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Capítulo 5

La ley de residencia y su aplicación. Huelga general. Tercer congreso de la Federación. Congreso portuario (1902-1903).

Atravesaba el movimiento obrero de la Argentina, en el período que siguió a la fundación de la Federación Obrera, una época de combatividad y se multiplicaban los conflictos con el capitalismo, los organismos proletarios de resistencia y los hechos de la guerra social. Oradores brillantes atravesaban sin cesar el país en todas direcciones, los periódicos obreros se difundían cada vez más, los grupos de propaganda formaban como una red que lo iba invadiendo e influyendo todo.

La gran huelga de los panaderos de Buenos Aires, en julio-agosto de 1902, no tuvo el desenlace que era de esperar dados los esfuerzos que se le consagraron. Había miedo al predominio obrero y se pusieron en juego todos los recursos para debilitar el movimiento, que duró más de cinco semanas. Fue en ocasión de esa huelga cuando el juez Navarro allanó el local de la Federación Obrera, sede de 18 gremios de la Capital, en cuya oportunidad las numerosas fuerzas policiales que penetraron en el local hicieron grandes destrozos en muebles y en libros; también de resultas de esa huelga de panaderos se tuvo el famoso proceso por la muerte de dos rompehuelgas de la panadería La Princesa, boicoteada, contra Francisco Berri, secretario del gremio, y varios compañeros más. El procedimiento del juez Navarro produjo un efecto contrario al esperado, pues todos los trabajadores se indignaron y protestaron valientemente. En esa emergencia los oradores socialistas se unieron a los anarquistas en la condenación de los atropellos cometidos, habiéndose realizado en conjunto el 17 de agosto, un gran mitin al que concurrieron 20.000 obreros.

Por su parte, los trabajadores de los puertos resolvieron jugar una carta decisiva en defensa de condiciones de trabajo más humanas. Las bolsas de cereales pesaban a veces de 100 a 120 kilos, la jornada dependía de la arbitrariedad de los capitalistas. De ahí que, a iniciativa de los obreros del puerto de Buenos Aires, se pusieron de acuerdo los estibadores de otros puertos para una acción conjunta. He aquí las conclusiones a que se llegó el último domingo de agosto por los portuarios de la capital:

1. La actitud que deben asumir los obreros del puerto es negarse a trabajar con pesos mayores a los expresados a continuación:

Cereales, frutos del país y sus productos, en bolsas de 65 a 70 kilos.

Lienzos de lana, en rama, de 65 a 70 kilos.

Canastas de carbón: de 55 a 60 kilos.

Carbón, azúcar y tasajo en bolsas: de 65 a 70 kilos.

2. No permitir rebaja del sueldo que se cobra ni disminución del número de la gente que es costumbre emplear para las operaciones tanto de carga como de descarga. ...

Siguen otras cláusulas de mejoramiento de las condiciones de trabajo.

A partir del 1° de noviembre debían hacerse efectivas esas normas. Se comenzó por no cargar mercaderías más que en las condiciones resueltas por la organización. A Buenos Aires se unieron los estibadores de Campana, San Nicolás, Zárate, etcétera. La Cámara de Comercio cedió y los portuarios consiguieron un admirable triunfo gracias a la fuerza de su organización.

Mientras en los puertos se desarrollaba ese movimiento, se organizaba en Buenos Aires la Federación de Rodados, que abarcaba un total de 15.000 hombres, en el seno de la Federación Obrera; la integraban principalmente conductores de carros y cocheros.

Mientras tanto, la burguesía se agitaba pidiendo leyes de excepción contra los propagandistas obreros; la ola de huelgas afectaba seriamente el orden público y las transacciones comerciales. La llave del país está en los puertos; paralizados éstos, lo que era posible gracias a la excelente organización de estibadores y conductores de carros, toda la economía tenia que resentirse.

La situación vino a complicarse con la huelga de los peones del Mercado Central de Frutos de Barracas al Sur, más de cinco mil obreros, que presentaron un pliego de condiciones en donde pedían:

1°) Reconocimiento de la sociedad por los patrones; 2°) Abolición del trabajo-por tanto y a destajo; 3°) Nueve horas de trabajo diario tanto en las barracas como en los mercados; 4°) Jornal mínimo de cuatro pesos para los peones de barracas y mercado y para los menores de quince años que se ocupan de la clasificación y pescantes del mercado, sueldo mínimo de 2.50 pesos por día, y los domingos y horas extraordinarias un 50 por ciento de aumento; 5°) Que no existan cuartos de día, sino días y medios días; 6°) Unificación de pesos según la circular de la Federación de estibadores y afines.

