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Capítulo 14
Noveno congreso de la F.O.R.A. Nueva escisión (Abril de 1915). La F.O.R.A. del V y la F.O.R.A. del IX congreso. Congreso pro paz del Brasil. (Octubre de 1915).
Consecuente con resoluciones anteriores, el Consejo Federal de la F.O.R.A. aceptó la adhesión en masa de los sindicatos autónomos y de los confederados en la C.O.R.A. que solicitaron la admisión y convocó el noveno congreso ordinario de la Federación para el primer día de abril de 1915 en Buenos Aires.
He aquí la nómina de las representaciones:
Capital: Federación Obrera Local Bonaerense, representada por Francisco J. García; Federación de Trabajadores en Madera, por Emilio Huertas; Federación Obrera Ferrocarrilera, por Francisco Rosanova, Luis Matagliati y Eladio Nieves; Federación Artes Gráficas, por Emilio Basterrica y Senra Pachero; Carpinteros y Anexos, por Miguel Solano y Juan Mourlas; Herreros de Obras y Anexos, por Jesús Menéndez y Daniel Alvarado; Ebanistas, por Juan Cuomo; Albañiles, por José Santeri y M. Coromina; Unión Choferes, por J. M. Berquiz y José Maqueira; Escultores, Moldeadores y Anexos, por Dante Severo y Joaquín Sin; Unión General de Picapedreros, por E. Muñoz; Mecánicos y Anexos, por Félix Brunetti y Antonio Dutto; Escultores en Madera, por Luis A. Tortorelli y Juan Perazzo; Foguistas Unidos, por Simón Laroche y Francisco J. García; Marineros, por Eduardo Pereira y Adolfo García; Pintores Unidos, por Remo Cotti y Juan Giribaldi; Marmolistas, por Antonio Dileo y Eligio Carli; Electricistas y Anexos, por J. Cardozo y J. P. Debenedetti; Conductores de Carros, por Alberto Núñez y Camilo Rodríguez; Caldereros y Anexos, por Atilio Biondi y Manuel Montoya; Ferroviarios, sección Buenos Aires, por Cándido Villaró; Zapateros, por Juan Villarruel y Leonardo Grandiloni; Fideeros, por M. Gamíndez y A. Patrone; Mosaístas, por Bartolomé Chiappe y B. Campesinos; Cortadores de Calzado, por Vicente Ruffo y Pedro López; Obreros Tabaqueros, por Mariano Castro; Cámara Sindical de Cocineros y Pasteleros, por Pedro Pez; Escoberos, por Félix Ruiz y Jaime Alfonso.
Rosario: Federación Obrera Local, por Pedro Casas y Augusto PeIlegrini; Herreros de Obras, por M. Rigotti y G. Cresta; Ebanistas, por Cristóbal Montale y Juan Loperana; Ferroviarios (La bajada), por Cándido ViIlaró; Federación Obrera Ferroviaria por, Pedro Casas; Obreros del Puerto, por el mismo; Ferroviarios de Santa Fe, por el mismo; Federación Obrera Santafecina, por Florentino Giribaldi.
La Plata: Obreros en Calzado, por Luis Serpi; Sindicato de Mozos, por Emilio V. Santolaria y Jesús Seisdedos; Cámara Sindical de Cocineros y Pasteleros, por Pedro Pez; Carpinteros, por Vicente Carattoli; Panaderos, por Gumersindo Lay.
Otras localidades: Picapedreros (Balcarce), por Angel Bardi y E. Huertas; Unión Obrera del Tandil, por L. Bernard, J. Loperena y L. Tortorelli; Unión Trabajadores de las Canteras (Deán Funes), por Juan PaIlas y David Skornikoff; Panaderos (Balcarce), por Juan Cuome y Juan Loperena; Ferroviarios (Tafí Viejo), por F. Rosanova y C. ViIlaró; Ferroviarios (Cruz del Eje), por Fernando Fort y Dardo Femández; Ferroviarios (Trenque Lauquen), por C. ViIlaró; Ferroviarios (Olavarría), por Vicente D. Todaro, ViIlaró y Rosanova; Oficios Varios (Punta Alta), por Pedro López; Ferroviarios (Maldonado), por F. Rosanova; Ferroviarios (Bragado), por Teófilo R. Ponce; Ferroviarios (Las Flores), por Cándido Víllaró; Panaderos (Chacabuco), Rómulo Muñoz y Juan Mourlas; Oficios Varios (Santiago del Estero), por S. Marotta; Ferroviarios de Tucumán y Mechita.
