TREINTA Y CINCO AÑOS
DE EXISTENCIA DE EDICIONES ANTORCHA
(1975)
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PRESENTACIÓN En este mes de septiembre de 2010 se cumplen los treinta y cinco años de que fundásemos Ediciones Antorcha. Mucho tiempo ha pasado desde aquella primera edición del Epistolario revolucionario e íntimo de Ricardo Flores Magón que, gracias a los apoyos del Centro de Estudios Sociales Práxedis G. Guerrero, del grupo de rock Antorcha, y de nuestro cuñado y hermano, desgraciadamente ya fallecido, Agustín Cortés, iniciamos nuestra labor de difusión... de libros impresos. Ahora, proseguimos, pero, en la red con ediciones virtuales. Efectivamente, hace ya cerca de doce años, cuando orillados por un cúmulo de circunstancias, tomamos la determinación de abandonar el campo de la edición en papel, abocándonos únicamente a la edición virtual, como necesaria transformación de cara a nuestras realidades cotidianas. Hay que tomar en cuenta que las energías tienden a disminuir con el transcurrir del tiempo, además de que estabamos ya hartos de visitar las librerías para tratar de vender, entregar los libros si había algun pedido, pasar por un contrarrecibo... que no forzosamente se iba a pagar en el día acordado... así que dijimos: ¡¡¡ya basta!!!. Por otro lado, las crisis devaluatorias recurrentes y su destructivo efecto en todas las actividades golpearon ampliamente la producción y comercialización de todos los productos. En el campo editorial, fueron espeluznantes, y las hubo con mayor o menor intensidad en los 80´s y también en los 90´s. Prácticamente durante toda la historia de Ediciones Antorcha en papel, vivimos en una crisis permanente. Desde tiempos echeverristas, cuando decidiose abandonar la llamada paridad fija frente al dólar; pasando por los fracasados augurios de distribución de la riqueza en épocas lopez portillistas, cuando había que actuar como perros defendiendo la moneda; continuando con las morales renovaciones de la madristas; hasta aterrizar con los liberalismos sociales de gortaristas y terminar con los errores de diciembre, enero, febrero, marzo, abril, etc., etc., zedillistas, se vivió una crisis, un auténtico valladar, un enorme muro de contención que alzábase para impedir cualquier intento de superación afianzado básicamente en el trabajo, y como en Ediciones Antorcha, la base de su existencia no era más que nuestro trabajo -éramos una S.C. de C.I, una Sociedad Conyugal de Capital Inexistente-, pues bien se comprenderá las enormes limitaciones que teníamos. Al no tener acceso al crédito necesario para sortear los malos tiempos, debíamos contar con el dinero contante y sonante, porque todo lo pagabamos al contado. En fin, la existencia de Ediciones Antorcha, dedicada a la impresión de libros en papel, constituyó una lucha permanente contra un medio poco favorable. Pero, mientras duró aquella lucha, la realizamos con gusto y alegría, llenos de ilusiones, tratando de sortear las adversidades. Pero como bien dice el dicho, nada es para siempre; las cosas fueron cambiando, y buscando ingresos que se ajustasen a nuevas necesidades, fuimos dedicándonos a otros menesteres, hasta que dejamos de visitar librerías, de surtir pedidos y, finalmente, de editar libros en papel, compenetrándonos cada vez más en la cibernética para la captura y diseño de ediciones virtuales. Este paso de Ediciones Antorcha a Biblioteca Virtual Antorcha, generose de manera natural, sin el menor forzamiento, plenamente conscientes de que ni nuestra edad, ni nuestras nuevas ocupaciones y circunstancias, permitíanos ya continuar en el plan de editores de libros en papel. Y fue así que, entre los años de 1997 y 1999, generose la transformación de Ediciones Antorcha a lo que terminaría siendo la Biblioteca Virtual Antorcha. Ahora, como Biblioteca Virtual Antorcha, aprovechamos nuestra actual circunstancia para recordar y divulgar experiencias que quizá puedan ser útiles a otras personas. Para ello, hacemos uso del escrito, de la imagen y del video, en esta ficha temática dedicada a los 35 años de haber fundado Ediciones Antorcha. Septiembre de 2010 |
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ANTECEDENTES | El Diario de campaña. El proceso que llevó a la creación de Ediciones Antorcha contó, con sus antecedentes. Así, de manera paralela a la existencia del grupo de rock Antorcha,se editó en 1974, la revista Antorcha, cuyos primeros números giraban en torno al tema del rock. El número 1, fue un comic en el que brevemente se abordaba el asunto de los grupos de rock en México; en el segundo, se hizo un comic tomando como base el tema de la canción compuesta por el grupo de rock Antorcha, e incluída en su cuarto E. P. independiente, Sodomáquina; el tercero fue un estudio colectivo sobre Los hippies. Se tenía programado otro estudio colectivo sobre Los Yippies, pero jamás se publicó. Para el cuarto número, la revista Antorcha estaba inscrita en el Indo UAPS, el Sindicato de Prensa Alternativa Sección Indoamericana, que fue muy famoso a mediados de la década de 1960, al contar con la participación de periódicos y revistas undergrounds como el Berckeley Barb. La temática de la revista Antorcha se había