Indice de Ricardo Flores Magón, el apóstol de la Revolución Mexicana de Diego Abad de Santillán Prólogo de Librado Rivera CAPÍTULO SEGuNDOBiblioteca Virtual Antorcha

RICARDO FLORES MAGÓN,
el apóstol de la Revolución Mexicana

Diego Abad de Santillán

CAPÍTULO PRIMERO

En la penitenciaría de Leavenworth, Kansas. - La juventud de Ricardo Flores Magón. - Fundación de Regeneración. - Los liberales. - A la cárcel. - El Hijo del Ahuizote. - La tiranía porfirista. - El destierro. - La Junta Organizadora del Partido Liberal. Persecusiones. - Cananea, Sonora. - El programa del Partido Liberal. - En Canadá. - La traición. El gobernador Creel.



En la penitenciaría de Leavenworth, Kansas.

El 20 de noviembre de 1922, dos penados de la penitenciaría de Leavenworth, Kansas, se encuentran en las filas de los presos, se saludan como viejos amigos, cambian a hurtadillas un par de palabras para manifestarse recíprocamente que no hay ninguna novedad, y luego cada cual sigue el camino regular de todos los días, de todos los meses, de todos los años.

De esos dos penados, de unos cuarenta y ocho años de edad, uno, semiciego, conserva todavía rastros de una naturaleza vigorosa de atleta; el otro es delgado y de estatura baja. En el semblante de ambos se refleja una historia de sufrimiento y de martirio; tal vez largos años de encierro han dejado en sus cuerpos huellas imborrables de dolor y de privaciones.

Por su aspecto se advierte que no son de raza sajona; en uno, sobre todo, se adivina al criollo mexicano.

Al ver a estos dos penados, se siente instintivamente que no son hombres vulgares, que no pertenecen al tipo común de los presidiarios; sus rasgos son regulares, sus ojos reflejan inteligencia y bondad.

¿Por qué están en Leavenworth? ¿Quiénes son? ¿Cuál es su delito? Estas preguntas se hace todo nuevo habitante de la penitenciaría al verlos. Nosotros sentimos también curiosidad por conocer la historia del atleta semiciego y de su amigo.

El 21 de noviembre, uno de esos penados fue hallado muerto en la celda; su estado de salud era delicado, pero no como para temer la tarde del 20 un desenlace tan rápido y trágico unas doce horas después del encuentro en filas. El superviviente vió a su amigo el 21 de noviembre por la mañana sobre una plancha del hospital, con la cara negra hasta el cuello y la frente tendida hacia atrás, como si el muerto hubiese luchado poderosamente antes de despedirse de la vida. El fallecimiento habia tenido lugar como a las cinco de la madrugada. El director del establecimiento penal, Biddle, y el médico, Yohe, mostraban un aspecto alegre y satisfecho. El médico dijo que la causa de la muerte era una afección cardiaca.

El superviviente quiso enviar a los amigos y deudos del camarada que había dejado de existir, noticias telegráficas; la infausta nueva debía estar redactada más o menos así: Murió repentinamente a las cinco de la mañana, de enfermedad cardiaca según el médico de la penitenciaria, doctor Yohe. Este texto fue rechazado por el alcaide Biddle, pues podía dar pábulo a ciertas conjeturas.

El superviviente describe así unos días más tarde sus impresiones:

Un día funesto, lleno de profundas amarguras y de tenebrosas tristezas, envolvía mi corazón. Una lucha de encontradas ideas arrastraba mi fantasía por el abismo insondable de la desesperación. Por la noche acudían a mi mente, como en tropel, imágenes representando actitudes distintas, pensativas o amenazadoras, con los puños apretados, como impulsadas todas por un solo pensamiento de venganza en contra de tanta maldad humana. Se había hecho desaparecer a un gran pensador, a un filósofo pletórico de bellas y luminosas ideas sobre el establecimiento de una sociedad de verdaderos humanos. Se había cometido un crimen de lesa humanidad en la persona de un hombre bueno, generoso y altruista, cuyos ideales de justicia sintetizan las sublimes aspiraciones de todos los pueblos esclavos de la Tierra. Se había quitado la existencia a un hombre honrado ...

¿Una muerte repentina o un asesinato? ¡Quién sabe! El superviviente abriga la convicción de que su amigo fue muerto violentamente por las autoridades de la prisión.

En las líneas transcritas se habla del muerto como de un filósofo, de un pensador, de un hombre bueno, y altruista y honrado. ¡En nuestros tiempos no es ya una novedad que los hombres de méritos superiores mueran en la cárcel y los malvados ocupen los puestos del privilegio y del mando en la sociedad!

La tragedia de la madrugada del 21 de noviembre de 1922 en Leavenworth tuvo un eco de indignación en todos los rincones de la Tierra; la prensa de los trabajadores acusó espontáneamente al gobierno de los Estados Unidos de haber quitado la vida a ese penado semiciego, y una nueva mancha sangrienta quedó estampada en la historia del país de los bravos y los libres. El nombre del muerto en la penitenciaría de Leavenworth es Ricardo Flores Magón; el del superviviente, Librado Rivera. Hablemos del muerto, de su vida, de su delito. ¿Quién es Ricardo Flores Magón?

La juventud de Ricardo Flores Magón.

Ricardo Flores Magón nació en San Antonio Eloxochitlán, distrito de Teotitlán del Camino, Estado de Oaxaca, México, el 16 de septiembre de 1873. Su padre, Teodoro Flores, era de raza indtgena pura; su madre, Margarita Magón, era mestiza; uno de sus abuelos procedía de Cartagena, España. La familia no disponía de bienes económicos, pero, sin embargo Ricardo comenzó en México sus estudios en la escuela nacional primaria número uno; luego paso a la Escuela Nacional Preparatoria, y en 1893, a los veinte años de edad, ingresó en la Escuela Nacional de Jurisprudencia, donde cursó tres años.

