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XII
JUEVES 17 DE ENERO.
Ayer al poner del sol calmóle algo el viento, andaría 14 ampolletas, que tenía cada una media hora o poco menos hasta el rendir del primer cuarto, y andaría cuatro millas por hora, que son 28 millas. Después refrescó el viento, y anduvo así todo aquel cuarto que fueron 10 ampolletas, y después otras seis hasta salido el sol 8 millas por hora, y así andaría por todas 84 millas, que son 21 leguas al Nordeste cuarta del Leste, y hasta el sol puesto andaría más 44 millas, que son 11 leguas al Leste. Aquí vino un alcatraz a la carabela y después otro y vido mucha yerba de la que está en el mar.
VIERNES 18 DE ENERO.
Navegó con poco viento esta noche al Leste cuarta del Sueste 40 millas, que son 10 leguas; y después al Sueste cuarta del Leste 30 millas, que son 7 leguas y media, hasta salido el sol. Después de salido el sol navegó todo el día con poco viento Lesnordeste y Nordeste y con Leste más y menos, puesta la proa a veces al Norte y a veces a la cuarta del Nordeste y al Nornordeste, y así contando lo uno y lo otro creyó que andaría 60 millas, que son 15 leguas. Pareció poca yerba en la mar; pero dice que ayer y hoy pareció la mar cuajada de atunes, y creyó el Almirante que de allí debían de ir a las almadrabas del Duque de Conil y de Cáliz. Por un pescado que se llama rabiforcado, que anduvo alrededor de la carabela, y después se fue la vía de Sursueste, creyó el Almirante que había por allí algunas islas. Y al Lesueste de la Isla Española dijo que quedaba la Isla de Carib y la de Matinino, y otras muchas.
SÁBADO 19 DE ENERO.
Anduvo esta noche 56 millas al Norte cuarta de Nordeste, y 64 al Nordeste cuarta del Norte. Después del sol salido navegó al Nordeste con el viento Lesueste, con viento fresco, y después a la cuarta del Norte, y andaría 84 millas, que son 21 leguas. Vido la mar cuajada de atunes pequeños: hobo alcatraces, rabos de juncos y rabiforcados.
DOMINGO 20 DE ENERO.
Calmó el viento esta noche, y a ratos ventaba unos balcos de viento, y andaría por todo 20 millas al Nordeste. Después del sol salido andaría 11 millas al Sueste, después al Nornordeste 36 millas, que son 9 leguas. Vido infinitos atunes pequeños: los aires, dizque muy suaves y dulces, como en Sevilla por abril o mayo, y la mar, dice, a Dios sean dadas muchas gracias, siempre muy llana. Rabiforcados y pardelas y otras aves muchas parecieron.
LUNES 21 DE ENERO.
Ayer después del sol puesto navegó al Norte cuarta del Nordeste, con el viento Leste y Nordeste: andaría 8 millas por hora hasta media noche que serían 56 millas. Después anduvo al Nornordeste 8 millas por hora, y así serían en toda la noche 104 millas, que son 26 leguas, a la cuarta del Norte de la parte del Nordeste. Después del sol salido navegó al Nornordeste con el mismo viento Leste, y a veces a la cuarta del Nordeste, y andaría 88 millas en once horas que tenía el día, que son 21 leguas, sacada una que perdió porque arribó sobre la carabela Pinta por hablalle. Hallaba los aires más fríos, y pensaba, dizque hallarlos más cada día cuantg más se llegase al Norte, y también por las noches ser más grandes por la angostura de la esfera. Parecieron muchos rabos de juncos y pardelas, y otras aves; pero no tantos peces, dizque por ser el agua más fría: vido mucha yerba.
MARTES 22 DE ENERO.
Ayer después del sol puesto navegó al Nornordeste con viento Leste y tomaba del Sueste: andaba 8 millas por hora hasta pasadas cinco ampolletas, y tres de antes que se comenzase la guardia, que eran ocho ampolletas: y así habría andado 72 millas, que son 18 leguas. Después anduvo a la cuarta del Nordeste al Norte seis ampolletas, que serían otras 18 millas. Después cuatro ampolletas de la segunda guarda al Nordeste 6 millas por hora, que son 3 leguas al Nordeste. Después hasta el salir del sol anduvo al Lesnordeste 11 ampolletas, 6 leguas por hora, que son 7 leguas. Después al Lesnordeste hasta las once horas del día, 32 millas. Y así calmó el viento y no anduvo más en aquel día. Nadaron los indios. Vieron rabos de juncos y mucha yerba.
