Índice del Primer viaje de Cristobal Colón versión de Fray Bartolomé de las CasasDécima parteDécima segunda parteBiblioteca Virtual Antorcha

XI

DOMINGO 6 DE ENERO.

Aquel puerto es abrigado de todos los vientos salvo de Norte y Norueste, y dice que poco reinan por aquella tierra, y aún destos se pueden guarecer detrás de la isleta: tiene tres hasta cuatro brazas. Salido el sol dio la vela por ir la costa delante, la cual toda corría al Leste, salvo ques menester dar resguardo a muchas restringas de piedra y arena que hay en la dicha costa. Verdad es que dentro dellas hay buenos puertos y buenas entradas por sus canales. Después de medio día ventó Leste recio, y mandó sobir a un marinero al topo del mástel para mirar los bajos, y vido venir la carabela Pinta con Leste a popa, y llegó al Almirante, y porque no había dónde surgir por ser bajo, volvióse el Almirante al MonteCristi a desandar 10 leguas atrás que había andado, y la Pinta con él. Vino Martín Alonso Pinzón a la carabela Niña, donde iba el Almirante, a se escusar diciendo que se había partido dél contra su voluntad, dando razones para ello; pero el Almirante dice que eran falsas todas, y que con mucha soberbia y cudicia se había apartado aquella noche que se apartó dél, y que no sabía (dice el Almirante) de dónde le hobiesen venido las soberbias y deshonestidad que había usado con él aquel viaje, las cuales quiso el Almirante disimular por no dar lugar a las malas obras de Satanás que deseaba impedir aquel viaje como hasta entonces había hecho, sino que por dicho de un indio de los quel Almirante le había encomendado con otros que lleva en su carabela, el cual le había dicho que en una isla que se llamaba Baneque había mucho oro, y como tenía el navío sotil y ligero se quiso apartar y ir por sí dejando al Almirante. Pero el Almirante quísose detener y costear la Isla Juana y la Española, pues todo era un camino del Leste. Después que Martín Alonso fue a la Isla Baneque dizque no halló nada de oro, y se vino a la costa de la Española por información de otros indios que le dijeron haber en aquella Isla Española, que los indios llamaban Bohio, mucha cantidad de oro y muchas minas y por esta causa llegó cerca de la Villa de la Navidad, obra de 15 leguas, y había entonces más de veinte días, por lo cual parece que fueron verdad las nuevas que los indios daban, por las cuales envió el Rey Guacanagari la canoa, y el Almirante el marinero y debía de ser ida cuando la canoa llegó. Y dice aquí el Almirante que resgató la carabela mucho oro, que por un cabo de agujeta le daban buenos pedazos de oro del tamaño de dos dedos, y a veces como la mano, y llevaba el Martín Alonso la mitad, y la otra mitad se repartía por la gente. Añade el Almirante diciendo a los Reyes: Así que señores Príncipes que yo conozco que milagrosamente mandó quedar allí aquella nao nuestro Señor, porque s el mejor lugar de toda la isla para hacer el asiento y más a cerca de las minas del oro. También diz que supo que detrás de la isla Juana, de la parte del Sur, hay otra isla grande en que hay muy mayor cantidad de oro que en ésta, en tanto grado que cogían los pedazos mayores que habas, y en la Isla Española se cogían los pedazos de oro de las minas como granos de trigo. Llamábase, dizque aquella Isla Yamaye. También, dizque supo el Almirante que allí hacia el Leste había una isla adonde no había sino solas mujeres, y esto dizque de muchas personas lo sabía. Y que aquella Isla Española, o la otra Isla Yamaye estaba cerca de tierra firme, 10 jornadas de canoa, que podía ser 60 ó 70 leguas, y que era la gente vestida allí.


LUNES 7 DE ENERO.

Este día hizo tomar una agua que hacía la carabela y calafetalla, y fueron los marineros en tierra a traer leña, y dizque hallaron muchos almácigos y lináloe.


MARTES 8 DE ENERO.

