AUTOBIOGRAFÍA DE LA
REVOLUCIÓN MEXICANA
Emilio Portes Gil
CAPÍTULO UNDÉCIMO
PERIODO PRESIDENCIAL DEL GENERAL LÁZARO CÁRDENAS
LA ESCUELA SOCIALISTA
Uno de los artículos de la Constitución General de la República, que se ha discutido más, y cuyas disposiciones, indudablemente tienden a modelar el espíritu del mexicano, es el artículo tercero, que establece la escuela socialista.
Dicho artículo dice así:
ARTICULO 3°
Sólo el Estado -Federación, Estados, Municipios- impartirá educación primaria, secundaria y normal. Podrán concederse autorizaciones a los particulares que deseen impartir educación en cualesquiera de los tres grados anteriores, de acuerdo en todo caso con las siguientes normas:
I. Las actividades y enseñanzas de los planteles particulares deberán ajustarse, sin excepción alguna, a lo preceptuado en el párrafo inicial de este artículo, y estarán a cargo de personas que en el concepto del Estado tengan suficiente preparación profesional, conveniente moralidad e ideología acorde con este precepto. En tal virtud las corporaciones religiosas, los ministros de los cultos, las sociedades por acciones que exclusiva o preferentemente realicen actividades educativas, y las asociaciones o sociedades ligadas directa o indirectamente con la propaganda de un credo religioso, no intervendrán en forma alguna en escuelas primarias, secundarias o normales, ni podrán apoyarlas económicamente;
II. La formación de planes, programas y métodos de enseñanza corresponderá en todo caso al Estado;
III. No podrán funcionar los planteles particulares sin haber obtenido previamente, en cada caso, la autorización expresa del poder público;
IV. El Estado podrá revocar, en cualquier tiempo, las autorizaciones concedidas. Contra la revocación no procederá recurso o juicio alguno.
Estas mismas normas regirán la educación de cualquier tipo o grado que se imparta a obreros o campesinos.
La educación primaria será obligatoria y el Estado la impartirá gratuitamente.
El Estado podrá retirar discrecionalmente en cualquier tiempo, el reconocimiento de validez oficial a los estudios hechos en planteles particulares.
El Congreso de la Unión con el fin de unificar y coordinar la educación en toda la República, expedirá las leyes necesarias, destinadas a distribuir la función social educativa entre la Federación, los Estados y los Municipios, a fijar las aportaciones económicas correspondientes a ese servicio público y a señalar las sanciones aplicables a los funcionarios que no cumplan o no hagan cumplir las disposiciones relativas, lo mismo que a todos aquellos que las infrinjan.
La interpretación que se dio a este precepto fue variada, y cada quien lo comentaba según su pensamiento muy personal.
El artículo tercero sirvió para hacer demagogia y para corromper la escuela rural durante alguno de los períodos anteriores.
Lo cierto es que la misma Secretaría de Educación Pública en tiempo del general Cárdenas, no supo o no pudo explicar cuál era la verdadera interpretación de este precepto.
Durante la Convención que para organizar la Liga de Comunidades Agrarias y Sindicatos Campesinos del Estado de Tamaulipas se celebró en Ciudad Victoria, ante más de 1,500 delegados campesinos y la inmensa mayoría de los maestros federales y locales, que me habían pedido les expusiera mi pensamiento acerca de la escuela socialista, en el discurso que pronuncié, di la interpretación que en mi concepto debe darse al artículo tercero constitucional.
La exposición fue la siguiente:
Campesinos:
En el programa de esta Convención, figura un tema por demás interesante: el que se relaciona con la actitud de los campesinos frente al programa educativo de México.
Quiero dirigirme a ustedes, en la forma más clara y sencilla, a fin de que aquello que les voy a exponer, pueda impresionarlos, y para que se lleven una noción, más o menos precisa, de cuál es el comportamiento que los campesinos de la República deben observar con respecto a la escuela que se trata de implantar en nuestro país. Casi, casi, voy a repetir lo que ya expresé en el Estado de San Luis Potosí; pues creo que, a fuerza de repetir las cosas, es como éstas pueden grabarse, es como las ideas deben incrustarse.
Para fijar cuál debe ser la actitud de la clase campesina frente a la escuela proletaria que se trata de implantar en México, voy a recordar a ustedes los acontecimientos pasados que, seguramente, les servirán de ejemplo para actuar; puesto que en toda la República, dichos acontecimientos se realizaron durante los últimos cincuenta años.
LA ANTIGUA HACIENDA EN MÉXICO
Ustedes conocen lo que fue en México, y sigue siendo en muchos Estados del país, la antigua hacienda española, trasunto de la civilización de la época de la Conquista. Para ello voy a hacer una ligera descripción, para que ustedes recuerden lo que era la hacienda, que, principalmente en el centro y en el sur de la República, llegó a adquirir caracteres de verdadera y odiosa explotación, que produjeron violencias irritantes y que formaron el antecedente del último movimiento social mexicano que aún está desarrollándose.
