Indice de Ricardo Flores Magón, el apóstol de la Revolución Mexicana de Diego Abad de Santillán CAPÍTULO TERCERO CAPÍTULO QUINTOBiblioteca Virtual Antorcha

RICARDO FLORES MAGÓN,
el apóstol de la Revolución Mexicana

Diego Abad de Santillán

CAPÍTULO CUARTO

Caída de Porfirio Díaz. - Otra vez a la cárcel. - El Manifiesto del 23 de septiembre de 1911. - La incomprensión de los anarquistas europeos. - Otra vez a la cárcel. - En la brecha. - Jesús M. Rangel. - Nuevo proceso. - La guerra mundial. - Una faceta de la personalidad de Flores Magón. - Las jefaturas. - ¿Huelga o insurrección? - El gran crímen de Ricardo Flores Magón.



Caída de Porfirio Díaz.

El 25 de mayo quedó destrozado el zar Porfirio Díaz y Madero ocupó el puesto vacante. Pero no por eso fueron depuestas las armas. Madero comenzó las persecuciones francas contra los liberales, prohibiendo u obstaculizando la circulación de Regeneración; así como antes de la paz entre Díaz y Madero las respectivas fuerzas se combatían encarnizadamente, muriendo por sus respectivos amos, al día siguiente de la paz esas mismas fuerzas se unieron en gran parte para defender al nuevo presidente y restablecer el orden perturbado desde entonces por los liberales. En junio hubo un encuentro en San Antonio, Estado de Chihuahua, entre grupos liberales y fuerzas maderistas quedando vencedores los primeros, que iban al mando de Inés Salazar, de Jesús Maria Rangel (el mismo revolucionario todavía preso en Texas), y de Lázaro S. Alanís.

Otra vez a la cárcel.

A primeros de junio fue libertado Juan Sarabia, antiguo miembro de la Junta, por Madero, y recibió la comisión de trasladarse a Los Angeles en compañta del licenciado Jesús Flores Magón (fue más tarde secretario de Estado en el gobierno de Madero) para hacer a los miembros de la Junta proposiciones de arreglo y de paz. Sarabia llegó el 13 a las oficinas de Regeneración, y como sus proposiciones no tuvieron éxito, dijo al marcharse:

Puesto que han desechado las ofertas y proposiciones que les hemos hecho, yo les haré todo el mal que pueda.

Efectivamente, unas doce horas más tarde, el 14 de junio a las once y media de la mañana, fueron invadidas las oficinas de Regeneración, registradas minuciosamente y encarcelados Ricardo y Enrique Flores Magón, Librado Rivera y Anselmo L. Figueroa.

La Junta respondió a las proposiciones de paz:

Nosotros estamos convencidos de que la libertad política es una mentira en lo que concierne a la clase trabajadora. Los pobres no reciben ningún beneficio con el hecho de poder designar al honDre que ha de dominarlos, y es por eso por lo que los liberales luchamos por la emancipación económica del proletariado, y nuestro objeto es que la tierra y la maquinaria de producción queden en poder de todos y cada uno de los habitantes de México, sin distinción de sexo ...

Además de la resistencia de los liberales, frente al maderismo surgió otro enemigo no menos irreconciliable, en el Estado de Morelos: Emiliano Zapata.

Ricardo Flores Magón combatía la tiranía en general y no la de Díaz en favor de la de Madero o de cualquier otro, dirigió sus ataques al nuevo gobernante, denunciando sus crímenes y sus traiciones con la misma energía que antes lo había hecho respecto de Díaz. Es verdad: los grupos insurreccionales adictos comenzaron a decrecer y desaparecer, ultimados por la superioridad de las fuerzas enemigas; pero la divisa de Tierra y Libertad quedó en la conciencia de la clase campesina, en espera de que Madero la realizara desde el gobierno; el movimiento de Emiliano Zapata no hubiera sido posible tampoco si no hubiese preparado el terreno la propaganda de Flores Magón.

Ricardo Flores Magón salió en libertad bajo fianza poco después del arresto; quedaron en la cárcel Enrique Flores Magón, Librado Rivera y Anselmo L. Figueroa; los cuatro fueron incoados en un proceso infame por violación de ias ieyes de neutralidad. Cuando se logró obtener algunos miles de dólares se depositó fianza a favor de otro de los presos, Librado Rivera, quedando en la cárcel Enrique Flores Magón y Anselmo L. Figueroa. La fianza para cada uno ascendía a 2 500 dólares.

En mayo de 1911 tuvieron los liberales un nuevo desastre. Rangel, el viejo Silva y otros fueron heridos traidoramente por las tropas maderistas; muchos otros cayeron prisioneros; también en el mismo mes hicieron los tránsfugas del Partido Liberal, Antonio I. Villarreal y Juan Sarabia con el hermano de los Flores Magón, Jesús, y una serie de dudosas personalidades de todos los colores, pero acordes en fortificar la nueva tiranla, un desgraciado ensayo de editar en México un periódico con el título de Regeneración bautizado por Ricardo con el título de Degeneración. Naturalmente todo quedó en la nada tras pocos números, pues hubo de reconocerse que la pluma, la voluntad y la energía de Ricardo Flores Magón no eran patrimonio de cualquiera.