MIÉRCOLES 23 DE ENERO.
Esta noche tuvo muchos mudamientos en los vientos, tanteado todo y dado los resguardos que los marineros buenos suelen y deben dar, dice que andaría esta noche al Nordeste cuarta del Norte, 84 millas, que son 21 leguas. Esperaba muchas veces a la carabela Pinta, porque andaba mal de la bolina, porque se ayudaba poco de la mezana por el mástel no ser bueno; y dice que si el capitán della, que s Martín Alonso Pinzón, tuviera tanto cuidado de proveerse de un buen mástel en las Indias, donde tantos y tales había, como fue cudicioso de se apartar dél, pensando de hinchir el navío de oro, él lo pusiera bueno. Parecieron muchos rabos de juncos y mucha yerba: el cielo todo turbado estos días; pero no había llovido, y la mar siempre muy llana como en un río, a Dios sean dadas muchas gracias. Después del sol salido andaría al Nordeste franco cierta parte del día 30 millas, que son 7 leguas y media, y después lo demás anduvo al Lesnordeste otras 30 millas, que son 7 leguas y media.
JUEVES 24 DE ENERO.
Andaría esta noche toda, consideradas muchas mudanzas que hizo el viento al Nordeste, 44 millas, que fueron 11 leguas. Después de salido el sol hasta puesto andaría al Lesnordeste 14 leguas.
VIERNES 25 DE ENERO.
Navegó esta noche al Lesnordeste un pedazo de la noche que fueron 13 ampolletas, 9 leguas y media; después anduvo al Nordeste otras seis millas. Salido el sol todo el día, porque calmó el viento, andaría al Lesnordeste 28 millas, que son 7 leguas. Mataron los marineros una tonina, y un grandísimo tiburón, y dizque lo habían bien menester porque no traían ya de comer sino pan y vino y ajes de las Indias.
SABADO 26 DE ENERO.
Esta noche anduvo al Leste, cuarta del Sueste, 56 millas, que son 14 leguas. Después del sol salido navegó a las veces al Lesueste, y a las veces al Sueste; andaría hasta las once horas del día 40 millas. Después hizo otro bordo, y después anduvo a la relinga, y hasta la noche anduvo hacia el Norte 24 millas, que son 6 leguas.
DOMINGO 27 DE ENERO.
Ayer después del sol puesto anduvo al Nordeste y al Norte, y al Norte cuarta del Nordeste, y andaría 5 millas por hora, y en 13 horas serían 65 millas, que son 16 leguas y media. Después del sol salido anduvo hacia el Nordeste 24 millas, que son 6 leguas hasta medio día, y de allí hasta el sol puesto andaría 3 leguas al Lesnordeste.
LUNES 28 DE ENERO.
Esta noche toda navegó al Lesnordeste, y andaría 36 millas, que son 9 leguas. Después del sol salido anduvo hasta el sol puesto al Lesnordeste 20 millas, que son cinco leguas. Los aires halló templados y dulces. Vido rabos de juncos y pardelas y mucha yerba.
MARTES 29 DE ENERO.
Navegó al Lesnordeste y andaría en la noche con Sur y Sudueste 39 millas, que son 9 leguas y media. En todo el día andaría 8 leguas. Los aires muy templados como en abril en Castilla: la mar muy llana: peces que llaman dorados vinieron a bordo.
MIÉRCOLES 30 DE ENERO.
En toda esta noche andaría 7 leguas al Lesnordeste. De día corrió al Sur, cuarta al Sueste, 13 leguas y media. Vido rabos de juncos y mucha yerba y muchas toninas.
JUEVES 31 DE ENERO.
Navegó esta noche al Norte cuarta del Nordeste, 30 millas, y después al Nordeste 35 millas, que son 16 leguas. Salido el sol hasta la noche anduvo al Lesnordeste 13 leguas y media. Vieron rabos de junco y pardelas.
VIERNES 1° DE FEBRERO.
