Índice de La anarquía a través de los tiempos de Max NettlauCapítulo anteriorCapítulo siguienteBiblioteca Virtual Antorcha

Los primeros anarquistas comunistas franceses y otros precursores libertarios. El grupo de l´humanitaire, Bellagarrigue; el joven Eliseo Reclus, Dejacque, Coeurderoy.

El socialismo de los saint-simonianos y de los fourieristas no ofrecía nada de tangible a los proletarios franceses, privados del derecho de reunión por la revolución francesa (ley del 14 - 27 de junio de 1791), entregados al maquinismo más crudo, tratados como sospechosos de republicanismo por todos los gobiernos y masacrados como rebeldes sociales, si se movían seriamente, como en 1834, en 1848, en 1871. No podían tampoco limitarse a enrolarse en las sociedades secretas y en las conspiraciones republicanas. No se puede uno asombrar de que el babouvismo y el blanquismo los atrajesen, y fue ya un acto de independencia cuando muchos se destacaban de esos movimientos para adherirse al comunismo de realización directa y voluntaria, que Cabet, antes conspirador republicano, preconizó a partir de 1838 con su gran libro, impreso entonces en París, pero publicado en enero de 1840 solamente (Voyage et Aventures de Lord William Carisdall en Icarie, París 1840, 378 y 508 págs.; sin nombre de autor); -Viaje por lcaria-, libro aparecido entonces también en traducción española y alemana. Fue también progreso cuando varios comunistas divisaron sistemas un poco menos autoritarios, como por ejemplo Théodor Dézamy (Code de la Communauté, 1843), Richard Lahautiere, Brige y otros. Cabet lanzó prontamente folletos titulados Réfutation de ... contra los disidentes y los otros socialistas, y un folleto tal apareció también contra los primeros anarquistas, la Réfutation de l' Humanitaire (París, septiembre, 1841, 12 págs., en 8o).

Había, en efecto, algunos comunistas que publicaron un periódico escrito con una resolución tranquila, sin acrimonia, redactado con esmero, L'Humanitaire, organe de la science sociale, dirigido por G. Charavay, 8 páginas infolio pequeño, suprimido después de los dos números de julio y agosto del año 1841. El grupo fue perseguido como asociación ilícita y por haber publicado el periódico sin llenar las formalidades legales, y hubo condenas a prisión, sin que el contenido del periódico haya podido ser incriminado. Pero la acusación, la prensa y todos los periódicos comunistas y socialistas clamaban contra las opiniones inmorales del grupo que, como resulta de un acta del grupo editor del 20 de julio (documento confiscado) , sostenía como doctrina comunista igualitaria: la verdad, el materialismo, la abolición de la familia individual, la abolición del matrimonio; el arte no fue aceptado más que como recreo; el lujo desaparecerá, las ciudades, centro de dominación y de corrupción, serán destruídas; cada comunidad tendrá una especialidad en producción; el desarrollo de los hombres será avanzado por viajes muy frecuentes. Esas ideas son explicadas, sin embargo, mucho más claramente en el periódico, donde se encuentra también un artículo muy bien documentado sobre Sylvain Maréchal, recomendando las ideas antipolíticas o anárquicas que había propuesto al examen, aparte de su sistema patriarcal (lo que quiere decir la autoridad patriarcal en la familia). El periódico rechaza también el exclusivismo de clase, mostrando a casi todos los comunistas famosos, y a los hombres a quienes llama nuestros maestros, como fuera casi todos de la clase obrera, los Pitágoras, Sócrates, Platón, Tomás Moro, Campanella, Mably, Morelly, Babeuf, Buonarroti.

Se conocen los nombres del grupo por el proceso. Los más en vista fueron Jean Joseph May, considerado la cabeza del grupo (refugiado en Londres, más tarde enviado al servicio militar en Africa, como refractario; murió muy pronto), G. Charavay, gorrero (de la familia más tarde tan conocida de los mercaderes de autógrafos) y Page, un joven joyero, el orador del grupo.

A causa de los gritos sobre el extremismo de L'Humanitaire, se sabe exactamente que fue la primera publicación de ese género, el primer órgano del comunismo libertario y el único en Francia durante cuarenta años aún. El período de 1848 a 1851, tan rico en periódicos, los años 1860-1870, la Comuna, tan fértil en publicaciones, no produjeron otro.

Hubo, parece, en el otoño de 1841- 42 un grupo, Les amis du Peuple, que se llamó racionalista y ha podido ser ante todo individualista. Hubo en 1846 - 47 los ilegalistas, a quienes se llamó comunistas materialistas y que fueron condenados por ciertos actos; Coffineau, el más destacado de ellos, había sido del grupo del Humanitaire; pero no se conoce el matiz del comunismo de ese primer grupo de represalias sociales. Los años de 1830 a febrero de 1848, han sido examinados bastante bien en cuanto a las manifestaciones más avanzadas llegadas a París y no se encontró otras expresiones anarquistas que las de Proudhon y los uno, dos o tres grupos comunistas aquí mencionados.

