, con tal motivo, las potencias extranjeras, que hasta ahora no hacen más que observar atentamente nuestra conducta, teniéndonos aún por incapaces de gobernarnos por nosotros mismos, o no presten al reconocimiento de nuestra Independencia, o lo que será más sensible, movidas por uno de aquellos principios que justifica la ambición o sugiere el interés, intenten combinar sus fuerzas para volvemos, si no a la dura condición de esclavos, por lo menos a un estado de pupilos? El orador indio hacia el fin de su sermón dice: ¿Quién puede quitarnos los resabios del opresor en que nos educamos y hemos envejecido? Esta es obra vuestra, Señor, no menos que la de haber roto los lazos de nuestra esclavitud. Concluidla, pues, ¡oh buen Dios!, conduciéndonos al término venturoso de felicidad a que aspiramos ... Si así lo hacéis, ¡oh Padre de misericordias y Dios de todo consuelo!, si tenéis la dignación de bendecir nuestros trabajos y desvelos, no importa que esté cubierto de malezas el campo donde vamos a esparcir la semilla de nuestra felicidad. Mucho nos costará desmontarlo, católicos, porque será preciso abolir costumbres inveteradas que habiendo nacido con nosotros y formando parte de nuestra educación, contrastan obstinadamente los conatos de una razón despreocupada: será preciso disipar las ideas antisociales, rectificar otras mal concebidas y restituir en toda su plenitud las que injustamente había proscrito la estupidez e ignorancia: será preciso poner diques a las pasiones, que estaban en posesión de no sujetarse a la ley, y cortar de raíz el hábito de abusar de la autoridad con perjuicio del bien común, al abrigo de vanos y frívolos pretextos, que nunca faltan a la arbitrariedad ingeniosa; será preciso romper las trabas que entorpecen la agricultura, las artes, todos los ramos que hacen la prosperidad de los pueblos. Nos veremos quizá mil veces luchando con dificultades enormes y obligados otras mil a verter un torrente de lágrimas sobre el cúmulo de principios con que la tiranía había establecido entre nosotros un sistema de esterilidad, miseria y desolación. En fin, don José de Jesús fue diputado en muchos Congresos. Don Esteban Huerta fue de muy buen talento, doctor en cánones, catedrático de la misma facultad en el Seminario de Guadalajara, provisor del obispado, liberal moderado, y tampoco se le concedió la canonjía. En su cátedra explicaba muy bien la obra filosófica y utilísima de los comentarios de Berardi, a quien llamaba el divino Berardi: así me lo refirieron algunos discípulos suyos, y que todos los días después de explicar la sabia doctrina de la Iglesia sobre algún punto de disciplina, concluía su lección con esta interjección latina: ¡Utinam!, que quiere decir ¡Ojalá! Vivía en una huerta a espaldas del Hospicio que era entonces la orilla de la ciudad. Don Tiburcio Huerta (a quien conocí y traté) fue monje de Guadalupe, de mediana capacidad intelectual, liberal radical y escritor público: tengo algunos de sus escritos. Después de la consumación de la Independencia pidió al Papa y obtuvo buleto de secularización, vivió en Guadalajara como clérigo secular en la vida privada, en una huerta a la orilla de la ciudad, que cultivaba con sus propias manos, y como su hermano don José de Jesús alcanzó la época llamada de Reforma. Don José Guadalupe Gómez Huerta fue cura de Tepechitlán, de mediana capacidad, liberal radical y escritor público: tengo algunos de sus escritos. No he dudado extenderme en esta nota para hacer una mención de los Padres Huertas, porque ningún escritor público se ha ocupado de ellos, por cuya causa, en la misma Guadalajara, rarísimo se encontrará si se encuentra, que tenga noticia de los rasgos biográficos anteriores.

(9) Dijo en dicho manifiesto: Los últimos procedimentos de los independientes de las fincas (las haciendas de los españoles en la Tierracaliente), vienen a presentar como de bulto el cuadro de las maldades, de los crímenes y de las depredaciones que se perpetran día en día, a fuer de que son españoles o comensales de éstos. Los hacendados en su mayoría y sus dependientes, comercian y enriquecen con el mísero sudor del infeliz labriego: los enganchan como esclavos, y deudas hay que pasan a la octava generación, creciendo siempre la suma y el trabajo personal del desgraciado, y menguando la humanidad, la razón, la justicia y la recompensa de tantos afanes, tantas lágrimas y fatigas tantas. La expropiación y el ultraje es el barómetro que aumenta y jamás disminuye la insaciable codicia de algunos hacendados; porque ellos lentamente se posesionan, ya de los terrenos particulares, ya de los ejidos (o de los de comunidad cuando existían éstos), y luego con el descaro más inaudito alegan propiedad, sin presentar un título legal de adquisición, motivo bastante para que los pueblos en general clamen justicia, protección, amparo; pero sordos los tribunales a sus clamores y a sus pedidos, el desprecio, la persecución y el encarcelamiento es lo que se da en premio a los que reclaman lo suyo. Pío Bermejillo y otros muchos españoles, dueños de haciendas en la Tierracaliente, contestaron por la prensa negando los hechos alegados por Alvarez; el juicio y la verdad en este negocio perteneció a la opinión pública.

