Índice de Historia verdadera de la conquista de la Nueva españa de Bernal Diaz del CastilloCapítulo anteriorSiguiente capituloBiblioteca Virtual Antorcha

Capítulo LXIX

CÓMO DE QUE LLEGAMOS CON CORTÉS A TEZCUCO CON TODO NUESTRO EJÉRCITO Y SOLDADOS DE LA ENTRADA DE RODEAR LOS PUEBLOS DE LA LAGUNA TENIAN CONCERTADO ENTRE CIERTAS PERSONAS DE LOS QUE HABÍAN PASADO CON NARVÁEZ DE MATAR A CORTÉS Y TODOS LOS QUE FUÉSEMOS EN SU DEFENSA, Y QUIEN FUE PRIMERO AUTOR DE AQUELLA CHIRINOLA FUE UNO QUE HABÍA SIDO DE DIEGO VELÁZQUEZ, GOBERNADOR DE CUBA, EL CUAL SOLDADO CORTÉS LE MANDÓ AHORCAR POR SENTENCIA, Y CÓMO SE HERRARON LOS ESCLAVOS Y SE APERCIBIO TODO EL REAL Y LOS PUEBLOS DE NUESTROS AMIGOS, Y SE HIZO ALARDE Y ORDENANZAS, Y OTRAS COSAS QUE MAS PASARON ALLÍ COMO ADELANTE DlRE

Ya he dicho (que) como veníamos tan destrozados y heridos de la entrada por mí memorada, pareció ser que un gran amigo del gobernador de Cuba, que se decía Antonio de Villafaña, natural de Zamora o de Toro, se concertó con otros soldados de los de Narváez, que aqui no nombro sus nombres por su honor, que asi como viniese Cortés de aquella entrada, que le matasen a puñaladas, y habia de ser de esta manera: Que como en aquella sazón había venido un navió de Castilla, que cuando estuviese sentado a la mesa comiendo con sus capitanes, que entre aquellas personas que tenían hecho el concierto que trajesen una carta muy cerrada y sellada, como que venía de Castilla, y que dijesen que era de su padre, Martín Cortés, y que cuando la estuviese leyendo le diesen de puñaladas, así a Cortés como a todos los capitanes y soldados que cerca de Cortés nos hallásemos en su defensa. Pues ya hecho y consultado todo lo por mí dicho, los que lo tenían concertado quiso Nuestro Señor que dieran parte del negocio a dos personas principales, que aquí tampoco quiero nombrar, que habían ido en la entrada con nosotros, y aun a uno de ellos en el concierto que tenían le habían nombrado por capitán general, después que hubiese muerto a Cortés, y a otros soldados de los de Narváez hacían alguacil mayor, y alférez, y alcaldes, y regidores, y contador, y tesorero, y veedor, y otras cosas de este arte, y aun repartido entre ellos nuestros bienes y caballos. Y este concierto estuvo encubierto dos días después que llegamos a Tezcuco; y Nuestro Señor Dios fue servido que tal cosa no pasase, porque era perderse la Nueva España y todos nosotros, porque luego se levantarían bandos y chirinolas. Pareció ser que un soldado lo descubrió a Cortés que luego pusiese remedio en ello antes que más fuego sobre el caso se encendiese, porque le certificó aquel buen soldado que eran muchas personas de calidad en ello.

Y como Cortés lo supo, después de haber hecho grandes ofrecimientos y dádivas que dió a quien se lo descubrió, muy presto, secretamente, lo hace saber a todos nuestros capitanes, que fueron Pedro de Alvarado, y Francisco de Lugo, y Cristóhal de Olid, y Andrés de Tapia, y a Gonzalo de Sandoval, y a mí y a dos alcaldes ordinarios que eran de aquel año, que se decían Luis Marín y Pedro de Ircio, y a todos nosotros los que éramos de la parte de Cortés; y así como lo supimos nos apercibimos y sin más tardar fuimos con Cortés a la posada de Antonio de Villafaña, y estaban con él muchos de los que eran en la conjuración, y de presto le echamos mano a Villafaña con cuatro alguaciles que Cortés llevaba; y los capitanes y soldados que con él estaban comenzaron a huir, y Cortés les mandó detener y prender. Y después que tuvimos preso a Villafaña, Cortés le sacó del seno el memorial que tenía con las firmas de los que fueron en el concierto, y después que lo hubo leído y vió que eran muchas personas en ello y de calidad, y por no infamarlos, echó fama que comió el memorial Villafaña y que no lo había visto ni leído.

Y luego hizo proceso contra él, y tomada la confesión dijo la verdad, y con muchos testigos que había de fe y de creer, que tomaron sobre el caso, por sentencia que dieron los alcaldes ordinarios, juntamente con Cortés y el maestre de campo Cristóbal de Olid, y después que se confesó con el Padre Juan Díaz, le ahorcaron de una ventana del aposento donde posaba Villafaña; y no quiso Cortés que otro ninguno fuese infamado en aquel mal caso, puesto que en aquella sazón echaron presos a muchos por poner temores y hacer señal que quería hacer justicia de otros, y como el tiempo no daba lugar a ello, se disimuló. Y luego acordó Cortés de tener guarda para su persona, y fue su capitán un hidalgo que se decía Antonio de Quiñones, natural de Zamora, con seis soldados, buenos hombres y esforzados, y le velaban de día y de noche, y a nosotros de los que sentía que éramos de su bando nos rogaba que mirásemos por su persona, y de allí en adelante, aunque mostrara gran voluntad a las personas que eran en la conjuración siempre se recelaba de ellos.

Dejemos esta materia, y digamos cómo luego se mandó pregonar que todos los indios e indias que habíamos habido en aquellas entradas se llevasen a herrar dentro de dos días, a una casa que estaba señalada para ello; y por no gastar más palabras en esta relación sobre la manera que se vendían en la almoneda, más de las que otras veces tengo dichas, en las dos veces que se herraron, si mal lo habían hecho de antes, muy peor se hizo esta vez, que después de sacado el real quinto sacaba Cortés el suyo, y otras treinta trancalinas para capitanes; y si eran hermosas y buenas indias las que metíamos a herrar, las hurtaban de noche del montón; que no parecían hasta de ahí a buenos días, y por esta causa se dejaban muchas piezas que después teníamos por naborías. Dejemos de hablar en esto, y digamos lo que después en nuestro real se ordenó.

Índice de Historia verdadera de la conquista de la Nueva españa de Bernal Diaz del CastilloCapítulo anteriorSiguiente capituloBiblioteca Virtual Antorcha