Su padre murió en 1893. En 1892 vio por primera vez, en calidad de preso, uno de los aspectos trágicos de la dictadura de Porfirio Díaz: la cárcel. Los estudiantes de México habían hecho una manifestación para protestar contra la segunda reelección de Díaz y de resultas de esa manifestación, síntoma del descontento insoportable para el tirano y la camarilla de científicos que le rodeaba, hubo numerosos arrestos de estudiantes; el pueblo impidió por su protesta inmediata que las gentes de Porfirio Díaz cebasen su odio en los jóvenes, y éstos recobraron pronto la libertad. Este primer arresto decidió al joven Ricardo a abandonar sus estudios, un poco más adelante, y a consagrarse a la lucha contra la tiranía.

En febrero de 1893 entró a formar parte de un periódico opositor: El Demócrata. suprimido antes de haber cumplido el tercer mes de vida; una parte de los redactores fue arrestada. Ricardo supo burlar esta vez las pesquisas.

Porfirio Díaz no quiso creer que fuese posible en México una oposición contra su gobierno y sembró el terror contra los opositores y los rebeldes; como en todas las épocas de despotismo, los agentes policiales envenenaban la vida social y sembraban la desconfianza en los hombres. Las Bastillas de San Juan de Ulúa y de Belén fueron los símbolos vivientes de la dominación porfirista; tras sus muros fue sofocada la voz poco grata a los oídos del dictador, y más de un asesinato cobarde mató en germen veleidades de independencia y de dignidad.

Fundación de Regeneración.

Pero Ricardo Flores Magón no se arredró y continuó actuando en el centro de la lucha antiporflrista; desde muy temprano reveló las cualidades de energía y de claridad de pensamiento que lo distinguieron. El 7 de agosto de 1900 apareció en México el primer nGmero de Regeneración, redactado por Ricardo Flores Magón y su hermano mayor, Jesús. El lenguaje de ese periódico, que había de ejercer tanta influencia en los destinos del pueblo mexicano, llevó el espanto al ánimo de Díaz y de los científicos; se vio pronto que tras esa atrevida publicación había una voluntad indomable; sin esfuerzo alguno los antiporflristas de la ciudad de México fueron agrupándose en torno a Ricardo Flores Magón, en el que vieron el cerebro más consciente y la voluntad más decidida contra la tiranía del general Díaz.

Los liberales.

Todos los descontentos del despotismo porfirista y de sus secuaces se calificaban indistintamente de liberales; bajo esa denominación existían en México diversas tendencias, convicciones más o menos intensas, corrientes de ideas contradictorias, pero unidas pasajeramente por la oposición a Díaz, el interés predominante del momento. En su mayor parte los liberales tentan tendencias librepensadoras y combatían con preferencia al clero, tal vez a causa de los peligros de la lucha directa contra el zar de México. Según la Constitución mexicana, la iglesia estaba separada del Estado, pero en la realidad estaba perfectamente unida a él contra quince millones de habitantes de México. Las leyes prohibían las comunidades religiosas y la intervención eclesiástica en los asuntos públicos, la propiedad de bienes raíces por parte del clero; sin embargo todo eso quedaba fuera de vigor, y el obispo de San Luis Potosí, Ignacio Montes de Oca y Obregón, pudo declarar en Europa que, a pesar de las leyes, las órdenes religiosas prosperaban admirablemente en México. En efecto, Díaz, la mayoría de los gobernadores de los Estados y los altos funcionarios de la administración, todos hacían alarde de catolicismo y todos estaban íntimamente ligados a la iglesia.

En agosto de 1900, un grupo de liberales de San Luis Potosi publicó un manifiesto exhortando a la unión de todos los anticlericales de la República para poner un límite a la dominación del clero y para hacer que fuesen cumplidas las leyes mexicanas; los iniciadores se constituyeron en Club liberal Ponciano Arriaga; en menos de medio año se formaron más de cien clubes en todo el país, una prueba de que la iniciativa de los liberales de San Luis Potosi respondía a una necesidad y a un sentimiento reales.

El 5 de febrero de 1901 se celebró en San Luis Potosi un congreso de los clubes liberales, con asistencia de delegados de todos los rincones de la nación. Las sesiones duraron ocho días, y el que dio un verdadero contingente revolucionario al congreso fue Ricardo Flores Magón que frente a la mayoría de los delegados, en lugar de reducirse a formular ataques a la iglesia y al clero, denunció directamente al tirano Porfirio Dlaz, y habló de la miseria del pueblo laborioso de México. El discurso violento de Ricardo infundió en algunos de los delegados, como por ejemplo en Librado Rivera, un gran entusiasmo, y en otros un prudente temor a ir demasiado lejos y a comprometerse tan abiertamente. El congreso adoptó resoluciones encaminadas a despertar a las masas para que interviniesen más activamente en la vida política del país, impidiendo por medios prácticos que el déspota nombrase directamente los funcionarios administrativos, misión que correspondía legalmente al pueblo. Pero la existencia de esos clubes entrañaba un peligro para la tranqu1lidad del general Díaz y consortes, y tuvieron corta vida.

A la cárcel.

Regeneración seguía vibrando en México y poniendo al desnudo los vicios del régimen porfirista. El mes de mayo de 1901, Ricardo y Jesús Flores Magón fueron arrestados a fin de imposibilitar la vida de ese periódico; de parte de los científicos alguien Se dirigió a la madre de los hermanos rebeldes para que los comprometiese a callar; Margarita Magón respondió: que preferiría ver a sus hijos muertos antes de ser causante de su claudicación. El periódico continuó apareciendo, no obstante la prisión de sus redactores en Belén. Díaz hizo decir a los hermanos Flores Magón que, si volvía a aparecer un solo número de Regeneración, serían asesinados en la cárcel. El 14 de junio murió la madre de los rebeldes y no se les permitió asistirla en sus últimos momentos. Los Flores Magón pasaron cerca de un año, hasta abril de 1902, en Belén. Así terminó la primera época del famoso periódico, uno de los más perseguidos de América.