La huelga fue formidable. El gobierno echó mano a todos los recursos, pero fracasó. Se descargaban normalmente 50 vagones de mercadería y a los pocos días se habían acumulado 5.000. Los ferroviarios del Mercado Central se solidarizaron con la huelga, lo mismo que los peones de los galpones de la Plaza Once.

Otra multitud de huelgas surgieron por aquellos días. Y la situación empeoraría el 21 de noviembre, fecha en que la Federación de Rodados iría a la huelga general si no se solucionaba favorablemente el conflicto con los peones del Mercado Central de Frutos de Barracas al Sur. Las clases conservadoras, presas del pánico, forzaron al gobierno a aprobar la famosa Ley de Residencia que ponía en manos de la policía y del Poder Ejecutivo los destinos de cualquier habitante del país; se declaró el estado de sitio y se procedió a la caza despiadada de los anarquistas y propagandistas gremiales libertarios. Buenos Aires se convirtió en un campamento militar: algunas decenas de militantes obreros fueron deportados, las prisiones se llenaron de detenidos. En fin, la historia que, por ser tan conocida y tan similar a la que se reprodujo en 1910, en 1919 y en 1930, no repetimos.

La Ley de Residencia, aprobada y puesta en práctica en el curso de pocas horas, el 22 de noviembre de 1902, dice así:

Artículo 1° - El Poder Ejecutivo podrá ordenar la salida del territorio de la Nación Argentina a todo extranjero por crímenes o delitos de derecho común.

Art. 2° - El Poder Ejecutivo podrá ordenar la salida de todo extranjero cuya conducta comprometa la seguridad nacional o perturbe el orden público.

Art. 3° - El extranjero contra quien se haya decretado la expulsión tendrá tres días para salir del país, pudiendo el Poder Ejecutivo, como medida de seguridad pública, ordenar su detención hasta el momento del embarco.

Se respondió con la huelga general, grandiosa, al golpe de mano del gobierno, pero las detenciones a granel hicieron decaer el movimiento después de varios días.

Veremos si ese período de terror hizo desaparecer o desalentar a los trabajadores revolucionarios de la Argentina.

Demás está decir que es verdad lo que decía La Protesta Humana al reaparecer el 31 de enero, después de levantado el estado de sitio: Hay que hacer notar que los obreros que comprueban estar afiliados a los círculos del Partido Socialista, aunque sean meneurs, aunque hayan incitado a la huelga o aconsejado como nosotros las organizaciones gremiales, son puestos en libertad y hasta les piden disculpas ...

El fragmento que sigue, de una carta abierta de Francisco Jaquet a E. Dickmann (agosto 1° de 1903), refleja un comportamiento peculiar, no sólo en la Argentina, sino en todo el mundo:

Después de los sucesos de Zárate (atropello policial contra una delegación obrera, en el que resultó herido de bala el obrero Urruchúa), seguidos de la huelga de Barracas al Sur en la que el gobierno tomó tan activa parte prestando su decidida cooperación en favor de los burgueses, y para colmar la medida de los abusos, arbitrariedades y crímenes, vino la suprema infamia, vino la amenaza de deshacer hogares, destruir familias, expulsando del país a los que no quisieran entregarse atados de pies y manos a la explotación del capitalismo. Ahora pregunto: ¿Podíamos los demás obreros permanecer indiferentes?, no; debíamos ponernos al lado de nuestros compañeros en lucha y así lo hicimos. Primero, la Federación de Estibadores, luego la Federación de Rodados y por fin los demás gremios adheridos a la Federación Obrera Argentina, declararon y fueron a la huelga general por unanimidad. Sólo un delegado votó en contra recibiendo un elocuente mentís de su sociedad que adhirió al movimiento. Fue entonces declarada la huelga, bajo la amenaza del estado de sitio, cuando los socialistas, bajo la máscara de un ridículo Comité de Propaganda Gremial, propusieron la celebración de un mitin, ocasión para fusilar al pueblo trabajador y ahogar en sangre el grito de enérgica protesta. La Federación Obrera Argentina les contestó a la nota, invitación que le fue remitida por dicho Comité de propaganda, diciendo que los obreros habíamos resuelto protestar por medio de la huelga general. Y vinieron las dos leyes, y de inmediato la ciudad fue convertida en un campamento, cerrados los locales de las Sociedades Federadas, las persecuciones, prisiones, deportaciones, asaltos a domicilios, etcétera. Ni un solo socialista sufrió la más leve molestia, y si alguno por equivocación fue preso, lo pusieron inmediatamente en libertad. Nuestro periódico La Organización Obrera no pudo salir, fue secuestrado y deportados los compañeros que lo llevaban, mientras que los socialistas con toda libertad imprimían y repartían inmundos pasquines donde desahogaron su bilis contra nosotros en infames acusaciones, en calumnias y en criminales alegrías. Recordad el manifiesto célebre dirigido al pueblo, publicado durante el estado de sitio. Recordad aquel número de La Vanguardia, donde pretendían confirmar la absurda e infame calumnia de la existencia de cabecillas y empresarios de huelgas. No mencionaré los hechos particulares, porque más caballero y más sensato que vosotros, socialistas, no quiero hacer responsable a un partido de las canalladas de sus componentes; de lo contrario podría invitaros a que revisárais el archivo de la policía de La Plata donde existe una denuncia firmada por un jefe socialista acusando a varios compañeros de Barracas al Sur; recordad luego cuando se levantó el estado de sitio -para ellos, no para nosotros, pues que aún rige-, cómo se aprovecharon de nuestro forzado silencio para introducirse en nuestras sociedades y predicar la desunión. No son palabras, no son acusaciones caprichosas las que hago, pues la prueba es que cuando creyeron que el fruto estaba bastante maduro quisieron comérselo y organizaron aquella pantomima de congreso obrero, donde una infinidad de figuras decorativas, manejadas por seis jefes socialistas, organizaron la Unión General de Trabajadores.

Con esto se han creído separarnos y disminuir nuestra fuerza, pero se han equivocado. Hace tiempo ya que hemos entrado en la reacción y día a día nuestras fuerzas se multiplican.

¿Cuáles han sido las consecuencias del movimiento de noviembre? Un grandioso triunfo moral. El despertar del proletariado de este país.

¿Que han hecho los anarquistas? Ayudarnos a propagar la huelga general; acompañarnos en la lucha; correr a nuestro lado y sufrir persecuciones y atropellos de todo género.

El estado de sitio, la Ley de Residencia y el terror policial pusieron un término provisional a la huelga de los peones del Mercado Central de Frutos. Pero se reanudó el movimiento al levantarse el estado de sitio y en 10 días de paro tan enérgico, como lo había sido antes, el capitalismo optó por ceder. No había otro remedio. El proletariado militante continuaba en pie, pese a la enorme sangría en sus filas.

La Federación Obrera Argentina celebró su tercer congreso en Buenos Aires, del 6 al 8 de junio de 1903. Resumimos sus díscusiones.

Toman parte 80 delegados de los diversos gremios de la Capital, de varios departamentos de la Provincia de Buenos Aires y de algunas provincias del interior. La primera sesión se emplea en la verificación de las credenciales. Se aprobó que las sociedades de Oficios varios tengan los mismos derechos y deberes que las demás.

Se discutió luego sobre la Ley de Residencia.

El delegado de los estibadores de Villa Constitución, Alberto Ghiraldo (1), dijo que la promulgación de esa famosa ley constituye, así como el decreto del estado de sitio, la confirmación por parte dé las clases dirigentes de la fuerza de la clase obrera, el reconocimiento del enemigo a quien se teme, el éxito más grande, el triunfo máximo alcanzado hasta hoy por el proletariado de la República Argentina.

Dijo después que ambas leyes fueron y son aún causas de innumerables molestias, hasta de penas hondas sufridas por excelentes luchadores de nobles y altivas ideas. Después de otras palabras sobre lo improcedente de la Ley de Residencia, el congreso aprobó la siguiente proposición:

El congreso de la Federación Obrera Argentina declara que considera eficaz la publicación de una hoja diaria en que se dará cuenta detallada al público de todos los hechos ocurridos desde la promulgación de la Ley de Residencia, hechos que en su mayoría permanecen en silencio, así como de todo abuso que, al amparo de la misma ley, continúe cometiendo la autoridad.