Los hombres que se agrupan alrededor de Proudhon, se ponen de relieve por sus grandes periódicos de los años 1848 a 1850; había en París dos órganos mutualistas independientes además, La France libre, de Maximiliano Marie (de abril a octubre de 1848; 6 números) , y Le Socialiste, journal de l' égaléchange, de C. F. Chevé (de 8 de julio a octubre de 1849; 4 números).

Pero en el orden de ideas del anti-estatismo más inmitigado, surgió en Toulouse un joven, nacido entre 1820 y 1825, aproximadamente, en el extremo sudoeste de Francia, del lado de los Pirineos por tanto -le he oído llamar un vasco, pero ignoro en base a qué autoridad verificada-, que había frecuentado el liceo de Auch y había pasado el año 1847 en los Estados Unidos, que conoció de New Orleans a New York, de donde volvió y fue a París en ocasión de la revolución de febrero de 1848; se encuentra su nombre entre los inscritos del club de Blanqui, la Sociedad republicana central, lo que no prueba opiniones blanquistas en esas semanas agitadas.

Fue Anselme Bellegarrigue, que, algunos meses más tarde, hizo aparecer el folleto Au fait, au fait! Interprétation de l'idée démocratique, impreso en Toulouse (1848, 84 págs. en 16o) y que fue el redactor del diario La Civilisation, aparecido en Toulouse del 14 de marzo de 1849 - el número 2 es del 15 de marzo - hasta el número 242 del 22 de diciembre de ese año; el periódico continuó hasta diciembre de 1851. Fue el órgano cotidiano más difundido de Toulouse en 1849, tirando de 1,800 a 2,500 ejemplares, y aun defendiendo la democracia social más acentuada de entonces, como redactor del periódico, Bellegarrigue pudo imprimirle ampliamente su sello personal. Fue, sobre la base de su experiencia americana del mínimo de gobierno central y de la vida local autónoma de entonces, un repudio completo del gubernamentalismo francés, que floreció en República, como había florecido en monarquía. Apeló como medio para paralizar el organismo gubernamental a la abstención completa, a lo que se ha llamado más tarde huelga política y que él llama en un período en que la democracia quería obrar revolucionariamente (el 13 de junio de 1849) la teoría de la calma. La democracia fue entonces aplastada por el gobierno sin combatir, puesto que el pueblo de París, diezmado en junio de 1848, dejó en junio de 1849, como en diciembre de 1851, a la democracia y a la reacción que se las arreglasen como pudiesen. Bellegarrigue mantuvo su punto de vista y, llegado a París en 1850, formó con algunos amigos de su región (uno de ellos Ulysse Pic, que se decía P. Dugers, renegado más tarde, escribió entonces en el mismo sentido que él), la Asociación de libres pensadores de Meulan (Seine - et - Oise), que publicó varios folletos, pero a la que los arrestos impidieron continuar. Así, uno de sus folletos anunciados fue publicado independientemente: L ' Anarchie, Journal de l'Ordre, por A. Bellegarrigue, París, abril y mayo de 1850, dos números de 56 páginas en gr. 8o. Hizo aparecer todavía el Almanach de la Vile Multitude (127 y 128 págs.) y preparó un Almanach de l' Anarchie para el año 1852, que no fue publicado. Había compuesto una novela de recuerdos americanos, cuyos fragmentos han aparecido en 1851 y 1854, y un ensayo sobre las mujeres de América (1851; en pequeño volumen en 1853). Su emigración, probablemente después del golpe de Estado, a Honduras y luego a San Salvador, es cierta y se constató tras las investigaciones incitadas por mí en 1906, la existencia de un hijo suyo en El Pimental, cerca de La Libertad (San Salvador) , pero no he podido tener otras noticias. Tal vez algún lector centro-americano de estas páginas encuentre detalles sobre la carrera de ese hombre, que no fue revolucionario, sin duda, pero que, sin embargo, habría que conocer, puesto que en los años de 1848 a 1850 hizo lo posible para implantar un antigubernamentalismo lógico y consciente en Francia.

