Índice de La anarquía a través de los tiempos de Max NettlauCapítulo anteriorCapítulo siguienteBiblioteca Virtual Antorcha

El anarquismo colectivista en España; El anarquismo sin adjetivos; el comunismo libertario.- Ojeada sobre los años 1870 - 1931

La Federación española de la Internacional, de junio de 1870, cuya historia hasta la primavera de 1874 nos es conocida por numerosos documentos, impresos y periódicos, después de un desarrollo lento en 1870 - 71, la situación amenazante en 1871 que causó el traslado temporal de su Consejo federal a Lisboa, su avivación en la conferencia de Valencia, y el repudio de la tentativa de política marxista introducida por Paul Lafargue, tomó un desenvolvimiento progresivo en secciones y miembros desde 1872 a 1873. Los militantes se entendían en La Haya, en Zurich y en Saint-Imier con Bakunin, los italianos y los jurasianos (septiembre de 1872) y su secretario de la Comisión federal, Francisco Tomás, un joven albañil de Palma (Mallorca) se interesaba cordialmente por la suerte de la Asociación. Su finalidad consistía en hacerla crecer en secciones y en miembros ante todo y en la primavera de 1873 pensaba que, si ese progreso continuaba como de 1872 a 1873, en dos años se estaría en condiciones de una verdadera acción. Desde este punto de vista, no quería que huelgas numerosas gastaran las fuerzas y tuvieran quizás por consecuencia desilusiones y desorganizaciones locales. De igual modo, deseaba que la Internacional quedase fuera de las luchas agudas que el federalismo acentuado, el cantonalismo, desencadenó hacia el verano de 1873. Pero eso no fue posible para un número de localidades y al mismo tiempo movimientos sociales locales, especialmente en Alcoy, donde estaba la Comisión federal, y en San Lucar de Barrameda, a donde había ido Morago, arrastraban a los internacionales y tuvieron por consecuencia pérsecuciones y arrestos numerosos. Cuando 74 trabajadores presos describieron los malos tratos que sufrieron (carta del 29 de octubre de 1873), la circular de la Comisión federal del 1O de noviembre (núm. 34; impresa, 2 págs. in-4o), escrita por Tomás, fue la primera declaración activamente revolucionaria de la Federación, porque se habló allí del terror de represalias, recordando los Sheffield outrages, los actos de terror industrial por los tradeunionistas en Sheffield.

La Internacional fue declarada disuelta por el gobierno mediante un decreto aparecido el 11 de enero de 1874; la circular número 38, reservada (Madrid, 12 de enero de 1874; litografiada, 2 págs. in-4o) da entonces consejos sobre la continuación clandestina de la organización, cuyos periódicos desaparecen o se vuelven anodinos. En marzo se hizo circular ampliamente en el país - conocemos los detalles sobre 11,720 ejemplares - el Manifiesto de la Comisión federal a todos los trabajadores de la Región española (infolio, gr. de 5 columnas, 2 págs.), en el cual el proyecto de Bakunin sobre la organización de los Hermanos internacionales es libremente insertado en partes. Había un órgano clandestino, Las represalias, y un Manifiesto del congreso regional, el último, celebrado en Madrid, en junio de 1874, en 12 mil ejemplares, prometiendo también represalias. Sobrevino entonces una dislocación de la organización por las persecuciones, pero la Alianza volvió a tomar los hilos y desde 1875 las conferencias comarcales celebradas todos los veranos reemplazaron a los congresos; la Comisión federal residía desde esa época en Barcelona. Eso pudo producir un desarrollo un poco diferenciado en Madrid. Allí aparecieron en febrero de 1875, después de la restauración monárquica, algunas hojas clandestinas A los obreros, que expresaron la voluntad de no tratar con indiferencia absoluta un cambio político como hasta aquí, y de quitar todo el poder posible a un nuevo régimen. No conozco ninguno de los 63 números de El Orden, el periódico clandestino (1875 - 78), que se decía hoja socialista de propaganda y de acción revolucionaria, en el cual tomaron parte Morago y Juan Serrano y Oteiza.

De Francisco Tomás, el secretario, son probablemente las Medidas prácticas que han de tomarse después de destruido el estado actual de 1876, que corresponden ampliamente al documento de Bakunin ya mencionado. En 1877 parecía inminente un movimiento republicano y la Internacional habría tomado parte, pero tal vez por esa razón el movimiento no estalló y los republicanos quedan desde entonces en el terreno parlamentario. La Internacional desde 1878 está frente al problema agrario en Andalucía, donde en 1878 y 1879 hubo incendios en los campos y el nombre de La Mano negra fue puesto ya, según parece, en circulación, al menos por un juez que habría mostrado a un preso un escrito con el título La Mano negra (no puedo verificar la cita en este momento). Una hoja clandestina firmada por la Comisión federal, en mayo de 1879, es titulada A los trabajadores del campo de Andalucía, en particular y a los obreros en general (2 págs. in-4o). En las conferencias comarcales de 1879 fue aceptado el Programa de realización práctica inmediata en 17 artículos, que es la suma de las medidas revolucionarias durante y después de la revolución (1 pág. en 4o); hubo una edición revisada por las conferencias de 1880, fechada en España, 8 de abril de 1881; (1 pág. in-4o). Ese proyecto se parece al programa del periódico clandestino El municipio libre (Barcelona, noviembre de 1879, a mayo de 1880) y los dos me parecen proceder de J. G. Viñas, que redactó hasta fines de 1880 el periódico público Revista Social, necesariamente anodino, pero que toma un poco de color cuando se acercó la caída del ministerio conservador de Cánovas del Castillo (febrero de 1881).

Por esas publicaciones y algunos folletos, sobre todo las traducciones de escritos de James Guillaume, se puede uno dar cuenta de las ideas de la organización, que fueron un anarquismo colectivista rígido, el cual impondría una revolución que procedería por medidas que se pueden describir como muy precisas y severas. Francisco Tomás y el doctor Viñas, por antagónicos que se hayan vuelto personalmente en el curso de esos años, me parecen semejarse en rigorismo. Hubo al fin graves disidencias sobre el retorno de la Internacional a la vida pública abandonando su nombre y denominándose Federación de Trabajadores de la Región Española. Viñas y otros habrían querido continuar la clandestinidad revolucionaria. Farga Pellicer, Llunas y otros en Barcelona y Serrano y Oteiza en Madrid han debido apoyar sobre todo la fundación de la organización pública. Viñas se retiró, pero los gérmenes de descontento sobre el abandono de la organización clandestina parecen haber entrado en la Federación Regional desde sus comienzos y el problema andaluz se incubaba en ella como otro factor de disensión.