Por el viento Leste y Sueste mucho que ventaba no partió este día, por lo cual mandó que se guarneciese la carabela de agua y leña, y de todo lo necesario para todo el viaje, porque aunque tenía voluntad de costear toda la costa de aquella Española que andando el camino pudiese, pero porque los que puso en las carabelas por capitanes eran hermanos, conviene a saber Martín Alonso Pinzón y Vicente Yáñez, y otros que les seguían con soberbia y cudicia estimando que todo era ya suyo, no mirando la honra que Almirante les había hecho y dado, no habían obedecido ni obedecían sus mandamientos, antes hacían y decían muchas cosas no debidas contra él, y el Martín Alonso lo dejó desde 21 de Noviembre hasta 6 de Enero sin causa ni razón sino por su desobediencia; todo lo cual el Almirante había sufrido y callado por dar buen fin a su viaje; así que por salir de tan mala compañía, con los cuales dice que complía disimular aunque gente desmandada, y aunque tenía dizque consigo muchos hombres de bien, pero no era tiempo de entender en castigo; acordó volverse, y no parar más, con la mayor priesa que le fuese posible. Entró en la barca y fue al río, que es allí junto hacia el Sursudoeste del MonteCristi una grande legua, donde iban los marineros a tomar agua para el navío, y halló que el arena de la boca del río, el cual es muy grande y hondo, era dizque toda llena de oro, y en tanto grado que era maravilla, puesto que era muy menudo. Creía el Almirante que por venir por aquel río abajo se desmenuzaba por el camino, puesto que dice que en poco espacio halló muchos granos tan grandes como lentejas; mas de lo menudito dizque había mucha cantidad. Y porque la mar era llena y entraba el agua salada con la dulce, mandó subir con la barca el río arriba un tiro de piedra: hincheron los barriles desde la barca, y volviéndose a la carabela hallaban metidos por los aros de los barriles pedacitos de oro, y lo mismo en los aros de la pipa. Puso por nombre el Almirante al río el Río del Oro, el cual de dentro, pasada la entrada muy hondo, aunque la entrada es baja y la boca muy ancha, y dél a la villa de la Navidad 17 leguas. Entremedias hay otros muchos ríos grandes; en especial tres, los cuales creía que debían tener mucho más oro que aquél, porque son más grandes, puesto queste es cuasi tan grande como Guadalquivir por Córdoba; y dellos a las minas del oro no hay 20 leguas. Dice más el AlmIrante, que no quiso tomar de la dicha arena que tenía tanto oro, pues sus Altezas lo tenían todo en casa y a la puerta de su villa de la Navidad, sino venirse a más andar por llevalles las nuevas y por quitarse de la mala compañía que tenía, y que siempre había dicho que era gente desmandada.


MIÉRCOLES 9 DE ENERO.

A media noche levantó las velas con el viento Sueste, y navegó al Lesnordeste: llegó a una punta que llamó Punta roja, que está justamente al Leste del MonteCristi 60 millas, y al abrigo della surgió a la tarde, que serían tres horas antes que anocheciese. No osó salir de allí de noche porque había muchas restringas, hasta que se sepan, porque después serán provechosas si tienen como deben tener canales, y tienen mucho fondo y buen surgidero seguro de todos vientos. Estas tierras desde MonteCristi hasta allí donde surgió son tierras altas y llanas y muy lindas campiñas, y a las espaldas muy hermosos montes que van de Leste a Oueste, y son todos labrados y verdes, ques cosa de maravilla ver su hermosura, y tienen muchas riberas de agua. En toda esta tierra hay muchas tortugas, de las cuales tomaron los marineros en el MonteCristi que venían a desovar en tierra, y eran muy grapdes como una grande tablachina. El día pasado, cuando el Almirante iba al Río del Oro, dijo que vido tres serenas que salieron bien alto de la mar, pero no eran tan hermosas como las pintan, que en alguna manera tenían forma de hombres en la cara. Dijo que otras veces vido algunas en Guinea en la costa de la Manegueta. Dice que esta noche con el nombre de nuestro Señor partiría a su viaje sin más detenerse en cosa alguna, pues había hallado lo que buscaba, porque no quiere más enojo con aquel Martín Alonso hasta que sus Altezas supiesen las nuevas de su viaje y de lo que ha hecho: y después no sufriré (dice él) hechos de malas personas y de poca virtud, las cuales contra quien les dio aquella honra presumen hacer su voluntad con poco acatamiento.


JUEVES 10 DE ENERO.