Discutió poco las cuestiones sociales, tal vez porque todo lo que sentía contra el gubernamentalismo político lo sentía también contra el gubernamentalismo social. Estaba muy contento de la actitud antiestatista del viejo Lamennais en 1850 en La Réforme (París). Se puede reprochar a Bellegarrigue una exageración de las libertades americanas - del género de Paris en Amérique de Edouard Laboulaye (1862) - aunque su novela lo muestra observador realista. Pero fue verdaderamente afectado por el inmenso apego al poder de los hombres y de los partidos que, en Francia, por la revolución de febrero de 1848, fue intensificado y privó de toda esperanza de vida libre popular; y nadie, según su opinión, ni siquiera Proudhon, era defensor consecuente de la libertad. Según él no se escapa a la brutalidad de este dilema ínexorable: la libertad ilimitada o la presión hasta la muerte, hasta la hoguera; no hay término medio, como no lo hay entre la vida y la muerte (v. La Civilisation, 1 de noviembre de 1849).

Ignoramos si el joven Eliseo Reclus, que pasó el año 1849 hasta el verano al menos en la universidad de Montauban, una ciudad a no larga distancia de Toulouse, veía entonces la Civilisation que redactaba Bellegarrigue a partir de marzo y hasta diciembre del mismo año 1849. Por lo demás es un detalle, pues probablemente se sentía anarquista ya entonces y sobre sus sentimientos tan sociales la crítica fría de Bellegarrigue no habría causado una impresión decisiva, si la anarquía no hubiera nacido en él ya. Pero lo fue desde no se sabe qué fecha de su vida intelectual despierta y ha dejado ese documento titulado Desenvolvimienío de la libertad en el mundo, con la fecha agregada mucho después Montauban 1851. Habría sido escrito, pues, en ocasión de una breve permanencia en Montauban, cuando volvió de Berlín a Orthez en el otoño de 1851. No discutimos esa fecha, que en todo caso es la útima fecha posible; he aquí el extracto que nos muestra al joven Reclus anarquista convencido entonces: Así, para resumir, nuestra finalidad política en cada nación particular es la abolición de los privilegios aristocráticos y en la tierra entera es la fusión de todos los pueblos. Nuestro destino es llegar a ese estado de perfección ideal en que las naciones no tendrán ya necesidad de hallarse bajo la tutela de un gobierno o de otra nación; es la ausencia de gobierno, es la anarquía, la más alta expresión del orden. Los que no piensan que la tierra pueda un día prescindir de la autoridad, esos no creen en el progreso, esos son reaccionarios (véase sobre este texto y otros extractos, mi libro Eliseo Reclus. La vida de un sabio justo y rebelde; Barcelona, La Revista Blanca, 294, 312 págs. en 8o; 1929; vol. I, páginas 72-88). Desde 1930 conozco también otro manuscrito de Reclus muy antiguo, que he caracterizado en un trabajo que debió aparecer en el Suplemento de La Protesta en 1930 y que será insertado en alguna publicación española o italiana.

Eliseo Reclus, en abril de 1851 escribió a su madre que aceptaba la teoría de la libertad en todo y para todo, es el tipo del hombre desinteresado que, desde los sentimientos individuales y sociales que son fuertes en él, llega naturalmente a la inseparabilidad de la libertad y de la solidaridad, y a su fusión, la anarquía socialista que, para él, fue siempre la anarquía económicamente generosa, lo que se llama el comunismo libertario. Esa idea vivía en él, la aplicó en su conducta, pero en mucho tiempo no se hizo su propagandista directo y admitió toda actividad más especializada o menos avanzada siempre que estuviese en la buena dirección. Tenemos pocas impresiones de sus ideas anarquistas antes de 1877, cuando se fundó Le Travailleur. Existe sobre todo su discurso en el Congreso de la Liga de la Paz y de la Libertad, celebrado en Berna en septiembre de 1868, sobre la cuestión federativa ( véase mi biografía - vol. I, págs. 204-211 ). Su discurso del 19 de marzo de 1876 en Lausanna, cuando desarrolló por primera vez en público su concepción del anarquismo comunista, no se ha conservado (v. vol. II, págs. 38 - 41). Para él la mejor parte del antiguo socialismo tal como lo conoció probablemente ya en años anteriores a 1848 en Sainte-Foy-Ia Grande, se ha transmitido en el anarquismo de actualidad moderna, tal como la preconizó desde 1876 a 1905, enriqueciéndolo de año en año por el estudio y la experiencia.