Una asamblea pública, el 20 de marzo de 1881, la fundación de la Revista Social de Madrid (11 de junio), el Congreso de la Unión de constructores de edificios (de 1877) hacia fines de junio, la convocatoria del Congreso obrero regional (1O de julio), escrita por Farga Pellicer, el proyecto de los Estatutos de la Federación de Trabajadores de la Región Española en la Revista social del 18 de agosto, los artículos explicativos de ese periódico: Autonomía, Pacto y Federación, Municipio del porvenir, Nuestra política (la política demoledora), Nuestra actitud, Nuestra línea de conducta, Política demoledora, Sus consecuencias y La revolución (del 11 de junio al 23 de febrero de 1882) marcan el espíritu con el cual fue preparado el Congreso obrero del 23, 24 y 25 de septiembre, un congreso de 140 delegados de 162 asociaciones, cuyo informe fue impreso en cuatro ediciones de un total de 28,500 ejemplares. Mencionemos aún su Manifiesto a los trabajadores de la región española, del 24 de septiembre.

Los constructores de edificios se pronuncian al fin de junio por ... Municipio libre y autónomo compuesto de todas las secciones de productores de cada localidad, que, dueños de la tierra, capital e instrumentos de trabajo, se administrarán de la manera que juzguen más conveniente para sus intereses y para que cada uno reciba el producto íntegro de su trabajo;

Federación de los Municipios de cada comarca para todos los intereses y servicios regionales;

Pacto o alianza fraternal entre todas las regiones para todos los intereses y servicios generales, y para que sea un hecho la fraternidad humana y la práctica de la justicia sobre la tIerra...

El congreso se pronuncia, pues, en pro de la reunión de un Congreso Regional compuesto de delegados de todas las secciones simpáticas a las ideas colectivistas y de libre federación de Municipios libres ...

En el Manifiesto del 24 de septiembre se dice: ... por lo que dejamos expuesto, claramente se desprende que el Congreso obrero se declara colectivista con respecto a la propiedad, anárquico o autonomista en la manera de entender la organización social ... La palabra autonomía es empleada entonces y por uno o dos años a menudo como sinónimo de anarquía. Serrano y Oteiza en Nuestro programa del primer número de la Revista Social (11 de junio, dice, sin emplear la palabra anarquía: ... Queremos la autonomía del individuo, la del grupo o sección de oficio que los individuos puedan constituir, y la del municipio. Como medio de realizar los fines autonómicos consiguientes, queremos facultad legislativa en el individuo, en el grupo o sección, en el municipio mismo, para dar solución a todas las cuestiones que les fueran propias, y muy especialmente en el orden económico, salvo siempre los derechos individuales que nosotros denominaríamos primordiales y esenciales, y que tienen su base en la igualdad de medios económicos, así de las personas humanas como sociales. En este sentido somos autonomistas en la más extensa acepción que pueda darse a esta frase ... La organización armónica de todas las autonomías está en el pacto, que, si bien es medio de realizar aquélla, por el hecho de serlo, es esencial ... debiendo constar que en ciencia sociológica profesamos las ideas más opuestas al comunismo, fourierismo y cooperismo (permítasenos la palabra): somos, pues, colectivistas ...

El 1O de enero de 1882 en Nuestra política, Serrano, dice: ... los medios materiales de regirse esta sociedad (la sociedad del porvenir, la Armonía Universal) son: la autonomía, el pacto y la federación, asentados en la propiedad colectiva, que es el principio justo de la propiedad. Esta es la sociedad donde el orden es permanente. Esta es - y no las simplezas que por ahí se propalan -, la aborrecida anarquía ...

Jesús Serrano y Oteiza (1837 - 1886) de Madrid, antes republicano militante y un internacionalista de la primera hora, jurista y literato, se formó con las ideas de Proudhon y se muestra el militante menos alcanzado de esos años por las ideas que procedían de Bakunin. Sus escritos muy precisos en pensamiento, parecen fríos y desprovistos de sentimiento. Ricardo Mella, que escribió desde 1880 en las publicaciones libertarias, yerno de Serrano, parece haberse formado con él, al menos a juzgar por sus escritos de la década de años siguientes.

En Barcelona el anarquismo de esos años fue más inspirado por ideas de asociación, bakuninistas, y por el sentimiento revolucionario general. Tenía un foco seguro en la gran imprenta La Academia, regenteada por Farga Pellicer y gracias a las cualidades de éste en su arte, a la elección de sus colaboradores, y a la actitud recta del republicano federal Evaristo Ullastres, el dueño, se pudo producir en ese ambiente un número importante de buenas publicaciones anarquistas, como el gran libro Garibaldi. Historia liberal del siglo XIX (1882 - 1883; 2,336 páginas), La Tramontana, Acracia, la Asociación de la Sociedad de obreros tipógrafos de Barcelona, etc. Si la Comisión federal, cuyos componentes a menudo son inhallables en la documentación que me ha sido accesible, se compuso en 1882 - 83 de Francisco Tomás (secretario), Antonio Pellicer Paraire, José Llunas, Eudaldo Canibell y un quinto, tres eran de la imprenta La Academia y Farga Pellicer - que no me atrevo a considerar el quinto, pues sería una suposición sin prueba posible para mí - estaba en todo caso constantemente a su lado.

José Llunas Pujols, de Reus, muerto en 1905, antiguo militante de la Internacional, fue entonces, sobre todo en 1882 - 83, muy conocido como exponente de los principios de la Federación Regional, y sus escritos son la elaboración más. consecuente de la tesIs de 1869 - 70, que consIdera la organIzacIon presente como permutable con la sociedad del porvenir. Se leerá de él: ¿Qué es la anarquía? y Colectivismo, ensayos de 1882; Organización y aspiraciones de la Federación de Trabajadores de la Región Española, del 30 de diciembre de 1883; en el Primer Certamen socialista, 1885 (Reus, Centro de Amigos, impreso en Barcelona, LXII, 576 páginas). Combate más estrictamente el comunismo y su discurso del congreso de Sevilla (1882) contra el comunismo puede ser reemplazado en su argumentación por el ensayo sobre el colectivismo (en el Almanaque para 1883, Madrid 1882, vol. de la Biblioteca del Proletario, impreso en 40,000 ejemplares; 224 páginas en 16o).

