Índice de Historia de la Nación Chichimeca de Fernando de Alva Ixtlilxochitl | Capítulo XXIV | Capítulo XXVI | Biblioteca Virtual Antorcha |
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CAPÍTULO XXV
De cómo por otras dos veces escapó Nezahualcoyotzin de las manos de sus enemigos
Muertos los señores mexicanos sólo restaba al tirano Maxtla quitar la vida al príncipe Nezahualcoyotzin, para poder gozar del imperio sin contradicción de persona alguna y aunque había hecho diligencia la vez pasada, no tuvo efecto y así prosiguió a hacer su negocio por otra vía y fue que dio orden con su sobrino Yancuiltzin, el hermano bastardo del príncipe Nezahualcoyotzin, para que en un convite y estando seguro en su casa lo matase. Huitzilihuitzin, un caballero de la ciudad de Tetzcuco, dado a la ciencia de los astros y ayo sUyo, supo esta traición y según su ciencia hallaba, que corría gran detrimento su persona si en este convite se hallaba y para librarle de él dio orden que se trajesen un mancebo labrador, natural de Coatépec en la provincia de Otompan, que se parecía al príncipe y era de su misma edad, al cual tuvo algunos días, que no fueron muchos, en secreto, industriándole del modo de cortesía y usanza que tenían los príncipes; que para el efecto Nezahualcoyotzin había dilatado el convite que su hermano le ofrecía (y era costumbre en semejantes convites y saraos entrar en ellos desde prima noche a una danza general que se hacía) y así llegando el mancebo aunque muy descuidado del riesgo en que estaba, ataviado con vestimentas reales y sentado en el trono real y en su compañía los criados ayos y privados de Nezahualcoyotzin, llegó Yancuiltzin su hermano para llevarle a las fiestas y saraos que en su casa se hacían, con grande acompañamiento y por las salas, calles y patios por donde había de pasar estaban encendidos unos hachones de tea; el cual después de haberles hecho sus cumplimientos, lo llevó a su casa y luego que entró en ella comenzó la danza y a tres vueltas que habían dado en ella, llegó un capitán por las espaldas y le dio un golpe por la cabeza con una porra que cayó aturdido y luego incontinenti le cortaron la cabeza y la llevaron por la posta al rey Maxtla, teniendo por muy cierto ser Nezahualcoyotzin. El cual habiendo estado a la mira, luego que supo la muerte que se le dio al que representaba su figura se embarcó para la ciudad de México a darle el parabien a su tío Itzcoatzin de la nueva elección y al amanecer llegó a palacio y entró luego a visitarle y estando platicando con él dentro de poco rato llegaron unos mensajeros del rey Maxtla que traían la cabeza del mancebo, dándole parte cómo ya era muerto el príncipe Nezahualcoyotzin. Los mensajeros viéndole vivo allí con su tío, se quedaron espantados y admirados y conociendo lo que en sus ánimos tenían, les dijo que no se cansasen en quererle matar, porque el alto y poderoso dios le había hecho inmortal. Los cuales luego al punto se fueron con esta nueva a su rey y habiendo oído el caso fue tan grande el enojo e indignación que recibió, que mandó luego juntar sus gentes y envió un razonable ejército a la ciudad de Tetzcuco en donde sabía estar ya de vuelta Nezahualcoyotzin, dando órdenes a cuatro capitanes que iban acaudillando el ejército, que con toda brevedad entrasen en la ciudad de Tetzcuco y repartiesen en toda ella los soldados que llevaban, para que tomadas todas las calles, entradas y salidas de la ciudad, ellos con la gente que les pareciese, entrasen en donde quiera que estuviese Nezahualcoyotzin y lo matasen, Los cuales salieron con su ejército marchando hacia Tetzcuco. Nezahualcoyotzin luego al punto tuvo aviso por medio de Totomihua, señor de Coatépec y llamó a consejo a lo que había de hacer y así en sus palacios llamados Cillan, se juntaron Quauhtlehuanitzin, su hermano mayor hijo natural de su padre, Tzontechochatzin y otros caballeros que eran de su banda, y les dijo cómo el día siguiente venían sus enemigos a matarle y que estaba determinado a recibirlos y no huirles el rostro. Respondió Quauhtlehuanitzin y le dijo: hermano y señor mío, haced el corazón ancho para que podáis resistir los golpes de la fortuna, pues os dejó en estos trances y peligros vuestro padre Ome Tochtli Ixtlilxóchitl y bien vistéis los trabajos y persecuciones que hubo hasta venir a morir en la demanda, quedando su cuerpo por fundamento, cimiento y muralla del imperio de los chichimecas y reino de los aculhuas y al presente ya ha visto vuestra alteza lo que pasa con los mexicanos, pues el tirano Maxtla no paró hasta matar al rey Chimalpopoca su tío, ¿Qué mayor riesgo y calamidad puede haber en el mundo como el que ahora pasa? Y luego Tzontechochatzin le dijo: poderoso señor, grandes son los trabajos y esclavitud que padece vuestra alteza, en que le dejaron el rey Ixtlilxóchitl mi señor y su capitán general Chihuacuecuenotzin mi padre, cuando les dio el tirano Tezozómoc aquella cruel muerte así no puedo decir ni traer a la