Índice de Historia diplomática de la Revolución Mexicana (1910 - 1914), de Isidro FabelaSegunda parte La ocupación de Veracruz Segunda parte Cómo se llevó a cabo la ocupaciónBiblioteca Virtual Antorcha

HISTORIA DIPLOMÁTICA
DE LA
REVOLUCIÓN MEXICANA
(1910 - 1914)

Isidro Fabela

SEGUNDA PARTE

WILSON NO SE DECIDÍA A PROVOCAR LA GUERRA



En la mañana del día 15 de abril -dice Ray Stannard Baker- el Presidente recibió a los señores Shively y Lodge y a los diputados Flood y Cooper, miembros de las comisiones de Relaciones Exteriores del Senado y la Cámara, respectivamente, y les informó acerca de los pasos que se habían dado. Citó como precedente el bombardeo, por los norteamericanos, de Greytow, Nicaragua, en 1854, cuando era Presidente Pierce (1).

Lodge escribió lo que sigue en su diario, acerca de la consulta:

Nos dijo que se avecinaba una crisis con motivo del episodio de Tampico y que él podría verse obligado a hacer uso del ejército y de la marina de guerra. Agregó que deseaba saber si, a nuestro juicio, debía pedir autorización del Congreso. Yo manifesté que, sin duda alguna, tenía facultades para obrar y tomar posesión de un puerto a fin de proteger las vidas y haciendas de los norteamericanos, aun sin autorización de la Legislatura. Se había hecho así con frecuencia cuando el Congreso autorizara una resolución. Otros convinieron y el Presidente dijo que tal era su opinión.

Los senadores y diputados que asistieron a la conferencia aprobaron después de la demanda del Presidente y dieron seguridades de que la apoyarían. Aun hubo notas relevantes de ardor patriótico:

Yo los obligaría a saludar la bandera aunque tuviese que volar toda la ciudad, dijo el senador Chilton, de Virginia Occidental.

Por su parte, el senador William Borah declaró:

Esto se asemeja mucho a una intervención armada. En tal caso puedo decir solamente que si la bandera, de los Estados Unidos llega a ser izada en México, nunca será arriada. Éste es el principio de la marcha de los Estados Unidos hasta el Canal de Panamá (2).

Este deseo de muchos hegemonistas norteamericanos no se llevó a cabo porque Wilson se opuso a ellos desde un principio y sistemáticamente, habiendo triunfado en su idea invariable no sin vencer muy serias dificultades, pues es evidente que sus opositores los republicanos, el ejército y un sector de sus propios correligionarios deseaban aprovechar las circunstancias que consideraban propicias para triunfar en sus viejos designios de conquista.

En México no se publicaban muchas noticias sobre la situación. El primer artículo del Mexican Herald mencionando el incidente, el movimiento de la flota y las negociaciones apareció el 20 de abril de 1914. El Pais publicó unas líneas el 15 y 17 de abril sobre Tampico y la flota, pero dijo que no tenía ninguna importancia el asunto. En Europa y en los Estados Unidos dijeron algunos que la contestación dél saludo a Huerta por los Estados Unidos significaba el reconocinliento. W. Wilson lo negó inmediatamente, explicando que no daría el reconocimiento a Huerta si seguía ofreciendo menos de lo que se le pedía y menos de lo que era necesario para aceptar que los mexicanos eran culpables en el asunto de los atropellos contra los Estados Unidos. Si Huerta no cedía antes de las 18:00 horas del domingo (19 de abril) W. Wilson llevaría el asunto al Congreso el lunes, concluía la nota (3).

