AUTOBIOGRAFÍA DE LA
REVOLUCIÓN MEXICANA
Emilio Portes Gil
CAPÍTULO QUINTO
LA REVOLUCIÓN CONSTITUCIONALISTA
EL ATAQUE A COLUMBUS POR FUERZAS DEL GENERAL FRANCISCO VILLA
La Expedición punitiva al mando del General Pershing. La batalla de El Carrizal.
El reconocimiento que como gobierno de facto del señor Carranza hizo el gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica, provocó en Villa una reacción de las que con frecuencia sufría este hombre extraordinario y, para vengarse, violentamente, con 300 hombres al mando de Martín López, Francisco Beltrán y Candelario Cervantes, procedió a invadir el territorio de los Estados Unidos, asaltando el pueblo de Columbus el día 9 de marzo de 1916.
Propiamente el objetivo que persiguió Villa no fue otro sino el de provocar un conflicto con el gobierno norteamericano.
Como las tropas que defendían Columbus rápidamente rechazaron el ataque, los villistas se retiraron dejando -según un parte del coronel Slocum, que defendió aquella ciudad-, alrededor de 190 muertos.
Posiblemente la cifra sea exagerada, pero también quedaron en el campo un buen número de soldados norteamericanos.
Ante aquel acto de agresión tan injustificada, los coroneles Dodd y Slocum expresaron públicamente su opinión en el sentido. de que mientras no se persiga enérgicamente a Villa hasta dispersar totalmente sus fuerzas, éste continuará asaltando nuestra frontera.
De esta opinión se hizo eco el general Funston, ayudante general del ejército de los Estados Unidos.
El secretario de Estado, Lansing, declaró in continenti que una fuerza competente será mandada desde luego en persecución de Villa, teniendo como único objetivo la captura de éste, a fin de acabar con sus actos de bandolerismo, y ordenando desde luego al general Pershing que precisara los elementos que debían estar a sus órdenes para desempeñar tal misión.
Con motivo del ataque a Columbus, el señor Carranza, por conducto de la Secretaría de Relaciones Exteriores, se dirigió al Departamento de Estado, haciendo presente la pena que le causara el lamentable incidente ocurrido en el pueblo de Columbus, con motivo del asalto que sufrió ayer por los bandoleros que capitanea Francisco Villa, en la inteligencia de que ya destacaba un competente número de fuerzas para restablecer el orden, dar garantías a nacionales y extranjeros y evitar nuevas incursiones en territorio americano.
Igualmente, en la comunicación al gobierno norteamericano se solicitó el permiso necesario para que fuerzas mexicanas pudieran pasar a territorio americano, y recordando antecedentes del año de 1884, en que bandas de forajidos en el Estado de Chihuahua cometían depredaciones que afectaron a los Estados Unidos, por acuerdo de ambos gobiernos se convino entonces que fuerzas armadas de uno y otro país pudieran pasar libremente de uno a otro territorio para perseguir y castigar aquellos bandidos, si la irrupción registrada en Columbus se repitiera, desgraciadamente en cualquier otro punto de la línea fronteriza.
El gobierno de Washington dio una mala interpretación a la proposición del presidente Carranza, puesto que fijaba como condición para el paso recíproco de tropas, sólo en el caso de efectuarse una nueva invasión como la de Columbus, y sin ninguna otra consideración y sin previo convenio, los Estados Unidos ordenaron el paso por Palomas a territorio mexicano de una expedición que denominaron Punitiva, con objeto de perseguir a Villa, expedición que estuvo a cargo del general Pershing.
La llamada Expedición Punitiva hizo su entrada a territorio nacional por Palomas, el día 15 de marzo de 1916, con un contingente de 10,000 hombres perfectamente equipados.
Tan luego como la Expedición Punitiva entró a territorio nacional, el señor Carranza, por conducto de la Secretaría de Relaciones Exteriores, dirigió al gobierno de Washington una nota en cuya parte principal expresa:
Primero: Las tropas norteamericanas cruzaron nuestra frontera sin consentimiento del Gobierno de México.