La hacienda mexicana, ustedes saben que constaba de una enorme extensión de territorio, de la cual se explotaba sólo una pequeña parte, generalmente, la tierra mejor preparada, aquella que por su misma naturaleza era la productora. Ustedes saben que en la hacienda mexicana se explotaba más que la tierra misma, el trabajo humano; es decir, al campesino. Al patrón poco le importaban la salud y la vida de los trabajadores; él sólo deseaba sacar el mayor producto del trabajo, para lo cual hacía que las faenas se desarrollaran durante todas las horas del día, y a veces por la noche. Las bestias que trabajaban en la hacienda, merecían más atención del patrón y mayores cuidados. Los caballos del amo estaban mejor atendidos que los propios campesinos. Las humildes chozas que habitaban los campesinos, eran verdaderas pocilgas, en donde toda la familia comía y dormía. En el metate, esclavizada la mujer campesina, dejaba su salud y su vida; y la recompensa que obtenía el trabajador en la hacienda, era misérrima, tanto que no bastaba siquiera para satisfacer sus más apremiantes necesidades.
LA TIENDA DE RAYA
Casi siempre, aliado de la casa grande de la hacienda, existía la tienda de raya, en donde mediante el pago que hacían los trabajadores, se les vendian mercancías caras y de mala calidad. Quiero describir con esto, el tipo común de la antigua hacienda mexicana; claro que había excepciones; pero la regla general era la que estoy indicando. El trabajo del peón se pagaba en fichas, y tengo noticias de que todavía en el Estado existen algunas haciendas en que se sigue pagando a los jornaleros en la misma forma. Independientemente de la mala calidad de la mercancía vendida en la tienda de raya, venía el alto precio a que se cotizaban las que tenía que comprar necesariamente el peón; toda vez que no existían comercios cercanos, por lo menos en toda la región de la hacienda, y, por lo mismo, no podía haber competencia.
Otra institución que siempre existía en la hacienda era el baile público semanario, generalmente los sábados; el alcohol se derramaba entre toda la población de la hacienda, y en dicho baile casi siempre había escándalos, heridos y en ocasiones, muertos. Naturalmente, quien tenía la exclusiva de la venta de alcohol, era el propietario, el que, de acuerdo con el gobierno, buscaba por este medio el embrutecimiento de los peones, a fin de matar en éstos, toda idea de libertad, todo deseo de mejoramiento, y de que se sometieron de una manera absoluta a la tiranía del amo, como bestias de carga.
EL CURA DE LA HACIENDA
Ustedes saben que en la hacienda existía siempre una capilla, a donde iban los campesinos con sus mujeres y sus niños a rezar, a oír la voz del cura que los amenazaba, si se comportaban mal en esta vida, con terribles castigos en la otra ... El cura se aliaba con el hacendado, y por conducto de las mujeres campesinas, influía en los hombres para que éstos aceptaran el sufrimiento mayor de esta vida, a cambio de los grandes goces que tendrían en la otra. Ustedes saben que éste fue otro de los instrumentos usados por el patrón o amo, para corromper a los trabajadores y convencerlos de que pertenecían a la hacienda, y que, por ningún motivo, deberían de abandonarla. Como consecuencia de todo este mecanismo de presión autoritaria, el hacendado tenía la influencia suficiente para imponer su voluntad en toda la región.
LA AUTORIDAD AL SERVICIO DEL AMO
Ustedes saben que en todos los municipios, los amos siempre tuvieron autoridades a su servicio, que explotaban las fábricas de mezcal para embrutecerlos. Ustedes saben que todavía existen amos que tratan de imponer autoridades para salvar los grandes intereses que amasaron durante más de cincuenta años. Como la autoridad estaba al servicio del amo, puesto que él influía para que aquélla fuera nombrada; cuando algún campesino cometía una falta, era consignado a la expresada autoridad, a veces sometido a un proceso larguísimo, y otras expulsado de la hacienda; y cuando era rebelde a las órdenes del amo y del cura, se le consignaba al servicio de las armas, en calidad de preso.
EL AMO EN LA CIUDAD Y EL CAPATAZ EN LA HACIENDA
Como es natural, con todas estas armas al servicio del jefe de la hacienda, su poder era absoluto y omnimodo. Generalmente el hacendado residía en las capitales, y ponía al frente de su propiedad a un administrador ignorante y brutal; más ignorante y más brutal que el amo, que era el encargado de someter a los campesinos y de obligarlos a ejecutar trabajos forzados, a cambio de lo cual recibía un jornal miserable.
LA ESCUELA TRADICIONAL
Pero había otra institución en la hacienda: la escuela, a donde al empezar el año, se obligaba a los hijos de los campesinos a concurrir. Naturalmente, el maestro de escuela -claro que había excepciones honrosas, pero yo me refiero a la generalidad- que se había educado en instituciones escolares con ideología de carácter reaccionario y capitalista, tenía que someterse a las circunstancias, y obrar siempre de acuerdo con las instrucciones que le daba el Gobierno y las que recibía del dueño de la hacienda.
EL MAESTRO Y EL CATECISMO
El maestro de escuela era autoritario y brutal; su misión consistía en hacer odiosa la escuela y hacerse odioso él a los niños. ¿Qué cariño podían tener los niños al maestro que usaba la palmeta para convencerlos; para obligarlos a que aprendieran de memoria toda esa serie de cosas que se les enseñaba, inclusive el catecismo? ¿Qué cariño podían tener los padres y las madres de esos niños al maestro de aquella época, que no era sino el representativo de la mala autoridad y el intérprete del amo, interesados todos éstos en hacer entender a las gentes que era necesaria una distinción entre ellas; ya que había seres privilegiados que debían mandar y gente humilde que debía obedecer?
