Presentación
Al releer esta selección de artículos de Ricardo Flores Magón, que realizamos en 1983, vuelve a resonar en nuestras cabezas la misma pregunta que en aquel año nos hicimos: ¿Cómo fue posible que tanto Ricardo Flores Magón, como Librado Rivera, personas con un caudal enorme de experiencia se hayan atrevido a escribir, firmar y publicar un manifiesto como el que colocaron en el N° 262 del 16 de marzo de 1918 del periódico Regeneración?
Resulta obvio que la consecuencia que les iba a generar el haber publicado aquel Manifiesto a los miembros del Partido, a los anarquistas de todo el mundo y a los trabajadores en general, no iba a ser otra que su encarcelamiento, sobre todo si tomamos en cuenta que en 1918 los miembros del Partido Liberal Mexicano, no eran muchos que digamos; que a la inmensa mayoría de los anarquistas de todo el mundo, realmente les tenía sin cuidado lo que dijeran o dejarán de decir Ricardo Flores Magón y Librado Rivera; y que los trabajadores en general, por lo menos los norteamericanos o los que residían en Norteamérica, enfrentaban una situación del todo adversa como para andarse con el tipo de valentonadas de que hacían gala Ricardo y Librado en el referido Manifiesto. Así pues, ¿qué otra cosa podía suceder?
Fue con aquellos argumentos que nació nuestra hipótesis, misma que por cierto hasta la fecha mantenemos, de que en lo particular Ricardo Flores Magón, con esa actitud tan sólo buscaba ... ¡¡¡suicidarse!!! Por que, ¿qué otra cosa se puede sacar como conclusión? Él, sin duda alguna, esta consciente de que aquella declaración les iba a costar una abultadísima condena de prisión; y también sabía que su pésima condición física no le iba a permitir terminar aquella sentencia. Ahora, en cuanto a eso de que el reloj de la historia está próximo a señalar, con su aguja inexorable, el instante en que se ha de producir la muerte de esta sociedad que agoniza ..., de seguro tenía muy claro que ello, en caso de acontecer, para nada detendría el futuro que él mismo se labraba al estampar su firma en aquel manifiesto.
Entonces, la única conclusión posible que se puede extraer de aquel aparente acto revolucionario, es que Ricardo Flores Magón estaba ya cansado, harto, podría decirse; que vislumbraba su triste futuro si continuaba libre. Bien sabía que su querido periódico Regeneración estaba condenado a desaparecer; que el Partido Liberal Mexicano y todo su grandioso pasado, condenado estaba a terminar arrumbado como recurso oratorio del que seguramente echarían mano los politiquillos que ya se estaban posicionando en los gobiernos emergidos del movimiento revolucionario; así pues ... ¿qué otra le quedaba que el intentar morir heróicamente en una celda, vomitando desprecio y salivazos contra el regimen capitalista que tanto odiaba?
Mucho dudamos que Ricardo Flores Magón hubiese deseado morir tranquilo en su cama. De seguro que sus anhelos muy lejos se encontraban de esa visión.
Tenemos entonces que, de ser acertada nuestra hipótesis, Ricardo Flores Magón finalmente se salió con la suya alcanzando el más sonado triunfo de su vida. ¡Logró exhibir a sus supuestos vencedores, y él, aparentemente el derrotado, emergió como el vencedor absoluto!
Ahora, a más de veintidos años de que apareciera la primera edición de La primera guerra mundial y la revolución rusa, nos congratulamos de poder colocarla aquí, en nuestra Biblioteca Virtual Antorcha, esperando que quienes se acerquen a hojearla, logren extraer provecho de la misma.
Chantal López y Omar Cortés