A partir de este encierro, Jesús Flores Magón comenzó a flaquear en sus romanticismos revolucionarios y se retiró de la lucha; pero su puesto fue ocupado más tarde por Enrique, otro hermano de Ricardo Flores Magón.

5egún parece, Ricardo leyó por esos tiempos, obras de Kropotkin, de Malatesta, de Gorki, y esas lecturas contribuyeron a esclarecer muchos puntos vacilantes y a robustecerlo en su fe. Hay diversos testimonios de una temprana adhesión a las ideas libertarias; pero la lucha contra el porfirismo dejó en las sombras, por algunos años, la tendencia anárquica que germinaba en su corazón.

Lo que pasó con Regeneración y sus redactores en la ciudad de México, sucedió también en los clubes liberales del resto del país. He aquí como fue disuelto el Club Ponciano Arrlaga de San Luis Potosí:

El 24 de enero de 1902 celebraba el club una sesión pOblica, numerosamente concurrida. En medio del público se habían introducido soldados y gendarmes armados con pistolas, disfrazados de civiles. Un diputado, el licenciado Heriberto Barrón, había sido comisionado por el gobierno para buscar el medio de deshacerse de los liberales de San Luis. En un momento determinado de la sesión, Heriberto Barrón se levantó para protestar contra la labor del club; los soldados y gendarmes disfrazados hicieron lo mismo y promovieron un gran alboroto que deshizo la reunión; se disparó un tiro, del cual se acusa a Barrón, y una nube de policías cayó sobre los liberales, arrestando a veinticinco personas, entre ellas a Camilo Arriaga, presidente del club; a Juan Sarabia, secretario; a Librado Rivera, prosecretario; a Rosalío Bustamante, a José Martínez Vargas, a José Mlllán, etc. Los presos pasaron casi un año en la cárcel.

El club de Lampazos, Estado de Nuevo León, fue disuelto de un modo parecido. Con un pretexto nimio se arrestó a un gran número de sus miembros, entre otros al ingeniero Francisco Naranjo, hijo; Vidal Garza Pérez, César E. Canales, Luis G. Avila, Juan Weiman, Carlos Zertuche, Vidal Garza Zubia y otros. Al ser transportados los presos a la capital del Estado de Nuevo León, el pueblo prorrumpió en gritos y protestas a favor de los liberales; los esbirros hicieron fuego sobre el pueblo. Libertados después de varios meses, no por eso cesaron las persecusiones. Luis M. Benavides, secretario del club, a cuyo cargo estaba el sostenimiento de sus ancianos padres, razón por la cual estaba eximido del servicio militar, fue incorporado al ejército. César E. Canales, vocal, fue agredido a balazos por oficiales del tirano.

La misma suerte sufrieron los clubes liberales de Ciudad Valles, San Nicolás Tolentino, Pachuca, Cuicatlán, Pichucalco y otros muchos. Uno de los más destacados miembros del club de Cuicatlán murió en la cárcel a consecuencia de los malos tratos recibidos.

Esa brutalidad no hizo más que cambiar la táctica de los opositores. En vista de que no eran reconocidas las garantías constitucionales de reunión y de asociación públicas, los clubes en donde había lndividuos enérgicos continuaron en pie clandestinamente.

El Hijo del Ahuizote.

En México se había comenzado a publicar un periódico antirreeleccionista de caricaturas: El Hijo del Ahuizote, a iniciativa de Daniel Cabrera; en él colaboró Ricardo Flores Magón desde el principio; en julio de 1902, Ricardo arrendó la imprenta de la publicación y tomó a su cargo el periódico, cooperando sus dos hermanos, Jesús y Enrique. En septiembre del mismo año, Ricardo y dos compañeros de trabajo, Evaristo Guillén y Federico Pérez Fernández, fueron a dar con sus huesos a la cárcel. Al salir en enero de 1903 en libertad, continuaron la labor antiporfirista. Además de El Hijo del Ahuizote se fundó otro valeroso órgano opositor: Excelsior, dirigido por el inteligente joven Santiago de la Hoz, que murió trágicamente ahogado en el río Bravo al tomar un baño juntamente con sus compañeros, pocos días después de haber cruzado la frontera a Estados Unidos. Ricardo Flores Magón era el alma de esa propaganda. Alfonso Cravioto, uno de los antiporfiristas de entonces, hoy senador nacional, dice de él en una reciente entrevista publicada en El Demófilo del 2 de septiembre de 1924:

Fue uno de los líderes de mayor fuerza que ha producido México, tal vez no era el más inteligente, pero su voluntad tenia algo de extrahumano; era el tipo de un apóstol. Sus tendencias y sus procedimientos eran absolutamente incorruptibles, lo cual le daba una fuerza moral incontrastable ... Ricardo era sobrio, no tenia más vicio que el de fumar. De un espíritu abierto y fraternal. Siempre que alguno de sus compañeros necesitaba dinero, la bolsa de Ricardo estaba abierta para el amigo nacesitado ... A nosotros nos tenía deslumbrados por su carácter de hierro. Desde ese tiempo ya brotaban en su cerebro las ideas socialistas, aunque su acción se concretaba al antiporfirismo.