diversificado, contando con ensayos, cuentos y poesías. El quinto número incluyó una cronología de Ricardo Flores Magón, misma que, corregida y aumentada, se utilizaría en la primera edición del Epistolario Revolucionario e íntimo. De manera paralela a la edición de la revista Antorcha, editábanse folletos, con un mimeografo, en una colección llamada Diario de Campaña, en la cual se publicaron textos como La ley y la autoridad de Pedro Kropotkin, Lo que queremos de Sébastien Faure, La anarquía de Enrique Malatesta, La tragedia de Chicago de Ricardo Mella, texto que posteriormente sería incluido junto con otros dos de Maurice Dommanget en el quinto libro editado por Ediciones Antorcha, titulado El 1° de mayo, así como textos de Ricardo Flores Magón que también más adelante se incluirían en los libros de Ediciones Antorcha, y otros más. El tiraje de estos folletos oscilaba entre los cien y ciento cincuenta ejemplares, mismos que se distribuían tanto en las presentaciones del grupo de rock Antorcha, como en el campus universitario. También llegó a publicarse una revista titulada Manar (por Mujeres anarquistas), en la que se incluyeron textos básicamente de Emma Goldman, y que se distribuía de la misma manera que la revista Antorcha y que los folletos de la colección Diario de Campaña. | Anécdota Viene a bien recordar una anécdota que se suscitó en una presentación del grupo de rock Antorcha cuando coloqué en una parte del escenario una pequeña bandera negra y una foto de Ricardo Flores Magón. Sucedió que los integrantes del grupo con el que alternábamos, intérpretes de música tropical llamado Raúl y su bossa combo, al igual que el animador de la tocada que presentaba a los grupos y a las canciones que interpretábamos, compunjidos se me acercaron para externarme su más sentido ... ¡¡¡pésame!!! ... ya que supusieron que la bandera negra era un símbolo de luto y que la foto de Flores Magón correspondía a la de un familiar -pensaban que se trataba de mi abuelo-. Aquello realmente me causó mucha gracia, pero ... quien entendió perfectamente de qué se trataba, fue, el dueño del balneario en donde nos presentábamos. Muy cortesmente se acercó y me dijo: ¿Es usted simpatizante del anarquismo, no es así?, a lo que respondí afirmativamente. En seguida, en el mismo tono mesurado y amable me contó que él conocía a algunos anarquistas haciendo énfasis en particular en un zapatero y un carpintero de quienes me dió sus nombres que por desgracia ya no recuerdo. Finalmente me suplicó que mejor retirara la bandera y el retrato de Ricardo Flores Magón, porque aunque él no tenía objeción ni nada en contra de tan bella ideología, puntualízome que como balneario abierto al público en general, quizá no faltaría alguien que por X o Z fuese a quejarse ante las autoridades porque en ese balneario, abiertamente se hacía propaganda subversiva. Finalmente, después de meditarlo, accedí a sus deseos y ahí terminó todo. |
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EL INICIO | El Epistolario Revolucionario e Íntimo. De septiembre de 1975 a diciembre de 1979, Ediciones Antorcha produjó ocho ediciones, tres reediciones y en 1976, un disco de larga duración titulado Anarquismo, en el que la participación de Agustín Cortés y de Gonzalo Lara, maestro de profesión, -los dos ya fallecidos-, fue crucial. El Epistolario Revolucionario e Íntimo de Ricardo Flores Magón, editado gracias al apoyo económico de Agustín Cortés, del Centro de Estudios Sociales Práxedis G. Guerrero, y del grupo de rock Antorcha, tuvo un tiraje de tres mil ejemplares; para su distribución echamos mano de toda oportunidad a nuestro alcance. En primer lugar, visitamos todas las librerías que pudimos; simultáneamente, aprovechando las direcciones de compañeros y simpatizantes que nos transmitieron los integrantes de la Federación Anarquista de México, editores del periódico Regeneración así como las propias de los compañeros editores del periódico y de la revista Tierra y Libertad, enviamos cientos de volantes publicitarios que se reducían a la impresión de la carátula del Epistolario y en el reverso de las características de la edición y su precio. También, en las presentaciones del grupo de rock Antorcha se difundía el libro, entre veinte y cuarenta ejemplares, cantidad nada despreciable. Dicho sea de paso, la experiencia de la distribución del Epistolario Revolucionario e Íntimo fue lo que animó a todos los integrantes del grupo de rock Antorcha a realizar la composición de la canción que titulamos El sembrador, interesantísima y bella pieza que, por desgracia, jamás grabamos y de la que por supuesto tan sólo quedó el recuerdo; lo que también ocurrió con Cementerio de asfalto, estructurada con textos de los teóricos Miguel Bakunin y Pedro Kropotkin. Esas dos melodías las llegamos a interpretar en programas de televisión, pero nunca las grabamos ... ¡¡¡lástima!!! La edición de ¿Para qué sirve la autoridad? y otros cuentos de Ricardo Flores Magón, estuvo a cargo del compañero Benjamín Cano Ruiz, quien desarrollaba importante labor en el seno del grupo Tierra y Libertad, y resultó tener una imprenta, en donde finalmente se imprimió y encuadernó la primera edición. Lo curioso