Índice de Compendio de la historia de México de Manuel Payno | Lección XXXVI de la Cuarta Parte | Lección XXXVIII de la Cuarta Parte | Biblioteca Virtual Antorcha |
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COMPENDIO DE LA HISTORIA DE MÉXICO
Manuel Payno
Cuarta parte
HISTORIA MODERNA
De mayo de 1876 a principios de 1878
LECCIÓN XXXVII
Continuación de lo contenido en la lección XXIX
Campaña en Nuevo León.- Acción de Icamole.- Ataque a Cuernavaca.- Batalla de Epatlán y muerte del general Corella.- El general Díaz desembarca en la costa del Golfo.- Derrota y prisión del general Fidencio Hernández.- Decadencia del gobierno del señor Lerdo.
- ¿Qué ha pasado en la República desde mayo de 1876 hasta principio de 1878?
- La revolución antirreeleccionista permaneció estacionaria por algunos días, pero pronto volvieron a reanimarse los partidarios de ella. El general Riva Palacio que había permanecido retraído en la capital, salió de ella el 9 de mayo, rumbo a la tierra caliente, y allí trató de organizar las diversas partidas, como en efecto lo verificó, amagando en todos esos días las poblaciones más importantes de Morelos, hasta el grado que hubieran los pronunciados ocupado el Estado entero, si no salen precipitadamente fuerzas federales de la capital. Riva Palacio se dirigió después a Tenancingo, y se reunió, finalmente, a las fuerzas del general Díaz. El 19 de mayo, Rodríguez Bocarda, guerrillero temido en los Llanos de Apan y pronunciado en favor de Porfirio Díaz, fue sorprendido en el Ocotal, por las fuerzas rurales del coronel Escalona, y matado, así como seis de sus oficiales y treinta y siete soldados. Rodríguez Bocarda era un hombre pequeño y al parecer insignificante, pero valiente, de prestigio en su vecindad y propietario de algunas fincas de campo.
El mismo día 19 las fuerzas del general González desocuparon el puerto de Matamoros, y volvió a posesionarse de la plaza don Bernabé Labarra. Poco después llegó el general Escobedo con tropas federales, y fue perfectamente recibido y obsequiado el 27 con un suntuoso banquete por los cónsules del imperio alemán y de los Estados Unidos del Norte. El general González hizo desde Tamaulipas hasta los Estados de Veracruz, Hidalgo y Puebla, una marcha militar difícil y peligrosa, y logró traer artillería y fuerzas que sirvieron a tiempo para decidir en Tecoac la suerte de la revolución.
En 20 de mayo las fuerzas del gobierno, mandadas por el genera don Carlos Fuero, se encontraron en Icamole (Estado de Nuevo eon) con las que mandaba el general Díaz y sus amigos Treviño, Naranjo, Charles y Vara. La acción fue reñida. Las tropas del general Fuero tuvieron dos oficiales y sobre cien hombres de tropa muertos o heridos. Los porfiristas sufrieron muchas bajas y dejaron en el campo cosa de 25 000 cartuchos metálicos, 200 armas de fuego, y 125 soldados que fueron hechos prisioneros. Las demás fuerzas se retiraron en dispersión, y ya desde ese momento el general Díaz pensó trasladarse al Estado de Veracruz, como en efecto sucedió, según diremos más adelante.
El 23 de mayo a las nueve de la mañana, Inocencio Guerra, jefe pronunciado en el Estado de Morelos, atacó Cuernavaca y llegó hasta las calles más centrales. En esos momentos una fuerza federal de la mejor caballería, al mando del coronel Olivares, se presentó en la población y derrotó a Guerra, el cual se retiró herido en una pierna.