Llunas reconocía la delegación y una jerarquía por delegación sucesiva es para él una organización perfectamente anárquica. Una elección para un objeto determinado no implica una abdicación ... Como que una colectividad en pleno no puede escribir una carta, ni echar una suma, ni hacer infinidad de trabajos solo realizables por el individuo, resulta que al delegar a quien se tenga por conveniente para realizar aquellos actos, para lo cual de antemano le señala una línea de conducta, no tan sólo no abdica su libertad sino que cumple el deber más sagrado de la anarquía, que es organizar la administración. Supongamos que una corporación obrera se organiza sin junta directiva y sin ningún cargo jerárquico; que se constituye en asamblea general una o más veces por semana, y que en ella se determina todo lo conveniente a su marcha; que para recaudación de cuotas, custodia de fondos, contabilidad, archivo, correspondencia, etc., elige recaudadores, tesorero, contador, archivero, secretario, etc., se nombra una comisión con atribuciones exclusivamente administrativas, a la cual se ha señalado su línea de conducta o le ha dado un Mandato imperativo; la organización de esta colectividad sería perfectamente anárquica. Y pasa a considerar el municipio libre del porvenir organizado anárquicamente. En este caso la unidad de organización sería siempre la sección de oficio de cada localidad (es decir, el sindicato único de cada oficio que exista en una localidad - uno solo, nunca varios) ... Para organizar, pues, el municipio anárquico, cada unidad (Sección de oficio) delegaría uno o más individuos con atribuciones puramente administrativas o con mandato imperativo, para que se constituyese en municipio o comisión administrativa local. Estos individuos, renovables o revocables en todo tiempo por el sufragio permanente de sus poderdantes, no podrían nunca erigirse en dictadores ... Según sus condiciones geográficas y topográficas y sus circunstancias etnológicas, o sea sus usos y costumbres, afinidades de idioma y de clima, posición geográfica y número de población, podrían hacerse, tanto las Federaciones de oficios como las Federaciones de municipios, de más o menos extensión territorial ... Todas las comisiones o delegaciones que se nombren en una sociedad anárquica, deben ser en todo tiempo renovables y revocables por el sufragio permanente de la sección o secciones que la eligieron, para de este modo hacer imposible que nadie pueda abrogarse el más pequeño destello de autoridad ...

Llunas ha explicado más tarde esas mismas ideas en sus Questions socials, diecinueve artículos en catalán en La Tramontana, del 25 de junio de 1890 al 10 de abril de 1891 (en volumen, 128 págs. ; abril de 1891). En Los partits socialistas espanyols (del 9 de octubre al 27 de noviembre de 1891; en folleto castellano, 1892, 15 págs. en gr. 8o) propuso, después de una crítica de los matices socialistas y anarquistas presentes, que, al lado del movimiento anarquista, se constituyese un partido extra-anarquista, compuesto de socialistas autoritarios de buena voluntad y de espíritu común que combatiría y extirparía los obstáculos del progreso social por medios autoritarios, desinteresados, sin propósito de fundar la propia dominación. Esta sugestión no ha tenido consecuencia y es del género de los esfuerzos de Merlino en 1897 y tiene por origen el sentimiento que esos numerosos socialistas que hoy no se dedican más que a hacer a sus jefes diputados y ministros o para hacerlos sus amos directos de vida y de muerte como bolchevismo, puedan ser llevados todavía a una función más útil que la presente en que transcurre su vida casi en pura pérdida. Llunas fue algunos años más tarde todavía un adversario determinado de los actos aislados por la dinamita que implicaban tan grandes persecuciones. La Tramontana satírica, en catalán, fue redactada y en gran parte escrita por él con verbo e intrepidez.

La Revista social, de Madrid, que apareció hasta mayo de 1884 al menos, y como hoja disidente de las decisiones del congreso de Barcelona (septiembre de 1884) todavía del 26 de diciembre de 1884 al 8 de octubre de 1885 en Sans (Barcelona), la Crónica de los Trabajadores de la Región Española, fundada después del congreso de Sevilla (1882), los ensayos diversos del Primer Certamen de Reus, 1885 y las indicaciones sobre la extensión de la organización en su más bella floración, que da el informe del congreso de Sevilla (septiembre de 1882), dicen bastante sobre esos años de la Federación Regional, cuya vida fue, sin embargo, minada y amenazada al mismo tiempo por corrientes disgregadoras.

La gran organización, nominalmente 663 secciones con 57,934 miembros en septiembre de 1882, una treintena de miles en todo caso, no podía vivir largo tiempo sin incidentes, sin diferenciaciones, solo para ser algún día la más fuerte y formar el cuadro y el germen de la sociedad del porvenir. Hubo los descontentos de ese quietismo y fueron pronto determinados por la situación agraria en Andalucía, donde la miseria hacía estragos, y donde las secciones no podían abstenerse o inducir a todos sus miembros a abstenerse sin perder prestigio. Las disidencias comienzan en Arcos de la Frontera, combatidas por Ia Comisión federal y el Congreso de Sevilla, llegaron a un pequeño congreso secreto celebrado en enero de 1883, en Sevilla, y a la constitución de una sociedad, Los Desheredados. Organización revolucionaria anarquista, que parece haber existido hasta 1886, sobre todo en Andalucía; en la época de su congreso de diciembre de 1884, en Cádiz, fue colectivista y su revolucionarismo de acción terrorista no tenía nada de específicamente libertario. Hubo en la segunda mitad de 1882 rebeliones del hambre, actos de terror agrario y actos de violencia, la muerte también, contra traidores reales o anticipados. La Comisión federal repudió todo eso por declaraciones y manifiestos y se cayó sobre disidentes con expulsiones como perturbadores (fines de 1882, primeros meses de 1883). Para colmo sobrevino la enorme persecución gubernamental, los arrestos de miembros de todos los matices de organización, de la Comisión comarcal de la Andalucía del Oeste misma y un procedimiento cruel por varios procesos, el todo para el público y la Prensa, bajo el velo del pretendido descubrimiento de una sociedad terrorista, La Mano Negra. Hubo pronto las 7 condenas a muerte y mucho después, el 14 de junio de 1884, las seis ejecuciones de Jerez. Fuera de Andalucía la Federación Regional no fue perseguida, pero no hizo tampoco actos de solidaridad con las víctimas en Andalucía. Cuando los prisioneros esperaban su ejecución, el congreso de Valencia en octubre de 1883 declaró ... La Federación ... rechaza toda solidaridad con los que se hayan organizado o se organicen para la perpetración de delitos comunes, declarando que el criminal jamás podrá tener cabida en sus filas. Y protestó contra la confusión de nuestra organización pública, legal y revolucionaria, con otras organizaciones, o más bien pandillas, cuyos fines son censurables. El 30 de septiembre uno de los más antiguos militantes, T. G. Morago, fue expulsado por tal razón de su sección de Madrid y murió en 1885 en la penitenciaría de Granada.

Esa actitud fue motivada por el deseo de salvar a todo precio la organización en su vida pública total, pero ha debido también haber grandes enemistades y odios entre los matices disidentes y las voluntades autoritarias duras. Al mismo tiempo las secciones se vacían o desaparecen, sea por las persecuciones, sea por disgusto ante la actitud de la Comisión federal. Serrano propuso entonces someter los Estatutos a la aprobación del ministerio responsable y en caso de negativa disolver la organización para protestar. El congreso no quiso tal legalización, pero decidió que, si continuasen los atropellos, persecuciones y amenazas, etc., que entonces se disolverá y que los proletarios se retiren al Monte Aventino hasta mejores tiempos ... Se decidió esto un año después, por un congreso extraordinario reunido en septiembre de 1884, en Barcelona, pero se exhortó a las secciones a no disolverse y a continuar sus relaciones, y en el congreso celebrado en julio de 1885 en Barcelona se declaró de nuevo la organización pública y dijo en el Manifiesto que es partidaria de la unión entre todas las escuelas socialistas por medio de la unión entre todas las uniones de oficios en la lucha contra el Capital y el principio de autoridad, sin que se entienda por esto que abdiquemos ni un ápice de nuestros principios.