Saludada por el entusiasmo popular que Bakunin ha descrito tan palmariamente en la fortaleza misma, arrojándola a la cabeza del Emperador de la Reacción, Nicolás I (Confesión, 1851), no careciendo de elementos de valor como esos jóvenes hermanos Reclus y tantos otros, no amenazada nunca en el exterior, puesto que toda la Europa de 1848 se inspiró revolucionariamente entonces, la República francesa de febrero no fue sin embargo desde el primer momento - la constitución inmediata por aclamación de un gobierno provisorio - más que un instrumento de la parálisis y de la destrucción de las fuerzas revolucionarias, y de la marcha irresistible hacia la dictadura, y esta vez con los ojos bien abiertos. Encarcelando a los socialistas de acción después del 15 de mayo, masacrando al pueblo de París por millares, aprisionando y deportando, después de las jornadas de junio, muy pronto - para tener un presidente electo - se proyectó la candidatura imperialista del futuro Napoleón III, y fue elegido por el voto de la mayoría campesina y tuvo en lo sucesivo el poder, provocando la colisión del 13 de junio de 1849, que eliminó a los militantes de la democracia por la prisión y el destierro. El golpe de Estado militar del 2 de diciembre de 1851, el Imperio declarado un año después, no fueron más que la consagración de la caída hacia la autoridad intensificada.

¿Qué podían las voces críticas de Proudhon y de Bellegarrigue, contra la ceguera autoritaria de los demócratas y de los socialistas que hicieron el juego de la burguesía y del imperialismo aprisionando y masacrando la flor de sus propios amigos y poniendo por el sufragio universal todo el poder en manos de los delegados de la reacción, de los diputados de la mayoria antirrevolucionaria y del pretendiente imperial electo?

No tardó en desarrollarse un fascismo imperialista. Lo más que se produjo entonces en crítica de ese sistema, fue la idea de la legislación directa por el pueblo, vista la incapacidad de los parlamentarios.

Un demócrata socialista alemán, Rittinghausen, en diciembre de 1850, Víctor Considérant ya en destierro en Bélgica (La solution ou le Gouvernement directe du Peuple; plus de Président, plus de Représentants, 1851) proponen en 1851 esa idea, que encontró un adversario implacable en el terrible fanático de autoridad, el socialista Louis Blanc (Plus de Girondins: La République une et indivisible, 1851). Esa crítica del sistema parlamentario, traducida también en inglés (1851) y más tarde tomada por Rittinghausen en alemán (1858-72) fue punzante y útil, pero el remedio propuesto ponía la decisión en manos de esos mismos electores, que elijen los malos y absurdos diputados que forman los parlamentos. Ese voto universal eligió una asamblea inferior y en respuesta a una cuestión bien directa eligió a Luis Napoleón presidente y más tarde (1852) confirmó su usurpación, y le expresó confianza todavía en la primavera de 1870 (los plebiscitos). Que una mayoría imponga por su voto un mal diputado, un presidente perjuro o una ley de su elección que será reaccionaria, es la misma cosa. Sin embargo esa idea, que se asoció a las antiguas asambleas populares germánicas, sobrevivientes en Suiza (la comunidad campesina de Appenzell) y que desde hace mucho tiempo se practica en Suiza (referendum), fue considerada como etapa hacia la sociedad anarquista por un anarquista de los más revolucionarios, Joseph Déjacque, y por el pensador anarquista más razonado de la Internacional, César De Paepe, todavía en 1864, Bakunin percibió esas ilusiones (1869) y no se habló más de ellas por mucho tiempo. Pero el sovietismo, que algunos anarco-sindicalistas aceptan cada vez más, es una especie de resurrección de ellas, a pesar de la experiencia rusa. En realidad, ni un Parlamento compuesto de elementos muy diversos no puede resolver una cuestión con verdadera competencia científica y técnica por un voto de mayoría - tampoco se confiaría la decisión al azar de una lotería, de un juego de dados -, una asamblea plenaria territorial, local, gremial, incluso una conferencia de expertos, está en la misma posición: las cuestiones importantes no pueden ser confiadas a las decisiones arbitrarias, o el resultado será muy a menudo tal que no puede ser impuesto más que por una autoridad, que es así inseparable de todos esos procedimientos.

Se discutieron en 1850, 1851 diferentes atenuaciones del sistema gubernamental, y los resultados mejor intencionados son quizás reunidos en el proyecto Gobierno directo: Organización comunal y central de la República; por una serie de hombres, entre los cuales Charles Renouvier, Charles Fauvety, Erdan, etcétera, son los más conocidos (París, 1851, III, 421 páginas), pero ¡qué distancia entre esos tanteos y La idea general de Ia revolución en el siglo XIX de Proudhon en el mismo año.

Un autor de buen sentido en Bélgica, Paul-Emile De Puydt (de Mons; 1810 - 1891) diez años después, aunque no fuese más que una extravagancia, pero con un gran fondo de sentido común, en Panarchie (Revue trimestrielle, Bruselas, julio de 1860, págs. 222-45) esboza la coexistencia de las concepciones y aplicaciones sociales en autonomía, sin intervención y agresividad, inspirándose en esa coexistencia realizada ya respecto a las religiones, las ciencias, las artes. He encontrado ese artículo en 1909 y lo he resumido en el Sozialistc (G. Landauer) el 15 de marzo de ese año.