del caso es que su imprenta era un taller de viejo cuño conformado con linotipo y prensa plana, instrumentos que para 1976 estaban ya en desuso. Para la encuadernación, los métodos eran muy anticuados: el doblaje de los pliegos y el cosido final hacíanlo a mano dos señoras. Bien recordamos que los primeros ejemplares que tuvimos de los cuentos de Ricardo Flores Magón fueron tres paquetes, con setenta y cinco ejemplares, los que llevó el compañero Cano Ruíz a un acto que realizábase en el viejo edificio del Ateneo español, ubicado en la calle de Morelos, inmueble que, por cierto, no sobrevivió al terremoto de 1985. En aquel acto se encontraban varios compañeros de la Federación Anarquista de México, de los grupos Tierra y Libertad, y de la C.N.T., así como algunos anarquistas mexicanos de la vieja guardia, como Manuel Sánchez Sosa y Salvador Vázquez. Los libros que Benjamín Cano Ruiz llevó al acto, se repartieron íntegros y a nosotros ni tan siquiera un ejemplar nos tocó. Posteriormente se imprimieron, en 1977, las Obras de Teatro y los Discursos de Ricardo Flores Magón. Para la edición de los Discursos, mandamos hacer la tipografía del escrito introductorio de Enrique Flores Magón, Aclaraciones a la vida y obra de Ricardo Flores Magón, para unirlo a las páginas rescatadas de la edición que en la década de 1920 había realizado el Grupo Cultural Ricardo Flores Magón, del que formaban parte Nicolás T. Bernal, Librado Rivera y Diego Abad de Santillán. En 1978, la edición de los Artículos de combate de Práxedis G. Guerrero, al igual que las reediciones del Epistolario Revolucionario e Íntimo y de ¿Para qué sirve la autoridad? y otros cuentos, reediciones que dicho sea de paso demostraban que el proyecto de Ediciones Antorcha marchaba bien, absorbieron buena parte de aquel año. A la distribución de los libros, por los canales habituales cifrados mayoritariamente en las librerías, habíamos añadido el participar, con un pequeño puesto, en las actividades que organismos políticos y/o culturales realizaban; o sea... nos pegábamos como moscas, logrando en algunos de aquellos actos distribuir cantidades importantes: ochenta o noventa ejemplares, cifra bastante significativa, aunque, y es necesario precisarlo, no siempre sucedía así. También cabe mencionar que a finales de 1977 inauguramos, en la ciudad de León, Gto., una cafetería-librería El Ahuizote, la cual decoramos de manera sui generis con posters y fotografias de periódicos liberales -principalmente los relacionados con la extirpe ahuizotiana, esto es, El Ahuizote, El hijo del Ahuizote, El nieto del Ahuizote, etc., etc., y de fotografías principalmente de Ricardo Flores Magón y los partícipes de la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano. Mención especial requiere la edición que realizamos de El hombre que volvió de la chingada y otros regresos de nuestro hermano y cuñado. Un estridente título que para nada correspondía a su contenido. Esta edición nos introdujó en el campo de los textos literarios de autores noveles. Curiosamente un gran porcentaje de la distribución de este libro no lo lográbamos a través de las librerías sino más bien cuando aprovechabamos los actos políticos y/o culturales organizados por agrupaciones de caracter político izquierdista, instalando nuestro tendedero. Era en esos puestos donde lograbamos colocar los ejemplares de El hombre que volvió de la chingada y otros regresos. Fue también por aquellos años cuando, producto de nuestro contacto con Fidel Miro, fundador de la compañía editora Editores Mexicanos Unidos, llegamos a un acuerdo de coedición de los libros El 1° de mayo una breve selección de textos de Ricardo Mella y Maurice Dommanget, así como La hipocresía del puritanismo, una selección de textos que hicimos de Emma Goldman, en la que incluimos un escrito titulado California, el cual fue traducido del inglés por nuestro amigo Gonzalo Lara. Pero, finalmente, este proyecto de coedición tan sólo se redujo a que, gracias a la intervención de Fidel Miró, Editores Mexicanos Unidos adquirió, a riguroso precio de costo, mil ejemplares de los tres mil de cada libro, quedándonos nosotros con los dos mil restantes. La edición salió con el sello editorial de Ediciones Antorcha. Cabe señalar que muchos años después, cuando agotamos los dos mil ejemplares del 1° de mayo, terminamos comprándole a Editores Mexicanos Unidos los 875 ejemplares que tenía embodegados. Lo único que podemos sacar de esta experiencia es que nosotros no teníamos ni la más mínima ídea de lo que era editar un libro con posibilidades seguras de venta y Editores Mexicanos Unidos por supuesto que sí lo sabía... Pero a nosotros lo que nos importaba era difundir el pensamiento libertario y ya... así de cuadrados eramos... o ¿seguimos siendolo? | Anécdota Realmente la producción en 1976 del disco de larga duración Anarquismo y del casete de igual título, fue plenamente circunstancial. Del disco producimos quinientos ejemplares y del casete 200. En menos de un año logramos la distribución casi total de los discos y de los casetes, gracias a dos mayúsculos pedidos que nos hicieron personas que dedicábanse a la venta de discos y casetes. En aquel tiempo no pudimos pensar en volver a producirlos, porque acababa de entrar en vigor una nueva legislación fiscal relativa al Impuesto al valor Agregado, que grababa la comercialización de los discos y cassettes. Y como estaba registrado ante las autoridades hacendarias como editor y distribuidor de libros, folletos y revistas, actividad a la que no se le grababa dicho impuesto, resultaba imposible facturar con IVA los discos o cassettes a las tiendas. Así pues, una vez finiquitada aquella producción de los discos y de los casetes, dejamos ese asunto en paz y colorín colorado este cuento se ha terminado. |
