Índice de Compendio de la historia de México de Manuel PaynoLección XXI de la Cuarta ParteLección XXIII de la Cuarta ParteBiblioteca Virtual Antorcha

COMPENDIO DE LA HISTORIA DE MÉXICO

Manuel Payno

Cuarta parte

HISTORIA MODERNA
Época actual
De noviembre de 1871 a mayo de 1874

LECCIÓN XXII

Donato Guerra y Treviño vuelven a ponerse en campaña.- Derrota de Corella y triunfo de Revueltas.- Diversas noticias novelescas del general Porfirio Díaz.- Su llegada a Tepic.- Marcha a Sinaloa y Chihuahua, y finalmente se presenta en México y se retira a la vida privada.


- Aunque un compendio no puede aumentarse indefinidamente con los pormenores que deben quedar como materiales para una historia extensa y reflexiva, tendría empeño en que quedasen consignados en nuestro pequeño libro los sucesos más notables hasta el tiempo presente.

. Con sólo referir la multitud de encuentros, de lances y de sucesos en distintos Estados de la República, en el último periodo de la administración del señor Juárez, habría para llenar un volumen igual a este compendio; así, mucho dejaré de contar, pero tampoco omitiré lo más notable que puede servir de recuerdo, o de tema, para extenderse en la narración escrita o en los discursos, cuanto sea necesario.

Nada da una idea más perceptible de lo que tiene de constante y de altivo, como heredado de la raza española, el carácter de los mexicanos, como lo que pasa en nuestras guerras civiles y extranjeras. Parece que las derrotas no sirven sino de' estímulo y de aliento para seguir el combate. Las batallas de San Mateo en Oaxaca y de la Bufa en Zacatecas, parece que debieran haber concluido con el ánimo de los partidarios llamados constitucionalistas o porfiristas; pero no fue así. Donato Guerra y Treviño, que se creían ya enteramente impotentes y derrotados, cobraron nuevo ánimo, reunieron nuevos elementos, y en pocas semanas volvieron a presentar Una actitud amenazadora, especialmente Treviño, que reconcentrado en la capital de Nuevo León, de donde era gobernador, espero con nuevo brío a las tropas federales; éstas, por su parte, constantes, sufridas, y recorriendo de unos a otros puntos largas distancias por nuestros malos y desprovistos caminos, no se hicieron esperar. El general Corella salió de San Luis, decidido a tomar a viva fuerza la capital de Nuevo León; llegó en principios de junio (1872) a las cercanías de Monterrey, donde ya preparado de antemano lo esperaba Treviño. La batalla se dispuso en un terreno extenso y accidentado por la configuración de la serranía de Santa Catarina. Comenzó el combate con la furia y denuedo con que Se baten de ordinario nuestras tropas, que especialmente y por desgracia es más notable en las guerras civiles. Las ventajas no se hacían sensibles en algunas horas por ninguna de las dos partes, pero repentinamente, y por cualquier causa quizá insignificante, uno de los batallones federales comienza a vacilar y concluye por desbandarse. Corella se vio envuelto por el enemigo, y apenas pudo escapar con algunos cuantos soldados y ayudantes, resultando después de algunos días en Matamoros. Al mismo tiempo que Corella era vencido, otra brigada federal al mando del coronel Revueltas, obtenía un triunfo y se apoderaba de la plaza de Monterrey, y de la artillería y material de guerra que había en ella; pero no pudo conservar en su dominio la ciudad, y se replegó al Saltillo. Durante algunas semanas no se pudieron comprender en México estos sucesos. El gobierno tuvo, pues, necesidad de reparar este desastre; y con la energía y tenacidad que caracterizaba a la administración de Juárez, reunió nuevos elementos, y como de costumbre, el temible general Rocha fue encargado de esa campaña, cuyo desenlace diremos en su lugar.

- Extraño que durante el periodo que hemos recorrido no hayáis hecho mención del general Díaz.

. El general Díaz, después de la acción de San Mateo Sindihui, se retiró con una fuerza de caballería por el rumbo de la sierra, y durante muchos meses se ignoró su verdadera residencia. El 6 de febrero se dijo que con una fuerza de doscientos caballos, el general Porfirio Díaz se había reunido con Treviño. El día siguiente se aseguró que había fallecido en la sierra de Querétaro a consecuencia de una disentería. En 7 de marzo se afirmó que había fallecido en México, en la casa del señor Teresa, comerciante español, y alguno añadió que había visto el ataúd. El día siguiente se aseguro que se había embarcado en Veracruz en un vapor americano. El 26 de mayo se recibió en México un nuevo plan impreso, modificando el de la Noria, firmado en Ameca el 3 de abril por el general Díaz. Este documento se tuvo por apócrifo, y se sostuvo todavía que el general Díaz se encontraba en Nueva York. Por fin, en principios de junio, quizá el 4 o 5, el general Díaz llegó a Tepic, y esta sí fue una noticia auténtica y verídica que disipó las diversas de novelescas noticias que durante meses habían corrido acerca de este caudillo. Parece, y era natural, que tratase de buscar el apoyo y auxilio de Lozada, pero nada obtuvo, y del 16 al 20 del mismo junio salió para Sinaloa con cosa de doscientos hombres. Permaneció algunos días en el Rosario, después pasó a Concordia, donde publicó un manifiesto, y por fin marchó a Chihuahua. En septiembre de 1872 el coronel don Ireneo Paz, amigo íntimo del general Díaz, se presento en México al presidente, que ya lo era el señor Lerdo, para arreglar la situación en que debería quedar el general Díaz; pero ningún resultado produjo esta conferencia. En 27 de octubre se recibió en México la noticia de que el general Díaz se había acogido a la amnistía (que ya se había publicado); finalmente, abandonado de algunos de sus partidarios, sofocada en todas partes la revolución, desengañado y descorazonado con el mal éxito de la empresa, el general Díaz vino a la capital y se presentó al señor Lerdo, el cual lo recibió afablemente y le aseguró que podía vivir tranquilo sin que el gobierno pensase en perseguirle ni seguirle ningún mal.

Hemos anticipado algunos de los acontecimientos para terminar la breve historia de esta campaña del general Díaz, que fue el reverso de la muy gloriosa que hizo en Oaxaca, en Puebla y en el valle de México, cuando empuñaba como general del gobierno republicano la bandera de la independencia nacional. El recuerdo de estos servicios acompaña al general Díaz, y esto le libertó seguramente del fin trágico y sangriento que han tenido otros caudillos desgraciados en sus empresas revolucionarias. Después de residir algunos días en la capital, el general Díaz pasó a la costa de Veracruz, donde vivió pacíficamente entregado a los trabajos agrícolas de una finca de campo que cambió por el rancho de la Noria.

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