Los presos de San Luis Potosí, al salir en libertad, para probar lo poco arrepentidos que estaban, instalaron el Club Ponciano Arriaga en la ciudad de México el 5 de febrero de 1903, lanzando un Manifiesto a la Nación en donde se sostenía que la sociedad continuaría la obra interrumpida por los atentados contra los clubes liberales en 1902. Además del Club Ponciano Arriaga existía en la capital otro de nombre Redención, presidido por Santiago de la Hoz: era el club Redención que publicaba Excelsior. El tirano Díaz estaba dispuesto a impedir que se elevaran en su feudo voces condenatorias del despotismo. Una noche de abril de 1903, por una causa baladí penetró la policía en el local de El Hijo del Ahuizote y arrestó a todas las personas que se encontraban allí, incluso los obreros de la imprenta; más de ochenta presos por cuestiones políticas fueron recluidos por entonces en Belén; entre ellos figuraban Ricardo y Enrique Flores Magón, Juan Sarabia, Librado Rivera, Alfonso Cravioto, Humberto Macías Valadez, Manuel Sarabia, Luis Jasso, Santiago R. de la Vega, etc., etc. Como no obstante estas prisiones Excélsior y El Hijo del Ahuizote continuaban viendo la luz, los tribunales pronunciaron un fallo el 9 de junio de 1903, por el que se prohibió la circulación de cualquier periódico escrito por Flores Magón. La Suprema Corte de Justicia de la Nación confirmó el fallo.

El senador Cravioto describe en la entrevista citada la estancia en la cárcel de Belén; primeramente se puso a los presos incomunicados en bartolinas secas, de piso de ladrillo; como los periódicos rebeldes aparecían a pesar de todo, fueron trasladados a las bartolinas subterráneas absolutamente obscuras, con piso blando, de tierra húmeda; pasaron en esa situación intolerable un mes y medio; luego fueron puestos en el departamento de distinción.

Ricardo ha conservado toda su vida la impresión de este encierro. Cuando en 1921-1922 estaba próximo a la ceguera en la penitenciaría de Leavenworth, Kansas, se recuerda de Belén en una carta que publicó The New Republic, el 5 de julio de 1922. Dice así:

Alguna vez cuando aún era joven, fui internado durante varias semanas en un calabozo obscuro, tan obscuro que me impedía verme las manos. Esto aconteció en la ciudad de México, durante aquel horripilante periodo en que Díaz imperaba con mano sangrienta. El calabozo carecía de pavimentos y constituía una capa de fango; de tres o cuatro pulgadas de espesor, mientras que las paredes rezumaban un fluido espeso que impedía secar las expectoraciones que negligentemente habían arrojado sobre ellas los incontables y descuidados ocupantes anteriores.

Del techo pendían enormes telarañas, desde las que acechaban negras Y horribles arañas. En un rincón estaba el albañal, que era un agujero abierto por donde entraba el aire. Ese era uno de los calabozos en los cuales el déspota acostumbraba a arrojar a sus opositores, con la esperanza de quebrantar sus espíritus ... En mi horrible morada pude soportar el viscoso contacto de las paredes -a cuyo recuerdo me estremezco ahora-; mis pulmones, entonces jÓvenes y sanos, pudieron resistir el veneno de aquella tumba; mis nervios, aunqUe sensibles, pudieron ser amaestrados por mi voluntad para responder con sólo un leve estremecimiento a los asaltos y mordiscos de las ratas en la obscuridad ... Mi petate estaba húmedo, así como mi indumentaria; de vez en cuando un golpe en el petate o en el fango, o de mañana en mi cuerpo, me indicaba que una araña había caído y ... un estremecimiento recorría mi sistema ...

La tiranía porfirista.

Porfirio Díaz gozaba en el extranjero de un cierto prestigio; la prensa capitalista norteamericana contribuyó a darle fama, a cambio de los monstruosos favores que otorgó a la burguesía de los Estados Unidos; los capitalistas norteamericanos regalaban a Díaz y a sus gentes acciones en las compañías comerciales e industriales; Díaz pagaba esas liberalidades con vergonzosas concesiones y entregando tierra y bienes que no eran suyos. Cerca de novecientos millones de dólares tenía Wall Street invertidos en México, y eso es una buena prueba de la dependencia económica y política de esta nación, en la que nueve millones de habitantes eran analfabetos; pero donde, en cambio, existía un formidable presupuesto militar para mantener un ejército de sesenta mil hombres, con los batallones especiales de algunos Estados y las gendarmerías. Los trabajadores ganaban unos cuantos centavos diarios y eran sometidos a una explotación desenfrenada, sin consentírseles la menor veleidad de rebelión. Una administración corrupta y una desmoralización pública sin precedentes eran consecuencias inmediatas del régimen de Porfirio Díaz y los científicos. No en vano acusaban los liberales a varios gobernadores de Estados de haber sido bandidos y de haber sufrido procesos por robo antes de ser gobernadores y altos funcionarios de la administración porfirista; no en vano decían que para obtener un puesto público, para ser gendarme, jefe de policía o escribiente, el mejor medio era tener una mujer hermosa o una hermana, y entregarlas a la concupiscencia de los caudillos influyentes.

Díaz dio el ejemplo de cómo puede aprovecharse para uso personal y para beneficio de los parientes y amigos la función gubernativa. Entró triunfante en 1876 relativamente pobre, subió a la presidencia de México y en pocos años se hizo el hombre más rico del país, con fondos en los bancos de Europa y Estados Unidos, con acciones en empresas fabriles, agrícolas, mercantiles y mineras.

El destierro.

La paz porfirista, que beneficiaba tanto la codicia de los capitalistas norteamericanos y el bandidismo gubernamental de México, no volvió a gozar de reposo y de seguridad desde que Ricardo Flores Magón comenzó su campaña vigorosa.

Díaz creyó que la prohibición de los periódicos escritos por el indomable rebelde terminaría por un tiempo la agitación de los opositores. Se engañó. Al salir de Belén, Ricardo y Enrique Flores Magón, con otros más, perseguidos y vigilados extremadamente, resolvieron buscar refugio en los Estados Unidos y continuar desde allí la labor revolucionaria.

En 1904 reanudan Ricardo y Enrique Flores Magón en San Antonio, Texas, la publicación de Regeneración. A poco de reaparecer el periódico, un mercenario del gobierno mexicano entró en el local de la publicación e intentó asesinar a Ricardo; Enrique lo rechazó y fue llevado a la c§rcel, condenándosele a pagar una multa por no haber dejado matar a su hermano.

