Indice de Entrevista al C. General de brigada Nicolás Fernández Carrillo por Píndaro Urióstegui Miranda Mi General Villa me encomienda una comisión El triángulo: Carranza, Obregón y VillaBiblioteca Virtual Antorcha

ENTREVISTA
AL GENERAL DE BRIGADA
NICOLÁS FERNÁNDEZ CARRILLO

Píndaro Urióstegui Miranda


VILLA Y ZAPATA

PREGUNTA
¿Y cómo entraron en contacto Francisco Villa y Emiliano Zapata?

RESPUESTA
Mire usted, ellos entraron en contacto y se convencieron por cartas, porque mientras Zapata repartía tierras en el Estado de Morelos, Villa las repartía acá en el norte.

Cuando se reunieron las dos divisiones, la del sur y la del norte en Xochimilco, nada más cuarenta hombres fuimos acompañando a mi general Villa cuando fue a recibir a Zapata.

Ahí fue donde se conocieron bien y quedaron de entrar juntos a la ciudad de México.

La mujer de Zapata le ofreció una comida de puro mole al general Villa y a todos los que llegamos con él. En esa comida platicaron y se pusieron de acuerdo para que al otro día a las seis de la mañana comenzaran a entrar a la ciudad de México.

Don Venustiano, al enterarse de esto inmediatamente se fue a Veracruz.

PREGUNTA
Señor general ¿recuerda algunas anécdotas que pinten a Francisco Villa como revolucionario justiciero y de leyenda?

RESPUESTA
Bueno, cuando Pancho Villa comenzó las peleas aquí en Torreón, le pidió al cónsul español que le prestara cinco millones de dólares, pero el cónsul se negó rotundamente alegando que no tenía dinero; se hicieron de palabras. entonces Villa viendo que el cónsul estaba muy aferrado a no dar nada le dijo: bueno, ya que usted no quiere prestarme los cinco millones de dólares, quiero que sepa que ya di órdenes a mis tropas para que fusilen a todos los españoles que encuentren fuera de la ciudad así es que me trae usted a toda la colonia española aquí a la plaza principal, en el entendimiento de que todos los españoles que no se presenten a esta cita serán fusilados de inmediato.

Pues juntaron a toda la colonia española y al cónsul. A los hombres de más dinero los subieron al kiosko junto con Villa. A un lado del kiosko estaba yo a caballo en espera de sus órdenes: antes mandó bloquear con los Dorados todas las calles que daban al jardín para que no se saliera nadie. Toda persona que entraba ya no salía. Entonces Villa siguió insistiéndole al cónsul sohre el dinero, pero éste se siguió negando.

Entonces varios de los españoles más ricos dijeron: mire señor cónsul vamos pidiéndole una tregua de ocho días al general Villa mientras vendemos todas las pacas de algodón que tenemos y le damos los cinco millones de dólares, no nos exponga usted a cosas más duras.

¡No daremos nada! -contestó el cónsul.

Entonces Villa, levantando la cabeza me dijo: háblele a Fierro.

Le hablé y de inmediato le ordenó a Fierro: vaya usted y ponga veinticinco carros caja por cada máquina y tú -me dijo- te llevas a esta gente y la embarcas en los carros caja.

Hubo españoles que protestaron diciendo que no eran cerdos para que los llevaran amontonados en carros cajas, a lo que Villa contestó: bueno Nicolás, los que no quepan los fusilas.

¡Sobraron carros señor!

Ahí fue como Villa expulsó a los españoles a Estados Unidos: Rodolfo Fierro se encargó de llevarlos.

A los dos días se presentaron con Villa los señores Jesús y Adolfo Páinanes, Félix y Doroteo Ramírez y otros que no recuerdo como se llamaban y que se hicieron ricos ahí; estos señores le preguntaron a Villa lo que hacían con las haciendas que habían quedado abandonadas y Villa les respondió: ¿quiénes son ustedes y qué necesitan?.

Yo era rayador de tantos ranchos dijo uno, yo era tenedor de libros de tantos, y así le fueron informando.