Una concepción amplia de la anarquía, que reconoce la diversidad en sus aplicaciones según las voluntades y los caracteres, es expresada en Philosophie de l'lnsoumission ou Pardon a Cain por Félix P. (New York, 1854, IV, 74 págs. en 12o). He podido darme cuenta de que el autor se llamó Félix Pigna, un proscrito del 2 de diciembre del departamento de Saóne et Loire. Pero cuanto más ciertos folletos contienen razonamientos sensibles, más aislados parecen haber estado; porque este, por ejemplo, es rarísimo. Lo he analizado en la Revue anarchiste (París) de julio de 1922.

La conciencia de que se ha hecho camino falso se despierta lentamente y las mejoras propuestas son bien flojas. Lamennais tenía esa conciencia cuando dirigía La Réforme en 1849. Se conocían desde hacía mucho los Sophismes parlamentaires de Jeremy Bentham (en francés en 1840); La Légomanie por Timon (de Carmenin, 1844). De ese género hubo más tarde La Représentacratie, por Paul Brandat (contraalmirante Réveilliere, 1874) y del mismo autor una cantidad de críticas semejantes en el sentido de la autarquía, como llamó a su manera de ver. Hay naturalmente buen número de publicaciones sobre individualismo, descentralización, regionalismo y sobre lo que Emile de Girardin llamaba en sus artículos y folletos desde 1849 a 1851 simplificar el gobierno, proposición ambigua; porque a menudo un procedimiento complicado proteje todavía al público, porque lo ignora y se abre un camino directo, mientras que el gobierno simplificado presiona directamente. En 1791 Billaud de Varennes publicó el folleto Acephocratie, que no he visto.

Voces aisladas son, por ejemplo, la del proscrito Benjamín Colin, un maestro de Bretaña. Plus de Gouvernement, en favor de una pantocracia (artículo de 1856); observaciones del autor filósofo Charles Richard (1861); y corrientes libertarias en el mundo de los refugiados socialistas. Así, una escisión en la Asociación internacional (de 1855) en Londres, que culminó en 1859 en la reunión de los antiautoritarios franceses en el Club de la libre discusión, que contenía adeptos del anarquismo de Déjacque. Había simpatizantes antiautoritarios en Ginebra entonces, que nos permite adivinar el informe de la reunión del 24 de febrero de 1861. No conozco, si es que apareció, un periódico, L ' Avant-garde, journal international, cuyo prospecto, impreso en Bruselas, anuncia la publicación en Génova para el 1 de octubre de 1864 y contiene la profesión tanto de la liberación de las nacionalidades como el reemplazo del Estado en su aspecto social y económico por el contrato libre. Nacionalismo y proudhonismo mezclados, parece, iniciativa de fuente todavía desconocida para mí. Existe también el grupo desconocido Los leñadores del desierto que publicó folletos clandestinos entre 1863 y 1867, cuyos títulos Révolution - Décentralisation (el primero) y La Liberté ou la mort (el tercero) corresponden a sus tendencias de rebelión descentralizadora destructiva.

Pero la más clara expresión del antipatriotismo libertario y revolucionario fue el folleto belga Les Nationalités considérés au point de vue de la liberté et de l´autonomie individuelle, par un prolétaire (Bruselas, 1862, 52 págs.) cuyo autor es por Héctor Morel, sobre el cual se quisiera estar mejor informado.

Hubo en fin un antiguo diputado y proscrito de diciembre, Claude Pelletier (1816-1880), refugiado en New York, donde llegó a concepciones anarquistas expuestas en varios libros. Les da el nombre de atercracia.

Esas publicaciones, en tanto que son socialistas, muestran un esfuerzo por asociar las exigencias sociales del socialismo con las exigencias de la libertad del individuo. Eso se terminó en la década 1860-1870; en la de 1850 la tradición y el prestigio, tanto de los socialistas autoritarios como de Proudhon, se oponen todavía, y en la proscripción dispersa y dividida, la gran mayoría fue conservadora, es decir perpetuó las escisiones y les agregó otras o asistió a la decadencia gradual de los hombres antes de relieve.

Sólo dos individuos, un obrero pintor y decorador y un joven médico, tuvieron la energía intelectual y moral para hablar altamente, para remover las ideas, para hacer conocer sus pensamientos a pesar del aislamiento que se hizo a su alrededor. Los dos han sucumbido en esta tarea, muriendo prematuramente con los nervios quebrantados, pero no sin haber realizado su obra. Sus contemporáneos y los posteriores a su muerte hicieron el silencio alrededor de ellos, de suerte que efectivamente, han quedado desconocidos para los militantes de sólo unos años más tarde (del tiempo de la Internacional) , que habrían estado muy contentos de conocerlos. Fueron Joseph Déjacque y Ernest Coeurderoy. También Eliseo Reclus pasó esos años por América, por la Luoisiana y Colombia, y luego en Francia, en sus estudios y entre los socialistas humanitarios, sin expresar públicamente su pensamiento anarquista. Estos dos hombres, con Proudhon, claro está, fueron pues la verdadera voz de la anarquía francesa en el periodo de 1852 a 1861.