En la noche del sábado el secretario de Relaciones Exteriores de Huerta, López Portillo y Rojas, fue a ver a O'Shaughnessy para decirle que Huerta haría los saludos si O'Shaughnessy firmaba un protocolo. Éste consideró aceptable el procedimiento, pero que antes de firmar tendría que obtener permiso de Washington. Este permiso Bryan y W. Wilson se negaron a darlo. Huerta se negó entonces a hacer los saludos (4). De manera que es la intervención, dijo la señora O'Shaugnessy. Daniels declaró que esperaba un choque (5). Huerta también sabía lo que iba a suceder, en vista de su exclamación ante un grupo de periodistas al contemplar el incendio del gran almacén El Palacio de Hierro, cuando dijo: ¿Ven este incendio? ¡Pues no es nada ante lo que va a comenzar (6).

Aunque muchos esperaban la intervención armada, había que cumplir las formalidades. Huerta hizo una defensa final diciendo que los Estados Unidos esperaban recibir un saludo de un gobierno que no habían reconocido y que lo que querían en realidad era humillar a México (7). W. Wilson iba a presentarse ante el Congreso. Legalmente no necesitaba ninguna autorización del Congreso, pero consideraba que sería mejor hacerlo, a fin de solidificar la opinión pública en el asunto (8).

Al llegar a este punto nos parece interesante consignar los términos de una declaración que hiciera el Presidente Wilson a los representantes de la prensa, a quienes aseguró de la manera más positiva que no habría guerra:

... en ninguna circunstancia concebible pelearemos contra el pueblo mexicano, dijo, y agregó: Se trata exclusivamente de un asunto en ese gobierno y una persona que se llama a sí mismo Presidente Provisional de México y cuyo derecho a llamarse así nunca hemos reconocido nosotros en ninguna forma (9).

Luego hizo notar que era posible tratar con un dictador empleando la flota, sin precipitar una guerra. Ya se ha hecho y citó varios ejemplos. Surgió entonces otro acontecimiento que aumentó notablemente la tensión e hizo creer en varios centros que era inevitable la guerra. Habían llegado noticias de que una nave alemana, El Ypiranga, cargada de armas y municiones para Huerta, estaba por llegar a Veracruz, y esto constitUla un nuevo y grave problema.

A las dos de la tarde Wilson recibió de nuevo a los miembros importantes de las comisiones de Relaciones Exteriores, o sean, Shively, del Senado, y Flood y Cooper, de la Cámara de Diputados. Lodge, que era el censor más enconado de Wilson, nos indica en un memorándum lo que habló:

Deseaba -el Presidente- leer su mensaje y saber nuestra opinión. Como ya estaba escrito para la prensa, no podía ser enmendado; pero de todas maneras le dio lectura. Me pareció flojo e insuficiente, aunque, naturalmente, bien redactado. Es el mismo sancionado después por las Cámaras y que autorizaba las hostilidades contra Huerta precisamente (10).

El lunes 20 de abril, Woodrow Wilson pidió autorización al Congreso para el uso de las fuerzas armadas de los Estados Unidos, de tal manera y hasta el punto que sea necesario para obtener del general Huerta ... el más pleno reconocimiento de los derechos y dignidad de los Estados Unidos (11). Al pedir esto, Wilson mencionó el incidente del telegrama para O'Shaughnessy y el del ordenanza de correo en Veracruz; indicaban que Huerta tenía el propósito de provocar dificultades, puesto que tales incidentes habían ocurrido solamente contra los Estados Unidos. Huerta no tenía poder legal ni el dominio de todo el país, dijo Wilson. No queremos la guerra, pero si desgraciadamente un conflicto armado sobreviniera como resultado de su actitud de resentimiento personal contra este gobierno, sólo pelearíamos contra el general Huerta y los que ... le apoyan, y nuestro propósito sería únicamente que el pueblo tenga de nuevo la oportunidad de establecer sus propias leyes y su propio gobierno (12).

