Índice de Historia de la Nación Chichimeca de Fernando de Alva Ixtlilxochitl | Capítulo XXIX | Capítulo XXXI | Biblioteca Virtual Antorcha |
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CAPÍTULO XXX
De cómo viendo los mexicanos que estaban oprimidos por el tirano Maxtla, acordaron entre ellos enviar sus embajadores al príncipe Nezahualcoyotzin para que los socorriese y las cosas que le acaecieron en este tiempo
Los mexicanos, que eran los principales aliados del tirano Tezozómoc rey de los tepanecas, le negaron la obediencia, por haberles muerto sus señores, usando de otras crueldades e insolencias contra ellos, compeliéndolos a que le tributasen cosas dificultosas de hallar y poderlo hacer: fue una entre las cuales, que le llevasen por el agua jardines y aves de volatería. Y sobre todo, quiso forzar y afrentar a la reina mujer legítima del rey Itzcoatzin, menospreciando y vituperando a los mexicanos. Los cuales viéndose en grande aflicción con las cosas referidas y que por otra parte el príncipe Nezahualcoyotzin los amenazaba como partícipes en la traición y muerte que se le había dado a su padre, entraron en consejo de lo que debía hacer y así entre ellos fue acordado, que convenía a su quietud y libertad ganar la voluntad a Nezahualcoyotzin, que ya la fortuna le había empezado a favorecer y aunque se hallaban culpantes en la tiranía de Tezozómoc, se determinaron de enviarle sus embajadores, disculpándose lo mejor que pudiesen y le pidiesen que con toda brevedad los favoreciese, porque Maxtla los tenía muy oprimidos y acabados, ofreciéndole de su parte todas sus fuerzas y ayuda para recobrar el imperio; que tuviese atención a la grande obligación que tenía a la nobleza mexicana, pues de ella descendía; para lo cual fueron escogidos para embajadores Motecuhzomatzin Ilhuicamina que era su gran capitán general, primo hermano y muy querido de Nezahualcoyotzin y otros dos caballeros, que el uno se decía Totopilatzin y el otro Télpoch, los cuales lo más secretamente que pudieron salirse de la ciudad de México, se fueron para la de Tetzcuco y en las fronteras de Acolhuacan fueron presos por los soldados de Nezahualcoyotzin que allí asistían, los cuales, conociendo ser deudos de su señor, no los mataron, mas se los llevaron presos y a buen recaudo; llegados que fueron a su presencia y dada su embajada, aunque se holgó Nezahualcoyotzin de verlos, le pesó mucho saber la aflicción en que los mexicanos estaban y para poderlos socorrer con brevedad, despachó a la provincia de Chalco (que era la parte más cercana de donde aguardaba socorro) a su hermano Quauhtlehuanitzin juntamente con su primo Motecuhzomatzin y Totopilatzin, quedándose con él el otro caballero llamado Télpoch, a pedir socorro a Toteotzintecuhtli con toda la brevedad que la necesidad les obligaba y asimismo envió a llamar a Iztlacauhtzin señor de Huexotla, su capitán general, que andaba haciendo gente y apercibiéndose para la jornada que estaba tratada de hacer contra el tirano, para lo cual envió a su hermano Xinocacatzin y a otros tres principales. Esta embajada y mensaje que Nezahualcoyotzin envió, no sonaban bien a los oídos de los chalcas, ni de Iztlacauhtzin su capitán general, porque aborrecían infinito a los mexicanos, por las insolencias y crueldades que contra ellos se habían usado cuando estaban en su pujanza y en gracia de los reyes tepanecas y así el capitán general la respuesta que dio fue mandar hacer pedazos al hermano del príncipe y a los otros caballeros que con él fueron, queriendo ser antes traidor a su rey, que favorecerles y a los que fueron a Chalco Toteotzintecuhtli los mandó prender y poner a buen recaudo y en su guarda Coateotzin, uno de los dos señores de Tlalmanalco, el cual luego aquella noche los libertó, dando orden de sacarlos de la prisión en que estaban y Toteotzintecuhtli envió por la posta a dar aviso a Maxtla de cómo los tenía presos; de manera, que aunque quiso ganar gracias con él, estaba tan indignado por la ayuda que dio a Nezahualcoyotzin en recobrar su reino, que le respondió amenazándole que le había de destruir y que de los presos hiciese lo que quisiese y sabiendo Toteotzintecuhtli que la noche antes se habían escapado se indignó contra Coateotzin y lo mandó matar. Los embajadores llegaron a la ciudad de Tetzcuco, Nezahualcoyotzin los consoló y despachó a México, ofreciéndoles que luego tras de ellos con toda la más gente que pudiese, porque de Tlaxcalan, Huexotzinco y otras provincias había tenido nuevas de que ya venían a socorrerle.
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