Índice de Historia del movimiento machnovista de Pedro Archinoff | Capítulo doce | Apéndice | Biblioteca Virtual Antorcha |
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Conclusión
La historia que acaba de narrarse está lejos de representar el cuadro del movimiento en toda su extensión. Hemos descrito -muy sumariamente- la historia de una corriente de ese movimiento, la más importante es verdad, la de la región de Gulai-Polé. Pero esa corriente no formaba más que una parte del todo. Como movimiento social de los trabajadores de Ucrania, el machnovismo se extiende sobre un círculo mucho más amplio que el que hemos podido presentar en el curso de esta obra. El espíritu que lo animaba y las expresiones que empleó removieron a Ucrania por completo. En casi todos los territorios tuvo lugar una cierta conmoción social y psicológica entre los campesinos y los obreros; en todas partes los trabajadores trataron de realizar su independencia en el sentido del machnovismo; en todas partes se oyeron llamados a la revolución social; se emprendieron tentativas de lucha y de creación revolucionarias. Y si hubiésemos podido seguir todas las corrientes y todas las ramificaciones del machnovismo por Ucrania, si hubiésemos podido trazar la historia de cada una de ellas uniéndolas entre sí y esclareciéndolas, igualmente habríamos obtenido un cuadro grandioso de una nación entera y de muchos millones de habitantes en lucha bajo el estandarte del machnovismo por las ideas fundamentales de la revolución -la libertad y la igualdad-. Pero es desgraciadamente imposible realizar un trabajo semejante en las condiciones actuales del bolchevismo aun estando dispuestos a sufrir por ello toda especie de privaciones.
Pero la obra presente, que no concierne más que a una sola corriente del movimiento, es extremadamente reducida. Una vasta documentación, un gran número de hechos, de gestos, de actos y de escritos faltan. Por eso nuestro trabajo se encuentra involuntariamente incompleto en cuanto a la forma y en cuanto al contenido.
Esperamos firmemente que será escrita algún día una historia más detallada y completa del movimiento machnovista.
Además de las fallas que acabamos de indicar, es posible que los aspectos negativos del movimiento no hayan sido suficientemente anotados.
Ningún movimiento social de alguna importancia histórica, por imbuido que esté de aspiraciones exaltadas, podría evitar errores, defectos graves, páginas negras. También hubo evidentemente algo de esto en el machnovismo. Pero es preciso recordar siempre que el machnovismo no tenía de ningún modo la pretensión de hacer experimentos en el dominio social y que por consiguiente no pudo cometer errores en ese sentido. El machnovismo no es más que un movimiento espontáneo de las masas, no representa más que su ímpetu lleno de abnegación para superar la reacción y salvar la causa revolucionaria. Bajo este punto de vista se deben descubrir los aspectos débiles del movimiento.
El error fundamental consiste en que, los dos últimos años, el machnovismo ha estado concentrado en operaciones militares. Sin embargo eso no era una insuficiencia orgánica del movimiento, era más bien, su desgracia. La necesidad de entrar en esa vía le fue impuesta por la situación en Ucrania.
Tres años de guerras civiles ininterrumpidas habían hecho de Ucrania una plaza de armas permanente. Numerosos ejércitos de todos los partidos la habían surcado en todas direcciones, devastando la población, tanto desde el punto de vista material como moral y social. Los campesinos estaban cansados. Sus primeras tentativas de libre organización social fundada en el trabajo habían sido destruidas. El espíritu de creación social fue sofocado. Y, en cuanto al machnovismo, se encontró al fin de cuentas arrancado de su base, es decir, del trabajo socialmebte creador entre las masas, y obligado a consagrarse a la guerra revolucionaria, es verdad, pero siempre en guerra.
Los enemigos de la libertad se aplicaron con todas sus fuerzas a impedir que la insurrección saliera del camino arduo de las operaciones militares. Esa es la gran tragedia del machnovismo. La ha sufrido durante dos años y a juzgar por las condiciones de la vida en Rusia le ocurrirá lo mismo en el porvenir.