Se aprueban todas las delegaciones. Preside Pedro Casas y actúan de secretarios turnándose M. Rigotti, E. Basterrika, S. Marotta, Senra Pacheco, F. Rosanova y Florentino Giribaldi.
Una comisión compuesta por Tortorelli, Cuomo, Giribaldi, Senra Pacheco y Rosanova fija la siguiente orden del día:
1° Finalidad de la F.O.R.A.
2° Pacto de solidaridad.
3° Medios de lucha.
4° Acciones inmediatas.
5° Actitud ante las organizaciones autónomas.
Se nombran comisiones para cada punto de la orden del día. Para el primero forman la comisión Tortorelli, Giribaldi, Montale, Marotta y Rosanova.
Para el segundo: Santolaria, Cuomo y Francisco J. García.
Para el tercero: Bernard, Maqueira y Pedro López.
Para el cuarto: Mourlas, Carattoli y Berquiz.
Para el quinto: Solano, Ghío y Dileo.
Reproducimos la reseña de las discusiones en torno del informe de la primera comisión, núcleo central del apasionamiento del congreso y base de toda cooperación ulterior.
Por la comisión informa Florentino Giribaldi. Dice que de acuerdo con lo expresado por Casas, que exhortara desde la presidencia a deponer todo pasíonismo, al dar a conocer el pensamiento de la comisíón lo fundará en un concepto propio, y agrega que en atención a compañeros perdidos en las lejanías del país, en atención a los desterrados y a los presos en las cárceles por falta de una unión sólida y eficaz para impedir los desmanes de la tiranía; y en atención al anhelo general de dejar eliminadas para siempre las disidencias que han obstaculizado en parte la obra de la organización, pide a todos que depongan las cosas del pasado y lo mismo que la comisión dictaminadora, compuesta por personas de criterios opuestos, ha podido conciliar un acuerdo, zanjando las dificultades para presentar una fórmula en la que se pueda fundir el anhelo de unidad, así el congreso, inspirándose en el deseo de hacer obra duradera, puede resolver favorablemente lo que se va a proponer. Lee el dictamen, que dice así:
La F.O.R.A. es una institución eminentemente obrera, organizada por grupos afines de oficio, pero cuyos componentes pertenecen a las más variadas tendencias ideológicas y doctrinales, que para mantenerse en sólida conexión necesitan la más amplia libertad de pensamiento, aunque sus acciones deben encuadrarse imprescindiblemente en la orientación revolucionaria de la lucha de clases, de la acción directa y con absoluta prescindencia de los grupos y partidos que militan fuera de la organización de los trabajadores genuinos. Por lo tanto, la F.O.R.A. no se pronuncia oficialmente partidaria ni aconseja la adopción de sistemas filosóficos ni ideologías determinadas, cuya propaganda, de acuerdo con la autonomía del individuo en el sindicato, de éste en las federaciones locales, y de éstas en la regional, no está vedada ni puede ser coartada en nombre de ningún principio de restricción, sino que por el contrario deberá permitirse la más amplia y tolerante discusión de temas científicos, filosóficos e ideológicos en homenaje a los diferentes modos de pensar de los obreros federados y a fin de mantener la unidad orgánica de los mismos y evitar de este modo las susceptibilidades y enconos que resultarían en perjuicio de la F.O.R.A. si ésta aceptara o adoptara determinada ideología.
Se abre el debate. Hace uso de la palabra Pellegrini, quien pronuncia un vehemente discurso para fundar el mandato de la entidad que representa, contraria a la recomendación comunista. Dice que la organización es el producto de la explotación y por lo tanto los obreros se agrupan en defensa de sus intereses materiales. No está de acuerdo en que los anarquistas hagan prevalecer sus ideas futuristas y cita las opiniones de Fabbri, Bakunin y Marx sobre la acción virtual de los organismos obreros.