En vista de las pocas seguridades para la vida, Regeneración fue trasladado a Saint Louis, Mo., en febrero de 1905, en cuya ciudad se reunió Librado Rivera a los Flores Magón.

La Junta Organizadora del Partido Liberal.
Persecusiones.

Con fecha 28 de septiembre de 1905 se constituyó la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano con Ricardo Flores Magón como presidente; Juan Sarabia, vicepresidente; Antonio I. Villarreal, secretario; Enrique Flores Magón, tesorero, y Librado Rivera, Manuel Sarabia y Rosalío Bustamante como vocales. Según las resoluciones tomadas, la Junta residiría en un país extranjero para estar a salvo, hasta donde fuera posible, de los atentados del gobierno de México y tendría por objeto la organización del Partido Liberal Mexicano y la lucha con todos los medios contra la dictadura de Porfirio Draz. La táctica propuesta a los simpatizantes era la constitución de agrupaciones secretas en las localidades respectivas y su comunicación con la Junta; se proponía también apoyar las publicaciones opositoras en México.

Los esbirros de Porfirio Díaz no tardaron en entrar en acción, secundados por las autoridades norteamericanas. El tirano de México sabía comprarse, por sus liberalidades hacia los capitalistas y altos funcionarios de Estados Unidos, una segura complicidad en los crímenes gubernativos contra los enemigos de su gobierno. Sin embargo, el Partido Liberal no exigía reivindicaciones que no estuviesen dentro de los límites de todo Estado constitucional. El lema de la Junta Organizadora era Reforma, Libertad y Justicia, y si propiciaba la conspiración y la rebelión armada, era porque no había otro medio de hacer oír la voz independiente de los que reclamaban condiciones de vida más humanas para el pueblo mexicano.

El 12 de octubre de 1905 fueron arrestados los hermanos Ricardo y Enrique Flores Magón y Juan Sarabia, acusados de difamación por un instrumento de Porfirio Díaz, llamado Manuel Esperón y de la Flor, jefe político en el Estado de Oaxaca, México.

Se trataba de impedir la publicación de Regeneración; las oficinas del periódico fueron saqueadas, la imprenta confiscada y rematada, lo mismo que los muebles. Se añadió a esto la suspensión de la franquicia postal con la fundamentación insostenible que más del cincuenta por ciento del tiraje circulaba en México.

Ese atentado, que no es el primero ni fue el último contra la libertad de prensa en Estados Unidos, obstaculizó por algún tiempo la vida de Regeneración que era ya el órgano más popular de México y el que más daño causaba desde todos los puntos de vista a la dictadura despótica del general Díaz.

Después de algunos meses de encierro, los hermanos Flores Magón y Juan Sarabia salieron en libertad, cuando Villarreal se encontraba desempeñando una comisión en el Estado de Texas, y Regeneración reinició su lucha por la existencia en febrero de 1906, en la misma ciudad de Saint Louis, Mo. A los oídos del déspota mexicano llegaron rumores intranquilizadores, y el terror de las persecusiones se intensificó. La Junta Organizadora del Partido Liberal no se dormía: Ricardo Flores Magón daba el ejemplo de una laboriosidad enorme. Más de cuarenta grupos liberales habran sido formados en México y con grandes esfuerzos se les iba proveyendo de armas. Los hombres sanos del feudo de Díaz se agruparon en torno a Regeneración y a Ricardo Flores Magón, secundando la labor revolucionaria antiporfirista.

Cananea, Sonora.

La barbarie gubernamental de México iba en crescendo. Los crímenes de Cananea, de Veracruz, de Río Blanco llevaron a todas las conciencias honestas una ola de odio a la tiranía. He aquí cómo describe en junio de 1906 el periódico socialista Appel to Reason de Girard, Kansas, los sucesos recientes de Cananea:

Cananea en el territorio de la RepÚblica de México, en el Estado de Sonora, está situada cerca de la frontera de Arizona; su pOblación es de 25 000 habitantes: 5 000 mineros y fundidores trabajan en esa región. El término medio del salario para los obreros norteamericanos es de 3 dólares 50 centavos en oro; a los mexicanos, por el mismo trabajo no se les paga más que 3 pesos moneda mexicana, o sea un dólar y medio, oro. Una ley del Estado de Sonora impide la elevación de los salarios sin la autorización previa del gobernador. Hace algún tiempo ese gobernador, sin duda a causa de sus relaciones amistosas con los propietarios de esas minas, redujo una cuarta parte del salario de los mineros mexicanos.

Cansados de sufrir tales condiciones, los peones pensaron en pedir un aumento de salario. El primero de junio, por la mañana, se presentaron todos al director de las minas de Cananea para hacer valer sus reivindicaciones; su actitud era la de hombres pacíficos.

El director, coronel Green, rodeado por una banda de sicarios armados de fusiles, respandió a las justas reivindicaciones de los peticionarios ordenando a sus criados que fusilaran sin piedad a los obreros mexicanos, y dio él mismo el ejemplo haciendo fuego sobre peones. La primera descarga fue terriblec cerca de cien cadáveres y varios centenares de heridos cayeron en tierra. Los mineros trataron de defenderse con cuchillos y piedras hasta intentaron apoderarse de la persona del coronel Green, pero fueron masacrados después de una resistencia heróica, durante la cual fueron muertos un cierto número de sicarios del director. Esta carnicería tuvo lugar a cuarenta millas aproximadamente de la frontera de Arizona, en la gran cuenca cuprífera que se extiende desde los Estados Unidos hacia el centro de México. Como en todos los otros Estados de la RepÚblica Mexicana, los capitalistas norteamericanos son enteramente dueños de esa región minera cuya principal compañía es conocida con el nombre de Green Consolidated Mining Company; han establecido relaciones amistosas con el gobierno de Díaz y las autoridades de Sonora.