Joseph Déjacque, de origen desconocido, nacido hacia 1821, sirvió quizás en la marina del Estado, no siendo mencionado en las publicaciones y los procesos de la década anterior a 1848 (probablemente estaba ausente de París) y se le encuentra por primera vez el 25 de febrero entre un grupo de trabajadores del matiz moderado de L' Atelier , signatarios de un mural; después en el Club de las mujeres (socialistas), y sus primeras poesías aparecen entonces. Combatiendo en junio de 1848, es arrestado, llevado a los depósitos de Brest; vuelve a París a fines de mayo de 1849 y es arrestado de nuevo en vísperas del 13 de junio. No encuentro su nombre hasta su condena el 22 de octubre de 1851 a dos años de prisión por la colección de sus poesías Les Lazaréennes. Fables et Poésies sociales. (París, en casa del autor, 1851, en agosto, 46 págs.; edición aumentada, Nueva Orleans, 1857, 199 págs.). No sufre esa condena, pero en ocasión del golpe de Estado del 2 de diciembre, si no antes, se refugió en Londres.

Allí perteneció a esa pequeña parte de la proscripción que no siguió a los grandes jefes, desterrados ellos también, los Ledru - Rollin, Louis Blanc y otros, y se señaló por demostraciones de repudio a su autoridad, por ejemplo, sus versos de 24 de junio de 1852. Habitando en Jersey, en 1852 - 53, compuso La Question Révolutionnaire, una exposición anarquista que, emigrado a América, leyó ante la sociedad de proscritos más avanzada de Nueva York, la cual repudió su extremismo. Hizo imprimir ese folleto (Nueva York, 64 págs. en 32o; 1856). Déjacque figura entre los firmantes del programa de la Asociación Internacional (1855). En Nueva Orleans (1856-58), escribe la famosa utopía L'Humanisphère. Utopie anarchique, que habría querido publicar por suscripción, sin lograrlo. Va a vivir a Nueva York (1858 - 1861), donde lleva a cabo esa publicación por medio de un periódico, casi exclusivamente escrito por él y bien cuidado, Le Libertaire. Journal du mouvement social, del 9 de junio de 1858 al 4 de febrero de 1861; 27 números bien repletos, conteniendo L'Humanisphère. Ese texto, sacado de ese periódico rarísimo, fue publicado en un pequeño volumen en Bruselas (1899, IV, 191 págs. en 12o, con algunas omisiones), y en traducción española (texto completo), en Buenos Aires (Editorial La Protesta). Trabajó todos esos años, fue muy pobre y se consagró a producir y a hacer circular Le Libertaire, que tuvo un tiraje restringido, pero no del todo mínimo, sobre todo en los Estados Unidos, en Londres, en Bruselas y en Ginebra. Había entonces otros dos periódicos franceses en Europa, uno de un socialismo muy moderado, otro Le Prolétaire, de Bruselas, de un socialismo autoritario revolucionario. Fatigado y presa de la crisis de trabajo, al acercarse la guerra civil (una carta del 20 de febrero de 1861 nos muestra su depresión de entonces, no en idea, sino como aislado en aspiraciones sociales en el gran desierto autoritario), volvió a Londres en 1861 y fue a vivir a París, donde no ha debido encontrar un ambiente acogedor y no se sabe cuándo y en qué circunstancia la melancolía o la locura misma hizo presa en él y murió en 1864, si no en junio de 1867, en circunstancias trágicas que no me ha sido posible verificar.

No entro en el análisis de las ideas de Déjacque que había concebido el comunismo anarquista más libre (la comunidad anárquica), pero que, aun buscando para los militantes los medios intransigentes de acción, se esforzaba al mismo tiempo por contar con los hombres tales como son ahora, y por divisar medios de transición, puentes o planchas de salvación para salvarles del barco náufrago del tiempo presente en la tierra firme del porvenir. Aceptó por eso la legislación directa (con mayorías variables según la variación de los asuntos) o parlamentarismo. No son atenuaciones de un moderado, sino el razonamiento de un hombre que se veía absolutamente aislado - llama a Proudhon un anarquista juste-milieu, liberal, pero no libertario -, que ve en hostilidad hacia él a socialistas y republicanos, al pueblo indiferente y sumiso, ninguna fuerza organizada y siente que entre el año 2858 que describe en estado de anarquía pura y el año 1858, que tiene ante él, vale la pena ocuparse de las modalidades de acción colectiva incipiente, de la que había aún tan poca.