Segundo: La Secretaría de Estado puesta de acuerdo con la Secretaría de Guerra de los Estados Unidos, obró a sabiendas de que no tenían derecho a enviar las tropas del general Pershing en persecución de Villa alegando que creían que el señor Carranza autorizaba dicho paso de tropas con la sola proposición condicional que le hiciera el Gobierno de México.
Tercero: Las autoridades estadounidenses estaban perfectamente enteradas de que esa proposición no constituía un mutuo compromiso porque faltaba el acuerdo internacional respectivo que definiera: qué clase de tropas habían de entrar a entrambos países, eventualmente, en el territorio del otro para perseguir a las bandas de forajidos en las dos naciones; en qué circunstancias y por cuánto tiempo permanecerían en territorio de cada República.
En Washington estaban al cabo de que la propuesta de Carranza únicamente sería valedera para el caso de que se repitiera un ataque semejante al de Columbus.
Cuarto: Sin embargo, de todo lo anterior las autoridades civiles y militares de Washington sorprendieron al Gobierno Constitucionalista enviando la Expedición Punitiva del general Pershing que constituyó una intervención arbitraria en nuestra patria.
Quinto: Era incuestionable, asimismo, que las autoridades de los Estados Unidos habían detenido, con fútiles pretextos, las armas y pertrechos, y además una fábrica de cartuchos, destinado todo a nuestro ejército cuando más precisaban esos elementos para hacer la paz en la República acabando con todas las partidas de gente armada fuera de la ley, que impedían la completa tranquilidad y progreso de México.
Como el general Pershing estableciera su cuartel general en la colonia Dublán, cerca de Casas Grandes, el señor Carranza insistió enérgicamente ante el gobierno norteamericano en que la absurda expedición saliera del país como entró, esto es, sin condiciones. A su vez, el Departamento de Estado pretendía obtener del Gobierno Constitucionalista alguna declaración conjunta que satisficiera a la opinión pública de los Estados Unidos.
A su vez, el presidente Carranza dictó un decreto, fundándose en que Villa había cometido y seguía cometiendo innumerables actos de bandolerismo que lo ponían fuera de la ley, igual que algunos de sus generales, se autorizaba a cualquier ciudadano de la República para aprehenderlos y fusilarlos sin formación de causa.
La persecución que se hizo a Villa fracasó en todos los aspectos. Por ninguna parte se encontró al guerrillero, y así sufrieron las fuerzas americanas constantes ataques de gente armada que después huía y se dispersaba en el monte.
EL COMBATE DE PARRAL
En la ciudad de Parral, la columna del general Tompkins tuvo su primer descalabro el día 12 de abril.
Tompkins hizo una larga travesía llegando al pueblo de Zaragoza y dirigiéndose a la ciudad de Parral, en donde el jefe de la guarnición mexicana, Ismael Lozano, le ordenó enérgicamente salir de la población, pues no permitía por ningún motivo la permanencia de los soldados americanos en ese lugar.
Tompkins, para evitar dificultades, salió de dicho pueblo, no sin antes darse cuenta de que una multitud agresiva y al grito de ¡Viva México! y ¡Viva Villa!, insultó a la columna, repeliendo ésta la agresión y habiendo resultado muertos un soldado y un cabo norteamericanos.
La multitud aquella iba encabezada por una muchacha joven de nombre Elisa Griense, quien alentando a la multitud, obligó a Tompkins a salir de la ciudad.
EL COMBATE DE EL CARRIZAL
Ante los graves acontecimientos relatados, el primer Jefe dio instrucciones al secretario de Guerra, general Alvaro Obregón, a fin de que si seguía invadiéndose el territorio nacional, 'o en caso de que el general Pershing pretendiera movilizarse al sur, oriente o poniente de sus posiciones presentes, fuera rechazado por las tropas constitucionalistas.
El general Obregón transmitió la orden al general Jacinto B. Treviño, Jefe del Cuerpo de Ejército del Noroeste, y éste a su vez dirigió al general Pershing el siguiente telegrama:
J. B. Treviño.
El general Pershing contestó al general Treviño lo siguiente:
Casas Grandes, México, junio 16 de 1916.