Y todas esas noticias trágicas de la vida del pueblo mexicano eran silenciadas cobardemente por la prensa, sometida al dictador; y cuando era preciso hablar de tales hechos, la desfiguración y las calumnias contra los trabajadores estaban a la orden del día. Los caídos de Cananea, después de haber sido fusilados tan despiadadamente, fueron insultados en la prensa porfirista, la única que podía aparecer en México.

El programa del Partido Liberal.

El 1° de julio de 1906 se expidió el programa del Partido Liberal Mexicano; el programa en sí todavía no revela las ideas libertarias que iban muy pronto a caracterizar toda la labor de la Junta Organizadora y de su órgano Regeneración. He aquí las reformas constitucionales propiciadas por el partido:

Reducción del periodo presidencial a cuatro años y supresión de la reelecclón para el presidente Y los gobernadores de los Estados; supresión del servicio militar obligatorio y establecimiento de la guardia nacional; aumento de la responsabilidad de los funcionarios públicos, imponiendo severas penas de prlslón para los delincuentes; supresión de los tribunales militares en tiempos de paz. Se proponen diversas medidas para el foménto de la instrucción pública y la clausura de las escuelas pertenecientes al clero; enseñanza laica, etc. Diversas reglamentaciones pendientes a restringir los abusos del clero católico, Jornada de trabajo de ocho horas y salario mínimo en toda la República; protección a la infancia; higiene de los talleres; abolición de las actuales deudas de los jornaleros del campo para con los amos; descanso dominical; en una palabra, todas las reivindicaciones que constituyen hoy el programa práctico de los partidos socialistas obreros. Respecto de las tierras, los liberales proponían:

Los dueños de tierras están obligados a hacer productivas todas las que posean; cualquier extensión de terrenó que el poseedor deje improductiva; la recobrará el Estado y la empleará conforme a los artículos siguientes:

A los mexicanos residentes en el extranjero que lo soliciten, los repatriará el gobierno, pagándoles los gastos de viaje, y les proporcionará tierras para su cultivo.

El Estado dará tierras a quienquiera que las solicite, sin más condición que dedicarlas a la producción agrícola y no venderlas ...

El programa del 1° de julio de 1906 se debe en gran parte a Juan Sarabia; Ricardo Flores Magón contribuyó en su parte más radical; pero se comprende que para él, como para otros muchos amigos del Partido Liberal, ese programa tenía sólo un valor pasajero para atraer los elementos liberales, entre los que estaba la parte honesta y sincera del pueblo mexicano, y para no alejar repentinamente por el radicalismo de las demandas y reivindicaciones a una mayoría de los afiliados. Sin embargo, creemos que de haber triunfado el Partido Liberal en su primera tentativa, desgraciadamente frustrada, muchos de los elementos que dio el movimiento anarquista se habrían perdido en la ilusión de hacer la felicidad de México por decreto gubernativo.

En Canadá.

Las persecusiones contra Ricardo Flores Magón y sus compañeros volvieron a poner en peligro la propaganda revolucionaria desde Saint Louis, Mo. Para librarse de nuevos atentados inminentes, y para despistar al gobierno de México, los hermanos Flores Magón y Juan Sarabia se dirigieron a Canadá; Rivera y Manuel Sarabia quedaron en Saint Louis, imprimiendo y enviando Regeneración bajo sobre cerrado.

Los agentes policiales mexicanos no tardaron en descubrir a los fugitivos en Toronto, provincia de Ontario; en vista del constante espionaje, dejaron secretamente esta ciudad por Montreal, provincia de Quebec, donde también se presentaron sus perseguidores.

El 23 de septiembre hubo una señal evidente de despertar del pueblo mexicano, el levantamiento de los grupos liberales de Acayucan y Jiménez; y Ricardo Flores Magón, con los demás miembros de la Junta Organizadora del Partido Liberal, resolvió entrar en acción; para ese efecto se dirigió con Juan Sarabia y Villarreal a la frontera de México a El Paso, Texas. Unos cuarenta grupos, treinta armados, respondían a las reivindicaciones del Partido Liberal. Pero intervino un hecho insospechado.

La traición.
El gobernador Creel.

El Estado de Chihuahua, por su proximidad a la frontera de los Estados Unidos, era el más trabajado por los emigrados mexicanos. En El Paso se publicaba un bisemanal librepensador dirigido por Lauro Aguirre, La Reforma Social; en Del Río, Texas, aparecía un periódico de carácter liberal también, El Liberal, de Amado Gutiérrez, y otros más. Todos hacían obra antiporfirista; y todos, con Regeneración a la cabeza, entraban en México, principalmente por el Estado de Chihuahua. ¡El gobernador de ese Estado, Enrique C. Creel, un advenedizo de la fortuna, fue el instrumento del despotismo que tuvo el honor de sofocar tras los muros de San Juan de Ulúa, y en sangre, el primer ensayo de rebelión armada de los revolucionarios mexicanos!

Por informes confidenciales, Enrique C. Creel supo que se preparaba en El Paso un movimiento insurreccional; el 4 de octubre de 1906 envió el siguiente telegrama al déspota:

Presidente general Porfirio Diaz, Palacio Nacional, México.

En El Paso, Texas, existe un centro revolucionario encabezado por Lauro Aguirre (1) que está activando mucho sus trabajos. Tiene reuniones todas las noches. Se cree que Magón o Sarabia está escondido en El Paso. Están solicitando gente para dar algún golpe. Creo conveniente que el general Vega vaya a Ciudad Juárez a vigilar al enemigo y a infundir respeto. Escribo.

El gobernador.