El Partido Liberal tenía cada vez más enemigos; muchos de sus afiliados no pudieron seguir la evolución de la Junta y se retiraron; otros se rindieron a las promesas de los gobernantes, y los mejores, los más conscientes, los más abnegados habían muerto en el campo de batalla desde noviembre de 1910, o estaban presos o heridos; sin embargo, continuaron produciéndose por algún tiempo levantamientos bajo la bandera liberal, aunque en lo sucesivo la labor de Ricardo Flores Magón y sus compañeros consistió mucho más en la propaganda y en el mantenimiento del espíritu revolucionario en el pueblo mexicano que en los actos insurreccionales propios. La insurrección de Zapata se hizo muy popular y consumió muchas fuerzas simpatizantes del Partido Liberal, no obstante ser claramente estatistas los fines de Zapata; pero Zapata significaba siempre un principio de revolución por sus métodos de lucha y por sus reivindicaciones económicas expropiando a los terratenientes y repartiendo la tierra a los peones. Madero intentó someter por la persuasión y por las armas a los rebeldes zapatistas; a Zapata le fue prometida una gran extensión de tierra y una buena suma de dinero para cultivarla a su modo si remita las armas; todo fue rechazado y la lucha armada contra el gobierno central quedó en pie.

Ricardo Flores Magón insistía sin cansarse:

La libertad política sin la indepsndencia económica es una farsa; trabajadores, tomad posesión de la tierra y de los instrumentos de trabajo y estableced el comunismo, la forma natural de convivencia, practicada por el pueblo mexicano durante siglos y para la cual no hay necesidad de preparación científica ni de organizaciones utópicas; sólo hace falta que los trabajadores obren por su cuenta sin reconocer más el derecho de propiedad ni el principio de autoridad.

El 6 de septiembre, después de muchos esfuerzos, salieron en libertad bajo fianza Enrique Flores Magón y Anselmo L. Figueroa.

El Manifiesto del 23 de septiembre de 1911.

El mes de septiembre de 1911 merece también ser recordado por otro acontecimiento. El 23 de ese mes se publicó un Manifiesto de la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano en sustitución del programa del 1° de julio de 1906. En la nueva declaración se concretan los i4eales libertarios de la Junta, compuesta por los hermanos Flores Magón, por Librado Rivera, por Antonio de P. Araujo y por Anselmo L. Figueroa. Queremos transcribir algunos párrafos tomados al azar:

Abolir ese principio (el de la propiedad privada) significa el aniquilamiento de todas las instituciones políticas, económicas, sociales, religiosas y morales que componen el ambiente dentro del cual se asfixian la libre iniciativa y la libre asociación de los seres hunanos ...

Sin el principio de la propiedad privada no tiene razón de ser el gobierno, necesario tan sólo para tener a raya a los desheredados en sus querellas y en sus rebeldías contra los detentadores de la riqueza social; ni tendrá razón de ser la iglesia, cuyo exclusivo objeto es estrangular en el ser humano la innata rebeldía contra la opresión y la explotación .. .

Capital, autoridad y clero: he ahí la trinidad sombría que hace de esta bella tierra un paraíso para los que han logrado acaparar en sus garras por la astucia, la violencia y el crimen el producto del sudor, de la sangre, de las lágrimas y del sacrificio de miles de generaciones de trabajadores, y un infierno para los que con sus brazos y su inteligencia trabajan la tierra, mueven la maquinaria, edifican las casas, transportan los productos, quedando de esa manera dividida la hunanidad en dos clases sociales de intereses diametralmente opuestos: la clase capitalista y la clase trabajadora ...

No escuchéis las dulces canciones de esas sirenas que quieren aprovecharse de vuestro sacrificio para establecer un gobierno, esto es, un nuevo perro que proteja los intereses de les ricos ...

Como la aspiración del ser humano es tener el mayor número de satisfacciones con el menor esfuerzo posible, el medio más adecuado para obtener ese resultado es el trabajo en común de la tierra y de las demás industrias ...

La libertad y el bienestar están al alcance de vuestras manos. El mismo esfuerzo y el mismo sacrificio que cuesta elevar a un gobernante, esto es, a un tirano, cuesta la expropiación de los bienes que detentan los ricos. A escoger, pues: o un nuevo gobernante, esto es, un nuevo yugo, o la expropiación salvadora y la abolición de toda imposición religiosa, política o de cualquier otro orden.

El grito de guerra de los liberales era Tierra y Libertad. Y esas dos palabras concretan verdaderamente todo el programa de Ricardo Flores Magón y el de los anarquistas en general.

En octubre, Mother Jones, persona muy conocida en el movimiento socialista de los Estados Unidos, visitó al grupo Regeneración en comisión del gobierno de México para incitar a los rebeldes a regresar a su país y a firmar la paz con Madero. Ricardo Flores Magón, sin vacilaciones, respondió en nombre de la Junta:

¿Por qué a nosotros se nos ofrecen comodidades y se deja a quince millones de seres humanos víctimas de la miseria, de la tiranía, de la ignorancia? No, no traicionaremos a nuestros hermanos los desheredados. Preferimos nuestra miseria al remordimiento de haber obrado mal; preferimos las inquietudes de nuestra vida de perseguidos a las delicias de una vida ociosa comprada con una traición; preferimos el presidio y la muerte a que alguien nos arroje con derecho a nuestro rostro esta palabra: ¡judas!

Estas exclamaciones no eran vanas arrogancias de lenguaje: los hechos vinieron a demostrar que salTan de lo hondo del corazón honesto. William C. Owen ha dicho de esos rebeldes que eran fanáticamente leales a sus convicciones anarquistas; también es verdad.

La incomprensión de los anarquistas europeos.

