AUTOBIOGRAFÍA DE LA
REVOLUCIÓN MEXICANA
Emilio Portes Gil
CAPÍTULO DUODÉCIMO
PERIODO PRESIDENCIAL DEL GENERAL MANUEL ÁVILA CAMACHO
PERIODO PRESIDENCIAL DEL GENERAL MANUEL ÁVILA CAMACHO
Al hacerse cargo de la presidencia de la República, el general Avila Camacho integró su gabinete de la siguiente manera:
Gobernación: Lic. Miguel Alemán;
Relaciones: Lic. Ezequiel Padilla;
Hacienda: Lic. Eduardo Suárez;
Defensa Nacional: general Pablo Macías;
Agricultura: Ing. Marte R. Gómez;
Comunicaciones: general Jesús de la Garza;
Economía: Lic. Francisco Javier Gaxiola;
Educación Pública: Lic. Luis Sánchez Pontón;
Asistencia Pública: Dr. Gustavo Baz;
Departamento del Distrito Federal: Lic. Javier Rojo Gómez;
Departamento del Trabajo: Lic. Ignacio García Téllez;
Marina: general Heriberto Jara;
Salubridad: Dr. Víctor Fernández Manero;
Agrario: Ing. Fernando Foglio Miramontes;
Procurador General de la República: Lic. José Aguilar y Maya.
Durante la administración del general don Manuel Avila Camacho desapareció el sector militar del Partido de la Revolución Mexicana, que había sido creado por el general Lázaro Cárdenas. También desapareció la Administración Obrera de los Ferrocarriles, creada igualmente bajo la administración del presidente Cárdenas.
El día 3 de julio de 1941 vieron la luz pública los estudios para el establecimiento del Instituto Mexicano del Seguro Social, el que fue definitivamente implantado al expedirse la ley respectiva y funciona con éxito desde aquella época.
En el año de 1942 se firmó un convenio con los Estados Unidos para regular la contratación de los trabajadores que emigraban temporalmente para servir en el país vecino y se fijaron las condiciones más justas, más humanas y un trato digno.
Con motivo de la Segunda Guerra Mundial, el 7 de marzo de 1941 el ministro de Relaciones, Ezequiel Padilla, contestando interpelaciones que le hicieron en la Cámara de Diputados, informó:
México no ha suscrito ningún compromiso secreto con los Estados Unidos. No participará en una guerra continental, pero tomará la agresión a un país americano como hecha a él mismo, y si el conflicto actual lo exige, México firmará una alianza militar con los Estados Unidos. El caso de El Chamizal es algo concluido a favor de México, que tiene derechos indiscutibles. La defensa exige que abandonemos los resquemores y hostilidades hacia los Estados Unidos.
El 1° de abril el gobierno de México incautó algunas embarcaciones surtas en puertos nacionales de bandera alemana e italiana, lo que originó protestas de las potencias del Eje y la agresión de submarinos alemanes a barcos petroleros mexicanos; ello dio motivo a que el presidente Avila Camacho mandara al Congreso dé la Unión una comunicación, cuyos puntos sobresalientes son los siguientes:
Honorables miembros del Poder Legislativo:
Me presento a cumplir ante ustedes el más grande de los deberes que incumben a un jefe de Estado: el de someter a la representación Nacional la necesidad de acudir al último de los recursos de que dispone un pueblo libre para defender sus destinos.
Según lo informó oportunamente a la Nación el gobierno de la República, durante la noche del 13 del mes en curso, un submarino de las potencias nazifascistas torpedeó y hundió en el Atlántico, a un barco-tanque mexicano, el Potrero del Llano.
Ninguna consideración detuvo a los agresores, ni la neutralidad del país al que la nave pertenecía, ni la circunstancia de que ésta llevase todos los signos externos característicos de su nacionalidad, ni la precaución de que el barco viajase con las luces encendidas, a fin de hacer claramente visibles los colores de nuestra bandera, ni por razones de derecho internacional y humanitarios, el deber de otorgar a los miembros de la nave la oportunidad de atender a su salvamento.
De los 35 tripulantes en su integridad mexicanos, sólo 22 lograron llegar a Miami, y uno de ellos, pocas horas más tarde, pereció víctima de las lesiones sufridas durante el hundimiento. Con la suya fueron 14 vidas segadas por el ataque de los países totalitarios. 14 vidas de hombres jóvenes y valientes, sobre cuyo recuerdo la patria se inclina con devoción.
