Índice de Autobiografía de la Revolución Mexicana de Emilio Portes GilCAPÍTULO V - La Revolución Constitucionalista - Ocupación del puerto de Veracruz por los americanosCAPÍTULO V - La Revolución Constitucionalista - Vida militar de ObregónBiblioteca Virtual Antorcha

AUTOBIOGRAFÍA DE LA
REVOLUCIÓN MEXICANA

Emilio Portes Gil

CAPÍTULO QUINTO

LA REVOLUCIÓN CONSTITUCIONALISTA

DESOCUPACIÓN DE VERACRUZ
Renuncia de Victoriano Huerta. El Primer Jefe exige a los Estados Unidos la desocupación de Veracruz. Actitud indecorosa de la Convención.


Ante el empuje tan formidable de la Revolución Constitucionalista, que con los generales Obregón, Francisco Villa, Pablo González y los valientes que militaban a sus órdenes, ocupaban ya los Estados fronterizos, llegando sus huestes hasta Guadalajara y Tampico, Huerta se vio obligado a presentar su renuncia como presidente de la República, el día 15 de julio de 1914, renuncia que le fue aceptada inmediatamente.

Huerta abandonó el país. Poco tiempo después regresó a Nueva York y más tarde se trasladó a El Paso, Texas, en donde fue internado en la prisión de Port Bliss, hasta que el Agente del Ministerio Público, adscrito al Tribunal de El Paso, recibió órdenes del Procurador General de San Antonio para ponerlo en absoluta libertad. A los pocos días, Huerta falleció.

Nuevamente el primer Jefe del Ejército Constitucionalista dio instrucciones al licenciado Fabela, todavía encargado de la Secretaría de Relaciones, a fin de que reiterara la demanda al Departamento de Estado en el sentido de que se retiraran las fuerzas estadounidenses.

Por fin, el día 15 de septiembre de 1914 se recibió en la Cancillería mexicana un cable de nuestro Agente Confidencial en Washington, ingeniero don Francisco Urquidi, anunciando que el presidente Wilson había declarado, oficialmente, que ya ordenaba la evacuación de Veracruz.

Pero todavía el 15 de septiembre de 1914, Bryan, Secretario de Estado americano, se dirigió a nuestra Cancillería, en el sentido de que la desocupación de Veracruz, se hará después de que la autoridad suprema de la Revolución designe autoridades competentes a fin de que se hagan cargo de la Aduana Marítima y que igualmente se nombren empleados para hacerles entrega de la autoridad civil.

Tal comunicación se recibió por conducto del ministro del Brasil.

Agregaba la comunicación de que se trata, que el primer Jefe informara si estaba dentro de sus facultades designar dichas autoridades y empleados, o si desea que el Comandante americano las elija entre los residentes de Veracruz para que funjan como autoridades, hasta que el verdadero funcionario tome posesión.

El señor Carranza, celoso siempre de su autoridad y como guardián de la soberanía de México, contestó por conducto del ministro del Brasil, que la Primera Jefatura había comisionado al general Cándido Aguilar, gobernador del Estado de Veracruz, para que pasara a recibir el puerto, que accidentalmente estaba ocupado por las fuerzas de los Estados Unidos, así como para que nombrara las autoridades federales y locales que debían encargarse de la administración pública del mencionado puerto.

Pero todavía el cónsul Silliman de los Estados Unidos se dirigió a nuestra Cancillería, diciendo que como el Departamento de Estado fue informado de que hay temores sobre la posibilidad de que se dupliquen o adicionen nuevas cuotas a las tarifas mercantiles y otras contribuciones, aparte de aquellas que previamente han sido pagadas a las autoridades militares por el mismo motivo, y que también se tenían informes de que se estaban elaborando listas de personas, que al parecer, han sido hostiles a las autoridades constitucionales y que en dichas listas estaban incluidos los nombres de mexicanos que han desempeñado empleos de las autoridades americanas, cuyos intereses quedaban seriamente amenazados, el Departamento de Estado creía que esa información carecía de verdad; pero para que no hubiera duda sobre estas noticias y a fin de que no se rechace innecesariamente la evacuación, el gobierno americano, que desea ardientemente saber desde luego la verdad, explícita y publicada en un manifiesto del general Carranza, de que en todos aquellos casos en que las tarifas de importación y otras contribuciones fueren previamente pagadas a las autoridades americanas, el recibo del pago exceptuaría al tenedor de cualquier petición de pago, y que se den amplias garantías a todos los habitantes excepto aquellos que han cometido algún crimen, sobrentendiéndose que el haber aceptado un empleo a las órdenes de las autoridades americanas por mexicanos, desde la ocupación de Veracruz, no será considerado como acto criminal ni perjudicial, no obstante la prevención de lo contrario por alguna ley.