La publicación de esta hoja subsistirá hasta tanto se consiga la revocación de la ley, decididamente en contra de la corriente inmigratoria.

En la discusión de este tema intervienen varios delegados. A moción de Vázquez, se agregó un párrafo a la declaración interior, según el cual la hoja diaria tendra por objeto provocar mítines y otro género de medidas que se consideren propias y conducentes para la realización de los fines indicados, como pueden ser boicots, sabotajes, etcétera.

Luego fue aprobada la proposición estableciendo que la Federación Obrera no elevará jamás petición alguna a los poderes públicos.

Varios delegados hablaron sobre la ineficacia de las peticiones, cuyo resultado había sido negativo.

Pasando al asunto de las huelgas, el delegado de los estibadores de Villa Constitución dijo que las consideraba como un medio, nunca como un objetivo. En cuanto a la huelga general, tan discutida, la reputaba, y en este caso creía estar con la mayoría, como el más práctico de los medios que determinarían un cambio importante en la constitución social. Creía buenos los movimientos parciales y, por lo tanto, eficaces.

La huelga es un bello gesto de amenaza futura y de afirmación de fuerza presente. En su inacción, en su calma, el obrero, al poner su herramienta debajo del brazo, reta y desafía. Ese ademán de pasividad está lleno de fuerza, por eso se imponía. Agregó Ghiraldo que estos movimientos habían tenido recientemente entre nosotros la virtud de introducir el pavor en las filas del enemigo común, quien, imitando esta vez más el pasado que el presente europeo, para defenderse, había puesto en práctica sistemas de represión y castigos, ya en desuso en otras partes por estériles y contraproducentes. Además habían revelado el alto grado de convicción y de conciencia alcanzado por el proletariado en este país, constituyendo una hermosa esperanza para los días por venir. El delegado continuó hablando de la eficacia de la huelga y proclamando su éxito, porque la huelga no quería decir inacción, sino lucha, principio de educación revolucionaria.

Después de otros discursos en el mismo sentido, el congreso aprobó la siguiente declaración:

Hay que fomentar el espíritu de solidaridad y de acción, por cuanto de ésta dependerá siempre el éxito de todos los movimientos parciales, precursores del estallido general en cuya acción intervendrán fatalmente los medios revolucionarios.

Las resoluciones sobre la lucha política y económica, presentadas por los mecánicos, repartidores de pan, zapateros, carpinteros, hojalateros y gasistas de Buenos Aires y mecánicos de Mendaza, fueron englobadas en una, sancionando el congreso esta declaración:

La organización económica del proletariado puede considerarse como el principal paso dado en el camino de la emancipación del obrero.

El socialismo obrero es una concepción amplísima de la que tiene forzosamente que estar excluida toda idea encarnadora de la acción legislativa y parlamentaria que reduce, circunscribé, mejor dicho, aquella concepción al estrecho espíritu de un partido.

Luego se lee una carta del obrero Berri, preso en la Penitenciaría a consecuencia de los hechos producidos en la última huelga de panaderos.

A moción del delegado Hucha, el congreso se pone de pie protestando contra la prisión de los panaderos.

Se resuelve no admitir en ningún trabajo a menores de quince años, recomendando a las sociedades que hagan constar esa resolución en sus estatutos. El delegado de los zapateros presenta la siguiente moción que es aprobada por unanimidad:

El tercer congreso de la F.O.A. formula un voto de protesta por los atropellos policiales realizados contra los defensores de sus derechos.

Después de largo debate sobre el descanso dominical, tema presentado por los panaderos de Buenos Aires, se aprueba la declaración que sigue:

El tercer congreso de la F.O.A. declara que el descanso dominical representa una justa aspiración de la clase trabajadora, pero deja a las Sociedades Federadas libertad de acción para implantar esa mejora.

En cuanto al trabajo nocturno, se resuelve abolir todo trabajo nocturno que no sea de imprescindible necesidad pública.

Se nombra una comisión compuesta por Legazpi, Mattei, CarbaIlo, Sagastume y Serra, para dictaminar sobre el tema: responsabilidad en los accidentes de trabajo. Se resuelve que cada sociedad debe intervenir ante los patrones de establecimientos industriales, contratistas o empresarios de trabajos de mar y tierra, para que aseguren a los obreros que ocupan en una de las compañías de seguros sobre la vida y accidentes de trabajo. Deberán aumentarse en lo posible los subsidios, siendo obligación de las sociedades averiguar si los patrones cumplen fielmente el compromiso de asegurar a sus obreros.