Esto nos exime de responder a aquellos anarquistas que, mal informados, fundándose solamente en las vagas noticias que habían podido obtener de fuentes no bien seguras, reprochaban al machnovismo su carácter militar y por esa razón se apartaban de él. El carácter militar fue impuesto al machnovismo. Más aún. Todas las autoridades que se sucedieron en Ucrania -las comunistas más que las otras- se esforzaban por rechazar el movimiento hacia el bandidismo. Toda la táctica del gobierno de los soviets en su lucha de los últimos tres años contra el machnovismo se basaba en este cálculo. ¿Pero es posible arrojar ese cálculo de los bolcheviques en la balanza contra el movimiento? No. De igual modo, al hablar del carácter marcial del movimiento, no hay que basarse sobre el hecho de que los machnovistas han consagrado mucho tiempo a los combates de caballería y de artillería, sÍno tratar de descubrir dónde comenzó el machnovismo, cuáles eran los fines que se proponía y con cuáles medios contaba para obtenerlos.
Sabemos que comenzaron por destruir la autoridad y expulsar a los representantes del hetman del país y por proclamar que todas las tierras y todos los bienes industriales pertenecían al pueblo laborioso. Su fin era el establecimiento de la vida libre sobre los fundamentos de la independencia social y económica de la clase obrera. La revolución social y los soviets libres de los trabajadores eran los instrumentos empleados para llegar a ese fin.
En su calidad de revolucionarios de acción, no podían limitarse naturalmente a expulsar al hetman y a proclamar sus derechos. No, para vencer definitivamente a la burguesía, para garantizar esos derechos y las conquistas revolucionarias, organizaron la defensa armada, testimoniando así su profunda comprensión del rol que les había tocado en la revolución social. Porque el programa positivo no podría ser realizado con éxito más que a condición de que los trabajadores destruyan a tiempo la potencia militar del Estado burgués.
Pero debido a que el movimiento, como fuerza activa y ofensiva, no fue sin embargo general y se limitó a algunos territorios solamente, se encontró enseguida rodeado por fuerzas hostiles: los estatistas petlurianos, los estatistas bolcheviques y las numerosas fuerzas armadas de Denikin, que lo aplastaban por todas partes con su colosal potencia militar. Es pues natural que el movimiento haya tenido que sufrir grandes cambios en su táctica, así como en las vías y en los medios de acción empleados, viéndose obligado a consagrar la mayor parte de sus fuerzas al aspecto militar de la lucha por la libertad. Pero como lo hemos dicho ya, ésa no es su culpa, es su desgracia.
La atmósfera belicosa en que se encontraban constantemente rodeados los machnovistas engendró entre ellos muchas particularidades propias de su situación excepcional: una disciplina severa, una gran rigidez frente a sus enemigos. Sin embargo, y a pesar de esas particularidades, los machnovistas eran ante todo revolucionarios. Cuando ocuparon Ekaterinoslav en octubre de 1919, los machnovistas no atacaron a ninguno de los combatientes de Denikin y de los otros ejércitos que estaban en los hospitales de la ciudad, no importa cuál fuese el grado de los heridos, oficiales o soldados. Y esos mismos machnovistas fusilaron a sus propios comandantes Bogdanof y Lachkevitch (1) por sus contravenciones a la disciplina y al honor revolucionario.
Hemos indicado ya en el capítulo IV algunos errores y omisiones importantes del movimiento. Los demás son de importancia tan mínima, que no es necesario mencionarloss (2).
Se promueve la cuestión: ¿cuáles podrían ser las perspectivas actuales del movimiento?
El último año y medio de la lucha de los machnovistas contra el poder comunista ha tenido un carácter exclusivamente militar. Todo trabajo de organización y de instrucción entre los campesinos fue imposible. No quedaba un rincón libre para la obra de edificación socialista. ¿Qué sentido podía tener la continuación de una lucha de ese género? ¿Con qué esperanzas podría ser sostenida?
Es evidente que en el momento actual, cuando el espíritu militar es cultivado, implantado en las dimensiones estatistas panrusas, cuando las masas populares de Ucrania y de la Gran Rusia están completamente subyugadas, cuando todo el país está invadido por una epidemia de delaciones y de juicios inicuos -la situación del machnovismo es de las más precarias- y toda lucha parece estar condenada de antemano al fracaso. Pero ese no es más que el aspecto exterior, en tanto la cuestión es considerada desde un punto de vista estrecho y estatista.