Terminó solicitando autorización para declarar la guerra a los países del Eje, habiendo expedido el Congreso de la Unión un decreto con las siguientes conclusiones:
PRIMERO. Se declara, que a partir del día 24 de mayo de 1942, existe un Estado de Guerra entre los Estados Unidos Mexicanos, y Alemania, Italia y Japón.
SEGUNDO. El presidente de la República hará la declaración correspondiente y las notificaciones internacionales que procedan.
ARTICULO PRIMERO TRANSITORIO. Esta ley y la declaración presidencial a que se refiere el artículo anterior, entrarán en vigor a partir de su publicación en el Diario Oficial.
El Congreso de la Unión concedió facultades extraordinarias al presidente de la República, incluyendo la suspensión de garantías indispensable para poder hacer frente al estado de emergencia.
El 3 de julio de 1942 el presidente Avila Camacho dirigió un mensaje a la nación expresando las causas que habían motivado la declaración del Estado de Guerra y explicando el uso que haría de las facultades extraordinarias de que había sido investido por el Congreso de la Unión.
No obstante las facultades omnímodas que el Congreso de la Unión otorgó al presidente Avila Camacho, éste mantuvo al país en completa paz y dentro del cauce constitucional.
Durante el gobierno del señor presidente Avila Camacho, México participó en todas las conferencias, lo mismo interamericanas que mundiales, poniendo especial empeño en llevar a la práctica los acuerdos en ellas tomados.
La Tercera Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores de las Repúblicas Americanas, celebrada en Río de Janeiro del 25 al 28 de enero de 1942, dio ocasión a México para -según las propias palabras del Primer Magistrado- reafirmar su devoción por los nuevos principios que inspiran y han inspirado siempre nuestra conducta en el exterior y proclamar a la faz del mundo, nuestro enérgico apoyo por la causa de la democracia y de la justicia ...
En la sesión inaugural de la Conferencia de Chapultepec, celebrada el 21 de febrero de 1945, el Primer Mandatario expuso:
Frente al atentado la conciencia continental no tardó en erguirse. Una misma voluntad puso en pie a los pueblos; luchar si era necesario; morir acaso, pero no tolerar que se perpetuasen impunemente las cruentas depredaciones cometidas por regimenes alterados por la fiebre más sórdida de dominio de que tiene noticia la humanidad, Para conseguir el propósito que señalo, ¿qué podían ofrecer algunas de nuestras naciones militarmente débiles, de incipiente industria y de economía exigua en varios aspectos? Mucho, señores; porque las fuerzas materiales no son las únicas que combaten en esta guerra. Por encima de las fuerzas de la materia, como guía lúcida y penetrante, vibra el espíritu. Si es grande el peso de las espadas, mayor sin duda es el peso inmutable de la virtud. Y es la virtud de América lo que América ha colocado en primer lugar en su ofrenda al altar de la democracia; su honradez ingénita, su idealismo ardiente; toda su historia, su inmensa historia que es como un himno grabado a fuego sobre el bronce inmortal de la libertad.
Aunque no hubiéramos añadido a esa ocasión la más alta de todas, la más austera -el tributo de nuestros productos, tan útil para los arsenales en la campaña; aunque no hubiese corrido aún, como ya ha corrido, la sangre de muchos de nuestros hombres, el concurso moral que invoco honraría a la América entera en el instante de la Victoria,
Para estrechar más sus relaciones internacionales con México, el jefe del Estado Mayor del Ejército Norteamericano, general George Marshall, hizo una visita a la ciudad de México en 1943 y más tarde el presidente F. D. Roosevelt fue huésped del presidente Avila Camacho en Monterrey, N.L.
Para demostrar que México cumplía sus obligaciones, cuando menos simbólicamente, el 24 de julio salió rumbo a los Estados Unidos el Escuadrón 201 de la Fuerza Aérea Mexicana, con objeto de combatir a los japoneses.