Anduvo esta noche al Lesnordeste diez y seis leguas y media. El día corrió al mismo camino veinte y nueve leguas y un cuarto: la mar muy llana a Dios gracias.
SÁBADO 2 DE FEBRERO.
Anduvo esta noche al Lesnordeste 40 millas, que son 10 leguas. De día con el mismo viento a popa corrió 7 millas por hora; por manera que en once horas anduvo 77 millas, que son 19 leguas y cuarta: la mar muy llana, gracias a Dios, y los aires muy dulces. Vieron tan cuajada la mar de yerba, que si no la hobieran visto temieran ser bajos. Pardelas vieron.
DOMINGO 3 DE FEBRERO.
Esta noche yendo a popa con la mar muy llana, a Dios gracias, andarían 29 leguas. Parecióle la estrella del Norte muy alta, como el Cabo de San Vicente: no pudo tomar el altura con el astrolabio ni cuadrante, porque la ola no le dio lugar. El día navegó al Lesnordeste su camino, y andaría 10 millas por hora, y así en once horas 27 leguas.
LUNES 4 DE FEBRERO.
Esta noche navegó al Leste cuarta del Nordeste, parte anduvo 12 millas por hora, y parte 10, y así anduvo 130 millas, que son 32 leguas y media. Tuvo el cielo muy turbado y lluvioso, y hizo algún frío, por lo cual dizque cognoscía que no había llegado a las Islas de los Azores. Después del sol levantado mudó el camino y fue al Leste. Anduvo en todo el día 77 millas, que son 19 leguas y cuarta.
MARTES 5 DE FEBRERO.
Esta noche navegó al Leste, andaría toda ella 54 millas, que son 14 leguas menos media. El día corrió 10 millas por hora, y así en once horas fueron 110 millas, que son 27 leguas y media. Vieron pardelas y unos palillos, que era señal que estaban cerca de tierra.
MIÉRCOLES 6 DE FEBRERO.
Navegó esta noche al Leste, andaría 11 millas por hora, en trece horas de la noche andaría 143 millas, que son 35 leguas y cuarta. Vieron muchas aves y pardelas. El día corrió 14 millas por hora, y así anduvo aquel día 154 millas, que son 38 leguas y media; de manera que fueron entre día y noche 74 leguas, poco más o menos. Vicente Yáñez dijo que hoy por la mañana le quedaba la Isla de Flores al Norte, y la de la Madera al Leste. Roldán dijo que la Isla del Fayal o la de Gregorio le quedaba al Nornordeste, y el Puerto Santo al Leste. Pareció mucha yerba.
JUEVES 7 DE FEBRERO.
Navegó esta noche al Leste: andaría 10 millas por hora, y así en trece horas 130 millas, que son 32 leguas y media; el día 8 millas por hora, en once horas 78 millas, que son 22 leguas. En esta mañana estaba el Almirante al Sur de la Isla de Flores 75 leguas, y el piloto Pedro Alonso, yendo al Norte, pasaba entre la Tercera y la de Santa María, y al Leste pasaba de barlovento de la isla de la Madera 12 leguas de la parte del Norte. Vieron los marineros yerba de otra manera que la pasada, de la que hay mucha en las islas de los Azores. Después se vida de la pasada.
VIERNES 8 DE FEBRERO.
Anduvo esta noche 3 millas por hora al Leste por un rato, y después caminó a la cuarta del Sueste; anduvo toda la noche 12 leguas. Salido el sol hasta medio día corrió 27 millas: después hasta el sol puesto, otras tantas, que son 13 leguas al Sursueste.
SÁBADO 9 DE FEBRERO.
Un rato desta noche andaría tres leguas al Sursueste, y después al Sur cuarta del Sueste; después al Nordeste hasta las diez horas del día otras cinco leguas, y después hasta la noche anduvo nueve leguas al Leste.
DOMINGO 10 DE FEBRERO.