La idea comunista libertaria había sido sostenida la primera vez en el congreso de Sevilla por un trabajador de Sevilla, Miguel Rubio, un antiguo miembro de la Alianza que había llegado por su propia reflexión a esa concepción. Queda sólo en su opinión; tampoco los disidentes la comparten unos meses después. Pero había un grupito de Sevilla, capitaneado por el comunista Rubio, como dice la Crónica, y el Consejo local de Sevilla lo expulsa en marzo de 1883. Por el proceso de Lyon (enero de 1883), tal vez por un Círculo italiano anarquista en Barcelona (otoño de 1883), por una permanencia de Georges Herzig, de Ginebra y de Le Révolté, en Barcelona en 1884, se comienza a conocer un poco mejor esas ideas, que son proclamadas en 1885 por un manifiesto firmado Los grupos comunistas anarquistas de Barcelona, cuyo foco de agitación estuvo en Gracia en torno a Martín Borrás y a Emlio Hugas. La Justicia humana y Tierra y Libertad, en 1888 - 89 fueron las primeras hojas; hubo traducciones de folletos desde 1885.

Esos primeros comunistas, como se ve por sus publicaciones y sus correspondencias en los periódicos franceses, tenían un gran desprecio por el colectivismo y la organización y proclamaban más o menos la que Merlino llamó la amorfia. Los colectivistas no fueron impresionados por esas ideas y esos métodos. Sin embargo, hubo un cambio en ellos después de la rigidez hasta 1883, que había llegado a la actitud lamentable ante las revueltas de Andalucía y no a algo mejor. Tomás no fue ya secretario desde septiembre de 1883 y él y pronto también Serrano son bastante maltratados en 1884. El nuevo secretario, Indalecio Cuadrado, un tipógrafo de Valladolid, parece haber buscado un apaciguamiento ¿o bien ha seguido una corriente de ese género - la opinión de los que se inclinaban más a la vida revolucionaria, aun cuando fuese clandestina y restringida, que a la vida grande y pública de la organización -, que Tomás, que había vivido los períodos de vida pública, 1870 - 74, y clandestina, 1874 - 81 de la Internacional, apreciaba tanto? Cuadrado ha debido inspirar la idea del congreso cosmopolita (empleaba siempre esa palabra cosmopolita) de 1884, que tuvo lugar en 1885, después del congreso regional, en Barcelona. Allí los federados, los desheredados y los comunistas sesionaron juntos, pero el congreso cortó los debates vehementes que mostraban la imposibilidad de entenderse. Algunos desheredados lamentaban en 1886 la escisión, expresando esa actitud en un manifiesto publicado en junio (A los trabajadores de Jerez de la Frontera). ¿Es que la influencia de Fermín Salvochea en Cádiz, que en El Socialismo reproduce artículos de todas las escuelas socialistas y que era entonces comunista, habría contribuído a esa reconciliación?

En todo caso, la muerte de Alfonso XII, un gobierno fusionista, la agitación por las ocho horas y el 1 de Mayo de 1886 y los acontecimientos del 4 de Mayo, en Chicago, en los Estados Unidos, dan un nuevo impulso al movimiento, especialmente en Cataluña. La revista Acracia es fundada en enero, un término empleado entonces a menudo por anarquía, tal vez no hasta entonces y que recuerda una revista obrera, Atercracia, anunciada en octubre de 1884 para aparecer en Barcelona, pero que no apareció. El nombre es tomado del libro francés Atercratie, de Claude Pelletier, en New York, del cual se habla en una carta de la Comisión federal en 1873. Canibell ha escrito que Farga Pellicer encontró el nombre de Acracia y éste ha podido hallarle directamente, pero también ha podido sugerírselo la palabra atercracia. En otros países se han creado las palabras uticratie (gobierno de persona) ukarchie (no gobierno), anticratie (contra un gobierno) Herrschaftslosigkeit (sin dominación), bezvlastie (en ruso), etcétera.

En el gran manifiesto A todos los trabajadores de la Región Española, firmado por la Federación barcelonesa (23 de febrero de 1886), redactado por Anselmo Lorenzo, al volver al movimiento, leemos: Proclamamos la acracia (no gobierno) ... La primera colectividad social es la agrupación local de los productores de idéntica profesión. El pacto fundamental se verifica entre el productor y la agrupación respectiva o similar de productores. Las agrupaciones productoras de una localidad celebran un pacto por el cual forman una entidad que facilita el crédito, el cambio, la instrucción, la higiene y la policía local y celebra pactos con otras localidades para el crédito y el cambio en mayor esfera, a la par que las comunicaciones, transportes y servicios públicos generales y recíprocos; otras entidades formadas en virtud de condiciones geográficas especiales, como calidad y configuación del terreno, clima, etc., pueden constituirse mediante pactos especiales basados en principios económicos y de facilidad de producción, cambio y transporte. La tierra, las minas, las fábricas, los ferrocarriles, los barcos, y en general todos los medios de producción, transporte, cambio y comunicación, declarados de propiedad social, deben pasar a título usufructuario a las colectividades trabajadoras ....

Este manifiesto, varias veces publicado, recibió un gran número de adhesiones; fue insertado también en parte en el manifiesto del congreso regional de Madrid, en mayo de 1887. Contiene, además, este pasaje, que es idéntico en los textos de 1886 y 1887: ... Organización de la sociedad sobre la base del trabajo de cuantos sean aptos para la producción; distribución racional del producto del trabajo; asistencia de los que aun no sean aptos para ella, así como de los que hayan dejado de serIo; educación física y científica integral para los futuros productores .... Lorenzo, el delegado de la Federación barcelonesa en Madrid, lo ha descrito en El Productor, del 27 de mayo de 1887; recuerda una discusión animada sobre la frase del manifiesto: el trabajador percibirá el producto de su trabajo, que omite el objetivo íntegro. Esta omisión es debida a la previsión para los niños enfermos e inválidos, que el individuo debe a la sociedad de acuerdo a la reciprocidad de los derechos y de los deberes; por consecuencia, para tener el derecho a ser consumidor se ha de cumplir el deber de ser productor. La sociedad se funda en el principio de la solidaridad, consecuencia natural de la reciprocidad y si la sociedad garantiza al individuo el goce de sus derechos mediante el cumplimiento de sus deberes, todos deben concurrir a la conservación de la sociedad facilitando el desarrollo de los niños y sosteniendo a los ancianos. Por esta razón Lorenzo ha borrado, pues, la palabra íntegro y puesto las palabras: distribución racional del producto del trabajo. Ricardo Mella todavía en 1888 (véase, La Solidaridad Sevilla, 9 diciembre) mantiene que la sociedad anárquicamente hablando no tiene el deber de criar los hijos ni de sostener a los alienados, inválidos y viejos; ¡que lo hagan los parientes y la solidaridad espontánea de las asociaciones humanas!