Vivimos en una época revolucionaria, en la cual a los movimientos de la población obrera y campesina suceden después las tentativas reaccionarias de diferentes gobiernos para adueñarse de la situación y establecer su dictadura política. El movimiento de las masas que tuvo lugar en el mes de marzo de 1917 cedió al gobierno de la Duma. Los movimientos agrarios y obreros del verano siguiente tuvieron como contrapeso el establecimiento de un gobierno de coalición entre los burgueses y los socialistas. Sobre el pináculo del poderoso movimiento de los campesinos y de los obreros, que culminó en la revolución de octubre de 1917, se elevó el sistema autoritario de los comunistas.
El hecho de que la autoridad de estos últimos haya logrado mantenerse durante un tiempo bastante largo en la Rusia revolucionaria ha sugerido a muchos el pensamiento de que ese sistema es el producto y la forma natural de la revolución rusa. Pero es un error profundo. La revolución rusa y el sistema autoritario de los comunistas son concepciones antípodas.
En la historia de la revolución rusa, el sistema autoritario de los comunistas representa la forma más sutil y al mismo tiempo la más firme de la reacción. Desde sus primeros momentos se elevó una lucha sin cuartel entre ella y la revolución rusa. En ese combate las masas populares de Rusia han perdido ya las primeras conquistas de su revolución: la libertad de organización, de palabra, de prensa. Esa lucha pasó de una manera o de otra por toda la vasta extensión de Rusia, penetrando en cada aldea y en cada fábrica; alcanzó su apogeo en la insurrección revolucionaria de Ucrania; se extendió luego a varias provincias de la Rusia Central y rugió en la sublevación de los marineros de Kronstadt en marzo de 1921.
Rusia atraviesa actualmente un período de reacción agudo Es imposible predecir si será el movimiento revolucionario de los obreros y campesinos el que obtendrá la victoria o bien la reacción quien llegará a afirmarse por largo tiempo. Pero una cosa es incontestable: el período revolucionario en que Rusia se encuentra actualmente comprometida está lejos de haber llegado a su término; una cantidad enorme de energía revolucionaria ha sido almacenada entre los obreros y campesinos, sus polvoreras rebosan aún de pólvora y las luchas revolucionarias activas de parte de las masas trabajadoras son más que posibles en el curso de los años próximos.
Esas luchas son posibles a consecuencia de tres causas de orden diferente: primero nacen de la acción directa de las masas contra la reacción bolchevique; en segundo lugar, pueden ser consecuencia del ataque de alguna burguesía extranjera contra la revolución rusa o de si algunos de los poderes derribados durante la revolución intentase desviarla. Parecería ante todo que las dos últimas razones mencionadas -la contrarrevolución exterior y la interna- no añadirían elemento alguno a la contrarrevolución comunista existente. Pero, sin embargo, en calidad de fuerzas nuevas, pueden provocar una conflagración entre las masas y éstas, rompiendo entonces la envoltura reaccionaria comunista, darán un ímpetu nuevo a la marcha de la revolución.
El machnovismo se alimenta de esas fuerzas revolucionarias de las masas, momentáneamente oprimidas por la reacción. Con su ayuda ha logrado realizar actos revolucionarios brillantes, de los cuales las autoridades soviéticas se vanaglorian injustamente. Es ella la que hizo sonar la última hora del poder del hetman en Ucrania, la que demolió la empresa de Petlura, la que defendió la causa de la revolución contra Denikin y la que ha contribuido fuertemente a la derrota final de Wrangel.
Puede parecer paradojal afirmar -y sin embargo esta afirmación es de las más exactas- que la autoridad de los comunistas ha logrado implantarse, mantenerse y afirmarse en Rusia gracias a la lucha exaltada de los revolucionarios machnovistas contra las numerosas tentativas de contrarrevolución.
Y, en el porvenir, en tanto que la llama de la revolución no haya sido extinguida en el fondo del alma del pueblo, el machnovismo responderá siempre al llamado para el combate.
En el momento actual se ve obligada a tratar de acomodarse, a aplicar todos sus esfuerzos para sobrevivir durante el período de reacción aguda que atravesamos. No es más que una táctica revolucionaria, una maniobra estratégica que puede durar varios años, es verdad. Pero la suerte del machnovismo y de toda la revolución se decidirá en el transcurso de los próximos cinco o diez años.