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LOS OCHENTAS | El despegue Para inicios de la década de 1980, pletóricos de energías y bríos diseñamos un programa mucho más agresivo de distribución y producción que el que tuvimos entre 1975 y 1979. Enfocados a tratar de ampliar los centros de distribución de nuestra producción editorial, nos encaminamos a visitar todas, absolutamente todas las librerías, lo que implicaba tantear tiendas como, por ejemplo, Samborns y otros similares, al igual que buscar centros de distribución en las ciudades aledañas o cercanas al Distrito Federal, particularmente Toluca, Cuernavaca, Pachuca y Puebla, con la mira de que, en una segunda etapa ampliásemos el círculo incluyendo ciudades como San Juan del Río, Querétaro y Celaya; Orizaba, Tehuacán y Jalapa; Iguala y Chilpancingo; Tenango, Tenancingo y Valle de Bravo. Tras tal objetivo diseñamos un catálogo y un muestrario a la par que planeamos recorridos lógicos. Y dicho y hecho, ni tardos ni perezosos nos echamos al agua. El resultado de todo aquello fue mucho más positivo que lo que en un inicio supusimos; ciertamente no logramos todo lo que nos habíamos propuesto, pero sí ampliamos de manera considerable los puntos de distribución en la ciudad de México y logramos colocar material en algunas librerías de Puebla, Cuernavaca, Toluca y Pachuca. Resultado de aquel proyecto fue un significativo aumento en las ventas, lo que por supuesto presentó condiciones favorables para implementar un programa de edición más constante. Por aquellas fechas también distribuimos libros y revistas editados por amigos y compañeros. Particularmente en el caso de los libros, el habernos convertido prácticamente en distribuidores exclusivos del texto Escucha pequeño hombrecito de Wilheim Reich, fue excelente desde un criterio puramente económico, al igual que se volvió como una llave casi mágica que nos abría puertas. En efecto, aquella edición vendíase como auténtico pan caliente, y nos servía muchísimo porque no pocas librerías poco tendientes a aceptar nuestra producción ácrata, terminaban cediendo ante la llave mágica abridora de complicados cerrojos, que representaba el Escucha pequeño hombrecito, puesto que los encargados de compras, temerosos de que nosotros no les surtiéramos los nutridos pedidos que nos hacían de esa obra, incluían, para no dejar, en sus órdenes de compra uno que otro título del catálogo de Ediciones Antorcha. El éxito de Escucha pequeño hombrecito fue de tal magnitud que en el lapso de dos meses y medio logramos agotar una edición completa de tres mil ejemplares. Fue una lástima que los compañeros editores de aquella obra no hayan logrado superar sus diferencias de óptica en cuanto a las obras a editar, porque recursos económicos los tuvieron. Carecieron de una unidad de objetivos, por lo que queriendo editar cosas muy diferentes cada quien, no lograban ponerse de acuerdo y establecer un consenso que les permitiese avanzar, y así, discutiendo y discutiendo, terminaron por no editar absolutamente nada más. También fue durante aquella época que distribuimos la revista Caos, cuyo contenido mucho revuelo armó en algunos círculos. En los ochentas logramos ligar la producción de varias obras que se desplazaron bastante bien. Sacco y Vanzetti, Artículos políticos 1910, de Ricardo Flores Magón, cuya portada fue elaborada por el compañero Joël Fieux, quien años más tarde caería abatido por la contrarrevolución en una emboscada en Nicaragua, 1914: La intervención americana en México, selección de textos de Ricardo Flores Magón, y también Dios y el Estado, de Miguel Bakunin e incluso El Estado, de Pedro Kropotkin, tuvieron buena aceptación. Para 1981, en noviembre, logramos alcanzar una de nuestras más anheladas metas: participar en las ferias de libro que organizaba la Cámara de la Industria Editorial Mexicana en el pasaje del Metro Zócalo-Pino Suárez. Siempre estuvimos presentes hasta que se dejaron de organizar a mediados de la década de 1990. La Camara de la Industria Editorial Mexicana organizaba en ese pasaje dos ferias al año. Una, llamada Feria Metropolitana del libro, se instalaba casi siempre en el mes de julio, con una duración de tres semanas, y otra, llamada Festival Mundial de la Lectura, duraba dos semanas, y se organizaba durante el mes de noviembre. La diferencia entre una y otra era verdaderamente abismal, ya que mientras que en la Feria Metropolitana del Libro, acudía mucha gente, por lo tanto las ventas eran realmente muy buenas, en contraparte, en el Festival Mundial de la Lectura, había poca gente y poca venta ... aunque muchas