Queremos hablar de un episodio desagradable de la vida de Ricardo Flores Magón: la guerra que le hicieron algunos individuos que se decían anarquistas y que no habían comprendido ni la evolución del Partido Liberal Mexicano ni las condiciones de México. Una de las acusaciones que se hicieron a la Junta liberal fue la de emplear el dinero que recibía de todas partes para el fomento de la revolución mexicana en cuestiones personales. Esa acusación no se hubieran atrevido a hacerla ni los enemigos más reaccionarios de Ricardo Fiores Magón, pues el ejemplo de la vida de ese hombre y de sus compañeros está bien patente como una prueba de su honestidad y de su abnegación. Otro de los reproches que se le lanzaron fue el de propagar el programa del Partido Liberal, promulgado el 1° de julio de 1906, que de ningún modo puede calificarse de anarquista; pero desde 1908 y sobre todo después de salir de la cárcel de Arizona, Ricardo Flores Magón y la mayoría de sus compañeros, si bien siguieron manteniendo ese programa, lo hacían interpretándolo como pan, tierra, libertad y bienestar para todos, nunca en un sentido gubernativo; en sentido gubernativo pensaban Juan Sarabia y Antonio I. Villarreal, pero éstos fueron puestos al margen; el primero cuando se declaró maderista y el segundo cuando demostró no ser apto para evolucionar hacia el anarquismo; recuérdese que la tentativa de 1908 se hizo sin poner a Villarreal -preso con Ricardo Flores Magón y Rivera- en antecedentes de los trabajos que se realizaban. Las contradicciones descubiertas en este dominio se deben, por una parte, al desconocimiento del desenvolvimiento seguido por la Junta Organizadora del Partido Liberal y en segundo lugar a que Flores Magón no era un doctrinario que med1a cada una de las palabras por el rasero de un dogma invariable: escribía con fuego y escribía mucho; no tenía tiempo para reflexionar detenidamente en sus frases, y no es de extrañar que se le hayan escapado expresiones o que no haya pensado en actitudes que hubieran podido ser interpretadas torcidamente. Lo que no se puede negar es que un soplo libertario innegable circula por toda la obra de ese rebelde, aun antes de proclamarse anarquista. Hasta podría afirmarse que jamás pasó por la imaginación de Ricardo Flores Magón, desde 1900, la idea de convertirse en gobernante para salvar a México; si firmó el programa de 1906 con su hermano Enrique y Librado Rivera, fue para atraer ai elemento liberal y orientarlo mejor, como había hecho ya antes al desviarlo de la mera crttica anticlerical para lanzarlo a la gran epopeya antiporfirista. También se dijo (Grave y otros) que la revolución mexicana sólo existía en la fantasía de los redactores de Regeneración de Los Angeles.

He aquí la polémica sostenida en Les Temps Nouveaux, de París.

Un grupo de camaradas franceses solicitó informes para pasar a México con el propósito de luchar por la revolución. A esa demanda respondió un camarada de Regeneración, Manuel G. Garza (Teodoro Gaytán, alejado actualmente de todo movimiento revolucionario), agradeciendo las buenas intenciones; pero advirtiendo que el Partido Liberal no disponta de fondos para equipar, transportar y sostener a los camaradas que deseaban ofrecer su concurso a la revolución mexicana. Y, efectivamente, hay que tener en cuenta las condiciones de México y los momentos de lucha y de incertidumbre de entonces para pensar lo que hubiera significado una docena de anarquistas desconocedores del terreno, del idioma, etc., en el campo de la lucha en que se debatían federales, maderistas, liberales, zapatistas y otros; hubieran resultado más bien una carga que un beneficio. En el número del 2 de marzo de 1912, Les Temps Nouveaux publica un arttculo de R. Froment en que se desprestigia la obra del Partido Liberal Mexicano y se niega la existencia de una revolución social en México, censurando a Regeneración por haber tenido palabras de benevolencia para Zapata, que no era anarquista. En otros diversos periódicos anarquistas se combatía también a Flores Magón y a sus amigos, presentándolos bajo colores bastante ambiguos.

En el número de Les Temps Nouveaux del 3 de febrero intervino Tarrida del Mármol para exponer la situación mexicana y aclarar algunos puntos obscuros. De Flores Magón dice:

... ha tenido el error de atacar con la mayor violencia a antiguos compañeros de lucha, algunos de los cuales son excelentes revolucionarios que han conocido la barricada, la prisión o el destierro, pero que han rehusado seguirle en su evolución anarquista y en su campaña contra Madero en un momento en que este último dirigía el asalto contra la dictadura aún onnipotente. Dicho esto, hay que proclamar bien alto que Ricardo Flores Magón es uno de los luchadores más sinceros, más viriles y más honestos de nuestra época ...

Lo que reprocha Tárrida del Mármol se justifica bien cuando se está en plena lucha y cuando es preciso exigir a los camaradas claridad y sinceridad. Flores Magón no era de esos que podían contemporizar con los que se mostraban vacilantes o ambiguos y no reconocía términos medios: con el Partido Liberal o contra él.

La actitud de Grave y Les Temps Nouveaux motivó una carta de Ricardo Flores Magón, firmada también por Enrique y William C. Owen, a Grave, para protestar contra las acusaciones francas y veladas hechas en Les Temps Nouveaux al grupo Regeneración y a la revolución mexicana. Grave puso una nota al pie de la carta haciendo notar, en resumen, que todas las noticias que circulaban por la prensa obrera sobre la revolución social mexicana procedían de Regeneración, y que si era verdad que en México había lucha por la revolución social, cómo se explicaba que los Flores Magón estuvieran a centenares de kilómetros del teatro de la contienda. A simple vista, las objeciones de Grave parecen lógicas; pero como la mayoría de las que se hicieron a la obra de Regeneración, se debe a un desconocimiento de la realidad.

Emma Goldman tuvo ocasión de tratar a los hombres de Regeneración y no ha hecho en Mother Earth la menor insinuaclón, sino que se esforzó por recoger dinero y enviarlo al periódico.