Recibí su telegrama notificándome que su Gobierno le ha dado instrucciones para evitar cualquier movimíento al sur, este u oeste, de las tropas americanas ahora en México y que si tal movimiento tuviese efecto, las tropas americanas serán atacadas por las mexicanas. En contestación dése usted por notificado que mi Gobierno no ha impuesto tales restricciones a los movimientos de las tropas americanas. Por lo tanto usaré de mi criterio por lo que concierne a cuándo y en qué dirección deba mover mis tropas para perseguir bandídos o para obtener información tocante a bandidos. Si dentro de esta circunstancia las tropas mexicanas atacan mis columnas, la responsabilidad con sus consecuencias recaerá sobre el Gobierno mexicano.
Respetuosamente suyo,
John J. Pershing. Comandante de las fuerzas americanas.
El día 18 de junio un destacamento del 10° Regimiento de Caballería, comandado por el capitán Charles T. Boyd, por órdenes de Pershing, se movilizó al este rumbo a Villa Ahumada; en el rancho de Santo Domingo se unió a Boyd el capitán Lewis S. Morey con otro destacamento. Ante aquel avance y la advertencia que hizo Boyd al jefe de las fuerzas mexicanas, general Félix U. Gómez, y las respuestas de éste en el sentido de que no permitiría tal avance, imprudentemente el jefe americano hizo el avance anunciado. El teniente coronel Genovevo Rivas Guillén relata de la siguiente manera los acontecimientos que se desarrollaron.
Serían las seis de la mañana del día veintiuno de junio cuando se recibió aviso de uno de los puestos avanzados, que por el camino de Santo Domingo se veía avanzar una columna, y que se suponía fueran los americanos, porque se alcanzaba a distinguir que toda la caballada era de gran alzada, o sea de los que en la frontera conocemos por gólones.
El general Félix U. Gómez me ordenó que saliera al encuentro del jefe que mandaba la fuerza americana y le hiciera saber las órdenes que teníamos de no permitir el avance de ninguna columna norteamericana, en otra dirección que no fuera el Norte ...
La columna americana estaba formada por la compañía K-10 y C-17 de caballería y la mandaba en jefe el capitán Charles T. Boyd, teniendo como oficiales subalternos al teniente Lewis S. Morey y a un teniente apellidado Adair, y la clase de tropas estaba compuesta de soldados negros, todos ellos fogueados, por ser veteranos de Filipinas, según declaraciones del íntérprete Spillsbury.
... Pregunté al jefe americano qué objeto tenía la presencia de sus fuerzas por aquella regíón, habiéndome contestado que venía en persecución de una gavilla de bandidos que sabía se encontraba por aquellos rumbos, a lo que contesté que ninguna gavilla había en aquella región, pues de haberla, ya hubiera sido batida por las fuerzas de mi mando ... Dijo entonces que iba a Villa Ahumada con las fuerzas de su mando porque era el recorrido que de antemano había trazado, habiéndole contestado yo que teníamos órdenes de nuestro Gobierno de no permitir el avance de ninguna fuerza norteamericana en otra dirección que no fuera al Norte, y que por tal motivo debería suspender su marcha para evitar un posible choque ...
El capitán Boyd contestó que tenía órdenes del general Pershing de ir a Villa Ahumada y que pasaría sobre las balas, habiéndole contestado yo que para que pasara a Villa Ahumada tendría que hacerlo sobre nuestros cadáveres. Entonces el intérprete Spillbury replicó: Dice usted muy bien; para morir son los hombres ...
Al poco tiempo llegó el general Gómez e interrogó al jefe americano sobre el objeto que perseguía al traer sus fuerzas por aquella región y le hizo saber que sólo podía marchar al Norte.
El capitán Boyd le dio la misma respuesta que me diera a mí, agregando: que no quería perder más el tiempo; que tenía órdenes del general Pershing de ir a Villa Ahumada y que pasaría sobre nosotros, contestándole el general Gómez que si creía poder pasar que lo hiciera.