La verdad es que, más que Victoriano Huerta, quien tenía el propósito de provocar dificultades, si no con México, sí con el usurpador, fue el señor Wilson, el cual aprovechó los incidentes de Tampico y Veracruz para provocar la sitUación crítica que trajo consigo una sangrienta intervención, como lo prueban estos hechos: el incidente del telegrama para O'Shaughnessy y el del ordenanza de correo en Veracruz no tenían más importancia que la falsa que le quisieron dar en Washington, ya que, sobre el primer caso, dice la señora O'Shaughnessy -que recibía seguramente las opiniones de su marido el encargado de negocios- este incidente era menos que nada; y sobre el asunto escribió lo que transcribo:

El almirante Fletcher no le había dado importancia después que las excusas fueron presentadas, el funcionario castigado y el mensajero despedido inmediatamente (13).

Todo lo cual no exonera a Victoriano Huerta de las densas responsilbilidades en que incurrió, no sólo desde el punto de vista interior cometiendo magnicidios, los más repugnantes por ser agravados con la felonía y la traición, sino que su responsabilidad internacional fue imperdonable, no precisamente por los expresados incidentes baladíes que aprovechó Woodrow Wilson para justificar ante su propio país la intervención en México, sino por ser el principal autor del golpe de Estado contra el Presidente Madero, golpe de Estado que, transformado en tragedia nacional, fue la causa determinante de los males internos y exteriores que sufrió la nación mexicana por su culpa.

Wilson sólo quería que México respetara a los Estados Unidos, y no iba a usar de la fuerza para que Huerta saliera, a menos que éste luchara. No queremos controlar por ningún motivo los asuntos de nuestra hermana República -decía en su discurso-. Nuestro sentimiento para con el pueblo de México es de profunda y verdadera amistad, y todo lo que hemos hecho hasta hoy, o dejado de hacer, nace de nuestro deseo de ayudarlo y no para ponerle obstáculos ni dificultades. No querríamos ni siquiera ejercitar los buenos oficios de la amistad sin su consentimiento y aceptación. El pueblo de México tiene el derecho de résolver como quiera sus propios asuntos domésticos, y deseamos sinceramente respetar ese derecho (14). Éstas fueron las palabras de Woodrow Wilson al Congreso y al pueblo de los Estados Unidos.

En la Cámara de Representantes la oposición observó que un asunto tan trivial no justificaba usar las fuerzas armadas de los Estados Unidos y que sólo escondía el antihuertismo de W. Wilson, que nunca podía presentarse un caso similar contra Francia, Alemania o Inglaterra. Sin embargo, la Cámara aprobó la resolución por 323 votos contra 29 (15). El mismo día, Bryan comunicó el resultado a O'Shaughnessy diciéndole que tomara todas las precauciones posibles para la seguridad de los americanos y extranjeros.

Al aprobar la resolución, el Senado agregó a las razones dadas por W. Wilson la observación de que los Estados Unidos no tenían hostilidad contra el pueblo de México, y suprimió la referencia a Huerta. ¿Cómo podía todo un país luchar contra un hombre determinado? La resolución del 21 de abril fue aprobada por 72 votos contra 13, cuando ya había sido dada la orden para ocupar la aduana de Veracruz. La Cámara baja aceptó la resolución del Senado por 337 votos contra 37 (16).

El mensaje excitó mucho menos entusiasmo de lo que se esperaba y muchos diputados juzgaron que era muy estrecha la base de acción que se exponía. Sin embargo, Wilson había omitido de propósito las referencias a los muchos agravios ... a los extranjeros y a sus bienes, con la esperanza de evitar discusiones sobre cada uno de los hechos ya mencionados, pues creía que tales debates indignarían a la nación y harían más probable la guerra. Desarrollóse desde luego un enconado debate.

El senador Lodge dice en su libro que en el seno de la comisión senatorial de Relaciones Exteriores fue unánime la objeción al acuerdo del Presidente en que nombrara a Huerta como el enemigo directo.

Lodge y su colega Root encabezaron los ataques en el Senado y propusieron, en vez del proyecto presidencial, una iniciativa en cuyo preámbulo figuraban el asesinato de ciudadanos norteamericanos y la destrucción de sus propiedades como la verdadera causa de la acción que se recomendaba.