En los periódicos que se publican en Madrid a partir de 1885, la Bandera social, la Bandera Roja, la Anarquía, redactada por Ernesto Alvarez, apenas se percibe si son colectivistas o comunistas; no tienen ni entusiasmo ni animosidad en pro o en contra de una u otra doctrina. La vida intelectual circula enteramente entonces en la revista Acracia (de enero de 1886 a junio de 1888; 625 páginas en 8o) y El Productor (del 1 de febrero de 1887 al 21 de septiembre de 1893; 369 números) y en La Solidaridad de Sevilla a partir de 1888 hasta 1889, en tanto que la redactó Ricardo Mella. Antonio Pellicer Paraire (1851 - 1916), primo de Farga Pellicer, fue el alma de esas publicaciones de Barcelona, y con Anselmo Lorenzo (1841 - 1914), que ha vuelto y que no parte ya más, hay jóvenes, como Pedro Esteve (1866 - 1925), Fernando Tárrida del Mármol (1861 - 1915), Palmiro de Lidia (Adrián del Valle); están Teresa Claramunt, (1862 - 1931), Teresa Mañé (Soledad Gustavo.; nacida en 1865); Juan Montseny, de Reus (Federico Urales; nacido en 1864) y otros, que no trato de enumerar. Estaban también Rafael Farga Pellicer (1844 - 1890) y José Llunas y el ambiente de La Tramontana. Fuera de Cataluña los más destacados eran Fermín Salvochea, en Cádiz (1842 - 1907) y Ricardo Mella.

En este resumen rápido, que no puedo ni apoyar en extractos ni desarrollar en su significación con los materiales de una autocrítica y esfuerzos de superación de las ideas prevalentes hasta entonces, que se encuentran al examinar, aunque solo sea Acracia y El Productor (1886 - 1893), el lector debe contentarse con indicaciones enteramente sumarias.

Se examinará primero La Asociación del grupo de los tipógrafos (1883 - 1888), donde los hombres de La Academia y otros se encuentran y se establece entre ellos una cooperación inteligente. Allí, en La Organización obrera (28 de febrero de 1886) Lorenzo expresa su primera crítica; en Acracia habrá la crítica madura de Antonio Pellicer, en Acratismo societario, de enero a julio de 1887. Cuadrado se une en El mandato imperativo (abril de 1887). El congreso de Madrid (mayo de 1887) es críticamente discutido por Lorenzo (El Productor, 27 de mayo de 1887). La hipótesis del embrión, el producto integral, la organización de 1870, todo es así sometido, en fin, a la crítica y no es considerado como hecho inmutable que solo los perturbadores, a quienes se expulsa, ponen en tela de juicio.

Se conocieron entonces por traducciones en Acracia y El Socialismo, de Salvochea, algunos escritos de William Morris y los artículos ingleses de Kropotkin, y Mella, en Sevilla, se familiarizó por la lectura de Liberty (Bostón) con las ideas de Tucker. El simplismo del manifiesto de los grupos anárquico - comunistas de Madrid (mayo de 1887) causa una impresión deplorable sobre El Productor (3 de junio), pero se discute seriamente con Le Révolté (v. 10 de junio; Acracia, agosto de 1887; Colectivistas y comunistas, El Productor, 16 de septiembre, y Acracia, octubre). La Reacción en la revolución, de Mella (Acracia, junio de 1887 a abril de 1888) , mantienen que, establecer ahora que después de la victoria de la anarquía los pueblos deberán organizarse según el modo de distribución comunista o colectivista, es dogmatizar a lo ciego - más aún, es la destrucción del principio anarquista, la negación de la revolución. La reacción, para Mella, es la detención, la muerte, que trae el dogma; revolución - evolución, es la vida. Antonio Pellicer (Acracia, agosto de 1887) ve una convergencia de las escuelas, los comunistas abandonando las exageraciones paritarias y la escuela ácrato - colectivista abandonando los errores y prejuicios autoritarios. Incluso Kropotkin (sin firma) en La Révolte, del 7 de octubre de 1888, citando la amistad, sin adaptaciones en ideas, establecida en Sevilla entre las dos escuelas (según Mella) declara eso como el único procedimiento honesto entre gentes que se respetan, pero no puede abstenerse de añadir que no hay ninguna duda para él que el comunismo será el victorioso. Los comunistas españoles atacan a los colectivistas en periódicos anarquistas portugueses y franceses; las Declaraciones y Aclaraciones sobre declaraciones de Pellicer en El Productor (3 de agosto, 7 de sep. 1888) y lo que responde a Tierra y Libertad (Gracia) el 14 de septiembre, son refutaciones espléndidas del fanatismo exclusivista, pero en Tiempo perdido (12 de julio de 1889) reconocía que es tiempo perdido discutir con el periódico de Gracia. Esteve escribe el 5 de octubre de 1888 que en algunas localidades - hace alusión a Mella - no hay ese fanatismo, pero que se está de acuerdo en que cada individuo, cada colectividad se organizarán después de la revolución como les convenga.

La renovación de la organización es discutida en las Conferencias de estudios sociales, reuniones en Barcelona ( v. El Productor, del 4 de octubre de 1887 al 11 de mayo de 1888). Por el congreso amplio de mayo de 1888 en Barcelona, la Federación Española de resistencia al Capital es fundada y después de muchas discusiones antes y después - sobre todo Mella promueve objeciones y las debate con Esteve - en septiembre en Valencia la Federación regional (la Internacional por tanto) es reemplazada - como lo había sido ya en el terreno económico, en mayo - en el terreno de las ideas y de la acción revolucionaria, por la Organización anarquista de la región española, que comprende personas, grupos, etcétera, sin distinción de procedimientos revolucionarios, ni de escuelas económicas; estableció un Centro de relaciones y estadística, un grupo de relaciones por tanto - que ha sido hasta las grandes persecuciones, hasta un momento que no puedo precisar, el grupo Benevento, de Barcelona.

Al mismo tiempo que se elevaban voces contra la división de los anarquistas por las diversidades en concepciones económicas (v. El Productor, 11, 18 de enero, 8 de marzo, 14 de junio de 1889) y el grupo Benevento declaró el 31 de mayo que ningún régimen económico especial deberá ser impuesto a la sociedad nueva; todo trabajo en ese dominio económico no es considerado más que como estudio, y como tal, por el perfeccionamiento en economía científica, está en su puesto. Fernando Tárrida del Mármol, propuesto por ese grupo, es nombrado delegado a las reuniones anarquistas internacionales de París, en septiembre. El grupo propuso para el Segundo certamen socialista un tema sobre el cual Tárrida escribió el ensayo, La teoría revolucionaria, fechado el 26 de octubre de 1889, que culmina en la anarquía sin adjetivos (edición de 1890, págs. 83 - 89) .Sin embargo, esa idea era ya corriente en Barcelona en la segunda mitad de 1888 ; Mella le combate en La Solidaridad, de Sevilla, el 27 de septiembre de 1888 y el 12 de enero de 1889 (la anarquía ... no admite adjetivos ... ). Más tarde esa cuestión fue expuesta en La Revolté, 6 y 13 de septiembre de 1890 por un camarada de Barcelona, evidentemente Tárrida, artículo muy importante por la diferencia entre las concepciones españolas y las francesas. Tárrida, hablando en francés conmigo, empleaba los términos: la anarquía sans phrase y la anarquía pura y simple; en 1908, en la reimpresión de su ensayo del certamen propuso, siguiendo a Ferrer (en 1906 o 1907) renunciar a la palabra anarquía, que el público interpreta demasiado mal, y decir socialismo libertario. Dice entonces que sus conclusiones de 1889 habían sido aceptadas por la inmensa mayoría de los anarquistas españoles que prescinden de toda preocupación sectaria.

