Las últimas horas del maderismo

El monstruo agoniza.

Loco criminal que en sus sueños de tiranía creyera poder trepar al sillón en que se sentara el viejo dictador, está pasando por sus últimas horas de vida, sujeto en la camisa de fuerza de los alienistas del proletariado mexicano.

Su elección para la dictadura el domingo pasado selló su sentencia de muerte en las manos del Partido Liberal Mexicano que la llevará a cabo fríamente y sin piedad.

Las columnas liberales, se multiplican en México y marchan en unidad para ajusticiarlo.

Y el reyismo, cruel y vengativo, hace su aparición en la Louisiana para convertirse en el filibustero en Texas y asestarle los golpes que pueda por los Estados del norte.

El maderismo, con su enano demente a la cabeza, hace balance de sus fuerzas y se convence de su impotencia.

El pueblo trabajador está de lado de la bandera roja que proclama Tierra y Libertad.

Los capitalistas, los mercenarios y los jesuitas, del lado del machetero Reyes.

La débil voz de sus diaristas, Urueta y Sánchez Azcona, apenas si se llega a oir.

Las proesas de los Orozco, los Villa y los José de la Luz Blanco fueron mitos.

Los filibusteros cambiaron de alquiler.

El oro de Porfirio Díaz ha vuelto a atravesar el Atlántico y se convierte en Texas en filibusteros, en plomo y en acero bajo el estandarte del bandido Reyes.

Panchito Madero, el loco de La Laguna, está contando sus horas.

Si él dejó escapar a Porfirio Díaz, los liberales no permitiremos su fuga.

Así como el país castigo a Agustín de Iturbide y Fernando Maximiliano de Austria, aquellos dos dementes de la historia, va a obrar con el tercero de la misma manera.

Las escenas de Padilla y el Cerro de las campanas se van a repetir.

Francisco I. Madero será el último loco que ajusticie un pelotón de proletarios bajo la bandera roja.

Antonio de P. Araujo

(De Regeneración, del 7 de octubre de 1911, N° 58)