Indice de La asonada militar de 1913 del General Juan Manuel Torrea Capítulo Vigésimo primero. La columna de Chalco Capítulo Vigésimo tercero. La sección mixta en la rinconada de San Diego y Avenida BalderasBiblioteca Virtual Antorcha

LA ASONADA MILITAR DE 1913
Apuntes para la historia del Ejército Mexicano

General Juan Manuel Torrea

CAPÍTULO VIGÉSIMO SEGUNDO
ZAPADORES LEALES AL GOBIERNO


Siete oficiales aproximadamente 180 individuos de tropa, habían llegado a Yautepec después de expedicionar por Morelos y el 9 de febrero recibió órdenes el Comandante de la fuerza, Capitán 1° Joaquín B. Ayala, de seguir a la Estación de Parque. Como la tropa estaba agotada por la larga caminata que había efectuado y después de sostener un tiroteo con el enemigo, recibió instrucciones de llegar a la estación citada, lo que efectuó hasta las once de la noche del siguiente día en espera del tren que conducía la artillería que llegó antes de media noche del martes 11.

La pequeña columna estaba formada por la tropa de zapadores y la artillería se incorporó a México el once a las nueve de la noche, comandada por el Mayor Gonzalo Acosta, la que fue separada en la estación en tres fracciones: una de las órdenes del Capitán 2° Rosendo Varga; con dos oficiales y alrededor de 80 de tropa, destinada para situarsr en las esquinas de las calles de Lucerna y Viena, con la misión de custodiar la casa-habitación del C. Vice-Presidente de la República; otra fracción más o menos con el mismo efectivo al mando del Capitán 2° Emilio G, Tello que marchó al Café Colón. para ponerse a las órdenes del Coronel Alatriste y una tercera fracción como de 25 hombres a las órdenes del Teniente Sebastián Barriguete, que debería de establecerse en la calle de Atenas, Alberca Pane. Las dos últimas fracciones quedaron bajo la vigilancia del Capitán 1° Joaquín B. Ayala, cuyo Capitán debía de estar en constante comunicación con el Cuartel General de la Brigada Angeles, que se estableció en la glorieta de Cuauhtemóc.

La tropa que custodiaba la casa del C. Vice~Presidente fue retirada, cuando la abandonó la familia, y la fracción de Zapadores entonces fue a buscar colocación en una altura, edificio Best, y cuando tuvo conocimiento de este cambio el General Angeles. mandó a su Jefe de Estado Mayor Teniente Coronel Bernard quien con los zapadores ahi establecidos recibió un repentino e intenso fuego de artillería, el que se suspendió debido a que no obtuvo respuesta de parte de las tropas leales. Para establecer esa tropa en el edificio citado hubo de lamentarse que fueran heridos cinco o seis zapadores. El Capitán Ayala efectuó este movimiento en acatamiento a órdenes recibidas para que tan pronto como la familia del Vice~Presidente abandonara la casa que habitaba, procurara acercarse lo más que pudiera a la misérrima fortaleza.

Este edificio estubo bien escógido como medio para acercarse a la Ciudadela, ya que queda colocado como a unos 250 metros de la barda que existía entonces sobre la Avenida de Bucareli y que pertenecía a los Almacenes Generales de Artillería. El Cuartel General ratificó sus órdenes para que las fuerzas a las órdenes del Capitán Vargas y del Teniente Barriguete, quedaran en sus respectivos puestos (edificio Best y Alberca Pane) en espera de órdenes, recibiendo instrucciones para que desde las alturas se procurara abatir a la Ciudadela.

El Comandante de esta fuerza, como otros varios, fueron tentados por enviado especial a fin de que se pasaran a los sublevados; pero aquél Capitán primero rechazó las insinuaciones y ante la firmeza para sostenerlas, tuvo que retirarse desairado el infidente.

El Capitán Vargas llevó preso al ex~Capitán 2° de Ingenierps Francisco Pradillo, quien había pretendido sobornar a un grupo de západores que estaba en un puesto cerca del hotel Imperial a las órdenes del SubTeniente Leopoldo E. Arroyo. No se me dicen los detalles de la aprehensión, pero sí que el General Angeles ordenó su inmediato fusilamiento y que conforme a las instrucciones recibidas, éste se llevó a cabo en el mismo lugar en que lo habían aprehendido.

Desde que se establecieron los zapadores en el edificio Best y en la alberca Pane, todos los días se anunciaba al Capitán Ayala que iba a comenzar el tiro con la artillería del General Angeles para proteger el avance de la Infantería rumbo a la Ciudadela. El Capitán Ayala me ha escrito que conserva en su poder una orden en este sentido firmada por el Teniente Coronel Miguel Bernard:

... Nunca se llevó a efecto este proyecto, y practicamentte se limitaron a contestar el fuego de fusilería que hacían de la Ciudadela, muchas veces sin ver siquiera al enemigo ...

El hambre nos asediaba materialmente, porque aunque con mucho peligro se podía caminar por las calles que corren de N. a S., en la Colonia Juárez no había comercio de ninguna clase y estábamos atenidos a lo que con igual peligro podían llevarnos las soldaderas que entraban y salían en aquella zona. Este peligro estaba aumentando porque no sólo era el contínuo fuego de fusil y ametralladoras que lanzaba la Ciudadela barriendo completamente las calles de Lucerna, Prim, Atenas y Paseo de la Reforma por la Avenida Morelos que corren de O. a P. las que había que atravesar para entrar al edificio Best, sino que estaba aumentando, por que había varios individuos aislados, ocultos en las casas de la Colonia Juárez que hacían tiro de fusil inpunemente, sobre las personas que se aventuraban a transitar creyéndose al abrigo de los fuegos de la Ciudadela, por calles que corrían de Norte a Sur. Hasta aquí el Capitán Ayala.

El Capitán Ayala, según los apuntes que tuvo la gentileza de hacer a mi súplica, fue llamado el domingo a las nueve de la mañana, día 16, para recibir orden de suspender el fuego hasta nueva orden, pues se había pactado un armisticio. El Capitán Ayala entra después en anotaciones que se refieren a su ascenso a Mayor y el apuntamiento de que no obstante que todas las casas fueron abandonadas en aquel perímetro, no hubo de lamentarse robo alguno, lo que bien significó la disciplina y moralidad de las tropas. Repito que el armisticio sirvió para favorecer a los sublevados, pues en los puntos a que me refiero, los rebeldes se aprovecharon para llevar una ametralladora a una de las azoteas en Bucareli, mal colocada por cierto, porque quedaba perfectamente batida por el fuego del edificio Best.

El lunes a primera hora rompieron e fuego estas fracciones sobre la ametralladora que habían colocado durante el armisticio, y al darse cuenta los sublevados, fijaron sus fuegos y pronto acallaron a los nuestros.

Cerca de las diez de la mañana los sublevados intensificaron sus fuegos y lograron herir al Mayor y a tres oficiales que fueron conducidos a la Cruz Roja, y muerto el Subtenientet José Flores y cinco o seis individuos de tropa.

El resto del Batallón de Zapadores llegó el lunes 17 a las órdenes de su Jefe el Coronel de Ingenieros Alberto Canseco, sin que hubiera tomado parte activa en el cerco que se estableció alrededor de la Ciudadela.

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