La salvación de la revolución rusa consiste en su liberación de las cadenas del estatismo y en la creación de un régimen social fundado sobre los principios de la autodirección de los campesinos y de los obreros, de la sociedad libre de los trabajadores. Y cuando un impulso nuevo se haga sentir de parte de las masas laboriosas, el machnovismo se convertirá en el centro de su unión revolucionaria general. Se convertirá en la palabra de orden, en el estandarte a cuyo alrededor se agruparán todos los bravos, los audaces y los entregados de cuerpo y alma a la causa de los trabajadores. Es entonces cuando la consagración del machnovismo a las masas del pueblo, su experiencia en el dominio de la organización y su genio militar se manifestarán y se desplegarán en toda su amplitud al servicio de la defensa de la revolución social verdaderamente proletaria. He ahí por qué continúa hasta el presente una lucha aparentemente desesperada contra la dictadura comunista. He ahí por qué no cesa de turbar la calma y la paz de los comunistas.
Otra cuestión surge aún.
El movimiento machnovista representa por excelencia el movimiento de los estratos más pobres de los campesinos ucranianos. El triunfo del machnovismo significará el triunfo de esos estratos. ¿Pero significará al mismo tiempo el triunfo de la idea machnovista, el triunfo de la revolución social?
Al día siguiente de la victoria de ese movimiento los campesinos se verán obligados a proporcionar los víveres necesarios para el mantenimiento de los obreros de las ciudades. Y dado que la industria de las ciudades está desorganizada, dado que no ha sido acomodada a las necesidades del campo, los obreros no podrán reembolsar a los campesinos, cediéndoles el fruto de su trabajo. Por consecuencia, los campesinos deberán, durante los primeros tiempos, asegurar voluntaria y gratuitamente el mantenimiento de los obreros de las ciudades. ¿Serán capaces de tal acto de generosidad revolucionaria? Los comunistas no cesan de pintar a los campesinos como fuerza reaccionaria llena de instintos mezquinos y estrechos de pequeños propietarios. Ese espíritu de propiedad, el espíritu de lucha y de avaricia ¿no se impondrá? ¿No volverán las espaldas a la ciudad, abandonándola sin el socorro necesario?
Estamos firmemente persuadidos de que no será así.
El machnovismo entiende la revolución social en su sentido verdadero. Comprende que la victoria y la afirmación de la revolución, el desenvolvimiento de todos los bienes que se derivan de ella no es posible más que a condición de una alianza estrecha entre la clase trabajadora de la ciudad y del campo. Los campesinos comprenden que sin los obreros de las ciudades, sin sus poderosas empresas industriales, no podrían aprovechar la décima parte de las posibilidades que les procura la revolución social. Y al mismo tiempo consideran a los obreros de las ciudades como a sus propios hermanos, como a los miembros de la misma gran familia de los trabajadores.
Es indudable que en el momento de la victoria de la revolución social los campesinos prestarán su apoyo a los obreros. Y será un apoyo voluntario y verdaderamente revolucionario prestado al proletariado de las ciudades. Es preciso decir que actualmente el pan que se quita por fuerza a los campesinos sirve principalmente para alimentar la enorme burocracia gubernamental. El campesino ve y entiende perfectamente bien que ese aparato burocrático que cuesta tan caro no es de ningún modo necesario ni para él ni para el obrero y que frente a los trabajadores desempeña el mismo rol que la oficina administrativa de una prisión frente a los detenidos. He ahí por qué se muestra hostil y avaro ante los recaudadores actuales de las contribuciones y los comisarios y los diversos órganos para el avituallamiento del Estado.
Pero los campesinos aspiran siempre, sin embargo, a ponerse en relación directa con los obreros de las ciudades. Esta cuestión ha sido promovida más de una vez en los congresos campesinos y se decidió siempre en un sentido revolucionario y positivo. Y cuando en el momento de la revolución social las masas del proletariado de las ciudades vuelvan a ganar su independencia y se pongan en relación directa con los campesinos por intermedio de sus propias organizaciones, los campesinos les prestarán el socorro indispensable y les proporcionarán los víveres necesarios, sabiendo que los obreros no dejarán de poner todo el poder gigantesco de la industria al servicio de las necesidades esenciales de los trabajadores de la ciudad y del campo.