A. Biondi manifiesta que conceptúa inútil toda discusión porque los delegados vienen con mandato imperativo en pro o en contra del comunismo, pero visto el informe de la Comisión sostiene que la organización tiene su finalidad propia al pronunciarse contra la explotación y la opresión que existe. Manifiesta que no acepta la indicación de que se pase por encima del modo de pensar de cada uno, por cuanto el anarquista que tal hace niega sus ideas y su conducta debe consistir en la contrario, puesto que está convencido de que las ideas que alienta obedecen a un fin de emancipación. Rechaza la afirmación de que es una imposición la recomendación del comunismo, como se objeta, porque aceptarla sería reconocer que también son imposiciones las mayorías que se pronuncian en favor de las huelgas, etc. Niega que el comunismo sea motivo de disidencia, pues ésta ya existía desde 1901, y considera que si la organización se pronuncia antipolítica, antiestatal y antimilitarista, de igual modo chocará con todos los obreros que no piensan así. Termina diciendo que los anarquistas comunistas, en contra de lo que se dice vulgarmente, han hecho obra siempre para hoy y para mañana y fueron los más partidarios de la fusión.
Montale manifiesta que lo que se procura es terminar con las divergencias que han impedido la unificación en congresos anteriores, por causa del término comunista anárquico, y que la supresión no implica una oposición a la propaganda anarquista entre los sindicatos, pues son los anarquistas los que la hacen efectiva y no una declaración.
Patrone concuerda con los conceptos expuestos por Montale.
Solano dice que, cumpliendo el mandato de la Sociedad de Carpinteros, defenderá el acuerdo del quinto congreso y fundamentará las razones por las cuales es partidario del comunismo anárquico. Relata minuciosamente las interpretaciones de la lucha y aduce como argumento para demostrar la ineficacia de las luchas por las mejoras que en los años que milita no ha visto una mejora real entre el salario más alto y los elevados precios del consumo; por eso cree que el sindicalismo debe tener por finalidad el comunismo. Considera que la propaganda del comunismo es la única razón que justifica la lucha sindical revolucionaria.
Senra Pacheco lee el segundo considerando del pacto de solidaridad y el acuerdo del quinto congreso. Y en atención al mandato de la sociedad que representa y de su propio criterio personal, hace una serie de apreciaciones sobre el concepto libertario, en el que caben los diversos horizontes económicos y sociales, y termina manifestándose de acuerdo con el dictamen de la Comisión.
Intervienen en la discusión Pedro Casas, L. Bernard, el delegado de los marmolistas, Maqueira, F. Fort y S. Marotta en favor del dictamen de la comisión y en contra Cardozo, de los electricistas, el delegado de los albañiles, Pedro López y A. Biondi. Este último refutó la afirmación de Marotta sobre la acción de los anarquistas comunistas, a quienes tilda de ilusos del mañana. Se ha dicho que los idealistas no nos ocupamos de la lucba presente ni de la organización, y en cambio hemos demostrado durante los últimos años, que somos los únicos que nos preocupamos de ellas con sinceridad y desinterés. Negó que la declaración comunista sea la causa de la división proletaria, pues en Europa, donde esa declaración no existe, la división se conoce por causas que no desaparecerán aquí con la eliminación de dicha recomendación. Terminó diciendo que es inexplicable que los que aceptan el pacto solidario en donde se declara que vamos hacia la emancipación completa, rechacen una definición categórica que explica en qué consiste esa emancipación por la que se lucha.
Continúa el debate con la intervención del delegado de los albañiles de Buenos Aires en favor, y de Rigotti en contra de la declaración del quinto congreso.
Remo Cotti, en nombre de los pintores, habla en favor de la declaración comunista, considerando que el obrero no es sólo víctima de los opresores capitalistas, sino de todos los que sirven a la burguesía. Es necesario ilustrar el criterio de los trabajadores para que dirija su acción hacia la supresión de todas las instituciones que los oprimen. Niega que la recomendación de una fórmula finalista sea motivo de desorganización y recuerda que después de 1905, en 1906, en 1907 y en 1910 hubo grandes huelgas y manifestaciones de solidaridad que desvirtúan esa suposición. Reivindica para los anarquistas la sinceridad en la actuación proletaria, opinando con Malatesta que se deben sacrificar los pequeños intereses para la conquista de fines superiores. No se trata, terminó diciendo, de un interés particular, aunque se diga que lo tenemos; es un interés universal y por eso debe mantenerse la declaración.
Los delegados de los zapateros, aun advirtiendo que su sociedad votó en 1905 la declaracion comunista, ahora consideran que hay causas profundas para modificar su actitud de entonces.