Recordemos que justamente entonces, cuando Tárrida escribe (26 de octubre de 1889), el Appello de Malatesta (Niza, sep. 1889) había aparecido en hoja española (Circular: en El Productor, 2 de octubre, etcétera) y se había leído: Por lo menos no es lícito dividirnos por puras hipótesis, etc. Tárrida habla muy francamente de la aldea industrial, de Kropotkin, que reduce su concepción a la agregación de pequeñas comunidades, mientras que Malatesta recomendará la organización de grandes organizaciones, que cambiarán sus productos, etc., y agrega que cada inteligencia poderosa crea nuevos caminos para la sociedad futura y hallará adherentes por la fuerza hipnótica, si puede expresarse así, que sugiere a otros sus propias ideas, y todos nosotros, en general, tenemos nuestro propio plan.

En La Anarquía (Madrid, del 12 de diciembre de 1890) Juan Montseny (Federico Urales), declara que la anarquía no conoce exclusivismos y se llama anárquico a secas. Escribe con el mismo espíritu, Las preocupaciones de los despreocupados (1891; páginas 43 - 46), en El Corsario (La Coruña), 20 de septiembre de 1841, 16 de enero de 1894, etc., y permanece afecto a esa idea.

Algunos anarquistas comunistas han abogado en 1893, por la anarquía sin adjetivo en La Controversia (Valencia) , el periódico de Octave Jahn. También Vicente García en La Tribuna libre (Sevilla), 23 de enero de 1893; artículo ¡No hay que temer! Acababa de acompañar entonces a Malatesta y a Esteve en una parte de su gira de conferencias; por lo demás en Barcelona había habido una conferencia de tres, en la cual Malatesta, Esteve y Tárrida explicaron cada cual su punto de vista persónal.

Es imposible seguir aquí el desarrollo de las concepciones de Ricardo Mella, desde sus escritos del Primer Certamen (1885) al informe escrito para la conferencia internacional de 1900 en París, La cooperación libre y los sistemas de comunidad, etcétera. Mella luchaba más fuertemente que nadie contra la desconfianza que el comunismo, sea autoritario o libertario, le inspiraba. La Solidaridad (Sevilla) , 1888 - 89 le muestra - en un tiempo en comunión de ideas con los federalistas, Prouhon, después Serrano y Oteiza - ahora reconfortado por Tucker (Liberty ); un poco más tarde por Dyer D. Lum The Economics of Anarchy {1890) G. C. Clemens (A Primer of Anarchy). Tiene horror al comunismo en su expresión extravagante a outrance. En El Socialismo anarquista (Revista Blanca, 1899; tomo II, páginas 158 - 161) dice que el anarquismo socialista contempla todas las hipótesis con tolerancia; reconoce la cooperación libre, en cuyo seno todos los métodos y aplicaciones pueden ejercitarse. Después de su informe para París, publicado por Les Temps Nouveaux, documento de los más característicos de una concepción genuinamente libertaria del anarquismo, ese asunto estaba ante un público verdaderamente internacional, pero fue raramente discutido, si se exceptúa a Voltairine de Cleyre en una conferencia dada no mucho después en Filadelfia.

Hubo momentos del más bello entusiasmo, de más alta energía, de expresiones de bondad y de belleza más conmovedora en la vida de la anarquía, pero no hubo, en mi impresión, un período de mayor eficacia intelectual que esos años de 1886 a 1893 en el gran ambiente aquí descrito, que ha sabido libertarse de creencias y de costumbres profundamente arraigadas y llegar a elevarse por encima del sectarismo, del fanatismo, de la intolerancia. Fue el paso de la fe religiosa a la crítica científica y es una enorme desgracia que los anarquistas de los otros países no hayan seguido esa evolución de la tutela de una idea al examen libre de todas las ideas. También en España hay recaídas. En nuestra ceguera creíamos que uno de los pensadores destacados y una de las doctrinas habían vencido sucesivamente a los antecedentes y que, puesto que nadie había frente a Kropotkin y a Tucker, esos dos habían dicho la última palabra del comunismo y del individualismo anarquistas. Hemos creído que, puesto que los unos tenían razón, los otros se equivocaban, cuando todo lo que acabo de recordar demasiado brevemente, estaba lucidamente a nuestro alcance en las publicaciones españolas y algunos reflejos accesibles también en Francés.

Yo mismo, estrecho y limitado como era entonces, había escrito en 1890 una apología del anarquismo comunista con refutación completa del colectivismo y del individualismo, un artículo que Mella tradujo en El Productor para mostrar su estrechez y su estupidez en Discusión. Comunismo, individualismo y colectivismo (25 de septiembre y del 2 de octubre al 13 de noviembre de 1890). No he visto esos artículos hasta 1929. He llegado yo mismo, hacia 1900, a esas concepciones de que era preciso elevarse por sobre los exclusivismos, pero raramente se me ha escuchado y cuando promoví la cuestión por primera vez, en Freedom (Londres), al comienzo de 1914, fui combatido por todos. Cuando, sin yo saberlo, ese artículo fue reimpreso después de la guerra, fue menos combatido y varias veces reproducido. Sebastien ha combatido los exclusivismos en La Synthese anarchiste (1928), pero no es enteramente lo mismo, como he tratado de mostrar entonces en artículos del Suplemento de La Protesta sobre la convivencia. Tarrida profesó esa idea desde el punto de vista agnóstico: nosotros no podemos prever los desenvolvimientos económicos. Mella fue impulsado a ella por su sentimiento del derecho igual de cada concepción a manifestarse. Juan Montseny veía la libertad, la anarquía en su conjunto y no quería empequeñecerla por especificaciones y exclusivismos. Malatesta dijo que no había que dividirnos por hipótesis sobre cuyo destino decidirá el porvenir.

Si se dice que esa cuestión no tiene importancia práctica y que, aún así, habría sido resuelta por la aceptación casi unánime del comunismo anarquista, es un grave error. La discusión y las querellas han continuado sobre tantos otros puntos, y los exclusivismos igualmente. La simple convivencia no ha existido jamás; cada cual se cree superior al adversario en doctrina. Se está disgregado, desmenuzado así, y no se sabe ya reunirse para una actividad en común, cuando sería lo importante. Así la pasión, el fanatismo dominan siempre; pero la idea de la convivencia solidaria ha sido lanzada y el porvenir la realizará, cuando, con las dictaduras materiales, sepa romper también las dictaduras intelectuales.

