Índice de Autobiografía de la Revolución Mexicana de Emilio Portes GilCAPÍTULO IV - Se inicia la Revolución - La entrevista Díaz-CreelmanCAPÍTULO IV - Se inicia la Revolución - Tratados de Ciudad JuárezBiblioteca Virtual Antorcha

AUTOBIOGRAFÍA DE LA
REVOLUCIÓN MEXICANA

Emilio Portes Gil

CAPÍTULO CUARTO

SE INICIA LA REVOLUCIÓN Y ES DETENIDA EN SU NACIMIENTO

GIRA DEL SEÑOR MADERO POR LA REPÚBLICA.
Carta que dirigió al General Díaz quejándose de los atropellos que se cometían por las autoridades de la dictadura. Prisión del señor Madero en Monterrey, su traslado a San Luis Potosí. Fuga del señor Madero a los Estados Unidos. El Plan de San Luis. El sacrificio heróico de Aquiles Serdán en Puebla. La toma de Ciudad Juárez. Levantamientos en la República.


El señor Madero, acompañado de los señores licenciado Roque Estrada e ingeniero Félix F. Palavicini, recorrió la mayor parte de los Estados de la República, pronunciando, los tres, vehementes discursos en que se atacaba a la dictadura.

En el mes de enero de 1910, el señor Madero se lanzó abiertamente a la propaganda electoral, visitando primeramente Mazatlán, Culiacán y algunas otras poblaciones de los Estados de Sonora, Sinaloa y Nayarit. Después, Durango, Aguascalientes, Puebla, en donde lo recibió Aquiles Serdán. Al llegar a la ciudad de México, más de 30,000 partidarios lo reciben con entusiasmo.

El señor Madero dirigió al general Díaz una carta en que hacía ver que en la entrevista que había celebrado con él, le ofreció que entregaría el poder a quien el pueblo designase.

Le hacía conocer los trabajos emprendidos por sus partidarios, que se quejaban a diario de los atropellos que se cometían por las autoridades locales. En concreto le decía a este respecto:

En Coahuila se ha impedido arbitrariamente toda clase de manifestaciones en honor nuestro y también se han puesto trabas ilegales para hacer la propaganda mia y del Dr. Vázquez Gómez. En Nuevo León, Aguascalientes y San Luis Potosí ha pasado lo mismo.

Muchos más atropellos que se venían cometiendo en los Estados de Sonora, Puebla y otros, los hacía conocer al presidente, expresándole:

De estos atropellos la opinión pública, a la vez que a las autoridades locales, hacen responsable a usted, pues se cree que tales medidas son dictadas con su acuerdo, y con el propósito de imponer en las próximas elecciones su candidatura y la del señor Corral.

Exhortaba al general Díaz a poner remedio a aquella situación tan anómala, haciendo hincapié en que venía recomendando a sus partidarios que desarrollaran sus trabajos con estricto apego a la ley, diciéndole:

Deseo vivamente, para bien de la patria, desligue usted su personalidad como gobernante y como candidato a fin de que el primero sea el imbatible guardián de la ley y no se deje influir por el segundo. Esta conducta redundará en gloria para usted, en bien de la patria y en prestigio para las prácticas republicanas, y con ello quedará para siempre consolidada la paz, puesto que tendrá por base la Constitución y la Ley.

En el recorrido que el señor Madero llevó a cabo por los Estados fronterizos, fue víctima también de atropellos por parte de las autoridades locales; en Saltillo le prohibieron hacer uso de la palabra, disolviendo la caballería la manifestación preparada para recibir al candidato; en Monterrey, el entusiasmo del pueblo fue extraordinario; pero el teniente coronel Ignacio Morelos Zaragoza, Jefe de la Policía, le impidió realizar un mitin y hacer uso de la palabra, trató de aprehender al licenciado Roque Estrada, que pudo escapar, y el señor Madero fue reducido a prisión, acusado de una serie de delitos.

Madero, en unión del licenciado Roque Estrada que a la postre fue aprehendido, fue trasladado a San Luis Potosí, el 19 de junio de 1910, acusado de delitos que no había cometido. Salió en libertad bajo fianza, con la obligación de permanecer en la ciudad y de presentarse periódicamente a las autoridades. Pudo burlar la vigilancia de las autoridades, fugándose la madrugada del 6 de octubre, dirigiéndose a los Estados Unidos, en donde expidió el plan revolucionario de San Luis y un manifiesto en los que esboza, con sus agravios, los lineamientos de la Revolución. En una parte del referido manifiesto, califica de traición al pueblo, el no ponerse al frente de sus conciudadanos para obligar al general Díaz por la fuerza de las armas a respetar la voluntad nacional.