veces les pláticas con los lectores y clientes, eran más largas y sabrosas que en la de julio. La primera siempre era inaugurada por el presidente de la República, y la segunda por el Regente de la ciudad -en aquellos años teníamos en la ciudad de México a un Regente, que nos gobernaba y que era nombrado por el presidente de la República-. También fue en 1981 cuando echamos a andar el proyecto de la edición del periódico El Compita, Difusor de ideas anarquistas, del que editamos seis números y que aparecía cada dos meses. Si bien aquella experiencia fue bastante positiva desde un punto de vista de aprendizaje y de comprensión del medio en el que andábamos, definitivamente no lo fue desde el punto de vista económico, ya que nos sumió en una crisis muy aguda, puesto que para editar el periódico, utilizamos recursos propios de Ediciones Antorcha, lo que traía como consecuencia atrasos serios en nuestra producción editorial. Fue también a principios de la década de 1980 cuando, debido a la propuesta y participación del Compañero Victor Colín, nos integramos a una organización de libreros que permanentemente proyectaba exposiciones en diferentes puntos de la ciudad, como en la Glorieta del Metro Insurgentes o a la salida del Metro Chapultepec, que eran bastante buenas, otros, como la que se organizaba a la salida del Metro Revolución, medianos y otros más, como los organizados en la plaza San Fernando o en el camellón de la esquina de Reforma e Insurgentes, eran bastante malos. Con aquella agrupación, bautizada por uno de sus dirigentes como La caravana del hambre, estuvimos participando, si la memoria no nos falla, como tres o cuatro años. Fue también en aquella época cuando solicitamos permisos específicos para la venta de libros ante las autoridades correspondientes de las delegaciones, lográndolos en Álvaro Obregón y Benito Juárez, después, obviamente, de hacer un buen tiempo de antesalas. Fue durante aquellos años de finales de 1982 a mediados de 1984, cuando la pérdida de familiares muy cercanos, nos conllevó a un cambio de nuestra cotidianidad, lo cual, de manera imperceptible, si se quiere, tuvo considerable influencia en Ediciones Antorcha, puesto que experimentamos etapas de transición en nuestros quehaceres cotidianos que de hecho nos impulsaban a percibir de diferente manera nuestra realidad, nuestro presente y nuestro futuro. Fueron años difíciles por las consecuencias que en el plano emocional esas pérdidas nos atrajeron. En Ediciones Antorcha las cosas marchaban relativamente bien ya que al haber sido puestos como textos en diferentes escuelas algunos de nuestros libros, pues ello nos garantizaba cierta estabilidad en la distribución, aunque en el aspecto económico general las cosas poníanse cada vez peor, llegando los índices inflacionarios a niveles de espanto, lo que nos obligaba a invertir anticipadamente en la producción de nuestros libros, adquiriendo, por ejemplo, papel con mucha anticipación, buscando así el evitar, en la medida de lo posible, el durísimo impacto inflacionario, ya que acontecía que prácticamente de la noche a la mañana los precios se disparaban un quince, veinte o hasta un treinta por ciento. Vino después la tragedia provocada por el terremoto de septiembre de 1985, a consecuencia del cual muchas de las librerías en las que distribuíamos el material de Ediciones Antorcha enfrentaron problemas gravísimos que las obligaron a cerrar. Fue para nosotros un durísimo golpe el hecho de que, por ejemplo, la librería del Sotano que se encontraba ubicada en el N° 64 de la Avenida Juárez, se viera obligada a cerrar, ya que en aquella librería, mes con mes lográbase una importante distribución, y al igual que con esta librería, asunto similar sucedió con otras dos o tres en las que definitivamente manteníamos buenas ventas. | Anécdota El asunto del conjunto de desencuentros, broncas y sinsabores que nos atrajo la edición de El Compita, fue realmente mayúsculo. En lo particular viene a bien recordar la experiencia que hubimos de afrontar desde su registro. Resulta que a nosotros nos interesaba registrar el periódico para así poder beneficiarnos de las tarifas reducidas de correo que en aquel entonces se otorgaban a las publicaciones debidamente registradas. Para ello, al ser miembros de la Cámara de la Industria Editorial Mexicana, por su conducto intentamos el registro de la publicación, pero sucedió que sorpresivamente recibimos un telefonema de la Cámara, comunicándosenos que las autoridades habían rechazado el registro pidiendo que el interesado acudiera directamente a continuar el trámite. Se nos advirtió en la Cámara que esa era una situación inédita, ya que nunca se había presentado un rechazo de ese tipo. Es necesario aclarar que para el registro de una publicación, en aquella época había que cumplir dos trámites. Primero se hacía la solicitud del registro de licitud del título de la publicación, y, otorgado éste, después se realizaba la solicitud del registro de licitud de contenido. Advertidos estábamos de que la primera solicitud era prácticamente de puro trámite, puesto que por lo general se otorgaba de ipso facto; y que donde era más enredado el asunto era en el segundo