Lodge sostuvo que su iniciativa no costituía de hecho una declaración de guerra.

Si debemos intervenir por alguna causa en cualquier punto del territorio de México, deseo que ello se haga con fundamentos amplios y suficientes, dijo.

Pero quizás el discurso más elocuente en favor de la enmienda Lodge fue pronunciado por el senador Root, el cual dijo en parte:

... Si no existiesen otros hechos fuera del mencionado en la iniciativa, ¿habría pensado el gobierno de los Estados Unidos siquiera por un momento en tratar a ese pobre y débil país en esta forma perentoria?

No fue sino el día 22 de abril de 1914 cuando el Senado aprobó la iniciativa un tanto modificada, pero la cual daba la razón al Presidente W. Wilson en emplear las fuerzas armadas de los Estados Unidos para imponer sus demandas de inequívoca reparación de las afrentas e indignidades (17).

Después de su mensaje al Congreso W. Wilson quiso aclarar algunas cosas por medio de la prensa. Insistió en que la acción tomada no significaba, ni significaría nunca, una guerra contra el pueblo de México, sino que se trataba de un conflicto con Victoriano Huerta. El enviar fuerzas a México no tenía otro propósito que obligar a que se respetara y reconociera la dignidad de los Estados Unidos, y no para expulsar a Huerta del gobierno. En este pupto puso mucho énfasis. Mencionó, sin embargo, que Huerta saldría del poder, pero sin necesidad de una guerra (18).

En la noche hubo otra reunión con la presencia de algunos jefes militares. Los militares se inclinaban por una declaración de guerra contra México. W. Wilson, Bryan y yo (Daniels) queríamos echar a Huerta sin guerra, para que los mexicanos ... pudieran resolver el futuro de su país en sus lides escogidas (19).

W. Wilson, Lind, Bryan y Daniels estaban convencidos de que los mexicanos no pelearían contra una fuerza de ocupación de Estados Unidos (20). Lind sugirió que el barco Chester en Tampico hundiera al barco mexicano Bravo, pero pensaba que la toma y ocupación de Veracruz era un error (21). Todos hablaban de guerra, pero W. Wilson insistía en una simple muestra de fuerza. Los encabezados del New York Times del 20 de abril decían: El almirante Badger se apoderará de Tampico y Veracruz para imponer una reparación (22). El ex-Presidente Taft dijo que sería una guerra larga y feroz. Todos sobreentendían que se trataba de una guerra.

Los barcos norteamericanos habían permanecido bastante tiempo en Tampico y en Veracruz. La mayoría pensaba que la ocupación principiaría en Tampico. Lo que decidió la ocupación de Veracruz fue la llegada del barco Ypiranga de la línea Hamburgo-América. Días antes se sabía que iba a llegar; el México había descargado municiones para Huerta en Veracruz unos días antes, y muchos residentes buscaban refugio en el México y el Esperanza (23). Se sabía que el Ypiranga llegaba a Veracruz con un importante cargamento de armas y municiones. Varios miembros del gabinete de W. Wilson creían que los pertrechos se utilizarían contra los yanquis cuando estuvieran en poder de Huerta (24).

El New York Tfmes recibió informes el 20 de abril relativos a que todos esperaban el Ypiranga, y que los infantes de marina estaban listos para apoderarse del camino a la ciudad de México. Daniels telegrafió dos veces a Fletcher el 20 de abril (a las 18:00 y a las 20:00 horas) pidiéndole que convenciera al capitán del Ypiranga que no entrase en el puerto o al menos que retardara su entrada, pero que no hiciera nada ofensivo ni usase la fuerza contra el barco alemán (25).

¡Iban a usar la flota contra Huerta, pero no querían hacer nada ofensivo contra el capitán de un barco alemán!

