Un lustro de lucha

Cinco años han transcurrido desde que los primeros disparos de los fusiles del proletariado mexicano hicieron rendir a los esbirros del despotismo en Jiménez, Coahuila el 27 de septiembre de 1906.

Cinco años han pasado desde que a sangre y fuego el Partido Liberal Mexicano comenzó a destruir la fuerza del capitalismo dictatorial que sucesivamente ha estado bajo la cabeza de Porfirio Díaz y Francisco L. de la Barra.

Y en este lustro hemos obtenido grandes conquistas y gloriosos triunfos, como sufrido también dolorosas pérdidas.

El paseo de la bandera roja, desde Tijuana hasta Yucatán y de Matamoros a Chiapas, ha constituído uno de los primeros, como también la desaparición de Canales Garza, Ramírez, Manrique, Lugo, Guerrero, Pesqueira, Rodríguez, Stanley, Berthold, Cardoza, Montero y tantos más que murieron con ansias de fundar una sociedad en que el hombre no fuera esclavo del hombre, ha sido una enorme pérdida para los proeltarios mexicanos.

El camino para el triunfo aún es largo. Nuestra causa no es de aquellas que se ganan en un día o en una semana. Requiere grandes esfuerzos y grandes sacrificios.

Por eso, con el mismo entusiasmo continuamos nuestra lucha, a pesar de las persecuciones, la escases de elementos monetarios y la unión de los políticos en nuestra contra.

Por eso, los compañeros siguen quebrando las tablas de la ley en la cabeza de los tiranos, expropiando las tierras y riquezas robadas por los capitalistas y no pararán en su tarea, hasta no ver desaparecido del territorio de México, el último burgués tras la sombra del último político.

Al rememorar en estas columnas la fecha del 27 de septiembre de 1906, enviamos nuestros fraternales saludos a los supervivientes de aquella jornada proletaria que aún permanecen agrupados bajo los pliegues de la bandera de Tierra y Libertad.

Antonio de P. Araujo

(De Regeneración, 30 de septiembre de 1911, N° 57)