Por los hombres que habían renovado así las ideas y la forma de relaciones (organización) fue renovada también, a partir de 1886, la acción colectiva popular. Hasta entonces, cuando el aumento númerico de las secciones y de los federados eran el objetivo que las huelgas y otros movimientos incalculables alejaban siempre para desesperación de un secretario abnegado como fue Francisco Tomás, en lo sucesivo, libre de ese peso, se tenía la libertad de acción y las huelgas generales de mayo de 1890 y de 1891 en Cataluña fueron resultados soberbios. Un nuevo progreso para 1892, que debía preparar el viaje de Malatesta y de Esteve, fue limitado por la revuelta agraria de Jerez de la Frontera (noche del 8 al 9 de enero de 1892), seguida de las ejecuciones del 1O de febrero y de torturas y el presidio para muchas otras víctimas. Eso puso fin a los movimientos de huelga de los primeros de mayo y hubo ciertamente un debilitamiento del ímpetu colectivo, lo que impulsó hacia adelante a los partidarios de la acción individual, no de los aislados, sino, al contrario, de los comunistas muy solidarizados, pero que habían quedado fuera de la gran corriente descrita aquí, y sus adversarios personales. Mella escribió entonces que una desconfianza exagerada produce el prejuicio que toda acción orgánica es perniciosa para nuestra causa. La libre iniciativa fue interpretada como una negación directa del principio de asociación y hasta como su contrario; v. El Corsario del 26 de julio de 1893; v. también la descripción de las mentalidades de entonces por Juan Montseny en Entre anarquistas, en un periódico anarquista de 1895. Pero el documento principal sobre ese estado de tensión es la larga serie Puritanismo o exageraciones en El Productor, del 27 de abril al 15 de junio de 1893, cuyo autor fue sin duda alguna Antonio Pellicer.

Por temor al principio autoritario se niega incluso la organización de la sociedad futura y se propaga un individualismo inexplicable y antisocial, sin pensar que la complejidad del organismo social exige adminitración, asociación y organización, dice Pellicer, y hace una crítica semejante de todos los simplismos y primitivismos corrientes entonces, que fueron productos de la exuberancia, de un razonamiento en el vacío, basado sobre demasiado pocos conocimientos reales, pero que fueron también productos de un verdadero odio contra los llamados moderados, respetables, organizadores, etc., los amigos de los periódicos El Productor, Freiheit, Freedom, de Malatesta y Merlino. Había antagonismos terribles. Aunque el 24 de septiembre de 1893 el Círculo obrero de estudios sociales, un gran centro anarquista cerrado el 3 de mayo de 1891 por las autoridades, debía inaugurarse de nuevo, lo que marca una vida normal y progresiva del movimiento -, después del atentado de Paulino Pallás contra el General Martínez Campos ese mismo día, El Productor, encontrando la negativa de los impresores, no trató de superar ese obstáculo (en otras ciudades los periódicos continúan), sino que cesó de aparecer y dio explicaciones (en El Corsario, La Coruña, 5 de noviembre de 1893) que duele leer por su demostración de la impopularidad de su órgano, que se designaba como un peso de plomo sobre la iniciativa libre. Se puede dar uno cuenta de los odios promovidos contra los hombres de El Productor por las correspondencias descriptivas que Martín Borrás, de Gracia, una de las cabezas de esos adversarios, envió en 1893, hasta su arresto, a El Perseguido, de Buenos Aires.

Hubo las bombas del Liceo, el teatro, arrestos y torturas, ejecuciones, horrores judiciales (v. El Proceso de un gran crimen, por Juan Montseny, La Coruña, 1895, 50 págs. en 16o). Había siempre periódicos valerosos, El Corsario, en La Coruña, y los publicados por Alvarez y algunas hojas comunistas anarquistas de corta duración, pero la gran corriente del pensamiento anar.quista parece cortada, cuando Antonio Pellicer por decirlo así, rompe su pluma y Lorenzo debe consagrarse a un periódico casi anodino, el único que podía publicarse en Barcelona (El Porvenir social) y a una revista, Ciencia social, en 1895 - 1896 (mayo). Se era muy débiles y se reponía el movimiento un poco cuando la bomba de la calle de Cambios Nuevos, el 7 de junio de 1896, llevó a la persecución en masa, a las torturas y a las ejecuciones de Montjuich, al presidio por muchos años y al destierro por deportación a Inglaterra de muchos otros aún (en 1896 - 97). Fue preciso un esfuerzo internacional, las grandes campañas de Tárrida del Mármol y de Federico Urales (Juan Montseny), en el extranjero y en Madrid mismo para conseguir la liberación de los supervivientes, y por las campañas de prensa de la Revista Blanca y su Suplemento, cambiado en Tierra y Libertad (1899 - 1905) también fueron libertados los presos de Jerez (1892) y de la Mano Negra (1883). Es entonces solamente cuando, por diferentes iniciativas, en Haro (diciembre de 1899), Manlleu (enero de 1900) y Jerez fue comenzada una reorganización sindical, iniciada por el congreso de Madrid de octubre de 1900, que fundó la Federación de Trabajadores de la Región Española, continuando así la obra del Pacto de Unión y Solidaridad, organización, si había continuado, al menos dislocada y muy débil, con un nuevo ímpetu, contando 52,000 miembros aproximadamente en su comienzo y que publicó un manifiesto de contenido anarquista.

Esta Federación de 1900 se ha extinguido como organismo federado en 1905 o 1906, sin que tales desapariciones del aparato federal quiera decir en España que las partes componentes, las secciones o sindicatos, se hayan desintegrado .En ese caso particular, simplemente, una comisión, situada en Barcelona, en Sevilla, en La Coruña acaba por perder el contacto con los sindicatos. Una nueva iniciativa partió de esas 40 o 50 secciones o sindicatos de Barcelona y sus alrededores, que han existido siempre y que bajo el nombre de Solidaridad Obrera dieron un nuevo impulso a su federación, reuniendo los sindicatos de Cataluña y avanzando hacia una federación nacional. La insurrección y la represión de 1909 han retardado esos desenvolvimientos que culminan en 1910 en la constitución de la Confederación Nacional del Trabajo (C. N. T.), octubre y noviembre de 1910. Su vida pública fue casi inmediatamente suspendida por los arrestos pocos días después. Se recomienza de nuevo, localmente, y por la región catalana (1913 - 1914) para constituirse nacionalmente, primero de un modo nominal, en el Ferrol a comienzos de 1915. De nuevo tiene lugar el gran desarrollo en las regiones - testimoniado, por ejemplo, por el Congreso regional catalán en Sans (Barcelona), en agosto de 1918, con, quizás, todavía poca vida pública interregional, hasta diciembre de 1919, cuando tuvo lugar, en fin, en Madrid el gran congreso constitutivo. Había entonces en los sindicatos representados, 90,750 miembros en Andalucía; 15,172, en Aragón; 1,081, en Baleares y Canarias; 699,369, en Cataluña. Cuando, después de una infinidad de acontecimientos, fue posible un nuevo congreso en Madrid, en 1931, la cifra de los representados fue parecida y la cifra de los miembros de la C.N.T. se ha acrecentado todavía en 1931 hasta cerca de un millón. Las cifras varían siempre según la vida agitada de los sindicatos; pero esa gran unidad existe no obstante - aproximadamente una decuplicación o veintiplicación de las fuerzas que la Internacional supo alcanzar.