Porfírio Díaz respondió inmediatamente en el sentido que el general Vega fuese a infundir respeto; pero no con veinticinco hombres, como Creel pedía en su carta sino con cien o más, y con la mislón de denunciar los hechos a las autoridades de El Paso por medio del cónsul. En la carta que siguió al telegrama, el gobernador Creel comunica al general Díaz, entre otras cosas:

El jefe político de Ciudad Juárez me ha conunicado que se cree que estuvo Magón en El Paso, Texas pocos días antes del 15 de septiembre, y que después ha viajado de incógnito por la frontera de Texas y que probablemente se encuentra escondido en El Paso, Texas.

En la misma carta comunica también al déspota:

He escrito a Saint Louis, Mo., solicitando un detective americano de confianza para situarlo en El Paso, Texas, y espero que sus servicios han de ayudarnos bastante para descubrir todo lo que esos malvados están haciendo ...

Se ha descubierto que el gobernador Creel tenía a su servicio, desde mucho antes, detectives norteamericanos a sueldo del gobierno de México, para vigilar los pasos de los liberales expatriados en Estados Unidos. Un corredor de anuncios, de la agencia Pinkerton de detectives, se acercó al grupo editor de Regenerac1ón y consiguió obtener algunos datos concernientes a las actividades de la Junta Organizadora del Partido Liberal. En el informe rendido a Creel, por el detective, se lee la siguiente filiación de Ricardo Flores Magón:

Alto, cinco pies, ocho pulgadas.

Cuerpo: es bastante gordo.

Peso: aproximadamente 225 libras.

Color de los ojos: nuy negros.

Color del pelo: negro rizado.

Color de la tez: trigueño obscuro.

¿Funa? Es un gran funador de cigarros.

¿Habla mucho? Es más bien serio, pero tiene facilidad para hablar y se expresa con elegancia.

¿Habla inglés? Muy poco.

¿Tiene mucho pelo? Bastante.

¿Qué edad tiene? Representa como cuarenta y cuatro años.

¿Es casado? No.

¿Qué otras cosas puede usted decirme sobre el señor Magón?

Que es un periodista muy inteligente, trabajador; activo, ordenado, que nunca se emborracha, que escribe muy bien a máquina, que se hace respetar de las personas que le acompañan; que tiene un cadcter muy resuelto y enérgico y que está fanatizado por la causa que persigue, con ese fanatismo brutal y peligroso que tienen los anarquistas.

En el mismo informe, rendido el 28 de octubre de 1906, se lee igualmente:

De todo el grupo de Regeneración ¿a quién considera usted el hombre más peligroso?

Sin duda a Ricardo Flores Magón.

Y si Ricardo Flores Magón fuese aprehendido y puesto en la cárcel por varios años, ¿qué sucedería?

En el acto se acabaría todo ese movimiento alarmista y agitador, pues él, don Ricardo, es el alma de todo, y sin él nada harían las otras personas ... (2)

El general Vega no quedó inactivo en Ciudad Juárez a donde fuera enviado para imponer respeto. Lo mismo hacían los jefes politicos de los diversos distritos. Oficiales del general Vega se fingieron amigos de los revolucionarios y consiguieron atraer varios a Ciudad Juárez. De ese modo cayeron Juan Sarabia, V. de la Torre y César Canales, el 19 de octubre. En El Paso, Texas, el mismo día fueron arrestados Antonio I. Villarreal, Lauro Aguirre y J. Cano. En una carta al general Díaz, escrita el 20 de octubre, el gobernador Creel, después de dar los informes de los arrestos dice:

Las aprehensiones se hicieron bajo la dirección del señor general don José María de la Vega y con la ayuda muy eficaz del jefe político de Ciudad Juárez y de su comandante de pOlicía Antonio Ponce. También ha prestado muy buenos servicios el capitán Castro, y mucho ha trabajado el cónsul Mallén, aunque le hacen algunos cargos por haberle faltado tino para aprehender a Ricardo Flores Magón ...

En El Paso se recogieron a los presos documentos y correspondencia que dieron a la policía de Creel, base para nuevos atropellos. El gobernador de Chihuahua se mostró satisfecho de la labor realizada, deplorando sólo que se nos haya escapado Magón, como dice en su carta al general Díaz.

Ricardo Flores Magón consiguió escapar con Modesto Díaz, mientras la policía lo buscaba en El Paso, y refugiarse en Los Angeles, California.

El 21 de octubre llegaron Juan Sarabia, César B. Canales y Vicente de la Torre, bien custodiados, a la cárcel de Chihuahua; habían sido transportados de Ciudad Juárez para que el juicio que se les siguiera hiciese un escarmiento; el gobernador Creel quería que el juez de la causa estuviese bajo sus órdenes absolutamente. El déspota telegrafió a su gobernador en Chihuahua, el 23 de octubre:

Diga usted al juez que el caso es excepcional y que debe emplear toda la severidad que sea posible y quepa dentro de la ley, y en algunos casos preparar los procedimientos para que quepa ...

Con ese espíritu en las esferas oficiales había que esperar para los presos el máximo de la pena: Juan Sarabia, César B. Canales y Vicente de la Torre fueron condenados a siete años de prisión, en enero de 1907; otros liberales arrestados por los esbirros de Creel en el Estado de Chihuahua, Eduardo González, Antonio Balza, Elfego Lugo, Nemesio Tejeda, Alejandro Bravo y otros, fueron condenados a penas que variaban de 1 a 4 anos. Todos ellos fueron a dar con sus huesos a San Juan de Ulúa, presidio construido en un islote frente al puerto de Veracruz.

El 30 de octubre, Creel telegrafió al general Díaz:

De las personas comprometidas en Chihuahua, han sido aprehendidas hasta el último. Falta ahora limpiar otros Estados ...

Y la limpia se hizo; numerosos revolucionarios, comprometidos o no en el levantamiento frustrado, fueron encarcelados por largos años en las mazmorras porfiristas. En la ciudad de México cayeron, entre otros, Martínez Carreón y Pérez Fernández, redactor y administrador, repectivamente, de una publicación satírica de oposición, El Colmillo Público, y condenados a largos años de prisión. Martínez Carreón murió en la cárcel de Belén en la ciudad de México.