Es lógico, por lo tanto, apreciar que la escuela antigua, aquella que subsistió aún hace muy pocos años se hizo odiosa, como lo comprueba el hecho de que algunas semanas después de iniciadas las clases, la escuela se veía casi desierta, precisamente porque el amo y el gobierno estaban empeñados en que los niños no recibieran ninguna instrucción; en que la ignorancia siguiera apoderada de los campesinos, porque sabían que, con hombres ignorantes, ellos podían prolongar su tiranía y su explotación humana.
LA REVOLUCIÓN EN LA ESCUELA
Al implantarse las primeras reformas que en el año de 1920 llevó a cabo la Revolución Mexicana, comprendió ésta la necesidad que había de establecer una nueva ideología en la escuela; es decir, de formar un nuevo sistema educativo en beneficio de la colectividad. Si la clase capitalista hasta 1920 había tenido a su servicio y sigue teniendo a todo un ejército de maestros en escuelas y en universidades, para graduar allí a los intelectuales que necesitaba a fin de prolongar su poderío, la Revolución, con todo derecho también, pensó que era necesario estáblecer un nuevo sistema educativo para forjar cerebros y corazones, capaces de comprenderla, y capaces de servirla. Si hasta 1920 la clase capitalista había hecho intelectuales para que la sirvieran, y si esos intelectuales, en agradecimiento al servicio que les había dado la clase explotadora, seguían a sus órdenes, ¿por qué la Revolución no habría de tener derecho de hacer una escuela para que en ella se forjaran los nuevos espíritus que habrían de servirla? Ahí está, campesinos, la explicación, del por qué la generalidad de los intelectuales de México han sido enemigos de la Revolución.
LA REVOLUCIÓN Y NUESTROS INTELECTUALES
La Revolución ha tenido que hacerse con hombres impreparados, por que la inteligencia y el saber en México, como fieles aliados del capitalismo, le han negado sus servicios. Si son muy pocos los intelectuales revolucionarios que están sirviendo a la Revolución, esto se debe a que la inmensa mayoría de nuestros intelectuales habían adquirido del capitalismo y del Gobierno dictatorial, todo lo que les había servido para instruirse y prosperar en su vida.
Por eso la Revolución ha tenido que forjar a sus hombres; por eso ven ustedes que fueron gentes del campo las que hicieron la Revolución; por eso ven ustedes que las orientaciones primitivas que tuvo la Revolución, fueron de tanteo, fueron empíricas, sin nada de ciencia ni de técnica; pero, por fortuna, sus autores no se equivocaron y supieron fijar rumbos rectos y orientaciones definidas.
LA ESCUELA REVOLUCIONARIA
En la marcha ascendente del movimiento social mexicano, en 1920, aparece la escuela rural, como producto de la Revolución misma. Nadie, ningún pedagogo, había pregonado la escuela rural, como la Revolución lo hizo. Unos cuantos maestros revolucionarios, fueron los que encontraron la fórmula de la escuela rural, que es la simiente de la actual escuela proletaria. La escuela rural surgió espontáneamente; ningún intelectual de categoría indicó cómo debía funcionar esa escuela; fueron los maestros rurales los que la hicieron; fueron los campesinos los que, con el maestro rural, idearon esa nueva escuela, institución que honra a la Revolución, institución que en el extranjero mismo ha sido elogiada como modelo de organización proletaria, que beneficia a los campesinos.
LA ESCUELA RURAL Y EL EJIDO
Ustedes saben que la escuela rural agrupó a las familias, y creó una nueva célula social: el ejido, que con la escuela rural fue una nueva comunidad que se asoció ideológicamente a lo que teníamos de indianismo, y que vino a ser la base de esta nueva reforma educativa, que se está implantando en el país. Ustedes saben que el maestro rural, más que un hombre de cultura, más que un enseñador, fue un agitador del espíritu del niño, fue un agitador del espíritu del campesino, que le llevó, más que conocimientos inútiles, ideas generosas de libertad, de cultura práctica y de regeneración.
LA OBRA SOCIAL DE LA ESCUELA RURAL
Ustedes saben que la escuela rural agrupó en el día a los niños, y en la noche a las mujeres de los campesinos y a ellos mismos. Ustedes formaron en Tamaulipas la escuela rural, y saben cómo en ella se agrupaban los hombres y las mujeres en las noches, al lado del maestro, con una vela o con una lámpara de petróleo, para aprender las enseñanzas que el maestro les comunicaba. Ustedes saben que de la escuela rural de Tamaulipas surgieron las ligas antialcohólicas que formaron las mujeres y los niños; ligas que acabaron con el alcoholismo en todo el centro del Estado. Pues esas ideas del maestro rural fueron las que arrojaron la simiente de la nueva reforma proletaria, que hoy se trata de implantar.
El maestro rural reunía a los campesinos en fiestas, y en ellas ponía a éstos y a los niños en contacto con la vida real; organizó las cooperativas infantiles; fundó los huertos del ejido, hizo la parcela infantil, y enseñó al niño que no era un simple y pequeño individuo desligado de su ejido, sino que era una persona que en el futuro tendría que confundirse con sus mayores para prestar servicios a la comunidad.
LA ESCUELA RURAL Y LOS POR QUÉS DE LA VIDA Y DEL MUNDO
Ustedes saben que el maestro rural, con la poca cultura que tenía, empezaba a explicar las cosas de la naturaleza, y con el esfuerzo mental que hacía, indicaba a los hombres y a las mujeres, así como también a los niños, el por qué de la vida del hombre, el por qué de la vida de las plantas y de los animales, y el por qué de todos los fenómenos que presenciaban diariamente. Esta pequeña escuela fue el hogar-escuela que se confundía con la comunidad; fue la nueva institución que creó la Revolución en beneficio de los trabajadores del campo.