(10) Citaré algunos matrimonios clandestinos que hubo en 1857 y 1858 con ocasión de las Leyes de Reforma. En julio de 1857 el abogado José María Gadea, que había jurado la Constitución y doña Marina Rubio, vecinos de Guanajuato, contrajeron matrimonio católico (sin retractarse aquél) contra voluntad de su párroco José Toribio Hernández, con sólo presentarse en la sala de recibir del mismo párroco y declarar ante él y dos testigos su voluntad de casarse. En el mismo año don Abraham González, que había jurado la Constitución, y una joven, vecinos de Zacatecas, contrajeron matrimonio católico (sin retractarse el novio), contra la voluntad de su párroco Juan José Orellana, con sólo presentarse en la recámara del mismo párroco a las siete de la mañana, antes que se levantase de la cama, y declarar ante él y dos testigos su voluntad de casarse. Este hecho se pasó a mí en consulta como promotor fiscal de la Curia eclesiástica de Guadalajara, y dictaminé que era matrimonio válido, aunque ilícito. En abril de 1858 don Luis Pérez Castro, que había jurado la Constitución, y doña Luz Rocha, vecinos de Colima, contrajeron matrimonio católico (sin retractarse el novio), contra la voluntad de su párroco Rafael Z. Vargas, con sólo presentarse en la sala de recibir del mismo párroco y declarar ante él bastantes testigos pertenecientes a la clase decente, entre ellos el jefe político, médico Crescencio Orozco, su voluntad de casarse. El cura Hernández, después de oír la declaración de los novios, se ocultó inútilmente en la recámara, y el cura Orellana, después de oír la declaración de los novios, tocó la campanilla para llamar a los de casa y que hicieran volver a los novios, que se habían salido violentamente y no volvieron; mas el cura Vargas recibió con toda urbanidad a los novios y a los testigos, y les dijo: Señores, este caso es una cosa que yo no puedo evitar, les dio asiento y dio cuenta a la Mitra.

(11) Notas a las Noticias de México, por Sedano, pág. 213.

(12) Nació en San Luis Potosí el día 20 de agosto de 1814 y fue de sobresaliente talento e instrucción, viajero en Europa, Asia y Africa, la primera autoridad política de Lagos en diversas épocas, e íntimo amigo mío.

(13) Médico, nativo de Morelia, concolega mío en el Seminario de la misma ciudad y hoy cónsul en los Estados Unidos, aunque tengo conjeturas de que ha muerto.

(14) México a través de los Siglos, tomo 5, capítulo 15.

(15) El señor Vigil, en el capítulo citado, dice: Las noticias recibidas en los primeros días parecían favorables a Comonfort; las adhesiones de Veracruz, Córdoba, Orizaba, Jalapa, Puebla, Toluca, Tlaxcala, Cuernavaca, San Luis Potosí y Tampico, sin contar las poblaciones de segundo orden del Distrito Federal, traían sin duda un contingente de importancia. La situación que se desarrollaba en el interior no era, sin embargo, propia para tranquilizar los ánimos, y pronto se supo que ni Arteaga en Querétaro, ni Doblado en Guanajuato, ni Huerta en Michoacán, ni Parro di en Jalisco, secundaban el Plan de Tacubaya, sino que se preparaban a contrariarlo con todos los elementos de que disponían en sus respectivos Estados.

(16) El señor Vigil, en el capítulo citado, dice: Al despronunciamiento de Veracruz siguieron de cerca actos semejantes en Ulúa, Jalapa, Perote y todo el Estado, transmitiéndose el movimiento a Tlaxcala, a consecuencia de la vuelta al orden constitucional por el general don Miguel Negrete en Santa Ana Chiautempan, que con una fuerza considerable puso en alarma a Echegaray en la ciudad de Puebla. Estas noticias coincidían con las de los Estados del interior, del norte y occidente, todos los cuales, con excepción de San Luis Potosí, en donde secundó el Plan de Tacubaya el general Morett, para ponerse después al lado de la coalición, rechazaban aquel Plan.

Índice de Anales mexicanos de Agustín RiveraANALES DE LA REFORMA - AÑO 1856ANALES DE LA REFORMA - AÑO DE 1858Biblioteca Virtual Antorcha