El distinguido escritor Jesús Romero Flores, en su interesante ensayo La obra constructiva de la Revolución Mexicana, expresa lo siguiente:
Don Manuel Avila Camacho inició una serie de ceremonias que se titularon de Acercamiento Nacional, Uno de los actos más importantes de esas ceremonias fue la reunión en la Plaza de Armas del presidente Avila Camacho con los ex-presidentes general Plutarco Elías Calles, general Abelardo L. Rodríguez, ingeniero Pascual Ortiz Rubio, general Lázaro Cárdenas, licenciado Emilio Portes Gil y don Adolfo de la Huerta.
Tal vez influido, todavía, por la encarnizada lucha electoral que se desarrolló en su contra, el señor general Avila Camacho, al tomar posesión del gobierno, y aun desde antes, había declarado públicamente que él era creyente y que su gobierno trataba de realizar la Unidad Nacional. Tales declaraciones fueron aprovechadas, por quienes aprovechan cualquier flaqueza de nuestros gobernantes (los reaccionarios) para capitalizar esas expresiones a su favor y empezar a realizar una obra de penetración en todos los sectores del gobierno por cuantos medios hábiles estaban a sus manos.
Tan grande fue esa penetración, que constituyó no solamente una influencia decisiva en la administración pública, sino un cambio en la dirección y marcha de la Revolución Mexicana, que desde entonces ha venido experimentando un retroceso y, en muchos casos, una violación flagrante a la propia Constitución del pais, que debe ser respetada.
El clero católico mexicano, que es quien primero aprovecha las flaquezas de los gobernantes, empezó a actuar como en épocas no sólo de la dictadura de Porfirío Díaz, sino peores que las del imperio de Maximiliano y de la dictadura Santanista. Se importaron clérigos de todas las nacionalidades: españoles, franceses y hasta norteamericanos, los cuales están posesionados, desde entonces, de los mejores curatos, vicarías y congregaciones religiosas; se desató una fiebre en la construcción de templos, multiplicándose éstos en todas las ciudades, barrios y colonias, exprimiendo los bolsillos del pueblo para cooperar a construcciones costosísimas; so pretexto de la escasez de presupuestos para abrir escuelas oficiales, se otorgó y se ha venido otorgando licencia ilimitada para la apertura de escuelas confesionales, no colocando al frente de ellas a hombres de paja o a personas ineptas para la enseñanza, sino, de plano, dirigidas y explotadas por los miembros del clero de distintas congregaciones católicas; el culto público volvió a aparecer no solamente en los miserables poblachos, sino en ciudades de importancia; las peregrinaciones a la Villa de Guadalupe empezaron a efectuarse con mengua de las leyes sobre culto público, concurriendo millares de fanáticos seducidos por quienes ven en estos actos tres cosas: una fuente de ingresos estupenda, un alarde de fuerza en contra de la ley y una burla a los hombres del gobierno que debieran hacer cumplir la ley.
La llamada unidad nacional proclamada por el presidente Avila Camacho, no consistió, como debiera ser, en que todos los mexicanos se unan en torno de la Constitución y de las leyes, sino en que todos los hombres se unan en el partido de la antipatria, en el bando de los que obedecen la jerarquía romana, al pontífice-papa y quienes no tienen más ley que las disposiciones del derecho canónico; de quienes, desgraciadamente, son mexicanos por haber nacido en México, pero son súbditos obedientes de una autoridad extranjera.
Al inaugurarse la Octava Asamblea de Acercamiento Nacional, el 15 de septiembre de 1942, el presidente Avila Camacho expresó (haciendo un rápido balance de nuestro pasado, la evolución de la nación, al afirmar que;
Han transcurrido 132 años desde aquel en que nuestro pueblo rodeó en Dolores al hombre de iluminada visión que tan merecidamente llamamos el Padre Hidalgo. En el curso de esos 132 años México ha atravesado por experiencias difíciles, guerras crueles y movimientos internos muy numerosos; nacidos a la existencia política en un momento de crisis semejante a la actual, hubimos de defender nuestras libertades contra todas las amenazas. Contra las amenazas de fuera, que nos impusieron conflictos capaces de reducir nuestro territorio, pero no de amenguar nuestra dignidad. Y contra las otras, las amenazas de adentro, que en vano procuran desviar el caudal de nuestras justas aspiraciones y que fueron siempre vencidas por la marcha ascendente del pueblo hacia el bien y la redención.