Entonces Villa les dijo: traíganme la cuenta de las pacas de algodón que hay en cada despepite. ¿Cuántos días necesitan para hacerlo?

¡Dos días!

El general Villa pidió una conferencia telefónica con su agente confidencial en El Paso, que era don Lázaro de la Garza y le dijo: necesito diez millones de dólares y tengo tantas pacas de algodón para pagarlos.

¡Muy bien mi general, haré los tratos correspondientes!

Los gringos aceptaron y mandaron los diez millones de dólares.

Entonces Villa mandó ocho trenes con algodón a El Paso y sobró algodón; llamó a los agricultores y les dijo: aquí tienen cinco millones de dólares para que trabajen las tierras y comiencen a repartirlas inmediatamente, desde este momento ya no habrá peones.

Después de esto, Villa le mandó hablar al ingeniero Allen que se encontraba en Lerdo. Dgo., y le dijo: aquí tiene usted tanto dinero (no recuerdo la cantidad) para que haga un puente sobre el río Nazas y también aquí tiene tanto más para que pague a los profesores.

Villa puso la primera piedra del puente. echó la primera cucharada de pavimento en la ciudad y colocó también la primera piedra para edificar un mercado (mercado Francisco Villa que todavía existe).

El ingeniero Allen era de don Porfirío Díaz; hizo el puente, nada más que como era de madera se lo llevó el río. Después ya se pusieron de acuerdo los gobiernos de Durango y Coahuila y lo hicieron de hierro.

PREGUNTA
Y cuando Villa entró a la ciudad de México junto con Zapata, ¿qué hicieron?

RESPUESTA
Ahí están, mire (me señaló una fotografía). Villa sentado en la silla presidencial; mire, este hombre es Emiliano Zapata y este otro su hermano Eufemio.

PREGUNTA
Pero en ese período, ¿recuerda alguna de las actividades de Villa?

RESPUESTA
Sí señor, sí recuerdo, Villa era el jefe que había en esos momentos en la nación; puso en orden a los zapatistas que eran muy desordenados y les daba dinero a manos llenas para que no hicieran destrozos.

Entonces se presentó un general Rafael Buelna, el más joven de los generales villistas. Uno que le decíamos el agachado, Juan Banderas, era un hombre muy grandote y Buelna era un muchachito muy joven, a quien atropelló Banderas y si no lo mató fue por respeto al general Villa.

Entonces Buelna fue a quejarse con el general Villa y él mandó traer a Banderas; me dijo: lo va a matar Banderas; o me mata -dije yo- o nos matamos.

¡No! ¡Ni las manos metió! Me llevé unos cuatro o cinco de los Dorados que traía, le atravesé los carros y lo rodeé y ya para cuando quiso hacer uso de las armas, ya encima tenía las mías; me lo llevé y sólo así los convenció Villa, los hizo que se dieran un abrazo y ya no hubo pleito.

PREGUNTA
¿Cuánto tiempo estuvo Villa en México?

RESPUESTA
Pues la verdad es que no tengo presente, pero sí duró algún tiempo.

PREGUNTA
¿Y cómo fue la recepción del pueblo de México, a Villa y a Zapata, cuando entraron?

RESPUESTA
¡Si usted lo hubiera visto señor!

Yo iba a la retaguardia de ellos, cuando iban en el desfile.

Zapata usaba sombrero muy grande que la gente le llenaba de coronas y ramos de flores, el sombrero se le caía y yo se lo levantaba, lo sacudía y se lo daba; por todo el trayecto los balcones estaban cubiertos de flores, fue un gran recibimiento el que el pueblo le hizo a esa División.

Don Eulalio estaba en Palacio Nacional y ahí nos recibió.

Villa, Zapata y algunos jefes más salieron al balcón a presidir el desfile.

El pueblo se entregó y para nosotros fue una gran satisfacción que premiarán ahí nuestra lucha revolucionaria; sentimos una gran responsabilidad, por eso hasta el último hemos peleado por los ideales de la Revolución, a la que tanto sirvió el general Villa.

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