Resanova, en defensa del dictamen de la Comisión, lee varios acuerdos de congresos anteriores de la F.O.R.A. y de otros países donde los comunistas se manifestaron contrarios a la adopción de una determinada propaganda ideológica en los sindicatos.
Mourlas, de los carpinteros, lee una exposición de ideas justificando la propaganda ideológica en el seno de la organización. Bardi, de los picapedreros de Balcarse, se expresa en contra de la recomendación comunista.
Giribaldi sostiene que ha sido un ferviente defensor del comunismo en la F.O.R.A., pero que ahora niega su eficacia, aunque parezca dualidad, porque considera que la propaganda debe ser popular y en todos los terrenos, sin exclusivismos, por eso se declara partidario de que se suprima la cláusula de la recomendación finalista.
El delegado de los electricistas reafirma su posición. Solano refuta lo dicho por otros delegados y termina reafirmando el criterio de la Sociedad de Carpinteros. Casas habla contra la declaración del quinto congreso de acuerdo al mandato que trae. Cree que la recomendación está demás, pues los anarquistas no deben ilusionarse con el poder de la misma; en bien de las mismas ideas anarquistas no debe hacerse aceptar al pueblo lo que no conoce, porque eso es contradictorio; considera que en la F.O.R.A., con rótulo o sin él, los anarquistas harán obra sana.
Después de hablar Bemard y Camilo Rodríguez, se pone a votación el dictamen de la comisión.
Los delegados de los carpinteros de la Capital presentan a la mesa una resolución reafirmando el acuerdo del quinto congreso.
La mayoría aprueba el dictamen de la comisión. Votaron en minoría las sociedades de Carpinteros, Conductores de Carros, Albañiles, Pintores, Caldereros, Tabaqueros, Cortadores de Calzado y Cámara Sindical de Cocineros, todos de la Capital; y del interior: Panaderos de Chacabuco, Oficios Varios de Punta Alta, Constructores de Carruajes de Rosario, Cámara Sindical de Cocineros de La Plata y Oficios Varios de Berazategui.
Hasta aquí la discusión en tomo a la recomendación del comunismo anárquico que ocupó varias sesiones del congreso. El resto de los debates se mantiene en un terreno más sereno y se arriba a resoluciones más armónicas.
Se hacen algunas modificaciones en el articulado del pacto de solidaridad, pero no de fondo. Igualmente se manifiesta el deseo de una pronta reconstrucción de la Internacional.
Sopre los trusts se aprueba esta resolución:
El noveno congreso de la F.O.R.A., considerando que siendo el trust el resultado natural de la evolución capitalista, consistente en propender al dominio absoluto e incontrolado del mercado consumidor, a fin de imponer el precio, la calidad y la cantidad de los artículos, y sobre todo anular en la clase dominante una concurrencia peligrosa entre sus miembros;
Que en este propósito el capitalismo es auxiliado por la fuerza del Estado, sin que para desbaratarlo sean eficaces, como lo demuestra la experiencia, los conatos de restricción legislativa;
Que si bien la constitución de los trusts al acumular mayor número de trabajadores bajo una sola dirección patronal, determina la división más clara de las clases y fomenta por tanto la organización obrera en mayor escala, en beneficio de nuestras aspiraciones finales, imponiendo la necesidad inmediata de una organización cada vez más sólida y perfecta de los productores, resuelve:
Que contra la confabulación del capitalismo tendiente a acaparar el mercado e imponer los productos en condiciones arbitrarias, sólo puede ser eficaz la presentación de una organización potente de trabajadores, capaz de anular esos propósitos y sobre todo de adoptar en cualquier momento y circunstancias, las medidas de orden general que puedan exteriorizar esos intentos.
La elevación proporcional de los salarios es entre muchos otros un medio excelente para el caso, hasta tanto la capacitación y la fuerza organizada del proletariado ponga a éste en condiciones de suplantar el sistema de la producción capitalista.