En Saint Louis, Mo., donde se publicaba Regeneración, el golpe de las persecusiones cayó sobre Librado Rivera. He aquí lo que relata él mismo, en carta dirigida a la embajada mexicana en Estados Unidos, en junio 12 de 1921:

En octubre de 1906 fui arrestado sin orden alguna de arresto y enviado a las oficinas de inmigración de Saint Louis, Mo. De ahí se me plagió en ferrocarril, por la noche, camino a México. Los detectives me dijeron que iba a ser entregado al gobierno mexicano. Pero repentinamente mis guardianes recibieron un telegrama en la pequeña estación de Ironton, Mo., a ochenta millas de Saint Louis, Mo.; en la cárcel de esa población se me dejó completamente incomunicado durante tres semanas.

El telegrama que hizo paralizar la entrega de Rivera a las autoridades mexicanas se debió a una enérgica campaña de varios periódicos de Saint Louis, que exigieron noticias sobre la suerte del detenido, el cual debió ser devuelto y entregado al juez competente, con una acusación falsa por asesinato y robo en México, durante la huelga de Cananea, en junio de 1906. Los testimonios a favor de Rivera fueron de tal naturaleza, que el juez no pudo menos de ponerlo en libertad. Y como el cónsul mexicano no quería soltar su presa y pretendía tramar una nueva acusación, Rivera huyó del juzgado y, después de alguna permanencia en Saint Louis y una penosa peregrinación a pie, consiguió llegar a Los Angeles, California, en junio de 1907.

He aquí la declaración del juez que entendió en la causa contra Librado Rivera:

Ciudad de Saint Louis, Estado de Missouri.

Yo, por la presente, certifico que previa audiencia pública habida ante mí, en mi oficina de esta ciudad, este día 30 de noviembre de 1906, estando presente el acusado y habiendo resultado las pruebas presentadas por los demandantes, en lo absoluto de índole política, el acusado, Librado Rivera, fue absuelto.

James R. Gray, comisionado de los Estados Unidos en Saint Louis.

El mismo caso de Librado Rivera, acusado de asesinato y robo por el gobierno mexicano para obtener la extradición, le sucedió a otros liberales: a Pedro González, Crescencio Villarreal, Trinidad García, Demetrio Castro, Patricio Guerra, Lauro Aguirre, etc., etc. Como la maniobra del asesinato y robo no prosperó, se recurrió al secuestro y así fueron enviados a México muchos enemigos del porfirismo, donde les esperaba la muerte o el presidio. Otro recurso que se puso en práctica para facilitar la entrega de los revolucionarios por los Estados Unidos, fue la intervención del Departamento de Inmigración; según las leyes de inmigración, al descubrirse eh los Estados Unidos un inmigrante que fuese criminal o anarquista, o que hubiese entrado en la nación ilegalmente, siempre que ese descubrimiento fuere hecho en los tres primeros años de su llegada, podía ser deportado por los jefes de inmigración. El dinero mexicano circuló abundantemente por las oficinas de inmigración y los empleados de éstas tuvieron por consiguiente un evidente interés en complacer al gobierno de México. En el invierno de 1906 fueron deportados por las autoridades del Departamento de Inmigración, entre otros, Lázaro Puente, Abraham Salcido, Gabriel Rubio, Bruno Treviño, Carlos Huberts, Leonardo Vlllarreal y otros, de Douglas; de ellos, Lázaro Puente, editor de un periódico en Douglas, habitaba en los Estados Unidos desde hacía tres años ...

Más aún: sucedió más de una vez que los presos destinados a la deportación eran entregados a la pollcía mexicana en la frontera con las esposas en las manos, y era corriente verlos llegar a la prisión de destino en México con las esposas norteamericanas todavía.

La lista de los detenidos y condenados a largos años de prisión por la tentativa frustrada de levantamiento en octubre de 1906 es formidable. Por primera vez la opinión mundial volvió los ojos hacia México y prestó oídos a las defensas de las víctimas del porfirismo. En Cuba se constituye un comité de defensa de los presos mexicanos y la prensa obrera de todos los países condenó acerbamente los crímenes del tirano de México. Un colaborador de Temps Nouveaux escribió en el número del 29 de junio de 1907:

Se saben muy pocas cosas o casi nada de lo que concierne a ese desgraciado país que se llama México; todo lo que se sabe de él, aparte de la prensa asalariada que se consagra a la repugnante tarea de incensar al déspota que oprime a ese pueblo, es que existe.

Las notas emitidas por tales periódicos nos presentan a Porfirio Díaz, el dictador de México, como un ser sobrenatural que hace la dicha de los mexicanos, los cuales, por reconocimiento, lo reeligen cada cuatro años para que pueda continUar gobernando ...

La verdad es, por lo contrario, por comleto diferente de lo que informa la prensa capitalista. Los mexicanos forman el pueblo más desdichado de la Tierra, y la autocracia rusa es cien veces más hunanitaria y más liberal que la autocracia mexicana ...



Notas

(1) En las altas esferas oficiales se creía, en efecto, que el viejo luchador Lauro Aguirre encabezaba algún movimiento revolucionario en El Paso, Texas, tal vez por su franca actitud oposicionista al gobierno de Porfirio Díaz; pero el que en realidad encabezaba el movimiento armado y estaba en secreta comunicación con la Junta revolucionaria de Saint Louis, Missouri, era Prisciliano Silva. (Nota de Librado Rivera).

(2) Todos estos documentos, recogidos al caer Díaz, han sido publicados recientemente por el periódico El Demócrata en sus números correspondientes a 1924. (NdA).
Indice de Ricardo Flores Magón, el apóstol de la Revolución Mexicana de Diego Abad de Santillán Prólogo de Librado Rivera CAPÍTULO SEGUNDOBiblioteca Virtual Antorcha