Voltairine de Cleyre estudió también la revolución de México y no ha podido menos de reconocer su significación y los méritos de la obra de Flores Magón y de sus amigos de la Junta, los cuales no hubieran hecho nunca tanto con las armas en la mano, en México, como con la pluma en Los Angeles. La cobardía no es un reproche que pueda hacérsele a esos hombres, que demostraron en toda su vida heroica que desconocían el miedo; tampoco les podía asustar la cárcel a quienes pasaron los mejores años de su existencia en las diferentes prisiones. Lo que en primer término, los retenía en Los Angeles era la organización de la propaganda y de los grupos insurreccionales; en México hubieran corrido peligro de caer de inmediato en manos de Díaz o de Madero, y con su arresto en una prisión mexicana hubiese terminado todo, porque sin ellos todos los elementos que respondían al Partido Liberal habrían perdido el ánimo y habrían quedado desorientados. Piénsese también en el peligro de intervención norteamericana que Flores Magón quería contrarrestar con su propaganda en Estados Unidos.

Kropotkin se apresuró a enviar a Les Temps Nouveaux, el 27 de abril de 1912, una rectiflcación a las observaciones de Grave y de otros camaradas.

Así explica el viejo anarquista la desilusión de algunos amigos sobre la revolución mexicana:

Como tantos otros italianos, rusos, etc., etc., han soñado probablemente con campañas garibaldinas, y no encontraron nada de eso. Llanuras, campos apacibles que desconfiaban (y con razón) de los extraños y -de tanto en tanto-, ya aquí, ya a veinte leguas al este, al sur o al norte de este punto, a siete. ocho días de distancia, una u otra aldea expulsa a los explotadores y se apodera de la tierra. Después, tras veinte o treinta días, llega un destacamento de soldados del orden; ejecuta a los rebeldes, incendia la aldea y, en el momento en que regresa victorioso, cae en una emboscada, de donde no esCapa más que dejando la mitad del destacamento muerto o herido. He ahí lo que es un movimiento campesino. Y es evidente que si llegaron allá jóvenes que soñaban conuna campaña garibaldina, llenos de entusiasmo militar, no encontraron más que desaliento. Se apercibieron pronto de su inutilidad.

Desgraciadamente las nueve décimas partes (quizás las 99 partes por ciento) de los anarquistas no conciben la revolución de otro modo que bajo forma de combates sobre las barricadas, o de expediciones garibaldinas triunfantes.

Las consideraciones de Kropotkin llevaron a Grave a una especie de rectificación.

Otra vez a la cárcel.

El proceso entablado después del arresto del 14 de junio de 1911 se celebró el 25 de junio de 1912 en los tribunales de Los Angeles, California. Duró tres semanas y constituyen una infame comedia, cuyos testigos de cargo pertenecían todos al elemento de más baja estatura moral, comprados por el gobierno mexicano. Los testimonios favorables fueron casi todos rechazados, y los rebeldes, Ricardo y Enrique Flores Magón, Librado Rivera y Anselmo L. Figueroa fueron condenados a veintitrés meses de prisión, pena expiada en la penitenciaría de la isla de McNeil, Estado de Washington.

El gobierno norteamericano tenía igualmente un gran interés en obstaculizar las actividades de esos hombres, pues las altas finanzas yanquis poseían una gran parte de la riqueza de México y, para conservar y acrecentar esa riqueza, protegieron ayer a Díaz, luego a Madero, después a Carranza, y a todo el que se demostrase dispuesto a someterse a los dictados del capitalismo de los Estados Unidos.

Regeneración siguió apareciendo con más o menos dificultades, redactado en su mayor parte por Antonio de P. Araujo. Numerosas rencillas y ambiciones salieron a la superficie; pero el deseo de apoderarse de Regeneración fracasO. No faltaron tampoco las calumnias más cobardes contra los presos, calumnias que arrancaron a Ricardo Flores Magón estas amargas palabras:

En vez de dársenos en el presidio los cinco dólares diarios y de pasarnos en él una vida regalona, como aseguran nuestros pequeños enemigos, se nos hacía trabajar bajo la lluvia y la nieve, a una temperatura glacial, en aquel lugar del extremo nOrte de este país. Nuestras ropas, destilando agua, se secaban al calor de nuestros cuerpos por la noche, mientras dormíamos en nuestros calabozos. La alimentación que se nos proporcionaba no bastaba para que nuestros cuerpos recobrasen las fuerzas perdidas en las duras faenas del presidio ...

Durante la permanencia en la isla de McNeil un diputado por California, Nolan, hizo gestiones en favor de la libertad de los presos. Wilson se negó a abrir las puertas del presidio a esos hombres, por conceptuarlos demasiado peligrosos.

Por fin, en enero de 1914, salieron en libertad, después de cumplida su condena. Anselmo L. Figueroa, en cuyo cuerpo dejó hondas huellas la vida del presidio, murió el 14 de junio del mismo año.

El 31 de enero hicieron los ex-reos esta deciaración en el perlódico:

Después de la forzada ausencia nos encontramos otra vez entre los libres. Entramos al presidio con la frente levantada y salimos de él con la frente alta diciéndoles a todos, amigos y enemigos: ¡Aquí estamos! ¡Aquí estamos! Si el enemigo creyó aniquilarnos hay que confesar que el enemigo ha fracasado. Los grillos torturaron nuestra carne, pero nuestra voluntad esta entera y hoy somos los hombres de siempre, los rebeldes tenaces, los enemigos de la injusticia ...

En la brecha.

Al salir de la isla de McNeil, la situación mexicana permanecía más o menos idéntica; sólo los hombres del poder y sus contrincantes habían cambiado; en lugar de Madero, estaban en lucha Huerta y Carranza. Emiliano Zapata permanecía inexpugnable en el Estado de Morelos. Las fuerzas liberales habtan ido decreciendo, y sólo de tanto en tanto se escuchaba alguna acción de armas, la toma de un pueblo, una derrota, aprisionamientos, fusilamientos, etc. Pero todo el proletariado mexicano estaba penetrado de la idea de ia toma de la tierra, Zapata mantenía buenas relaciones con los liberales, muchos de los cuales se habían puesto de parte suya, y hasta llegó a ofrecer a Regeneración todo el papel que necesitara siempre que se publicase en la zona por él controlada. Era natural que Regeneración tratase benévolamente a Zapata; las divergencias profundas que separaban de los liberales a Zapata eran evidentes; pero por el momento quedaban debilitadas ante la apremiante lucha a muerte contra los poderes políticos reaccionarios. Zapata queria la libertad económica de los campesinos, la expropiación de la tierra, y no sólo la quería en teoría, sino que la realizó en la práctica.