El 28 de mayo las fuerzas del gobierno, al mando del general don Ignacio Alatorre, atacaron cerca del pueblo de San Juan Epatlán a las que acaudillaban los generales Fidencio Hernández, José María Coutolenne y Luis Terán, y que ascendían a cosa de cinco mil hombres. La acción fue reñidísima, y palmo a palmo se disputaban los contendientes el terreno. Comenzó la refriega a medio día, y sólo terminó al oscurecer, porque una fuerte tormenta envolvió el sangriento campo y separó a los combatientes. Los generales porfiristas Terán y Zamacona fueron hechos prisioneros, y el último herido. Las demás fuerzas enemigas se dispersaron en las sierras, dejando en el campo sobre 150 muertos, entre ellos el coronel Mauro Vázquez y el teniente coronel Rafael Garcés, y muchos heridos en los pueblos inmediatos. Por parte del gobierno constitucional, las pérdidas fueron de 130 muertos, 170 heridos y muchos dispersos; pero la pérdida más sensible fue la del general Diódoro Corella, herido por un casco de granada que le hizo pedazos la cara y el cráneo. Conducido a México, a la casa del ministro Romero Rubio, se le prodigaron cuantos auxilios fueron posibles, sin éxito alguno: después de crueles sufrimientos falleció el 16 de junio.
Corella era un hombre impávido que se arrojaba al peligro y a la muerte con temeridad, y sus hazañas militares rayaban en fabulosas. Fue sentido de amigos y de enemigos.
Del 16 al 18 de junio fuerzas considerables de porfiristas atacaron a Pachuca y Tulancingo, pero fueron rechazadas con algunas pérdidas, entre ellas la del coronel Tito Flores. Toda esta brillante resistencia fue organizada por el licenciado don Justino Fernandez, gobernador del Estado de Hidalgo, y que personalmente se batió como si fuese un viejo soldado.
Todos estos encuentros en que se derramaba mucha sangre, no determinaban claramente la situación. El señor Lerdo tenía sin duda la superioridad en tropas organizadas, buenos jefes y abundante material de guerra, pero no había, de buena o de mala fe, la faultad práctica para terminar definitivamente, de una manera o de otra, esta larguísima lucha. Lo más importante para el desarrollo de la revolución fue la llegada a Veracruz del general Porfirio Díaz.
- ¿cómo fue ese importante y para el gobierno inesperado acontecimiento?
- Se refirió en el público de mil maneras, a cual más extraña e inverosímil; pero lo más verídico es lo que sigue. El general Díaz pasó el río Bravo y se dirigió a Nueva Orleáns, donde permaneció hasta la salida del vapor de la línea City of Havana, en el que se embarcó disfrazado. El vapor tocó en Tampico, y allí se embarcaron con destino a Veracruz tropas del gobierno. A pesar del disfraz, uno de los oficiales lo reconoció; entonces, entre ser aprehendido o salvarse de cualquiera otra manera, prefirió esto último; y a pesar de hallarse enfermo, se arrojó al agua y nadó cerca de una milla. Los botes lo siguieron y lo alcanzaron cuando ya sus fuerzas se agotaban. En la noche lo volvieron a bordo, y lo ocultó un amigo de modo que, a pesar de haberse registrado todo el buque, no se le pudo encontrar. Al mismo tiempo que subía en esa noche a bordo y se ocultaba, echó al agua un salvavidas, lo que hizo creer a todos que era entonces cuando se había arrojado al mar, y que, o bien había llegado a la playa, o perecido presa de los tiburones. Así continuó la navegación hasta Veracruz, y disfrazado de botero desembarcó en el mismo puerto en una de las lanchas que hacían la descarga. Auxiliado por sus amigos y partidarios, logró tener caballos, mozos y recursos para llegar a Oaxaca, donde tomó el mando de las fuerzas y procuró dar a la campaña la unidad que le había faltado.
- ¿Los demás caudillos de la revolución en los Estados del interior, qué hacían entre tanto pasaban estos sucesos?
- Luchaban con diversa fortuna, experimentando duros reveses en la mayor parte de sus expediciones. El 31 de mayo el coronel Adolfo Valle sorprendió en la hacienda de Ajuchitlán (Estado de Querétaro) una fuerza de porfiristas de cosa de 1500 hombres, al mando de los generales Figueroa, Cortina y Martínez, la dispersó completamente, tomando 184 prisioneros y 47 heridos que quedaron en la hacienda. Los muertos, que pasaron de 60, fueron enterrados en la misma hacienda.
El 30 de junio fue derrotado el general Donato Guerra en Concordia, por el coronel Cristerna.