EL ADVENIMIENTO DE LA ESCUELA
"Pero no era bastante aquel principio de reforma educativa. Si desde hacía 70 años venía funcionando la escuela laica en la República, si el esfuerzo de los constituyentes de 57, grandes y nobles, había perdurado, y con gloria para el país, era necesario avanzar más y echar la simiente de un nuevo sistema educativo. De ahí vino la reforma del artículo 3° constitucional, y la cimentación de la escuela proletaria o socialista, que hoy tratamos de llevar a todo el territorio nacional.
LA ESCUELA SOCIALISTA
Yo creo que la escuela que predica la reforma socialista contiene dos ideas fundamentales: una idea de carácter enteramente racionalista, científica. La primera parte del artículo 3° trata de hacer que se explique a los niños, todos los fenómenos de la vida, desde un punto de vista lógico y científico; el por qué de las cosas, el por qué de la vida del hombre, el por qué de la vida de los animales y de las plantas, el por qué de la muerte, el por qué de las enfermedades, en fin, el por qué de todos los fenómenos físicos y sociales, que se observan en la naturaleza. Quitar de la mente del niño, del hombre y de la mujer la mentira que durante veinte siglos se ha llevado con falsedad, con malicia y perversidad, a la conciencia de las generaciones.
Este primer aspecto de la reforma es de gran generosidad y de alta nobleza: privar de la ignorancia a las gentes, hacerles comprender que todas las cosas tienen una base fundamental, que todos los fenómenos de la vida y de la naturaleza, tienen una explicación que da la ciencia. ¡Qué mayor nobleza y qué mayor generosidad puede haber en este propósito de la reforma educativa!
Ustedes saben que en el cerebro de los campesinos y de los trabajadores, se han venido sembrando ideas mentirosas; que en el cerebro de las gentes se han venido infiltrando frecuentemente mixtificaciones y mentiras. Pues el propósito de la reforma del articulo 3° es quitar de la mente de los niños, todas las mentiras que se han sembrado a través de la historia, todas las mentiras que se han llevado al corazón de ellos; quitar de esos corazones las ideas de odio que la civilización ha esparcido.
LA NUEVA Y LA VIEJA ESCUELA
Si la antigua escuela quería explicar los fenómenos de la naturaleza y de la vida, con ideas extraviadas, con ideas que estaban muy lejos de la realidad y de la ciencia, este aspecto de la reforma educativa trata de quitar esas ideas, trata de llevar al cerebro de los niños la verdad cientifica de las cosas.
Voy a señalar a ustedes un caso de mixtificación mental de que fue víctima un pueblo del Estado de Oaxaca, y que explica un escritor norteamericano: Carleton Beals, que en muchas ocasiones nos ha visitado. Encontrándose este señor en una pequeña población del Estado de Oaxaca, compuesta de cuarenta familias más o menos, pasó un aeroplano por aquel pueblo. El sacristán de la iglesia hizo correr la versión de que aquello era un fenómeno sobrenatural; que era la venida del Mesías para librar a México de todas las aberraciones y de todos los errores en que estaba incurriendo. El pueblo entero se postró ante la aparición de aquel fenómeno que se decía sobrenatural. Por su parte, el maestro de escuela, convencido de que aquello era una mixtificación, un engaño, explicó a sus alumnos que era mentira que aquello fuese un hecho sobrenatural; que aquello no era sino una máquina inventada por la ciencia y puesta al servicio de la humanidad para beneficio de ella misma. Y mientras los niños oían con cariño sus explicaciones al maestro de escuela, un grupo de los padres de esos mismos niños se lanzó a la calle, pretendiendo linchar al maestro y a no ser por la intervención de la autoridad que evitó aquel atentado, quizás hubiese sido víctima de las iras de aquel grupo de gente buena, pero, desgraciadamente, engañada.
Este es un ejemplo que les pongo para explicarles la tendencia que persigue la escuela socialista en su aspecto racional. Ustedes comprenden que la explicación que dio el maestro de escuela, era natural, la lógica, la científica. El sembraba la verdad entre los campesinos y les decía: esta es una máquina que se ha inventado, y por medio de la cual se ha dominado el espacio. En cambio, el sacristán, trataba de engañar al pueblo, haciéndole creer que era una aparición. Desde este aspecto, la escuela avanzada que se trata de implantar, ustedes comprenden que no puede tener sino finalidades nobles y elevadas.
LA CIENCIA Y EL FANATISMO FRENTE A FRENTE EN EL PROBLEMA DE LAS ENFERMEDADES
Pues bien, lo mismo sucedía con los trabajadores del Mante, de este Estado, que son testigos también de que antes que se efectuaran las obras de drenaje de aquella región, los campesinos morían en gran número a causa del paludismo y de las plagas que los atacaban constantemente. Antes de dichas obras, con frecuencia los campesinos iban a llevar mandas a la virgen, para que las enfermedades y la muerte no los azotaran, y después que se hicieron esas obras, cuando la mortalidad disminuyó muchísimo en la expresada región del Mante, los campesinos saben ya que es el médico el que ha acabado alli con el paludismo, y ya no le llevan mandas a ningún aparecido, sino que le dan las gracias al facultativo que los ha salvado de las enfermedades. ¡Pues este prejuicio y otros más son los que trata la nueva escuela de quitar de la mente y del corazón del niño y de los campesinos!
