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Capítulo XCVIII
CÓMO YENDO CORTÉS POR LA MAR LA DERROTA DE MÉXICO TUVO TORMENTA Y DOS VECES TORNO (A) ARRIBAR AL PUERTO DE TRUJILLO, Y LO QUE ALLÍ LE AVINO
Pues como dicho tengo en el capítulo pasado, que Cortés se embarcó en Trujillo para ir a México, pareció ser tuvo tormenta en la mar, unas veces con tiempo contrario, otras veces se le quebró el mástil del trinquete y mandó arribar a Trujillo. Y como estaba flaco y mal dispuesto y quebrantado de la mar y muy temeroso de ir a la Nueva España, por temor no le prendiese el factor, parecióle que no era bien ir en aquella sazón a México; y desembarcado en Trujillo, mandó decir misas al Espíritu Santo y procesión y rogativas a Nuestro Señor Dios y a Nuestra Señora la Virgen Santa María, que le encaminase lo que más fuese para su santo servido, y pareció ser el Espíritu Santo le alumbró de no ir por entonces aquel viaje, sino que conquistase y poblase aquellas tierras. Y luego, sin más dilación, envía en posta a matacaballo tres mensajeros tras nosotros, que íbamos camino, con sus cartas, rogándonos que no pasásemos más adelante, y que conquistásemos y poblásemos la tierra, porque el buen ángel de la guarda se lo ha metido y alumbrado en el pensamiento, y que él así lo piensa hacer. Y después que vimos la carta y que tan de hecho lo mandaba, no lo pudimos sufrir y le echábamos mil maldiciones, y que no hubiese ventura en todo cuanto pusiese mano, y se le perdiese como nos había echado a perder. Y además de esto, dijimos todos a una al capitán Sandoval que si Cortés quería poblar, que se quedase con los que quisiese, que hartos conquistados y perdidos nos traía, y que jurábamos de no aguardarle más, sino irnos a las tierras de México que ganamos, y asimismo Sandoval era de nuestro parecer, y lo que con nosotros pudo acabar fue que le escribiésemos en posta con los mismos que nos trajeron las cartas, dándole a entender nuestra voluntad, y en pocos días recibió nuestras cartas con firmas de todos.
Y la respuesta que a ella nos dió fue ofrecerse en gran manera a los que quisiésemos quedar a poblar aquella tierra, y en cabo de la carta traía una cortapisa, que si no le querían obedecer como lo mandaba, que en Castilla y en todas partes había soldados. Y después que aquella respuesta vimos, todos nos queríamos ir camino de México y perderle la vergüenza. Y de que aquello vió Sandoval, muy afectuosamente y con grandes ruegos nos importunó que aguardásemos algunos días, que él en persona iría a hacer embarcar a Cortés.
Y antes que Sandoval de nosotros partiese nos habló a todos con mucho amor, y dejó a Luis Marín por capitán, y nos fuimos luego a unos pueblos que se dice Maniani, y desde allí a otro pueblo, que en aquella sazón era de muchas casas. que se decía Acalteca, y que allí esperábamos la respuesta de Cortés. Y en pocos días llegó Sandoval a Trujillo, y se holgó mucho Cortés de ver a Sandoval, y después que vió lo que le escribimos, no sabía qué consejo tomar, porque ya había mandado a su primo Sayavedra, que era capitán, que fuese con todos los soldados a pacificar los pueblos que estaban en guerra; y por más palabras e importunaciones que Sandoval dijo a Cortés y Pedro Saucedo, el Romo, para que se fuese a la Nueva España, nunca se quiso embarcar. Y lo que pasó diré adelante.
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