trámite, esto es, en el referente al registro de licitud de contenido, pero como en nuestro caso las cosas se complicaron desde un inicio, pues tuvimos que ir personalmente a la dependencia de la Secretaría de Gobernación encargada de estos trámites, y fue entonces que nos dimos cuenta de lo que había ocurrido. El asunto es que esa dependencia nos alegaba que nos queríamos pasar de listos, poniéndoles un cuatro. Felicitándome de manera irónica por nuestro supuesto intento, el señor que me recibió en aquella dependencia, ante mi azoro, me advirtió que no eran tan tontos como nosotros podíamos suponer. Recuerdo muy bien que de manera estoica tuve que soportar toda la diatriba de aquella persona, sin entender jota de lo que me decía. Una vez que termino de hablar, con calma le dije, palabras más, palabras menos: - Disculpe usted señor, pero yo jamás he pensado que usted o la dependencia a su cargo sean tontos, y siéndole sincero, no tengo ni la menor idea de que es lo que usted me está transmitiendo con lo que me ha dicho. La persona me vió con cara de interrogación y volviendo a las andadas me dijo: - ¿Quiere usted saber por qué le negamos el registro de licitud? Conteste afirmativamente. De nuevo aquel señor se me quedo viendo y ya un poco dubitativo díjome: - Mire joven, a lo mejor estoy equivocado con respecto a usted pero, mire ... y extendió delante de mí un ejemplar de El Compita. - ¿Qué dice aquí?, dijo señalando el título del periódico. El Compita, respondí sin saber qué onda. No, no, no, insistió aquel señor. Lea usted el título completo. ¡Incluya por favor el subtítulo!, sentenció. El Compita, difusor de ideas anarquistas ..., balbuce. - Vaya, ¡ahora sí se da cuenta!, expresó aquella persona. Y yo, de seguro con cara de idiota dije: - Pero ... cuenta de ... ¿qué? - Mire jóven, expreso en tono muchísimo más amistoso aquel señor, usted está solicitando la licitud del contenido de título, ¿no es así? Sí, señor, respondí. Pues bien, mire usted, si nosotros le otorgamos la licitud del título, automáticamente deberemos de otorgarles la licitud de contenido de la publicación, porque al ser su periódico difusor de ideas anarquistas, no podríamos detenerles la licitud de contenido de su publicación basándonos en las ideas subversivas que de seguro van a difundir. Así, cortando por lo sano nos vimos en la necesidad de rechazar su solicitud y prácticamente obligarle a que viniera para conocerlo. Aquello último realmente sí me saco de onda, porque en mi ingenuidad nunca supuse que el motivo de que me presentara en aquella oficina no era otro que el evaluar mi peligrosidad. Afortunadamente las cosas no pasaron a más porque aquel señor quedó firmemente convencido de lo que era verdad: que nosotros jamás hicimos las cosas buscando meterles un gol, sino que fue realmente la casualidad la que generó aquel curioso enredo. |
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LOS OCHENTAS | El nacimiento de nuestra hija y las nuevas circunstancias. Con el nacimiento de nuestra hija en mayo de 1986, nuestra cotidianidad experimento un felíz giro que por supuesto influyo en Ediciones Antorcha. Para aquellas fechas, y buscando ahorrar lo más posible en la inversión de los libros que editábamos, para mantener bajos los precios de nuestras ediciones, nos abocamos a elaborar nosotros mismos la tipografía de nuestros libros. Ese proceso de encargarnos de la tipografía y formación de pliegos, venía de años atrás, cuando, obligados por las circunstancias hubimos de formar las páginas de las ediciones de la selección de escritos de Librado Rivera, que bajo el título ¡Viva Tierra y Libertad!, publicamos en Ediciones Antorcha. Lo mismo hicimos con la selección de escritos que al amparo del título Toda una vida de lucha, realizamos como homenaje a la notable Mollie Steimer. En aquella ocasión, al no contar con recursos económicos para sufragar los gastos de linotipo, y temerosos de que nuestras selecciones quedasen permanentemente enlatadas, como sucedió en otros casos, decidimos experimentar haciendo nosotros mismos la tipografía, sin justificar el texto. Desde un punto de vista estético, resulta imposible concluir que aquellos experimentos fueron exitosos, pero, desde un punto de vista práctico, sí lo fueron. Quedaba entonces por resolver la manera de parar la tipografia justificando el texto. En aquel entonces las máquinas no justificaban a la derecha y la única que lo hacía era la composer, una máquina de escribir de la compañía IBM. Trabajaban mediante cabezas cambiantes, según las características de la letra escogida; pero era muy costosa, ya que su precio fluctuaba con la cotización del dolar. Durante aquella época las devaluaciones del peso eran aterradoras, mucho arriesgue era comprar una máquina cuyas refacciones y mantenimiento había que pensarlo en dólares. Así, empeñados en que era posible el ajustar el texto, pusimonos a contar letra por letra el ensayo de Rudolf Rocker, Anarquismo y organización, utilizando signos especiales por medio de los cuales nos guiábamos para abrir o cerrar espacios según fuese la necesidad, y así, después de dos o tres semanas finiquitamos aquel experimento locochón, y frente a una máquina de