Sobre el proteccionismo a la industria, el noveno congreso da esta opinión:
Considerando que todo cuanto sea inmiscuirse en los intereses unilaterales de la clase burguesa o en sus expresiones materiales que son la industria y el comercio, cuya gestión directa les pertenece, es contribuir a crear la confusión en el criterio proletario en cuanto a las finalidades de las dos clases que se excluyen entre sí, y que las medidas de protección oficial a la industria tienen una marcada tendencia particularista que se patentiza en no preocuparse para nada de los perjuicios que irrogan al proletariado en general, explicándose este hecho por la índole de clase de los gobiernos burgueses que las dictan, resuelve: pronunciarse contra el proteccionismo, por cuanto reconoce que si bien el intercambio libre y universal puede en ciertos casos lesionar intereses circunscriptos de determinados grupos industriales de trabajadores, el proteccionismo representa una forma artificial de concurrencia en la producción que solo puede sustentarse a expensas de las clases consumidoras encareciendo el precio real de las mercaderías.
He aquí la declaración sobre el boicot:
Considerando que el boicot es un arma eficaz de lucha contra el capitalismo, cuando las condiciones del sindicato para determinar directamente el triunfo son insuficientes y aceptándolo como una expresión de solidaridad de clase que facilita el esfuerzo concurrente de los trabajadores para afectar una determinada industria o comercio que resista a toda otra acción directa, resuelve:
Aconsejar su adopción en los casos que sea necesario determinar y que sea su declaración hecha por los delegados sindicales, después de un libre examen de sus razones y también de sus perspectivas de triunfo, entendiendo que siendo una medida que obliga a la solidaridad general, conviene tengan en su deliberación y acuerdo, intervención del mayor número de representantes sindicales, tanto para su declaración como para su levantamiento.
Otras resoluciones:
Considerando que todos los recursos que tienden a vigorizar la acción del proletariado en su lucha contra el capital, no pueden ser rechazados sistemáticamente y que por otro lado no reportan beneficio alguno para la educación obrera sobre la mejor forma de nuestra acción, el circunscribirnos a declarar válida la adopción de determinados procedimientos excluyendo a otros que poseen relativas ventajas; y que las mayores perspectivas de éxito no pueden encontrarse en la esperanza de subsidiar la acción de los trabajadores contra el capital, sino en la conciencia y decisión de ellos para obtener el triunfo en cualquier condición en que se encuentren desde el punto de vista financiero, resuelve:
Aconsejar a los sindicatos la formación de fondos o recursos que en momento oportuno pueden ser destinados a consolidar su acción anticapitalista o a hacer efectiva y aprovechar la solidaridad practicada y a extender la propaganda federativa y sindical.
Limitación de la inmigración
Considerando que los trabajadores organizados no pueden, sin violar sus inspiraciones fraternales, poner trabas de ninguna índole a la libre introducción de los obreros de otros países que creen hallar aquí condiciones más favorables de subsistencia; que sin embargo reconoce también que una propaganda artificial y mentida se hace en el sentido de atraer a estas regiones grandes masas de trabajadores destinados en realidad a hacer concurrencia perniciosa en las condiciones de trabajo a sus hermanos aquí ya residentes y en beneficio exclusivo de las codiciosas aspiraciones del capitalismo argentino, resuelve:
Suscitar la desconfianza de los obreros extranjeros en cuanto a los ofrecimientos especiales que se hacen para trasladarlos a este país y recomendarles que sólo acepten su emigración por intermedio de las organizaciones obreras que deben informarles al respecto.
Declaración de huelga general.
Considerando que la adopción de la huelga general es ventajosa desde el punto de vista educativo y material, cuando se ejerce con inteligencia y energía para repeler las agresiones que realizan el capitalismo y el Estado con ostensible propósito de lesionar los intereses permanentes e inmediatos del proletariado; que ella se impone independientemente de nuestra voluntad en una determinada etapa de nuestro desarrollo orgánico y en circunstancias en que nuestros intereses, derechos y finalidades no pueden ejercerse libremente en virtud de que la clase dominante mtiltiplica el rigor de sus represiones tratando de trabar, impedir o anular el libre juego de nuestras energías especifícas, resuelve:
Aceptar como un medio eficaz de lucha la huelga general y recomendar que su aplicación en los casos de conflictos parciales corresponda de inmediato y preferentemente a las federaciones u organizaciones locales.
Sobre la guerra.
Considerando que la guerra es el producto de los intereses eminentemente burgueses, antagónicos en un todo con las aspiraciones de emancipación de la clase trabajadora, el noveno congreso de la F.O.R.A. declara: que condena enérgicamente la barbarie del militarismo y aconseja a las sociedades adlheridas que en el caso de producirse una declaración de guerra, sea de carácter agresivo o defensivo, se declare la huelga general revolucionaria y se empleen todos los procedimientos que las circunstancias aconsejen para desbaratar los planes criminales del Estado.