Después del sol puesto navegó al Leste toda la noche 130 millas, que son 32 leguas y media: el sol salido hasta la noche anduvo 9 millas por hora, y así anduvo en once horas 99 millas, que son 24 leguas y media y una cuarta. En la carabela del Almirante carteaban o echaban punto Vicente Yañes y los dos pilotos Sancho Ruiz y Pedro Alonso Niño y Roldán, y todos ellos pasaban mucho adelante de las islas de los Azores al Leste por sus cartas, y navegando al Norte ninguno tomaba la Isla de Santa María, ques la postrera de todas las de los Azores; antes serían delante 5 leguas e fueran en la comarca de la Isla de la Madera o en el Puerto Santo. Pero el Almirante se hallaba muy desviado de su camino, hallándose mucho más atrás quellos, porque esta noche le quedaba la Isla de Flores al Norte, y al Leste iba en demanda a Nafe en África, y pasaba a barlovento de la Isla de la Madera de la parte del Norte leguas. Así quellos estaban más cerca de Castilla quel Almirante con 150 leguas. Dice que mediante la gracia de Dios desque vean tierra se sabrá quién andaba más cierto. Dice aquí también que primero anduvo 263 leguas de la Isla del Hierro a la venida que viese la primera yerba.
LUNES 11 DE FEBRERO.
Anduvo esta noche 12 millas por hora a su camino, y así en toda ella contó 39 leguas y en todo el día corrió 16 leguas y media. Vido muchas aves, de donde creyó estar cerca de tierra.
MARTES 12 DE FEBRERO.
Navegó al Leste 6 millas por hora esta noche, y andaría hasta el día 73 millas, que son 18 leguas y un cuarto. Aquí comenzó a tener grande mar y tormenta; y si no fuera la carabela dizque muy buena y bien aderezada, temiera perderse. El día correría 11 o 12 leguas con mucho trabajo y peligro.
MIÉRCOLES 13 DE FEBRERO.
Después del sol puesto hasta el día tuvo gran trabajo del viento y de la mar muy alta y tormenta: relampagueó hacia el Nornordeste tres veces, dijo ser señal de gran tempestad que había de venir de aquella parte o de su contrario. Anduvo a árbol seco lo más de la noche: después dio una poca de vela y andaría 52 millas, que son 13 leguas. En este día blandeó un poco el viento; pero luego creció, y la mar se hizo terrible, y cruzaban las olas que atormentaban los navíos. Andaría 55 millas, que son 13 leguas y media.
JUEVES 14 DE FEBRERO.
Esta noche creció el viento, y las olas eran espantables, contraria una de otra, que cruzaban y embarazaban el navío que no podía pasar adelante ni salir de entremedias dellas y quebraban en él: llevaba el papahigo muy bajo, para que solamente lo sacase algo de las ondas: andaría así tres horas, y correría 20 millas. Crecía mucho la mar y el viento; y viendo el peligro grande, comenzó a correr a popa donde el viento lo llevase, porque no había otro remedio. Entonces comenzó a correr también la carabela Pinta, en que iba Martín Alonso, y desapareció, aunque toda la noche hizo faroles el Almirante y el otro le respondía; hasta que parece que no pudo más por la fuerza de la tormenta, y porque se hallaba muy fuera del camino del Almirante. Anduvo el Almirante esta noche al Nordeste. cuarta del Leste, 54 millas. que son 13 leguas. Salido el sol fue mayor el viento, y la mar cruzando más terrible: llevaba el papahigo solo y bajo, para quel navío saliese de entre las ondas que cruzaban, porque no lo hundiesen. Andaba el camino del Lesnordeste, y después a la cuarta hasta el Nordeste: andaría seis horas así, y en ella 7 leguas y media. Él ordenó que se echase un romero que fuese a Santa María de Guadalupe y llevase un cirio de cinco libras de cera, y que hiciesen voto todos que al que cayese la suerte cumpliese la romería, para lo cual mandó traer tantos garbanzos cuantas personas en el navío venían, y señalar uno con un cuchillo haciendo una cruz, y metellos en un bonete bien revueltos. El primero que metió la mano fue el Almirante y sacó el garbanzo de la cruz, y así cayó sobre él la suerte, y desde luego se tuvo por romero y deudor de ir a complir el voto. Echóse otra vez la suerte para enviar romero a Santa María de Loreto, que está en la marca de Ancona, tierra del Papa, ques casa donde Nuestra Señora ha hecho y hace muchos y grandes milagros, y cayó la suerte a un marinero del Puerto de Santa María, que se llamaba Pedro