Inmediatamente se retiró mi general y los que le acompañábamos, al lugar donde estaban nuestras fuerzas, retirándose también el jefe americano al lugar donde se encontraban las suyas, pues ambas fuerzas estaban ya frente a frente, a una distancia aproximada de quinientos metros ...
... Viendo esta actitud amenazante, dije a mi general Gómez: Señor, vienen a atacarnos, ¿qué ordena usted?, y en esos momentos los americanos rompieron el fuego sobre nuestra línea. Entonces mi general volteó y dijo al trompeta: Toque fuego, y dirigiéndose a mí me dijo: Saque treínta hombres y atáquelos por su flanco derecho. Entonces rompieron el fuego nuestras fuerzas y yo salí a escape hacia la izquierda de nuestra línea ... Iniciamos el ataque de flanco de nuestros enemigos, que al ver esto, cambiaron de frente para contrarrestar nuestro ataque. Nuestros valientes soldados avanzaron a pecho descubierto y con resolución ... Contínuamos nuestro avance hasta luchar cuerpo a cuerpo con los soldados negros, habiendo logrado aniquilar aquel grupo ... Una vez aniquilado el flanco derecho del enemigo, con los hombres que me quedaban me dirigí al centro de nuestra línea donde aún se combatía, pero antes de llegar encontré al teniente Antonio Peña que estaba herido ... ínformándome que a mi general Gómez lo habían matado en los primeros tiros del combate; que la ametralladora con que contábamos en el centro y que había emplazado el capitán primero Daniel González Corella, se había descompuesto y que nuestra gente se había visto obligada a replegarse a las primeras casas del pueblo, que era donde combatían.
Me dirigí allá violentamente ... y una vez reunidos ... y ayudados por tres o cuatro civiles que se nos habían unido, cargamos rudamente sobre los hombres de Adair, quienes juntamente con su jefe quedaron tendidos en el campo después de prolongada lucha.
El combate fue reñido y duró por espacio de tres horas y media ... Nuestras fuerzas sufrieron setenta y dos bajas entre muertos y heridos, en tanto que los norteamericanos, cuya fuerza se componía de ciento cincuenta hombres, de los cuales se les hicieron veíntisiete prisioneros, y siete hombres que lograron llegar a su base de operación, el resto quedó en el campo de batalla, y algunos lograron escapar ...
Entre los americanos muertos, fueron encontrados el capitán Charles T. Boyd y el teniente Adair. En cuanto a Lewis S. Morey logró escapar herido en el hombro ...
La misma tarde del 21 de junio de 1916, y tan pronto como se esparció la noticia del encuentro con las fuerzas americanas, empezaron a presentárseme ínfinidad de vecínos de Carrizal, de Villa Ahumada y de todas las rancherías comarcanas, unos con armas y otros en demanda de ellas, a fín de alistarse en nuestras filas para que en caso de que las hostilidades quedaran rotas con los Estados Unidos, o bien que el general Pershíng, disgustado por la derrota sufrida por las fuerzas del capitán Boyd, mandara nuevos contingentes. Al dia siguiente se había reunido un contingente de más de 500 hombres, lo que demuestra el alto patriotismo del pueblo chihuahuense.
El presidente Carranza, al tener noticia de los resultados del combate del Carrizal, ordenó a Rivas Guillén que los 18 prisioneros y el botín de guerra que se había recogido a los norteamericanos, los mandara al general Treviño, quien a su vez recibió instrucciones para entregarlos al general Bell, Jefe de las fuerzas norteamericanas en el sur de Texas.
En vista de los graves acontecimientos ocurridos y de que la tirantez de relaciones con los Estados Unidos era cada día mayor, el presidente Carranza procedió a enviar una circular a los secretarios de Relaciones de El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Cuba, Haití, Puerto Rico, Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú, Brasil, Bolivia, Paraguay, Chile, Uruguay y Argentina.
Dicha nota dice así:
A los excelentísimos señores ...
Por instrucciones del C. primer Jefe del Ejército Constitucionalista, Encargado del Poder Ejecutivo de la Unión, tengo la honra de informar por el muy digno conducto de Vuestra Excelencia, al Gobierno y al pueblo de esa nación, de los últimos acontecimientos que mantienen la tirantez de relaciones entre México y Estados Unidos.