En las elecciones que tuvieron lugar el día 6 de julio y a las que con todo valor asistieron los miembros del partido Antirreeleccionista y Nacionalista Democrático, se cometieron toda clase de fraudes, declarándose posteriormente triunfantes las candidaturas del general Díaz y del licenciado Ramón Corral. En el Plan de San Luis, Madero declaró nulas las elecciones para presidente y vicepresidente de la República, Magistrados de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Diputados y Senadores, efectuadas en junio y julio de ese año, determinando las normas de organización política y militar revolucionaria, y fijando el 20 de noviembre del propio año como la fecha indicada para iniciar la Revolución.

El Plan de San Luis fue un documento esencialmente de carácter político, pues sólo en el artículo tercero se alude a la Reforma Agraria.

El 18 de noviembre de 1910, Aquiles Serdán, uno de los más puros revolucionarios de 1910, valiente hasta la temeridad, encontrándose en su casa, fue cercado por las fuerzas federales y la policía. En el ataque a la casa de Serdán, éste fue herido gravemente, ocultándose debajo del piso de madera de una de las habitaciones, habiendo sido muerto por los soldados federales, el día 19.

En ese acto Carmen Serdán, hermana de Aquiles, se batió heroicamente con los asaltantes, siendo aprehendida al igual que su madre doña Carmen Alatriste viuda de Serdán y la señora Filomena del Valle de Serdán, que fueron conducidas a la penitenciaría.

Así se inició la epopeya revolucionaria en la ciudad de Puebla, con el sacrificio de uno de los más grandes revolucionarios, cuyo nombre ha sido honrado por la historia e inscrito con letras de oro en la Cámara de Diputados.

Pascual Orozco, minero de Chihuahua, se levantó en armas en San Isidro, atacando Ciudad Guerrero, que tomó después de fiera lucha.

Otros jefes revolucionarios que secundaron al señor Madero fueron en Chihuahua, Francisco Villa, don Abraham González, el padre de Orozco, José de la Luz Blanco, Feliciano Díaz, Ignacio Valenzuela y Manuel Chao, así como Guillermo Baca, que rápidamente atacó la ciudad de Hidalgo del Parral, donde fue rechazado por las fuerzas gobiernistas.

En Gómez Palacio, Durango, el general Jesús Agustín Castro, antiguo empleado de la compañía de tranvías, Orestes Pereyra y Calixto Contreras, tomaron esa ciudad después de una lucha sangrienta.

En Coahuila se levantó Cesáreo Castro.

Hechos de armas importantes fueron los combates de Cerro Prieto y Mal Paso.

En Zacatecas, el jefe revolucionario don Luis Moya, de valor extraordinario, con otros revolucionarios logró tomar la población de Nieves, Zac., y en gira triunfal por dicho Estado, continuó combatiendo a los federales. Con los generales Martín Triana y Calixto Contreras entró audazmente a la ciudad de Zacatecas, atacando posteriormente la plaza de Mapimí, hasta que tres meses después de haberse levantado fue muerto en la lucha.

El día 14 del mes de febrero entró el señor Madero a territorio nacional acompañado de un grupo de sus partidarios.

Pasó por el río Bravo, frente a la isleta, en la madrugada, protegido por José de la Luz Soto, que con fuerzas rebeldes operaba en la zona.

Ya se encontraban en ese lugar don Abraham González, el ingeniero Eduardo Hay, Roque González Garza, Manuel García Vigil, José Garibaldi y Salvador G6mez.

Con el señor Madero venía su hermano Raúl y una escolta que mandaba el ingeniero Rafael Aguilar.

El 6 de marzo de 1911, el señor Madero, ya con un contingente de 600 revolucionarios a sus órdenes, atacó la ciudad de Casas Grandes, que no llegó a caer en poder de los revolucionarios, gracias a que el general Samuel García Cuéllar lleg6 con fuertes refuerzos. En esta acción de armas, el general García Cuéllar perdi6 un brazo que le fue amputado, saliendo herido en un ojo el revolucionario ingeniero Hay, siendo hecho prisionero en compañía de otros maderistas.

