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Capítulo XLVII

CÓMO EL GRAN MONTEZUMA DIJO A CORTÉS QUE LE QUERÍA DAR UNA HIJA DE LAS SUYAS PARA QUE SE CASASE CON ELLA Y LO QUE CORTÉS LE RESPONDIÓ, Y TODAVÍA LA TOMO, Y LA SERVIAN Y HONRABAN COMO ERA DEBIDO A HIJA DE TAN GRAN SEÑOR COMO ERA ÉL

Como otras muchas veces he dicho, siempre Cortés y todos nosotros procurábamos de agradar y servir a Montezuma y tenerle palacio, y un día le dijo Montezuma: Mira, Malinche, que tanto os amo, que os quiero dar a una hija mía muy hermosa para que os caséis con ella y la tengáis por vuestra legítima mujer. Y Cortés se quitó la gorra por la merced y dijo que era gran merced la que le hacía, mas que era casado y tenía mujer, y que entre nosotros no podemos tener más de una mujer y que él la tendría en aquel grado que hija de tan gran señor merece, y que primero quiere se vuelva cristiana, como son otras señoras, hijas de señores. Y Montezuma lo hubo por bien, y siempre mostraba el gran Montezuma su acostumbrada voluntad. Mas de un día en otro no cesaba Montezuma sus sacrificios, y de matar en ellos personas, y Cortés se lo retraía, y no aprovechaba cosa ninguna, hasta que tomó consejo con nuestros capitanes que qué haríamos en aquel caso, porque no se atrevía a poner remedio en ello por no revolver la ciudad y los papas que estaban en el Uichilobos. Y el consejo que sobre ello se dió por nuestros capitanes y soldados, que hiciese que quería ir a derrocar los ídolos del alto Uichilobos, y si viésemos que se ponían en defenderlo o que se alborotaban, que le demandase licencia para hacer un altar en una gran parte del gran y poner un crucifijo y una imagen de Nuestra Señora.

Y como esto se acordó, fue Cortés a los palacios adonde estaba preso Montezuma, y llevó consigo siete capitanes y soldados, y dijo a Montezuma: Señor: ya muchas veces he dicho a vuestra merced que no sacrifique más ánimas a esos vuestros dioses que os traen engañados, y no lo quiere hacer, y hágoos saber, señor, que todos mis compañeros y estos capitanes que conmigo vienen, os vienen a pedir por merced que les deis licencia para quitarlos de allí y pondremos a Nuestra Señora Santa María y una cruz, y que si ahora no les dais licencia, que ellos irán a quitarlos, y no querría que matasen algunos papas. Y después que Montezuma oyó aquellas palabras y vió ir a los capitanes algo alterados, dijo: ¡Oh, Malinche, y cómo nos queréis echar a perder a toda esta ciudad! Porque estaban muy enojados nuestros dioses contra nosotros, y aun de vestras vidas no sé en qué pararán. Lo que os ruego es que ahora al presente os sufráis, que yo enviaré a llamar a todos los papas, y veré su respuesta. Y luego que aquello oyó Cortés hizo un ademán que le quería hablar muy secretamente a Montezuma y que no estuviesen presentes nuestros capitanes que llevaba en su compañía, los cuales mandó que le dejasen solo, y los mandó salir. Y desde que salieron de la sala dijo a Montezuma que por qué no saliese de allí aquello y se hiciese alboroto, ni los papas lo tuviesen a mal derrocarle sus ídolos, que él trataría con los mismos nuestros capitanes que no se hiciese tal cosa, con tal que en un apartamiento del gran hiciesen un altar para poner la imagen de Nuestra Señora y una cruz, y que el tiempo andando verían cuán buenos y provechosos son para sus ánimas y para darles salud y buenas sementeras y prosperidades.

Y Montezuma, puesto que con suspiros y semblante muy triste, dijo que él lo trataría con los papas; y en fin de muchas palabras que sobre ello se hubo, se puso. Y puesto que fue nuestro altar apartado de sus malditos ídolos y la imagen de Nuestra Señora y una cruz, y con mucha devoción, y todos dando gracias a Dios, dijo misa cantada el Padre de la Merced, y ayudaron a la misa el clérigo Juan Díaz y muchos de nuestros soldados. Y alli mandó poner nuestro capitán a un soldado viejo para que tuviese guarda en ello, y rogo a Montezuma que mandase a los papas que no tocasen en ello, salvo para barrer y quemar incienso y poner candelas de cera ardiendo de noche y de día, y enramarlo y poner flores. Y dejarlo he aquí, y diré lo que sobre ello avino.

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