A las 21:00 horas del 20 de abril el cónsul americano en Veracruz, el señor Canada, telegrafió a Bryan informándole que el Ypiranga con 200 ametralladoras y 15 millones de cartuchos atracaría en el muelle cuarto y empezaría a descargar a las 10:30 de la mañana. Había 30 vagones listos en el muelle, que partirían tan pronto como estuvieran cargados. Informó asimismo que había 1,200 vagones y 20 máquinas en Veracruz con mucho petróleo y carbón.

El general -concluía Canada- me dice que no peleará, pero que mañana saldrá con todos sus soldados, destruyendo la vía detrás de él (26).

Cuando se recibió en Washington esta información, Bryan, Daniels, W. Wilson y su secretario Tumulty se pusieron en contacto por teléfono a las 23 horas del 21 de abril. Daniels y Bryan consideraban necesario hacer algo inmediatamente para evitar que el Ypiranga descargase (27). Entonces el Presidente Wilson dijo: Daniels, mande la orden a Fletcher para que tome la aduana de Veracruz ... yo (Daniels) envié este mensaje inmediatamente:

Almirante Fletcher.
Veracruz, México.

Tome la aduana. No permita que los pertrechos sean entregados al gobierno de Huerta ni a ninguna otra persona.

Daniels (28).

Por su parte Bryan telegrafió a Canada:

Fletcher ha sido instruido para tomar la aduana inmediatamente y evitar la entrega de armas y municiones. Comuníquese con Fletcher (29).

De manera que ésta era la realidad: el antihuertismo del Presidente Wilson, que andaba buscando pretextos para tumbar a Huerta del puesto que había usurpado, fue la causa de la intervención norteamericana en México. Lo cual quiere decir que el profesor Wilson, por una aberración inexplicable en un hombre de su inteligencia y cultura, al dictar sus intemperantes órdenes, faltas de estudio, de rectitud y de ética, no tuvo en cuenta al pueblo mexicano ni los principios de derecho que vulneraba.

Su incomprensión fue sorda y estéril. No vio la realidad que tenía frente a sus ojos: la de que el puerto de Veracruz no era de Huerta sino de la nación mexicana, no comprendió que al posesionarse de nuestro primer puerto iba a lastimar en lo más hondo los sentimientos patrióticos de todo un pueblo; no oyó tampoco las opiniones sensatas de quienes le dijeron que el incidente de Tampico era tan baladí que debió darse por concluido con las excusas recibidas, que eran todo lo amplias que pudo exigir el más puntilloso amor propio. Pero no, el Presidente Wilson reunió al Congreso de la Unión Americana, movilizó la flota del Atlántico y dio la orden de ocupar Veracruz, interviniendo por la fuerza de un bombardeo homicida en el territorio de un país independiente que como Estado y como pueblo amigo de los Estados Unidos no había ofendido a su patria, ni le había causado ningún daño. Y todo ¿para qué? Para que Huerta no recibiera las armas que había comprado en Alemania y que el vapor Ypiranga no las desembarcara en Veracruz, como en efecto no las pudo desembarcar ... en ese puerto, pero sí las entregó a Huerta en Coatzacoalcos, así como también recibiera en ese mismo puerto las que traía para el propio destinatario el vapor Bavaria.

De manera que después de ser burlado el señor Presidente Wilson en su principal objetivo de castigar a Huerta impidiendo que recibiera los pertrechos de guerra que al fin llegaron a sus manos, perpetró el delito internacional del bombardeo de Veracruz.

A posteriori, el cotidiano alemán Berliner Tageblatt, con fecha 3 de junio del mismo año de 1914, dio la siguiente explicación detallada de cómo, por qué y dónde el capitán del Ypiranga desembarcó las armas de que era portador.

Veracruz, 3 de junio.

El representante de la Línea Hamburguesa-Americana en Veracruz, Carlos Heynen, hizo ante el cónsul americano la siguiente declaración sobre el asunto del Ypiranga como protocolo:

Cuando llegó a Veracruz el Ypiranga, el 21 de abril, encontró aquí órdenes de la Oficina Principal en Hamburgo, que había trasmitido por telégrafo sin hilo, consistentes en que no se descargaran las armas y municiones que venían a bordo.