NUESTRA ESCUELA PREDICA SUPRESIÓN DE CLASES Y DE TODAS LAS EXPLOTACIONES HUMANAS
El segundo aspecto de la Escuela Socialista, a mi entender, es el que trata de formar cerebros y corazones más humanos; el que se empeña en llevar a la mente de los niños, la idea de que es necesario un trabajo tenaz para la rehabilitación económica y cultural; el que trata de hacer comprender a todos, grandes y pequeños, que urge una nueva sociedad, más en consonancia con la realidad de las cosas; que es necesaria la organización de una nueva comunidad en que acabe la explotación del fuerte contra el débil, en que termine esa diferencia de clases sociales tan peligrosa, que ha sembrado tanto odio en las colectividades del mundo. Este segundo aspecto de la nueva escuela, es el que tiende a que no haya más que una clase en la sociedad; la clase productora, la trabajadora, porque ella es la única que tiene derecho a formar parte de esta misma sociedad.
Este segundo aspecto de la escuela socialista, que trata de formar una nueva comunidad, ¿qué de malo tiene? Es generoso y es noble. Por lo mismo, como propósito generoso y noble, es algo en que todos los campesinos deben persistir. Ellos, que han sido los explotados, que han sido los de abajo, la carne de cañón a través de tantos años; que han visto cómo los de arriba los han vejado, deben poner al servicio de este propósito de la nueva escuela todo su esfuerzo y su gran corazón, para que llegue a realizarse algún día en la República.
LA JERARQUIA DEL DINERO Y LA NUEVA Y BUENA UTILIZACIÓN DEL TALENTO
Ustedes saben que en la antigua escuela se predicaba la diferencia del talento y del dinero. ¡Bien, que haya diferencias por el talento, pero que no las haya por los intereses materiales! Si la antigua escuela imbuyó en el corazón de todos, que había hombres superiores, y otros inferiores que debían obedecer; que había hombres con derecho para explotar, y hombres con resignación para dejarse explotar; si la antigua escuela llevó al corazón de todos la creencia de que unos eran los favoritos de Dios, y otros los no favorecidos, la nueva escuela quiere que no haya ni favorecidos ni favoritos, sino hombres de trabajo que gocen de la felicidad de esta vida; que disfruten de los bienes materiales que ha dado la naturaleza; que acabe esa creencia de que es necesario sufrir en esta tierra para ir a gozar en la otra, y que todos sepan que se puede gozar en esta vida, honesta, moral y justicieramente de la felicidad que hay en el mundo.
TÁCTICA DIGNA DE LA ESCUELA SOCIALISTA
Yo creo, campesinos y maestros, que la escuela socialista debe dignificarse; debe llevarse a un plano de serenidad, no con las agitaciones y violencias con que algunos la han predicado, y que han producido el efecto de que nuestros enemigos la ataquen con calumnias y mentiras. La Escuela Socialista debe ir a todos los hogares; llevar la enseñanza a las regiones más apartadas del país; formar corazones y cerebros más en consonancia con la igualdad social y económica, y evitar esa diferencia que fomentaba la escuela de antaño, de que los hijos de los ricos deberían sentarse en unos asientos, y los hijos de los pobres en otros separados. Que se confundan allí todos y que entiendan que por igual deben trabajar, producir y ser útiles a la comunidad.
LA ESCUELA PROLETARIA
Es indudable que en este sentido la escuela proletaria debe preocuparse por el niño desde antes que nazca. De ahí la necesidad de que la administración pública y la comunidad ie interesen porque la madre reciba los cuidados necesarios para que el producto -su hijo- sea un hijo sano que cuente con todos los elementos y todas las calidades fisiológicas que se requieren para llegar a ser un individuo productor.
La Escuela Socialista, debe entenderse, que habrá de ir hasta el cuidado de la madre lo mismo que del niño; debe tomar al infante desde antes de nacer, y luego, conducido por el kindergarden, por la escuela primaria, por la secundaria, por la técnica y hasta por la misma Universidad, cuidando que aquel cerebro no se pervierta, cuidando que esté al servicio de la Revolución; quitando de los programas todo lo añejo que contienen, todas las ideas de desigualdad social que se fomentaban; todo lo que significa odio y aversión de gentes, llevando al corazón del niño la idea de que somos iguales en la tierra. Esa escuela debe agruparnos a todos en una sola comunidad, para que algún día la igualdad económica y social en este país sea un hecho efectivo y una realidad viviente.
LA ESCUELA SOCIALISTA REVOLUCIONARA EL HOGAR
Pero no es solamente la escuela la que debe formar el cerebro y el corazón de los niños. Es necesario que al lado de ella concurran otros factores que determinen la evolución de la mentalidad infantil; por una parte, el hogar, el hogar mexicano tan glorioso, con esas virtudes que debemos reconocerle, tiene que evolucionar. En el hogar, los padres deben decir al adolescente que no es superior ni inferior a nadie, que él tiene tanto derecho a la vida y al progreso como los demás hombres. Deben las madres y los padres todos contribuir con sus consejos a sembrar buenos sentimientos e ideas igualitarias en los niños. El hogar, en donde la autoridad del padre es brutal y autoritaria en muchos casos, debe enseñar. que la mujer es la compañera, la colaboradora del hombre, y no la cosa a la que se vilipendia y se maltrata.