La Internacional tenía su aparato administrativo muy elaborado, pero tenía también su espíritu vivificante y animador - la Alianza. De igual modo las organizaciones más recientes tan crecidas, tienen su aparato administrativo, pero si tal aparato funcionase por sí solo, la degeneración en dictadura o en burocracia estancadora sería inevitable. Lógicamente a un cuerpo le hace falta ese soplo de gran vida que dio la Alianza a la Internacional - y es esa vida la que dan los anarquistas a esa inmensa aglomeración de siridicatos. Sin eso habría pronto inercia, indiferencia, corporativismo, impotencia, y habría dictadores, para que esa masa fuese un capital electoral para su ambición y arribismo. Veamos esto: En España, los grupos anarquistas, reunidos desde 1888 (Organización anarquista) han renovado siempre sus interralaciones, finalmente en una conferencia en Valencia, en 1927, donde fue constituida la Federación Anarquista Ibérica (F. A. I.). Es contra ese organismo contra el que se concentra el odio de los dictadores o aspirantes a dictadores de varias especies, que quisieran dominar ese millón de organizados y los millones populares que le son simpáticos, lo que los anarquistas de la C. N. T. se esfuerzan por impedir con toda razón.

La historia del movimiento español está llena de grandes luchas y de grandes mártires; que se recuerden las víctimas de Alcalá del Valle y de Cullera. Una de las luchas más intensas fue la huelga de la metalurgia en Barcelona, en 1902, y el periódico de Ferrer y de Lorenzo, La Huelga General (de noviembre de 1901, con interrupción forzada hasta 1903) estuvo entonces en primera fila: elaborando la idea de la huelga revolucionaria. Hubo la semana roja de 1909, en Barcelona, que la reacción vengó asesinando a Ferrer, el 13 de octubre. Hubo ese período de 1917 a 1923, con su inmenso desenvolvimiento de la organización y la feroz represión por los asesinatos de militantes. Hubo siempre huelgas violentas y masacres en Andalucía. Finalmente hubo la dictadura de septiembre de 1923, hasta la caída del dictador en enero de 1930, período que impuso una existencia oculta a la organización, que en los quince meses hasta abril de 1931 volvió del claro - obscuro a la luz del día. Los anarquistas, agrupados finalmente en la Federación Anarquista Ibérica, tomaron una participación intensa en la vida de la C. N. T., predominando alternativamente en sus consejos y con su conducta o chocando con fuerzas y elementos de las tendencias más arriba descritas cuya importancia o al menos su poder personal fue reforzado por los períodos de persecución, de vida oculta o semi - oculta, que dejaban la mano libre a un pequeño número de militantes (como antes en los años 1874 - 81, 1883 - 88 y otros períodos después).

Las ideas anarquistas, bien representadas por la Revista Blanca y las publicaciones que le pertenecían (Suplemento y Tierra y Libertad) de 1899 a 1905, y de nuevo por las series de Tierra y Libertad, de Barcelona por largos años, fueron, diría, cada vez más restringidas a obrar sobre la gran organización obrera, que no tenía un valor progresivo más que en proporción de su alejamiento de los escollos descritos. En esas condiciones, el pensamiento anarquista mismo tenía, pienso, poca vida nueva. Se aceptó el anarquismo comuriista por rutina, es decir moderado, sin discutirlo todavía, como un sistema en lo sucesivo adquirido. El comunismo amorfo de los años 1885 - 1896 había muerto en las terribles persecuciones de los años 1893 a 1897 y los elementos de lucha acentuada que no encuentran ya esa resistencia que les aguijoneaba tanto antes, en ocasión de su guerra contra el colectivismo y la organización, se manifiestan en las luchas colectivas, que no faltan, en las luchas de alta envergadura contra la dictadura, la monarquía, el Estado - de acciones solidarias con el objetivo general de todos.

Hubo aplicaciones simpáticas para las energías despertadas, como la Escuela Moderna, de Francisco Ferrer Guardia y todo el movimiento de educación racional y libre; el movimiento naturista, que en España adquirió una gran idealidad libertaria. Y en suma, tantos años de lucha constante llena de esperanza, y la gran felicidad de no haber estado comprometidos en la horrorosa guerra mundial, han tenido a los libertarios españoles en un estado de eficacia, de espíritu alerta, de una moral llena de esperanza, que los anarquistas de los otros países han sabido raramente mantener. El esfuerzo comenzado en 1840, acentuado desde 1868, afrontando las persecuciones de 1893 y 1931 y hasta hoy, ha producido frutos que no analizo aquí. Las tres afirmaciones libertarias en enero de 1932, enero y diciembre de 1933, son testimonios vivientes y vibrantes de ello.

Entre los autores anarquistas españoles y catalanes de esos treinta años no menciono más que a Anselmo Lorenzo, activo hasta su muerte en el otoño de 1914, Tárrida del Mármol, Ricardo Mella (cuyas colecciones, Mirando hacia el futuro. Páginas anarquistas, Buenos Aires, 237 páginas; Ideario, Gijón 1926, 335 págs.; Ensayos y conferencias, íd., 335 páginas, 1934, reproducen una pequeña parte de los numerosos arículos y folletos), Pedro Esteve, en los Estados Unidos, José López Montenegro, un viejo de la Internacional, Federico Urales y la joven Federica Montseny. No hablo de los militantes del sindicalismo cuya posición provoca cada vez más controversia, puesto que ha vuelto la idea, prevalente desde 1870 a 1888, de que la organización presente será el cuadro de la sociedad del porvenir que se cree próxima. Es una tesis que reaparece cuando las organizaciones se expansiónan, y que palidece cuando se ve mejor la complejidad de la vida social, y sobre todo cuando el espíritu libertario adquiere vigor y no quiere permitir al presente hipotecar o poner la mano sobre el porvenir. En ese espíritu se le ha opuesto la hipótesis y la esperanza del municipio libre, foco de acción costructiva solidaria tan importante como el sindicato, el grupo, la cooperativa y otras fuerzas organizadas del presente: todas esas fuerzas ignoran igualmente lo que será la sociedad del porvenir que habrá de permanecer sin adjetivos, como la vida misma.


Índice de La anarquía a través de los tiempos de Max NettlauCapítulo anteriorCapítulo siguienteBiblioteca Virtual Antorcha