Esta sugestión del Departamento de Estado implicaba nuevamente una descarada intromisión del gobierno americano en asuntos interiores de México, el que, negándose a acceder a ella, puesto que los asuntos a que esas peticiones se refieren, deben ser de iniciativa exclusivamente de las autoridades mexicanas, pues tomando un carácter internacional, como en el caso presente, afectarían la soberanía interior de la República, pidió al gobierno americano, que para la mejor armonía de ambos países, se sirviese mantener su acuerdo explícito del 15 de septiembre, y fijar fecha para evacuar dicho puerto del Veracruz ... dando instrucciones a un representante, para que, de acuerdo con el general Aguilar, proceda a ultimar los arreglos respectivos acerca de la evacuación de Veracruz.

Inmediatamente el primer Jefe se dirigió a la Convención de Aguascalientes, donde estaban reunidos todos los gobernadores de los Estados y los representantes del Ejército Constitucionalista.

La Convención dispuso estar de acuerdo, por no ser necesario pero conveniente, que el primer Jefe del Ejército Constitucionalista, encargado del Poder Ejecutivo de la República, expida algún manifiesto acerca de los puntos tratados en la comunicación del Departamento de Estado.

También dispuso que no se exigiera por parte del gobierno nuevo pago de contribuciones y derechos de importación a quien los haya satisfecho durante la ocupación, eximiéndolos de dicho pago mediante la mostración de los recibos correspondientes. Que el gobierno mexicano someterá a los tribunales respectivos solamente a los responsables de algún delito, para los efectos de la ley y, finalmente, que los ciudadanos mexicanos que hayan prestado algún servicio público en el puerto de Veracruz, durante la ocupación de él, no serán perjudicados en sus intereses materiales ni sufrirán castigo alguno corporal.

Desde luego, el primer Jefe del Ejército Constitucionalista encargado del Poder Ejecutivo, manifestó a la Convención que lo que se pedía y en lo que estaba de acuerdo la Convención sobre exención de contribuciones y amnistía de los empleados que sirvieron al invasor, eran actos que atañen a la soberanía de México, actos que podían dictarse espontáneamente por el gobierno mexicano sin afectar la dignidad nacional, pero que si fuesen aceptados como una condición impuesta por el gobierno norteamericano constituirían un atentado contra la soberanía de la República.

Agrega la nota del señor Carranza:

Temo igualmente que de accederse a los deseos del gobierno americano, se sentará un precedente de fatales consecuencias para nuestras futuras relaciones con los Estados Unidos, por lo que se refiere a nuestra autonomía y que por otra parte, no es infundado el temor de que los mexicanos que tienen responsabilidades de distintas órdenes procedan a acogerse a la protección del gobierno americano, dando lugar a futuras reclamaciones internacionales por los actos que pertenecen a la soberanía interior.

La Convención insistió con el señor Carranza en su sesión del 17 de octubre, a fin de que se aceptara la sugestión del gobierno norteamericano.

Los representantes del A. B. C., (Argentina, Brasil y Chile), seguramente inducidos por el gobierno de Washington, hicieron un supremo esfuerzo para tratar de intervenir en los asuntos de México, dirigiéndose a los jefes militares y gobernadores de los Estados, en nota que en parte decía:

Creemos que, si los hombres al mando de los movimientos armados en México, sean jefes militares o de partidos políticos, convienen en reunirse por sí, o por sus delegados, lejos del fragor de la lucha y sin ninguna otra inspiración que el pensamiento en su tierra afligida, para allí cambiar ideas y determinar la suerte del país, de tal acción, indudablemente, resultaría el pacto fuerte e inflexible, el preliminar de la creación de un gobierno provisional que daría los primeros pasos necesarios para la reconstrucción constitucional del país y para expedir el primero y más esencial de todos: la convocatoria a elecciones.