memoria otra cosa a vuestra alteza, ni puedo darle ningún consejo en donde está el señor Quauhtlehuanitzin, su hermano. Acabada esta razón torno a proseguir en su conversación y plática Quanhtlehuanitzin diciéndole: señor ¿qué es lo que pretende el tirano Maxtla, sino lo que tiene dicho a vuestra alteza y le aflige el alma? A lo cual Nezahualcoyotzin dijo: mañana será muy bien que haya juego de pelota con que nos entretendremos entre tanto que llegan los tepanecas nuestros enemigos y Coyohua saldrá a recibirlos y los aposentará en mi casa, donde sus personas serán servidas y regaladas. Y habiendo tratado de otras cosas convenientes a este propósito, estando muchos soldados a la mira por si fuese necesario socorrerle y defenderle de sus enemigos, a la noche envió a un criado suyo llamado Tehuitzil que fuese a ver a su maestro Huitzilihuitzin, por cuya orden se regía, dándole aviso de cómo se había determinado de recibir a sus enemigos y que ya era tiempo de poner en ejecución lo que le tenía aconsejado sobre recobrar el reino de los aculhuas e imperio de los chichimecas, porque tenía por nueva muy cierta, que el día siguiente habían de venir a matarle. El cual oídas las razones que traía el mensajero de parte de su discípulo, comenzó a llorar y le respondió diciendo: Tehuitzil, ve a decide al príncipe mi hijo Acolmiztli Nezahualcóyotl que tenga ánimo y valor y comience a hacer lo que debe, que ya le tengo aconsejado cómo y cuándo y las partes de dónde le ha de venir el socorro, como son de las provincias de Huexotzinco y Tlaxcalan, Zacatlan y Tototépec; que ya los conoce que son hombres valerosos y los más son chichimecas y otros otomíes y éstos no lo desampararán antes emplearán sus vidas por él y con esto despidió al mensajero. Oídas estas razones de su ayo y maestro, luego aquella noche comenzó a hacer sus despachos a los señores que le eran y así envió a un criado suyo llamado Coztotolomi Tocultécatl a la ciudad de Huexotzinco dando aviso a Xaya Camechan señor que a la sazón era, del peligro y riesgo en que quedaban y que ya era tiempo de que le favoreciese para vengar la muerte del rey Ixtlilxóchitl su padre y señor, recobrar el imperio y castigar a los rebeldes y que no sería razón que el tirano antes que sus deseos se lograsen, le quite la vida. Despachado este mensajero, luego el día siguiente se pusieron el y todos los suyos a la orden en el juego de la pelota para aguardar a los enemigos, que era cerca de la puerta del palacio; quienes haciendo todo lo que el rey Maxtla les había mandado, se vinieron los cuatro caudillos a palacio con alguna de la gente que traían consigo y así como fue, vieron que llegaba cerca Coyohua a quien se le dio el cargo de recibirlos y dándoles la bienvenida, le preguntaron dónde estaba Nezahualcoyotzin; el cual les dijo que entrasen a descansar un rato, que luego al punto saldría a verse con ellos. Entrados que fueron en una sala de palacio que estaba frontero a la sala real, salió Nezahualcoyotzin y dándoles ramilletes de flores y pebetes de liquidámbar, les dijo que fuesen bienvenidos y que descansasen, que a su casa habían venido. Los cuales dijeron que habían venido a jugar a la pelota con él y les replicó que comiesen primero un bocado, que tiempo había para todo; luego mandó poner las mesas y darles muy espléndidamente. Y en el ínterin que esto se hacía y ellos comían, se fue a la sala referida en donde se sentó en su silla y trono, de manera que los enemigos le tenían a la mira y estando muy contentos comiendo, cuando le pareció que ya era tiempo de poder salir por lo trasminado de su silla y asiento (como atrás queda referido), Coyohua su criado le hizo señal para que saliese, que fue a salir de la puerta de la sala sacudiendo la manta y quitándose ciertas motas de ella, con lo cual Nezahualcoyotzin se salió por el agujero y mina referida hasta otro que estaba hecho por un caño de agua, que entraba dentro de palacio, con que se pudo librar y le aprovechó el consejo de su tío Chimalpopoca. Habiendo acabado de comer los cuatro caudillos, luego se fueron a la sala en donde entendían hallar a Nezahualcoyotzin, los cuales hallándole menos, asieron a Coyohua y queriéndolo matar, les dijo que de muy poco efecto les era matarle, que era un pobre viejo, que mejor les fuera escapar sus personas, porque tenía entendido, que no saldrían de palacio con las vidas, según la gente de guerra que tenía Nezahualcoyotzin junta para defenderse de ellos. Oídas estas razones por los caudillos, aunque fingidas, fue grande el terror y espanto que les causó y salieron a gran prisa huyendo de palacio, invocando y llamando a sus soldados para hacerse fuertes y pelear con los que Nezahualcoyotzin entendían tenía en su defensa; con lo cual Coyohua quedó libre y escapó de sus manos quedándose ellos burlados. Toda aquella noche estuvieron e vela parte de ellos y otros anduvieron en busca de Nezahualcoyotzin.
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