Emest Coeurderoy (1825-1862) , fue hijo de un médico republicano de Bourgogne; estudió medicina en París desde 1842, fue interno de los hospitales y cuidó los pobres y los heridos de junio de 1848; de republicano exaltado pasó a ser socialista y fue uno de los participantes de la acción de las Escuelas de París, en el 13 de junio de 1849; se refugió entonces en Suiza, en Lausana, y, expulsado de allí, en abril de 1851, va a Londres. Viviendo hasta entonces, y también en Londres, en el ambiente de los demócratas socialistas del 13 de junio, quizá la capa más simpática de la proscripción, no pudo, sin embargo, como Déjacque, soportar la jefatura de los grandes jefes y les lanza reproches hirientes en el pequeño folleto firmado por él y el joven Octave Vauthier (hermano de un prisionero del 13 de junio), La Barriere du Combat (Bruselas, 1852, en junio, 28 págs. en 8o), escrito de verbo y de desafío que le puso en lo sucesivo en el libro negro de todos los matices autoritarios. Fue por lo demás una contribución a la discusión promovida por los ataques furibundos de Mazzini contra el socialismo.

Compuso ya entonces, de acuerdo a una idea concebida en 1849, su libro De la Révolution dans l' Homme et dans la Societé (Londres, Bruselas 1852, en septiembre, 240 págs.). Viajó por España, por Saboya y por Piamonte, y hace publicar en 1854 en Londres, Jours d'Exil. Premiére partie, 299 págs.; Trois lettres au journal L'Homme, organe de la démagogíe française â l'etranger, 28 págs., y Hurra! ou la Révolution par les Cosaques, en octubre, II, 437 págs.; en diciembre de 1855 aparece Jours d'Exil. Deuxiéme partie (Londres, 1885, 576 págs.), su último volumen, aunque anunció todavía otros escritos, principalmente una segunda y tercera parte de La Révolution par les Cosaques - Les Braconniers ou la Révolution par l'Individu y Le Reconstruction socialiste, lo mismo que una tercera parte de Jours d'Exil. Conocemos, aparte de sus escritos anteriores a 1852, una carta suya a Alejandro Herzen (27 de mayo de 1854), y una declaración, algunos años después, en ocasión de la amnistía de 1859 en Francia, que rehusó aceptar.

Coeurderoy pudo hacer esas publicaciones voluminosas esmeradas y vehementes gracias a los medios de su familia. De una manera o de otra no ha podido continuar haciéndolas, y sin abandonar sus ideas y aunque afectado en su sistema nervioso, sin ser invalidado por una enfermedad, murió en una aldea de los alrededores de Ginebra en 1862 de una manera trágica, tan poco explicada en el verdadero detalle como la muerte de Déjacque, aunque he podido ver la casa y hablar con una persona que vio desarrollarse esos acontecimientos. Lo que es seguro ahora es que su madre, que veneraba su memoria, pero que vio que nadie se interesaba por su obra, quemó al fin de su vida los papeles y lo que había reunido de sus publicaciones, una cantidad considerable. Eso ha contribuido a su rareza extrema, pero todo lo escrito hasta diciembre de 1855 ha sido vuelto a encontrar y yo mismo he publicado una reimpresión de los Jours d'Exil (París, 1910-11; Bibliotheque sociologique, vols. 44, 45 y 46), con una larga biografía, que es el resumen de un manuscrito más detallado. El enigma de su vida de los años 1856 a 1862 {Ginebra) y si hay alguna publicación todavía no encontrada, queda por explorar. Fue el primer anarquista que ha podido hacer amplias publicaciones sin ninguna restricción y eso en los años de plena reacción.