En agosto de 1914 publicó un manifiesto fechado en Milpa Alta, Distrito Federal; de él tomamos el siguiente párrafo:

... El pueblo de los campos quiere vivir la vida de la civilización, trata de aspirar el aire de la libertad económica que hasta aquí ha desconocido ... Eso de gobierno militar primero y parlamentarismo después, reformas en la administración para que quede reorganizada, pureza ideal en el manejo de los fondos públicos, responsabilidades oficiales escrupulosamente exigidas, libertad de imprenta para los que no saben escribir, libertad de votar para los que no conocen a los candidatos; correcta administración de la justicia para los que jamás ocupan a un abogado; todas esas bellezas democráticas, todas esas grandes palabras con que nuestros abuelos y nuestros padres se deleitaron, han perdido ya su mágico atractivo y su significación para el pueblo. El pueblo há visto que con elecciones o sin elecciones, que con sufragio efectivo o sin él, con dictadura porfirista o con democracia maderista, con prensa amordazada o con libertinaje de la prensa, siempre, y de todos modos, él sigue rumiando sus amarguras, devorando sus humillaciones inacabables, y por eso teme, y con sobrada razón, que los libertadores de hoy vayan a ser iguales a los caudillos de ayer ...

Ciertamente en el zapatismo había tendencias estatistas; pero ningún partido político, y menos los modernos comunistas se han acercado a una solución tan radical del problema agrario, no es preciso advertir que el zapatismo, después de la desaparición de Zapata, se transformó en un partido vulgar con una ideología apropiada para defender los intereses de los grandes propietarios latifundistas.

Flores Magón intervino fogosamente en la propaganda desde el primer día de su liberación; las flechas agudas de su ingenio se dirigieron principalmente contra Venustiano Carranza, que disputaba a Huerta la presidencia y que estaba protegido por los Estados Unidos. Flores Magón tenía sus prevenciones contra Estados Unidos, cuyos capitales habían convertido a México en una dependencia de Wall Street. Por lo demás, le sobraba razón. Pero su anticarrancismo era al mismo tiempo una exposición práctica de las ideas anarquistas. No se redujo a criticar y sacar a relucir los crímenes de los nuevos gobernantes, sino que al mismo tiempo expuso el verdadero camino de la emancipación. Como desde 1910 no cesó de repetir: el mal no es un hombre, sino un sistema, incitando a la acción directa de los desheredados.

Jesús M. Rangel.

Al conseguir Rangel la libertad, trasladado en 1912 del hospital Juárez a la ciudad de México, se puso de inmediato en acción, trasladándose a los Estados Unidos después de una gira por el sur, donde operaba Zapata. Organizó en el Estado de Texas una nueva guerrilla, y el 11 de septiembre de 1913 se puso en marcha para México. Unos espías norteamericanos sorprendieron a los rebeldes, matando a Silvestre Lomas, que servía de centinela al grupo rebelde; los demás hicieron prisioneros a los asaltantes y continuaron su marcha. Por el camino, José Guerra, quien fungía esta vez como jefe de los rebeldes, ajustició al espía Candelario Ortíz por haber sido el que dió muerte a Lomas. Al día siguiente una numerosa partida de fuerzas norteamericanas arrestó a toda la guerrilla de rebeldes, entablándose un ligero tiroteo, en el que pereció uno de los liberales, Juan Rincón; Guerra desapareció también en ese encuentro y se cree que fue muerto por las fuerzas norteamericanas. El total de la guerrilla ascendía a catorce, y son los siguientes:

Jesús M. Rangel.
Charles Cline.
Abraham Cisneros.
Eugenio Alzalde.
Miguel P. Martínez.
Bernardino Mendoza.
Luz Mendoza.
Jesús González.
Lino Gonzá1ez.
Leonardo L. Vázquez.
Domingo R. Rosas.
José Angel Serrano.
Lucio R. Ortíz.
Pedro Perales.

Siguió un monstruoso proceso, y los supervivientes de la frustrada expedición fueron condenados, la mayor parte de ellos, a elevadísimas penas de veinticinco a noventa y nueve años de presidio.

Eugenio Alzalde y Lucio R. Ortíz han muerto en la prisión a manos de sus guardianes, y quedan actualmente Jesús M. Rangel, Charles Cline, Abraham Cisneros, Pedro Perales, Jesús González y Leonardo M. Vázquez, todavía en las cárceles de Texas, olvidados de todos aquellos por quienes expusieron tantas veces la vida en la lucha contra el porfirismo, contra el maderismo, contra el carrancismo ...

Ricardo Flores Magón ha clamado ayuda en favor de los amigos de Texas, ha escrito vigorosos llamados, y no desperdició ninguna ocasión de atraer la atención del mundo sobre la significación de Rangel y companeros en la revolución mexicana. Flores Magón murió sin haber conseguido la libertad de los valientes guerrilleros libertarios, que van a cumplir ya doce años en el presidio.

Nuevo proceso.

El 28 de febrero de 1916 fueron citados a la Corte Federal de Los Angeles, Ricardo y Enrique Flores Magón, a responder, el primero, por tres artículos anticarrancistas, y el segundo por haber escrito que Wilson estaba en connivencia con Carranza; también fue perseguido Wm. C. Owen por haber atacado a Wilson. Ricardo y Enrique Flores Magón quedaron detenidos. Simultáneamente el correo comenzó a poner dificultades a la circulación de Regeneración, quedando, por último, fuera del registro postal, a fin de evitar su circulación.