escribir común y corriente, guiándonos por nuestras propias anotaciones, fuimos testigos de que ... ¡¡¡sí se había podido justificar!!! En aquel periodo fue cuando participamos en ferias de libro foráneas: en Toluca, Pachuca, Aguascalientes y otros puntos del país. Tuvimos buenos resultados en unas, excelentes en las menos y francamente malos en otras. Lo interesante de la participación en aquellas ferias era que podíamos percatarnos de que, dijérase lo que se dijera, si existía un público, aunque ciertamente pequeño, interesado en lo que Ediciones Antorcha producía. De la misma manera, en aquella época participamos en una feria en Ciudad Universitaria con tan malos resultados que nunca volvimos a pensar siquiera en volver a participar, sin embargo aquella experiencia nos vino a demostrar algo que nosotros ya intuíamos: que nuestros libros tan sólo funcionaban en lugares donde transitara mucha gente común, esto es, no precisamente estudiantes. En este punto es necesario abrir un pequeño paréntesis, porque a simple vista parecería que nuestro fondo editorial fuera del mundo estudiantil estaría condenado al colapso, sin embargo, la realidad era completamente diferente. Era precisamente fuera del mundo estudiantil en donde Ediciones Antorcha tenía un pequeño margen de maniobra, porque entre estudiantes e investigadores la cosa francamente estaba que ni pa´los perros. Durante aquella segunda mitad de la década de 1980 Ediciones Antorcha se mantenía principalmente gracias a nuestra participación en ferias y exposiciones de libros, en donde lograbamos canalizar la mayor parte de nuestra producción; las ventas en las librerías habían caído, en parte por los destrozos ocasionados por el terremoto de 1985 que desdibujó el mapa comercial del centro de la ciudad de México, y por una situación de deterioro económico generado por una crisis que parecía eternizarse materialmente pulverizando al peso. Fue tan grave la situación en las librerías que hubimos de tomar la decisión de tan sólo visitar a las que aseguraban el pago de sus pedidos, olvidándonos de las demás, decisión que substancialmente redujo los puntos de distribución del material de Ediciones Antorcha. Tampoco debemos pasar por alto un intento de asociación con los compañeros Juan Manuel Paredes y su primo, Celestino, para promover y distribuir libros y discos en general, colocando en primer lugar, a la producción de Ediciones Antorcha, pero no sólo limitándonos a ella. Para tal fin, Juan Manuel invirtió en la compra de una camioneta lo suficientemente amplia con el objeto de utilizarla de expendio del material. Por nuestra parte, además de proporcionar el fondo editorial de Ediciones Antorcha, aprovecharíamos los contactos y créditos que teníamos con editoriales debido a las relaciones comerciales que manteníamos a través de nuestra cafetería-librería El Ahuizote, ya que la idea era realizar recorridos previamente determinados, puebleando proponiendo el material. Todo parecía marchar sobre ruedas, sin embargo no fue así, y sólo quedaron falsas esperanzas. Otro intento para apoyar iniciativas de otros compañeros, fue el haber colaborado en la distribución del libro Nacionalismo y cultura de Rudolf Rocker, editado por Ricardo Mestre Ventura, alma de la Biblioteca Social Reconstruir, principalmente en las ferias de libro en las que participábamos. | Anécdota En lo referente a nuestras relaciones con Ricardo Mestre, éstas databan del año de 1973. Le conocimos en su negocio de compra-venta de cuadros que tenía en la calle Morelos, siendo el compañero Hermoso Plaja quien nos puso en contacto con él. Cuando Ricardo se retiró, decidió dedicarse a difundir las ideas, y para ello alquiló un despacho en el edificio que se encontraba precisamente frente al local donde estaba su negocio, e instaló ahí sus oficinas. En relativamente poco tiempo volviose aquel sitio un centro de reunión y encuentro de varias personas y compañeros, y al paso del tiempo fueron conformándose ahí las bases de lo que posteriormente sería la Biblioteca Social Reconstruir. Nosotros le visitábamos de vez en vez en su oficina, mas sin embargo manteniamonos alejados del proceso que ahí se estaba gestando, ya que no contábamos con tiempo para acudir a las reuniones que se hacían. Sin lugar a dudas aquella idea de la oficina de Ricardo Mestre fue, y el tiempo lo demostró, altamente positiva ya que logró establecer un punto de encuentro permanente para jóvenes y menos jóvenes. Con él, tuvimos serios desencuentros, mas sin embargo siempre logramos superarlos volviendonos a reencontrar, reconociéndole su capacidad y entrega a la causa que dedico los últimos decenios de su vida: la difusión del ideal y las alternativas ácratas. |