Ante tan burda y vergonzosa maniobra, todos los jefes militares y gobernadores de los Estados contestaron en forma digna y altiva, manifestando que dicha nota debería ser dirigida al ciudadano Venustiano Carranza, primer Jefe del Ejército Constitucionalista, encargado del Poder Ejecutivo de la Nación, cuya decisión sería apoyada por el pueblo y el Ejército Constitucionalista.

A su vez, el señor Carranza, por conducto del nuevo secretario de Relaciones, señor licenciado don Jesús Acuña, contestó a los señores embajadores y ministros que trataban de inmiscuirse en los asuntos internos de México, que sentía no poder aceptar en las condiciones y para el objeto indicado, su invitación; pero que, convencido de la sinceridad y los nobles deseos de sus excelencias, para contribuir al restablecimiento de la paz en México, que está próxima a restaurarse por las fuerzas del gobierno constitucionalista y para corresponder a la cortesía de sus excelencias y a sus buenos propósitos, y como una prueba de la armonía y franca amistad que debe existir entre las Repúblicas americanas; él a su vez se complace en invitar a ustedes, para que personalmente o por medio de una comisión que los represente, nombrada entre sus excelencias, se sirvan concurrir a una conferencia con él que podrá celebrarse en alguna de las poblaciones fronterizas, y que previamente y de común acuerdo se señale al efecto, a fin de tratar los asuntos de México desde el punto de vista internacional únicamente, con el objeto de que sus excelencias consideren que el primer Jefe del Ejército Constitucionalista ejerce un gobierno de facto en la República, con todos los atributos para que así se le reconozca, lo que será un motivo más para estrechar las relaciones de amistad entre los pueblos y gobiernos de sus excelencias con el pueblo y gobierno mexicano.

En cambio, el general Villa, abrogándose atribuciones que sólo competían a la Convención de Aguascalientes, contestó de manera diferente a la del primer Jefe, aceptando la mediación incontinenti del A. B. C., sin hacer ninguna objeción ni taxativa a la propuesta de los conferenciantes.

Dicha contestación expresa en parte que tomando en consideración la actitud fraternal y amistosa de los Estados Unidos y la de nuestros hermanos de la América Latina, el A. B. C., Y por razones de. paz inmediata en México y orden constitucional debidamente establecido nosotros estamos listos a aceptar cordialmente y aceptamos los buenos oficios de sus excelencias, teniendo una reunión los delegados que conforman los partidos para reconocer a México.

Agregando, que los militares y civiles adheridos al Ejército. Constitucionalista, están dispuestos, a establecer en México un gobierno provisional que garantice las elecciones, a las cuales el pueblo sea convocado, a elegir, con libertad a sus mandatarios.

Pero para satisfacción de México, la Cámara de Comercio de Veracruz se dirigió al general Cándido Aguilar haciendo presente que los mexicanos por decoro y patriotismo y los extranjeros por simpatía a este país, no querían ni podían admitir que el gobierno de los Estados Unidos les impartiese! protección alguna en el punto a que nos venimos refiriendo, haciendo presente su conformidad para que el gobierno de México, sin presión de una potencia extranjera resuelva en justicia sobre la exención de toda clase de impuestos.

Además, los ciudadanos que estaban prestando servicios a los norteamericanos, también expresaron su conformidad para que fuese el gobierno Constitucionalista, puesto que esto incumbía a la soberanía nacional, quien resolviera sobre tales puntos.

Al enterarse el primer Jefe del noble gesto de aquellos grupos de veracruzanos que no pidieron jamás protección al gobierno de Estados Unidos y que rechazaban con levantada dignidad la tutoría que forzosamente les trataba de imponer la Casa Blanca, creyó justo corresponder a su noble conducta, expidiendo al efecto los acuerdos respectivos a favor de dichos ciudadanos.

Así terminó aquella injusta invasión que causó tantas víctimas; que violó la soberanía de México, y en la cual el primer Jefe, con gran patriotismo y entereza se impuso al gobierno de la Casa Blanca, obligando a éste a respetar la soberanía nacional.

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