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Araujo prisionero *
Un atentado que merece la más enérgica censura ha sido cometido en la persona del compañero Antonio de P. Araujo, secretario de la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano. El mismo atentado ha sido cometido en la persona del compañero Norberto Amador, vecino de Caléxico, California.
La Junta tuvo conocimiento por medio de la prensa americana, de que se habían cometido algunos abusos por los rebeldes liberales de la Baja California. A investigar lo que hubiera de cierto en lo dicho por la prensa, salió el compañero Araujo. Se decía que esos abusos habían sido cometidos en el rancho de L. Little, del cual es administrador el señor W. W. MacCarty, y que los que cometieron los abusos eran compañeros de los que componen la Segunda División del Ejército Liberal, en la Baja California.
Araujo llegó a Caléxico y pidió una entrevista al apreciable editor del periódico Calexico Daily Chronicle. La hora de la cita era a las ocho de la mañana del sábado 29 de abril, Araujo, guiado por el valeroso y sincero compañero Norberto Amador, llego en un carruaje a las oficinas del simpático colega, pero viendo que faltaban algunos minutos para que se llegase la hora de la entrevista, pues serían las diez y cuarenta minutos de la mañana, dejó el carruaje a las puertas de la oficina y dió algunos pasos adelante con el compañero Amador para matar tiempo. Poco habían andado nuestros compañeros, cuando fueron alcanzados por el Cabo O´Dell, de la guarnición americana de Calexico, quien los arrestó y los condujo ante un tal Wm. Shunk que parece es quien capitanea a los soldados del gobierno americano. Shunk dijo a nuestros compañeros que estaban arrestados y serían detenidos por diez o quince horas por haber violado una orden dada por el General americano Bliss. ¿Cuál será esa famosa orden? No se sabe; lo que se sabe es que se cometió un atentado con nuestros compañeros. Sí, se ha cometido un atentado que no tiene nombre, porque nadie tiene derecho para impedir que una o dos personas den un paseo a cualquier hora del día o de la noche.
El compañero Amador salió en libertad el día 2 de este mes; pero Araujo está aún en la cárcel, porque dicen los soldados: es un revolucionario.
La Constitución de este país declara que nadie debe ser molestado sin razón, y, dice algo más la ley: que para arrestar a alguna persona, es preciso obtener previamente de algún juzgado una orden de arresto.
Ninguna orden de arresto fue sacada para detener a nuestros compañeros. Se les arrestó, pues, pisoteando la ley. Y fueron los soldados, esto es, los que se dicen sostenedores de las leyes, los que la pisotearon.
Abrid los ojos, adoradores de la ley: la ley es un trapo del suelo para los gobernantes y sus esbirros. La ley burguesa es instrumento de opresión y no lábaro de libertad como lo creen los ciegos.
El compañero Araujo no ha cometido delito alguno. Llevaba una misión de amistad y de concordia. Iba a investigar si era cierto que se habían cometido atentados, que, por lo demás no se han cometido, como lo declara solemnemente el señor W. W. McCarty, quien alaba la decencia con que nuestros compañeros tratan a los habitantes de la región conquistada por las armas liberales.
De hoy en adelante, no sabemos qué ocurrirá en la Baja California. Los liberales que están sobre las armas se muestran sumamente indignados con el mal comportamiento de la milicia americana, y es tiempo de evitar algún disgusto con los residentes americanos de la Baja California, poniendo a Araujo en absoluta libertad. ¿O es que se intenta, persiguiendo a los miembros de la Junta, provocar el enojo de las fuerzas liberales para que trataen mal a los americanos residentes en México, y encontrar en ello un pretexto para que los soldados de los Estados Unidos intervengan en nuestros asuntos?
Hacemos esfuerzos poderosos para apaciguar los ánimos de los compañeros de México tan justamente indignados por los atropellos de que somos objeto los miembros de la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano; pero parece que las autoridades americanas están provocando conflictos que darían malos resultados para todos.
Piense bien Taft en lo que hacen sus servidores los soldados, los detectives, las autoridades federales, y aún los cónsules mexicanos que son los que intrigan para que los revolucionarios no podamos trabajar con desahogo contra la opresión del gobierno y del Capital en México. Hay muchos residentes americanos en México, cuyas vidas se verían en peligro si se provocase una indignación general en todo el país por los ultrajes de que se nos hace víctimas a los revolucionarios.
El deber de Taft es ser neutral en esta contienda. Que retire sus tropas de la frontera mexicana y que ordene a sus sirvientes que se nos trate con decencia a los revolucionarios.
Araujo continúa preso, a pesar de que se le dijo que estaría arrestado solamente diez o quince horas. Se le tiene en un indecente calabozo, verdadera mazmorra donde abundan los piojos, y está absolutamente incomunicado.
La burguesía no quiere que seamos libres; pero lo seremos a pesar de todo. La burguesía de los Estados Unidos es la que empuja a Taft a cometer esas barbaridades.
Y este es el país de las libertades. Y todavía se dice que el gobierno es el encargado de velar por el orden. Vanas palabras; no habrá orden, sino hasta que todos, sin excepción, tengan asegurado el derecho a vivir.
(De Regeneración, del 6 de mayo de 1911, N° 36)
(*) Araujo fue liberado el 5 de mayo de 1911. Nota de Chantal López y Omar Cortés.
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