Hoy, una fuerza americana de las que componen la llamada Expedición Punitiva, avanzó hacia Villa Ahumada, Chihuahua, con intención de tomar posesión de ese lugar que está sobre la vía férrea entre Chihuahua y Ciudad Juárcz. La guarnición mexicana de la población amagada salió a detener el avance de los americanos encontrándolos en Carrizal, la estación próxima y batiéndolos hasta rechazarlos con bajas por ambas partes y 17 prisioneros del enemigo.
Tenemos que lamentar la muerte del general don Félix U. Gómez, jefe de la guarnición mexicana mencionada, primera víctima entre los Jefes del Ejército Mexicano que cae en defensa de nuestra soberanía y del honor de nuestra bandera.
El intérprete que acompañaba a las fuerzas americanas declaró que el jefe de dichas fuerzas es el responsable de este incidente.
Parece que el gobierno americano, careciendo de fundamento jurídico y político para declarar la guerra a México, quiere hacerla inevitable por medio de incidentes que nos están orillando a ella.
México sabrá vencer o sucumbir dignamente, pero antes quiere hacer patente ante el resto del continente americano, la conducta observada por el Gobierno de los Estados Unidos, que está tratando de encontrar pretextos para la intervención.
Reitero a usted ... C. Aguilar.
En atención a las dificultades existentes, los gobiernos mexicano y norteamericano acordaron celebrar conferencias en Ciudad Juárez, entre el general Alvaro Obregón, secretario de Guerra, representando al gobierno de México, y los generales Funston y Scott. Las conferencias tuvieron lugar en los días del 29 al 11 de mayo de 1916.
Posteriormente a los acontecimientos relatados, se celebraron unas conferencias con los norteamericanos, habiendo representado a México el secretario de Hacienda don Luis Cabrera, y los ingenieros don Ignacio Bonillas y don Alberto J. Pani, siendo delegados de Washington los señores generales Franklin K. Lane, George Gray y John R. Mott.
En dichas conferencias se redactó un memorándum que el presidente Carranza consideró lesivo para la soberanía de México.
Dicho memorándum, dirigido al secretario de Relaciones Exteriores, general Cándido Aguilar, expresa lo siguiente:
Nueva York, 29 de diciembre de 1916 ...
Le suplico consultar con el primer Jefe qué opinaría si sometiéramos a la Comisión americana el siguiente proyecto que está absolutamente de acuerdo con sus instrucciones:
Art. 1° El Gobierno de los Estados Unidos conviene en comenzar el retiro de sus fuerzas del territorio mexicano inmediatamente después de ratificado este convenio y verificarlo de una manera continua y con sujeción a los subsecuentes términos de este convenio hasta la total evacuación de dichas tropas.
Art. 2° El comandante americano determinará la manera de efectuar el retiro de modo que garantice la seguridad del territorio en el cual se efectúe la desocupación.
Art. 3° Queda entendido que el territorio evacuado por las tropas americanas será ocupado y protegido por las tropas constitucionalistas. El comandante mexicano determinará el plan para la ocupación y protección del territorio evacuado por las fuerzas americanas.
Art. 4° Los comandantes americano y mexicano se encargarán separadamente, o cuando sea posible en amistosa cooperación de destruir cualquier obstáculo que se presente y que tienda a estorbar el retiro.
Art. 5° El retiro de las fuerzas americanas se efectuará ya sea por tierra, rumbo a Columbus, o por el Ferrocarril Mexicano del Noroeste, rumbo a El Paso, Texas, o por ambas vías como lo estimare más conveniente o expedito el comandante americano.
Art. 6° Cada uno de los gobiernos contratantes resguardará su propia frontera. Esto, sin embargo, no excluirá la cooperación que pueda ser posible entre los comandantes militares de ambos países.
Art. 7° Este convenio entrará en vigor inmediatamente después de su ratificación por ambos gobiernos. El aviso de aprobación se canjeará entre ambos gobiernos.