Hay en él partes de utopía anarquista comunista, otras de miseria social opresiva, otras de fustigación a la autoridad del sistema presente y a la ambición democrática y socialista, otras de fraternización de los pueblos y observación de su vida tan diferenciada por territorios. Coeurderoy estaba desde 1849, viendo las derrotas populares, bajo la influencia de una idea, que ha hecho posible que se interpretara superficialmente y mal, pero que hay que saber comprender y poner en el puesto que corresponde. Viendo la impotencia popular, buscaba una palanca de destrucción de la sociedad y la vio en una catástrofe de guerra aplastante, esa invasión de los cosacos, de que entonces se hablaba tanto y que él no rechazaba, sino que la habría saludado como un romano, desesperado por la decadencia de Roma, habría podido saludar un rejuvenecimiento, una fusión de razas, por las invasiones de los bárbaros. En esa Europa trastocada así, veía llegado el tiempo para la destrucción de la autoridad (Les Braconniers ou la Révolution par I'Individu; probablemente la guerrilla antiautoritaria), y sobre el terreno desbrozado así, tendrá lugar la reconstrucción socialista en solidaridad, fraternidad y libertad completa para llegar a la belleza de sus sueños utópicos. Joseph Déjacque, en 1859, escribió que los bárbaros de esa invasión serían los trabajadores y campesinos europeos mismos; de París, Londres, Roma, Nápoles, el torrente destructor comenzaría su inundación. Presintió esas fuerzas que la Internacional, desde 1864, trató de levantar, que el sindicalismo revolucionario asoció en proporciones mucho más grandes, que, en fin, en nuestros días tendrían bastantes buenas razones para levantarse por sí mismos uno de estos días ... Pero hay que observar bien que Coeurderoy, estableciendo las tres etapas mencionadas - crisis catastrófica, guerra a la autoridad, reconstrucción - no salta a las estabilizaciones, como se hace hoy (Estado socialdemócrata, dictadura bolchevista, régimen sindicalista universal). Mantiene la continuidad de la evolución; la catástrofe no crea más que las posibilidades de acción - cuando se lucha por extirpar la autoridad -, y luego se coordina y reconstruye.

Al examinar de cerca los escritos de Kropotkin, se ve que él insiste también sobre ese período de 3 a 5 años (cifras imaginadas sobre los años 1788 - 1793 de la revolución francesa), cuando después del acto inicial, el ascendiente ganado por el pueblo, las instituciones autoritarias serían incesantemente combatidas y la idea anarquista entraría en la conciencia de todos. Ni Bakunin ni Malatesta habrían diferido de esa opinión, y sólo interpretando superficialmente algunas observaciones de Kropotkin (si en veinticuatro horas, como dice el viejo Blanqui ... ) , se ha podido saltar a la conclusión que el comunismo anarquista podrá ser improvisado de lleno, como por un golpe de varita mágica. Desbrozar el terreno por un cataclismo que destruya el viejo orden, prepararlo y sembrar la idea a manos llenas, y luego, como cosecha, reconstruir - tales fueron las ideas ya de Coeurderoy -, así como veinticinco años después las de Kropotkin y otros.

Proudhon, Bllegarrigue, Coeurderoy, Déjacque, esos cuatro hombres presentan una bella obra anarquista para los años desde 1840 a 1865. ¡Pero qué aislamiento entonces! Estaba además Pisacane, que fue muerto, y Pi y Margall, que no continuó su trabajo inacabado de 1854. Bakunin estaba en la fortaleza, Elíseo Reclus en los países tropicales, Max Stirner murió (en 1856) y los individualistas de Modern Times se desinteresaban de los demás libertarios. ¡Y cuántos enemigos e indiferentes, todos los socialistas, todos los trabajadores, con pocas excepciones! Y sus propios amigos y camaradas, ¿qué han hecho por Coeurderoy y Déjacque, que habían afrontado la enemistad de todos por sus ideas y su crítica libertaria? Es un hecho verificado por mí que los militantes y las publicaciones de la Internacional los ignoraban, aunque hormigueaban en los mismos centros de propaganda que los camaradas de esos hombres (Londres, París, Ginebra, Bélgica). Si se dice que fueron hombres de otra generación, cuarentiochistas, tales fueron también muchos militantes de 1860 - 1870 y sus periódicos fueron bastante pobres a menudo para que páginas de esos autores les hayan sido inútiles. Se era en extremo pobres entonces en literatura, no conociendo más que a Proudhon y juzgando el comunismo según Cabet y la Biblia, cuando no se tenía más que contemplar sus expresiones libertarias en Déjacque y Coeurderoy. Yo sé que por algunos pasajes de ciertos autores (S. Engliinder, Rittinghausen, G. Lefrançais, B. Malon, etc.), se podía llegar a los rastros de estos hombres, pero sus escritos mismos, la tradición oral sobre ellos, algunos documentos dispersos, todo eso fue hallado solo mucho más tarde, comenzando por la década 1880 - 1890 tanto por el azar como por un esfuerzo continuo de cuatro o cinco personas, entre ellas Jacques Gross, Bernard Lazare, Pouget, Otto Karmin y yo mismo (desde 1889) con la ayuda de algunos viejos como Lassasie, Lefrançais, Vésinier y otros. En fin, ese esfuerzo se ha hecho, aunque no con la amplitud que yo desearía hoy; pero es demasiado tarde ya: la muerte de los hombres y la muerte también de tantas acumulaciones antiguas, incluso de colecciones más recientes, ha roto esos lazos con el pasado.


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