Partióse de donde había surgido, y al sol puesto llegó a un río, al cual puso nombre Río de Gracia; dista de la parte del Sueste 3 leguas; surgió a la boca, ques buen surgidero, a la parte del Leste. Para entrar dentro tiene un banco, que no tiene sino dos brazas de agua y muy angosto: dentro es buen puerto cerrado, sino que tiene mucha bruma, y della iba la carabela Pinta, donde iba Martín Alonso, muy maltratada, porque dizque estuvo allí resgatando diez y seis días, donde resgataron mucho oro, que era lo que deseaba Martín Alonso. El cual, después que supo de los indios quel Almirante estaba en la costa de la misma Isla Española, y que no lo podía errar, se vino para él. Y dizque quisiera que toda la gente del pavío jurara que no habían estado allí sino seis días. Mas dizque era cosa tan pública su maldad que no podía encobrir. El cual, dice el Almirante, tenía hechas leyes que fuese para él la mitad del oro que se resgatase o se hobiese. Y cuando hobo de partirse de allí tomó cuatro hombres indios y dos mozas por fuerza, a los cuales el Almirante mandó dar de vestir y tornar en tierra que se fuesen a sus casas; lo cual (dice) es servicio de Vuestras Altezas, porque hombres y mujeres son todos de Vuestras Altezas, así desta isla en especial como de las otras. Mas aquí donde tienen ya asiento Vuestras Altezas se debe hacer honra y favor a los pueblos, pues que en esta isla hay tanto oro y buenas tierras y especería.


VIERNES 11 DE ENERO.

A media noche salió del Río de Gracia con el terral, navegó al Leste hasta un cabo que llamó Belprado, 4 leguas; y de allí al Sueste está el monte a quien puso Monte de Plata, y dice que hay 8 leguas. De allí del cabo de Belprado al Leste, cuarta del Sueste, está el cabo que dijo del Angel, y hay 18 leguas; y deste cabo al Monte de Plata hay un golfo y tierras las mejores y más lindas del mundo, todas campiñas altas y hermosas, que van mucho la tierra adentro, y después hay una sierra, que va de Leste a Oueste, muy grande y muy hermosa; y al pie del monte hay un puerto muy bueno, y en la entrada tiene 14 brazas, y este monte es muy alto y hermoso, y todo esto es poblado mucho, y creía el Almirante debía haber buenos ríos y mucho oro. Del Cabo del Angel al Leste, cuarta del Sueste, hay 4 leguas a una Punta que puso del Hierro; y al mismo camino, 4 leguas, está una punta, que llamó la Punta Seca; y de allí al mismo camino, a 6 leguas, está el Cabo que dijo Redondo; y de allí al Leste está el Cabo Francés, y en este cabo de la parte de Leste hay una angla grande, mas no le pareció haber surgidero. De allí una legua está el Cabo del Buen Tiempo; deste al Sur cuarta del Sueste hay un Cabo que llamó Tajado, una grande legua; deste hacia el Sur vído otro cabo, y parecióle que habría 15 leguas. Hoy hizo gran camino, porque el viento y las corrientes iban con él. No osó surgir por miedo de los bajos, y así estuvo a la carda toda la noche.


SABADO 12 DE ENERO.

Al cuarto del alba navegó al Leste con viento fresco, y anduvo así hasta el día, y en este tiempo 20 millas, y en dos horas después andaría 24 millas. De allí vida al Sur tierra, y fue hacia ella, y estaría della 48 millas, y dice que dado resguardo al navío andaría esta noche 28 millas al Nornordeste. Cuando vida la tierra, llamó a un cabo que vida el Cabo de Padre e Hijo, porque a la punta de la parte del Leste tiene dos farallones, mayor el uno que el otro. Después al Leste, 2 leguas, vido una grande abra y muy hermosa entre dos grandes montañas; y vida que era grandísimo puerto, bueno y de muy buena entrada; pero por ser muy de mañana y no perder camino porque por la mayor parte del tiempo hace por allí Lestes, y entonces le lleva Nornorueste, no quiso detenerse más. Siguió su camino al Leste hasta un cabo muy alto y muy hermoso, y todo de piedra tajado, a quien puso por nombre Cabo del Enamorado, el cual estaba al Leste de aquel puerto, a quien llamó Puerto Sacro, 32 millas; y en llegando a él descubrió otro muy más hermoso y más alto y redondo, de peña todo, así como el Cabo de San Vicente en Portugal, y estaba del Enamorado al Leste 12 millas. Después que llégó a emparejarse con el del Enamorado vida entremedias dél y de otro vido que se hacía una grandísima bahía, que tiene de anchor 3 leguas, y en medio della está una isleta pequeñuela, el fondo es mucho a la entrada hasta tierra: surgió allí en 12 brazas, envió la barca en tierra por agua, y por ver si habían lengua, pero la gente toda huyó. Surgió también por ver si toda era aquella una tierra con la Española; y lo que dijo ser golfo, sospechaba no fuese otra isla por sí. Quedaba espantado de ser tan grande la Isla Española.