Yo sé que los campesinos son los mejores esposos de la tierra y los mejores padres; porque en la miseria en que viven, siempre tienen a su mujer y a sus hijos en las mejores condiciones que les es posible. Pues bien, este ejemplo de los campesinos debe cundir por todas partes. Debe hacerse del hogar una pequeña fábrica de colaboración humana, en donde la mujer y el hombre y el niño colaboren y sirvan de ejemplo. En el hogar es en donde debe sembrarse el principio de la Escuela Socialista. Y al lado del hogar, el Comité del Ejido. el Comisario del Ejido".
EL COMISARIADO DEL EJIDO Y LA ENSEÑANZA ACTUAL
Este último es también un elemento de enseñanza y de educación. Si el comisariado del ejido da a los niños el ejemplo de la igualdad y de la buena administración económica de la institución; si los secretarios del ejido le imprimen una orientación honesta, moral e igualitaria, allí se está haciendo una práctica de la Escuela Socialista.
Por todo esto, es necesario que los campesinos mediten en la responsabilidad que tienen como jefes de familia y como jefes de la comunidad. El niño campesino es una unidad que pertenece a la comunidad. El campesino no es un individuo aislado; es parte de la comunidad toda, la que debe colaborar y la que debe hacer enseñanza, buena enseñanza. Y al lado de estas instituciones tenemos también el teatro y el deporte, el primero que es la representación de la vida misma; el teatro al aire libre que existe en muchos ejidos, debe ser un elemento aprovechable para los maestros y que los campesinos deben cultivar. Que en estos teatros se den representaciones que eduquen el espíritu del niño, de la mujer y del campesino. Que en el teatro se desarrollen escenas que enseñen a la comunidad la manera de igualarse social y económicamente; y tendremos en el teatro y en el deporte otros importantes factores para formar la escuela proletaria.
LO QUE ENSEÑA Y PUEDE ENSEÑAR LA NATURALEZA
Independientemente de estos elementos de tanta valía, tenemos a la naturaleza misma como gran escenario para la educación avanzada del proletariado. La naturaleza, que tantas enseñanzas nos da, que va paso a paso desarrollando y evolucionando todo lo que contiene; la naturaleza en donde se ve la bondad misma, en donde se ve la generosidad, pues allí hay una enseñanza más; y hay también ejemplos de destrucción de los seres, que el maestro debe aprovechar para llevar al corazón del niño el conocimiento de que es indispensable que la humanidad no luche como lo hacen los seres animales. Ustedes saben que en el campo las plagas se destruyen unas a otras; que los animales feroces se atacan y se destruyen a la vez; pues el maestro debe hacer entender al niño que éste va a ser hombre, y que el hombre no debe tener jamás principios destructores contra la vida, sino, antes bien, principios de confraternidad para con sus semejantes, si quiere colaborar, si quiere ser un agente de bienestar en favor de la humanidad.
LA COMUNIDAD ES TAMBIÉN EDUCADORA
Toda esta serie de instituciones complementan la Escuela Socialista, y forman la comunidad misma que va a crear los nuevos ciudadanos. Pero hay un elemento que, a grandes rasgos, también deseo analizar ante ustedes: es el maestro. El maestro debe ser un agitador del espíritu; pero a la vez, un agitador constructivo, no un agitador a tontas y a locas, que predique la violencia y la destrucción, no un agitador de esos que con verborrea sacuden a las multitudes, sin pensar que les causan graves perjuicios.
LA FUNCIÓN SOCIAL DEL BUEN MAESTRO
El maestro debe agitar el espíritu infantil hasta romper los moldes que lo aprisionan; debe agitar la inteligencia del niño para señalarle nuevos horizontes; pero indicándole una orientación racional, una dirección moral de igualdad económica; debe apartar de la mente de los niños todas las mentiras que ha propagado la rancia civilización, mas no a base de violencia, sino a base de convencimiento racional y científico. Por eso el maestro de escuela tiene una gran responsabilidad ante la Revolución. El maestro que se da a la tarea de agitar por agitar, sin decir qué es lo que debe hacerse; que predica la destrucción y el ataque contra determinadas gentes o contra tales o cuales instituciones que desconoce, ese es un mal maestro.
El buen maestro debe agitar el espíritu infantil constructivamente; llevarle la simiente de las buenas ideas, quitándole al niño y al campesino, con las explicaciones científicas necesarias, los prejuicios de que ha sido víctima durante tantos años; sin necesidad de violencias, ni de ataques que denigren, que perjudican y que no acarrean ningún bien. Por eso el maestro, independientemente de su convicción revolucionaria y de su fe en la libertad del pueblo, ha de tener un amplio espíritu de generosidad y de alteza de miras, convencido de que está haciendo una nueva patria, y así podrá llamarse un buen maestro.