El machnovismo no levanta la cortina más que sobre un rincón de la verdadera vida rusa. Está fuera de duda que llegará un momento en que se aclarará enteramente esta verdad. Y entonces será comprendido por todos el rol del bolchevismo en la revolución rusa.
Pero aún en el presente, al menos en el dominio que estudiamos, vemos traslucirse su verdadero carácter. La historia del movimiento machnovista en el curso del cual las masas populares se han esforzado durante años enteros por realizar su independencia en el mejor sentido de la palabra, haciendo para eso los más duros sacrificios, desenmascara violentamente al bolchevismo y destruye por completo la leyenda de su carácter revolucionario y proletario.
En el transcurso de la revolución rusa, toda vez que los trabajadores intentaron un acto de verdadera autonomía, de obrar por sí mismos, el bolchevismo sofocó sus anhelos. Su espíritu reaccionario no fue simulado siquiera en el momento en que era claro para todos, y para él mismo también, que la revolución rusa agonizaba bajo su feroz dictadura. La idea verdaderamente vesánica y enfermiza de encerrar y de mantener por la fuerza la revolución entera en el molde de su programa no fue abandonada por un solo instante.
La salvación de la revolución rusa era posible en 1919 y 1920. La posibilidad no se ha perdido aún. No sería necesario para eso más que una cosa: apelar al espíritu revolucionario de las masas, a la verdadera actividad libre de las organizaciones obreras y campesinas, dejarles libertad para obrar a su modo. Y al volver a encontrar la revolución, su fe y su voluntad se salvarían.
La revolución promovería de nuevo el gran entusiasmo de las masas, despertaría en ellas el ímpetu necesario para una lucha heroica, crearía la aspiración al sacrificio más alto, curaría todas las llagas del organismo social y económico actual.
Los estatistas mienten al decir que las masas no son capaces más que de destruir los vestigios del pasado, y que solamente en esta destrucción son grandes y heroicas, mientras que en la construcción son inertes y lentas.
En el dominio de la creación, lo mismo que en el del trabajo cotidiano, las masas son capaces de heroísmo y de abnegación. Pero para eso es preciso que sientan un fundamento sólido bajo sus pies, es preciso que se sientan realmente libres, que sepan y que crean que la obra que hacen es verdaderamente la obra propia, que es su causa la que defienden; es preciso que vean en toda medida social adaptada la manifestación de su voluntad, de sus esperanzas y de sus aspiraciones. En una palabra, las masas deben dirigirse por sí mismas en el sentido más amplio.
Al contrario, los bolcheviques están habituados a buscar en las masas el espíritu de obediencia y de sostén y no el espíritu de la revolución.
Un punto históricamente incontestable es el hecho de que desde 1918 los campesinos de Ucrania han pasado de una sublevación a otra -contra Skoropadsky, contra los austríacos y los alemanes, contra Petlura y Denikin, etc.-. Esas sublevaciones han tenido un inmenso significado en el destino de la revolución rusa, han creado y sostenido una situación de revolución permanente que no cesó de dirigir a los trabajadores hacia la solución de los problemas esenciales de la revolución rusa.
Y sin embargo esa situación revolucionaria permanente ha sido quebrantada, no por la contrarrevolución de la burguesía de los generales del zar, sino por el poder comunista. En nombre de la dictadura de su partido los comunistas han aplastado por las armas todas las tentativas de los trabajadores para establecer su self-government (libre disposición de sí mismos), que formaba el fin esencial de la revolución rusa, y han destruido por eso la fermentación revolucionaria en el país.
En la fe enfermiza en su dictadura, el bolchevismo se ha osificado de tal modo, se ha hecho tan imposible, que las necesidades de la revolución expirante le fueron extraños; prefirió verla sucumbir antes que hacer concesiones. Ha matado el espíritu de independencia y de iniciativa revolucionaria en las masas y ha destruido las más grandes posibilidades revolucionarias que hayan tenido jamás los trabajadores en su historia. Es por causa de eso que los proletarios de todo el mundo acabarán por maldecirlo.
Sin embargo no habría que engañarse y admitir la idea de que el bolchevismo es el único responsable, de que es el único que ha provocado la derrota de la revolución rusa. El bolchevismo no ha hecho más que realizar lo que fue elaborado durante años por la ciencia socialista. Toda su práctica se basa en teorías generales del socialismo científico. Vemos al mismo tiempo de qué modo hipócrita trata el socialismo científico a los trabajadores de los otros Estados de Europa, entregándolos al capricho de la dictadura burguesa.