Salúdolo. (Firmado). Luis Cabrera.
Al recibirse dicho memorándum, el presidente ordenó a su secretario de Relaciones Exteriores, general Aguilar, pusiera al licenciado Cabrera el siguiente mensaje:
Querétaro, 1° de enero de 1917.
... Por acuerdo del primer Jefe manifiesto a usted que el Gobierno de México no puede aceptar ningún convenio que implique alguna condición para el retiro de las fuerzas americanas de nuestro territorio. La salida de éstas debe efectuarse de una manera inmediata, continuada e incondicional, de conformidad con las instrucciones que se dieron a usted por escrito. (Firmado). Aguilar.
Comentando aquellos históricos acontecimientos, expresa el señor licenciado Fabela, en su interesante estudio Historia Diplomática de la Revolución Mexicana, lo siguiente:
EXITO DE CARRANZA
Los hechos narrados demuestran por las constancias históricas que contienen el éxito rotundo de don Venustiano Carranza. Triunfo que fue tambien del presidente Wilson que no quiso, por espíritu de justicia y por conveniencias políticas de los Estados Unidos en aquellos momentos cruciales de la historia del mundo, hacer la guerra a México.
La diplomacia de Venustiano Carranza no significó un triunfo dialéctico sino una victoria de su carácter. La Expedición Punitiva basada en el hecho falso de que había un convenio para el paso mutuo de tropas de un país a otro no era válido para justificar una invasión que quebrantaba la soberanía nacional, lo que el jefe del Estado jamás debía tolerar.
El caudillo de la Revolución comprendió desde un principio que las afirmaciones de la Secretaría de Estado de que la propuesta del paso mutuo de tropas como se hiciera en los años de 1884 contra los indios Jerónimo y Victorio, constituía una aceptación previa del convenio, era sencillamente una argucia para aprovecharse de las circunstancias y ordenar al general Pershing que inmediatamente cruzara la frontera con su Expedición Punitiva.
Carranza no toleró jamás que se recurriera al ardid de que, con su sola proposición había consentido en la invasión norteamericana. Eso era más que un subterfugio y una falsedad, un atentado que él no soportó. Por eso fue tan inflexible en su conducta porque de ninguna manera quería aparecer ante la Historia como consentidor de un hecho antipatriótico.
Por su parte el Gobierno de Washington, con aquel expediente cogido de los cabellos, daba satisfacción al pueblo norteamericano que veía con la sola entrada de sus fuerzas militares a territorio mexicano satisfecho su amor propio, herido y con razón por los hechos delictuosos de Francisco Villa que había penetrado a los Estados Unidos con el exclusivo objeto de vaciar su odio vengativo contra quienes él creyó que lo habían traicionado al reconocer a Carranza.
Pero si ése fue el procedimiento de la Cancillería norteamericana para detener la indignación popular contra la invasión de su sagrado territorio, el primer Jefe no podía nunca justificarlo porque no se trataba de una represalia de guerra de una nación contra otra, sino el castigo enderezado contra un delincuente fuera de la ley; castigo que se hacia extensivo a todo el pueblo mexicano que no se solidarizó sino repudió con indignación la inverecundia de Villa.
Por tales causas Carranza se mantuvo en una misma linea de conducta, quizá demasiado dura aun para los ojos de nuestros honorables comisionados en las conferencias de avenimiento; pero ellos no eran responsables de la conducta del primer Jefe y él si lo era ante la Historia. Por eso se opuso sistemáticamente a otro arreglo que no fuera la salida de las tropas de Pershing en la misma forma en que habían entrado, esto es, sin condiciones. Y con su proceder irreprochabJe no sólo obtuvo lo que deseaba, la absoluta limpieza de nuestro territorio nacional de soldados extranjeros, sino algo más como consecuencia de la honestidad de su conducta: que el gobierno de los Estados Unidos al darse cuenta de la recia personalidad de aquel varón de actos pulcros y patriotismo inmarcesible no sólo le diera complacencia absoluta en sus deseos, sino que después de las conferencias de Niagara, New London, Atlantic City y Filadelfia, el Gobierno de los Estados Unidos reconoció de jure al que muy pronto había de ser presidente de la República Mexicana acreditando cerca de él al embajador Henry Fletcher que poco después habia de presentar sus credenciales ante el encargado del Poder Ejecutivo de México como representante de los Estados Unidos de Norteamérica.