Ninguna amargura nos fue evitada durante el proceso que requería la organización autónoma del país. Cuantos dolores parecía auguramos el nombre mismo de la ciudad en que sonó por primera vez la campana inmortal de la independencia, nuestras masas lo han sufrido sin una queja, con ese heroísmo que hizo de bronce la intrepidez de Cuauhtémoc, la resolución de Morelos y la tenacidad ejemplar de Benito Juárez.
Entre los ataques del exterior y las acomodaciones violentas del interior, nuestra vida fue construyéndose día a día, hasta llegar a esa noble etapa de reivindicaciones humanas que inició la revolución de 1910.
Al tomar posesión del gobierno de la República el señor general Avila Camacho, a fines del año de 1940, subsistían aún los efectos del conflicto provocado por la patriótica medida tomada por el general Lázaro Cárdenas al expropiar los bienes de las compañías petroleras.
Convencido el señor presidente Avila Camacho de la responsabilidad contraída, conservando para la nación la riqueza petrolífera del país, el 19 de noviembre de 1941 concertó un convenio con el gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica para cubrir el monto de las indemnizaciones a los ciudadanos afectados por la expropiación de los bienes petroleros y con quienes hasta esa fecha no se hubiera celebrado ningún convenio.
Durante el período de 1940-46 la producción petrolera nacional conservó en general cierta estabilidad; sin embargo, en 1942 y 1943 decreció notablemente, pero pudo recuperarse en 1944 y 1945; en este último año, volvió casi al mismo nivel de 1940: 7.001,030 metros cúbicos de crudo.
A fin de contar con reservas debidamente preparadas y sostener el entusiasmo que en el pueblo había despertado la obligación de defender los intereses nacionales, el gobierno decretó el Servicio de Instrucción Militar, instituyendo Comités de Defensa Civil, que, asesorados por elementos del Ejército, invitaron a la juventud mexicana a recibir la educación que los capacitara como futuros soldados.
La obra educativa durante el régimen del presidente Avila Camacho fue intensa. Se revisaron los planes educativos, los programas escolares y los libros de texto adoptados oficialmente. Se dio preferente atención a la educación pre-escolar.
En cuanto a la educación primaria, el gobierno del presidente Avila Camacho se empeñó en que todos los niños de México tuvieran igual derecho a recibir una educación básica. En materia de segunda enseñanza, sustentó la tesis de que la unidad nacional exigía un ciclo secundario unificado, práctico, y amplio.
Desde los primeros años del gobierno del presidente Avila Camacho, anunció su resolución de ayudar a la Universidad Nacional Autónoma de México, de aumentar los subsidios de las universidades y de los institutos de los Estados.
El 26 de diciembre de 1944, el Ejecutivo expidió una ley en virtud de la cual fue establecido, el 19 de marzo de 1945, el Instituto Federal de Capacitación para el magisterio a fin de compensar la deficiencia de los maestros rurales, quienes en la mayoría de los casos no eran titulados.
Se concedió a los maestros un aumento en proporción a su antigüedad y a su especialidad.
El Ejecutivo aprobó los lineamientos generales de un programa de construcción de escuelas, y se otorgó personalidad jurídica a un Comité Administrador.
El señor presidente Avila Camacho expidió una Ley de Emergencia en virtud de la cual emprendió en todo el país la Campaña Nacional contra el Analfabetismo. (Los censos de 1940 arrojaron un promedio de 47.88% de analfabetos absolutos, de más de seis años de edad.) El ordenamiento fijó a todos los mexicanos residentes en territorio nacional sin distinción de sexo u ocupación, mayores de 18 y menores de 60 años, que sepan leer, escribir y no estén incapacitados, la obligación de enseñar a leer y escribir cuando menos a otros habitantes de la República, que no estén incapacitados, y cuya edad esté comprendida entre los seis y los cuarenta años.
Durante el sexenio del presidente Avila Camacho se erogó en la construcción de caminos que formaron parte inmediatamente de la red federal, $579,037,990.74, de los cuales $131.756,018.49, provinieron de impuestos y $447.281,972.25 de Bonos de Caminos.
En materia de irrigación el gobierno del presidente Avila Camacho emprendió grandes obras para irrigar las áreas más necesitadas.
Habiéndose iniciado la campaña presidencial para el cambio de Poderes Federales, entregó la presidencia al señor Lic. Miguel Alemán, quien contendió con el candidato de los grupos independientes, Ezequiel Padilla.