Ricardo Flores Magón enfermó en la cárcel y fue enviado al hospital en mayo. Después de la farsa del proceso que se les siguió a los acusados, fueron condenados a sufrir la pena de trabajos forzados, tres años para Enrique Flores Magón y un año para Ricardo, a quien se le arrancó de la cama para ir a recibir la sentencia, y como no se esperaba que viviera un año en la cárcel, el juez expresó que debido a su enfermedad se le ponía sentencia tan baja. Se apeló de la sentencia, la cual les fue revocada por el juez de apelaciones de San Francisco, California, durante una nueva acusación, que se le instruía a RIcardo Flores Magón en compañía de Librado Rivera en marzo de 1918.

El juez exigió una fianza de cinco mil dólares para Ricardo y cinco mil para Enrique, suma que no pudo ser recog!da naturalmente, y que si se hubiera presentado no habría sido tal vez admitida, porque lo esencial era retener presos a los rebeldes, por convenir así a los intereses de los amos de México. Alejandro Berkman y Emma Goldman intervinieron y recogieron dinero para la fianza, que tras de no pocos trámites fue admitida y los presos recobraron su libertad provisoria en julio.

Con la misma energía de siempre, con el mismo fuego, con la misma tenacidad, Ricardo Flores Magón prosiguió en su puesto de combate. Carranza no encontró en su camino una persona que lo azotara más despiadadamente que Ricardo. Las largas catilinarias Carranza traiciona la revolución y Carranza se despoja de la piel de oveja, merecen siempre leerse; son un modelo de crítica libertaria a la reacción reformista. Un historiador desapasionado de la vida polttica mexicana no podrá menos que recurrir a los trabajos de Flores Magón para la comprensión de la verdad. El hálito justiciero que circula por esos escritos y los latigazos sangrientos que asesta a los enemigos de la revolución, son imperecederos.

La guerra mundial.

Cuando estalló la guerra mundial, Flores Magón no tuvo un momento de vacilación; en esa guerra no tenían nada que defender los revolucionarios. Con muestras de gran indlgnación, exclamó algunas veces:

¡Esos borregos que agonizan en los campos de batalla de la burguesía, son una amenaza para nuestra libertad cuando están vivos!

Ha visto en la guerra una excelente oportunidad para las agrupaciones de todos los revolucionarios y para una acción internacional contra la explotación y la tiranía.

La prensa obrera y anarquista de los Estados Unidos estaba sufriendo los más brutales atropellos; centenares de revolucionarios de todas las nacionalidades y aun norteamericanos fueron arrestados y condenados a penas fabulosas por delitos de propaganda contra la guerra.

Regeneración no podía salvarse; además de su campaña contra el gobierno de México, que amenazaba sin cesar los intereses de los capitalistas de los Estados Unidos, era un órgano anarquista que circulaba mucho entre el elemento de habla española de la República de los bravos y los libres.

Una faceta de la personalidad de Fiores Magón.

Fue en 1916 cuando escribió Flores Magón su drama Tierra y Libertad, una exposición de sus ideas y de sus críticas a la sociedad actual. También escribió numerosas historietas, utopias comunistas libertarias (El triunfo de la revolución social y Vida nueva). Dio expresión a la riqueza de que desbordaba su cerebro y su corazón en formas populares, accesibles a la comprensión de todas las inteligencias. Los dos pequeños volúmenes Sembrando ideas y Rayos de Luz, publicados últimamente (1) están tomados de Regeneración y contienen una faceta de la inteligencia y de la sensibilidad de Ricardo para llegar al alma de las masas. La mayoría de esos escritos son apropiados para la propaganda campesina y para la lectura en las escuelas. Francisco Ferrer los hubiera recomendado en su sistema de enseñanza. El fondo de toda la visión mental de Flores Magón era el paisaje mexicano, el pueblo mexicano; pero ese apego a su país no le privó un momento de ser internacional y de aspirar a la fraternidad de todos los desheredados de la Tierra. Es verdad: su corazón albergaba más de un reproche contra el pueblo norteamericano; pero es que había sido profundamente herido en sus sentimientos por el desprecio hacia el mexicano que constataba al otro lado de la frontera y porque había visto muchos crímenes contra sus hermanos de raza, porque muchos de sus amigos y él mismo hablan sufrido persecuciones y prisiones en tierra norteamericana; el desprecio hacia los mexicanos en Estados Unidos era artificialmente nutrido por la prensa capitalista; Flores Magón no lo desconocía y por eso atribuía esos odios injustificados e injustos al orden actual autoritario y capitalista. Pero a quienes odiaba tanto como a los verdugos de su país era a los acaparadores de Wall Street, propietarios de industrias, de minas, de ferrocarriles en México; veía que era de ellos de quien dependía México, y no había otro recurso, para romper ese yugo de dependencia económica y política que la expropiación general de la riqueza en beneficio de todos.

Las jefaturas.

Flores Magón ha dicho que él no adulaba ni a los tiranos ni a las masas, y ése fue un lema al que permaneció fiel toda la vida; ha tenido por guía la verdad. y la ha dicho sin reflexionar en las consecuencias. Muchas verdades útiles podrán encontrar siempre los trabajadores de México en los escritos del hombre que tanto ha dado a la causa de la revolución social.

Queremos transcribir algunos párrafos tomados al azar en los escritos de Ricardo Flores Magón.

En vísperas de entrar a la cárcel, en julio de 1911, escribía:

No hay que pensar en jefaturas. Los ideales purísimos que sostenemos están reñidos con imposiciones de toda clase. Que cada uno de vosotros sea jefe de sí mismo, es lo que ardientemente deseamos. Los libertarios no estamos acostumbrados a tener líderes.