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LOS NOVENTAS | De encuentros y transformaciones La década de 1990 estuvo marcada principalmente por nuestra participación en el Primer Encuentro Nacional de Anarquistas, realizado en Ocotepec, Mor., en septiembre de 1991. En lo referente a la producción en Ediciones Antorcha, en aquella época iniciamos la edición de la serie Edición de los autores, en la cual publicamos cuatro libros, todos de nuestra autoría; igualmente nos dimos a la tarea de producir en cortísimos tirajes, algunos casetes bajo el membrete de Canarmex. También producimos un casete, con un tiraje no tan corto, en homenaje a Ricardo Flores Magón que titulamos El hombre de la selva, así como la serie Crónica libertaria. La serie Cuadernos para la reflexión, en donde editamos cuatro ensayos nuestros, incluyendo, La Leyenda. Un acercamiento al periódico Regeneración que tuvo buen acogimiento. Igualmente la edición del libro Vladimir el pintor de nubes de Rilke, bajo el sello de Ediciones El Ahuizote, aunado a la edición de un juego Lotería libertaria. La aparición de la revista Reflexión libertaria, también se realizó en aquella década. De hecho, en los años 90's la producción nuestra fue nutrida, sobre todo en lo que a escritos propios y proyectos nuevos se refiere, igualmente tuvimos la oportunidad de participar en algunas conferencias y actividades, amén de que fue a mediados de aquella década cuando comenzó a operarse un significativo cambio en Ediciones Antorcha, generándose su transformación a Biblioteca Virtual Antorcha. | Anécdota Quizá convenga abundar sobre la experiencia en la edición de la revista Reflexión libertaria como sobre la serie Reflexión libertaria fue producto de los momentos que vivimos en los primeros años de 1990 cuando nos enchufamos a un vertiginoso proceso de mulplicidad de encuentros, y desencuentros que encadenábanse con una rapidez asombrosa. Necesitábamos, pues, de un espacio temporal de expresión en el cual poder vertir tanto nuestras opiniones como nuestras apreciaciones. Y Reflexión libertaria, cumplió maravillosamente ese objetivo. En cuanto a la serie Crónica libertaria representó la puesta en práctica de un experimento que ya de tiempo atrás traimos en mente, y que ahora, muchos años después, lamentamos no haber echado a andar con anterioridad, porque de haberlo hecho no se hubiese perdido tanta memoria libertaria, y ello, sin duda, de mucho serviría a las generaciones actuales tanto para no repetir los errores del pasado, al igual que para superar deficiencias y vicios. En fin, bien se dice que las cosas son cuando son ... y no siempre cuando uno quiere que sean. En sí, aparte de los momentos específicos que quedaron enlatados en los casetes que editamos, lo interesante para nosotros era más bien transmitirlos para información de futuras generaciones. |
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CONCLUSIÓN | Comentario Ciertamente el periodo transitorio de Ediciones Antorcha a Biblioteca Virtual Antorcha, estuvo marcado por una profunda soledad, puesto que las personas a quienes comunicamos nuestro propósito, prácticamente nos tiraron a lurias. Eso resultó ser bastante mortificante puesto que desde un inicio claramente se delineó que ese paso de las ediciones impresas a ediciones virtuales, deberíamos darlo, si realmente queríamos hacerlo, nosotros solos, sin esperar apoyos de ninguna especie. El primer libro que teníamos programado editar y que finalmente subimos a la red fue el de De contribuciones, tributos e imposiciones. Un breve recuento de historia tributaria mexicana. Ciertamente aquella decisión fue adecuada porque, y lo hemos pensado en muchas ocasiones, de haber editado aquella obra, ¿cuál hubiese sido su alcance? En primer lugar nos hubiera costado mucho dinero; en segundo lugar hubieramos sufrido la gota gorda para colocar pocos ejemplares en algunas librerías y; en tercer lugar, dependiendo del tiraje que hubiésemos hecho, muy probablemente a estas fechas, once años después, todavía tuviéramos ejemplares en bodega. A contraparte, colocada en la Biblioteca Virtual Antorcha es consultada gratuitamente por los interesados, y eso es precisamente lo que buscamos: poner a disposición de la gente determinadas obras. |
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LECTURAS RECOMENDADAS | Sugerencia bibliográfica López, Chantal y Cortés, Omar, A treinta años del nacimiento de Ediciones Antorcha, México, Miscelanea del sitio www. antorcha.net, Captura y diseño, Chantal López y Omar Cortés. Cortés, Omar, Se hace camino al andar, México, Fonoteca Virtual Antorcha, Captura y diseño de la página web sostén, Chantal López y Omar Cortés. Improvisación y voz del audio, Omar Cortés. López, Chantal y Cortés, Omar, Catálogo de Ediciones Antorcha, México, Sección Catálogo de Ediciones Antorcha en el sitio www.antorcha.net, idea, captura y diseño, Chantal López y Omar Cortés. López, Chantal y Cortés, Omar, 77avo. aniversario luctuoso de Ricardo Flores Magón, México, Videoteca Virtual Antorcha, Idea, captura y diseño del sitio web soporte, Chantal López y Omar Cortés. Cortés, Omar, Remembranza del Primer Encuentro Nacional de Anarquistas, México, Hemeroteca Virtual Antorcha, Captura y diseño, Omar Cortés. Cortés, Omar, Anarquismo, disco y casete producido por Ediciones Antorcha en 1976, México, Hemeroteca Virtual Antorcha, Idea, captura y diseño, Chantal López y Omar Cortés. López, Chantal y Cortés, Omar, El hombre de la selva, homenaje a Ricardo Flores Magón, México, Fonoteca Virtual Antorcha, Idea, captura y diseño de la página web sostén, Chantal López y Omar Cortés. |
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