DOMINGO 13 DE ENERO.

No salió deste puerto por no hacer terral con que saliese: quisiera salir por ir a otro mejor puerto, porque aquel era algo descubierto, y porque quería ver en qué paraba la conjunción de la Luna con el Sol, que esperaba a 17 deste mes, y la oposición della con Júpiter y conjunción con Mercurio, y el sol en apósito con Júpiter, que es causa de grandes vientos. Envió la barca a tierra en una hermosa playa para que tomasen de los ajes para comer, y hallaron ciertos hombres con arcos y flechas, con los cuales se pararon a hablar, y los compraron dos arcos y muchas flechas, y rogaron a uno dellos que fuese a hablar al Almirante a la carabela; y vino, el cual dizque era muy disforme en el acatadura más que otros que hobiesen visto: tenía el rostro todo tiznado de carbón, puesto que en todas partes acostumbran de se teñir de diversos colores. Traía todos los cabellos muy largos y encogidos y atados atrás, y después puestos en una rebecilla de plumas de papagayos, y él así desnudo como los otros. Juzgó el Almirante que debía de ser de los Caribes que comen los hombres, y que aquel golfo que ayer había visto, que hacía apartamiento de tierra, y que sería isla por sí. Preguntóle por los Caribes, y señalóle al Leste, cerca de allí, la cual dizque ayer vio el Almirante antes que entrase en aquella bahía, y díjole el indio que en ella había muy mucho oro, señalándole la popa de la carabela, que era bien grande, y que pedazos había tan grandes. Llamaba al oro tuob y no entendía por caona, como le llaman en la primera parte de la isla, ni por nozay como lo nombran en San Salvador y en las otras islas: al alambre o a un oro bajo llaman en la Española tuob. De la isla de Matinino dijo aquel indio que era toda poblada de mujeres sin hombres, y que en ella hay mucho tuob, que es oro o alambre, y que es más al Leste de Carib. También dijo de la isla de Goanin, adonde hay mucho tuob. Destas islas, dice el Almirante, que había por muchas personas días había noticia. Dice más el Almirante, que en las islas pasadas estaban con gran temor de Carib, y en algunas le llamaban Caniba, pero en la Española Carib; y que debe de ser gente arriscada, pues andan por todas estas islas, y comen la gente que pueden haber. Dice que entendía algunas palabras, y por ellas dizque saca otras cosas, y que los indios que consigo traía entendían más, puesto que hallaba diferencia de lenguas por lagran distancia de las tierras. Mandó dar al indio de comer, y diole pedazos de paño verde y colorado, y cuentezuelas de vidrio, a que ellos son muy aficionados, y tornó le a enviar a tierra, y díjole que trujese oro si lo había, lo cual creía por algunas casitas suyas que traía. En llegando la barca a tierra, estaban detrás los árboles bien 55 hombres desnudos con los cabellos muy largos, así como las mujeres los traen en Castilla. Detrás de la cabeza traían penachos de plumas de papagayos y de otras aves, y cada uno traía su arco. Descendió el indio en tierra, e hizo que los otros dejasen sus arcos y flechas, y un pedazo de palo que es como un muy pesado, que traen en lugar de espada, los cuales después se llegaron a la barca, y la gente de la barca salió a tierra, y comenzáronles a comprar los arcos y flechas y las otras armas, porquel Almirante así lo tenía ordenado. Vendidos dos arcos no quisieron dar más, antes se aparejaron de arremeter a los critianos y prendellos. Fueron corriendo a tomar sus arcos y flechas donde los tenían apartados, y tornaron con cuerdas en las manos para dizque atar a los cristianos. Viéndolos venir corriendo a ellos, estando los cristianos apercibidos, porque siempre los avisaba de esto el Almirante, arremetieron los cristianos a ellos, y dieron a un indio una gran cuchillada en las nalgas, y a otro por los pechos hirieron con una saetada, lo cual visto que podían ganar poco aunque no eran los cristianos sino siete, y ellos cincuenta y tantos, dieron a huir que no quedó ninguno, dejando uno aquí las flechas y otro allí los arcos. Mataran dizque los cristianos muchos dellos si el piloto que iba por capitán dellos no lo estorbara. Volviéronse luego a la carabela los cristianos con su barca, y sabido por el Almirante dijo que por una parte le había pesado y por otra no, porque hayan miedo a los cristianos, porque sin duda (dice él) la gente de allí es dizque de mal hacer, y que creía que eran los de Carib, y que comiesen los hombres, y porque viniendo por allí la barca que dejó a los 39 hombres en la fortaleza y Villa de la Navidad, tengan miedo de hacerles algún mal. Y que si no son de los Caribes, al menos deben ser fronteros y de las mismas costumbres, y gente sin miedo, no como los otros de las otras islas que son cobardes y sin armas fuera de razón. Todo esto dice el Almirante, y que querría tomar algunos dellos. Dizque hacían muchas ahumadas como acostumbraban en aquella Isla Española.