Tened presente que estáis luchando por conquistar el derecho a vivir que tiene toda criatura hunana. No estáis luchando por encumbrar a nadie al poder, porque sería tanto como sacrificarse por tener un nuevo verdugo.

¿Huelga o insurrección?

He aquí un concepto particular de las luchas proletarias:

Cientos de huelgas se registran en estos momentos, en todo el país, de carácter más o menos revolucionario -escribía en agosto de 1911-. Hasta hoy las mejores huelgas han sido las de los peones del campo de Yucatán, porque los compañeros trabajadores no han ásumido esa actitud inofensiva de dejar caer la herramienta y cruzarse de brazos en espera de mejores salarios y reducción de las horas de trabajo. Los peones de las haciendas yucatecas han tomado posesión de muchas de ellas y las están trabajando por su cuenta, desconociendo resueltamente el derecho de los ricos de tener a salario a los trabajadores. Otros actos notables de reivindicación de los derechos de los productores han sido la toma de posesión de la tierra por los habitantes del Estado de Morelos, para trabajarla sin amos pues se ha descOnocido a éstos el derecho de propiedad; la toma de posesión de la tierra por los camaradas yaquis y la heróica lucha de éstos contra las fuerzas de Madero, que pretenden desalojarlos de sus tierras ...

Las huelgas de carácter revolucionario se han concretado a volar fábricas con dinamita, a arrasar plantas, a desplomar minas; pero hay que reflexionar sobre esto. Si se destruye la maquinaria, poco se ganará. Hay que tomar resueltamente posesión de las fábricas, de los talleres, de las minas, de las fundiciones, etc. En lugar de dejar caer la herramienta y cruzarse de brazos, en lugar de destruir el patrimonio común, compañeros, hermanos trabajadores, seguid trabajando; pero con una condición: de no trabajar para los patrones sino para vosotros y vuestras familias ...

Sobre la huelga en sí tenía esta opinión:

La huelga no es redentora. La huelga es una vieja arma que perdió su filo dando golpes contra la solidaridad burguesa y la ley de hierro de la oferta y la demanda. La huelga no es redentora porque reconoce el derecho de propiedad, considera que el patrón tiene derecho a quedarse con parte del producto del trabajo humano. Se gana una huelga; pero el precio de los productos aumenta y la ganancia para el trabajador es perfectamente ilusoria. Lo que antes de la huelga valía, por ejemplo, un centavo, después de que ha sido ganada la huelga, valdá dos, con lo que el capital nada pierde y sí pierde el trabajador ...

Mexicanos, éste es el momento oportuno. Tomad posesión de todo cuanto existe. No pagéis contribuciones al gobierno; no paguéis las rentas de las casas que ocupáis; tomad las haciendas para trabajar la tierra en común, haciendo uso de la excelente maquinaria que tienen los burgueses; quedaos con fábricas, talleres y minas, etc. ...

Para Flores Magón el movimiento sindical era insuficiente; y presentaba el ejemplo de la gran American Federation of Labor, con millón y medio de afiliados. Verdaderamente las condiciones mexicanas de entonces se prestaban más para la acción insurreccional armada que para la acción defensiva de los sindicatos. Pero con el tiempo comprendió la razón de ser de las organizaciones obreras, como lo comprendió Kropotkin en sus últimos años.

Si Flores Magón hubiese visto el año de 1921 y constatado que fueron las organizaciones obreras reformistas las que elevaron a la presidencia a Elías Calles, habría llegado a la conclusión de que es preciso arrancar a los trabajadores, por medio de organizaciones obreras económicas y revolucionarias, de los explotadores políticos. Tal labor es larga y paciente, pero a Flores Magón no le faltaba la voluntad para la lucha. Estamos ya en tiempos en que la mera táctica de la insurrección armada se vuelve inofensiva; es preciso hacer frente a la burguesía con armas que hieran más que el fusil o la bomba, y una de las armas que más daño hace al capitalismo y al Estado es la propaganda y la difusión de las ideas libertarias.

Lo importante en Flores Magón es ia rebeldía que inspira; no comprendía la adhesión platónica a las ideas anarquistas; exigía la resistencia constante, con todos los medios, a las imposiciones autoritarias y a la explotación. Y su esfuerzo no ha sido vano. Ha contribuido, más que nadie en México, a elevar el nivel moral del proletariado esclavo.

El gran crimen de Ricardo Flores Magón.

La reacción general en los Estados Unidos no podía menos de alcanzar a Regeneración. como había alcanzado a tantos órganos anarquistas: The Blast, de Alejandro Berkman; Revolt, The Alarm, Volne List, The Woman Rebel, Temple Talk, Voluntad, Germinal, etc., etc. La menor palabra contra la guerra era castigada con una sentencia monstruosa. Luego estalló la revolución rusa, y en Flores Magón, como en tantos otros, produjo el júbilo y el entusiasmo consiguientes. El 16 de marzo de 1918, la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano se dirigió a los miembros del partido, a los anarquistas de todo el mundo y a los trabajadores en general, en un manifiesto firmado por Ricardo Flores Magón y Librado Rivera. Ese escrito no es de ningún modo violento, sino sólo una exhortación para prepararse a tomar una parte activa en los acontecimientos que se aproximaban. Hasta se podría decir que es demasiado manso, que no contiene el fuego habitual de los escritos de Flores Magón. Para juzgar fríamente el crimen de las autoridades norteamericanas, reproducimos íntegro ese manifiesto, que pasa a la historia por haberse fundado en él un negro crimen del sistema capitalista y autoritario:

Compañeros:

El reloj de la historia está próximo a señalar, con su aguja inexorable, el instante que ha de producir la muerte de esta sociedad que agoniza.