.Asimismo se recomienda al Consejo Federal que se relacione con las organizaciones nacionales de otros paises para concordar una acción conjunta.
Jornada de trabajo y desocupación.
El noveno congreso de la F.O.R.A., considerando que la desocupación es una consecuencia del desarrollo de la maquinaria; que ella continuará lesionando los intereses de los trabajadores si éstos no se oponen a sus efectos, aconseja: no permitir el despido o suspensión de obreros en los talleres, fábricas, etc., imponiendo el turno y la reducción gradual de la jornada de trabajo.
Se aprueban otras resoluciones sobre las leyes represivas, sobre el problema agrario, sobre el trabajo a destajo, sobre el jornal minimo de todos los oficios, sobre las escuelas libres y la organización de los maestros, sobre las organizaciones autónomas, etc. Destacamos estas dos:
Federación de industria.
Considerando que las federaciones de oficio y de industria son un medio eficaz para extender e intensificar la acción que los sindicatos realizan cotidianamente contra el capitalismo y el Estado; que con su formación se amplían los horizontes de la lucha y se anula a la vez el espíritu corporativo y localista que pudiera existir entre los trabajadores; que estos organismos, además de acreditar la eficacia de las acciones inmediatas de reivindicaciones, constituyen un elemento esencial para reorganizar en el futuro la producción de acuerdo con los principios de solidaridad y libertad, en conformidad con el segundo considerando de las declaraciones del pacto, el noveno congreso resuelve: Recomendar al Consejo Federal una intensa propaganda en este sentido y que apoye todas aquellas iniciativas que partieran de los sindicatos adheridos en concordancia con estos principios.
Dignificación del trabajo.
Considerando que la organización sindical tiende a libertar a los trabajadores de todos los yugos que los esclavizan, el noveno congreso de la F.O.R.A. declara: Que de acuerdo con los principios que inspiran su acción, los obreros organizados, siempre que las condiciones lo permitan, deben rehusarse a prestar su concurso de productores a las instituciones de explotación y tiranía como ser los cuarteles, las cárceles, las iglesias, etcetera.
Se constituye el Consejo Federal con los siguientes delegados: A. Biondi, Francisco J. García, Pedro López, Senra Pachero, L. Tortorelli, S. Marotta, E. Basterrica, J. Cuomo y D. Skornikoff.
Por importante que haya sido y por acertado que estuviera este congreso en muchos puntos, la supresion de la declaración del quinto congreso, que existía virtualmente desde el primer instante como distintivo de la organización, privaba a la F.O.R.A. de su significación peculiar. Hubo, pues, disconformidad, al comienzo reducida, pero luego creciente. Si los anarquistas disconformes hubiesen permanecido dentro del conjunto concurrente al noveno congreso, al poco tiempo se habrían convertido otra vez en mayoría, porque muchos de los nuevos elementos no podían seguir largo tiempo la marcha impuesta por la F.O.R.A. y habrían mostrado pronto sus inclinaciones reformistas; en esa forma la escisión habría partido, como en 1902, de los mismos pregoneros de la fusión. Pero optaron por salir y desconocer la labor de ese congreso, dándolo por no realizado. Era en verdad solo una minoría la francamente disidente; muchos anarquistas estaban dispuestos a la cooperación con los adversarios de ayer, creyéndoles de buena fe hoy.
No nos interesa juzgar aquí las actitudes, sino presentarlas. Y la actitud de la minoria disidente se reafirmó en la asamblea del 2 de mayo de 1915 en el local de los Conductores de Carros de Buenos Aires. Concurren a esa asamblea 21 asociaciones disconformes con el noveno congreso; son las siguientes: Capital: Conductores de Carros, Carpinteros, Electricistas, Tabaqueros, Panaderos (varias secciones), Fundidores y Anexos, Obreros del Puerto, Alpargateros, Grafiteros y Anexos, Centro Obrero del Este. Con carácter informativo: Federación Artes Gráficas, Cámara Sindical de Cocineros y Pasteleros, Oficios Varios de Berazategui, Obreros en Calzado de Rosario, Sección Ferroviaria de San Cristobal, Oficios Varios de Santa Fe, Federación Obrera Entrerriana.