Estas órdenes procedieron de los fleteadores de la carga probablemente porque no estaba en regla. El mismo día se presentó a bordo un ayudante del almirante Fletcher, comandante de la flota americana en Veracruz, y manifestó al capitán del Ypiranga que no debía entrar en el puerto porque las tropas americanas tenían ocupadas las aduanas de Veracruz.

El 22 un ayudante del almirante Badger, y al día siguiente el comandante de la flota americana informo al capitán del Ypiranga que el buque podía ir adonde quisiera.

El 23 de abril el Ypiranga entró al puerto, siendo inmediatamente puesto al servicio del gobierno alemán, para proteger a los súbditos alemanes y otros extranjeros y llevados a puertos seguros. En la papeleta de permiso que el capitán del Ypiranga recibió de los almirantes Fletcher y Badger, para poder entrar al puerto de Veracruz, no hace mención alguna del cargamento de armas y municiones del buque. Después de entrar el Ypiranga en el puerto, desembarcó la carga que había traído de Europa para Veracruz, con excepción de las armas y municiones que quedaron a bordo a disposición de los cargadores. El Ypiranga recibió a los fugitivos que le fueron enviados y zarpó a principios de mayo llevándolos a bordo hacia Veracruz, Tampico y Mobile; allí tuvo que dar el Ypiranga una garantía a las autoridades americanas de la aduana que no desembarcaría nada de su carga de tránsito y de sus provisiones.

El 17 de mayo volvió el vapor a Veracruz, y el gobierno alemán entonces estuvo en medida de poner el buque a la disposición de sus propietarios. Con este motivo me vi en la necesidad de procurar que el Ypiranga regresara a Alemania con carga. Como en Veracruz no había carga de exportación y sí la había en Puerto México, y como entretanto había recibido la orden de poner las armas que tenía a bordo a la disposición del representante de los cargadores, que es el señor Holste en la ciudad de México, quien había recibido de Huerta el pago completo y me había dado garantías contra todo embargo del buque, di la orden de zarpar hacia Puerto México. El Ypiranga fue despachado según las leyes aduaneras mexicanas, por las autoridades americanas en Veracruz, y se descargó en Puerto México su carga de armas y municiones, cuyo destino había sido en un principio Veracruz.

El gobierno mexicano había dado con este fin un permiso especial a los empleados de la aduana en Puerto México, así como lo prevé el Art. 11 de la Ley Aduanera mexicana. Ni en Veracruz ni en Puerto México había yo recibido notificación alguna por parte de las autoridades americanas, manifestando que el desembarque de las armas desagradaría. En efecto, tampoco más tarde se presentó alguna queja ni al capitán del buque ni a mí mismo, como representante de la compañía, en lo relativo al desembarque de la carga. Por lo tanto, mucho me sorprendió cuando se le infligió al Ypiranga una multa de casi 9 mil pesos porque había descargado en Puerto México la carga de armas y municiones destinadas para Veracruz. Nunca me supuse que resultaría un incidente con los Estados Unidos, si no, no habría regresado a Veracruz con el Ypiranga. El buque muy bien podría haber llevado pasajeros para Puerto México y dirigirse después directamente a La Habana (30).


Notas

(1) Ray Stannard Baker, op. cit., cap. VI, Excélsior, de fecha 5 de diciembre de 1931.

(2) Ray Stannard Baker, op. cit.

(3) Foreign Relations, 1914, op. cit., p. 459. (Cita de Stanley Yohe, op. cit., p. 82).

(4) Foreign Relations, 1914, op. cit., p.469. (Cita de Stanley Yohe, op. cit., p.82.)

(5) New York Times, 19 de abril de 1914. (Cita de Stanley Yohe, op. cit., p. 82).

(6) Alfonso Taracena, En el vértigo de la Revolución Mexicana. Editorial Bolívar. México, 1930. p. 190. (Cita de Stanley Yohe, op. cit., p. 82).