La clase obrera universal, al buscar a los autores responsables de la situación extraordinariamente dura y vergonzosa en que se encuentran colocados bajo la dictadura socialista los campesinos y los obreros de Rusia, deberá acusar a todo el socialismo y condenarlo.
La tragedia sangrienta de los campesinos y de los obreros rusos no podría dejar de tener consecuencias. Más que otra cosa, la práctica del socialismo en Rusia ha demostrado que las clases laboriosas no tienen amigos, que no tienen más que enemigos que tratan de apoderarse de los frutos de su trabajo. El socialismo ha demostrado plenamente que pertenece al número de esos enemigos. Esta idea se introducirá firmemente de año en año en la conciencia de las masas del pueblo.
¡Proletarios de todo el mundo, meditad, buscad en vosotros mismos la verdad y construidla: no la encontraréis en ninguna otra parte!
He ahí el primer mandamiento de la revolución rusa.
Con motivo de la tercera agresión contra la región de los guerrilleros, el gobierno de los soviets hizo todo lo posible por dar el golpe de gracia al machnovismo. Disponiendo de todas las tropas enviadas primero para las operaciones militares de Crimea y poseyendo una superioridad incontestable desde el punto de vista del armamento, el gobierno logró en el verano de 1921 vencer al ejército insurreccional y forzar el núcleo central de esas tropas, con Machno a la cabeza, a lanzarse hacia el territorio que se encontraba bajo la protección de las autoridades rumanas. Hecho esto, las tropas del ejército rojo ocuparon toda la región insurreccional y las masas revolucionarias fueron sometidas a la dictadura bolchevique.
El machnovismo se encuentra pues ahora en una nueva situación: se abre una nueva etapa en la lucha por la revolución social.
¿Cuál será esa lucha?
La vida misma decidirá las formas y el carácter que revestirá. Una sola cosa está fuera de duda y es que hasta estos últimos momentos el movimiento permanece fiel a la humanidad oprimida, que hasta su último día luchará y que estará dispuesto a morir por el gran ideal de la clase trabajadora: por la libertad y la igualdad.
El machnovismo es constante e inmortal.
Cuando las masas laboriosas se defiendan de la opresión, cultiven el amor a la independencia e impongan su voluntad de clase, crearán siempre sus propios movimientos sociales históricos, obrarán según su propio impulso. Esta es la esencia del machnovismo.
Rusia, enero-junio de 1921.
Notas
(1) Bogdanof ocupaba la función del jefe de Estado Mayor de la segunda brigada insurreccional. Fue fusilado en octubre de 1919 en Alexandrovsk por haber deducido de la burguesía del lugar una contribución en nombre del ejército, pero en realidad en su propio interés. Lachkevitch, el legendario comandante del famoso regimiento número 13 del ejército de los guerrilleros, fue fusilado en el verano de 1920, conforme a la decisión tomada por la asamblea general de los insurrectos, por haber gastado sumas que correspondían al ejército para su propio placer y haber rehusado socorrer a varios trabajadores de la insurrección que se encontraban en situación precaria.
(2) Notemos igualmente, al pasar, que los puntos negros del movimiento sobre los cuales insistía la prensa gubernamental con tanta complacencia -robos, violencias contra la población pacífica, antisemitismo- no son más que mentiras descaradas. Para reducir a la nada ese conjunto de falsedades basta recordar aquí la acogida jubilosa, muy distinta que a cualquier ejército, que hacían a los machnovistas los habitantes de todas las aldeas de Ucrania y de la Gran Rusia, por donde las tropas insurreccionales pasaban. Por lo demás, los mismos documentos bolcheviques no dejan duda alguna al respecto. En todos los informes concernientes a la lucha contra el machnovismo -los documentos secretos, claro está, y no los destinados a ser publicados- los agentes de la autoridad soviética no cesan de repetir lo mismo: que la lucha contra el machnovismo es particularmente difícil a causa de la ayuda y de la asistencia que los campesinos prestan por todas partes al ejército insurreccional, obstaculiazndo en lo posible la marcha del ejército rojo.
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