El epílogo de este capitulo interesantísimo y por demás honroso para Venustiano Carranza y para la historia de su patria es el siguiente:
Con fecha 21 de enero de 1917 el cónsul constitucionalista en Ciudad Juárez, don Eduardo Soriano Bravo, telegrafió a Querétaro al general Aguilar:
Agente Columbus infórmame hoy llegaron camiones con parte equipo y parque, y espérase que próximo miércoles llegue allí primera avanzada tropas americanas.
Cónsul E. Soriano Bravo.
El 23 de enero desde Washington don Ramón P. Denegri telegrafió a Relaciones:
Departamento de Guerra anunció hoy con aprobación presidente Wilson la salida de puestos avanzados de Pershing de territorio mexicano. Aún no fíjase fecha para enviar embajador Fletcher a México. Según noticias oficiales respecto a levantamiento embargo armas, ha sido considerado, pero nada ha decidídose por lo complejo del problema según el gobierno americano. Asegúrase que el mismo Gobierno intenta levantar embargo tan pronto como esté seguro que armas y parque irán a las autoridades legítimas. Denegri.
El 19 de febrero el citado cónsul volvió a telegrafiar:
De Columbus infórmase que columna principal tropas americanas comenzará a llegar hoy y general Pershing llegará a Palomas domingo próximo. Cónsul E. Soriano Bravo.
El día 3 dicho funcionario siguió informando al general Aguilar.
Según telegrama recibido aquí de capitán Estado Mayor de general Pershing, éste, con retaguardia fuerzas americanas, cruzará hoy al mediodía línea internacional en Palomas. Con esto se consumará total desocupación territorio mexicano ...
Por último el cónsul mexicano en Ciudad Juárez, don Andrés G. García, con fecha 5 de febrero, es decir, el mismo día que se firmó la Constitución de Querétaro telegrafió a nuestro secretario de Relaciones.
Hoy diez de la mañana cruzó frontera para Estados Unidos por Palomas, expedición fuerzas americanas que orden general Pershing permanecieron en nuestro territorio cerca de un año. Hónrome comunicarlo a usted y enviarle mis sinceras felicitaciones.
Otros acontecimientos importantes sucedían en la frontera de Tamaulipas. En este Estado, los generales Ricaud, gobernador de la Entidad, Gregorio Osuna y Emiliano P. Nafarrate, organizaron pequeñas fracciones de rancheros para que incursionaran en el Estado de Texas y hostilizaran a las guarniciones norteamericanas.
Luis de la Rosa y Aniceto Pizaña atacaron alguna de aquellas guarniciones, habiendo quedado muerto Pizaña y regresando De la Rosa a su base de operaciones para seguir incursionando en el Estado de Texas.
Igual hacía Pedro Vino, compañero de De la Rosa.
El gobierno de Washington, alarmado por aquella serie de incursiones de rancheros mexicanos, por conducto del secretario de Estado, Lansing, dirigió al primer Jefe una nota el 20 de junio de 1916, en la que expresaba: Nuevamente llamamos la atención de usted sobre la bien conocida y no restringida actividad de De la Rosa, Aniceto Pizaña, Pedro Vino y otros, en relación con las incursiones en la frontera, amenazando al gobierno preconstitucional que de no poner remedio a tales incursiones, los Estados Unidos se verían obligados a tomar medidas enérgicas en contra de México.
La situación se hacía cada día más crítica, pero afortunadamente para México, los Estados Unidos se vieron obligados a entrar a la guerra europea en los primeros meses del año de 1917. Y como el general Persbing fue nombrado por el gobierno norteamericano, jefe de las fuerzas que saldrían para el frente aliado, tales acontecimientos influyeron para que se terminaran momentáneamente las graves dificultades con Norteamérica.