UN EJEMPLO DIGNO DE TOMARSE EN CUENTA
Deseo recordar para ustedes en estos momentos una película referente a una maestra de escuela, que vi hace algún tiempo. Esta película se hizo en Rusia. El argumento es el siguiente: cierta vez se presentó ante el Comisario de Educación Pública una muchacha bonita, bien pintada, con las cejas depiladas y con las uñas barnizadas; en fin, una muchacha de corte moderno, preciosa. Aquella muchacha le dijo al ministro de Educación Pública que deseaba un empleo en una escuela. El ministro la vio, y de plano le dijo: Para usted no tengo ningún empleo. La muchacha salió llorando del Ministerio y anduvo durante mucho tiempo, casi muerta de hambre y a punto de entregarse a la perdición. Reflexionando por qué aquel hombre tan adusto le había negado el trabajo al que creía tener derecho, después de algún tiempo, aquella muchacha entendió que no se le había dado trabajo, porque no se le había creído capacitada para ponerse al frente de una escuela. Entonces, mudó de indumentaria, se dejó crecer las cejas, ya no se barnizó las uñas, ya no se puso colorete, y en lugar del vestido provocativo de seda con las mangas hasta el nacimiento de los brazos, se puso otro de jerga, de trapo rudo, corriente; se calzó zapatos de suela gruesa, en vez de los zapatitos finos que antes usaba y que provocaban las miradas de los hombres.
Ya en esa condición, se presentó nuevamente ante el Comisario de Educación Pública y le dijo:
- Yo vengo a buscar trabajo.
Y el Comisario contestó:
- Para usted tengo una escuela en tal región, a tres mil kilómetros de la capital, con un sueldo modesto de tanto. ¿Quiere usted ir?.
- Con mucho gusto, respondió la muchacha.
Portadora de su nombramiento, se fue a la Escuela Rural, y después de cuatro o cinco años de estar trabajando allí, dio la casualidad de que pasó por el lugar el ministro de Educación Pública, el mismo que no le había querido dar trabajo la primera vez y que se lo dio la segunda.
La escuela quedaba a una gran distancia del camino carretero, y fue una comisión de campesinos a invitar al Ministro para que la visitara. Aquél aceptó gustoso, y después de diez o doce horas de camino por la carretera, llegó a la escuela. No reconoció el Ministro a la muchacha que le había ido a pedir trabajo, y empezó a ver lo que era aquel establecimiento. Los campesinos le indicaron que allí no había ni casa para la escuela; que había llegado aquella muchacha de 17 años; los había reunido a todos, y les habia hecho comprender la necesidad de que cada uno de ellos pusiera un poco de su dinero para hacer un edificio destinado a tal objeto; que no importaba que no fuera lujoso, pues con que hubiera un techo, bancas y mesas de madera era bastante. Los campesinos contribuyeron con su trabajo y con sus escasos recursos, y la escuela se hizo.
Los campesinos contaron después al Ministro, que aquella muchacha los reunía semanariamente, explicándoles el programa de la Revolución; les hacía ver que era necesario que el pueblo trabajador se esforzara porque se llevara a cabo aquel programa tan bonito. Los campesinos que al principio eran reacios al programa revolucionario, fueron convenciéndose poco a poco, por los consejos de aquella muchacha, de que era preciso avenirse al movimiento libertario, y con gusto empezaron a colaborar con ella para llevar a efecto el programa, es decir, la maestra convenció a los campesinos conservadores de que debían adoptar el programa de la revolución y sumarse al movimiento renovador.
En seguida, los mismos campesinos explicaron al Ministro, que sus niños que antes andaban por la nieve, casi muriéndose de frío y sin saber qué hacer, ya no querían salir de la Escuela; que batallaban sus padres para llevárselos a sus casas, porque era tal el cariño que les prodigaba la maestra, que se estaban encariñando más con ella que con sus mismos padres.
Le explicaron cómo aquella humilde maestra había empezado a hacer comprender a los niños la vida real a la que irían después; que aquella muchacha no se limitaba a hacer recitar a los niños lo que se habían aprendido de memoria; el alfabeto, las poesías, la tabla de multiplicar, etc., sino que les explicaba en una forma por demás interesante y amena, todos los fenómenos de la vida; que aquella muchacha, cuando se enfermaba un niño, lo atendía, y cuando el enfermo era un campesino que vivía a cinco o diez leguas de distancia, hacía travesías a pie para curarlo. Por eso la querían y se oponían a que se les fuera a cambiar.
Le dijeron más: que aquella maestra estaba enseñando a los niños a cultivar el trigo, y que de los productos de éste, hacían dos partes: una para la escuela misma, para la compra de mobiliario, de cuadros educativos, de libros y demás útiles; y otra para repartirse entre los cuarenta o cincuenta niños, por partes iguales; que por eso los niños ya tenían calzado, vestidos y pequeños ahorros para sus distracciones. Y le explicaron también que aquella maestra había organizado en una cooperativa a los pequeños, y que con el trabajo de ellos estaba contribuyendo para el sostenimiento de la escuela y del hogar campesino; en fin, que todos los niños formaban una familia que reconocía como madre principal a la maestra.
Esto emocionó al ministro de Educación Pública, y al preguntarle a la muchachita aquella ¿de dónde era?, ésta le recordó las dos escenas que acabo de indicar anteriormente: la primera, cuando muy pintada y muy polveada, le había ido a pedir empleo, y él, en forma dura y grosera le había dicho: Para usted no tengo empleo; y la segunda, cuando se presentó ante él con su vestido de jerga y sus zapatos de suela gruesa, pidiendo también trabajo; y entonces, el Ministro dijo: Hay una escuela en tal parte. ¿Quiere usted ir?, y ella contestó: ¡Sí! El Ministro la felicitó, satisfecho de que había convertido a una muchacha que iba por la mala pendiente, quizás a la corrupción y al vicio; y ella también, reconoció que él había contribuido a salvarla, convirtiéndola en una buena maestra que estaba prestando servicios eminentes al gobierno y a la Revolución.