Sobre la actitud de los obreros ante la deficiencia de la ley para el cobro de los jornales y la normalización por semana del pago a los trabajadores, se aprueba la siguiente moción:

En caso que los empresarios de cualquier trabajo se nieguen a pagar puntualmente a sus obreros, éstos darán cuenta inmediata a su respectiva sociedad, la que, a su vez, pasará nota al patrón moroso, exigiéndole el pago inmediato. En caso contrario, se le declarará el boicot y el sabotaje, dando cuenta en toda la prensa obrera de este procedimiento.

Con relación a las cooperativas, a propuesta de los tabaqueros, se decide aprobar esta declaración:

EI tercer congreso de la F.O.A. declara que las cooperativas, tanto las de producción como las de consumo, son perjudiciales a las clases trabajadoras porque enervan el espíritu de rebeldía, fomentando el espíritu de ambición.

Debiendo concretamos a trazar las líneas generales del desarrollo de la F.O.R.A., de sus jalónes más visibles, de su actuación colectiva, tenemos que dejar a un lado cada vez más las luchas gremiales de sus sindicatos adheridos. Sólo la historia de algunos gremios, como panaderos, estibadores, conductores de carros, choferes, nos ocuparía volúmenes enteros. No se busque, pues, aquí, esa información relativa a cada sindicato, tema interesante para estudios complementarios.

Mencionamos, sin embargo, el congreso de estibadores realizado en Buenos Aires a fin de abril de 1903, donde estuvieron presentes 32 delegados en representación de los obreros del puerto de la Capital, obreros carpinteros de instalaciones para el trasporte del ganado en pie de Buenos Aires, Trabajadores de Barracas y Mercado Central de Frutos, Obreros del puerto de La Plata, Estibadores de Zárate, Centro de Obreros Estibadores de San Nicolás, Centro de Obreros Estibadores de San Pedro, Estibadores de Ribera de Rosario, Obreros Estibadores de Villa Constitución, Estibadores de Ribera del Puerto Colastiné, Obreros Estibadores y de Ribera del Puerto Borghi, Obreros Estibadores y de Ribera del Puerto Paganini, Obreros Estibadores del Puerto General San Martín, Obreros Estibadores del Puerto de Montevideo, Obreros Cargadores y Descargadores de carbón del Puerto de Montevideo, Obreros Estibadores y de Ribera del Salto Oriental.

Se aprobaron allí las siguientes resoluciones:

Constituir una Comisión Especial para organizar sociedades de obreros estibadores de ribera y afines, donde no existan.

Aprovechar los peridicos obreros La Organización Obrera, La Unión Obrera (2) y otros, para publicar todo lo que interesa a los obreros estibadores y afines que trabajan en los puertos.

Desarrollar las relaciones con las sociedades y agrupaciones de trabajadores en los puertos del universo, para disponerlas a celebrar un pacto de solidaridad defensiva de los intereses del gremio de mar y ribera, etcétera.

Emplear los medios mas apropiados, según la localidad y la propia esfera, para proporcionar ocupación a sus asociados, sin perjuicio de la buena marcha de cada sociedad.

Por último se convino que cuando una sociedad declare el boicot, las demás que forman a la Federación de estibadores y afines deberán continuarlo y apoyarlo.

Esta Federación de Estibadores actuó varios años, celebró otros congresos y llevaba camino de convertirse en una gran potencia continental; la reacción y otros acontecimientos internos la destruyeron.



Notas

(1) Ghiraldo había sido director del primer diario obrero de Buenos Aires, El Obrero de la tarde, que apareció desde el 22 de septiembre al 14 de noviembre de 1896. Durante la reacción de 1902, desde su revista El Sol, que apareció algunos números diariamente, asumió una actitud valiente que le granjeó la simpatia del proletariado revolucionario, y prueba de ello es que, pasando por sobre resoluciones anteriores, caso Torcelli, de La Plata, aparece en el tercer congreso de la Federación Obrera como delegado de un sindicato de estibadores.

(2) Organo de la Unión General de Trabajadores, en sustitución de La Organización, del primitivo Comité de propaganqa gremial.


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