En Sonora secundaron la Revolución, Jesús Rasc6n Tena, Juan Cabral y otros. En Durango, Domingo y Mariano Arrieta. En Sinaloa, Ramón F. Iturbe, Juan Balderas. En Coahuila, Martín Triana y Alberto Guajardo; en Nuevo León, Antonio I. Villarreal; en Michoacán, Cándido Navarro; en Veracruz, Cándido Aguilar y Rafael Tapia, Ricardo López, al mismo tiempo que en Guerrero se levantaron Ambrosio Figueroa y su hermano; en Tamaulipas, Alberto Carrera Torres, quien se posesion6 de la ciudad de Tula.

En el Estado de Morelos se inició el levantamiento maderista encabezado por Pablo Torres Burgos, Emiliano Zapata, Gabriel Taboada y Rafael Moreno, quienes previa entrevista que tuvo el primero con el señor Madero, se lanzaron a la lucha, tomaron las poblaciones de Tlalquitenango y Jojutla, y habiéndose distanciado Torres Burgos, se separó de Zapata, siendo sorprendido y muerto en el camino de Tlaltizapán.

Como Jefe del movimiento quedó en Morelos, Emiliano Zapata, quien conocedor de la situación de miseria en que se encontraban los campesinos en su Estado, por haber sido él mismo trabajador de una de las haciendas azucareras, concibió la necesidad de levantar la bandera del agrarismo, y desde luego fue ésta la característica del movimiento suriano.

Además de Ambrosio Figueroa y su hermano, se levantaron en el Estado de Guerrero, Juan Andrew Almazán, Manuel Asúnsolo y el licenciado José Inocente Lugo.

Pronto la revolución encabezada por Zapata tomó gran incremento, pues la bandera de la tierra fue lo más novedoso de la revolución.

Ante los triunfos obtenidos en el Estado de Chihuahua y en el sur de la República, los revolucionarios, contra la voluntad del señor Madero, atacaron la línea de trincheras del ejército federal en Ciudad Juárez.

El señor Madero se negaba a autorizar el ataque a Ciudad Juárez, porque temía complicaciones internacionales con los Estados Unidos. Sin embargo, Pascual Orozco y Villa iniciaron el ataque contra las avanzadas del general Juan J. Navarro, que defendía la plaza.

Convencido el señor Madero de que no era posible detener ya el ataque, porque la mayoría de los jefes revolucionarios estaba resuelta a continuarlo, rectificó su actitud, habiéndose generalizado el combate hasta que el día 10, después de 72 horas de lucha, los federales se rindieron.

El general Juan J. Navarro, que había defendido la plaza con toda bizarría expresó lo siguiente:

Por nuestra parte, los soldados faltos de fuerza física y moral, hacían los últimos esfuerzos de que eran capaces. Ante tan tremenda situación, solamente quedaba el sacrificio de mi persona y a las 2.30 p. m. me rendí a discreción para evitar el sacrificio inútil de mi gente.

El señor Madero explicó la caída de Ciudad Juárez, diciendo que se originó por una escaramuza de mis avanzadas con las del enemigo y una violenta retirada de éstos, que inspiró a mis bravos soldados el deseo de completar el triunfo, tan felizmente empezado por unos cuantos. Ya una vez dentro de la ciudad, se unieron a nosotros muchos simpatizadores, así como también gran número de la ciudad de El Paso.

Y confiesa:

Por la mañana traté de hacer que cesaran las hostilidades y me dirigí al comandante enemigo, a la vez que ordené la retirada de mis fuerzas; con ese motivo mandé un oficial con bandera blanca, que fue balaceado por el enemigo. Fue una acción indigna cometida con ese oficial que iba a trasmitir la orden de retirada a mis fuerzas. Por más esfuerzos que hice para que se retiraran, no lo conseguí, porque, como he dicho, se habían unido a mis hombres muchos individuos poco acostumbrados a la obediencia militar.

La caída de Ciudad Juárez fue de enorme trascendencia y, de hecho, lo que determinó el triunfo de la revolución.

Al ocupar dicha plaza, el señor Madero procedió a organizar su gabinete, quedando integrado así: secretario de Gobernación, Federico González Garza; secretario de Relaciones Exteriores, Francisco Vázquez Gómez; secretario de Hacienda, Gustavo Madero; de Guerra, Venustiano Carranza; de Comunicaciones, Manuel Bonilla y de Justicia el licenciado don José María Pino Suárez.