LUNES 14 DE ENERO.

Quisiera enviar esta noche a buscar las casas de aquellos indios por tomar algunos dellos, creyendo que eran caribes, y por el mucho Leste y Nordeste, y mucha ola que hizo en la mar, pero ya de día, vieron mucha gente de indios en tierra; por lo cual mandó el Almirante ir allá la barca con gente bien aderezada, los cuales luego vinieron todos a la popa de la barca, y especialmente el indio quel día antes había venido a la carabela y el Almirante le había dado las casillas de resgate. Con éste, dizque venía un Rey el cual había dado al indio dicho unas cuentas que diese a los de la barca en señal de seguro y de paz. Este Rey, con tres de los suyos, entraron en la barca y vinieron a la carabela. Mandóles el Almirante dar de comer vizcocho y miel, y diole un bonete colorado y cuentas, y un pedazo de paño colorado, y a los otros también pedazos de paño, el cual dijo que traería mañana una carátula de oro, afirmando que allí había mucho, y en Carib y en Matinino. Después los envió a tierra bien contentos. Dice más el Almirante que hacían agua mucha las carabelas por la quilla, y quéjase mucho de los calafates que en Palos las calafatearon muy mal, y que cuando vieron quel Almirante había entendido el defecto de su obra, y los quisiera constreñir a que la enmendaran, huyeron. Pero no obstante la mucha agua que las carabelas hacían, confía en nuestro Señor que le truja, le tornará por su piedad y misericordia, que bien sabía su Alta Majestad cuánta controversia tuvo primero antes que se pudiese expedir de Castilla, que ninguno otro fue en su favor sino él, porque él sabía su corazón y después de Dios sus Altezas, y todo lo demás le había sido contrario sin razón alguna. Y dice más así: y han seído causa que la Corona Real de Vuestras Altezas no tengan los cuentos de renta más de la que tiene después que yo vine a les servir, que son siete años agora a 20 días de enero este mismo mes, y más lo que acrecentado sería de aquí en adelante. Mas aquel poderoso Dios remediará todo. Estas son sus palabras.


MARTES 15 DE ENERO.