de Villa, y el Almirante le prometió de le dar dineros para las costas. Otro romero acordó que se enviase a que velase una noche en Santa Clara de Moguer, e hiciese decir una misa, para lo cual se tornaron a echar los garbanzos con el de la cruz, y cayó la suerte al mismo Almirante. Después desto el Almirante y toda la gente hicieron voto de en llegando a la primera tierra ir todos en camisa en procesión a hacer oración en una Iglesia que fuese de la invocación de Nuestra Señora. Allende los votos generales o comunes cada uno hacía en especial su voto, porque ninguno pensaba escapar, teniéndose todos por perdidos, según la terrible tormenta que padecían. Ayudaba a acrecentar el peligro que venía el navío con falta de lastre, por haberse alivianado la carga, siendo ya comidos los bastimentos, y el agua y vino bebido, lo cual por cudicia del próspero tiempo que entre las islas tuvieron, no proveyó el Almirante, teniendo propósito de lo mandar lastrar en la Isla de las Mujeres, a donde lleva propósito de ir. El remedio que para esta necesidad tuvo fue, cuando hacerlo pudieron, henchir las pipas que tenían vacías de agua y vino, de agua de la mar, y con esto en ella se remediaron. Escribe aquí el Almirante las causas que le ponían temor de que allí nuestro Señor no quisiese que pereciese y otras que le daban esperanza de que Dios lo había de llevar en salvamento, para que tales nuevas como llevaba a los Reyes no pereciesen. Parecíale quel deseo grande que tenía de llevar estas nuevas tan grandes, y mostrar que había salido verdadero en lo que había dicho y proferidóse a descubrir, le ponía grandísimo miedo de no lo conseguir, y que cada mosquito, dizque le podía perturbar e impedir. Atribúyelo esto a su poca fe y desfallecimiento de confianza de la Providencia Divina. Confortábale por otra parte las mercedes que Dios le había hecho en dalle tanta victoria descubriendo lo que descubierto había, y complídole Dios todos sus deseos, habiendo pasado en Castilla en sus despachos muchas adversidades y contrariedades. Y que como antes hobiese puesto su fin y enderezado todo su negocio a Dios, y le había oído y dado todo lo que le había pedido, debía creer que le daría cumplimiento de lo comenzado y le llevaría en salvamento. Mayormente que pues le había librado a la ida cuando tenía mayor razón de temer de los trabajos que con los marineros y gente que llevaba, los cuales todos a una voz estaban determinados de se volver y alzarse contra él haciendo protestaciones, y el eterno Dios le dio esfuerzo y valor contra todos, y otras cosas de mucha maravilla que Dios había mostrado en él y por él en aquel viaje, allende aquellas que sus Altezas sabían de las personas de su casa. Así que (dice) que no debiera temer la dicha tormenta. Mas su flaqueza y congoja (dice él) no me dejaba asentar la ánima. Dice más, que también le daba gran pena dos hijos que tenía en Córdoba al estudio, que los dejaba huérfanos de padre y madre en tierra estraña, y los Reyes no sabían los servicios que les había en aquel viaje hecho, y nuevas tan prósperas que les llevaba para que se moviesen a los remediar. Por esto, y porque supiesen sus Altezas cómo nuestro Señor le había dado victoria de todo lo que deseaba de las Indias, y supiesen que ninguna tormenta había en aquellas partes, lo cual dice que se puede cognoscer por la yerba y árboles questán nacidos y crecidos hasta dentro en la mar, y porque si se perdiese con aquella tormenta los Reyes hobiesen noticia de su viaje, tomó un pergamino y escribió en él todo lo que pudo de todo lo que había hallado, rogando mucho a quien lo hallase que lo llevase a los Reyes. Este pergamino envolvió en un paño encerado, atado muy bien, y mandó traer un gran barril de madera, y púsolo en él sin que ninguna persona supiese qué era, sino que pensaron todos que era alguna devoción, y así lo mandó echar en la mar. Después con los aguaceros y turbionadas se mudó el viento al Oueste, y andaría así a popa sólo con el trinquete cinco horas con la mar muy desconcertada, y andaría 2 leguas y media al Nordeste. Había quitado el papahigo de la vela mayor por miedo que alguna onda de la mar no se lo llevase del todo.
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