La muerte de !a vieja sociedad está próxima, no tardará en ocurrir, y sólo podrán negar este hecho aquellos a quienes interesa que viva, aquellos que se aprovechan de la injusticia en que está basado, aquellos que ven con horror la revolución social, porque saben que al día siguiente de ella tendrán que trabajar codo con codo con sus esclavos de la víspera.

Todo indica, con la fuerza de evidencia, que la muerte de la sociedad burguesa no tarda en sobrevenir. El ciudadano ve con torba mirada al polizonte, a quien todavía ayer consideraba su protector y su apoyo; el lector asiduo de la prensa burguesa encoge los hombros y deja caer con desprecio la hoja prostituida en que aparecen las declaraciones de los jefes de Estado; el trabajador se pone en huelga sin importarle que con su actitud se perjUdiquen a los patrios intereses, consciente ya de que la patria no es su propiedad, sino la propiedad del rico; en la calle se ven rostros que a las claras delatan la tormenta interior del descontento y hay brazos que parece que se agitan para construir la barricada. Se murmura en la cantina; se murmura en el teatro; se murmura en el tranvía y en cada hogar, especialmente en nuestrOS hogares, en los hogares de los de abaJo; se lamenta la partida de un hijo a la guerra, o los corazones se oprimen y los ojos se humedecen al pensar que mañana, que tal vez hoy mismo, el mosetón que es la alegría del tugurio, el joven que con su frescura y su gracia envuelve en resplandores de aurora la triste existencia de los padres que están en el ocaso, será arrancado del seno amoroso de la familia para ir a enfrentarlo, arma al brazo con otro joven que es, como él, el encanto de su hogar, y a quien no odia, y a quien no puede odiar porque ni siquiera le conoce.

Las flamas del descontento se avivan al soplo de la tiranía, cada vez más ensoberbecida y cruel en todo el país, y aquí y allá, y acullá, y en todas partes, los puños se crispan, las mentes se exaltan, los corazones laten con violencia, y donde no se murmura, se grita, suspirando todos por el momento en que las manos encallecidas en cien siglos de labor deban dejar caer la herramienta fecunda para levantar el rifle que espera, nervioso, la caricia del héroe.

Compañeros, el momento es solemne; es el momento precursor de la más grandiosa catástrofe política y social que la historia registra: la insurrección de todos los pueblos contra las condiciones existentes.

Va a ser, seguramente, un impulso ciego de las masas que sufren; va a ser, a no dudarlo, la explosión desordenada de la cólera comprimida apenas por el revólver del esbirro y la horca del verdugo; va a ser el desbordamiento de todas las indignaciones y de todas laa amarguras y va a producirse el caos, el caos propicio al medro de todos los pescadores a río revuelto, caos del que pueden surgir nuevas opresiones y tiranías nuevas porque en esos casos, regularmente, el charlatán es el líder.

Toca pues, a nosotros, los conscientes, preparar la mentalidad popular para cuando llegue el momento, ya que no preparar la insurrección, porque la insurrección nace de la tiranía.

Preparar al pueblo no sólo para que espere con serenidad los grandes acontecimientos que vislumbramos, sino para que sea capaz de no dejarse arrastrar por los que quieren conducirlo ahora por caminos de flores e idéntica esclavitud o tiranía semejante a la que hoy sufrimos.

Para lograr que la rebeldía inconsciente no forje con sus propios brazos la cadena nueva que de nuevo ha de esclavizar al pueblo, es preciso que nosotros, todos los que no creemos en gobierno, todos los que estamos convencidos de que gobierno, cualquiera que sea su forma y quienquiera que se encuentre al frente de él, es tiranía, porque no es una institución creada para proteger al débil, sino para amparar al fuerte, nos coloquemos a la altura de las circunstancias y sin temor propaguemos nuestro santo ideal anarquista, el único humano, el único justo, el único verdadero. No hacerlo, es traicionar a sabiendas las vagas aspiraciones de los pueblos a la libertad sin límites, como no sean los límites naturales, esto es, una libertad que no dañe a la conservación de la especie.

No hacerlo, es dejar manos libres a aquellos que quieren aprovechar, para fines meramente personales, el sacrificio de los humildes.

No hacerlo, es afirmar lo que dicen nuestros contrarios: que está muy lejano el tiempo en que pueda implantarse nuestro ideal. Actividad, actividad y más actividad, esto es lo que reclama el momento.

Que cada honDre y cada mujer que amen el ideal anarquista, lo propaguen con tesón, con terquedad, sin hacer aprecio de burlas, sin medir peligros, sin reparar en consecuencias.

¡Manos a la obra, camaradas, y el porvenir será para nuestro ideal!

Tierra y Libertad.

Ese es el manifiesto por el cual Ricardo Flores Magón y Librado Rivera fueron procesados y condenados, el primero a 20 años y el segundo a 15 años de presidio.

El 15 de agosto de 1918, ambos delincuentes entraban en la prisión de la isla de McNeil, Estado de Washington, a cumplir la sentencia. Flores Magón llegó enfermo a la penitenciaría y fue sometido a tratamiento médico.

Después de haber leído íntegramente el cuerpo del delito, está de más afirmar que el proceso entero ha sido un complot judicial para perder a esos dos hombres.



Notas

(1) El autor se refiere a los tomos publicados por el Grupo Cultural Ricardo Flores Magón en los años 1923 y 1924. En Ediciones Antorcha realizamos una recopilación de estos tomos, véase ¿Para qué sirve la autoridad? y otros cuentos, Biblioteca Virtual Antorcha, primera edición cibernética, diciembre de 2010. Precisión de Chantal López y Omar Cortés.
Indice de Ricardo Flores Magón, el apóstol de la Revolución Mexicana de Diego Abad de Santillán CAPÍTULO TERCERO CAPÍTULO QUINTOBiblioteca Virtual Antorcha