Dice que quiere partir porque ya no aprovecha nada detenerse, por haber pasado aquellos desconciertos, debe decir del escándalo de los indios. Dice también que hoy ha sabido que toda la fuerza del oro estaba en la comarca de la Villa de la Navidad de sus Altezas, y que en la Isla de Carib había mucho alambre y en Matinino, puesto que será dificultoso en Carib, porque aquella gente dizque come carne humana, y que de allí se parecía la isla dellos, y que tenía determinado de ir allá, pues está en el camino, y a la de Matinino que dizque era poblada toda de mujeres sin hombres, y ver la una y la otra, y tomar diz algunos dellos. Envió el Almirante la barca a tierra, y el Rey de aquella tierra no había venido, porque dizque la población estaba lejos, mas envió su corona de oro, como había prometido, y vinieron otros muchos hombres con algodón y con pan y ajes, todos con sus arcos y flechas. Después que todo lo hobieron resgatado, vinieron dizque cuatro mancebos a la carabela, y pareciéronle al Almirante dar tan buena cuenta de todas aquellas islas que estaban hacia el Leste en el mismo camino quel Almirante había de llevar, que determinó de traer a Castilla consigo. Allí, dizque no tenían hierro ni otro metal que se hobiese visto, aunque en pocos días no se puede saber de una tierra mucho, así por la dificultad de la lengua, que no entendía el Almirante sino por discreción, pocos días. Los arcos de aquella gente dizque eran tan grandes como los de Francia e Inglaterra; las flechas son propias como las azagayas de las otras gentes que hasta allí había visto, que son de los pimpollos de las cañas cuando son simiente, que quedan muy derechas y de longura de una vara y como por aquellos no saben lo quel pretendía en media, y de dos, y después ponen al cabo un pedazo de palo agudo de un palmo y medio, y encima de este palillo algunos le injieren un diente de pescado y algunos y los más le ponen allí yerba, y no tiran como en otras partes, salvo por una cierta manera que no pueden mucho ofender. Allí había muy mucho algodón y muy fino y luengo, y hay muchas almácigas, y parecíale que los arcos eran de tejo, y que hay oro y cobre: también hay mucho ají, ques su pimienta, della que vale más que pimienta, y toda la gente no come sin ella, que la halla muy sana: puédense cargar 50 carabelas cada año en aquella Española. Dice que halló mucha yerba en aquella bahía, de la que hallaban en el golfo cuando venía al descubrimiento, por lo cual creía que había islas al Leste hasta en derecho de donde las comenzó a hallar, porque tiene por cierto que aquella yerba nasce en poco fondo junto a tierra, y dice que si así es, muy cerca estaban estas Indias de las Islas de Canaria, y por esta razón creía que distaban menos de 400 leguas.


MIÉRCOLES 16 DE ENERO.

Partió antes del día tres horas del golfo que llamó el Golfo de las Flechas, con viento de la tierra, después con viento Oueste, llevando la proa al Leste cuarta del Nordeste para ir, dizque a la Isla de Carib donde estaba la gente de quien todas aquellas islas y tierras tanto miedo tenían, porque dizque con sus canoas sin número andaban todas aquellas mares, y dizque comían los hombres que pueden haber. La derrota, dizque le había mostrado unos indios de aquellos cuatro que tomó ayer en el Puerto de las Flechas. Después de haber andado a su parecer 64 millas señaláronle los indios quedaría la dicha isla al Sueste: quiso llevar aquel camino, y mandó templar las velas, y después de haber andado 2 leguas refrescó el viento muy bueno para ir a España: notó en la gente que comenzó a entristecerse por desviarse del camino derecho, por la mucha agua que hacían ambas carabelas, y no tenían algún remedio salvo el de Dios; hobo de dejar el camino que creía que llevaba de la isla y volvió al derecho de España, Nordeste cuarta del Leste, y anduvo así hasta el sol puesto 48 millas, que son 12 leguas. Dijéronle los indios que por aquella vía hallaría la isla de Matinino, que dizque era poblada de mujeres sin hombres, lo cual el Almirante mucho quisiera por llevar, dizque a los Reyes cinco o seis dellas; pero dudaba que los indios supiesen bien la derrota, y él no se podía detener por el peligro del agua que cogían las carabelas; más dizque era cierto que las había, y que cierto tiempo del año venían los hombres a ellas de la dicha Isla de Carib, que dizque estaba dellas 10 ó 12 leguas, y si parían niño enviábanlo a la isla de los hombres, y si niña dejábanla consigo. Dice el Almirante que aquellas dos islas no deben distar de donde había partido 15 o 20 leguas, y creía que eran al Sueste, y que los indios no le supieron señalar la derrota. Después de perder de vista al cabo que nombró de San Theramo, de la Isla Española, que le quedaba al Oueste 16 leguas, anduvo 12 leguas al Leste cuarta de Nordeste: llevaba muy buen tiempo.

Índice del Primer viaje de Cristobal Colón versión de Fray Bartolomé de las CasasDécima parteDécima segunda parteBiblioteca Virtual Antorcha