En esa reunión se resolvió desconocer el noveno congreso de la F.O.R.A.; seguir manteniendo la declaración del quinto congreso, constituir el Consejo Federal y añadir al nombre de la F.O.R.A. la fecha de su fundación, o sea 1901.
Tenemos, pues, a partir de ese día, dos F.O.R.A., una llamada del quinto congreso y otra del noveno congreso. Durante más de un lustro esas dos Federaciones se combatieron ásperamente, pero la militancia anarquista, más apasionada y también más abnegada, venció al fin, como veremos más adelante.
A mediados de octubre de 1915, se celebró en San Pablo (Brasil), un congreso pro paz de organizaciones obreras y entidades revolucionarias. La F.O.R.A., mejor dicho, las dos F.O.R.A., concurrieron. La del quinto congreso hizo la siguiente proposición:
Considerando la F.O.R.A. la imposibilidad que existe de llegar con nuestra voz y acción al centro mismo de la contienda europea, donde sería más eficaz y poderosa, para evitar que continúe la masacre entre los pueblos en guerra y sin prescindir de la moción propuesta en la orden del día por los compañeros organizadores del congreso pro paz, propone:
1° Que el congreso pro-paz discuta y resuelva la mejor forma para desarrollar e intensificar la organización obrera en los países del continente sudamericano, de manera que, cuando las circunstancias lo reclamen, pueda oponerse el proletariado organizado a las pretensiones de los gobiernos ambiciosos de conquista y al avance de la burguesía sedienta de dinero; y considerando que la única fuerza capaz de impedir que se repita en este continente lo que actualmente sucede en el suelo europeo es la organización del proletariado con tendencias revolucionarias, el que por medio de los conocimientos filosóficos en oposición a todo sistema político-económico sustentado por las clases gobernantes marchará a la conquista de sus derechos de hombres libres. En consecuencia es a la organización y a la emancipación de los productores que deben dedicarse los revolucionarios del continente.
2° Considerando que el nacionalismo es un sentimiento funesto para los pueblos, puesto que a la sola invocación patriótica de los gobiernos unos hombres se lanzan contra otros hombres para matarse, olvidando los más elementales deberes para aquellos semejantes que les señalan como enemigos.
El congreso pro paz deberá iniciar una propaganda en el continente tendiente a eliminar del cerebro de los hombres la idea patriótica que tanto daño ocasiona.
3° Considerando que el militarismo es pernicioso para los pueblos, puesto que mata en los hombres todo sentimiento de solidaridad y de fraternidad para los demás hombres, el congreso pro paz deberá acordar la mejor forma de propaganda antimilitarista en los pueblos sudamericanos.
4° Considerando que es una necesidad que los maestros de escuela se constituyan en sociedad gremial, a fin de que lleguen a capacitarse para emprender la lucha por el mejoramiento económico y conquistar su independencia para que a su vez libren a la escuela de la tutela estatal, puesto que el Estado con su secuela de prejuicios en vez de libertar al hombre lo esclaviza, en vez de educarlo lo entorpece, inculcando en los cerebros infantiles funestas ideas, como ser las de patria, religión y acatamiento a las formas sociales establecidas, la F.O.R.A. propone:
Que el congreso pro paz procure la organización profesional de los maestros de escuela.
Y considerando que la actual educación no cumple misión de progreso, el congreso pro paz propenderá por todos los medios posibles a intensificar la propaganda de la educación racionalista.
También se aprobó en ese congreso esta resolución:
1° Crear un Comité de relaciones internacionales con residencia en Río de Janeiro.
2° Que ese Comité recoja datos sobre el estado actual de las organizaciones de los países sudamericanos y los remita a los sindicatos existentes, invitándoles a resolver en congresos regionales la conveniencia de realizar a la brevedad posible un congreso internacional sudamericano para dar por constituida la Confederación de los Trabajadores en este continente, a fin de acelerar la organización de la Internacional de todos los países del mundo.
3° Que el Comité se encargue de formular el proyecto de pacto de solidaridad sobre el cual se buscará el funcionamiento de la futura Confederación.
El delegado de la F.O.R.A. del quinto congreso a la reunión de San Pablo era Apolinario Barrera; el de la F.O.R.A. del noveno era B. Mansilla.
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