LAS MAESTRAS QUE NECESITAMOS
Pues este tipo de mujeres es el que necesitamos, no el maestro que pronuncía discursos a tontas y a locas, sin saber qué va a hacer; no el tipo de la maestra de escuela que charla con todo el mundo; sino de la maestra que acabo de mencionar, que entiende perfectamente cuál es la finalidad de la nueva escuela proletaria que estamos implantando en México.
BREVES CONCLUSIONES
Me estoy extendiendo ya demasiado en esta plática, compañeros, y voy por eso a terminar. Deseo sintetizar lo más que me sea posible, para acabar, expresando que las ideas fundamentales que deben normar la escuela socialista, son éstas: en primer término, que no sea exclusivista, ni autoritaria; que no sea para una sola clase social, para la gran ciudad, sino que vaya al campo, a las regiones más apartadas, y que dondequiera que haya un niño, exista un maestro, que lo sea igualmente para el adulto, llevando a todos la idea de lo que es la cultura, de lo que debe ser la nueva humanidad; que lo mismo abarque al niño que no ha nacido aún, que al adulto, que por no haber podido tener escuela, no ha aprendido lo que otros han tenido oportunidad de saber.
NI EXCLUSIVISTA NI AUTORITARIA
En este sentido, que la escuela sea generosa, que siembre afectos y amables sentimientos, que no sea exclusivista ni esté al servicio de las clases privilegiadas como la de antaño, que sólo servía para preparar cerebros, a fin de ponerlos al servicio de la explotación capitalista.
EL SENTIMIENTO DE LA RESPONSABILIDAD SOCIAL
En segundo término, la escuela debe despertar en el niño un alto sentimiento de responsabilidad, haciendo de él una personalidad capaz de comprender que, con el egoísmo y con el aislamiento, perjudica a la sociedad; una escuela que lleve al corazón del niño la idea de que él pertenece a la comunidad, y, como tal, debe aunarse a la colectividad y ser uno de aquellos que desea vivir la nueva humanidad. Este sentimiento de responsabilidad es algo que enaltece a la personalidad humana, porque la engrandece y la hace capaz de enfrentarse con los problemas de la vida y con sus luchas constantes.
LA ESCUELA, COMPLEMENTO Y SUPERACIÓN DEL HOGAR Y DE LA COMUNIDAD
En tercer lugar, la escuela debe ser el complemento del hogar, haciendo que éste y la vida misma. se confundan; que el hogar no permanezca aislado de la vida real, sino que la escuela sea el medio para que el hogar y la colectividad se constituyan y unifiquen en una sola comunidad. En los ejidos ya se ha logrado este intento; ellos son ejemplo de vida, porque allí la escuela, el hogar y la comunidad son la misma cosa; porque allí los padres colaboran con los maestros, asisten a sus juntas, le dan orientaciones y le prestan colaboración. Esta idea de que la escuela complemente el hogar y la vida, es algo que de una manera indispensable se requiere para la implantación de la nueva escuela.
EL A, B, C, DE LA LUCHA
Ustedes sabencque'antes salían los niños de la escuela a enfrentarse con la vida, y no entendían de esto absolutamente nada; que todos los profesionales que salíamos de las aulas, no sabíamos qué hacer; creíamos que nos íbamos a morir de hambre porque no se nos había enseñado ni siquiera el abecé de la lucha, para enfrentarnos a la vida.
LA REDENCIÓN DE LA MUJER
Otro aspecto de la escuela avanzada es la redención de la mujer; que la mujer sea un factor decisivo en el destino de la humanidad; que no sea la cosa a la que sólo se le mira con desprecio para maltratarla, o con ojos de deseo para disfrutarla. Que la mujer también colabore con el hombre, a ver si con esta cooperación encontramos nuevas orientaciones que no hemos sido capaces de descubrir, porque todavía la humanidad se despedaza entre sí en luchas y guerras inútiles.
Educando a la mujer, sin que pierda su feminidad, sin que se destruya su carácter de mujer hogareña, no transformándola en el tipo marimacho, sino que siga siendo femenina, pero educada hacia la nueva vida, hacia la nueva humanidad, ella puede ser una colaboradora eficacísima del hombre.
EL PORQUE DE LA URGENTE NECESIDAD DE LA IMPLANTACIÓN DE LA ESCUELA SOCIALISTA
Finalmente, otro carácter de la escuela socialista es la prédica de la razón, de la ciencia del porqué de las cosas; llevar a todos los campesinos, desde niños, la idea de que cada fenómeno tiene su explicación científica, su connotación lógica; llevar al corazón de todos, que es necesaria una nueva ideología para que esta humanidad cambie de rumbos y siga nuevos derroteros de igualdad, de cultura y de economía, bastante para hacerla más humana. En este sentido, todos deben entender que los bienes materiales de la vida son para todos. ¡Debe acabarse la creencia de que sufriendo en esta vida, iremos a una felicidad segura en la otra!
LA VOLUNTAD Y LA FELICIDAD SOCIALISTAS
Que se dé a todos la posibilidad de disfrutar de los bienes reales; que la justicia social se distribuya por igual entre todos; pero a condición de que todos colaboren con entusiasmo y con buena fe en esta obra de redención proletaria.
Entonces sí podrán decir los campesinos lo que yo les decía hace un momento: Vamos a disfrutar en esta vida de los bienes que la pródiga naturaleza nos ha dado, de los bienes que en relación con ella, hemos producido.