El 14 de julio el general Fidencio Hernández fue derrotado y hecho prisionero por el general Sánchez Rivera, en un punto entre el Fortín y Monte Blanco. El 18 de julio, conducido por una fuerte escolta, llegó a México Fidencio Hernández, y fue encerrado en la prisión militar de Santiago Tlatelolco, donde ya se encontraban don Luis Terán, don Feliciano Chavarría y don José Cosío Pontones. En 22 de julio las tropas del gobierno ocuparon a viva fuerza a Actopan.
En los meses de agosto, septiembre y octubre (1876) las operaciones militares tuvieron menos importancia, quizá en espera del resultado de las elecciones. El general Alatorre, con las mejores fuerzas del gobierno, residió muchas semanas en Jalapa, y el general Díaz con parte de las suyas permanecía, al parecer sin dar paso a una campaña decisiva, estacionario en Oaxaca. En fin de agosto el general Alatorre y el gobernador de Puebla don Ignacio Romero Vargas vinieron a la capital a concertar con el señor Lerdo un plan para batir a las fuerzas de la sierra de Puebla y de Oaxaca, cuyo plan seguramente, y atendidos los resultados, no se llegó a formar. El general Alatorre, con una fuerte escolta, regresó a Veracruz, conduciendo la conducta (1) del comercio.
Por fines de septiembre, la situación del gobierno del señor Lerdo era ya bien precaria y comprometida. El 28 el general García de la Cadena derrotó en Santa Clara al coronel Ordóñez, el cual fue hecho prisionero y fusilado en unión de algunos de sus oficiales. El guerrillero don Alejandro Gutiérrez (llamado el Chato Alejandro) hacía frecuentes expediciones en las montañas de Ajusco, y algunas veces se acercaba a las puertas de la capital; las fuerzas de Oaxaca avanzaban a los Estados de Puebla y Morelos, y los serranos descendían en gran número sobre las ciudades de los valles.
- ¿Quiere decir que la cuestión militar estaba casi perdida por parte del señor Lerdo?
- No tanto como eso, pero sí era visible la decadencia de su autoridad, no precisamente por algunos reveses (que nunca faltan en una larga campaña), sino por lo que puede llamarse la política.
- Explicadme cuál era esa política que influía funestamente en el desprestigio del gobierno del señor Lerdo.
- Cuando el señor Lerdo tomó posesión de la presidencia constitucional, debió haber cambiado su ministerio y los principales funcionarios administrativos, mal recibidos ya por el público, entre otras causas, por el largo periodo en que habían dominado durante la época del señor Juárez. Todos los partidos, mejor dicho, toda la nación, esperaba esto. Pasaron días y meses, y el señor Lerdo no sólo no formó un nuevo ministerio, pero ni aun lo completó al fallecimiento del señor Lafragua. Se vio entonces el fenómeno de que los mismos diputados lerdistas que habían atacado dura y tenazmente al personal del ministerio, tuviesen la debilidad de sostener a ese mismo personal, que contra viento y marea había querido conservar a su lado el señor Lerdo. A este justo motivo de descontento vinieron a añadirse otros muchos. El mismo día que estalló la revolución, se podía asegurar que no había un peso disponible para oponerse a ella y que ese gran número de tropas que tantos millones habían costado a la nación, estaban más bien escritas en el presupuesto, y las efectivas se hallaban dispersas aquí y acullá teniendo que recorrer grandes distancias, de modo que cuando llegaban al lugar del combate, estaban ya derrotadas por la fatiga y los sufrimientos. Los pagos a la lista civil cesaron enteramente, y los gastos militares se hacían ya con grandes dificultades, y muchos fuera de oportunidad. Diversos Estados impusieron contribuciones extraordinarias, y el gobierno federal, sin acabar el primer 1 por ciento, estableció en 19 de julio otra contribución extraordinaria pagadera en cortos plazos. Esto difundió la alarma en toda la ciudad, y desde ese momento se decidió magistralmente por el público que el gobierno del señor Lerdo tendría muy poco tiempo de vida.
Notas
(1) Conducta se llama a los caudales del comercio que caminan escoltados por fuerzas del gobierno, y se dirigen a los puertos para ser exportados.
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