Indice de Entrevista al C. General de brigada Nicolás Fernández Carrillo por Píndaro Urióstegui Miranda El crepúsculo del centauro. Villa y De la Huerta Ideal de Villa: acabar con todos los latifundiosBiblioteca Virtual Antorcha

ENTREVISTA
AL GENERAL DE BRIGADA
NICOLÁS FERNÁNDEZ CARRILLO

Píndaro Urióstegui Miranda


YO ESTABA TRABAJANDO EN SAN ISIDRO, CUANDO LA EMBOSCADA DE PARRAL

PREGUNTA
¿General, usted estaba con el general Villa el día que lo mataron?

RESPUESTA
No, yo estaba trabajando en San Isidro, a más de veinte leguas de Canutillo; ahora verá usted. Yo tengo un hijo que se llevó el general. Actualmente mi hijo radica en Saltillo y es Jefe de la Policía Federal de Caminos.

Bueno, volviendo al relato, como le dije, a mi hijo se lo llevó el general Villa a Canutillo para que estuviera con sus hijos, porque mi muchacho tenía doce años y los del general estaban muy chiquitos. A mí me dio pena negarle aquel favor; mi muchacho estaba en el cuarto año de la escuela.

Un día la señora del general, doña Austreberta, me mandó avisar que mi chamaco estaba muy enfermo y que el general estaba fuera. Salí para Canutillo, pero al pasar por Parral, frente a una casa que tenía la apariencia de un expendio de pastura, me entró la malicia. lo que se me confirmó al pasar el puente del río.

Me imaginé que era un lugar ideal para una emboscada. Ya a mi regreso vi a Trillo y le platiqué lo que había visto pero no me hizo caso. Entonces fui a ver al general Villa y le dije: oiga mi general, allá en tal parte hay unas pacas de forraje.

¡Sí -me contestó- es un expendio de pastura!

Pues no creo que sea un expendio de pastura mi general, cuando yo pasé por ahí hoy en la mañana, se asomaron cuatro cabezas por sobre las pacas para ver quién era y cuando me vieron se sumieron, eso está muy sospechoso, están en la mera oreja del puente; no pase por esa calle el día que vaya a Parral, mejor váyase por otro lado.

¡No tengas cuidado! -me dijo- mira, acompaña a Trillo y que vayan con ustedes Ramón Contreras y unos cuantos hombres para que entreguen este medio millón de pesos a Evia y García!

Evia era muy amigo del general Villa y tenía una casa comercial. Fuimos a cumplir con la comisión y nós bajaron a un subterráneo en donde Trillo les entregó el dinero y le dieron un recibo a cambio, que Trillo echó a una cartera de piel negra y se la echó a la bolsa.

Cuando salimos de ahí le dije a Trillo: mira, allá en aquella casa es donde están las pacas de forraje, dile a mi general que no se venga por aquí, que se vaya por otro lado, por el Barrio del Palomo ya que supongo que en el cerro del Espía también hay otra emboscada.

Trillo tenía el mando de cien hombres que pagaba el gobierno para escoltar al general Villa, así es que no le costaba nada traerlos, pues el mismo Trillo dijo que no los llevaran porque eran gastos.

Al otro día Trillo salió a Parral y yo ya me encontraba en mi casa. Allá en Parral había un general que no recuerdo cómo se llamaba y tenía un batallón. Ese día le ordenaron sacar a su gente e irse de maniobras a un pueblo cercano llamado Maturana y a los judiciales también los echaron fuera de Parral y ahí estuvo la embocada.

Un capitán Lozoya era quien la encabezaba. Este Melitón Lozoya era dueño de un rancho llamado La Cochinera en el Estado de Durango; ahí tenía un primo hermano del general Villa que era su compadre. Lozoya, por quitarle el terreno que tenía, lo mató con todo y familia. Esa madrugada me fueron a avisar a mi casa que habían asesinado al general Villa.

PREGUNTA
Se ha dicho que un hermano del general Maclovio Herrera fue quien preparó y llevó a cabo la celada en que murió el general Villa, ¿qué motivo tenía para hacerlo?

RESPUESTA
Mire usted, Don José de la Luz Herrera, padre de Maclovio Herrera, era el presidente municipal de Parral y ya en aquella época se le había volteado al general Villa.

Don José de la Luz formó una poca de gente para resguardar Parral, los llamaban sociales. Entonces nosotros atacamos Parral y estos hombres, que eran más o menos ochocientos, se rindieron; más bien los hice rendirse a fuerza de pelea. El general Villa les dio garantía y nos dijo a mí y al general Angeles, que a los únicos a los que no les daba garantías era a Don José de la Luz Herrera y a sus hijos.

Le estuvimos rogando y después de un buen rato ordenó que se les dieran garantías y que los dejaran libres, pero en caso de que se descompusieran no lo haría.

Como habíamos agarrado ochocientos prisioneros y los teníamos ahí mismo, estaba lleno todo. Entre esos prisioneros estaba un individuo llamado Fortino, no recuerdo qué apellido, que estaba mocho del brazo izquierdo. El general Villa había dejado a un general Ramos con ochocientos heridos en una hacienda llamada Matalotes. Fortino era uno de sus soldados y se le desertó, se fue a Parral y lo denunció. Entonces mandaron a la hacienda de Matalotes, donde teníamos nuestros heridos, a un general Manuel López, con mil hombres y mató a todos los heridos con todo y familias, a los ochocientos, pero no los mató a balazos sino con piedras que les dejaban caer en la cabeza.

Entonces teníamos prisionero a ese Fortino ahí en Parral; le avisaron al general Villa y éste lo mandó sacar para que me lo llevaran y lo fusilaran, pero yo todavía no llegaba a Parral porque andaba peleando con algunas tropas que habían quedado desparramadas por ahí y cuando llegué con todos los prisioneros, Villa me dijo: ya te mandé al mocho de Fortino para que me lo fusiles.

Esto lo escuchó Don José de la Luz Herrera y ese fue el motivo para que se enojara y se puso a insultar al general Villa, tratándolo de traidor y de madre para arriba, gritando que le dieran una pistola para enfrentarse con Villa.

¡Imagínese usted! Nosotros que habíamos intercedido por él para que los dieran libres junto con sus hijos y que por cierto ya se lo habíamos comunicado.

Entonces Villa le dijo al general Angeles: qué le parece mi general, yo di mi consentimiento para salvar a este hombre y mire como me viene poniendo a insultos, a lo que Angeles contestó: mi general, retiramos el favor que le pedimos y le quedamos muy agradecidos, proceda usted como quiera

Y Villa ordenó que lo fusilaran.

Llegaron los hijos de Don José de la Luz Herrera y Villa les preguntó: ¿ustedes qué quieren?

¡Queremos correr la suerte de nuestro padre!

¡Fusílenlos a los tres! -y los fusilamos.

A toda la demás gente se le dio libre.

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