(7) Foreign Relations, 1914, p. 472. (Cita de Stanley Yohe, op. cit., p.82).

(8) Stanley Yohe, op. cit., p. 82.

(9) Ray Stannard Baker, op. cit.

(10) Ray Stannard Baker, op. cit.

(11) Foreign Relations, 1914, op. cit., pp. 474-476. The anned forces of the United States in such ways and to such and extent as may be necessary to obtain from general Huerta ... the fullest recognitions of the right and dignity of the United States. (Cica de Yohe, op. cit., p. 83).

(12) Foreign Relarions, 1914, op. cit., pp. 474-476. If armed conflict should unhappily come as a result of this actitud of personal resenment to ward this government, we should be fighting only general Huerta and those who ... give him their support, and our object would be only to restore to the people the opportunity to set up again their own laws and their own government. (Cita de Yohe, op. cit., p. 83).

(13) >Une Femme du Diplomate au Mexique de Edith O'Saughnessy. París. Libraire Plon, 1918. p.259.

(14) Foreign Relations, 1914, op. cit., pp. 474-476. We do not desire to control in any degree the affairs of our sister Republie. Our feeling for the people of Mexico is one of deep and genuine friendship, and everything that we have done so far, or refrained from doing has proceeded from our desire to help them, not to hinder or embarrass them. We would not wish even to exercise the good office of friendship withouth their welcome and consent. The people of Mexieo are entitled to settle their own affairs in their own and we sineerely desire to respeet their right. (Cita de Stanley Yohe, op. cit., p. 84).

(15) Guy Renfro Donell, op. cit., pp. 185-190. (Cita de Yohe, op. cit., p.84).

(16) Foreign Relations, 1914, op. cit., p. 483. (Cita de Yohe, op. cit., p.84).

(17) Ray Srannard Baker, op. cit.

(18) Edgar y Victor West Robinson, The Foreign Policy of Woodrow Wilson, 1913-1917. The Macmillan Company, N. Y., 1917. p. 121. (Cita de Yohe, op. cit., p. 85).

(19) Josephus Daniels, The Wilson Era, Years of Peace, 1910-1917. University of North Carolina Press, Chape Hill, North Carolina, 1944. p. 209. (Cita de Yohe, op. cit., p. 85).

(20) Howard Cline, op. cit., p. 158. (Cita de Yohe, op. cit., p. 85).

(21) George Stephenson, op. cit., p. 263. (Cira de Yohe, op. cit., p. 85).

(22) New York Times, New York, 20 de abril de 1914. Admiral Badger will size Tampico and Veracruz to enforce reparation.

(23) Justino Palomares, La invasión yanqui (1914). México, 1940. pp. 29-30. (Cita de Yohe, op. cit., p. 85).

(24) Daniel, op. cit., pp. 190-195. (Cita de Yohe, op. cit., p. 85)

(25) Guy Renfro Donnel, op. cit., p. 202. (Cita de Yohe, op. cit., p. 86).

(26) Foreign Relations, 1914, op. cit., p. 477. (Cita de Yohe, op. cit., p.86).

(27) Josephus Daniels, op. cit., p. 193. Tenían miedo de que las armas reforzaran a Huerta y tal vez fueran usadas contra los americanos. Fue este miedo el que animó la decisión (de tomar la aduana). (Cita de Yohe, op. cit., p. 86).

(28) Ibid., p. 193. Daniels give the order to Fletcher to take the customhouse at Veracruz ... I dispatched this message immediately: Admiral Fletcher, Veracruz, Mexico, Seize custornhouse. Do not permit war supplies to be delivered to Huerta government or to any other pany. Daniels. (Cita de Yohe, op. cit., p. 86).

(29) Foreign Relations, 1914, op. cit., p. 477. (Cita de Yohe, op. cit., p.86).

(30) Archivos de la Secretaria de Relaciones Exteriores.

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