A la vez que el señor Madero se posesionó de Ciudad Juárez, en Michoacán, Salvador Escalante, Braulio Mercado y Francisco y Saúl Cano se posesionaron de Pátzcuaro; Pedro Aceves de la Piedad de Cabadas; Marcos B. Méndez, Eutimio Díaz y Rafael Jiménez ocupaban Uruapan y el 12 del propio mes las fuerzas revolucionarias de Ambrosio y Rómulo Figueroa, Martín Vicario y Alfonso Miranda se posesionaron de Iguala, Gro.

En Sonora, Agua Prieta cayó en poder de Juan Cabral, Ramón F. Iturbe y Juan Balderas se apoderaron de Culiacán.

Al mismo tiempo, en el propio mes, cayeron en poder de los maderistas, Acapulco y Chilpancingo.

De hecho, la Revolución había triunfado.


EL CONGRESO NACIONAL DE ESTUDIANTES Y LA REVOLUCIÓN MADERISTA

Coincidió con la celebración del Centenario de la Independencia, la reunión en la ciudad de México del Congreso Nacional de Estudiantes, idea que tuvo origen en la Escuela Nacional de Medicina y de la que fueron iniciadores los estudiantes Alfonso Cabrera, Alfonso Alarcón y Atilano Guerra.

El ingeniero José Domingo Lavín, que fue Delegado por el Estado de Tamaulipas, relata, en la siguiente forma, cómo se desarrollaron los trabajos en aquel memorable movimiento estudiantil.

La Escuela de Medicina prohijó el movimiento y en seguida se unió la Escuela Nacional de Ingenieros; Gustavo P. Serrano, Manuel Buen Abad y otros estudiantes de años superiores secundaron el movimiento de la Escuela de Medicina, y en reuniones preliminares, ya con todos los estudiantes de las escuelas superiores, de Agricultura, Normal y Preparatoria de la Capital, se formularon las bases para el Congreso.

Estableciéronse una serie de temas de carácter pedagógico, sobre los cuales los estudiantes debían opinar formalmente. Estos temas constituían la comparación del sistema de reconocimientos, exámenes, premios y castigos, situación de alumnos numerarios, supernumerarios y oyentes, etc.

La Secretaría de Educación Pública que dirigía el maestro Justo Sierra, apoyó la iniciativa y sirvió de conducto a través de los gobernadores de los Estados, para convocar a todas las escuelas superiores del País, que entre sí no tenían relaciones directas. En el Congreso estuvieron representadas todas las escuelas, con excepción de la Normal de Tamaulipas, donde el representante, Emilio Portes Gil, que fue designado por los estudiantes, no obtuvo la credencial del gobernador, por intrigas del subdirector del plantel, y del delegado por Puebla, Alfonso Cabrera, que por ser hermano de don Luis, no obtuvo su credencial; pero que sí tuvo acceso a la Asamblea.

El 6 de septiembre de 1910 se instaló en el Colegio de Minería, el Congreso.

Por vez primera se pronunciaron discursos en donde se pedía la renuncia del general Porfirio Díaz y el día 13 de septiembre los estudiantes se lanzaron por las calles de Tacuba y de Bolívar hasta llegar a la antigua calle de Cadena (hoy Venustiano Carranza) a donde se encontraba la residencia del Presidente de la República.

En el trayecto se unieron gentes del pueblo y ya frente a la casa del general Díaz, en una carretela se instaló una tribuna, y Alfonso Priani, Francisco Castillo Nájera y otros estudiantes, empezaron a pedir en discursos, la libertad de la democracia y la renuncia del general Díaz.

Pronto fueron disueltos por la gendarmería montada, y al regresar los delegados a los Estados en franca propaganda revolucionaria que minó, sin duda lo político.

Entre aquellos delegados estudiantiles tan sigñificados, deben mencionarse a: Palma Guillén, Luis Sánchez Pontón, Alfonso Alarcón, Justo Santa Ana, Alfonso Cabrera, Francisco Castillo Nájera, Atilano Guerra, Gonzalo Zúñiga, Ing. José Domingo Lavín, Luis León, Ricardo Alduvín, Adalberto Incháustegui, Aarón Sáenz, A. Prado Romaña y Gustavo Serrano.

El Congreso Nacional de Estudiantes de 1910 tuvo gran significación en el movimiento libertario; pues de la capital de la República salieron todos los delegados a los Estados, continuaron entre la clase estudiantil este movimiento que erosionó el prestigio de la dictadura.

Muchos de aquellos estudiantes abrazamos la causa maderista, y durante la Revolución Constitucionalista nos tocó desempeñar importantes funciones públicas.

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